-Viviendo en mundo humano-

La joven bruja aun no se acostumbraba a su nuevo hogar. Habían pasado unas cuantas semanas desde el incidente con el cruel esbirro del emperador, temía por su clan, ella sabia que eran unos brujos capaces pero les superaban en número y tenían magia avanzada y desconocida. Por más que quisiera volver aún no sabía como hacerlo. No tenía los medios necesarios para hacer una investigación, aquel cristal mágico gigante que se encontraba en la sala mostraba tantas cosas con rapidez que hacían marear, en cuanto los libros que se encontraban en casa tampoco eran de utilidad y menos los que solo traían imágenes que a pesar de que sean entretenidos.

Eda no le permitía que saliera de casa, primero al ser una extranjera en esa caótica ciudad llamada Midtown podría atacar a alguien por error o sufrir algún altercado por gente maliciosa  que abundan por los barrios y segundo, ella debía hacer los quehaceres y cuidar la casa mientras iba a hacer su trabajo de largas jornadas diarias. Las únicas veces que le dejan salir del edificio es para acompañar a Eda para hacer mandados por lo que le tocaba esperar a esos días. Mientras tanto perdía el tiempo jugando con la mascota de la casa y su viejo palisman, haciendo lo que Eda le imponía cada día mediante una nota o mirando noticias viejas en su penstagram, extrañaba mucho comunicarse allí y le entraba melancolía a ver el grupo familiar de sus padres, los extrañaba con locura.

Este día era sábado pero no uno cualquiera. Se alegró de ver a su amiga y cuidadora volver temprano de trabajar. Como buena chica que era fue a buscarte sus pantuflas y se las dejó cerca de su sillón favorito. Llamó a Owlbert y King para darles su sesión de mimos y caricias. Se sorprendió al escuchar a Eda hablar con voz fuerte y gruñir. Se notaba molesta cuando se dirigió hacia el llavero.

—Muy bien niña es hora de ir a comprar los víveres, que hay que comer algo—comentó cansada, solo quería pasar un momento a solas mirando películas viejas pero al ver que se habían acabado sus frituras favoritas desisitió momentáneamente de esa idea.

—Iremos a ese extraño lugar donde hay provisiones ¿no es así?—dijo mientras acariciaba a King en su lomo, quién estaba comodamente en su regazo.

A ese gato le gustaban los mimos y caricias de Luz y jugar a las atrapadas con Owlbert aunque a este último le da pavor, piensa que se lo comerán.

En cuanto a Eda siempre le parecía gracioso la manera en como respondía a cosas que no entendía, le recordaba a una niña de cinco años.

—¿Hablas de la tienda comercial?, ah claro lo que digas niña—se burló de la joven bruja y se secó una lágrima falsa.

—¿Y podemos comprar un poco de frijoles amargos triturados?—la chica se emocionó al recordar el sabor de la bebida, le recordaba a lo que tomaba en su mundo, rica y amarga sangre de manzana que preparaba su madre.

—Claro niña compraremos café, toma a King para irnos—se volteó por unos minutos y prosiguió—y recuerda comportarte como una chica humana, no uses tus poderes ni nada de cosas de brujas, te espero en el auto—tomó las llaves y salió de la casa.

La joven bruja tomó a King en sus brazos e hizo desaparecer a su palisman. Luego fue a un espejo cercano y se miró cuidadosamente, acomodando su beanie con una mano tapando sus puntiagudas orejas para evitar sospechas y problemas para Eda.

Una vez lista buscó las llaves de la puerta principal pero no se esperó que King se zafara de su agarre. Con mucho esfuerzo lo atrapó cuándo se recostó en su cama. 

A ese gato le gustaba la atención que le brindaba Luz por lo que no le molestó en absoluto que hiciera eso, al parecer le agradó desde aquel momento que le dió a escondidas anchoas en vinagre que una vez hubo para cenar.

A Luz no le gustó ese sabor fuerte y cuando se lo dió le causó intriga ver como se los devoraba en segundos.

Constantemente ronroneaba haciendo que la chica sacara una sonrisa de alegría mientras lo acariciaba. Escuchó el claxon del auto con intensidad y se espabiló. Con rapidez avanzó hasta la puerta principal y tras varios intentos pudo ponerle la cerradura.

—¡Ya era hora que aparecieras niña, me voy a hacer vieja aquí!—comentó fastidiada con las manos en el volante.

Sin responderle se subió a aquella  bestia de metal ruidosa y apestosa como ella le decía, pese a no ser veloz como su fiel bastón era un decente medio de transporte.  También le recordaba a un dragón por las fetidas bocanadas de un humo oscuro, que sacaba por la parte de atrás y a veces por la parte delantera, al menos estaba agradecida de que no fuera agresivo ni que escupiera fuego.

Cuando se puso en marcha comenzó un concierto de distintos ruidos molestos provocados por más bestias de metal de distintos colores y tamaños, de las personas enojadas, incluyendo a Eda y otros objetos que desconocía, eso la aturdian mucho. Decidió tapar sus delicados oídos y mejor comenzó a ver el panorama. Pese a que estaba atascada en lo que se llama tráfico veía muchos comercios variopintos entre ellos enormes edificios, muy parecidos a los edificios que existían en su mundo, sobre todo al castillo del emperador a estos últimos. Veían tantas personas y le recordó aquellos lugares prósperos de todos los clanes antes de que ocurrieran las locuras del emperador, la entristeció al hacer esa comparación. Eda notó esto pero solo pudo ponerle una mano en su hombro por un instante.

