Capítulo 40.

—No puedo creer que realmente te estás yendo —Jimin reclamó, cruzando sus brazos sobre su pecho mientras intentaba darle una mirada furiosa a su padre.

Hoseok sonrió, guardando la billetera junto a las llaves y su teléfono en uno de los bolsillos de su chaqueta.

—Sabías que hoy iba a salir —le recordó.

—¡Pero se suponía que iba a ser más tarde! Ahora tengo hambre y tú te vas.

—Lo siento, cachorrito —se acercó para darle un pequeño beso en la frente— No hay nada preparado para que comas, pero si quieres, ve a ver que puedes comer o saca dinero del jarrón.

—¿A dónde van a ir? —preguntó ahora, ignorando lo que su padre acababa de decir.

Hoseok lo miró por unos cortos segundos, como si estuviera considerando qué respuesta darle.

—No te diré.

Jimin soltó un bufido.

—Entonces, ¿tu plan es dejarme aquí solito? —puchereó, tal como lo hacía de niño.

Hoseok evitó poner sus ojos en blanco, pero no pudo ocultar su sonrisa cuando Jungkook gruñó a su lado.

—No estás solo, cachorrito —acarició los cabellos de su hijo— De todas formas, sabías que hoy saldría y aun así viniste. Nos vemos, Jungkook —estiró su mano para estrecharla con la de Jeon.

—Nos vemos, señor Jung. Que disfrute su salida.

—Gracias. Cuándo se vayan, dejen todo bien cerrado.

—Pues dejaré todo abierto para que entren a robar —Jimin refunfuñó, todavía luciendo molesto.

Rodando los ojos, el alfa se alejó y avanzó hacia la puerta, deteniéndose para darle una última mirada a su hijo y al alfa junto a él.

—No hagan nada raro —advirtió mientras abría la puerta, viendo como Jimin fruncía el ceño y abría la boca para decirle alguna cosa. No le dio tiempo para que le dijera nada, porque él simplemente salió de casa y comenzó a caminar sin detenerse.

Jimin observó a través de la ventana como su padre se alejaba sin prisa, hasta que dobló en una esquina y no pudo seguir intentando asesinarlo telepáticamente.

—¡No puedo creer que realmente se fue y no me dijo a donde iría! —refunfuñó, tomando sus cosas para seguirlo.

Jungkook suspiró, tomándolo suavemente por el brazo.

—¿Para dónde crees que vas? —preguntó, aun cuando la respuesta era demasiado obvia.

—¿Pues a donde parece que voy? Obviamente lo voy a seguir y voy averiguar quien es esa mujer misteriosa que lo tiene prácticamente suspirando.

—No lo harás.

—¿Quién dice que no? —se liberó del agarre y retrocedió unos cuantos pasos.

—Yo —avanzó todo lo que Jimin retrocedió, descendiendo su mirada hasta los labios pulposos de su omega.

Jimin se rió entre dientes.

—¿Quieres apostar? —murmuró, sin contener el impulso de relamer muy lentamente sus labios con la punta de su lengua.

Jungkook siguió el movimiento con sus ojos, sin ser capaz de apartarlos de esa exquisita boca húmeda y brillosa. El corazón de Jimin comenzó a bombear con más fuerza, obligándole a inhalar profundamente, pero casi gimió cuando las feromonas amargas de Jungkook invadieron su sistema.

Con el calor subiendo hasta sus mejillas, Jimin se obligó a apretar los labios, viendo como el muy bastardo de Jungkook le sonreía con arrogancia.

Uy, te odio.

—¿Realmente quieres apostar, amor? Porque estoy seguro de que no saldrás precisamente victorioso.

Jimin estaba dispuesto a decirle algo mordaz. Maldita sea, quería decirle alguna estupidez para callarlo y borrarle esa ridícula sonrisa, pero se vio interrumpido por el melodioso sonido de un celular.

—Jeon —dijo Jungkook, sin apartar sus ojos del rostro de Jimin.

Señor Jeon, necesito que se venga de inmediato —su asistente se oía preocupada— Una reunión de emergencia surgió, luego de que el presidente llegara hace una media hora atrás.

—Bien. ¿Algo más? —volvió a clavar sus ojos en los labios rellenitos y rojitos de su omega.

