Capítulo 15.

"La nueva ley impuesta por el mismísimo presidente de la República, dejó sorprendida a toda la nación. Y tras un largo debate en la cámara de diputados, los votos fallaron a su favor.

Desde el siguiente mes, todas las matrículas de las becas que el estado otorgó a omegas de bajos recursos, serán canceladas. Ninguna universidad del país volverá a proponer este incentivo para omegas, favoreciendo únicamente a alfas y betas..."

Jimin dejó de escuchar la noticia cuando apagó impulsivamente el televisor, quedando completamente en shock.

Era increíblemente ridículo como Corea retrocediera cada día, en lugar de avanzar. Países de Europa y de Latinoamérica ya contaban con leyes contra los que abusaban de los omegas, becas en universidades y escuelas, bonos del estado a omegas de bajos recursos, y un sin fin de beneficios más. Pero aquí, en su amada patria, no hacían más que darles la espalda.

—Ningún alfa es bueno, todos son malos...

Jimin sonrió con ironía por creer lo contrario. Su padre omega, ese que había preferido quitarse la vida antes de seguir sufriendo los constantes abusos de su alfa, tenía razón. Siempre la tuvo.

Todos los alfas eran unos verdaderos hijos de puta.

Solo bastaba con ver a Taehyung, quien supuestamente estaba perdidamente enamorado de Seokjin, pero no había dudado en romper su corazón apenas percibió las deliciosas feromonas de una omega en celo. Los alfas no pensaban en nada más que en ellos mismos, vanagloriándose de sus logros, con el orgullo hinchando su pecho.

Sin controlar su furia, comenzó a liberar feromonas agrias, inundando rápidamente su pequeña sala de estar. Hoseok, quien estaba en su dormitorio en ese momento, salió apenas sintió que algo no andaba bien.

—¿Jimin? —preguntó, con evidente preocupación— ¿Hijo?

Jimin se levantó del sofá, emanando cólera. Odiando la maldita jerarquía, a los malditos dictadores de su país.

Decidido a ignorar una vez más a su padre, Jimin avanzó en dirección a su dormitorio, pero el suave agarre en su brazo lo detuvo.

—¿Pasó algo, hijo? —Hoseok preguntó, sabiendo que algo andaba mal.

Jimin le dio una mirada asesina a su padre. Odiaba verlo en esa maldita faceta de alfa preocupado y protector, cuando el daño de sus crueles actos ya habían dejado consecuencias irreparables.

—Suéltame —espetó, casi gruñendo.

Hoseok alzó sus cejas, impresionado. Nunca antes había visto a Jimin tan furioso.

—Solo habla conmigo, ¿bueno? —soltó lentamente el brazo de Jimin— Estoy aquí para ti, hijo.

Jimin soltó una risa áspera, carente de algún tipo de humor.

—¿Así como estuviste para papá? —preguntó con resentimiento. Sentía la urgencia de escupir todo lo que se venía callando durante años.

Y es que estaba harto de todo, de todos, en realidad.

Sentía como la ira burbujeaba en su interior, bajo su piel. Jimin solo quería explotar, decir o gritar todo lo que sentía en ese momento, sin importar las consecuencias.

Hoseok torció sus labios. Incluso ahora, con el paso de los años, pensar en Yoongi dolía de la misma manera que la primera noche en la que ya no estuvo a su lado.

Cargaba con el dolor de la pérdida y culpa, día y noche, sintiendo el vacío y la muerte lenta de su lobo, que no dejaba de llamar a su omega, aun cuando sabía que este jamás volvería.

—Jimin, yo...

—Te odio, papá —Jimin escupió, sonando tan sincero que hasta él mismo se sorprendió.

A Hoseok se le atascó el aire en sus pulmones.

—Jimin...

—Odio ser tu hijo —Jimin lo interrumpió. Ira y dolor pintaban su tono de voz— Odio vivir aquí, contigo. Odio tener que verte y escucharte cada día.

Los ojos oscuros de Hoseok se inundaron de lágrimas, mientras sentía como su corazón se estrujaba ante las crueles palabras de su hijo.

