16.
Advertencia: Lemon.
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No quedaba nada para que Konoha estuviera completamente reconstruida y eso alegró a todos; aunque esa alegría no duró mucho debido a la información que nos dieron. Pronto comenzaría una guerra entre Akatsuki y las cinco grandes naciones shinobi por lo que todos estábamos algo inquietos debido a lo que podría suceder, aunque todos sabíamos de antemano que en esa guerra perderíamos a varios y debíamos de estar preparados para eso.
Mi preocupación en esta guerra era mi familia, amigos y más que nada mi novia, para mí todos ellos son importantes, y si llegara a perder a alguno quien sabe que me llegara a suceder. Quizá estuviera perdido, quizá pudiera asimilarlo más adelante, pero de algo estaba más que seguro y era el hecho de que si llegaba a perder tanto a Akamaru o a ____ no me lo perdonaría nunca, y posiblemente nunca llegase a aceptar el hecho de que alguno de ellos se había ido de mi lado.
—¿Kiba? ¿Sucede algo? —la dulce voz de mi novia me sacó de mis pensamientos, ella me miraba con preocupación mientras acercaba sus manos a mis mejillas y las acariciaba con las yemas de sus dedos. —¿Estás así por la guerra que se aproxima?
—No sé qué hacer, ____. —solté un suspiro mientras me acercaba a ella refugiando mi cara en su cuello. —Tengo miedo de llegar a perder a Akamaru o a ti.
—Hey. Eso no sucederá. —me decía mientras me envolvía en un cálido y tierno abrazo. —No vas a perdernos.
—¿Y si llegase a suceder? —pregunté mientras me aferraba a ella sin intenciones de separarme. —Estaremos en una guerra...en una guerra contra las personas que destruyeron Konoha, contra los que han causado varios daños y asesinado a varios de nuestros compañeros. ¿Y si alguno de ellos me quita a las personas que más me importan? —solté devastado a lo cual sentí como ella se aferraba a mí. —No sabemos qué sucederá allá.
—Sí...no sabemos lo que sucederá allá... —afirmó dándome así la razón. Ella se apartó un poco de mí para verme directamente a los ojos, colocó una mano en mi mejilla comenzando así a acariciarla y entonces juntó nuestras frentes para luego sonreír. —Pero de algo estoy completamente segura... —dijo cerrando sus ojos sin dejar de sonreír. —...y es que pase lo que pase siempre estaré contigo, Kiba.
Ella me vio directamente a los ojos sin quitar aquella sonrisa de su rostro, pude notar en su mirada seguridad ante esas últimas palabras que me ha dicho y sin poder evitarlo comencé a besarla dulcemente, cosa que le sorprendió, pero no tardó ningún segundo en corresponderme aquel beso. En este momento lo único que quería era estar junto a ella, quería demostrarle cuanto la aprecio, cuanto la atesoro y cuanto la amaba.
Ambos respirábamos agitadamente debido a la falta de aíre, ambos nos hemos mirado con deseo y amor. Nuevamente nos besamos, pero esta vez fue ella la que tomó la iniciativa y adoraba que ella hiciera eso.
Mis manos recorrieron su espalda por debajo de su blusa haciéndola estremecer, ella rompió aquel beso por unos segundos para luego extenderme su mano y así comenzar a dirigirme hasta su cuarto. Hace tan poco habían reconstruido la casa que compartía junto a su hermana pequeña y Yamato-sensei, y estaba completamente seguro de que al mayor le daría un ataque si se enteraba de lo que estábamos a punto de realizar.
—¿Estás segura de esto?
Pregunté con duda mientras me encontraba sobre ella en su cama, aún con nuestras ropas puestas. Ella no me respondió, pero el simple hecho de que comenzara a besarme me daba su respuesta, ella al igual que yo estaba segura de lo que haríamos.
Sin dudarlo más comencé a despojarla de su ropa apreciando cada centímetro de su cuerpo, ella me miraba entre deseosa y avergonzada, causándome una gran sensación. Comencé a dejar una secuencia de besos desde su cuello hasta llegar a aquella parte intima, alcé mi mirada notando como sus mejillas se tornaban de un color carmesí y no he podido evitar pensar en lo tierna que se veía.