Mmh, no —dijo ella, y Jungkook la conocía bastante bien para saber que seguiría hablando, así que se mantuvo en silencio— Pero es que, algo está pasando, señor. Todos andan más alterados de lo normal.

—Llegaré en veinte minutos, pero si la reunión empieza y aun no llego, toma nota de todo.

Como ordene, señor.

Jungkook colgó, para luego jalar de la nuca a Jimin y estrellar sus labios en un rápido y lujurioso beso. Jimin se sorprendió al inicio, pero luego se derritió y se fundió contra los labios de su alfa.


Ω

—Woosung se va a encargar de ti —dijo Jungkook con seriedad, viendo como su omega fruncía el ceño lentamente— A donde tú vayas, él irá contigo.

—¡No necesito que nadie me ande vigilando! —gruñó Jimin, moviéndose por la sala hasta dejarse caer en uno de los cómodos sofás.

Jungkook se acomodó su traje, ignorando el berrinche de su omega. Habían llegado al departamento solo hace un par de minutos.

—No te van a estar vigilando, sino cuidando.

—¿No es eso lo mismo? —refunfuñó Jimin.

—No —avanzó hasta su omega para darle un beso de despedida. Jimin por supuesto, se lo correspondió vergonzosamente rápido— Ya di la orden. Donde tú vayas, él irá.

Jimin miró hacia otro lado, sintiéndose molesto.

—Vete a la mierda —murmuró derrotado, sabiendo que por más que se opusiera o se enojara, nada impediría que fuera custodiado por un alfa el resto del día.

—Esa boca —Jungkook le regañó, ganándose un resoplido por parte de su omega— Bien, debo irme.

—Pues adiós.

—Cuídate, ¿sí? —Jungkook le acarició los cabellos para luego alejarse y caminar hacia la salida del departamento. Necesitaba llegar cuanto antes a esa inesperada reunión para saber qué estaba pasando.

—Claro que me voy a cuidar, maldición. No soy un niño.

—Como tú digas, amor. Nos vemos —respondió Jungkook, provocando que Jimin se alterara y le lanzara un cojín que logró esquivar.


Ω

—¡Jeon! —le llamó Lee.

Jungkook giró el rostro para mirarlo, viendo que el alfa caminaba rápidamente para lograr alcanzarlo.

—Hey —fue lo único que dijo, una vez que Lee lo alcanzó.

El alfa suspiró cansado. Sus mejillas se veían un poco sonrojadas y una fina capa de sudor perlaba su frente.

—Es bueno saber que llegaste —le dijo Jongsuk— Algo raro está pasando —susurró esta vez, mirando hacia todos lados.

Jungkook frunció el ceño, sin comprender su extraña actitud.

—¿Algo como qué? —preguntó, sin dejar de caminar hacia la sala de reuniones, donde se encontraban los senadores, diputados y el presidente.

—Yo... escuché sin querer una conversación —susurró.

Jungkook se detuvo de repente y Jongsuk también.

—¿Qué tipo de conversación? —preguntó un poco cabreado. No le gustaba cuando andaban con rodeos y no iban directo al grano.

Jongsuk suspiró temblorosamente, nervioso, cosa que a Jungkook no le sorprendió. Siempre había notado algo diferente en este alfa, como si su genética o la diosa luna se hubieran equivocado con él. Y es que Jongsuk no era exactamente un alfa normal para el resto de sus compañeros, quienes no ocultaban su desagrado cada vez que lo veían.

Jungkook nunca lo juzgó, incluso cuando fue consciente de que el alfa estaba comenzando a sentirse atraído por él.

—Escuché a Sukyeol hablando por teléfono, preguntando si el cargamento de omegas estaba listo —terminó por decir, mirando con preocupación a Jungkook— Creo que nuestro presidente está metido en cosas como el tráfico ilegal, porque escuché todo claramente, palabras que salieron de su boca.

Jungkook lo miró por un momento, sin decir nada, como si estuviera intentando procesar todo. Estaba al tanto de que en Corea existía el tráfico ilegal de omegas, pero jamás creyó que uno de los involucrados de tal atrocidad fuera el mismo presidente.