Jimin no se sintió conmovido, porque su corazón estaba envenenado gracias a su propio padre.

—Y deseo que te quedes solo, que nadie se fije en ti y te quiera, para que sigas sufriendo por ser el único responsable de la muerte de un gran omega, que tenía sueños y tú se los aplastaste como si no valiera nada. Te odio, papá.

Hoseok apartó sus ojos del rostro furioso de su hijo, parpadeando rápidamente para eliminar las lágrimas que le nublaban la vista.

Lo merezco, lo sé.

Con el dorso de su mano, secó las lágrimas que rodaron por sus mejillas.

—Lo siento... —murmuró el alfa, sin saber qué decir realmente.

—Un lo siento no traerá de vuelta a papá —Jimin agregó, sabiendo que estaba destrozando el corazón de su padre.

¿Y qué si se estaba pasando y lo estaba lastimando de más? Se lo merecía. Malditamente se lo merecía.

Sin decir una palabra más, Jimin movió sus pies hasta su pieza, donde cerró con un gran portazo cuando estuvo en su interior.

Maldita sea.

Frotó su rostro con ambas manos, mientras caminaba de un lado a otro.

Últimamente, todo estaba marchando de una manera desconcertante. No había visto a Taehyung ni a Seokjin en una semana. Los había llamado, así como también los había ido a visitar, pero ninguno lo había recibido, excusándose con que estaban indispuestos.

Indispuestos y una mierda.

Quiso llorar de la impotencia que estaba sintiendo en ese momento. Maldita sea, necesitaba tanto del calor familiar que los brazos de su amigos le proporcionaban cada que lo envolvían para arrullarlo. Pero no estaba ahí para él, como él solía estar para ellos.

¡Vayanse a la mierda, par de idiotas!

Se sentó en el borde de la cama y luego se tumbó, haciéndose un ovillo. Escuchó desde el silencio de su habitación los débiles sollozos de su padre.

Lo había lastimado.

Se lo merece, se lo merece...

Se acurrucó, dejando que la tristeza y la rabia se drenara de sus sistema a través de la lágrimas.

Dios, lo extrañaba tanto, tanto... pero su padre le había arrebatado el derecho propio de crecer junto al omega que le había dado la vida. Le privó del amor y cuidados que su padre omega le habría dado cada día.

—Espero que... —susurró Jimin con sus ojos cerrados, mientras imaginaba a su padre omega con una preciosa sonrisa sobre sus labios— Si existe el multiverso, estés es uno donde nunca conozcas a papá... —sorbió su enrojecida nariz— Y espero que seas muy, pero muy feliz...

Ω

El clima se estaba volviendo cada vez más frío, indicando que el invierno ya estaba a la vuelta de la esquina.

Jimin estaba sentado en una de las duras bancas de concreto que había en el patio de la universidad, observando a los alegres estudiantes que pasaban en grupos numerosos.

—¿No tienes frío? —una voz familiar le hizo girar el rostro, encontrándose con un Seokjin muy sonriente— Hola, Mimi.

Jimin no le respondió, volviendo nuevamente su concentración a los estudiantes en el campus.

Estuvieron ahí sentados, en completo silencio, hasta que el timbre sonó, indicándole a todos que las clases del día habían acabado.

—Mimi... —Seokjin volvió a hablarle— ¿Estás enojado, verdad?

Por supuesto que lo estoy.

—No —mintió, sin siquiera mirarlo.

El beta sonrió con cariño.

—Lo estás. Mira, sé que te estuve ignorando estos días, pero no es porque no quería verte, sino porque realmente no me sentía bien.

Una brisa fresca golpeó sus cuerpos, provocando que Jimin temblara de frío. Seokjin inmediatamente se removió para quitarse el abrigo oscuro que llevaba puesto.

—No —Jimin lo detuvo, sabiendo perfectamente que Seokjin se lo iba a entregar— No lo necesito.

—Tienes frío, Mimi. ¿Por qué andas tan desabrigado? Te enfermarás.

