Capítulo 56.
Jimin observaba con atención, desde el sofá donde estaba cómodamente sentado mientras esperaba a que Jungkook terminara de hacer lo que sea que estuviera haciendo, cómo los padres de su alfa intercambiaban palabras, miradas y sonrisas cargadas de amor, de deseo y profunda pasión.
Era un poco envidiable, considerando que su padre había muerto hacía mucho y que los recuerdos de él era siempre viéndolo delgado, cansado y deprimido. Nunca vio a sus padres juguetear cariñosamente o decirse que se amaban.
Soltando un suave suspiro, apartó la mirada de ellos para volver a observar la delicada y elegante taza de porcelana que sostenía entre sus manos. El té humeaba y las rodajas de manzana y palitos de canela flotaban en el líquido ámbar.
—¿Todo bien? —Jungkook preguntó, tomando asiento a su lado. Jimin giró el rostro para encontrarse con sus preciosos ojos azabaches— Te ves distraído.
—No es nada —negó rápidamente, volviendo a clavar los ojos en su té mientras respiraba su rico aroma.
Jungkook arqueó una de sus cejas, evidenciando con ese gesto que no le estaba creyendo nada.
—Te huelo. Te siento. Puedo incluso saber lo que estás pensando —le recordó a Jimin con suficiencia, bastante orgulloso de las extrañas habilidades que había adquirido.
Jimin torció sus regordetes labios con ligero disgusto. Él aún no podía tener acceso total a los pensamientos de Jungkook, por más que se concentrara para sentirlo de la misma manera que él lo sentía.
—No es nada —mintió, porque se sentía ligeramente irritado y no sabía el motivo que estaba desencadenando aquello.
—Mmm... —Jungkook tarareó y Jimin quiso pararse e irse lejos de él, porque no hacía más que aumentar su extraño mal humor.
Y como Jungkook había dicho, podía olerlo, sentirlo a través del vínculo, leer sus pensamientos, enterándose del estado anímico de su omega.
Sonriendo, se movió hacia Jimin y le quitó con cuidado la taza para dejarla sobre su platillo en la mesita de centro, para luego tirar de él entre sus brazos. Jimin no se resistió en lo absoluto, acurrucándose casi de inmediato, gimiendo bajito mientras enterraba su cara en el cuello de Jungkook, aspirando su varonil olor almizclado con notas amargas.
Mmm, delicioso.
—¿Qué pasó? —Jungkook exigió saber, repartiendo caricias por el largo de la espalda de su omega.
Estaban en la amplia sala de estar en la casona de los padres de Jungkook, y a Jungkook parecía no importarle que los vieran de esa manera. No se cohibía ni se avergonzaba de sí mismo cuando debía demostrar afecto y cariño a su omega.
Jimin no dijo nada por un momento, concentrado en respirar todo lo que le fuera posible del olor de su alfa, como si fuera un verdadero adicto. Pero luego de un momento, cuando su cuerpo experimentó un extraño escalofrío, se removió para apartarse del cuerpo de Jungkook y así poder mirarlos a los ojos.
Ambos se observaron por un momento, como si estuvieran hablando telepáticamente, cuando en realidad solo se veían.
Jimin se relamió los labios, sintiendo como su cuerpo se volvía poco a poco más febril.
—Quiero... —apretó los labios, frunciendo el ceño y negando un poco con su cabeza, luego cerró los ojos y tomó una urgente bocanada de aire, mareándose con el olor de su alfa— Me siento extraño... —casi gimió, sintiendo como todo le daba vueltas. Se sentía borracho por las feromonas amargas de Jungkook.
—¿Extraño? —Jungkook repitió confundido, luego preguntó:— ¿Quieres ir a casa?
Jimin abrió los ojos, intentando enfocar a Jungkook. Fue difícil, porque realmente se sentía de una manera que no sabía cómo explicar.
—¿No será malo irnos tan pronto? —preguntó con verdadera preocupación. No quería irse y ofender a los señores Jeon, considerando que estaban ahí porque ellos los habían invitado a almorzar y pasar tiempo juntos.
Jungkook se encogió de hombros, restándole importancia.
—Puede ser, pero mis padres lo entenderán. Creo.
Jimin sonrió un poco embobado. La voz de Jungkook mandaba una extraña vibración por todo su cuerpo, erizando los pocos vellos que cubrían su piel, haciendo que sus mejillas se calentaran y se sonrojaran.
—Crees —murmuró, presionando sus labios contra el cuello de Jungkook para ahogar los pequeños soniditos que escapaban desde lo más profundo de su garganta.
Jungkook detuvo las caricias, enterrando su nariz en los cabellos de Jimin para olerlo mejor, inhalando profundamente. Se detuvo, arrugando el entrecejo. Volvió a respirar, esta vez hasta que llenó sus pulmones y el corazón se le aceleró.
—Jimin... —murmuró, casi gruñendo y sintiendo como la sangre iba rápidamente a su miembro, llenándolo y endureciéndolo.
Jimin se removió con necesidad cuando sintió la erección apretarse contra su trasero, acurrucándose aún más contra Jungkook, besando y mordisqueando su cuello mientras soltaba suaves gemidos.
Jungkook escuchó a lo lejos las voces enérgicas de sus hermanos, quienes se movían hacia el segundo piso. Luego la de sus padres, que estaban más cercas de ellos.
—Jungkook... —Jimin jadeó, liberando un poco de su lubricante.
—Me parece bien, iré a ver si quieren y... —fue todo lo que logró escuchar Jungkook antes de ignorar por completo a su padre, quien hablaba y caminaba hacia donde ellos estaban. Quizás en otro momento le habría prestado toda la atención que su padre demandaba en cada una de sus visitas, pero ahora... joder, no podía concentrarse en nada más que no fuera Jimin, su omega.
