Eda la Dama Búho.
Bosque estatal Salmon River.
-Okey, Luz, tú tranquila-se decía la joven bruja mientras caminaba por el bosque-. Estás en un mundo totalmente desconocido, no puedes volver a casa, mamá... mamá se fue, y ahora sólo tienes a Owlbert...
El bastón de Luz, ahora convertido en un pequeño búho, la guiaba por el bosque mientras buscaban una salida.
-¿Qué voy a hacer?-se preguntó-. Debo buscar un lugar para quedarme. ¿Pero dónde? ¿Podré seguir usando mis poderes? No sé si la magia sea algo común por aquí. Tal vez debería...
De pronto, escuchó un aullido.
-¿Qué fue eso?
Owlbert se posó sobre su hombro mientras Luz buscaba en la oscuridad. No se alcanzaba a ver mucho, pero a la luz de la luna se podía ver algo acercándose.
-¿Es eso...?
Era un lobo, pero al venir de las Islas Hirvientes, Luz pensó que era un hombre lobo.
-¡¿Eso es un hombre lobo?!
El lobo gruñó y se lanzó contra ella. Por suerte, Luz fue mucho más rápida. Lo esquivó y salió corriendo en dirección opuesta.
-¡No, no, no, no!
Ni siquiera sabía hacia dónde iba. Todo lo que sabía es que tenía que alejarse de ese lobo lo más que pudiera. Consideró subirse en Owlbert pero el lobo estaba demasiado cerca y no le daba oportunidad de nada.
-¡¿Qué hago ahora?!
Sus ojos divisaron una especie de camino a lo lejos y pensó que quizás alguien estaba por ahí y podría pedirle ayuda. Sin pensarlo más, corrió hacia allá mientras el lobo le pisaba los talones. Casi podía sentirlo encima de ella.
-¡Vamos, por favor, dame fuerzas Titán!
El lobo alcanzó a rozarla con una de sus garras justo cuando iba llegando a la carretera y Luz por instinto lanzó un hechizo de fuego causando una pequeña explosión que la mandó a volar y alejó al lobo. Luz se golpeó la cabeza contra algo muy duro y que al parecer iba en movimiento, perdiendo el conocimiento.
-¿Qué fue eso?
Una mujer de piel pálida, cabello blanco muy alborotado y vestida de rojo vio que algo chocó contra su auto y acabó en el suelo. No parecía haber sido un venado.
-Quédate aquí, King.
La mujer dejó a su gato en el asiento del copiloto y bajó a ver de qué se trataba. Se aterró y se llevó una mano a la boca al ver que una niña se había golpeado con su auto.
-¡¿Ya la maté?!
Se aproximó corriendo y le tomó el pulso. Suspiró de alivio al ver que sólo estaba inconsciente. Sin embargo, al revisarla con mayor atención en busca de heridas, se dio cuenta que esa niña tenía algo raro.
-¿Por qué sus orejas son así?-se preguntó al ver las orejas puntiagudas de Luz-. ¿Es algún tipo de deformidad? Nunca había visto algo así.
Pero más extraño era su atuendo. Vestía una especie de disfraz de bruja blanco, cinturón dorado, una capa azul claro, pantalones azul oscuro y botas de punta negras. Pensó que quizás sería una de esas niñas que le gustaban las historias fantásticas. Aunque no se explicaba que hacía ahí en el bosque tan lejos de la ciudad más cercana.
-Ven niña, te llevaré al hospital-dijo la mujer cargándola y llevándola hacia su coche-. Descuida, vas a estar bien.
Colocó a Luz en el asiento trasero y se dirigió hacia la ciudad en la que vivía, Gravesfield, para que la niña pudiera recibir atención médica inmediata.
Sin embargo, al llegar se encontró con las calles hechas un caos. Mientras conducía, vio varias patrullas de policía dando indicaciones de tránsito mientras otros oficiales discutían con los ciudadanos que se veían molestos. Además, notó que todo parecía estar apagado.
-Lo siento, señora, tiene que dar vuelta a su vehículo-dijo un oficial al detener a la mujer cuando iba a dar la vuelta por una calle que la llevaría al hospital.
-¿Qué? Oficial, tengo que llevar a esta niña a un hospital, se golpeó la cabeza.
-Señora, entienda, hubo un apagón en toda la ciudad. Todos los civiles deben regresar a sus casas inmediatamente hasta que la energía se restablezca. El hospital no estará en funcionamiento hasta nuevo aviso.
-Pero...
