Capítulo 12.

—¿Me van a acompañar esta noche? —Taehyung preguntó, rompiendo el cómodo silencio del momento.

Las clases habían terminado temprano ese día para todos en la universidad, por lo que Seokjin no encontró mejor idea que arrastrar consigo a Taehyung y a Jimin, quienes no se negaron a seguirle hasta su acogedor hogar.

Jimin, quien estaba prácticamente echado en un rincón de la cama y jugaba al candy crush en su celular, respondió sin siquiera despegar los ojos de la pantalla táctil.

—No cuentes conmigo.

El alfa ya se esperaba una respuesta negativa por parte del omega, sabiendo perfectamente que su amigo no soportaba a su padre. Y no lo culpaba, porque ni siquiera él era capaz de tolerarlo por mucho tiempo.

—Vale.

Seokjin apartó su vista del libro que leía, conectando sus ojos con los del alfa. Y maldición, ¿cómo era posible que una simple mirada agitara de esa forma su enamorado corazón?

—¿A qué hora será esa aburrida cena? —preguntó, con esa encantadora sonrisa formándose sobre sus abultados labios.

Taehyung le sonrió de vuelta, contagiándose de esa alegría que irradiaba el beta cada vez que se perdían a sí mismos en esa extraña burbuja de amor.

—Como a las ocho debo estar por allá —le respondió, moviendo una de sus manos para acariciar con cariño los cabellos púrpuras del beta.

Jimin les miró sin siquiera intentar disimular, rodando los ojos al verlos comportarse como dos idiotas enamorados que aún no salían de la negación.

—Iré a molestar un rato a la tía —Jimin dijo fuerte y claro, intentando que los dos melosos recordaran su presencia.

Pero solo fue ignorado.

Resoplando, el omega se puso de pie y avanzó hasta la puerta para salir luego de ahí, dando una última mirada a los dos tórtolos que seguían ignorándolo.

Y vamos, se veían jodidamente encantadores. Jimin solo esperaba que confesaran pronto sus sentimientos, porque comenzaba a sentirse desplazado e ignorado cada vez que estaban los tres juntos en espacios cerrados. Es que joder, se perdían en el otro, ignorando todo a su alrededor

Una vez solos, Taehyung se acomodó en la cama para quedar frente a Seokjin, quien no dejaba de sonreírle. Y se veía tan hermoso; con sus labios brillantes y rojos, al igual que sus mejillas.

—Pasemos a mi departamento antes de ir a mi casa —Taehyung le susurró.

—Claro —Seokjin aceptó, sin siquiera detenerse a pensarlo.

Taehyung no dijo nada más. Él simplemente se inclinó despacio y rozó sus narices, hasta que finalmente alcanzó los labios pomposos de Seokjin. Lo besó de la forma más dulce, sin prisa. Saboreó la fresa del bálsamo labial que el beta estaba usando y se deleitó con la suavidad de sus labios.

Seokjin se aferró a Taehyung con esa necesidad abrumadora, rodeándole el cuello con sus brazos y acariciando los cabellos cortos que nacían en su nuca. Taehyung movió una de sus manos por las curvas del beta, hasta que llegó a la cintura y sintió el calor de la piel expuesta. Seokjin soltó un suspiro de placer que fue ahogado por la boca exigente del alfa.

—Tae... —el beta susurró, rompiendo el beso contra su voluntad.

—Solo un poco, Jinnie... —pidió con voz ronca, sonando demasiado seductor para Seokjin.

—Está mamá y... aaah... —gimió suave, sintiendo las manos traviesas de Taehyung colándose por debajo de su ropa.

—No haré nada, tontito —le aseguró, acariciando la piel de las caderas del beta.

Seokjin soltó una risita baja, tirando del cuello a Taehyung para volver a besarle con la misma intensidad de antes. El beso duró hasta que ambos se sintieron mareados y sus pulmones reclamaron por oxígeno.

