#11 Senses and...

Tooru siempre disfrutó del beneficio de la duda y del pesado telón que cubría su pasado...

Si quiera ella podría decir como funcionaban sus recuerdos, pero algo era seguro, le agradaba cuando estos no podían alcanzarla (sabe que la persiguen), o bueno, almenos los malos... esos que se encorvan y le gruñen, que ocultan un instinto asesino entre una maraña muy densa y que con delicada habilidad se disfrazan frente al público ignorante; después de todo, ¿que clase de niña resolvería sus conflictos familiares de forma tan grotesca?... ¿puede una pequeña hacer algo como esto?...

Cualquiera sea la razón, ella pensó que los resultados de un pasado turbulento y oscuro describían muy bien a un pequeño gato que se abalanza contra incontables aves de jardín y las despedaza por diversión, por instinto; quizá en su cabecita verdosa asimiló que toda esa mierda que era ella misma podría caber en un pequeño frasco de vidrio, uno que luego enterraría muy al fondo en un nuevo comienzo.

Su vida se retrataba en una pintura trazada de cielos grises, nubes toxicas de cigarrillos que nunca dejó, sombras del pasado que están al acecho cada vez que te adentras en el bosque de ramas secas y gotas carmesí que puedes interpretar como gustes... Mutsuki era una obra de arte, y solo un obstinado de cabellos púrpura pudo notarlo.

(...)

En una noche sombría y abstracta, hace ya varios inviernos, ella mintió descaradamente a los oficiales que acudieron a la escena de un crimen, por petición de los vecinos y quejas por ruidos. Mintió a los estudiantes abusivos de la 'Academia Junior del CCG' sobre lo que hacía en secreto cuando aparentemente deambulaba por el jardín (porque solo a ellos les importaba). Mintió en las pruebas de capacitación Quinx y a sus compañeros; incluso se mentía a si misma al ver su reflejo, el contorno de su figura o lo delicado de esta; cuando su corazón aceleraba a toda marcha por Sassaki solo cerraba los ojos, negaba un par de veces con la cabeza y luego sonreía, como era costumbre.

> Estoy arta...

Susurra para sí al envolverse en un abrazo gélido mientras un silencio denso reclama nuevamente la cocina del Chateau; a diferencia de su cabeza, en donde el eco de una pequeña Mutsuki no paraba de golpear sus pensamientos desde que el desgraciado de Torso revivió con éxito lo peor de su pasado (antes de ser asesinado por la escuadra Suzuya, algo que ella agradece); y mas recientemente, cuando que Rosewald intentó devorar su presente.

> ¿Porqué no puedes dejarme en paz de una maldita vez? -gruñe entre dientes en un esfuerzo por no despertar a toda la cuadra, algo que la pequeña no le facilita-. ~Pff, hablas como si pudieras defenderte por ti misma~. ¡Si puedo!. ~Solo es cuestión de tiempo para que ellos te hagan daño, y cuando ese día llegue, yo estaré ahí para encargarme~. Urie kun es muy especial para mí, si lo lastimas yo... -algunas lágrimas escurridizas resbalan por sus mejillas- no quiero hacerle daño. ~Entonces vete, podemos alejarnos de todo esto (como lo hicimos antes)... No más CCG, ni responsabilidades, ni Urie kun...~ -ella hunde su cabeza ente sus brazos y mantiene la mirada en el piso de madera- ~O bien puedes (puedo) cortarle la cabeza mientras duerme~ -dice optimista, algo bromista... despreocupada. En realidad sabía como apresurar las cosas-.

Siempre agradeció a sus instintos, anque puede que esta sea la excepción; ese eco de un reflejo familiar que había estado para ella cuando nadie más lo estuvo. En todo momento. En los buenos (tomando una siesta muy en el fondo), los malos (pidiendo a gritos tener el control), los difíciles (salvando lo que podría quedar de su cuerpo); en fin, momentos en los que el dulce Tooru no soportaría ni un minuto más antes de llevar deliberadamente un objeto punzante a su garganta, el que fuera. Ella está consiste de que tan lejos puede llegar...

Bajo la iluminación tenue de un led las letras minúsculas de los antipsicóticos recetados por Shiba son extremadamente difíciles de ver y es que, en realidad no sabe porqué se toma la molestia de leerlos.

> Yo... elijo a Urie, elijo una vida. Sé que es mucho pedir, pero es lo que quiero. -Un chasquido estresante rebota en su cabeza- ~No perteneces aquí, no con estas personas...~. Ha, hablo de mi maldito futuro con la voz de mi cabeza... ~Es por eso que debes estar en un recinto psiquiátrico, rodeada de paredes blancas, camisas de fuerza y sujetos con una gran imaginación... como tú...~

Nunca ignoró esta realidad, a pesar de convencerse de que hay algo mejor para ella que una celda blanquecina, camisas de fuerza y un enorme repertorio de drogas.