Jimin se encogió de hombros como respuesta. ¿Qué más daba si se enfermaba?

Seokjin se acercó a él y le cogió una de sus manos, sorprendiéndose de lo helado que estaba.

—Mierda, ¿eres acaso un vampiro? Estás congelado —lo cubrió con su abrigo, intentando de esa forma que el omega entrara un poco en calor— ¿Quieres ir a tomar un café o un chocolate caliente?

Jimin suspiró y negó con la cabeza. Ese día no tenía ganas de absolutamente nada.

Había llorado como nunca, durante toda la noche, intentando de esa forma aliviar el dolor que lo abrazó y que se negaba a soltarlo.

—Me iré a casa... —murmuró Jimin, dejándose arrullar por su amigo.

Estaba enojado, porque los necesitaba y ellos nos estaban. Pero, ¿cómo iba a reprocharles algo, cuando ellos tenían sus propios problemas?

—¿Te acompaño? Hoy no tengo nada que hacer.

—Prefiero que no. Yo... estoy cansado, ¿sabes? Quiero llegar y acostarme, dormir hasta mañana si es necesario.

—¿Seguro? —preguntó el beta.

Pero Seokjin no se tomó el tiempo de observarlo o de prestar atención a lo que Jimin decía, como muchas otras veces lo hizo, pasando por alto su deprimente estado de ánimo.

Jimin asintió con un movimiento suave de cabeza y luego respondió.

—Sí.

—Bueno, pero te iré a dejar al autobús.

Y antes de que tuvieran siquiera las intenciones de ponerse de pie, Taehyung apareció frente a ellos.

—Hola... —murmuró el alfa.

Jimin alzó la vista, curioso. La verdad es que no tenía idea si Taehyung y Seokjin ya habían arreglado las cosas, considerando que no habían hablado con él durante siete días.

—Hola, Tae —Jimin le devolvió el saludo, notando de inmediato la falta de sueño en su amigo. Se veía tan cansado; pálido y ojeroso.

¿Estaba así por Seokjin, o por algún otro problema en particular? No lo sabía. Y la verdad es que tampoco tenía ganas de averiguarlo.

Seokjin en cambio, estaba rígido a su lado y en completo silencio.

El alfa le dedicó una sonrisa melancólica a Jimin, que se fue desvaneciendo lentamente cuando volvió su atención al beta, quien no hacía más que ignorarlo.

—Jinnie...

Seokjin suspiró con nerviosismo y se levantó de la banca.

—Es mejor que me vaya —le dijo a Jimin, todavía ignorando a Taehyung— Llevate mi abrigo, Mimi. Hace frío y puedes enfermar.

Jimin abrió la boca para decir algo, pero prefirió volver a cerrarla casi de inmediato.

—Jinnie, espera —Taehyung le sostuvo del brazo, impidiendo que el beta se fuera.

—Suéltame, Taehyung —gruñó con furia, sorprendiendo incluso a Jimin.

El alfa lo soltó, aun cuando no deseaba hacerlo.

—Tenemos que hablar, Jinnie.

Seokjin soltó una risa irónica, rebuscando entre sus bolsillos una cajetilla semivacía de cigarros. Se había vuelto adicto a la nicotina en tan solo siete días.

—No —siseó el beta, tomando entre sus torcidos dedos un cigarrillo para llevarlo a su boca y encenderlo. Aspiró el humo mentolado, dejando que sus pulmones absorbieran el delicioso veneno, para luego expulsarlo lentamente— No tenemos nada que hablar, Taehyung.

Jimin les seguía observando, aun manteniéndose en completo silencio. Y para ser honestos, se sentía un poco desconcertado al ver la actitud tan a la defensiva de Seokjin, además de verlo fumar, considerando que jamás le había gustado el olor del tabaco.

—Jinnie...

Seokjin frunció furiosamente el ceño mientras daba otra calada, dispuesto a encararlo, dejando que todos los pensamientos que tuvo a lo largo de la semana, fueran dichos en voz alta. Necesitaba expresar cómo se sentía, y qué sentía por Taehyung en ese momento.