Seokjin abrió lentamente sus ojos, conectándolos de inmediato con los de Taehyung. Ambos se sonrieron, sintiendo el calor de sus respiraciones irregulares sobre sus rostros.

Te amo.

Pensó Seokjin, quien separó sus labios para pronunciar las palabras, mas no pudo. Quedaron atoradas en su garganta, cuando el miedo y las inseguridades le recordaron que era un simple beta, incapaz de satisfacer las necesidades primordiales de un alfa.

—Hey —Taehyung le acarició una de sus mejillas, viendo como el beta fruncía angustiosamente el ceño— ¿Qué sucede, bonito?

Hay tantas cosas que me gustaría decirte, pero no soy tan valiente como crees. Tú solo abrázame. Ámame. Tócame.

Seokjin carraspeó su garganta, intentando pensar en una excusa para su cambio drástico de humor.

—Solo... —dudó, sin saber qué decir— Creo que debemos ir con Mimi y mamá.

—Supongo que sí. ¿Seguro que todo está bien? —preguntó Taehyung, intentando entender a Seokjin.

Sonriendo nuevamente, Seokjin asintió con movimientos suaves de cabeza.

—Seguro —se removió en la cama hasta quedar sentado— Vamos o mamá creerá que estamos haciendo cosas extrañas en su casa y nos dará la charla de nuestras vidas.

Soltando una risita divertida, Taehyung le imitó y se levantó de la cama. Se tomaron de las manos, dispuestos a salir de la habitación así, pero Taehyung lo detuvo antes de cruzar el umbral de la puerta para besarle una última vez. Seokjin por supuesto, respondió de inmediato aquel beso.

Cuando finalmente llegaron a la cocina, encontraron a Jimin devorando unas galletas recién salidas del horno.

—Al fin se dignan en aparecer —la señora Kim habló, dedicándoles una sonrisa cargada de complicidad a ambos chicos.

La mujer, una omega mayor, sabía perfectamente que significaba Taehyung para su hijo menor. Y adoraba la idea de que vivieran lo que fuera que estuviera haciendo juntos, porque sabía que los sentimientos de su hijo eran correspondidos.

—Mamá... —Seokjin refunfuñó, tirando de la mano a Taehyung para guiarlo hacia la pequeña mesa que había en un rincón de la cocina, justo donde Jimin estaba instalando.

—Nada de mamá —Misuk le regañó cariñosamente, sin dejar de hundir sus pequeñas manos en la masa para unir todo los ingredientes.

Seokjin arrugó la nariz, acercándose a ella para dejar un corto beso en una de sus mejillas.

—Oye mami, antes de que se me olvide... —batió sus pestañas inocentemente cuando su madre le dedicó una mirada fugaz.

Pero Misuk desvió sus ojos curiosos a las manos entrelazadas de su hijo y Taehyung, como si ninguno de los dos estuviera dispuesto a soltar al otro.

—¿Qué me vas a pedir? — le interrumpió, dedicándole una mirada escéptica.

Seokjin soltó un bufido con falsa indignación.

—Nada. Solo te iba a decir que me iré con Tae.

Misuk alzó sus perfiladas cejas.

—Oh...

—Y se quedará conmigo hasta mañana —Taehyung agregó, con esa encantadora sonrisa que solo lograba enamorar aún más a Seokjin.

El beta inmediatamente se sonrojó, sabiendo perfectamente lo que sucedería después de aquella cena.

Relamiéndose sus labios, Seokjin volvió sus ojos nuevamente hacia el rostro de su madre.

—S-sí... En su casa hay una cena y pues...

—Bien —cortó ella. No necesitaba detalles de su vida privada, porque su hijo era un adulto responsable y confiaba en él— Pero me mandas un mensaje por la noche, así sé que todo está bien.

—Claro, mami.

Jimin se llevó otra galleta a su boca y la masticó lentamente, observando la cómica escena que montaban sus amigos.