Y lo olió, con una nueva respiración profunda. Jungkook ronroneó con satisfacción cuando sintió el delicioso dulzón del lubricante de su omega intensificarse, mandando más sangre a su miembro dolorosamente duro. Sabía que Jimin estaba tan mojado, tan resbaladizo, listo para recibir su gran polla sin problema. Para tragarla sin resistencia, aceptando con necesidad los empujes salvajes que estaba dispuesto a darle, para luego anudarlo y llenarlo con su semen caliente y espeso hasta...
—¿Les parece buena idea? —Hyun preguntó con entusiasmo, logrando cortar los pensamientos lujuriosos de Jungkook y haciéndolo volver a la realidad— ¿Hijo, me estás escuchando?
Molesto, Jungkook alzó solo un poco la cabeza para mirar a su padre, con la nariz todavía enterrada en los cabellos de Jimin. Hyun le miraba de manera cariñosa, con una sonrisa que se congeló y rápidamente se desvaneció de su bonito rostro.
—Oh por dios —Hyun exclamó con sorpresa, notando rápidamente lo que estaba pasando— Jungkook, hijo, necesito que te lleves a Jimin a tu habitación —ordenó con calma, intentando darles la privacidad y seguridad que necesitaban en estos momentos.
—¿Qué pasa, querido? —Sohee se acercó, pero se detuvo un paso detrás de su esposo— Oh, mierda —miró a su esposo— Necesitamos meterlos en una habitación o definitivamente van hacer cosas en tu sofá favorito.
Hyun se ruborizó violentamente, dándole una mirada horrorizada a su esposa.
—¡Jeon Sohee, no es momento de bromas! —regañó, provocando que su alfa soltara una risita divertida, restándole importancia al hecho de que su hijo y Jimin estaban entrando en una situación bastante... delicada.
—Vamos, convéncelos de que se muevan.
—Podrías ayudarme —el omega refunfuñó, pasando una de sus pequeñas manos por su cabello.
—Jungkook no querrá que me acerque, querido.
Descendiendo de la densa nube de deseo, Jimin parpadeó un par de veces, volviendo en sí y siendo consciente de todos a su alrededor. Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando y de cómo estaba sobre Jungkook, la vergüenza lo abrazó y él quiso salir corriendo para no tener que enfrentarse a nadie. Se alejó un poco de Jungkook, aunque este parecía negarse a soltarlo. Nervioso, miró hacia Hyun, quien le dedicó una sonrisa de comprensión.
—Lo siento mucho... —comenzó, pero Hyun agitó su mano y negó con la cabeza.
—Oh, no, cariño, no pasa nada —respondió el omega de manera despreocupada, intentando restarle importancia a la situación para calmar a Jimin.
—Creo que... mi inhibidor está fallando —dijo con timidez, sintiendo como el calor de la vergüenza subía desde su cuello hasta sus mejillas y orejas— No debería estar pasándome esto...
Hyun torció los labios en disgusto, porque sabía que toda esa mierda que el gobierno les otorgaba a las farmacéuticas para los omega era un verdadero fraude. Todos los anticonceptivos, supresores o inhibidores fallaban con el tiempo, arruinándoles el deseo de cuidarse y llevar una vida más segura, para obligarlos a procrear contra sus propios deseos.
Jungkook carraspeó su garganta, poniéndose rígido de repente.
—Debemos irnos —sentenció, apretando a Jimin contra su cuerpo.
Jimin casi gimió, restregándose sutilmente contra la erección de su alfa, liberando una generosa cantidad de su lubricante. Era consciente de que todos olerían su excitación, pero ya no estaba pensando con tanta claridad como para darle importancia.
—Sí... irnos... —Jimin murmuró, sintiendo como una nueva y dolorosa oleada de calor se extendía por su interior, haciéndole perder la razón por un momento.
Jungkook sintió como el lubricante de Jimin comenzaba a mojar su propio pantalón de vestir, excitándolo de una manera enloquecedora.
—Papá, mamá... —gruñó Jungkook, levantándose del sofá con Jimin en brazos— Debemos irnos. Lo siento.
—No, amor —el omega sonrió— Creo que lo mejor es que se queden aquí, en tu habitación —vio cómo su hijo apretaba la mandíbula y fruncía el ceño, totalmente en desacuerdo con su sugerencia, así que se apresuró en decir:— Es peligroso que manejes con Jimin en ese estado.
—No —gruñó.
—Me llevaré a tus hermanos. Podemos irnos todos para que estés tranquilo, excepto la servidumbre.
—No —volvió a gruñir, frunciendo aún más las cejas cuando su miembro comenzó a palpitar y liberar presemen.
Hyun suspiró, sabiendo cuán terco podía llegar a ser su hijo si se lo proponía.
—Está bien, pueden irte a casa —Sohee intervino— Pero deja que los lleve, hijo.
Jungkook miró a su madre, emitiendo un gruñido amenazador mientras apretaba a Jimin contra su gran cuerpo. Jimin gimió, besando su cuello.
—No. Puedo manejar sin problemas —aunque no estaba siendo totalmente racional, una pequeña parte de él se lamentaba por no haberle pedido a uno de sus hombres que los llevara donde sus padres para así poder volver a casa sin problemas, pero también se alegraba por su decisión al ir solo, porque no quería a ningún alfa cerca de su omega.
—¡Es peligroso! —Hyun explotó, negándose a dejar ir solo a su hijo.
—Alfa... —Jimin murmuró, chupando la piel de su cuello.
