Capítulo 1.

—¿Jimin? —la voz ronca y desgastada de su padre lo detuvo, mas no se volteó a verle.

—¿Qué? —preguntó, ligeramente irritado.

Sintió los pasos apresurados del Alfa yendo en su dirección. Su padre se paró frente a él, sonriendo con melancolía.

—¿Ya te vas? —se atrevió a preguntar, aun cuando era bastante obvia la respuesta.

—Uhm... ¿Sí? —arqueó una ceja, fastidiado por seguir ahí, junto a su progenitor.

—Que te vaya bien —le abrazó, arrullándolo contra su pecho— Y... cuídate mucho, cachorrito.

Cachorrito...

El apodo no era especial en lo absoluto, pero sí lo era la persona que alguna vez lo pronunció.

Te amo, cachorrito —aun podía escuchar la voz cargada de afecto de su padre. Ese padre que jamás volvería a darle el amor que tanta falta le hacía.

Jimin miró al Alfa frente suyo, quien aún mantenía una triste sonrisa sobre sus labios.

—¿Llevas suficiente dinero? —movió una de sus manos para tocar sutilmente la piel suave de las mejillas, dándole una pequeña caricia— Puedo darte lo que sea que necesites, cachorri...

—No —le interrumpió, apartándose de su tacto con molestia— No hace falta.

—Bien —reprimió la angustia que lo invadió en ese momento.

No importaba cuánto se esforzara, Jimin jamás lo perdonaría.

—Nos vemos, papá.

Papá...

Era una palabra más para Jimin. Una palabra vacía, sin significado alguno.

—Nos vemos, cachorrito.

Hoseok vio a su hijo alejarse, sin voltear a mirarlo. Sabía que, si su Omega aún viviera, Jimin sin dudas voltearía para agitar su mano y despedirse.

Yoongi...

Habían pasado trece años desde que su Omega decidió irse de este mundo, llevándose consigo a su segundo hijo. Y Hoseok no lo culpaba, no le reprochaba nada.

Al inicio, se había sumergido en la tristeza, siendo consolado por su cachorrito que no lograba comprender el nivel de daño que él mismo le había causado a esposo. Lloró hasta que no hubieron lágrimas, aferrado a los harapos de su Omega. Pidió perdón una y otra vez, aun sabiendo que jamás sería suficiente.

Y nunca imaginó que lo necesitaría tanto, como lo hacía ahora.

Se habia enamorado de verdad, pero lo habia arruinado de la peor forma.

Y ahora Jimin, con diecinueve años, cada vez se parecía más a él. Esa actitud rebelde y segura, solo podía ser de él. Esa belleza y sensualidad, eran de él. Y ese dolor combinado con ira, era por él.

Había perdido a su hijo para siempre, el día en que el joven Omega comprendió todo.

Cuando entendió la gravedad del asunto.


Ω


El viento soplaba con fuerza, alborotando su cabellera gris; revolviéndolo y dándole un aspecto más infantil.

Jimin se detuvo, esperando que el semáforo cambiara a verde para retomar su andar. Acomodó la pequeña mochila con brillantina sobre su hombro, frunciendo el ceño ante el asqueroso olor a Alfa territorial que azotó sus fosas nasales.

Miró con disimulo a la pareja que estaba a su lado, y no pudo evitar que el disgusto burbujeara en su interior. Una Alfa alta e imponente, apretando con firmeza la mano de un Omega que mantenía su vista clavada en el suelo mientras sollozaba bajito.

Ningún alfa vale tanto como para clavar sus alquerosos colmillos en tu precioso cuello... —las palabras trémulas de su padre quedaron impresas en su memoria; repitiéndoselas una y otra vez.

—Maldita sea, deja de llorar —gruñó la Alfa, jalando sin cuidado a su desdichado Omega para que avanzara cuando la luz cambió a verde.