¿Se darán cuenta cuán obvio son?

Misuk le dedicó una mirada divertida a Jimin y asintió, como si le hubiera leído los pensamientos.

Taehyung se acercó finalmente a la mesa donde estaba Jimin y alcanzó una galleta con chips de chocolates, aun sin soltar la mano de Seokjin.

—Mmm —tarareó gustoso, saboreando y deleitándose con las delicias que hacía la madre de su amigo.

—¿Rico? —Seokjin le preguntó, imitando la acción del alfa.

Relamiéndose los labios, Taehyung asintió con la cabeza antes de hablar.

—Delicioso —le respondió, moviendo sus ojos a los labios del beta. Deseaba tanto besarlo ahí mismo, sin importar que estuviera Jimin y la señora Kim.

Y quizás lo hubiera hecho, pero alguien carraspeó su garganta y lo hizo descender de esa nube púrpura que lo tenía embobado.

—Si quieren, nos vamos y los dejamos solos —Jimin bromeó. Seokjin le sacó la lengua.

La señora Misuk soltó una risita divertida mientras estiraba la masa sobre la superficie de la pequeña isla en el centro de la cocina.

—Que dices, bobo —Taehyung le dijo, agarrando otra galleta para devorarla.

Estuvieron un buen rato ahí; charlando, riendo y comiendo las galletas que la señora Kim sacaba del horno.

—¡Hijo mío! —la omega exclamó con felicidad, sonriendo al ver a su hijo mayor.

—Hola, mamá —Namjoon caminó hasta quedar a un lado de su madre y le besó cariñosamente una de sus mejillas.

—Mi vida, ¿tienes hambre? —Misuk se movió hasta el fregadero para lavar rápidamente sus manos.

—Un poco.

—Ven aquí, te sirvo comida —comenzó a moverse por la cocina, buscando todo lo que necesitaba para atender a su hijo.

—Gracias, mamá —sonrió encantado y avanzó hasta la mesa donde estaban los chicos— Hola —saludó Namjoon a todos, palmeando suavemente los hombros de su hermano.

—Hola, feo.

—¡Seokjin! —su madre le regañó, aún cuando sabía que su hijo lo decía de forma cariñosa. Seokjin solo sonrió.

—¡Namjoonie! —Jimin se levantó de su silla con entusiasmo, lanzándose al pecho del alfa.

Namjoo por supuesto, lo abrazó de inmediato.

—Mimi —le dedicó una sonrisa, dejando a la vista esos preciosos hoyuelos que había heredado de su madre.

—¿Por qué no te he visto tanto? —le reprochó Jimin, apartándose solo un poco para mirar al alfa.

—El trabajo, Mimi. ¿Por qué no has ido tú al club?

—La universidad no me suelta —puchereó como un niño pequeño, haciendo que Namjoon soltara una risita ronca.

—Cuando tengas tiempo, ve a verme. Te daré tragos gratis.

—¿Tragos gratis para todos? —Taehyung preguntó.

—Solo para Mimi —Namjoon le corrigió.

—Que tacaño —Seokjin refunfuñó, como si él pagara por alguna cosa cuando iba al club a beber.




Ω

—Nos vemos mañana, bonito —Taehyung dijo apenas Jimin abandonó su auto.

—Descansa, Mimi —Seokjin se despidió, con la mitad de su cabeza asomada por la ventana.

—Nos vemos, par de feos —soltó Jimin, alejándose de ellos para entrar a su casa— ¡Que la pasen bien con el ogro de tu papá!

Seokjin no pudo evitar reír mientras se acomodaba nuevamente en el asiento. Tampoco le caía en gracia el padre de Taehyung, pero lo toleraba.

—¡Y saludos a la tía! —fue lo último que gritó Jimin antes de entrar a su casa.

Negando con su cabeza, Taehyung se puso en marcha. Irían primero a su departamento, luego a la casa donde vivía realmente.

