OO2
CAPÍTULO DOS
Torpemente sus ojos trataban de acostumbrarse a la luz solar que se filtraba por la ventana del cuarto, era la misma situación que vivió antes, era volver a despertar esa mañana, sólo que a diferencia, había un fuerte dolor en su cabeza que le hizo repasar los acontecimientos de hace... ¿minutos? ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido realidad, tal vez todo fue su imaginación, entonces pensó bien, ¡claro! era uno de esos locos sueños que parecen lúcidos. Eso tenía mayor sentido, porque que una niña con coletas de la nada saque conejos con alas y gorritos tiernos de la palma de su mano no tenía nada de lógica, puede que ver tanta televisión haya deteriorado su cerebro. Sonrió con tranquilidad, le iría a contar su 'pesadilla' a su madre en el delicioso desayuno. Miró al techo, luego bajó la mirada a un costado para tomar su móvil.
—¡AHH! —de un salto se sentó en la cama, tapando su cuerpo con las colchas blancas. «No fue un sueño» no, no lo fue. Una silueta sentada en la alfombra de su habitación se encuentra con sus ojos bien abiertos, mirándolo atento. Los labios le temblaron del miedo— E-Eres tú.
—Hola, ¿sigues traumado?
—¡No estoy traumado! —le gritó, un hombre no debería sentirse intimidado por una niñata, pero a él le daba un poco de miedo las capacidades de ella— Lo siento —volvió a verla—, es que... no entiendo que sucede.
—Ya te lo dije —se levantó, sacudiendo su trasero cubierto por un overol de jean azul, tenía un bordado de flores violetas, y debajo, una camisa a rayas—, me llamó Bora Lee y soy la princesa de una dimensión distinta a ésta. Tengo magia, humano tonto. —para demostrar sus capacidades superiores, chasqueo los dedos provocando que el juguete peludo de JiMin con forma de gato, se volviera de carne y huesos.
Sin palabras observó al gatito que camino a su regazo, con sus ojos verdes lo saludó antes de acomodarse y dormir una siesta. El muñeco que su abuela le dio a la edad de diez años -apodado 'patitas suaves' con su inocencia de niño- ahora era real, nunca pudo tener una mascota porque sus padres no lo dejaban, y ahora... es irreal. Tragó saliva, negando tocó el pelaje negro del mínimo, era tan suave, tan real, que no tuvo más remedio que aceptarlo. No hay explicación lógica a esos sucesos, esa chica es una princesa con magia.
—Mierda, jamás pensé ver algo así. —susurró.
—¿Lo ves? Tengo magia, aunque aquí para ustedes no, en mi mundo es común.
—¿Y q-qué haces aquí? —Bora se sentó en su cama con libertad— Digo, ¿cómo llegaste?
—Por un portal, tontito, duh. —explicó, como si fuera la jodida cosa más obvia del universo— Y por qué estoy aquí, no lo tengo muy claro, mi madre me envió, debe pensar que necesito amigos de mi edad que no sean ancianos de la corte tratando de enseñarme modales o hechizos.
—Eso quiere decir que irás a la escuela, ¿no?
—Supongo. ¿Tú vas a la escuela, JiMin?
—Todos deben ir, no es como si pudiera elegir o no.
—¿No crees que es injusto que no podamos elegir? —con su aire amistoso, se acostó en la punta, teniendo al gato que transformó en real latiendo su mejilla. Ella actuaba de la forma que cualquier amigo cercano actuaría, era parte de su extrañeza.
—No es tan malo, no cuando tienes el resto de tu vida para decidir por ti mismo.
—Hum, al menos para ti es así.
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