-Regrese por favor o haré que la detengan.
Ante la insistencia del policía, la mujer gruñó y dio marcha atrás.
-Idiota-dijo mientras se dirigía a su casa en los suburbios-. Aunque quizás sea mejor así. Tendría que darle muchas explicaciones a la policía y a los doctores de donde encontré a esta niña y cómo se golpeó la cabeza.
Llegó a su casa y vio que la situación no iba mucho mejor ahí.
-¿Eda? ¿Qué demonios está pasando? No hay energía en todo el barrio.
-No hay energía en toda la ciudad, Morton-respondió Eda, la mujer que había recogido a Luz-. Mejor regresa a casa, ya sabes que en situaciones así los saqueos pueden empezar en cualquier momento.
El vecino de Eda asintió y se metió a su casa. Eda hizo lo mismo con su gato y la niña en brazos.
-Okey, vamos a ponerte aquí-Eda colocó a Luz en un sillón y empezó a revisarla de pies a cabeza-. Parece que no tienes heridas. Bien podrías tener una contusión, pero al menos no te abriste la cabeza. No hay huesos rotos, tu pulso es normal... sí, parece que sólo te desmayaste. Increíble.
Eda dejó descansar a la chica en su sillón y se fue a darle de comer a King mientras encendía la radio.
-La policía y los servicios de emergencia ruegan a los ciudadanos que permanezcan en casa hasta nuevo aviso-escuchó que decía un reportero-. Creemos que el apagón pudo haber afectado a todo el Noroeste del Pacífico, pero hasta el momento no tenemos nada claro. Se ha informado que esto no parece ser un ataque terrorista ni militar, pero se desconocen las causas exactas del apagón. Seguiremos informando mientras la información se actualiza.
Apagó la radio y le sirvió la comida a King.
-Aquí tienes, gato holgazán-dijo Eda sonriendo mientras King, su gato negro, mientras se servía de comer a si misma, sin dejar de pensar en la niña que acababa de recoger.
¿Quién era esa niña?
Mientras tanto...
En el bosque, los soldados que habían sido enviados revisaban toda el área en busca de algún dispositivo o por lo menos una de sus parte que pudo haber causado el supuesto pulso electromagnético que dejó a medio país a oscuras.
-No logramos entenderlo, señora-decía el oficial al mando de aquel escuadrón mientras hablaba por teléfono con Lilith-. No hay residuos de ningún tipo. No hay huella electrónica. No hay rastros de algún tipo de explosivo. Nada.
-Eso es-dijo una voz seca y fría como el hielo-, porque no son más que un montón de idiotas que no saben hacer ni su propio trabajo.
Al voltear, todos vieron a un hombre anciano de tez pálida, ojos azul claro, labios arrugados y cabello largo, áspero y rubio ceniza que le llegaba hasta los hombros. Iba vestido de traje y traía su propia grupo de "soldados", hombres vestidos con traje negros bastante sofisticados y avanzados.
-¿Qué rayos hacen ustedes aquí? Esto es...
-Un área restringida por órdenes del gobierno, lo sé-respondió el hombre mostrando su identificación y un documento-. Philip Wittebane, CEO y dueño de las Industrias Belos. Ya sabe, la compañía de venta de armas más grande del mundo. Ahora, si me permite, estoy a cargo de la situación de ahora en adelante.
Volteó hacia sus hombres.
-¡Vamos muchachos! Mostrémosles a estos idiotas cómo hacer su trabajo.
Mientras los soldados veían con cierto desprecio y envidia, Philip avanzó por el terreno usando tecnología de reconocimiento de próxima generación, suya, que le permitiría descubrir qué fue lo que causó el pulso.
-Interesante-dijo al cabo de unos minutos-. Según esto, no hay residuos de nada que sea electrónico o nuclear, lo único que podría crear un pulso electromagnético.
-Gracias, genio-dijo uno de los soldados-. Eso ya lo sabíamos.
-Lo cual quiere decir-dijo Philip sin hacerle caso-. Que lo que haya pasado, no fue un pulso electromagnético. Claro, ya lo suponía. Esos pulsos no son tan poderosos.
-¿Entonces qué fue? Una nueva clase de arma.
-Quizás, pero de lo que sí estoy seguro-dijo recogiendo una hoja cubierta de un poco de sangre, la cual era de Luz-, es que lo que haya sido, es mucho más avanzado que mi tecnología. Y mi tecnología, es la más avanzada de la Tierra. Por lo tanto, no es de por aquí...
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