No tardaron mucho en llegar al edificio lujoso donde estaba su semivacío departamento. Entraron a tropezones, con sus cuerpos muy juntos y sus bocas aplastadas entre sí. Los besos eran todo lenguas y dientes, torpes y exigentes.

—Vamos... —Taehyung balbuceó, intentando avanzar por el pasillo oscuro.

Seokjin no lo escuchó. Su mundo alrededor dejó de existir, y lo único que podía hacer era aferrarse aún más al alfa que amaba.

Taehyung sonrió aun mientras se besaban, avanzando lentamente hacia su habitación. Una de sus manos se coló bajo la ropa del beta, acariciando y pellizcando suavemente la piel.

Seokjin gimió en su boca, mandando una exquisita descarga de placer que fue directo a su polla.

Cuando finalmente llegaron al dormitorio, Taehyung rompió el beso y empujó a Seokjin con cuidado sobre la superficie de las sábanas.

—Eres tan, pero tan lindo —Taehyung le halagó con sinceridad, metiéndose entre las piernas del beta para quedar sobre él.

Era increíble para él, un alfa, sentirse tan cómodo junto a un beta. Era feliz cada vez que estaba a su lado, sin importarle en lo más mínimo que Seokjin no fuera un delicado omega con irresistibles feromonas. Adoraba a Seokjin porque era él, no por su jerarquía.

Seokjin le sonrió, sintiendo sus mejillas en llamas.

—Tonto —le dio un suave golpe en el pecho. Solo él podía ponerlo de esa manera, Kim Taehyung, un alfa, el único dueño de su corazón.

—Soy un tonto, pero solo por ti —rozó sus narices antes de unir una vez más sus labios.

Y Seokjin suspiró con satisfacción, moviendo sus manos hasta los cabellos castaños del alfa. Hundió con cuidado sus dedos entre las hebras desordenadas, jalándolo más y más contra su boca.

Era divertido hasta para él mismo sentirse así, tan ridículamente enamorado. Y sabía que ya no podía disimularlo más, incluso si lo intentaba.

Los besos no se acabaron por un buen rato, y sus ropas fueron retiradas lentamente hasta que quedaron completamente desnudos, sintiendo y disfrutando el calor que producían sus pieles al rozarse.

—Tae... —Seokjin gimoteó, necesitando con urgencia que el alfa entrara en él.

Taehyung se alejó de sus labios, con esa encantadora sonrisa que solo lograba hundirlo más y más. La luna era la única testigo de lo que pasaba en aquella habitación oscura.

—Ya voy, solo... —pensó, recordando donde había guardado los condones y lubricantes.

Seokjin soltó una risita nerviosa, moviendo sus manos hasta sus miembros erectos para acariciarlos. Taehyung jadeó ronco, disfrutando del suave vaivén sobre su polla.

Sin querer apartarse para buscar el lubricante, Taehyung movió su mano hasta los labios hinchados de Seokjin, acariciándolos con cuidado antes de empujarlos dentro de su boca, barriendo con las yemas de sus dedos la superficie de su lengua.

—Chupa, Jinnie —ordenó.

Seokjin obedeció de inmediato, succionando y soltando suaves gemidos, atragantado con los largos dedos del alfa que acariciaban hasta el fondo de su garganta.

Las feromonas de Taehyung cubrieron la habitación, dejando el aire espeso y caliente.

Cuando sus dedos estuvieron completamente mojados y la baba comenzó a escurrir por las esquinas de la boca de Seokjin, Taehyung los retiró. Necesitaba prepararlo para su polla, aun cuando se sentía impaciente por follarlo de una buena vez.

Los gemidos de Seokjin aumentaron a medida que Taehyung añadió más dedos, nublándole el juicio por el placer.

—Ngh... ya... —pidió con un jadeo, incapaz de formular más palabras.

Taehyung retiró los dedos para reemplazarlo por su polla hinchada. Alineó la cabeza brillante de su miembro, presionando el agujero necesitado de Seokjin.