Jimin lo observó con impotencia al no poder hacer nada. El chico era un Omega marcado, cubierto por las asquerosas feromonas de su Alfa, dejando en claro que le pertenecía. Que era suyo.

—... Para luego exhibirte ante la sociedad como su trofeo.

Reprimió la rabia, enfundando sus pequeñas manos en su chaqueta de mezclilla para continuar su camino.

Avanzó un par de cuadras hasta que llegó al club nocturno de su amigo, quien había comenzado a administrarlo desde que su padre había pasado a mejor vida.

—Hola, Jimin —el guardia de seguridad le saludó, dejándole entrar sin necesidad de revisar su identificación.

—Hola, Taeyang —saludó de vuelta, pasando por su lado para ingresar al gran local.

Se abrió paso entre la gran multitud, tratando de no empujar a algún borracho para no crear problemas. Aunque por lo general, parecía que él era un imán para los problemas.

—¡Mimi! —una voz grave le llamó y sin dudarlo, miró en su dirección.

Jimin sonrió cuando vio a lo lejos a su amigo, agitando su mano con entusiasmo para que pudiera verle.

Apresuró su andar, importándole una mierda a quienes empujaba.

Taehyung se levantó de su asiento, estirando los brazos para que Jimin le abrazara.

—¡Oh por Dios, Tae! —chilló Jimin, dándose cuenta del cambio de look de su amigo— ¡Volviste a tu color natural!

Se abrazaron con afecto, como si no se hubieran visto por largos años.

—¿Te gusta? —preguntó el Alfa, aun manteniendo el abrazo. Enterró con cuidado su nariz en el cuello del Omega, embriagándose con el exquisito olor a frutos rojos que desprendía su piel pálida.

—¡Me encanta como te queda!

—Y tú, ¿cuando te lo vas a teñir de color naranjito? —se separaron lentamente— Amo como te ves con tu cabello naranjo.

—Uhm... —fingió pensarlo, como si fuera a hacerlo realmente. Lo cierto era que, le gustaba demasiado como le quedaba el color gris ceniza— No lo sé.

Taehyung le acarició con cariño una de sus mejillas, inclinándose para dejarle un corto beso en la frente.

—¿Quieres beber algo? —preguntó con la voz un poco más alzaba, para que Jimin lograra escucharle.

—¡Sí!

—Vamos a la barra entonces —le tomó de la mano, entrelazando sus dedos— Nam y Jinnie aparecerán pronto, solo andan por ahí terminando no sé qué cosa.

Avanzaron en dirección de la barra, que para suerte de ambos, estaba casi vacía.

—Y, ¿llegaste hace rato? —se sentaron en los taburetes, esperando a que el barman apareciera para tomar su pedido.

—Pasa que... —dudó por un segundo, volteando su rostro para darle una mirada fugaz a su amigo— Papá llegó de mal humor, y me retrasé ayudando a mamá.

Jimin no dijo nada, comprendiendo lo que aquello significaba. El señor Kim era Alfa, su esposa Omega. No había que ser un genio para saber que el Alfa había descargado su frustración en la Omega, golpeándola hasta sentirse satisfecho.

—Ella... —intentó preguntar, sin saber cómo hacerlo realmente.

Pero él la conocía, y no podía ser indiferente a lo acontecido. Ella era una Omega hermosa, encantadora, pero sumergida en el miedo que su Alfa le imponía. Jimin odiaba profundamente al padre de su mejor amigo, y agradecía a la luna que Taehyung siendo un Alfa, no fuera un energúmeno.

Aunque no confiaba. Jimin no ponía las manos al fuego por ningún Alfa, porque su padre antes de morir se lo advirtió.

—Todos los Alfas son malos.

Taehyung suspiró, asintiendo con su cabeza.

—Ella está bien —le dedicó una encantadora sonrisa cuadrada, acariciando los nudillos del Omega con su pulgar.

—Hola, chicos —el barman apareció, con una cansada mueca que parecía ser sonrisa sobre sus labios. Era un Alfa joven, pero con una contextura bastante atractiva.