—¿Quien más lo sabe?

El alfa movió su cabeza, negando.

—Nadie. No confío en nadie aquí, excepto en ti.

Jungkook fue quien suspiró ahora, retomando su andar.

—Bien. Antes de hacer cualquier cosa, creo que debemos reunir algún tipo de prueba.

—Sí, bien... puedo ingresar a su oficina más tarde, cuando ya no esté ni él ni su asistente.

Se detuvieron frente a las puertas de la sala de reunión.

—Hablemos de esto luego —dijo Jungkook, girando el plomo de la puerta para abrirla— En un lugar más privado.

—Está bien.

La sala de reuniones estaba increíblemente llena, con muchos alfas discutiendo y gruñendo por alguna cosa. Jungkook se alejó de Jongsuk para ir a tomar asiento, donde su asistente le esperaba.

—Señor Jeon —ella le saludó mientras se ponía de pie, haciendo una respetuosa reverencia.

—¿Qué está pasando? —preguntó Jungkook, ignorando el saludo de la chica.

Ella volvió a tomar asiento y se inclinó hacia adelante, para poder susurrarle a su jefe el motivo de la acalorada discusión.

Jungkook escuchó con mucha atención, mirando al resto de los presentes en la sala. Muchos se veían cabreados, pero otros sonreían con arrogancia.

—¿Eso es todo? —preguntó Jungkook cuando ella dejó de hablar y se sentó correctamente.

—Sí, señor.

Jungkook asintió con su cabeza, mirando a cada uno hasta que llegó al feo y arrugado rostro del hombre que gobernaba el país.

Yoon Sukyeol era un alfa mayor; de sesenta y dos años, que antiguamente había sido un reconocido abogado. El alfa sonreía, conforme con el resultado de la nueva ley que acababa de proponer, sabiendo que la mayoría de los votos fallaban a su favor.

—Es totalmente ridículo lo que está intentando hacer, Yoon —Jungkook habló por el pequeño micrófono que había frente a él. Su voz ronca y seria se escuchó a través de los parlantes, provocando que la discusión cesara y que todos voltearan a mirarle.

Sukyeol lo miró desde su posición, arqueando sus pobladas cejas grises.

—¿Por qué? —preguntó el presidente, con verdadera curiosidad.

—No puedes pretender castigar a los omegas de esta forma, manteniéndolos como prisioneros dentro de sus hogares. Es inhumano.

El presidente se rió burlonamente antes de volver a hablar.

—¿Inhumano, dices? ¿Por qué sería inhumano tener a omegas dentro de la seguridad de sus hogares, cumpliendo sus responsabilidades como corresponde?

—No son nuestros sirvientes.

El alfa entrecerró los ojos, molesto por ver que Jeon parecía querer proteger a los omegas y no estar de su lado.

—¡Son prácticamente animales que seducen con sus cuerpos y feromonas a los alfas y luego lloran y alegan que los alfas abusan de ellos! —gruñó Sukyeol, totalmente encolerizado— ¡Se están revelando, queriendo pasar por encima de nosotros, cuando su única utilidad es darnos placer, incubar a nuestras crías y cuidar de la casa! No necesitan estudiar o trabajar, por amor a dios.

—¡Ellos tienen tanto derecho como nosotros para moverse libremente por la ciudad, así como para estudiar y trabajar! —alguien dijo no muy lejos de Jungkook.

—Mis hijos no tienen por qué mezclarse con putos omegas calientapollas —una alfa gruñó, su rostro rojo por la ira.

Jungkook observó a la alfa en silencio. Era una mujer mucho más mayor; con su piel arrugada y su cabello completamente blanco por las canas, pero tan alta e intimidante como él.

—¿Qué pasa con tu hijo pequeño, Hyori? —se atrevió a preguntar Jungkook, viendo como la alfa le miraba con su ceño muy fruncido.

—¿De qué hablas, Jeon?

—Tienes un hijo omega, al que nunca sacas de tu casa por ridícula vergüenza. ¿Qué pasa con sus derechos? ¿Es que acaso no te importan? ¿Qué clase de madre eres entonces, Hyori?

La alfa se levantó, respirando con fuerza y dejando que sus feromonas agrias se filtraran por cada uno de los poros en su piel.