—Tae... —gimió el beta, enredando sus piernas alrededor de las caderas del alfa.

Taehyung sonrió de forma ladina antes de enterrar por completo su polla en un solo existe dentro de Seokjin.

El beta gritó, aferrándose y clavando sus uñas en la espalda sudada del alfa.

Se sentía tan correcto el sexo entre ambos. Tan natural. Tan íntimo.

Las paredes estrechas se apretaron alrededor de la polla de Taehyung, enviando una maravillosa sensación de placer.

Te amo. Quiero ser tuyo. Quiero que seas solo mío. ¿Quieres estar a mi lado hasta que ya no nos soportemos el uno al otro? Te amo tanto. No me dejes nunca.

Seokjin pensaba mientras le observaba entre la oscuridad, mientras disfrutaba de cada empuje dentro de él, mientras respiraba ese olor a castañas tostadas que tanto adoraba, mientras le acariciaba la piel sudorosa, mientras unían sus labios en torpes y necesitados besos.

¿Me amas como yo te amo a ti?

Taehyung gruñó ronco, rompiendo el beso para tomar una gran bocanada de aire. Seokjin hincó sus talones en los glúteos del alfa, impidiendo que se alejara, invitándolo a meterse aún más profundo de lo que ya estaba.

Apoyado sobre uno de sus codos, Taehyung movió su otra mano hasta la cintura de Seokjin y enterró los dedos con fuerza, sin dejar de menear sus caderas.

Seokjin sollozó cuando el orgasmo lo azotó de repente, su agujero cerrándose y apretando la polla de Taehyung.

Taehyung no se detuvo. Siguió follando al beta, duro y rápido, necesitando alcanzar su propio orgasmo.

Enterrando el rostro en el cuello de Seokjin, Taehyung se corrió, vaciandose y llenando de su semilla al beta.

Estaban todos sudados y respirando agitadamente, pero no evitó que ambos se besaran una vez más.

—Creo... —Taehyung carraspeó su garganta reseca. Aún no estabilizaba su respiración— Necesitamos un baño, cariño.

El estómago de Seokjin se apretó ante el apodo meloso. Los amaba, maldita sea.

—Creo que sí.

—Vamos ahora, porque creo que ya es tarde.

Salió lentamente del interior del beta, quien hizo un ruidito en protesta. Seokjin se sintió malditamente vacío.

Se levantaron entre risas y besos torpes y caminaron hasta el baño, donde finalmente encendieron la luz y se metieron a la ducha.

Como era de esperarse, terminaron follando una vez más.




Ω

El rostro de Kim Woobin delataba cuán furioso se encontraba. Irradiaba cólera por cada uno de sus poros.

Odiaba la impuntualidad, más cuando se trataba de su propio hijo llegando tarde a una maldita cena en su propia casa.

Se levantó del cómodo sofá donde se encontraba charlando y compartiendo un costoso trago con su antiguo socio y amigo, disculpándose por dejarle solo un momento.

—¿Dónde está Taehyung? —gruñó apenas entró a la cocina. Sus feromonas agrias hicieron estremecer a su esposa.

—N-no lo sé... —ella respondió, retrocediendo de forma instintiva unos pasos.

El alfa cruzó la cocina con rapidez hasta alcanzarla, agarrándola del brazo sin cuidado. No le importaba si la piel pálida de la omega quedaba marcada por su culpa. No le importaba nada de lo que le pasara a ella realmente.

La omega se encogió en su lugar, soltando un quejido lastimero e inclinando su cabeza hacia un lado, dejando al descubierto su cuello.

—Te dije que le avisaras, pero como siempre, ni eso hiciste bien. Eres una inútil —siseó con furia, apretando con saña el agarre en el brazo de la omega.

Woobin era un alfa cruel, que disfrutaba estar en la cima de la pirámide.