Jimin lo miró, alzando una de sus cejas al escanearlo de arriba para abajo. Relamió inconscientemente sus labios, aspirando profundo cuando las feromonas picaron en su nariz. Olía delicioso, para ser solo un Alfa más.

—Hola, Kai —Taehyung le saludó, totalmente ajeno a la reacción de su amigo.

Kai miró a Jimin, sintiéndose ligeramente cohibido ante tan atrevida mirada. Normalmente, los Omegas eran más tímidos y sumisos.

—¿Qué se van a servir? —apartó la mirada de aquellos ojos lujuriosos que no se despegaban de él.

—Yo quiero lo de siempre, no sé Jimin —giró su rostro, mirando a Jimin para que dijera lo que deseaba tomar.

Jimin parpadeó, intentando volver a poner los pies en la tierra.

—Yo quiero... —pensó por unos cortos segundos— ¡Lo mismo que Tae!

—Claro que no —respondió el barman de inmediato— ¿Tienes la edad necesaria siquiera para beber whisky?

Jimin soltó un bufido exasperado, odiando las leyes que restringen a los Omega incluso a la hora de querer beber algo con alcohol.

—Entonces quiero un maldito vaso de leche. ¿Eso si puedo beber, no? —Taehyung abrió los ojos cuando las palabras abandonaron los labios de su amigo.

No era como si no lo conociera y lo escuchaba hablar de esa forma a un Alfa por primera vez. De hecho, se habían hecho amigos por esa misma razón, porque a Jimin le valía tres hectáreas de mierda si se enfrentaba a un Alfa, Beta u Omega.

—Mimi... —trató de calmarlo.

No conocía a kai más allá que un par de saludos, por lo que era totalmente ajeno al temperamento del Alfa.

—Nada de Mimi, Tae —refunfuñó— Todos aquí beben lo que se les da la puta gana, y yo no puedo. ¿Sabes por qué no puedo?

La respuesta era obvia. Un Omega no podía salir por las noches a beber como lo haría un Alfa o un beta. Y si lo hacía, tragos suaves era todo lo que podría ingerir.

Taehyung sonrió, asintiendo con su cabeza en respuesta a la pregunta de su amigo. Una parte de él, se sentía orgulloso de que Jimin fuera diferente a los otros Omegas que comúnmente los rodeaban. Pero estaba esa otra parte llena de temor, sabiendo que un día aparecería alguien más dominante que él para ponerlo en su lugar.

—Está bien —dijo el barman con fastidio— Solo te daré uno, pero por el resto de la noche beberás algo suave o combinado con bebida.

—¡Vete a la mierda! —le gritó, levantándose del taburete encolerizado— ¡Tú no me dices que bebo y que no!

El Alfa gruñó en respuesta, sintiéndose humillado por las palabras de un miserable Omega.

Las feromonas que un Alfa molesto soltaba, normalmente intimidaban a un Omega, haciéndole bajar la cabeza en señal de sumisión. Pero aquello solo provocaba náuseas en Jimin, quien arrugó la nariz para que el Alfa se diera cuenta de que su mierda no servía en él.

Kai frunció el ceño y abrió la boca, dispuesto a poner al insolente Omega en su lugar.

—¿Qué pasó aquí? —Namjoon apareció, con su ceño totalmente fruncido.

Seokjin, su hermano, apareció también.

—¡Namjoonie! —Jimin chilló con emoción, haciendo que las comisuras de sus labios se alzaran para formar una encantadora sonrisa.

Olvidando su molestia, Jimin saltó sobre su amigo para colgarse de su cuello. El Alfa inmediatamente rodeó con sus brazos la diminuta cinta del Omega, mirando de forma severa a su empleado.

—Es un omega —dijo el barman, intentando justificar su actuar— Y la ley dice que los...