—¿Qué estás intentando insinuar? —gruñó.

—Orden por favor —alguien gruñó, intentando calmar la acalorada disputa.

—No intento insinuar nada —dijo Jungkook con una tranquilidad que solo logró irritar aún más a la mujer— Pero como madre o padre de un hijo omega, lo más lógico sería velar por su bienestar. Estar en una casa encerrada para cumplir con las labores domésticas es maltrato. Abuso de poder. ¿Es eso lo que quieres que seamos? —preguntó ahora, mirando al presidente.

—No estoy de acuerdo con esta nueva ley, señores. Es ridícula —dijo alguien más, provocando que Sukyeol se inquietara.

—Yo tampoco —otro alfa se sumó.

—Ni yo. No puedo votar por algo así, porque como dijo Jeon, debo velar por mis hijas omegas. Por mi esposa omega.

—Yo tampoco estoy de acuerdo con mantener a los omegas, solo por ser omegas, confinados en sus hogares, como si hubieran cometido algún delito —Jongsuk se unió, disfrutando ver la gran mueca de disgusto en el rostro del presidente.

Jungkook miró a Sukyeol, quien le miraba con su arrugado rostro rojo y serio, entonces él le sonrió, con la misma arrogancia que el alfa sonreía al inicio de la reunión.

—Bueno... —habló uno de los presentes— En vista de que los votos están notablemente a favor de no aprobar esta ley, la reunión se da por terminada. Intentaremos modificarla y volver a plantearla en un futuro, pero con más calma —dijo, mirando a Sukyeol.

Los murmullos se hicieron más fuertes cuando la reunión se dio por finalizada, pero rápidamente empezaron a abandonar la sala.

—Contacta a Jongsuk y dile que lo espero en media más hora en mi oficina —Jungkook le dijo a su asistente, levantándose de su lugar para comenzar a caminar fuera del lugar. Necesitaba ir por un café cargado y caliente, además de llamar a Jimin para saber cómo estaba.

—Sí, señor —la chica le respondió, intentando ordenar todo lo que llevaba consigo rápidamente para hacer lo que se le había pedido.


Ω

—¿A qué hora piensas llegar? —Jimin preguntó.

Estaba recostado en uno de los amplios sofás de la sala, con un pocillo lleno de sandía picada mientras veía algo en el televisor y hablaba por teléfono.

¿Quieres ir a la casa? —Taehyung preguntó desde el otro lado de la línea. Sonaba demasiado animado para el gusto de Jimin.

—Sí. ¿Dónde estás?

Con Jinnie, en su casa. Deberías haber venido. ¿Dónde estás tú ahora?

Jimin suspiró. Últimamente no los veía demasiado seguido y los extrañaba, porque cuando iba a la universidad se veían a diario.

—En casa... —puchereó, sintiéndome ridículamente deprimido— Solito.

Taehyung soltó una risita divertida, quizás porque sabía que estaba haciendo Jimin incluso sin la necesidad de verlo.

¡Mimi, ve a la casa de Tae más rato y te llevo del pastel que mamá hizo! —la voz chillona y alegre de Seokjin resonó en su oído derecho y su tímpano sufrió las consecuencias— ¡O vamos a la tuya, decide!

Jimin sonrió, todavía sintiéndose deprimido por estar solo.

¿Qué prefieres, Mimi? Yo me voy de aquí en unas tres horas más.

Jimin lo pensó por un momento, mirando la gran y solitaria sala de estar que lo mantenía aburrido y deprimido. ¿Por qué Jungkook poseía un departamento que literalmente era una mansión para él solo, si ni siquiera pasaba en casa?

—¿Jinnie se irá contigo?

Obvio.

—Entonces iré —respondió con seguridad, deseando salir de lugar y retomar un poco su vida pasada.

Porque vamos, la extrañaba. Necesitaba salir junto a sus amigos, charlar de sus cosas y reírse de lo que sea, incluso sentarse en un parque solo a mirar de manera aburrida el paisaje. ¡Pero necesitaba salir del departamento! No estaba unido a la cadera con Jungkook, maldición.

Aunque, para su mala suerte, Taehyung y Seokjin estaban en esa asquerosa etapa del noviazgo donde hasta a orinar iban juntos.

