19.

┌──────── ∘°☄️°∘ ────────┐
Salvatore.
└──────── ∘°☄️°∘ ────────┘
(Deben leer el capítulo 00 y 09)

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

Nico di Angelo Pov.

Hace unos minutos dejé de escuchar la voz de mis amigos.

Corro a través de la niebla, jadeando por el esfuerzo, ignorando el dolor en mis pulmones por el aire frío que se cuela en mi pecho, mis ojos arden y sé llenan de lágrimas al sentir el aire frío chocando contra mis globos oculares.

Pongo toda mi concentración en mover mis pies lo más rápido posible persiguiendo una figura femenina apenas visible entre la niebla.

Lo único que logro escuchar es mi propia respiración agitada y el sonido de mis pies chocando contra el asfalto mientras persigo la estela que deja la joven de cabellos rizados a su paso. Y en realidad, lo único que distingo en la niebla es su cabello sacudiéndose en el aire mientras huye de mí.

Siento que corro durante horas.

La niebla se dispersa lo suficiente para ver algunas casas y autos de aspecto descuidado y rústico.

— ¡Chiara! ¡Chiara…!— Grito con desesperación mientras giró sobre mí mismo de un lado al otro, buscando algún rastro de ella.—¡Chiara!

El aire se escapó de mis pulmones en una exhalación temblorosa.

Mi vista vuelve a la carretera recta y a lo lejos noto una figura femenina en el suelo, tropiezo con mis propios pies y ahogó un grito. Me tambaleó. Apenas me logro mantener en pie, temblando y sudando frío mientras me acerco.

Su vestido blanco está desparramado sobre el suelo manchado de un color rojizo oscuro, su cabello marrón qué caía sobre la carretera de piedras y su piel tenía un subtono gris enfermizo.

Mi corazón se detuvo.

Cuando por fin reaccionó, aceleró mis pasos y me lanzó hacia su cuerpo.

— ¡Chiara…!— Grito y me arrodillo sobre el suelo, tomando su hombro para ponerla boca arriba con la idea de darle los primeros auxilios.

En cuanto lo hice su rostro cambio en un parpadeo. Doy un salto hacia atrás atragantándome con el olor pútrido.

Estaba acostumbrado al olor a muerte del inframundo, pero esto era peor.

Mi abdomen se contrajo y la bilis subió por mi garganta vertiéndose sobre la calle de piedras. No tenía absolutamente nada en el estómago, pero los músculos de mi abdomen seguían contrayéndose una y otra vez intentando salirse por mi boca.

Me levanté a traspiés, tratando de alejarme de la fuente de aquel olor nauseabundo y penetrante.

Me cubrí la nariz con el antebrazo.

Artur.

Artur el amigo de Chiara.

El sátiro que envío la información del posible semidiós en el pueblo.

Reconocí de inmediato al cuerpo inerte frente a mí, aunque la mitad de su cara estuviera carcomida.

Curiosamente, no tenía insectos.

El cadáver del sátiro debía llevar mucho tiempo allí, por qué estaba en un alto estado de descomposición.

Retrocedo sobre mis pasos.

Esto no tenía sentido, ¿Cómo era posible que nadie viera el cadáver y las autoridades se encargarán de él?

Miro a mi alrededor y lo noto.

No hay sonido.

Es como si el mundo se hubiera apagado, no escucho el sonido del viento sacudiendo los árboles, ni los animales silvestres, autos, personas, simplemente no hay sonidos.

En realidad, no siento nada. Como si no hubiera ningún rastro de vida en el pueblo. El lugar está desierto y frío.

Las ventanas llenas de polvo.

Las luces apagadas.

Las camionetas estaban dispersas por la carretera de piedras.

Jadeo y el sonido entrecortado de mi voz llena mis oídos, tambaleándome, tratando de alejarme del cadáver, ya no había nada que hacer por él. Así que trato de concentrarme en seguir buscando a Chiara en el pueblo.

—¡Chiara! ¡Chiara!

Camino a paso rápido, tratando de ajustar mis sentidos para percibir las auras a mi alrededor, pero todo mis sentidos se sienten adormecidos.

¿Quizás es por qué no he estado comiendo bien? ¿La falta de sueño?

Hay algo.

Como latidos lentos en la lejanía, pero son demasiado difusos para mí.

Me arrepentí enormemente de no comer más los últimos días, por qué estaba demasiado débil como para controlar perfectamente mis dones.

No podía respirar, incluso eso me hacía sentir exhausto.