—Puedo... —Jungkook no puedo seguir hablando, ahogándose con su propia saliva cuando olió más lubricante de Jimin escapar de su tierno agujero. Su omega estaba tan listo y dispuesto para él.
—Llévalo a tu habitación —ordenó Sohee con firmeza, luego miró a Hyun— Ve por los niños, tomen lo necesario y nos vamos.
—No... —esta vez fue Jimin quien objetó, casi suplicándole a través del vínculo a su alfa para que lo llevara de vuelta a su nidito de amor.
Hyun se pellizcó el puente de la nariz mientras respiraba profundamente, ignorando las feromonas de excitación y pensando en cómo convencerlos de que se queden o para escoltarlos hasta el departamento, y así asegurarse de que no tendrán ningún tipo de accidente.
—¿No? —preguntó Jungkook, apartando a Jimin de su cuello para encontrar su mirada.
Jimin lo miró con ojos totalmente dilatados, batiendo sus pestañas para luego deslizar su lengua húmeda entre sus labios.
Mis píldoras...
Quería decirle el motivo, la razón tan urgente por la que debían volver ahora y no esperar a perder el juicio por completo, pero por más que lo intentaba, las palabras no salían de su boca. Boqueó un par de veces como pez fuera del agua, frunciendo el ceño con angustia, luego suspiró, sintiéndose totalmente inútil gracias a las feromonas que golpeaban con tanta fuerza su sistema.
—Jungkook —su madre le llamó, pero Jungkook la ignoró.
Su vínculo vibraba en advertencia y deseo lujurioso.
—Iremos a casa —murmuró Jungkook con voz ronca, deseando calmar a su omega y deseando complacerlo de todas las maneras posibles. Entonces Jimin le sonrió aliviado, volviendo a meter su rostro en el cuello para besar y chupar la piel.
Volviendo a centrar sus ojos oscuros en sus padres, Jungkook solo dijo:
—Llamaré cuando pueda. Nos vemos —no esperó para ver la reacción de sus padres, él simplemente se dio media vuelta y comenzó a avanzar hacia la salida, con Jimin entre sus brazos.
—¡Jungkook! —Hyun chilló, queriendo ir tras de su hijo para impedir que cometiera algún tipo de accidente, pero la mano de su esposa sobre su hombro lo detuvo. Él se volteó para enfrentarla— ¿Qué crees que haces?
—Déjalo —ordenó Sohee.
—¡Pero puede ser peligroso!
—Déjalo —repitió con autoridad.
Hyun apretó los dientes, molesto por el poder que su esposa tenía sobre él, pero luego suspiró, porque no había manera de que pudiera detener a su hijo.
Soltándose del agarre de su esposa, Hyun caminó hacia las escaleras.
—Querido... —Sohee le llamó, pero fue cruelmente ignorada.
La ira y la preocupación se arremolinaba en las entrañas de Hyun, provocando que sus exquisitas feromonas dulces se volvieran agrias y desagradables.
—Papá —Sumin le llamó alegremente, y Hyun giró el rostro para mirarla— ¿Jungkook sigue abajo?
Sumin cargaba entre sus manos unos libros mientras se movía en dirección de la habitación de Suho. Y Hyun deseó no tener que responder a su pregunta, porque se sentía cabreado, pero su lado paternal y amoroso le impidió ignorar a su propia hija.
—Se fue —respondió secamente, avanzando hasta su dormitorio. Empujó la puerta para abrirla, metiéndose dentro.
—¿Tan pronto? —preguntó Sumin, ignorando por completo el estado anímico de su padre.
—Sí —fue todo lo que respondió, cerrando la puerta de su dormitorio.
Ω
Sus padres tenían razón, maldita sea.
Manejar con un omega en celo, que provocaba la activación del suyo, había sido una completa odisea. Casi perdió el control en más de una oportunidad, con Jimin lloriqueando y desatándose el cinturón de seguridad en cada momento para trepar por su cuerpo.
Afortunadamente, y casi de milagro, habían llegado en una pieza; sanos e ilesos.
—Bienvenido, señor —Inguk le saludó con una reverencia, apresurándose a abrirle la puerta de su departamento. Por supuesto, Jungkook no respondió a su saludo, demasiado perdido en las feromonas de su omega.
Una vez en el interior de su hogar, luego de que Inguk cerrara la puerta principal, Jungkook olió el cuello de Jimin de una manera poco decorosa, sintiendo como su miembro se engrosaba todavía más, palpitando y expulsando una gran cantidad de presemen.
—Jimin... —gruñó Jungkook, restregando su nariz en la piel caliente de su omega.
Jimin gimió, sintiéndose tan perdido y mareado. Excitado. Quería tanto oler a Jungkook, sentir su aroma por todas partes, desnudarse y restregarse contra su piel firme y caliente, dejando que lo cubriera con sus espesas feromonas. Dioses, y no solo eso. Jimin quería sentirlo dentro, recibir su nudo, dejar que lo cubriera con su semen...
—Jungkook... —gimió con dolor. El deseo comenzaba a ser tan intenso que ya dolía el vacío.
Jungkook gruñó, avanzando con Jimin todavía en sus brazos. Jimin no supo hacia donde iban, hasta que de repente Jungkook lo bajó con cuidado, y sus piernas temblaron como gelatinas.
Casi se cae, pero las manos de Jungkook en su cintura lo mantenían de pie.
—Te tengo —dijo Jungkook con su sensual voz ronca, pero luego sus labios chocaron contra los de Jimin, devorándolo, sus lenguas deslizándose y enredándose entre sí.
Jimin jadeó y Jungkook aprovechó el momento para meterse aún más profundo, chupando y saboreando. Cuando tuvieron suficiente de sus labios, Jungkook se apartó, y Jimin protestó por eso.