—Y-yo le dije, pero... —no alcanzó a terminar de hablar cuando Woobin surcó su mejilla con una bofetada.

Jiyoon sollozó bajito, sin poder retener las lágrimas que escaparon de sus ojos. Su cuerpo entero temblaba por el miedo y su mejilla y labio escocían.

—Eres una maldita inútil —espetó furioso, tomándola de los cabellos para jalarlos y obligarla a mirarlo— Si tu hijo no aparece en media hora, pagarás las consecuencias.

Ella negó rápidamente con su cabeza. Los recuerdos de la última vez que fue castigada porque a su alfa así le pareció, le erizaron cada vello de su piel. No quería volver a sentir ese tipo de dolor.

—Por favor, no...

Woobin sonrió con burla, acariciando la mejilla lastimada de su esposa antes de estampar con brusquedad sus labios contra los de ella. Jiyoon por supuesto, correspondió el beso áspero que su esposo demandaba, con su estómago revuelto por las emociones negativas que sentía por ese hombre que se proclamaba su alfa.

Lo odiaba, pero no podía hacer nada. Estaba atada a una marca permanente que su alfa solía reabrir para recordarle que le pertenecía a él y a nadie más, aun cuando él solía meter a su cama a diferentes omegas cada noche.

El beso finalizó con la misma rudeza que inició. Woobin la empujó con fuerza, haciéndola perder el equilibrio.

No se molestó en ayudarla a ponerse de pie. Él simplemente la miró desde arriba, con esa arrogancia tan propia en él.

—Media hora —le recordó, acomodando su traje para salir de la cocina y volver con su invitado.

Jiyoon atrapó su labio inferior entre sus dientes, intentando de esa forma ahogar los sollozos que burbujeaban en su garganta, sin ser capaz de levantarse del suelo. Odiaba con todo su corazón ser una omega. Odiaba a su padre por haberla condenado a un matrimonio forzado. Odiaba a su esposo por tratarla como una simple incubadora para su hijo. Odiaba la vida que llevaba, siendo una prisionera en su propia casa.

Woobin volvió a la sala y se sentó nuevamente en el mismo sofá, excusándose con su socio por la tardanza de su hijo.

—No te preocupes —el alfa le respondió, llevando el vaso a sus labios para dar un gran sorbo— Es joven aun. Lo entiendo.

—¿Qué te parece si pasamos sin él a la mesa? —propuso Woobin— Así no se nos enfría la comida.

—Me parece perfecto.

Todos en la sala se pusieron de pie, dispuestos a pasar al comedor. Woobin estuvo a punto de ordenarle a Jiyoon que sirviera la cena, pero el sonido de la puerta principal captó su atención.

El rostro de Woobin se arrugó en una mueca de desagrado cuando vio a Taehyung entrar soltando risitas divertidas junto a alguien más. Le tomó un momento reconocer y saber que el acompañante de su hijo era Seokjin.

—Taehyung —le llamó, logrando que las risas divertidas cesaran.

—Padre —Taehyung le saludó con respeto, tal como se le había enseñado.

El alfa mayor miró la hora en su lujoso reloj de muñeca, y luego volvió a mirar a su hijo.

Taehyung reprimió un suspiro.

—Lo siento, se me hizo tarde —se excusó.

Los ojos oscuros de Woobin se movieron hasta posarse en Seokjin.

—Señor Kim —Seokjin le saludó con una leve reverencia— Me alegro mucho de verlo.

El alfa le dedicó una sonrisa falsa. A decir verdad, hubo un tiempo en el que Seokjin le gustaba como amigo de Taehyung, hasta que se enteró de que ambos compartían los mismos sentimientos románticos, además de revolcarse juntos en la cama.

—Lo mismo digo, Seokjin. ¿Cómo está tu hermano?

—Bien, gracias.

—¿Aún sigue desperdiciando su talento de abogado en la administración de un bar nocturno?