Solo quería encontrar a Chiara y…

El sonido del vidrio rompiéndose es lo primero que capta mi cerebro y luego el golpe de mi cuerpo contra el suelo.

Algo chocó contra mi costado tanta fuerza que mi cuerpo fue lanzado por los aires como si no pensara nada.

Todo pasa muy rápido.

La compresión de que atravesé la vitrina de una tienda llega a mi mente antes de quedar inconsciente.

(...)

— ¿Qué te parecen?— Pregunto con una sonrisa genuina en su rostro. Sus mejillas llenas de hoyuelos adorables.

Chiara levantó la falda larga que estaba usando, girando sobre sus pies para presumir sus lindos tacones.

— Son zapatillas rosa de ballet… — Me estiró por encima del mostrador para mirarlo— Con tacones.— Agregó.

La sonrisa de Chiara flaqueo y rodó en círculo sus preciosos ojos jade.

— Pero, ¿No te parecen lindas? Me costaron todo mi último pago.— Me comentó con su armoniosa voz.

Ella se balancea de forma elegante hacia mí y se acerca dejando que mis fosas nasales se llenen de su aroma.

Chiara huele tan bien. A cerezas.

— Son bonitas.— Exclamó con seguridad y altanería.

— No lo digas por compromiso.— Bufo, inflando sus mejillas—Puedes ser sincero conmigo, yo lo soportaré.

Me acerco, cruzando mis brazos por debajo de mi pecho para que nuestras respiraciones ligeras se mezclaran.

— Parece que te hacen feliz, y eso me gusta.— Le susurro y ella trata de no sonreír como una tonta enamorada, pero no lo logra y yo hago lo mismo.

Puedo ver lo patéticamente encantado que me veo en sus pupilas.

Chiara cierra sus ojos y me parece adorable que espere pacientemente por un beso. Sonrió complacido, me
Inclino y beso su mejilla dulcemente.

Esa noche busqué esos mismos tacones en internet y le compré otro par, solo que de color celeste. Al final de nuestra cita el fin de semana se los entregué en una caja de regalos, y ella me miró con dulzura, agradecida que recordara las cosas que le gustaban.

Aunque intento negarse a recibir el regalo por qué era muy costoso. Ella los recibió cuando le expliqué que yo no podía usarlas y que ya las había comprado, y no pensaba regresarlas.

Desde entonces utilizo las mismas zapatillas en nuestras citas.


Me obligó a mí mismo a despertar aunque los dulces sueños que me llevaban devuelta me tentaron a permanecer dormido por días.

Pero no podía permitírmelo.

Chiara me necesitaba.

Me necesitaba y no importaba lo difícil que fuera, la encontraría.

Además, no podía seguir inconsciente si había un monstruo por allí listo para devorarme mientras dormía.

Me obligó a mí mismo a abrir mis pesados párpados, ignorando el dolor punzante en mi cabeza. Fuerzo todos los músculos de mi abdomen y logro sentarme, mi cabeza parece palpitar y cuando llevo mi mano a la zona en mi cuero cabelludo siento que mis dedos se humedecen con un líquido tibio.

Me muevo lentamente y miro mi mano bañada en sangre carmesí.

— Carajo.— Susurro.

Desconcertado miro a mi alrededor y noto que los anaqueles y estantes de la pequeña tienda están cubiertos por una capa de polvo. Aún hay productos en buen estado, pero solo enlatados.

Repasó el pequeño establecimiento con la mirada y mis ojos se detienen en unas elegantes zapatillas de ballet de color celeste, piernas pálidas que se mantenían suspendidas en el aire cubiertas por una falda blanca. Toda mi piel se eriza. Alzó la cabeza y me encuentro una figura femenina que cuelga del techo por el cuello con la cara cubierta por caballos rizados.

La imagen se instala en lo más profundo de mi cerebro mientras observo su cuerpo colgando por encima de mi cabeza. Rígida.

No necesitaba ver su rostro, conocía su cuerpo, conocía cada uno de sus cabellos, su ropa y sus tacones.

Había llegado tarde.

No pude hacer nada por ella.

Le fallé. Le fallé otra vez.

Ahogó un sollozo lastimero que emerge del fondo de mi garganta.

¿Quién le hizo esto? ¿Se lo hizo a sí misma? ¿Cómo terminó aquí?

Todo esto es mi culpa. Chiara está muerta, y todo es mi culpa.

Me levanto y me tambaleó en mi lugar sin poder respirar. Mis ojos arden y se llenan de lágrimas, siento las lágrimas tibias y caer por mis mejillas, juntarse en mi mentón y caer. Doy pasos torpes y me abalanzó sobre sus piernas para abrazarla. Deseando un último abrazo con ella, deseando haberla salvado.