—¿Qué crees que haces?
—Date la vuelta, amor —ordenó Jungkook.
Y Jimin resopló indignado, queriendo protestar nuevamente, pero no pudo. El lubricante salió con más fuerza ante la orden de su alfa.
Volteándose, se dio cuenta que estaban en el comedor. Él estaba ahora frente a la gran mesa de madera que casi ni usaban.
—¿Por qué...? —no alcanzó a decir más porque Jungkook lo empujó por la espalda, pegando su pecho contra la suave madera oscura.
Instintivamente, arqueó su espalda y ofreció su culo, separando las piernas y cerrando los ojos, ansioso por lo que estaba a punto de recibir.
Jungkook se relamió los labios mientras se desataba el cinturón y abrió su pantalón de vestir con fuerza, mandando lejos el elegante y oscuro botón. Luego, con toda la necesidad quemándole bajo la piel, rasgó el oversize claro de Jimin sin mucho esfuerzo.
Jimin jadeó, sintiendo como el aire acariciaba su piel desnuda.
—Mmh... —Jungkook tarareó, observando el perfecto y redondo culo de su omega, y la boca se le llenó de saliva.
Inhalando hondo, Jungkook llenó sus pulmones con el maravilloso olor lubricante de su omega. Quería tanto arrodillarse y separar esas carnosas y pálidas mejillas para deslizar su lengua y saborear su tierno culo, pero estaba a punto de estallar.
Mierda, quizás luego.
Bajando su propio boxer, Jungkook liberó su polla rígida e hinchada. La tomó con una de sus manos y se alineó contra la húmeda entrada de Jimin y empujó dentro, sintiendo como el interior de su omega se abrazaba contra su longitud.
Jimin lloriqueó de puro placer, sintiendo como sus piernas temblaban.
Una vez completamente hundido en su omega, Jungkook posó sus manos en la cintura de Jimin y comenzó a joderlo de una manera salvaje, gruñendo y exudando crudas feromonas, enterrando sus dedos en la suave piel. Luego se inclinó sobre Jimin, aplastándolo con su gran cuerpo y enterrando con necesidad su nariz contra la nuca de Jimin.
—Oh, mierda, sí. Por favor, no te detengas hasta que me anudes. Ugh, dioses, Jungkook... —Jimin susurraba sin aliento, gimiendo y lloriqueando, con su frente pegada a la madera de la mesa, sintiendo como las lágrimas escapaban de sus ojos fuertemente apretados.
Todo pasó demasiado rápido, y cuando el placer explotó para ambos, el nudo se formó y Jimin volvió a gemir, adolorido pero satisfecho. Jadeando, cerró los ojos, sintiendo como la polla de Jungkook se sacudía en su interior mientras lo llenaba con su semen.
—Joder.... —Jungkook gruñó contra la nuca de Jimin— Eres absolutamente delicioso, cariño. Tan bonito, tan perfecto. Y tan mío.
Jimin abrazó el elogio, sintiéndose un omega hermoso, sexy y bastante deseado. Su corazón se hinchó rebosante de amor por su alfa, mas no fue capaz de devolver el elogio.
Pero no importó, porque su vínculo vibraba cargado de todas las emociones y palabras no dichas, dejándoles en claro a ambos como se sentían con el otro.
Cuando finalmente lograron calmarse y el deseo se disipó por un momento, Jungkook levantó a Jimin, con su pene todavía atorado en su interior. Jimin se quejó, incómodo y adolorido.
—Lo siento, amor, pero creo que no debimos hacerlo aquí.
Jimin se rió, provocando que sus paredes se apretaran y Jungkook gimiera por eso.
—Tal vez.
Alcanzando una silla, Jungkook se sentó con cuidado para no lastimar a Jimin, dejándolo descansar sobre su cuerpo.
Y mientras esperaban que el nudo bajara, Jungkook lo llenó de besos, caricias y dulces palabras mientras le terminaba de quitar la ropa, para luego besar su piel desnuda.
Ω
No tenía idea de cuánto había dormido, pero definitivamente había sido solo un par de horas. Sus ojos picaban y su cuerpo entero se sentía adolorido.
Soltando un suave suspiro, Jungkook giró el rostro y miró a Jimin, quien estaba inconsciente para el mundo luego de ser jodido y anudado más veces de las que podía recordar. Su mente se sumergía en el placer, nublando su juicio y volviéndose totalmente primitivo ante el deseo de poseer a Jimin.
Entonces sonrió de manera dulce, apreciando el cuerpo desnudo de su omega que se aferraba al suyo como un tierno koala bebé.
Bebé...
Otra risita vibró en su pecho, provocando que Jimin murmurara algo entre sueño y se removiera, alejándose un poco de Jungkook.
Un gran bebé mimado.
Alejando con cuidado a Jimin, Jungkook se levantó y fue al baño para vaciar su vejiga, luego se cepilló los dientes y se metió a la ducha para eliminar los restos de fluidos secos que mantenían tirante su piel.
Cuando estaba aseado y perfumado, salió del baño, viendo que Jimin seguía profundamente dormido.
Otra sonrisa adornó su rostro, y Jungkook caminó hacia su armario para tomar ropa limpia. Un boxer y un pantalón de chándal oscuro fue todo lo que se puso, dejando al descubierto su gran pecho firme y musculoso.
Jungkook secó pobremente su cabello, dejando la toalla húmeda sobre un sofá que adornaba su habitación, para volver hacia su armario y tomar una camisa vieja y holgada, hasta que vio la pequeña cajita negra que había comprado días atrás, esperando ahí pacientemente hasta que el cumpleaños de Jimin llegara para ser sacada de su escondite.