—Me importa una mierda la ley —le interrumpió— Él puede beber todo lo que quiera, y tú se lo servirás con una maldita sonrisa.

Kai expulsó por la nariz todo el aire retenido en sus pulmones, tragándose de esa forma toda la furia que picaba bajo su bronceada piel.

—¿Quedó claro? —preguntó Namjoon, al ver que Kai no decía nada.

—Sí, señor —respondió lacónico.

—Perfecto. Ahora sirve cuatro whisky a las rocas.

Jimin alzó la cabeza para mirar el rostro serio de Namjoon, haciendo que el Alfa lo mirara de vuelta. El Omega le sonrió con satisfacción, siendo consciente de cuán consentido podía llegar a ser por sus amigos.

—¿Qué crees que hacías desafiando a mi empleado?

—¿Desafiándolo? —Jimin alzó sus cejas, fingiendo inocencia— ¿Yo?

Seokjin soltó una risita aguda ante la escena. Jimin podía ser muy rudo con todos a su alrededor, pero siempre terminaba volviéndose un niño que quería ser consentido cuando estaban juntos.

Namjoon se movió para saludar a Taehyung, aun con el Omega colgando de su cuello. Ambos Alfas estrecharon sus manos, regalándose una sonrisa llena de afecto. Luego fue Seokjin, quien le dio un puñetazo en el hombro como saludo.

Taehyung gimió ante la fuerza ejercida por el beta, acariciando la zona dolorida.

—¿Qué hacemos esta noche? —Seokjin preguntó, tomando el vaso que kai les acaba de dejar frente a cada uno.

—Ya saben —Jimin bebió un generoso sorbo, arrugando la nariz cuando sintió el líquido ámbar bajar y quemar su tráquea— Ugh...

—Débil —se burló Namjoon.

Jimin le golpeó el pecho al sentirse ofendido, aunque fuera verdad. Nadie tenía porqué enterarse de que era demasiado débil con el alcohol.

—Sinceramente, pensé que no vendrías esta noche —Namjoon miró al Omega, quien alzó una ceja extrañado— ¿No se supone que tu celo está cerca?

El Omega resopló.

—Ya, ¿y?

—Pues, que eres un Omega —dijo lo obvio— Y un Omega que está próximo a su celos suelta deliciosas feromonas, genio.

—No me digas —le dijo Jimin con atisbos de burla— Es que si no me lo dices, yo ni enterado.

—Mocoso.

—Bueno, si le viene el celo yo me ofrezco como tributo —Seokjin soltó como si nada.

—Oh Dios, cállate —Namjoon hizo una mueca— No quiero saber las cosas que hacen juntos.

—Me ofrezco como tributo por dos —ahora habló Taehyung— Pero primero, quiero beber hasta sentirme totalmente mareado.

—¡Pues a beber! —el Omega tomó el vaso nuevamente y lo llevó a sus labios, abriéndolos para recibir de golpe todo el contenido.

Taehyung y Seokjin le miraron, alzando sus cejas y sonriendo. Namjoon simplemente siseó con la cabeza, sabiendo que muy pronto el Omega estaría borracho.

La noche transcurrió sin problemas y cuando llegaron a la tercera cerveza, Namjoon los abandonó para continuar con su trabajo. Desde que había fallecido su padre, había decidido no ejercer la carrera que había estudiado, dedicándose únicamente a la administración del bar.

—¿Realmente quieres subir, Mimi? —se aseguró en preguntar a Seokjin, antes de que el Omega perdiera la conciencia— Si quieres, puedes ir y dormir. No haremos nada.

—¿Como que no haremos nada? —Jimin lo miró, frunciendo las cejas— Yo sí quiero, ¿ustedes no quieren?

—Yo siempre quiero —Taehyung le respondió, volviendo a beber.

—Yo nomas decía, mocoso, pero ya sabes que sí.

—Entonces deja de joder y bebamos.




Así se ve Mimi, para que sepan 7v7

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