> Almenos, podrías ser más amable -dice entre dientes antes de ingerir la enorme carga de fármacos- duerme un poco. -Ella sonríe en medio de la noche, en un pequeño rincón, bajo el manto de una ráfaga de ira mientras aquel hormigueo estremecedor golpea con la fuerza de una dosis concentrada de adrenalina.

El momentáneo crujir de la puerta principal pone en alerta los sentidos de la peli verde... alguien se acerca.

(...)

> Urie kun... volviste -dice en voz baja, apenas sorprendida, al distinguir la figura furtiva del peli morado; infartándole el pecho al instante-.

> Mutsuki... -no esperaba una bienvenida. En su cabeza solo hay estática que se intensifica con cada paso que ella da en su dirección-.

> ¿Estás bien? -dice con pequeñas lágrimas en los ojos mientras rodea con sus brazos al contrario-.

> Si... solo fue un día agitado -él corresponde al gesto- ¿tú lo estás?.

Ella asiente y luego se dirige a la cocina con la gabardina de él en sus manos. Ese short de trazos pastel en verdad le queda bien.

> Prepararé café, ¿quieres un poco? -observa de soslayo como esta vez, es él quién se acerca-

> Solo una taza, creo que bebí de más...

> ¿Eso crees? -abolla con un pequeño golpe el hombro del peli morado-. Dime, ¿Shirazu kun te abandonó? -dice mientras prepara la bebida-

> Ese idiota solo trae problemas, y más cuando bebe -vira sus orbes a un costado-

> Bueno, no todos tenemos el don de mantener la cordura señor "méritos"... -ríe a lo bajo mientras su mente elabora sátiras- debo admitir que yo también pierdo el control con esas cosas... -sus mejillas se tornan carmín- ¿recuerdas esa noche lluviosa en la terraza? Fue una estupidez, yo... -el coloca su dedo índice sobre los labios de la peli verde, impidiendo que salga otra palabra de ellos-

> Fue especial para mí.

> U... Urie -sus facciones se confunden entre sí al tiempo que episodios nublados de aquella noche abarcan todo su campo visual- estaba tan ebria... -sonríe antes de darle la espalada a fin de evitar burlas por su parte- lamento mucho ser una completa idiota, haberte arrastrado conmigo -se le escapa una risilla-

> Yo no, te besaría de nuevo si así lo quisieras -los orbes de Mu se expanden como platos. Hay que dejar los rodeos de una vez por todas- Umg... tomaré una ducha ~idiota, idiota, idiota~ -necesita aclarar las ideas ¡ahora!, ya que estas describirían mas los trazos de una pintura abstracta que su registro mental.

[Minutos después el aroma a expreso se ha infiltrado en toda la planta baja del Chateau, y Urie puede percibirlo a medida que regresa con ella. Es sutil, pero ahí está...]

(...)

> Aquí tienes -dice Tooru, extendiéndole una pequeña tasa de cerámica decorada al tenerlo en frete por segunda vez. Él agradece y ambos prueban al unísono, uno frente al otro sobre los esbeltos taburetes-.

> ¿Yonebayashi y Sasaki...

> Estaban ilesos, pero agotados... -suelta un risilla- la pobre Saiko si quieras resistió el viaje de regreso...

> Yo... lamento que las cosas no hayan salido mejor.

> No tienes que culparte por ello, nadie tuvo la culpa. Además, creo que la misión fue un éxito, seguro nos recompensarán por un 'pez gordo' como él -observa atenta el fondo de su recipiente vacío, porque la atmósfera ya está saturada de aire cálido y tonos marrón. Ella se pierde por un momento antes de agitar de un lado a otro la cabeza-.

> ¿Mutsuki...

> Prepararé un poco más, si quieres... -su brazo es sujetado por el peli morado antes que pueda levantarse; ella clava los ojos en él-

> No tienes que hacerlo... no tienes que guardarte nada, no conmigo. Siempre eres tan gentil, tan dulce... tan reservada (¿quién era él para hablar?). Sé que quieres decirme algo, puedo verlo en tu cara ~¿te conozco de toda la vida?~ -dice igual de serio que siempre, sin embargo, algo es diferente-.

> Emm... tú...; es una estupidez.

> Al demonio con eso -sonríe, dando el último trago a su tasa-

> -sus manos se mueven sin sentido, generando pliegues infinitos-¿Es verdad lo que dijiste?, ¿Que me...?

> -Un silencio mutuo aumenta la ansiedad palpable al rededor, solo Urie mantiene la mirada fija- Si, lo haría. Incluso si no me lo pidieras -la sorpresa es evidente, ella casi se ahoga con su propio aire. Ambas miradas se encuentran y... -.

> Urie... -una sonrisa resquebrajada es lo último que alcanza a ver Kuki antes de que ella deje caer la frente sobre su pecho- soy solo una chica tonta... arruiné mi atuendo favorito, intenté embriagarme con café y... y me enamoré de ti...~ sostiene cabizbaja en un hilo de voz antes de que Urie se tome la molestia de llevar su rostro a su posición original. Él quiere ver esa hermosa expresión de vergüenza en su semblante, pero se pierde por accidente en esas pupilas jade, esas que originan el mismo sentimiento abrasivo y cálido cada vez que los ve.

