Llegada al reino humano.

Islas Hirvientes.

Era un día común y corriente en las Islas Hirvientes. Bueno, tan normal como lo puede ser en una isla repleta de magia y demonios. Un lugar pacífico y próspero, donde las brujas convivían tranquilamente entre sí, fusionando varios tipos de magia para lograr maravillas con las que otras especies apenas y eran capaces de soñar.

Entre sus habitantes, había una chica que se había hecho fama por ser traviesa y rebelde, que nunca obedecía a su madre. Su nombre era Luz Noceda, una de las brujas salvajes más poderosas de las Islas Hirvientes a pesar de sólo tener catorce años. Y ese día, como ya era costumbre, se encontraba practicando sus habilidades.

-¡Wooohooo, así es como se hace!-Luz sobrevolaba las Islas sobre su bastón mágico con un búho tallado en la punta llamado Owlbert. Se elevaba, descendía, aceleraba, hacía piruetas en el aire, incluso surfeaba encima del bastón, otra de las tantas cosas que sacaban de quicio a su pobre madre, Camila Noceda.

-Y para mi gran final...  

Luz se soltó del bastón y descendió a toda velocidad en caída libre. Dibujó un círculo en el aire con el cual creó un tobogán de hielo enorme por el cual descendió a toda velocidad antes de invocar un hechizo de fuego con el que derritió el hielo para crear una pantalla de humo y, como ella misma decía, aterrizar con estilo en medio de la ciudad de Huesosburgo. 

-Uff, es agotador pero increíble-dijo mientras recuperaba el aliento. Todos, como siempre que hacían eso, aplaudieron a la joven bruja por semejante demostración de habilidad y ella como cualquier persona humilde hacía reverencias y se dejaba ovacionar por todos los habitantes de las Islas.

-¡LUZ NOCEDA!

Bueno, casi todos.

-Ah, hola mamá-dijo Luz riendo nerviosa-. ¿Ocurre algo?

Su mamá no le devolvió la sonrisa.

-Tú, yo, casa, ahora.

Al ver la expresión tan seria en el rostro de su madre, Luz no se atrevió a decir ni una palabra mientras se iba con su madre. Una vez en la casa, ubicada en medio de uno de los bosques más alejados de Huesosburgo, su madre cerró puertas y ventanas y luego se quedó mirando fijamente a su hija con los brazos cruzados.

-Entonces...

-¿Te he dicho, sí o no, que no puedes usar tus poderes sin mi permiso?

-Pero mamá...

-Pero nada-dijo Camila en tono severo-. ¿Te lo he dicho sí o no?

-Sí, ma.

-¿Entonces qué fue lo que acabo de ver?

-Es que no es justo-dijo Luz cruzándose también de brazos, algo molesta-. ¿De qué me sirve tener estos increíbles poderes si no puedo usarlos?

-Quiero que los uses-dijo Camila-. Pero antes, tienes mucho que aprender.

-¿Qué tengo que aprender? Me has enseñado a pelear, a combinar hechizos, todo lo que me podías enseñar ya lo sé.

-No todo-dijo Camila-. Es cierto que eres una bruja poderosa, pero no estás lista para manejar tus poderes de forma independiente. Primero tienes que madurar.

-¿Madurar? Yo no quiero madurar, no soy una fruta. Lo que quiero es divertirme como los demás chicos de mi edad. ¿Por qué no puedo hacerlo?

-Porque no eres como los demás, eres una bruja salvaje, ¿tienes idea de cuántas personas están interesadas en robar tu poder?

-Eso me lo has dicho un millón de veces y nada me ha pasado hasta ahora.

-Hasta ahora, y preferiría que no te pasara-dijo Camila llevándose una mano a la frente negando con la cabeza-. Ay, ¿qué diría tu padre si te viera?

Aquello le dolió un poco a Luz.

-No sé, ya no está-dijo casi en un murmullo-. Tenía tres años cuando murió.

Al ver la expresión triste de Luz, Camila sintió que se le bajaba el coraje y se acercó a rascarle la cabeza.

-Sólo, prométeme que si vas a practicar lo harás dentro de casa donde pueda verte, ¿de acuerdo?

-De acuerdo-Luz sacó algo de sus bolsillos-. Te traje esto.

Eran unas flores. Algo aplastadas por el viaje, pero con un hechizo Luz hizo que quedaran como nuevas. Camila sonrió y finalmente abrazó a su hija.

-Ay, niña. Un día me vas a sacar canas verdes por tu rebeldía, pero así te quiero.

Luz sonrió.

-Bueno, no eres exactamente mi persona favorita. Puedes ser regañona y estricta, pero igual te quiero así ma.

Camila depositó las flores en un jarrón y, suspirando, volteó hacia Luz.

-Luz, hay algo que debo decirte sobre las brujas salvajes...

Pero antes de seguir, escuchó algo afuera en el patio.

-¡Agáchate!

Camila saltó y tomó a Luz entre sus brazos antes de que un hechizo de fuego la impactara.