Dando un vistazo rápido a Jimin, y comprobando que dormía, Jungkook tomó la cajita y la metió más al fondo, debajo de su ropa perfectamente doblada.
Solo unos días más...
Olvidando la camisa, Jungkook decidió bajar a la cocina en busca de comida para él y para Jimin, además de las píldoras anticonceptivas que Jimin debía tomar. Luego subió, encontrándose a un Jimin sentado en la cama, medio dormido con el cabello revuelto que se restregaba los ojos perezosamente.
—Tengo hambre... —murmuró Jimin, no queriendo abrir los ojos, tambaleándose.
Jungkook le sonrió, alzando sus manos para mostrarle el sándwich que le había preparado.
—Traje esto y jugo. También tus píldoras.
Jimin sonrió adormecido, importándole muy poco la desnudez de su cuerpo.
—Eres el mejor.
La sonrisa arrogante de Jungkook solo provocó que Jimin soltó un resoplido, extendiendo sus manos para alcanzar su sándwich y jugo.
—Lo sé, cariño.
Ignorando la adulación de Jungkook, Jimin le dio un gran mordisco a su pan y gimió complacido cuando saboreó su relleno. El jamón serrano, el queso mozzarella, los berros y los tomates eran una mezcla que, sin dudas, resultaba jodidamente increíble y sabrosa.
Jungkook también disfruto su sándwich, aunque ridículamente, disfrutaba más viendo a Jimin comer alegremente. En realidad, disfrutaba de cada cosa que a su omega lo ponía contento.
—Despacio —dijo Jungkook, tomando una servilleta que había traído consigo para limpiar los labios de Jimin— Te puedes atorar si comes muy rápido.
Jimin hizo un mohín, arrugando su nariz. A Jungkook le pareció tierno, tanto así que no se resistió y se inclinó hacia él para alcanzar sus labios y besarlo.
Jimin dejó de lado su pan, acunando el rostro de Jungkook para tirar de él, más cerca suyo, necesitando tanto el contacto y la cercanía de su alfa.
—Espera... —Jungkook murmuró, con Jimin chupando sus labios— Amor, tus píldoras.
Y eso fue suficiente para hacerlo volver en sí, aunque sabía que sería por poco tiempo. El calor ya comenzaba a extenderse por debajo de su piel, indicando que una nueva oleada de necesidad y lujuria se aproximaba.
—Jungkook... —gimió Jimin, tomando la caja donde estaban sus píldoras para sacar una y llevarla a su boca.
Jungkook destapó una botella de agua y se la pasó.
—Lo sé, también lo siento, amor. Estoy aquí para ti. Ahora bebe tu píldora y termina tu sándwich.
Jimin no protestó y engulló su pan, porque cuando el calor finalmente nublara su mente, pasarían horas donde estaría jodiendo sin para con su alfa y necesitaba ingerir alimentos para no terminar débil y enfermo.
Ω
—Entonces... ¿Cuándo le vamos a decir a Jimin? —Jiyoon preguntó, tomando una rebanada de pan tostado para untarla con la mermelada que había preparado el día anterior.
Hoseok alzó la cabeza, conectando sus ojos con los de ella. Y por la diosa Luna, casi babeaba ahí mismo, enamorado de la hermosa sonrisa que iluminaba el bonito rostro de Jiyoon.
—Yo... —balbuceó, tragando lo que tenía en la boca mientras sentía el calor del rubor sobre sus mejillas— Espero que luego.
Ella parpadeó, sin saber cómo tomar aquello.
—¿Sí? —preguntó con inseguridad. No quería presionar a Hoseok para hablar con Jimin sobre la relación que estaban iniciando, pero tampoco quería ser un secreto. Creía que Jimin merecía saber sobre ellos, y deseaba con todo su corazón tener su aprobación.
Hoseok sonrió, transmitiéndole seguridad a Jiyoon.
—Sí. No lo he hecho aún porque... en estos momentos está indispuesto.
Las mejillas de Jiyoon se colorearon de un suave y bonito color rosa.
—Oh.
No era difícil de comprender a qué se refería Hoseok, y como era algo sumamente normal y natural, Jiyoon no tuvo ninguna reacción escandalosa. Solo asintió, dándole una nueva mascada a su tostada.
Siguieron tomando desayuno, disfrutando de sus charlas triviales, tomándose de las manos y compartiendo cariñosas miradas, hasta que Jiyoon preguntó:
—¿A qué hora sales del trabajo?
Hoseok había llegado demasiado temprano solo para alcanzar a pasar un rato juntos, y aunque ella se alegraba, también se preocupaba.
El puchero inconsciente que Jiyoon formó, derritió el corazón de Hoseok. Deseaba poder pasar más tiempo con ella, pero considerando que no tenía dinero suficiente para darse el lujo de no trabajar, ya que la indemnización que el estado le había otorgado, él la había donado sin pensarlo a fundaciones que ayudaban a omegas abusados y sin recursos, así que no le quedaba más que seguir adelante, siendo un esclavo del sistema.
—A las diez.
Ella suspiró con tristeza, dejando a un lado lo que le quedaba de pan.
—No puedes trabajar en eso —su voz era tranquila, pero con tintes de preocupación— Entrar a las diez de la mañana para salir a las diez de la noche, es demasiado. Son doce horas de trabajo, Hoseokie.
Hoseok lo sabía, pero para un hombre con más de cuarenta años que no había finalizado sus estudios universitarios, era a lo único que podía optar.
—Lo sé, Ji —admitió con cansancio— Aunque ya estoy buscando otro trabajo, mientras no encuentre nada, debo seguir aquí.
Ella apretó los labios por un momento, para luego añadir:
—Llevas casi una semana y te ves demasiado cansado.
