O12

CAPÍTULO DOCE

A la edad de catorce años, Bora Lee se había enamorado profundamente de NamJoon. Sin dudas, se trataba de un joven corpulento, inteligente, gracioso, y atractivo, además de poderes demasiado enormes pese a su temprana edad de doscientos años. Al conocerse, su madre lo presentó como su futuro prometido, habían hecho un tratado a sus espaldas para unir ambas familias. Ellos entregaron a su primogénito para que ambas sangres se unan, era necesario casarse con él para asegurar que la familia demoníaca no atacaría el reino como en otras oportunidades, y dando a su heredero para concebir hijos, el lazo de una familia los ataria eternamente a jamás tratar de destruir las tierras mágicas.

Política, solo eso.

Pero la había conseguido cautivar a su forma única, llevándola a recorrer el inframundo, burlándose de los duendes o destruyendo cuevas abandonadas para ver estallar las rocas, era divertido. Y solo con él lograba escapar del confinamiento exhaustivo del castillo, donde sus molestos profesores la obligaban a estudiar doce horas diarias.

NamJoon era el hombre de sus sueños, y fueron unos dos años muy agradables. Hasta que se percató de algo: estaba loco.

— ¿Y por qué terminaron?

Una vez cambiada, la muchacha se sentó al lado de JiMin en la cama, con el gato negro refregandose contra su mano que lo acariciaba.

— Es un psicópata, ni siquiera entiendo porque mi madre pretendía casarme con un demonio. Están todos locos, si no haces lo que ellos piden estallan.

— ¿Él… estalló?

— Su cuerpo en llamas incendió el bosque del reino, muchos murieron gracias a su enojo. Intenté salvar a los más que pude, pero las llamas del infierno para ser apagadas necesitan de una magia muy poderosa. —consternado, el adolescente parpadeo sin creerlo — Mamá llegó justo a tiempo antes que el fuego pase a la ciudad, lo envió a casa a través de un portal, y usando sus pocas fuerzas, apagó el desastre. Estuvimos al borde de una guerra, aunque los reyes se disculparon para apaciguar el enojo de mi madre. En resumen, el compromiso fue roto y ahora ambos pueblos están en una situación tensa.

— Así que tu primer amor fue un lunático que casi mata tu reino. Uff, y yo que creía tener mala suerte en el amor.

— Bueno, tu suerte es la peor entre ambos, porque al menos si di mi primer beso.

— No seas grosera, Bora Lee. —con sus mejillas rojas cruzó los brazos, oyendo como ella reía a carcajadas— ¿Y no lo extrañas ni un poco? —sus ojos viajaron a aquella expresión que se dibujaba en su pálido rostro sin maquillaje.

Ladeo la cabeza pensativa, luego de unos segundos llenos de tensión, terminó negando con una sonrisa— Ni un poco. En un principio me sentía solitaria y aburrida en el castillo, pero ahora… encontré algo mejor.

— ¿Qué es?

— A ti, tontito. —señaló. Las mejillas de JiMin se volvieron a colorear con nerviosismo, río con timidez agachando la cabeza— Y a tus padres, a los chicos de la escuela… En su mayoría, todos son agradables.

— S-Sí, bueno, eso es lo que da una escuela: compañeros, amigos… parejas. Lo normal.

— Eres divertido, JiMin. Eso es lo que me gusta de ti.

— Y tú… eres jodidamente extraña cada día, supongo que eso es lo que también me gusta de ti.

Era vergonzoso admitirlo, pero, de verdad, podría acostumbrarse a Bora Lee más rápido de lo normal.

¿Qué es ese sentimiento que le hace sudar las manos? ¿Y por qué no le puede mantener la mirada? ¿Desde cuándo sus ojos son tan lindos?

Oh, tal vez, el efecto Bora Lee ha llegado a él.

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