Seokjin abrió la boca para responder, pero luego la cerró, sintiéndose ligeramente incómodo.

—Papá —Taehyung intervino.

Woobin miró nuevamente a su hijo.

—Espero que te disculpes con mis invitados por tu falta de respeto.

Taehyung frunció los labios antes de asentir con su cabeza. Seokjin le rozó sutilmente la mano con sus dedos, recordándole que no estaba solo.

Estoy contigo ahora y siempre, no lo olvides.

Le hubiera gustado decirle lo que pensaba en ese momento, pero viendo el rostro serio del señor Kim, prefirió guardar silencio.

Taehyung avanzó hasta donde su padre, con Seokjin siguiendo sus pasos.

—Mi hijo finalmente llegó —anunció Woobin a sus invitados.

—Finalmente —dijo el otro alfa, emocionado porque finalmente formalizarían su alianza.

Pero Taehyung no alcanzó a llegar al lado de su padre cuando el intenso olor de unas feromonas lo desestabilizaron, llamando inmediatamente la atención de Seokjin.

—¿Tae? —le llamó con preocupación, tocándole el brazo.

Taehyung tragó grueso, sintiendo como su cuerpo comenzaba a reaccionar y a calentarse. Eran feromonas de un omega en celo.

Su padre sonrió con satisfacción al ver la reacción de Taehyung.

—Ven acá, hijo. Quiero presentarte a tu omega, tu futura esposa.

El estómago de Seokjin se contrajo en su interior. ¿Había escuchado bien?

—N-no... —balbuceó, negándose con todas sus fuerzas a dar un paso más, pero su cuerpo no pareció escuchar.

Su lobo despertó y rugió en su interior, reclamando a ese omega que parecía cautivarlo con sus deliciosas feromonas.

Dio un paso en dirección de su padre, con la urgencia de finalmente encontrar a su omega, pero una mano sobre su brazo le detuvo. Furioso porque le impedían ir hasta donde estaba ese omega que comenzaba a desear, Taehyung giró su rostro, encontrándose a Seokjin.

Jinnie...

Había olvidado por completo su presencia.

No lo mires. No es él a quien queremos en estos momentos.

Su lobo rugió con rudeza.

—¿Tae? —Seokjin frunció angustiosamente el ceño, negándose a soltarlo.

Y Taehyung le observó mientras su juicio comenzaba a nublarse, odiándose a sí mismo por no poder controlar ese deseo primitivo de querer marcar a un omega en celo. Un omega que ni siquiera conocía.

Lo siento, lo siento...

Pensó Taehyung, sintiéndose incapaz de hablar correctamente.

Se soltó bruscamente del agarre para volver a avanzar, sintiendo el deseo aumentar con cada respiración que daba.

—¡No! —Jiyoon apareció frente a ellos, negándose a que su hijo tuviera el mismo destino que ella. No soportaría ver a Taehyung infeliz por un matrimonio forzado.

—Jiyoon —espetó su esposo.

—No lo hagas, por favor —rogó.

—Vete a la cocina.

Ella negó, intentando acercarse a su hijo para ayudarlo a salir de ahí.

Vete a la cocina —ordenó fuerte y claro, provocando la reacción esperada.

Jiyoon sollozó ante la impotencia de no poder hacer nada por su hijo.

—Por favor... —pidió con las últimas fuerzas que tenía, resistiéndose lo que más pudo a la voz de alfa impuesta en ella.

A la cocina.

Agachando su cabeza en sumisión y respeto hacia su alfa, la omega movió los pies hacia donde se le ordenó, aun cuando no quería hacerlos realmente.

Seokjin se quedó ahí, observando como Taehyung avanzaba hasta su padre.

Si fuera un omega, esto no estaría pasando.

Su subconsciente se burló, recordándole la razón por la que aún no se atrevía a dar el primer paso.

Las lágrimas nublaron su visión, y su corazón dolió. Era desgarrador aceptar que Taehyung nunca sería suyo, por más que lo amara.