Hoseok le sonrió nuevamente, apenado. Jiyoon tenía razón en todo. Se sentía tan cansado que deseaba poder acostarse y dormir hasta que se sintiera completamente recuperado. Incluso, en estos cinco días que ya llevaba trabajando, había comenzado a sufrir de dolores de cabeza ya que no estaba durmiendo las horas necesarias.
—Solo debo acostumbrarme.
—¿Y si no? ¿Qué pasa si enfermas?
—Ji... —él tomó la mano de la omega, acariciándole el dorso con su pulgar. Sabía que no podía seguirle el ritmo a su nuevo trabajo, pero desde que había dejado la universidad para formar una familia, había comenzado a trabajar en lo que sea, sin importar cuán peligroso o demandante fuera.
Sintiendo el latido de su corazón, Hoseok contempló en silencio su propia vida. Fue una pequeña fracción de segundos que bastó para hacerle ver cuán poca cosa era. Un alfa viejo y sin estudios, que buscaba la manera de seguir adelante, no era nada para la sociedad en la que vivían.
Y ahora con Jiyoon a su lado, él quería dar lo mejor de sí mismo para complacerla, incluso si ella no le pedía absolutamente nada. Pero es que no quería llegar a su casa con las manos vacías. No, él quería tener dinero para, aunque fuera pequeño, llevarle un presente.
Quería aparecer con flores, chocolates o pequeños obsequios que encontrara tan bonitos como Jiyoon. Quería verse bien también, no vistiendo harapos, y para eso, necesitaba el jodido dinero.
—¿Jimin sabe que estás trabajando tanto? —Hoseok negó con la cabeza— ¿Crees que le va gustar saber eso?
—No.
—Entonces...
—Cariño —su voz salió casi como un arrullo lastimero, y a Jiyoon se le hundió el corazón— Estoy viejo. Necesito trabajar en lo que sea, porque no tengo el ahorro suficiente como para vivir sin hacer nada. Tampoco me gusta quedarme en casa sin trabajar. Estaré bien.
—Pero...
—Además, Jimin está de cumpleaños hoy —él sonrió y Jiyoon pareció sorprendida— Quiero poder comprarle un regalo, aunque sé que no lo veré en varios días más.
—Llevas casi ocho días sin verlo —ella le recordó.
—Sí, y lo extraño mucho. Tampoco he podido hablar por teléfono con él, pero mañana volveré a llamar para saber cómo está.
—Aun así... —ella comenzó, intentando ofrecerle una ayuda rápida a Hoseok, desesperada para que su alfa no se matara trabajando— No necesitas trabajar tanto, lo sabes. Yo tengo dinero...
—No —Hoseok la interrumpió— No.
—Pero Hoseokie...
—Cariño, no. Es tuyo. Haz con él lo que te dé la gana.
—¡Pero quiero hacerlo y no me dejas!
Hoseik sonrió suavemente, encantado por la mujer que tenía a su lado.
—Pero no vale la pena que lo gastes conmigo, Ji.
—Pero es lo que quiero.
Hoseok estuvo a punto de decir algo más, pero una voz alegre los interrumpió.
—¡Buenos días, familia! —Seokjin apareció en la cocina con una radiante alegría y su cabello alborotado.
Jiyoon rió con dulzura, notando que el pijama que el beta llevaba puesto era un regalo que le había hecho a su hijo la navidad pasada.
—Buenos días, cariño. ¿Tienes hambre?
—Sí, mucha hambre.
Jiyoon apartó su mano de la de Hoseok para ponerse de pie.
—¿Tae también va a bajar a tomar desayuno?
Seokjin se encogió de hombros y añadió:
—No creo, sigue roncando. Pero yo sí quiero, muero de hambre, tía.
—Vale, siéntate y te lo preparo.
—Puedo hacerlo yo, tía.
—Siéntate —ordenó y Seokjin obedeció.
—Está bien —soltó un suspiró, luego miró a Hoseok y le sonrió con extraña alegría matutina— Mimi está de cumpleaños hoy, ¿verdad?
Hoseok asintió con su cabeza.
—Así es. Veinte años cumple mi cachorro —dijo con afecto, sonriendo.
—Aún no sabe si... ¿Está disponible?
Hoseok se rió suavemente.
—No, muchacho. Me temo que aún no está disponible.
El beta resopló con decepción.
—Que mal. Y yo que pensaba invitarlo a beber hasta perder el conocimiento.
Hoseok volvió a reír, esta vez con más ganas.
—Dudo que Jungkook lo suelte.
—Me vale Jungkook —refunfuñó el beta— Necesito tener una noche alocada con Jimin, como los viejos tiempos.
—¿A sí?
—Sí, señor Jung. Pero para que sepa, siempre fuimos responsables con nuestra seguridad.
O eso creo.
Hoseok asintió a lo último que dijo Seokjin, pero luego analizó cómo le había llamado.
—Hoseok está bien.
—No puedo. Si mamá sabe que le digo así, me regaña.
Hoseok rió nuevamente, disfrutando de la compañía del alegre beta. Estaba feliz de que su hijo estuviera rodeado de gente así.
—Está bien, supongo.
Jiyoon puso una taza, café, té y leche frente a Seokjin. Luego unas rebanadas de pan y tipos de embutidos y mermeladas para añadirle al pan.
—Mmm, todo se ve tan rico. Gracias, tía.
—De nada, cariño. Disfruta hasta quedar satisfecho.
—Oh, sí, claro que sí.
Lo primero que hizo Seokjin fue untar su pan tostado con mantequilla. Le dio una gran mascada, disfrutando del exquisito sabor del pan tostado junto a la mantequilla derretida. Luego, bebió de su café y comenzó a charlar de cualquier cosa con Jiyoon y Hoseok, riendo de momentos.