Pero estaba bien, él podía con eso. Solo quería verlos, escucharles decir cualquier tontería y reír juntos.

Vale, yo llegaré a eso de las siete. Llamaré a mamá luego para avisarle que vas para allá, por si me retraso.

—Está bien, entonces nos vemos allá. No olviden llevarme pastel.

Ahora le digo a la tía que te aparte un trozo grande.

—Estupendo.

Ve con cuidado. Nos vemos, Mimi —Taehyung se despidió.

¡Te quiero, Mimi! —Seokjin volvió a gritar, provocando que Jimin riera nuevamente.

—Yo también los quiero. Nos vemos.

Soltó un lento suspiro cuando colgó la llamada, para luego mirar en dirección de la enorme pantalla plana que tenía de televisor, intentando averiguar qué había puesto.

¿Programa de cocina?

Tomó el control digital y la apagó. No le interesaba realmente aprender a hacer carne de res al horno con finas hierbas y un puré de papas estilo rústico.

El silencio inmediatamente reinó en el departamento, y Jimin decidió acomodarse y cerrar los ojos por un instante, concentrándose en el vínculo que lo unía a Jungkook. Se sentía un poco débil, porque la marca temporal rápidamente comenzaba a sanar y a desvanecerse, pero aun así lograba sentirlo.

Mí alfa.

Lo extrañaba tanto, incluso cuando se separaban por un periodo corto de tiempo dentro de la misma habitación. Y era verdaderamente ridículo, porque ya no sabía si esto de ser tan pegajoso como un chicle masticado se debía a su embarazo, a su lobo o a su extraño enamoramiento.

Es por el embarazo, obviamente.

Su vínculo vibraba todo el tiempo, conectándolos e informándoles cómo se sentía el otro. Jungkook solía proyectar calidez y seguridad. En cuanto a Jimin... era otra cosa. Y esperaba de todo corazón que su alfa no estuviera estresado con todo lo que le estaba mandando a través del vínculo, porque sabía perfectamente que era un caos total.

—¡Bien, a bañarnos! —se animó, cansado de lamentarse y deprimirse por estar solo en un gran departamento sin saber qué hacer.

Se levantó del sofá y fue a dejar el pocillo a la cocina, para luego subir hacia el dormitorio y tomar ropa limpia del armario.

No esperaría hasta las siete, porque no le veía sentido esperar tanto cuando podía llegar temprano y hacerle compañía a la mamá de su amigo, que generalmente se animaba a prepararle alguna cosa rica.

La ducha fue relajante pero rápida, y cuando estuvo listo, salió y se secó el cuerpo y cabello. Se aplicó una crema hidratante con olor a vainilla en todo su cuerpo y luego se vistió.

—Creo que estoy listo... —se miró en el espejo, apreciando lo bonito que había quedado.

Conforme con su look, fue nuevamente al baño para cepillarse los dientes. Una vez listo, tomó su mochila y caminó hacia la salida del departamento.

—Joven Jung.

—Quedamos en Jimin —Jimin refunfuñó— O Park, como mi papá.

Woosung le sonrió.

—Joven Park, le recuerdo que no estoy autorizado a llamarlo por su nombre.

—Yo te estoy dando la autorización.

El alfa siguió a Jimin, quien comenzó a caminar en dirección del elevador.

—Lamentablemente, mi jefe directo es el señor Jeon, y él no me ha autorizado a nada más que ser su escolta por hoy.

—Tu jefe es un idiota.

El alfa tarareó pensativamente, provocando que Jimin lo mirara y le sonriera.

—¿Dónde vamos? —preguntó en cambio, apretando el número que daba al subterráneo.

—Pasaré al supermercado a comprar unas cosas y luego a la casa de mi amigo Tae.

—Muy bien.

Jimin suspiró. Ya no servía de nada refunfuñar como un niño berrinchudo por ser prácticamente cuidado y vigilado por este alfa, que increíblemente, le agradaba.


Ω

Habían paseado por el parque mientras charlaban alegremente, disfrutando de un delicioso café recién preparado.

