Capítulo 36.

Las palmas de sus manos comenzaron a sudar, así que las frotó disimuladamente contra sus muslos. Respiró una gran bocanada de aire, necesitando calmar las desenfrenadas pulsaciones de su corazón.

Todo está bien, maldición. ¿Por qué carajos estoy tan nervioso?

Había estado nervioso durante todo el trayecto, pero creyó que se calmaría una vez que estuvieran aquí, frente al doctor. Claramente, no fue así.

Soltando un suspiro, Jimin decidió prestar atención al hombre mayor, quien se acomodaba los anteojos para comenzar a leer los papeles que sostenía con una de sus manos.

—Bueno... —empezó el doctor Jang, frunciendo el ceño mientras leía— Estos son sus exámenes, señor Jeon.

Cuando habían pasado por la consulta en la mañana, el doctor Jang los había examinado a ambos.

Les había hecho una serie de preguntas, para ver si de esa forma podía averiguar qué les pasaba. Cuando no se sintió seguro para un diagnóstico, considerando que no habían comido nada extraño y que por parte del omega se descarta el embarazo ya que se había realizado una prueba, el doctor los examinó físicamente, palpando partes claves de sus cuerpos. No encontró nada extraño, así que ordenó un examen de sangre para apoyarse y llegar a un diagnóstico más certero.

—Mmh —tarareó el doctor mientras terminaba de leer— No hay nada irregular, señor Jeon —alzó la vista para mirar a su paciente— Está todo en orden. Sin embargo, me parecen extraños sus malestares.

El doctor apartó el examen de Jungkook para darle un vistazo rápido a Jimin antes de volver a centrarse en la hoja que acababa de tomar.

—Y sobre Jung Jimin...

Jimin torció los labios al escuchar el apellido de su padre alfa.

Park, maldición.

El doctor miró nuevamente a Jungkook.

—¿Puedo hablar con usted a solas, señor Jeon?

Jimin miró al doctor con su ceño arrugándose lentamente.

—¿Por qué? —se apresuró a preguntar, sin darle tiempo a Jungkook para que respondiera.

El doctor Jang miró a Jimin por sobre sus gruesos anteojos y se sonrió en forma de disculpa.

—Es el protocolo, señor Jung. Toda información referente a la salud de un paciente omega, se le debe informar primero al alfa que los acompaña, en caso de que haya que tomar alguna decisión.

Parpadeando un par de veces, sintiéndose totalmente ofendido por este estúpido protocolo, Jimin gruñó.

—Oh no, yo no me muevo de aquí —miró a Jungkook— Ni se te ocurra pedir que me vaya. Es mi cuerpo y mi salud, así que tengo todo el jodido derecho de...

—Jimin —el tono que Jungkook usó para interrumpirlo fue suave, pero cargado de autoridad. Era un llamado de atención, pidiéndole sutilmente que cerrara la boca.

A Jimin le hirvió la sangre.

—¿Qué? —gruñó, mirando de forma desafiante a su alfa.

—Tranquilízate —Jungkook dijo, estirando su mano para alcanzar la de Jimin. Le acarició el dorso con su pulgar, antes de entrelazar sus dedos y sostenerlo firmemente. Su alfa quería calmarlo, pero Jimin no se sentía calmado en lo absoluto— No voy a pedir que salga, ¿está bien? —resoplando, Jimin asintió con su cabeza. Jungkook miró al doctor— Lo siento. Puede continuar, por favor.

El doctor suspiró y asintió con un ligero movimiento de cabeza.

—Sobre el señor Jung... Está todo en un rango normal, excepto por la hormona gonadotropina —Jungkook y Jimin se miraron rápidamente, sin comprender realmente a qué se refería el doctor. Y el hombre casi suelta una risa divertida por las caras de confusión de sus pacientes— Están elevados los valores de esta hormona —intentó explicar.

—¿Y eso qué quiere decir? —interrumpió Jimin, impaciente por más información.

El doctor dejó los papeles sobre la superficie de su escritorio y se sacó los anteojos antes de volver a hablar.

—En la mañana, cuando vinieron, me dijeron que se había realizado un test de embarazo —dijo el doctor, mirando a Jimin— Y este salió negativo.