Al llegar al lugar habían tantas cosas que le causaban curiosidad a la chica a pesar de que no era la primera vez que iba pero no debía que separarse de la humana porque sino metería la pata.

La mayor tomó un carrito y puso al gato en la silla de los niños. Afortunadamente el era muy tranquilo y la gente que trabajaba allí lo sabía por eso dejaban que entrara al local a pesar que estuvieran prohibido los animales. Juntas fueron recorriendo los pasillos, verificando lo que tenían que llevar, a menor precio claro; ya que a Eda le gustaba ser ahorrativa.

Todo estaba tranquilo, las personas en ese lugar se encontraban en lo suyo, ambas se encontraban yendo a pagar sus cosas cuando unos sujetos armados entraron amenazando a unos cajeros mientras le pedían todo el dinero. Todos entraron en pánico después de haber escuchado unos disparos al aire.

—¡Debo ir!—exclamó Luz enfadada mirando a aquellos sinvergüenzas desde lejos.

—¡No vayas Luz, es peligroso!—tomó el brazo de la joven y la miró seríamente—recuerda que nadie debe de saber lo que eres—decia muy preocupada.

Habían gritos por todos lados, eran 5 sujetos en total los que tomaban todo el botín y lo ponían en un carro. Uno de ellos habló ya que le estaba volviendo loco todo ese ruido.

—¡Callense de una buena vez o mataré a esta basura!—tenia su arma en la cabeza de un pobre cajero quien temblaba de miedo y lloraba desconsoladamente. Al ver que no hacían caso, detonó el arma dejándolo sin vida.

El silencio reinó en el lugar después de ver ese suceso, los sujetos aprovecharon a huir en la salida de la parte trasera donde solo podían entrar empleados. Los hombres corrían pero constantemente disminuian para apuntar y posiblemente matar a algún tonto que se quiera hacerse el valiente.
La policía vino 20 minutos después, todos los testigos dieron la versión de la historia mientras sacaban el cuerpo de la pobre víctima.

—Pobre chico, ojalá atrapen a esos rufianes. El no se merecía tener ese final—comentó Eda triste mirando aquel lugar manchado de sangre.

—Claro que sí Eda, ellos sufrirán como aquel pobre chico....¡me encargaré de eso!—exclamó decidida, dejando el carrito y a una sorprendida Eda atrás.

Corrió hacia la bodega del lugar procurando que nadie la siguiera y en unos segundos invocó su traje de su clan. Tomó su bastón y salió volando de allí hacia una ventana.
Estuvo buscando por los alrededores pero todo le parecía muy confuso por la similitud de los edificios y automóviles. Usando un hechizo del oráculo logró captar despues de terminar casi agotada donde se encontraban. Estaban asaltando un pequeño restaurante.

—Estos sinvergüenzas no les bastó con arruinarme el día y el de los demás, sobre todo del pobre chico inocente.

Se dirigió hacia el lugar. Ya se estaban marchando cuando levantó la van con sus confiables lianas. La gente que se hallaba allí no podía creer lo que veían sus ojos. Algunos tomaron fotografías y otros vídeos. Luz azotaba ese enorme transporte dejándolo inservible. Los hombres tomaron sus armas pero ella usó las mismas lianas como escudo evitando salir herida. La policía llegó al lugar tiempo después. Habían lianas por doquier, los tipos amarrados por ellas y sus armas magulladas por esas mismas plantas. Luz solo veía desde lejos mientras los oficiales revisaban todo. Encontraron el carrito de la tienda que había sido asaltada en la mañana. Ella deshizo el hechizo para que pudieran llevárselos a prisión y se despidió de todos dejando atónitos a los presentes.

Buscó un callejón y volvió a su "apariencia humana" como le decía Eda pero era su ropa favorita que usaba en su mundo. Fue caminando a casa al salir procurando estar alerta por todo.

Se imaginaba encontrar a Eda furiosa por desobedecerla y dejarla allí sola en todo ese revuelo. Al llegar se sorprendió que no se encontraba por lo que decidió esperarla afuera ya que no tenía llaves para entrar, las había dejado en la guantera antes de bajar, solo le quedaba sentarse en el pórtico.

Vió llegar el viejo auto un rato después. Estaba temerosa ya que Eda se encontraba seria. La acompañó temerosa esperando lo peor.
Ambas se sentaron en el comedor mientras el felino se fue al sofá para recostarse.

—Eda yo, lo siento por desaparecer así es que...—fue interrumpida abruptamente.

—Escucha—se frotó las sienes y continuó—se que eres una chica buena y por eso te aprecio y no quiero que nada malo te pase, por eso me preocupo para que nadie sepa tu identidad secreta. Se que he sido muy sobre protectora contigo y lamento eso.

—Yo...

—Dejame terminar—suspiró—pero si quieres hacerte la heroína salvando a todos en Midtown, adelante pero ten mucho cuidado pequeña ¿entendido? y a la próxima no salgas así que me preocupas. Creo que debo comprarte un teléfono celular para estar en contacto —murmuró para si misma.

Luz sonrió ante esto, no esperaba que le diera la libertad que necesitaba, se levantó de su asiento para darle un fuerte abrazo le dió un abrazo sorprendiendo a la mayor. Después de aclarar todo cenaron unas sopas instantáneas y se fueron a dormir.

Ahora una nueva heroína cuida la ciudad de Midtown. ¿Qué le deparará a la bruja en el futuro?.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top