Mis brazos envuelven mi propio torso y choco contra el mostrador.

Sin aliento. Me giró hacia atrás y el cuerpo de Chiara ha desaparecido. No hay nada allí, ni siquiera la cuerda.

El shock inicial hace que el tiempo se detengan para mí. Aturdido.

No sé cuento tiempo pasa hasta que escucho un sonido de traqueteo que llama mi atención. Sus ojos jade me devuelven la mirada, luciendo sana y llena de vida, con las mejillas carmesí y ojitos llenos de brillos. Chiara hace un gesto con la mano, llamándome.

— ¿Chiara…?

Ella corre y sale de mi campo de visión. Mi cuerpo se mueve solo y salgo de un salto a través de la vitrina rota, corriendo detrás de Chiara.

Mis pasos se detienen y la niebla se dispersa dejándome ver el centro de la Ciudad, con viejos edificios de la época colonial y una gran fuente. La imagen frente a mí es idílica, como la descripción de las ninfas en antiguos relatos de filósofos griegos. Chiara se mueve por la fuente bañada por el sol, salpicando con sus pies, levantando la falda de su vestido para no mojarse.

Su cabello rizado brillaba adornado con una corona de flores.

Se veía preciosa.

Como si fuera la viva imagen de lo que aquellos griegos describirían como la belleza y hermosura.

Quiero gritarle que la amó. Que la estuve esperando durante semanas. Que nunca dude de que siguiera con vida, que no iba a volver a fallarle.

Pero no podía, no lograba pronunciar palabras, mi garganta se cerró y solo reaccioné cuando sentí mis piernas mojadas daba zancadas hacia ella.

Me detuve a unos pasos de distancia. Chiara se mantuvo inexpresiva, con esa aura de calma que siempre estaba desordenado, como un lugar seguro para refugiarse durante la tormenta.

Contuve el aliento y alce mi mano temblorosa, tratando de tocarla.

— ¿Eres tú? ¿La verdadera tú?— Pregunto con voz susurrante.

—¿Quién más sería?— Pregunto y mis dedos atravesaron su mejilla, como si fuera un mensaje de iris, su figura se distorsionó y volvió a ser estable.

Mi corazón se estremece y retrocedo, dudando de lo que ven mis ojos.

Quizás Jason tenía razón.

Quizás realmente enloquecí.

¿Y si es verdad?

¿Es realmente malo haber perdido la cabeza si puedo verla?

Mi Chiara.

Mi dulce Chiara.

— ¿Estás en mi cabeza? ¿Acaso me he vuelto loco?— Le cuestionó.

— No, aún mantienes tu cordura.— Me asegura —No tengo conexión con los otros, por eso no pueden verme… Trato, pero, no tengo las fuerzas.— Su voz suena distante y dispersa, como si viniera del fondo de mi cerebro.

Su voz hace que sienta un zumbido en los oídos, como una colmena agitada.

Es ella. Solo que no…

Solo no está en su cuerpo.

— ¿Dónde está tu cuerpo? ¿C-como puedo ayudarte?— Le cuestionó.

— Estoy por allá— Chiara señala una carretera de piedras que se dirige a la vieja iglesia del pueblo, apenas puedo verla a través de la niebla, solo puedo ver el campanario en la torre más alta—No recuerdo que me pasó.—Susurro— Ellos no te dejarán pasar— Frota su cien, confusa —...No dejarán que me lleves.— Murmura por lo bajo.

— ¿Quiénes?— Le cuestionó confuso.

¿Quién podría hacerle esto a Chiara? ¿Por qué a ella? De todos, por qué a la mestiza más amable entre todos.

— No lo sé, no. T-todo es demasiado confuso.— Brama Chiara y su voz se distorsiona, haciendo que su cuerpo pierda su forma y se disperse.

— Está bien, está bien, no pienses en ello.— Susurro acercándome, trato de abrazarla, pero atravieso su figura y ella desaparece entre mis dedos.

— ¿Sabes lo que les hacen a las brujas aquí?— Pregunta Chiara detrás de mí y me giró, observando a la menor —Las queman vivas.— Susurra amarga.

—Te salvaré, lo prometo.— Le aseguro con la voz llena de convicción.

— Se están acercando.— Ella se tira hacia la carretera que lleva a la iglesia —Saca tu espada Nico.— Exige.

Salgo de la fuente y llevo mi mano al mango de mi espada, alerta.