—Sí.

—Los test de embarazo suelen ser bastante fiables cuando el resultado es positivo; sin embargo, la posibilidad de un falso negativo no puede ser descartada.

—¿Qué? —Jimin preguntó.

—La gonadotropina es una hormona cuyos valores suelen verse elevados en las etapas iniciales del embarazo. No podemos descartar esa posibilidad, explicaría en su mayoría los síntomas. No es que sea del todo seguro, pero si hacemos una ecografía, podríamos confirmar si se trata de este diagnóstico.

El silencio reinó por lo que parecieron eternos segundos, hasta que Jimin decidió hablar primero.

—¿Etapas iniciales del embarazo? —su voz salió casi en un susurro.

El doctor asintió con su cabeza, para luego mirar a Jungkook.

—¿Está de acuerdo con la ecografía, señor Jeon?

Jungkook apartó sus ojos de sus manos entrelazadas, mirando al hombre mayor frente a él.

—Claro —respondió, sin poder evitar sonreír.

La simple idea de que Jimin estuviera embarazado de él, hacía que su pecho se hinchara de puro orgullo; provocando que su lobo aullara de felicidad.

Jimin resopló, irritado. Le molestaba demasiado que el doctor no se dirigiera a él para preguntarle directamente, sino que debía tener la aprobación de su alfa.

—Bien. Señor Jung, por favor acuéstese sobre la mesa de examen —el doctor le indicó mientras se levantaba de su silla— Necesito que descubra el abdomen.

Jimin se levantó e hizo lo que se le pidió, sintiendo como su corazón golpeaba con fuerza el interior de su pecho. Jungkook también se había levantado y parado a un lado de Jimin, sin deseos de perderse absolutamente nada.

—Bien —el doctor llegó a su lado con sus manos ya enguantadas y tomó asiento frente a un extraño aparato —Le aplicaré esto —mostró un envase largo y delgado— Es sólo gel. Estará frío, por lo que quizás sea un poco incómodo.

Fue incómodo sentir algo frío y viscoso sobre su estómago tibio, pero realmente no le importó. Sus ojos se clavaron en la pantalla que colgaba frente a él, revelando lo que había en su interior. Jimin tragó saliva cuando la mano de Jungkook sostuvo la suya. Su garganta era un doloroso nudo apretado y su estómago ya se retorcía de manera incómoda.

Dioses, estaba demasiado nervioso y ansioso.

—Mmh... —el doctor tarareó, moviendo el aparato sobre la pelvis de Jimin, presionando solo un poco— Bueno, aquí podemos aclarar nuestras dudas, señores. Felicidades, esperan un bebé.

Jimin dejó escapar un gemido suave, mientras Jungkook simplemente sonreía y se inclinaba para presionar un pequeño beso en la frente de su omega.

Un bebé. Tendría un bebé con su omega.

Su lobo aulló y arañó su pecho, dichoso y orgulloso.

—Edad de gestación... —comenzó a hablar el doctor, pero Jungkook no podía concentrarse en lo que decía — Alrededor de once semanas...

Jimin también sonrió, y sus ojos se nublaron por las lágrimas retenidas. Nunca antes había expresado su deseo de formar una familia, porque el mundo en el que vivía era demasiado cruel para condenar a un inocente a la desdicha.

Pero ahora... dioses, ahora se sentía tan feliz, tan deseoso por ese pequeño intruso que apenas acababa de conocer.

El doctor les dijo algo más y luego unos rítmicos y extraños latidos se escucharon.

Era su bebé. Los latidos de su pequeño bebé.

Jungkook volvió a presionar un beso en su frente, y lágrimas traviesas decidieron rodar fuera de sus ojos.

Cuando el doctor terminó de examinarlo, le extendió papel absorbente para que se limpiara el abdomen. Jungkook fue quien lo recibió y comenzó a limpiarlo para luego ayudarlo a acomodar su ropa.

—¿Estás bien? —Jungkook preguntó bajito, apartando con sus pulgares la humedad en las mejillas de Jimin.

Jimin sonrió, asintiendo con un torpe movimiento de cabeza.

—Sí, solo un poco... sorprendido, creo.