—Vete a la mierda, Taehyung —espetó, levantando su barbilla con arrogancia. Estaba cansado de llorar, de extrañar y de anhelar.

Por amor a la luna, eran alfa y beta. ¿Qué iba a salir de una unión así? Nada.

Taehyung tensó su mandíbula, sintiéndose dolido por la forma en que Seokjin le miraba. Odio y dolor, era lo que reflejaban los ojos del beta.

—Solo quiero hablar contigo, explicarte lo que pasó esa noche. Por favor, solo escúchame...

—Pues yo no quiero.

Taehyung soltó un suspiro cargado de frustración, sabiendo cuán obstinado podría llegar a ser Seokjin.

¡Maldita sea!

—Jinnie, por favor.

—¡Jinnie! —una chica gritó a lo lejos, con su mano el alto mientras la agitaba para captar la atención del beta— ¡Kim Seokjin!

Seokjin volteó en su dirección para verla e inevitablemente sonrió.

Era Irene, una preciosa omega que había conocido durante la semana en un bar nocturno, al otro lado de la ciudad.

Imitando la acción de la omega, el beta alzó su mano y le saludó desde la distancia, con una seductora sonrisa sobre sus carnosos labios.

Taehyung miró a la omega y luego al beta, los celos ya burbujeaban en su interior.

—Mira, Tae —Seokjin habló con seriedad, tirando la colilla al suelo para aplastarla con la suela de su zapato— Me importa una mierda tus excusas. Tengo un par de ojos en excelentes condiciones. Sé lo que vi, estaba ahí, a tu lado.

—No es lo que te estás imaginando...

—Claro que sí —lo interrumpió, dispuesto a no escucharlo— ¿Acaso crees que soy retrasado como para no comprender que mierda pasó?

—Jin...

—Y me quedó muy en claro que eres igual que todos, Taehyung. Un alfa que solo piensa con la cabeza de su polla. Un alfa que no hace más que seguir sus asquerosos instintos.

Taehyung gruñó, sintiéndose totalmente humillado.

—¡Pues bien! —explotó Taehyung finalmente, asustando a Jimin— ¿Quieres dejar todo esto así? Bien. No vengas quejándote luego, cuando te des cuenta de que estás en un error y sea demasiado tarde.

Seokjin bufó.

—No te creas la gran cosa, Tae.

Ambos se sostuvieron la mirada por unos cortos segundos.

—Creí que me querías, tal como yo te quiero a ti —Taehyung murmuró, incapaz de creer que el beta se negaba a escucharlo— Y tenía todas las intenciones de explicarte lo que pasó realmente. Quería... quiero arreglar las cosas entre nosotros.

Seokjin soltó una risa carente de humor.

—No hay nada que arreglar, Tae. No somos más que amigos.

—Maldita sea, Jin. ¿Por qué esa actitud de mierda?

—¿Por qué? —repitió con ironía— ¿En serio me lo estás preguntando?

—Sí, en serio.

Seokjin relamió sus labios, volviendo a darle un vistazo a la omega. ella seguía ahí, mirando cada tanto en su dirección.

—¿Pensaste en mí cuando te la follaste? —preguntó el beta, volviendo a mirar a Taehyung— No, cierto.

—No me la follé, maldita sea.

—Seguro. Mira, dejemos esto hasta aquí —miró a Jimin— Me voy, Mimi.

Jimin solo asintió, acurrucando bajo el grueso abrigo de su amigo.

—No me acosté con ella, Jin... —el alfa murmuró, casi rogando porque el beta le creyera.

—Pues felicidades. Nos vemos.

Seokjin se alejó, sin siquiera mirar hacia atrás.

Taehyung frotó su rostro con ambas manos. Jodida mierda, ¿era así como su historia de amor terminaría?

Una historia que ni siquiera había empezado.

—Tae —Jimin murmuró, estirando su mano para rozar con sus pequeños dedos la tela del pantalón oscuro de su amigo.

El alfa le miró y sonrió, pero la sonrisa no llegó a los ojos de Jimin.