Jiyoon sonreía, observando con total atención a Hoseok mientras le contaba una divertida anécdota de su vida cotidiana en el trabajo. Y es que estaba totalmente encantada por este alfa, quien la hacía sentir tan especial y bonita.

—¿Tienes frío? —Hoseok preguntó, cuando las risas cesaron y ya no tuvo nada más que contar.

Todo esto era nuevo para él, porque nunca antes se había esforzado por hacer sentir cómoda a una omega, considerando que su forma de pensar era totalmente diferente a cuando estuvo junto a Yoongi.

Jiyoon movió su cabeza, negando.

—No, estoy bien.

había evitado el tema referente a lo sucedido con su esposo, aunque sabían que Hoseok no iba a preguntar sin que ella decidiera contarle.

Le gustaba eso, como muchas otras cosas más de Hoseok.

Habían paseado un buen rato, para finalmente detenerse en algún punto del gran parque y tomar asiento. Jiyoon observó como Hoseok miraba a unos niños jugar junto a su padre.

—¿Te gustan los niños? —preguntó con clara curiosidad.

Hoseok la miró, sonriendo.

—Me gustan —afirmó— Sobre todo ahora.

La omega frunció el ceño al no comprender sus palabras.

—¿Ahora?

El alfa suspiró. Había mencionado, a través de mensajes y llamadas, que ya se había reconciliado con su hijo. Que había sido perdonado. Pero omitió por completo la noticia de que iba a ser abuelo.

Estaba tan emocionado, porque sentía que finalmente la vida le sonreía. Sería abuelo. Su primer nieto. Y esperaba con ansias su llegada.

—Mi hijo... está embarazado.

Jiyoon alzó sus cejas, luciendo casi tan sorprendida y feliz como él.

—¡Eso es maravilloso! —exclamó con emoción, sin poder evitar abrazar de forma efusiva a Hoseok, quien inmediatamente la rodeó por la cintura.

Hoseok soltó una risita, provocando que el corazón alocado de la omega saltara rebosante de felicidad.

—Felicidades, Hoseokie —dijo ella con timidez, dándose cuenta de que estaba prácticamente aferrada al cuello del alfa.

Hoseok respiró profundamente, sintiendo el delicioso olor de la omega.

—Gracias, Ji.

Jiyoon se alejó un poco para mirarlo. Sus ojos se encontraron rápidamente y se quedaron así, mirándose por un momento en completo silencio.

—Eres preciosa, Ji —dijo Hoseok, provocando que la omega se ruborizara casi de inmediato.

Y estuvo a punto de decir algo más, pero lo pensó muy bien y cerró la boca, decepcionando un poco a Jiyoon.

—Me gustas... —ella confesó de repente, sabiendo que si no decía ahora, no habría otra oportunidad.

Hoseok apretó los labios y frunció un poco el ceño.

—Ji...

—Mucho —ella lo interrumpió— Y sé que está mal. Soy casada.

—Aunque no estuviera casada, Ji. No soy un buen hombre.

—Lo eres.

Hoseok sonrió nuevamente, pero esta vez sin una pizca de humor, negando suavemente con su cabeza.

—No, Ji. Mis manos están manchadas y mi conciencia es atormentada por la culpa de quien fui en el pasado.

—No me importa —ella susurró, frunciendo angustiosamente el ceño— Me gusta y mucho.

Hoseok levantó su mano y le acarició una mejilla. Ella se inclinó hacia su tacto.

—Mereces algo mejor, Ji —murmuró, inclinándose hacia delante para juntar sus frente.

Era un acto tan íntimo, que sus corazones galopaban con fuerza el interior de sus pechos.

—Pero yo te quiero a ti...


Ω

Woobin los miró desde donde estaba muy atentamente, sin perderse absolutamente nada de lo que su esposa y su amante estaban haciendo.

—Averigua quién es —ordenó, su voz baja y amenazante.

Estaba furioso.

—Sí, señor —el chofer sacó su teléfono y tomó unas fotos para luego mandarla a sus compañeros.

No tardarían más de cinco minutos en dar con toda la información del hombre que acompañaba cariñosamente a la mujer de su jefe. 







***

lamento la demora :c dsfhdfgb pero marzo me pega duro ya que inician las clases y mis tiempos se desorganizan hahaha. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top