—Bueno, somos dos.

Una vez listos, ambos volvieron a tomar asiento frente al doctor.

—Bien... —comenzó Jang, revisando algo en la pantalla de su computador— Por lo que vi, el estado del bebé se encuentra bien. Su peso y estatura está en un rango normal acorde a las once semanas. Todo normal —su ceño se frunció un poco, luego suspiró y miró a ambos— Pero de acuerdo a las preguntas que le realicé en la mañana, hay un tema en específico que debo tratar.

Una extraña expresión cruzó el rostro de Jungkook.

—¿Es malo? —Jimin preguntó, sonando demasiado impaciente.

—Sí. Le pregunté sobre el consumo de alcohol y tabaco, a lo que usted respondió positivamente a la primera de ellas.

El surco en las cejas de Jungkook se profundizó.

—¿Qué pasa con eso? —Jungkook prácticamente gruñó la pregunta.

—Hay un síndrome, señor Jeon. Se llama síndrome alcohólico fetal.

—¿Qué significa? —Jimin lo interrumpió, sintiendo un doloroso retorcijón en su estómago.

—El síndrome alcohólico fetal se genera por el consumo de alcohol en estado de gestación. Lo que les quiero decir es que, no todos los organismos funcionan o se alteran de la misma manera, y mientras haya existido el consumo de alcohol aun sin saber del embarazo, existe el riesgo de que este síndrome aparezca.

—Pero acaba de decir que está todo bien —Jungkook le recordó, gruñendo.

—Sí, pero eso no puedo verlo en una ecografía. El síndrome alcohólico fetal no se sabe hasta el nacimiento del bebé, o quizás más adelante, si es que presenta alguna malformidad.

Jimin jadeó, angustiado.

—¿Qué quiere decir entonces...? —su voz salió ahogada. Jungkook sostuvo su mano, entrelazando sus dedos y acariciando con su pulgar el dorso de su mano.

El doctor miró de forma neutral a ambos. Estaba acostumbrado a ver todo tipo de reacciones en sus pacientes, pero dar malas noticias siempre le resultaba una tarea difícil.

—Lo que yo les suguiero en estos monentos, considerando que estamos a tiempo, es un aborto.

Jimin lo miró con sus ojos muy abiertos.

—¿Qué...?

—Puede interrumpirlo y planificar un nuevo embarazo, sin riesgos de que su bebé venga con este síndrome. Cómo también puede seguirlo y arriesgarse a tener un hijo sano o con los problemas que abarca el síndrome alcohólico fetal.

A Jimin se le formó un nudo en la garganta, dificultando su respiración. ¿Había escuchado bien? Mierda, él no pensaba abortar a su bebé.

—¿Qué probabilidades hay de que nazca enfermo? —Jungkook preguntó, sorprendiendo a Jimin.

—Es relativo, señor Jeon. Puede que nazca con dismorfia facial, deficiencias del crecimiento, alteraciones estructurales o funciones del sistema nervioso central. Como también existe la posibilidad de que nazca sin ninguna de ellas. Pero yo les sugiero interrumpir el embarazo y no arriesgarse.

Jungkook miró sus manos entrelazadas primero, luego miró a Jimin.

—Jimin...

—Puedo dejarlos a solas para que lo piensen por un momento. Estamos en las semanas tope para realizar un aborto seguro, sin poner en riesgo la salud del señor Jung —el doctor miró a Jungkook, extendiendome una hoja sobre su escritorio. Jungkook miró el papel, sin comprender de qué se trataba— Este es el consentimiento que debe firmar para la intervención.

—Bien, gracias.

Cuando el doctor finalmente salió, dejándolos solos, Jungkook soltó un largo suspiro. Se frotó el rostro con su mano libre, abrumado por toda la información que había recibido en tan poco tiempo.

—No lo vamos a interrumpir... —Jimin susurró, girando lentamente su rostro para encontrarse con la mirada de Jungkook— Estoy teniendo este embarazo.

Él también quería. Por supuesto que quería tener un hijo, más si era suyo y de Jimin. Pero... ¿y si su deseo significaba traer a un niño con problemas?

No.

No. No era egoísta en ese sentido. No traería a un niño a este mundo cruel solo a sufrir.