—¿Estás bien? —preguntó el alfa, tomando asiento a su lado.

A diferencia de Seokjin, Taehyung lograba saber casi de inmediato el estado de ánimo de Jimin, y todo gracias a sus feromonas. Aunque claro, también estaba el hecho de que lo conocía bastante bien.

Jimin se encogió de hombros.

—Mejor que tú, creo.

Taehyung clavó sus ojos en el beta y en la omega que se abrazaba cariñosamente a la distancia.

No los mires más. No te martirices de esa forma. Intentaste solucionar las cosas, pero él se niega a escucharte, a creer en ti. No te merece. Vámonos.

Era raro que su lobo hablara con él, considerando que pasaba la mayor parte del tiempo en un estado de desconexión.

—¿Vamos? —dijo el alfa— Te llevaré a casa.

—Bueno.

Se pusieron de pie y avanzaron juntos hasta la salida de la universidad, hasta donde estaba estacionado el auto de Taehyung.

—Mmmh... —Jimin ronroneó con satisfacción, cuando su cuerpo fue envuelto por el calor que se sentía dentro del auto.

—¿Quieres que te lleve a casa o vamos a mi depa? —Taehyung se acomodó en el asiento en su asiento— Si vamos a mi departamento, pasamos a comprar algo para comer.

—¿Algo rico? —Jimin preguntó, con una pequeña sonrisa sobre sus labios.

El alfa sonrió también, poniendo en marcha su auto.

—Lo que tú quieras, Mimi —lo tentó, sabiendo cuán fácil era convencer a Jimin.

—Acepto, maldita sea.

No les tomó mucho tiempo llegar a un pequeño local cerca de la residencia del alfa, donde solían comprar cada que algo rico se les antojaba. Taehyung compró de todo, considerando que se sentía deprimido y necesitaba desahogarse de alguna forma.

Y qué mejor desahogo que la comida.

Para cuando finalmente ingresaron al desolado departamento, Taehyung dejó las bolsas de comida sobre la mesa del comedor y encendió la calefacción. Jimin se sacó el abrigo, dejándolo colgado en el extraño perchero de madera que su amigo poseía.

—¿Comemos aquí o en la cama? —Taehyung preguntó.

—Donde quieras, me da igual.

—En la cama, entonces.

Se llevaron todo hasta el dormitorio, donde se instalaron uno al lado del otro. Taehyung se encargó de buscar algo para ver mientras comían.

Medianoche en París, fue la película seleccionada.

Disfrutaron de su comida mientras observaban con atención la película, comentando cada cierto rato lo que les gustaba o molestaba de los protagonistas.

Cuando acabaron todo, ambos se preocuparon de desocupar la cama y tirar a la basura los pocillos plásticos.

—Oye... —Jimin murmuró, observando como Taehyung lavaba los dos vasos que habían ensuciado.

El alfa cerró el grifo, sacudiendo sus manos para eliminar el exceso de agua.

—¿Mmm? —tarareó mientras secaba sus manos.

—¿Qué pasó realmente entre ustedes?

Taehyung le miró de una forma que Jimin no logró descifrar.

Bueno, tenía derecho a saber que mierda les pasaba. O quizás no, pero ya se sentía mejor por haber comido delicioso y quería enterarse del chisme de una buena vez.

—¿No... no te lo dijo?

—No, por algo pregunto.

Taehyung frunció sus labios.

—Jin está molesto conmigo...

—Eso ya lo sé.

Soltando un suspiro, Taehyung se acercó a Jimin y le abrazó con necesidad.

Se sentía de tantas formas, que ni siquiera él podría decir qué sentimiento resaltaba más. Solo quería que alguien le dijera que todo estaba bien, que pasaría pronto y que no había hecho nada malo.

—Mi papá... —comenzó, con su rostro enterrado en el cuello de Jimin— La noche de la cena, mi papá invitó a su amigo y este llevó a su hija. Ella... es omega, sabes.

Jimin frunció el ceño.

—¿Y qué pasó con ella?