-¡Ma! ¡Mamá! ¡¿Estás bien?!

-Agh, sí, estoy bien...-Camila se levantó con dificultad apoyándose en su hija-. Tengo que sacarte de aquí ahora.

-¡Owlbert!

El bastón de Luz fue a dar a su mano y ambas brujas crearon una explosión que destruyó la casa y cuya onda expansiva mandó a volar a los atacantes, cientos de personas vestidas con capas blancas y máscaras doradas.

-¡Capturen a la niña, maten a la otra!

-¡Vámonos ya!

Camila y Luz se subieron al bastón con Camila a la cabeza y en el camino fueron esquivando todos los hechizos que les lanzaban y a los cuales Luz respondía sin dificultad.

-¡Devora esto, basura!

Luz envió una llamarada contra unos cinco atacantes, obligándolos a revolcarse en el suelo para tratar de apagar las llamas.

-Así se hace hija, ahora...

Un relámpago las impactó y ambas cayeron a tierra.

-¡Mamá!

Luz corrió hacia Camila, quien fue la que recibió la mayor parte del daño.

-Luz... tienes... tienes que irte...

-¡No! ¡No voy a abandonarte!

-No Luz, por una vez en tu vida escúchame...

Camila sacó una llave de su capa y apretó el ojo que tenía en la cabeza. Una puerta apareció ante ellas. Al abrirse, vieron un bosque al otro lado, aparentemente de noche.

-¿Qué es eso?-preguntó Luz, confundida y asustada.

-Un portal, que conecta nuestro mundo con otro reino, un mundo llamado Tierra-dijo Camila mientras los atacantes enmascarados se acercaban-. Vete Luz, vete por favor. Esconde el portal, lleva a Owlbert contigo. Y por favor, nunca vuelvas a las Islas.

-No... no puedo dejarte...-dijo Luz llorando.

-Sí, sí puedes, y lo harás.

Camila dibujó un círculo en el aire e inmovilizó a Luz.

-¡¿Qué estás haciendo?!

-Mi trabajo: protegerte.

Sacó otra cosa de su capa y se la dio a Luz, un pergamino en blanco.

-Lleva esto contigo, algún día lo entenderás.

-¡No, mamá, por favor!

Camila no atendió a los ruegos de la niña. La arrojó a ella junto al bastón, la llave y el pergamino al otro lado del portal. Los atacantes de su lado estaban cada vez más cerca.

-¡NO!-una vez libre de los efectos del hechizo inmovilizador, Luz corrió hacia el portal, pero Camila simplemente sonrió una última vez mientras se preparaba para detener a los enmascarados.

-Te amo, Luz.

Entonces concentró una enorme cantidad de energía que poco a poco empezó a volverse cada vez más inestable dentro de ella hasta que finalmente provocó una tremenda explosión justo antes de que el portal se cerrara, aunque la onda expansiva también alcanzó en parte a Luz, quien fue lanzada contra un árbol junto a Owlbert y el pergamino.

Todavía viendo estrellitas, Luz se levantó y fue hacia el portal. La explosión no lo había dañado, y aún tenía la llave. Podía volver, podía salvar a su madre. Después de todo, ella era Luz Noceda, la bruja salvaje más poderosa de todas. Ella podía lograr lo que fuera, ella...

Justo cuando iba a apretar el botón, se desplomó en el suelo y empezó a llorar, recordando lo que su madre le acababa de decir.

No Luz, por una vez en tu vida escúchame...


Y por favor, nunca vuelvas a las Islas...


Te amo, Luz...

No podía volver, le gustara o no. Sabía que su madre siempre tuvo razón en todo lo que le decía sobre ocultar sus poderes, pero ella nunca quiso escuchar. ¿Y qué había logrado? Matar a su madre. Todo era culpa suya. Si tan sólo no hubiera sido tan tonta...

Se levantó, tomó a Owlbert y se guardó el pergamino junto a la llave. Descubrió que el portal podía doblarse como si fuera una maleta y se lo colocó bajo el brazo antes de empezar a caminar. Todavía estaba triste, todavía estaba llorando, pero sabía que no podía quedarse ahí. Algo tenía que hacer ante su lamentable situación, rápido.

-Esta vez te haré caso, mamá-dijo Luz con tristeza-. Lo prometo.

Lo que Luz no sabía es que la onda expansiva no sólo la había golpeado a ella.

Pentágono. Cuarto de Crisis.

-¿Algún reporte sobre el apagón nacional?

-Nada, señora. Seguimos investigando.

-Powers, Trigger, investiguen si fueron los rusos, los chinos o los norcoreanos, ahora.

-Sí, señora.

-Comuníquenme con la Fuerza Aérea, Marina y con la NASA. También quiero saber si pudimos haber sido nosotros.

-De inmediato.

Todos en el gobierno junto a las Fuerzas Armadas estaban alterados luego de que una especie de pulso electromagnético que acababa de freír la mitad de la red eléctrica de la nación estadounidense.