Taehyung finalmente miró a la omega, quien aún se mantenía en silencio y con la vista baja. Era preciosa.

—Ella es el motivo de esta cena, hijo —Woobin habló, extendiendo su mano hacia la omega— Ella es un regalo para ti, porque mereces lo mejor.

Taehyung se relamió los labios, sintiendo como su polla se sacudía gracias a las feromonas que la omega desprendía.

—Ve —ordenó el alfa a la omega.

La chica avanzó con dificultad, su cuerpo entero temblaba por el esfuerzo que estaba haciendo al mantenerse serena. Era una omega en celo, desprendiendo deliciosas feromonas de excitación, dejando en claro cuán mojada y necesitada se encontraba.

Una vez frente a Taehyung, la chica separó los labios para hablar, pero un gemido agudo fue todo lo que se escuchó. Y Taehyung se estremeció, su lobido aumentando. Deseó como nunca clavar sus colmillos en la tersa piel pálida de su cuello. Deseó llevarla a su dormitorio y desgarrarle el vestido que llevaba puesto. Deseó follarla y anudarla. Deseó marcarla y reclamar como suya. Deseó...

La risa socarrona del otro alfa lo hizo volver un poco a la realidad.

—Creo que le gustó.

—Por supuesto que le iba a gustar —Woobin miró con lujuria a la chica - Es preciosa.

—¿Crees que deseen sentarse a comer? —el alfa preguntó con diversión, notando el aire más espeso.

—Taehyung —su padre le habló. Taehyung giró a regañadientes su rostro para mirarle— ¿Qué esperas, hijo? Llévala a tu habitación, es toda tuya.

—¿Cómo.... cómo se llama? —preguntó Taehyung con dificultad, reprimiendo el impulso de saltar sobre ella ahí mismo.

—¿Importa eso ahora? Solo ve, es tu regalo. No creo que pienses que debe llegar virgen al matrimonio —se burló.

Taehyung asintió frenético, fuera de sí. Estiró su mano hacia la omega, quien inmediatamente la aceptó.

Seokjin miró todo en silencio, reteniendo las lágrimas y el impulso de correr hacia Taehyung para hacerle entrar en razón. Sabía que no podía hacer nada. Taehyung nunca había reaccionado así frente a un omega en celo.

—Seokjin —Woobin le llamó. El beta movió sus ojos en su dirección— ¿Vienes a comer o te quedarás ahí parado?

Seokjin profundizó aún más el surco en sus cejas. Sabía perfectamente que la pregunta iba con malas intenciones.

Maldito viejo asqueroso.

Ahora comprendía por qué Jimin lo odiaba tanto. Era un maldito bastardo, que no le importaba en lo más mínimo manipular a su propio hijo para conseguir lo que sea que se propusiera.

Enderezandose, Seokjin le sonrió.

—No. Creo que mejor me voy, gracias de todas formas.

—Como quieras, muchacho —Woobin se dio media vuelta, indicándole el camino a su socio.

El sonido de una puerta cerrándose con fuerza le hizo alzar la mirada hacia las escaleras. Seokjin sabía que ese ruido provenía de la puerta del dormitorio de Taehyung.

Finalmente, dejó que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas. Todo en él dolía.

No supo cómo salió de la mansión, ni siquiera cómo llegó a la estación de metro. Sus mejillas estaban sonrojadas y húmedas, su corazón lloraba su propia muerte.

Era la primera vez en toda su vida que aborrecía ser lo que era; un simple y miserable ser un beta, incapaz de satisfacer a un alfa u omega. 




***

Yo personalmente, creo que el amor es una de las sensaciones más bonitas que uno puede llegar a sentir, pero también es la que más daño provoca. Empieza como un hermoso día de primavera para acabar como un deprimente día de invierno; con nubes grises y fuertes lluvias.  

Espero que les haya gustado la actualización doble. Les quiero un montón <3

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