—Yo no pude... —frotó su nariz en la piel del omega— No quería, pero mi mente se nubló apenas la sentí. Ella olía dulce y... mierda, no pude hacer nada.

—No estoy entendiendo, Tae.

—Me fui con ella, dejando a Jin ahí.

—¿A dónde te fuiste?

—La llevé a mi pieza, Jimin. Mi papá me la ofreció delante de Jin y yo la acepté.

—Oh...

Ahora entendía más o menos la situación.

—Pero no hice nada —Taehyung se alejó del cuerpo de Jimin, para poder mirarlo a los ojos— Ella llevaba puesto un maldito perfume que activó mi celo, además el de ella, o algo así era. Yo no hice nada, maldita sea. Fue mi lobo el que tomó el control de todo y en mi pieza logré reaccionar, inyectándole un inhibidor a ella y a mí.

Jimin le creyó de inmediato, aun cuando la voz de su padre le susurraba lo contrario.

—Está bien —Jimin le sonrió, estirando su mano para acariciarle las hebras castañas— Ya pasó, así que todo está bien.

Taehyung negó con su cabeza.

—No... —murmuró— Está todo mal, Mimi. Mi papá quiere que me case con ella, porque de esa forma fortalece la maldita amistad con otro idiota, que no le importa practicamente vender a su hija para ganar una pequeña acción en la empresa de mi padre.

—¿Qué...?

—Debo casarme, Mimi —susurró abatido.

—Simplemente no lo hagas.

Sonriendo con tristeza, Taehyung se alejó unos pasos de Jimin.

—¡No es tan fácil, maldita sea! —explotó. Se sentía harto de toda la mierda que estaba viviendo— No es tan fácil...

Jimin sabía que, para que Taehyung reaccionara así, algo más debía estar pasando. Y la única respuesta lógica que se le vino a la mente, fue nada más y nada menos que Kim Woobin.

—¿Tu papá...?

—Sí —Taehyung respondió de inmediato— Si no lo hago, la única perjudicada en todo esto es mi mamá. Mi mamá, Jimin.

Jimin no supo qué decir, simplemente se acercó a él y le abrazó nuevamente.

Taehyung se dejó consolar, aspirando las deliciosas feromonas que el omega soltaba para calmarlo.

Luego de un rato, ambos se devolvieron a la cama y se metieron en ella.

—Te extrañé esta semana —murmuró el alfa, acurrucado al lado del omega.

Jimin le sonrió, sin dejar de acariciarle el cabello a su amigo.

—También te extrañé.

—¿Y tú, por qué estás triste?

—¿Viste las noticias? Eso de que quitarán las becas a los omegas —el alfa tarareó en un asentimiento— Bueno, descargué mi frustración por eso contra papá.

—Oh...

—Y bueno, le dije muchas cosas.

Se quedaron en silencio, meditando sobre lo que les estaba pasando. Jimin no dejó de enredar sus dedos en las hebras de Taehyung.

—Una mierda todo, ¿no? —el alfa murmuró, moviéndose para enterrar su nariz en la piel del cuello de Jimin.

Se quedaron en la cama hasta que cayó la noche, donde conversaron de todo lo que se les ocurrió. No hubo besos de por medio, así como tampoco hubo intentos por hacer algo más que darse mimos inocentes.

Y les resultó simplemente perfecto a ambos.

Cuando Jimin comenzó a bostezar, Taehyung apagó todo y se dispusieron a dormir. Necesitaban descansar.

—Descansa, Mimi.

Taehyung abrazó a Jimin por la cintura, apegando la espalda del omega a su pecho.

—Tú también... —Jimin murmuró, con sus ojos cerrados.

El alfa enterró su nariz en el cabello del omega, aspirando el aroma del shampoo que este usaba. Olía rico, como siempre.

Ninguno de los dos supo quien se durmió primero, considerando que sus cuerpos les exigían rápido un descanso.




***

Oigan, les gusta como va la historia? Siento que me está quedando como la kk 😭😭 aksnsnd además de que parece más Taejin que Kookmin (y confieso que me re gusta akdndnd) pero no sé :c

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