Me acomodé entre medio de sus piernas rozando mi intimidad con la de ella causando que ambos soltáramos un quejido, ambos estábamos deseosos de sentirnos mutuamente y eso se reflejaba plenamente en nuestros rostros. La miré unos segundos como esperando alguna aprobación de su parte a lo cual ella entendió perfectamente y asintió; pude notar claramente como ella demostró una expresión de dolor junto a un leve quejido en el momento en que me introduje en ella y eso causó que me asustara.
—Todo está bien. —me decía mientras acercaba una mano a mi mejilla al ver que yo la estaba viendo preocupado y con intenciones de detenerme para no causarle daño. —Todo está bien. Puedes continuar...
Asentí ante lo que me dijo y continué con lo mío. Para que ella se sintiera cómoda y comenzara a acostumbrarse me he comenzado a mover lentamente, no sabía exactamente si lo estaba haciendo bien o no; esta era mi primera vez por lo que todo esto era nuevo para mí y también para ella.
Durante varios minutos ambos hemos hecho el amor hasta que finalmente ya no podía más. Una vez he terminado me recosté a su lado, donde ella se acurrucó en mi pecho de manera cariñosa para luego cerrar sus ojos. Permanecimos en esa posición durante minutos, sin decir nada, apreciando el momento; nuestro momento.
—Te amo, ____. —confesé mientras acariciaba su espalda desnuda causando que se estremeciera y me mirara por unos segundos para luego depositar un corto beso en mis labios. —Te amo y no sabes cuánto.
—Yo también te amo, Kiba. —confesó de manera dulce mientras volvía a depositar un corto beso en mis labios. —Eres a quien más amo en este mundo.
Abracé su cuerpo sintiendo aquel calor, ambos estábamos completamente enamorados del uno del otro.
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Junto a mi novia admirábamos las estrellas desde nuestro lugar especial, ambos nos encontrábamos sentados y tomados de las manos sin decir nada.
—Mañana es el gran día. —formuló con algo de tristeza. —Aunque no creo que se le pueda llamar "gran día".
Ya han pasado unas semanas desde que se había anunciado lo de la guerra, semanas dónde todos estábamos preocupados y fortaleciéndonos para enfrentar lo que se nos venía.
—Nosotros seremos los vencedores, ¿verdad?
—¿Sigues preocupado de perdernos? —me preguntó a lo cual he asentido. Yo seguía completamente preocupado y asustado por la posibilidad de perderla a ella o a Akamaru. —Te dije que todo estará bien.
—Estarás siempre conmigo, ¿verdad?
—Sí. Te lo he prometido. —sonrió dulcemente mientras acercaba su rostro juntando así nuestras frentes. —Siempre estaré contigo, Kiba.
—Yo también...siempre estaré contigo. —dije cariñosamente para luego escuchar un ladrido de parte de mí mejor amigo. —Akamaru dice lo mismo.
Ella sonrió ante lo que dije para luego separarse y acercarse a Akamaru para abrazarlo, mi mejor amigo comenzó a mover su cola de la felicidad al sentir el abrazo cálido de mi novia. El verlos juntos me hizo sentir tan feliz y tan triste a la vez; no quería que nada sucediera.
Negué rápidamente intentando quitar esos pensamientos pesimistas y llenarlos con buenos pensamientos. Debía de confiar en que todo saldría bien, en que nosotros ganaríamos y volveríamos a casa para seguir con nuestras rutinas de siempre.
Donde yo molesto a Shino por actuar como el líder cuando es obvio que yo lo soy, donde le doy apoyo a Hinata para que no decaiga ante nada y por sobre todo donde estoy disfrutando tiempo junto a Akamaru y ____.
—Deberíamos de regresar. —habló ella mientras se acercaba a sostener mi mano. —Tenemos que tener las mejores energías para mañana.
—Sí. Hay que reponer energías. —dije mostrándole una gran sonrisa. —Definitivamente volveremos con la victoria.
—Así se habla, Kiba. —me animó con una sonrisa. —Nosotros volveremos junto a nuestros seres queridos y amigos, sanos y a salvo.
Antes de que pudiéramos avanzar he mirado a mi novia con seriedad a lo que ella simplemente me miraba con una sonrisa esperando a que hablara.
—Prométeme que si sucede algo me llamarás. —dije seriamente. —Junto a Akamaru iremos a dónde sea que te encuentres y te ayudaremos.
—Lo haré. —dijo rodeándome en sus brazos. —Prometo de que si estoy en peligro gritaré tu nombre.
Ambos nos hemos abrazado fuertemente por unos minutos para luego regresar a nuestros hogares.
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