—Se interrumpirá, Jimin —dijo Jungkook con calma— Porque es lo mejor que podemos hacer.

La mirada que Jimin le dedicó, fue como una dolorosa puñalada en su corazón. Estaba claramente herido, quizás decepcionado por su decisión.

—¿Qué? —Jimin gruñó, soltándose del agarre de Jungkook.

—No vamos a arriesgarnos y traer un niño que puede venir con problemas, complicando egoístamente su vida.

–¡Vete a la mierda! —Jimin le gritó, levantándose de su lugar. Se sentía tan traicionado y dolido, porque parecía que Jungkook ya había tomado la decisión por los dos— Tú no decides si vive o no. Soy yo quien lo tiene, no tú.

—¡Y es mi hijo!

Jimin negó con su cabeza. Las lágrimas nublaron su vista y el nudo en su garganta parecían crecer más y más, siendo casi imposible respirar correctamente.

—No desde ahora —dijo, retrocediendo unos pasos cuando Jungkook se puso de pie e intentó alcanzarlo.

Recuerda lo que te dije antes, cachorrito... No te dejes dominar por nadie. Ningún alfa es bueno, todos son malos.

La voz de su padre susurraba en algún rincón de su cabeza, recordándole que estaba rodeado de alfas miserables, arrogantes y crueles.

Jungkook tal parecía ser igual que todos.

—Piensa un poco, Jimin —Jungkook gruñó, bajo y amenazador— Piensa en la vida que llevará si nace con una malformación. Los Problemas de aprendizaje. Su vida será miserable.

—¡Cállate! —siseó, secándose con brusquedad las lágrimas que se habían atrevido a rodar por sus mejillas— Estoy teniendo a este bebé. No es seguro que nazca con problemas, puede nacer sano. Nacerá sano. ¡Tampoco bebí como un borracho cada día! Nacerá sano, maldita sea.

—¿Y si no? —Jungkook dio un paso, acercándose a Jimin, quien temblaba y liberaba feromonas agrias. Su omega estaba triste y enojado.

—Pues me tendrá a su lado para cuidarlo y llenarlo de amor.

—No se vive solo del amor, Jimin.

Jimin se quedó en silencio, mirando a Jungkook mientras más lágrimas rodaban por sus febriles mejillas.

¿Cómo era posible experimentar tantas emociones a la vez? Había sido tan feliz minutos atrás, para luego caer en el doloroso abismo.

—Es lo mejor que podemos hacer —dijo Jungkook, tomando la hoja y el lápiz que el doctor le había dejado sobre el escritorio.

Jimin lo vio firmar el consentimiento, sin siquiera titubear.

Ningún alfa es bueno, todos son malos.

El pánico lo abrazó tan fuerte, que se sintió pequeño y vulnerable.

No. No, no, no...

No iba a abortar. No iba a hacer lo que este estúpido alfa quería. Era su cuerpo, su decisión.

—Vete a la mierda. No estoy abortando, Jungkook —Jimin le gruñó, antes de salir corriendo de aquella consulta.

—¡Jimin!

El grito de Jungkook no lo detuvo. Él había firmado el consentimiento para matar a su propio hijo, como si fuera un problema insignificante del que se quería deshacer.

Ω

Su teléfono en ningún momento paró de sonar. Todas eran llamadas de Jungkook.

Había pasado el resto del día en un parque, mirando a la gente pasar, todos ajenos a su dolor.

—Hola —una dulce y aguda voz le hizo mirar a un lado.

Su corazón se estrujó dolorosamente, provocando que las lágrimas se acumularan en sus ojos.

Era un niño. Y nunca antes había notado lo bonito que eran los niños pequeños; con sus ojos grandes y mejillas redondas.

—Hola —le saludó Jimin, sorbiendo su enrojecida nariz.

—Toma —el niño le extendió un pañuelo. Jimin lo tomó, sonriendo con tristeza.

—Gracias.

—¿Estás triste? Porque si es así, tengo chocolate. Mamá dice que el chocolate quita la tristeza y alegra el corazón.

Jimin lo miró, con las lágrimas corriendo nuevamente por sus mejillas. Maldición, ¿desde cuando lloraba tanto?