Los tres disfrutaron de la grata compañía, hasta que Hoseok se disculpó y se levantó, diciendo que debía partir a su trabajo.
Jiyoon se puso visiblemente triste, porque no quería que se fuera. Seokjin en cambio, lo miró un poco extrañado.
—¿No trabaja demasiado, señor Jung?
Hoseok le sonrió, asintiendo con su cabeza.
—Solo un poco.
El beta pareció querer decir algo más, pero sea lo que sea, se lo guardó para sí mismo.
Hoseok se despidió de Seokjin, quien le dijo que se cuidara y no trabajara tan duro. Luego fue el turno de despedirse de Jiyoon, y esto estaba siendo cada vez más difícil.
—Entonces... ¿Te llamo en la noche?
Hoseok se acomodó el bolso en el hombro, luego movió su mano hasta posarla suavemente en la mejilla de Jiyoon.
—Yo te llamo —susurró, cortando lentamente la distancia que los separaba para poder besar sus labios.
Fue tan mágico. Tan romántico. Tan perfecto. Y Jiyoon se derrite, soltando suaves soniditos que eran silenciados por Hoseok. Pero cuando el beso acabó, la magia se rompió, el romanticismo desapareció y nada parecía ser perfecto.
—Te quiero tanto, Ji —le dijo Hoseok, deslizando su pulgar por los labios húmedos de la omega.
Jiyoon puchereó, y Hoseok sonrió embobado.
—Yo también. Mucho.
—Te veo mañana, en el desayuno.
—Sí, te estaré esperando.
Ω
—Feliz cumpleaños, amor mío —la voz ronca de Jungkook resonó en algún lugar de su cabeza. Malhumorado, Jimin se acurrucó aún más, negándose a despertar— Vamos, es hora de despertar.
—Mmh —Jimin ronroneó, siendo consciente de las feromonas amargas de su alfa que lo envolvían tan bien.
Dispuesto a ignorarlo y seguir con su placentero sueño, una mano grande y áspera comenzó a moverse por su espalda desnuda, hasta que se detuvo en su redondo culo. El apretón que recibió segundos después fue suave, pero suficiente para cabrearlo y despertarlo por completo.
—¿Qué? —gruñó Jimin, manteniendo sus ojos apretados— Joder, ya, deja de manosearme —se quejó con irritación.
Jungkook se rió como el bastardo que era, y Jimin quiso estrellarlo contra una pared.
—Te amo, Jimin —Jungkook soltó de la nada, provocando que Jimin abriera los ojos de golpe y se giró para mirarlo fijamente, con su ceño levemente fruncido. Jungkook volvió a decir:— Verdaderamente lo hago. Te amo.
Las mejillas de Jimin se volvieron rojas y calientes en menos de un segundo.
Se relamió los labios repentinamente secos, luego tragó saliva.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó un poco nervioso.
Jungkook volvió a reír, esa risa ronca y masculina que no hacia nada más que mojarlo como un puto omega en celo.
Por la jodida diosa luna, me encanta este alfa
Jungkook le gruñó suavemente, un regaño sutil a sus malas palabras. Jimin resopló.
—Oh, vamos, deja de leer lo que sea que me lees.
—Feliz cumpleaños, Jimin —dijo Jungkook, ignorando lo que Jimin acababa de decir.
Y Jimin sonrió encantado.
Joder, estoy cada vez más viejo.
Ante el pensamiento de Jimin, Jungkook rodó los ojos.
—Gracias —dijo tan dulcemente, sonriendo con picardía. Se acomodó en la cama, quedando medio sentado y aguantando las ganas de quedarse por el dolor que sentía en sus caderas, espalda baja y culo— Pero si no hay un regalo, entonces no...
Las palabras quedaron a medio terminar cuando Jungkook alzó una pequeña caja negra con un gran moño rojo. Era un regalo demasiado pequeño para su gusto.
—¿Qué es eso...?
—¿Quieres saber? —preguntó Jungkook con arrogancia, todavía sonriendo.
El corazón de Jimin comenzó a bombear con más fuerza. Se relamió los labios mientras asentía con un torpe movimiento de cabeza.
—Supongo que sí...
—Ten —Jungkook extendió su mano, con la cajita en su palma. Jimin la tomó, nervioso. No era necesario desatar el moño de la caja, porque era solo un precioso adorno.
Dándole una mirada rápida a Jungkook, Jimin la abrió, encontrando un hermoso anillo de oro con un pequeño y delicado diamante incrustado justo en el centro.
El aire se le escapó del cuerpo, o simplemente olvidó como respirar.
—¿Que...?
Jungkook también se acomodó en la cama, sentándose cerca de Jimin para quitarle la cajita de sus manos temblorosas. Jimin lo miró con los nervios a flor de piel.
—Te dije que te amaba de una manera poco sana, Jimin. Y no estoy dispuesto a dejarte ir aun cuando te canses de mí —dijo, tomando con sus dedos el delicado anillo. Jimin se rió, todavía luciendo nervioso— Si un día te dejo de interesar, o de gustar... Si dejas de amarme porque crees amar a alguien más, lo mataré. Sin pensarlo. Acabaré con todo aquel que se interponga entre tú y yo, porque eres mío y yo tuyo.
—Jungkook...
—Estoy dispuesto a protegerte de quien sea —continuó Jungkook— Sin importar a quien tengo que quitar del camino, ya sea legal o ilegalmente, porque mientras yo viva, tú estarás seguro, y serás amado y valorado sólo por mí.
—Por todos los dioses, eres un psicópata... —susurró, sin evitar sonar divertido.