-Esto podría ser un ataque premeditado-decía una mujer de cabello oscuro, piel pálida y ojos verdes-, si es así quiero saber quienes y de donde, ¡de inmediato!

Todos los ahí presentes hacían lo que podían. Lilith Clawthorne, Secretaria de Defensa de los Estados Unidos, no era conocida por ser alguien que perdonara fácilmente la ineptitud y la falta de resultados.

Pero no había mucho que hacer ante esa situación.

-Señora, acabo de colgar con Moscú-dijo el agente Powers de la CIA-. Están negando cualquier implicación en el apagón.

-¿Podemos confiar en que esa información sea verídica?

-Señora, Corea del Norte y China niegan estar involucrados-dijo Trigger.

-¡Señora, tampoco fuimos nosotros!

-¡Ni la Fuerza Aérea!

-¡Ni la Marina!

-¡Ni la NASA!

-¡Muy bien, muy bien, escuchen!-Lilith golpeó la mesa y todos al instante guardaron silencio-. Podrían ser terroristas domésticos. Si ese es el caso ocurrió dentro del territorio nacional. Localicen el punto desde el cual se generó el pulso, ahora.

-Señora, tiene una llamada entrante-dijo su asistente pasándole un teléfono-. El presidente.

Lilith suspiró.

-La tomo.

El presidente estaba igual o más angustiado que Lilith.

-Clawthorne, ¡¿qué demonios fue lo que pasó?!

-Lo estamos investigando, señor. Nuestras primeras hipótesis señalaban un ataque nuclear preventivo, pero hasta el momento nada parece corroborar esa teoría.

-¡¿Entonces?!

-Ahora creemos que podría tratarse de terroristas domésticos. No se preocupe, estamos localizando el punto desde el que se generó la onda electromagnética, cuando lo hallemos podremos empezar a descubrir que fue lo que pasó.

-¡Señora, localizamos el punto de impacto!-uno de los militares se acercó a Lilith con tableta en mano-. Aquí, en un bosque ubicado en Connecticut, cincuenta kilómetros al norte de la ciudad de Gravesfield.

-Gravesfield...-murmuró Lilith-. Muy bien, gracias Johnson.

-¿Entonces ya localizó el punto donde se generó el pulso?

-Lo tenemos, enviaré un equipo a investigar de inmediato. Encontraremos a los responsables y los aprehenderemos.

-Más le vale.

El presidente colgó y Lilith volvió a centrar su atención en los ahí presentes.

-Damas y caballeros, oficialmente entramos en *DEFCON 4. Quiero a todos los servicios de inteligencia vigilando cielo, tierra y mar las veinticuatro horas del día. Hasta el momento el mundo no sabe que pasó y nosotros tampoco, daremos una conferencia de prensa informando que fue un fallo masivo de la red eléctrica causado por un cortocircuito. Esta operación debe proceder de forma clasificada, nadie informará nada de esto hasta saber a qué nos enfrentamos, ¿quedó claro?

-Sí, señora-respondieron todos.

-Señora, hay alguien que podría ayudarnos con esto.

-No empieces McKenzie, por favor.

-Pero señora, aunque sea algo excéntrico...

-¡¿Excéntrico?!-gritó uno de los tenientes-. ¡Hasta Dios sabe que ese tipo está más loco que una cabra!

-Pero es brillante-dijo el general McKenzie-. Coeficiente de 150, tecnología militar revolucionaria, y no ha fallado en ninguna operación. ¿Alguno de ustedes recuerda el Golpe de Estado en Uzbekistán?

-Eso nunca pasó-dijo Lilith todavía insegura.

-Exacto, todo gracias a él-respondió McKenzie-. Por favor, señora, si queremos mantener esto en secreto, un contratista militar de bajo perfil sería la opción idónea.

Lilith meditó un momento la opción.

-¿Alguien más tiene operativos no militares que puedan manejar esta crisis bajo los más estrictos estándares de discreción?

Todos se miraron unos a otros, pero nadie respondió.

-Bueno, no tenemos opción-dijo Lilith negando con la cabeza-. Quiero a Wittebane en la línea ahora.

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Glosario.

DEFCON: Condición de Defensa por sus siglas en inglés. Es un término utilizado para medir el nivel de disponibilidad y defensa de las Fuerzas Armadas. Estas condiciones de defensa describen estados progresivos de alerta y disponibilidad que son activados por la Junta de Jefes del Estado Mayor y los comandantes de las Fuerzas Armadas. Los niveles de DEFCON se adecuan en función de la gravedad de la situación militar. En tiempos de paz se activa el DEFCON 5, que va descendiendo a medida que la situación se vuelve más crítica. DEFCON 1 representa la previsión de un ataque inminente y jamás se ha alcanzado.

DEFCON 4: Se refiere a una situación en la que se incrementa ligeramente la actividad de los servicios de inteligencia y se endurecen las medidas de Seguridad Nacional. Se mantuvo este nivel durante la mayor parte de la Guerra Fría y durante la Crisis de Crimea.

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