—Oh no, no estoy triste. Es solo que... lloro de felicidad.

El niño ladeó la cabeza mientras fruncía el ceño, intentando comprender las palabras de Jimin.

—¿Por qué alguien lloraría de felicidad? —finalmente preguntó.

—Porque hoy supe que espero un bebé.

La carita redonda y bonita del niño se iluminó.

—¡Eso es genial!

—¿Dan? —una mujer llamó, haciendo que el niño mirara en su dirección.

—Oh, es mamá. Creo que ya debo irme.

—Cuídate mucho, niño.

—Tú también —Jimin sonrió, pero esta vez con más entusiasmo.

—¿Que te he dicho de molestar a la gente? —la mujer lo regañó cariñosamente cuando el niño caminó en su dirección, y luego miró a Jimin— Siento mucho si le causó molestias.

—Oh, no se preocupe.

—Mami, ¡él tendrá un bebé! —dijo con entusiasmo, contagiando a la mujer con esa alegría genuina.

—Felicidades, joven —ella dijo, antes de tomar la mano de su hijo y marcharse.

Soltando un suspiro, Jimin se levantó de la banca y comenzó a caminar hacia la estación de metro. Aunque, realmente no sabía si debía volver con Jungkook o a otro lado.

¿Cual otro lado? No hay otro lugar donde ir.

Avanzó sin prisa, sintiendo como su teléfono volvió a vibrar. Jungkook lo estaba llamando, por enésima vez.

Vete a la mierda, Jungkook.

Ω

Jungkook miró nuevamente la hora en su teléfono, sin dejar de pasearse de aquí para allá, impaciente y preocupado. Y mierda, ya pasaban las doce de la noche.

—¿Señor? —Woosung habló, empujando la puerta para dejarse ver. Jungkook se detuvo y lo miró, esperando a que el alfa continuara hablando— El joven acaba de llegar. Debe ya estar subiendo por el elevador.

—Bien —fue todo lo que dijo. Woosung hizo una pequeña reverencia antes de girar sobre sus talones y salir del departamento de su jefe, cerrando suavemente la puerta.

Jungkook soltó un suspiro cargado de alivio, frotándose el rostro con ambas manos. Finalmente había vuelto.

La puerta principal se abrió de repente, y Jungkook miró a Jimin por un momento, notando de inmediato la tristeza plasmada en su rostro y en su aroma. Su estómago cayó dolorosamente. No quería que Jimin estuviera triste, menos a causa suya. Quería conocerlo siempre, hacerlo feliz.

—Te estuve llamando —dijo Jungkook, acercándose lentamente a Jimin.

Jimin se quitó los zapatos y la chaqueta, luego comenzó a caminar hacia el segundo piso, sin decir una sola palabra.

—Jimin —Jungkook le llamó, comenzando a seguirlo.

Jimin se detuvo a mitad de la escalera, sin voltearse para mirarlo.

—Estoy cansado. Iré a dormir, buenas noches.

Jungkook se quedó ahí, viendo como su omega se marchaba sin siquiera mirarlo.

Maldita sea.

Ω

Jungkook miraba el techo oscuro de su habitación, sin poder verlo realmente. Todo estaba sumido en un inquietante silencio.

Había intentando quedarse dormido, considerando que debía levantarse temprano pronto para ir a trabajar.

Soltando un suspiro exasperado, decidió salir de la cama. De la habitación.

Se sentía tan ansioso por estar cerca de Jimin, por impregnarlo con su olor, por cuidarlo, que estar lejos de él parecía ser una jodida tortura.

Se detuvo frente a la puerta del dormitorio de Jimin, ese que solo había usado un par de horas desde que se había ido a vivir con él. Abrió lentamente la puerta, siendo inmediatamente golpeado por las deprimentes feromonas de su omega.

Su corazón se hundió nuevamente en el dolor.

No quería que Jimin sufriera, maldita sea. No quería verlo deprimido y molesto por su culpa.

Avanzó despacio hacia la cama y lo miró desde arriba. Jimin estaba hecho un ovillo en el centro de la cama, abrazando fuertemente una de sus camisas usadas.