Él se sonroja en demasía, Tooru ha enmudecido.

Desvaríos aleatorios en su ritmo cardíaco delatan el temblor involuntario que refleja su piel cada que la respiración tibia del peli morado golpea su cuello, algunos trazos de luz que se cuelan por la ventana delatan cuando sus palmas comienzan a rodear la faz del Urie Kuki más tierno e ininteligible que hubiera visto... explorando al detalle aquella superficie pálida antes de enredarse tras su cuello, acortando la distancia entre ambos a tal punto que se torna imposible medirla en centímetros. Incluso la mirada estricta que escapaba de aquellos ojos triangulares ahora grita en silencio infinitas emociones difuminadas por hilos color de rosa, imperceptibles a simple vista e irreconocibles en última instancia por quién quiera que seas.

Solo él tiene permitido ver esa expresión en la cara de Mu, esa que te generaría algo más que mariposas en el estómago. Ella es una bolita de nervios y el ligero temblor en su cuerpo lo deja claro.

Eres perfecta, Mutchan~ susurra en un púlsar de espontaneidad antes de presionar levemente sus labios contra los de ella, apretando los párpados muy muy fuerte para no ver, de alguna forma, el ardiente sonrojo que se esparce a partir de sus pómulos a medida que ese único beso muta en varios.

Mutsuki está en shock (ella olvidó cerrar sus ojos); siente el cabello morado acariciar su rostro y una corriente eléctrica que devuelve los besos de Urie con mayor intensidad, (haciendo difícil la tarea de respirar) también aprieta el nudo que forman sus antebrazos tras el cuello del joven de lunares, quién ahora expande sus besos hasta el cuello de Tooru, haciéndola retroceder algunos pasos hasta el borde lateral del sofá. Ella se deja caer, dando lugar para que el torso descubierto del peli morado se mantenga a milímetros sobre el suyo. Sus delgados labios plasman patrones lila que se extienden como salpicaduras sobre su piel oscura, mientras las manos de Urie se infiltran bajo su blusa hasta llegar a su pecho, mismo que subía y bajaba mas rápidamente con cada minuto qué pasaba. Había estado allí lo más callada posible para evitarse cualquier vergüenza, pero suspiros profundos y gemidos irreparables le salían de la garganta y ella estaba haciendo poco para detenerlos.

Aquella ansiedad que nublaba su cabeza era reemplazada rápidamente por éxtasis; siquiera sabría que está haciendo exactamente. La ropa se torna incómoda, solo quiere hacerla a un lado...

Urie puede sentir el aroma y las ráfagas de calor que desprende el cuerpo de la oji verde cuando sus labios y palmas recorren esa piel humedecida por pequeñas gotas de sudor, cuando palpan delicadamente su pecho y se aferran al rededor del abdomen, llegando hasta el límite de este donde sus manos solo dejan la ropa interior sobre ella, provocando todo tipo de inseguridad y nervios en la cabecita de mechones verdes, quien gira su cuerpo solo un poco para facilitar lo que sea que el de lunares esté haciendo. En este punto, es difícil pensar con claridad.

> Mutsuki... -apoya el mentón sobre sus muslos desnudos mientras ese aliento cálido provoca estragos en ella- puedo detenerme si eso quieres -su mirada es mas la de un felino acechante, deseando un "continua" como respuesta. Ella muestra un semblante ambiguo... confuso-.

> Urie kun... -pierde el aliento en segundos. Sus orbes empañados se cubren bajo un manto de mechones despeinados que alcanzan a esconder parte del asentado color carmesí que se marca en sus mejillas cuando sus delicadas manos tiran del cabello de Urie hacia su blusa húmeda. Una sonrisa discreta se le escapa antes de soltar palabras que recordaría con vergüenza- por favor, por favor, por favor no te detengas...

~Los labios de Kuki se curvan ligeramente, revelando una sonrisa que Tooru no recuerda haber visto antes~

No lo haré.

*

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Salud...

Saludos querida lectora (tambien lector), aprecio mucho que haya apartado un pedacito de su tiempo para adentrarse en esta obra y espero que haya sido de su agrado UwU. (ja, ahora que lo pienso fue una especie de recorrido...)

Respecto a la trama central... Pfff, la verdad es que quería esto para ellos desde hace mucho tiempo. ¿Algo apresurado midiendo las circunstancias?... Bueno, es verdad que ellos de toman su tiempo, pero ya lo hicieron por mucho, así que... >:3

También me disculpo si pudo ser un poco atrevido; lamento muchísimo la demora T^T las tareas me tienen mal :^. Trataré de estar mas tiempo por aquí UwU. Un abrazo desde este lugar y, me despido <3.

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