Jungkook se rió nuevamente, sintiéndose halagado con las palabras de su omega.
—Tal vez, pero solo por ti.
Fue Jimin quien se rió ahora, sorprendido de sí mismo. No podía creer que esto lo enamorara incluso más, cuando casi un año atrás todavía se atormentaba con las palabras que su padre le dijo la última vez que lo vio.
No todos los alfas eran malos, papá.
Jimin cerró los ojos, mareado por todas las emociones que golpeaban su sistema, además de las intensas feromonas de su alfa. Parecía un sueño, extraño, pero perfecto.
Abrió los ojos y miró a Jungkook.
—Bueno... —comenzó, mientras observaba como Jungkook le tomaba la mano y deslizaba el anillo por su dedo anular— Creo que esta confesión es un poco aterradora, pero me encanta. Tú me encantas, Jungkook.
Jungkook besó su dedo y anillo, para luego mirarlo con tanto amor y pasión.
—Eres todo lo que deseo, Jimin. Incluso si eres terco y obstinado, llevado a tus irracionales ideas que luego te meten en problemas —Jimin resopló ofendido. ¿Lo estaba halagando o regañando? Jungkook sonrió, totalmente enamorado— Y eres perfecto así. Te amo, y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
—¿Y si yo no quiero?
Jungkook se encogió de hombros despreocupadamente.
—Entonces vivirás aquí encerrado, encadenado a la cama, porque difícilmente te dejaré ir, amor.
—Aterrador.
—Quizás. Ahora, toma tus pastillas para que pueda volver a hundirme entre tus piernas —murmuró, inclinándose hacia Jimin para alcanzar sus labios.
—Espera... —Jimin intentó detenerlo, poniendo su mano sobre el pecho de Jungkook. Fue inútil, Jungkook lo empujó hasta dejarlo acostado en la cama— Ni siquiera dije que sí.
Jungkook besó sus labios, luego sus mejillas y bajó hasta su cuello, donde deslizó su lengua por la marca que había reabierto la noche anterior. La erección entre sus piernas ya dolía como el infierno.
—No espero a que aceptes, Jimin. Te casas conmigo quieras o no.
Jimin resopló.
—Vete a la... ¡Aaah! —se quejó, sintiendo los dientes de Jungkook hundirse en su marca sensible y lastimada— ¡Me duele, joder!
—Esa boca —gruñó— Pero me encanta. Abre más las piernas, amor.
Jungkook se había acomodado rápidamente entre las piernas de Jimin, sintiendo la erección de su omega presionar contra su estómago.
—Espera, aun no tomo mis píldoras. Ugh, aaah... —Jungkook deslizó su lengua por el cuello de Jimin, moviendo sus manos hasta la brillante e hinchada erección. La acarició suavemente, disfrutando como Jimin se retorcía bajo su gran cuerpo desnudo.
—Ya está todo mojado, amor —presionó la cabeza de su polla contra el agujero de Jimin, sintiendo como este se tensaba.
—E-espera —gimió— Creo que... me duele.
—Claro que te duele —Jungkook estuvo de acuerdo, presionando y alejando su polla del tierno agujero de su omega— Está un poco hinchado.
—¿Qué? —Jimin gimió nuevamente, atragantándose con la afirmación de Jungkook.
Jungkook dejó de chuparle la piel del cuello y lo miró, sonriendo.
—Mi culpa. Lo siento, me excedí un poco —se rió con malicia— Pero fue increíble.
Empujando un poco más, Jungkook logró atravesar el anillo muscular y Jimin dejó escapar un largo gemido. Sus mejillas estaban calientes y el sudor perlaba su piel pálida.
—Mierda, duele...
—Lo siento, pero prometo aplicar un ungüento luego.
—Dioses, ya cállate.
Jungkook sonrió, aplastando los labios rojitos de su omega, ronroneando gustoso con el delicioso sabor dulce.
Empujó más fuerte, con Jimin arañando sus hombros, luego se retiró y volvió a empujar. Repitió los empujes hasta que Jimin se arqueó, gimiendo y llorando, con sus piernas temblorosas rodeando las caderas de Jungkook.
El orgasmo llegó tan rápido e inesperado para ambos, pero fue suficiente para dejarlos completamente exhaustos, sudados y sedientos.
Jimin se quedó acostado, lloriqueando cuando Jungkook salió de su interior sin esperar el nudo. Aunque se sentía tan adolorido que no estaba seguro de querer tener más nudos u otra ronda de sexo en al menos una semana.
En cambio, observó en silencio a Jungkook, quien se levantaba de la cama, con su perfecto cuerpo tonificado brillando a causa del sudor. Luego miró su miembro todavía semierecto, balanceándose orgulloso entre sus piernas.
Basta, joder.
Sonrió avergonzado y apartó la mirada. No necesitaba volver a excitarse.
—¿Quieres un poco de agua? —Jungkook preguntó mientras tomaba un boxer limpio y se lo ponía.
—Sí.
—Bien, ya vuelvo.
Antes de abandonar la habitación, Jungkook se acercó a la cama y tomó la mano de Jimin para besar su dorso.
Jimin no dijo nada, solo observó con verdadera fascinación. Cuando Jungkook se fue, miró su mano.
Oh, dioses, es real.
Sonrió más ampliamente, cansado. El sueño ya comenzaba a volver más pesados sus párpados.
Acurrucándose en lo que parecía ser un nido, enterró la nariz en unas camisas de Jungkook y cerró los ojos, deseando poder descansar.
***
Bueno, sí me tardé horrores en actualizar :c lo siento jajaja pero aquí tuvieron un capítulo bien largooooo ♡ espero que les haya gustado 🤗
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