—Jimin —susurró, moviendo su mano para tocar suavemente los cabellos grises y alborotados de su omega.

Jimin pareció ponerse rígido por un momento, antes de removerse y alejarse del toque de su alfa.

—Vete —murmuró Jimin, su voz sonando como un arrullo lastimero.

Jimin se mordió el labio inferior con fuerza. Le dolía la cabeza de tanto que había llorado. Y se sentía de tantas formas que no sabia cual menciona primero para empezar a enumerarlas.

Haciendo caso omiso, Jungkook se metió a la cama e inmediatamente lo abrazó; apegando su pecho contra la espalda de Jimin, enterrando su rostro contra su nuca para respirar profundo y liberar feromonas tranquilizadoras.

Jimin ahogó un sollozo, suspirando temblorosamente. Y es que era malditamente injusto que se sintiera tan seguro entre los brazos de este alfa, quien estaba decidido a matar a su propio hijo.

—No podía dormir... —dijo Jungkook, respirando su esencia— Te extraño en nuestra cama.

Jimin no dijo nada, simplemente torció sus labios en una mueca.

No tenía ganas de hablar, porque estaba seguro que rompería en llanto. Y ya había llorado bastante.

La mano de Jungkook se movió hasta su vientre plano, acariciando con cuidado.

—No creo que sea justo, Jimin. Sé que lo entiendes. Incluso si se presenta como alfa y tiene algún problema, será objeto de burlas y discriminación. Un niño no debe venir a este mundo cruel a sufrir por las decisiones egoístas de sus padres.

—N-no quiero hablar más sobre eso —Jimin susurró, removiéndose para quedar frente a Jungkook— No quiero. Estoy cansado.

Jungkook lo arrulló, envolviéndolo en el calor reconfortante de su brazo, dejando un suave beso en su sien.

—Está bien. Descansa, cariño.

Jimin se derritió finalmente en sus brazos, sintiéndose seguro y protegido. Se acurrucó, empujando su rostro contra la garganta de Jungkook. Casi ronroneó como un gatito mimado cuando ese exquisito olor amargo inundó su sistema.

Alfa...

Jimin cerró los ojos, sintiendo su cuerpo completamente relajado. Necesitaba dormir, olvidar este día y seguir adelante.

La decisión estaba tomada. No iba a abortar, pero entonces sabía que no podrían seguir al lado de este alfa.

Su bebé no necesitaba de un padre que firmó una autorización para que lo mataran. Su bebé no necesitaba a nadie más que a él, porque se encargaría de cuidarlo y amarlo, llenando cualquier vacío.

Sus sentidos comenzaron a sumergirse en el sueño profundo, desconectandose poco a poco de lo que lo rodeaba.

Hubo a lo lejos un "Te quiero", pero Jimin no supo si era real o se lo imaginó. Su mente y sus sentidos ya se habían desconectado, pareciendo inconsciente para este mundo.

—...Desearía no hacerlo, pero ya lo hago. Malditamente te quiero, Jimin —Jungkook susurró, sus labios presionados contra los cabellos de Jimin.

Respirando una última vez su aroma, Jungkook sonrió, sintiendo las cerezas sobresalir del resto de frutos rojos. Ahí estaba el olor de su hijo.

Mi hijo...

Reprimiendo una mueca, Jungkook decidió que ya habían tenido suficiente y que debía imitar a su omega, así que se relajó y se sumergió en el sueño profundo.







***

Bueno, primero que nada, quiero agradecerle a Saky_23 por ayudarme en este capítulo. No poseo conocimiento médico y ella fue quien muy amablemente me ayudó, aconsejándome y corrigiéndome sobre todo lo que abarca el síndrome que se mencionó. Sin embargo, ella no tuvo nada que ver con la conducta del doctor. ¡Te quiero, sakyu! Pero ya deja de leer el fic aksjsjss.

Lo otro es que, como pudieron leer, Jimin aquí no es Park, sino Jung. Esto es porque me equivoqué al inicio y luego me dio flojera editarlo ajajaja. Pero si leen más adelante a Jimin usando el "Park", será porque usará el apellido de soltero de su padre omega.

Eso, creo. Les quiero mucho y recuerden que esto es solo un fic.   

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