Veo una figura moverse entre la niebla. Algo se remueve en lo más profundo de mi pecho, achico mis ojos y aprieto mi agarre. Y entonces puedo sentirlo, desde que salí del autobús por fin pude sentir algo.

Un latido. Lento y humano.

— Es.— Mi mano se afloja sobre el mango de mi espada.— Mortal.

De reojo veo la figura de Chiara venirse en mi costado, mirándome con ojos llenos de determinación.

— Corta sus piernas, no dejes que se levante para seguir peleando.— Me susurra al oído con voz ansiosa.

— N-no, no es un monstruo, es solo un sujeto, no es peligroso. Escuchó como su corazón late y su alma resplandece.— Balbuceó, tratando de explicarle con la voz entrecortada, aturdido.

La figura sale de la niebla. Es solo un hombre común, que mide alrededor de uno sesenta, algo fornido y con una barba descuidada en su mandíbula.

Se ve borroso. Apenas distingo los rasgos fáciles en su rostro. Su ropa lucía descuidada, como si fuera una persona sin hogar, pero nada más.

— Mátalo o él te matará a ti.— Susurra con una voz amarga.

— No, no puedo.— Balbuceó.

A lo largo de los años había matado a miles de monstruos.

Criaturas mitológicas.

Había matado antes, pero ... Eran mis iguales, otros semidioses.

No hubo sangre. No fue violento.

Los humanos no tienen oportunidad contra mí, una pelea sería injusta.

— No van a dejar que te acerques, si realmente quieres salvarme tienes que hacerlo. — Exclama mientras el hombre se acerca. Agitado y exaltado, aprieto mi mano alrededor del mango de mi espada.— Pero no tienes que salvarme, puedes regresar y olvidar que existo, si lo haces no te juzgaré.

La miro de reojo.

— No te voy a abandonar.— Exclamó con seguridad — Quizás no— Mi voz se corta y por instinto me aparto del camino para evitar recibir el golpe.

El viejo yeso del que estaba hecha la estatua sobre la fuente se destruye con el golpe del hacha que recibió.

Mi respiración estalla debajo de mi labio superior, mi corazón se acelera en alerta para enviar más sangre de lo normal a mis extremidades, me giró rápidamente para ver al hombre de aspecto andrajoso y enfermo correr a toda velocidad directo hacia mí con un cuchillo de carnicero en mano.

—¡No dejes que te mate!— Grita Chiara en la lejanía, exaltada.

Incluso en mi precario estado, logro esquivar el filo de su cuchillo. Golpeó la parte trasera de sus rodillas de una patada y el hombre cae al suelo, pero se pone de pie casi de inmediato.

— ¡Detente! ¡No tenemos que— Mi voz se corta cuando me echo hacia atrás evitando el filo de su cuchillo.—¡Detente ahora!— Grito exaltado.

Cuando se lanza contra mí me veo obligada a detener sus manos por los antebrazos. Haciendo fuerza.

El hombre no respondió, solo gruñó como si fuera un perro con rabia y siguió empujando, tratando de clavar el cuchillo de carnicero en mi piel.

Lo empujé con fuerza y se tropezó hacia atrás, pero rápidamente volvió como si matarme fuera una necesidad en lo más profundo de su ser. Le lanzo un puñetazo a la nariz, gritándole que debía irse o lo dejaría inconsciente.

— ¡Vete! ¿No entiendes? ¡No puedes ganar contra mí!— Le gritó agitado.

Y aunque su nariz sangraba, rota, apenas tuvo reacción antes de alzar su brazo empuñando su arma.

— No, ni siquiera lo intentes.— Le advierto aunque no tenga armas que pueda usar contra él, pues las armas solo podía herir a los monstruos.

— No se detendrá. Si lo derribas se volverá a levantar.— Escucho la voz de Chiara detrás de mí, lejana.

Solo me distraje un instante.

Y apenas logré esquivar el corte que me alcanzó. Mi hombro ardía, dando punzadas de dolor mientras la herida en mi piel palpitaba con vida propia. Caí por accidente en la fuente, aquel hombre fue tras de mí como si fuera un animal sediento de más sangre.

—¡Nico!— Grito Chiara.

Me hago aún lado cuando el sujeto se lanza sobre mí cayendo de frente al agua, me arrastró por la fuente y mi mano encuentra el mango del hacha que destruyó la estatua de la fuente.
Cuando siento las manos del hombre sujetar mis tobillos y arrastrarme por el agua, lanzó el filo oxidado del Acha hacia atrás con todas mis fuerzas.

Todo ocurre en cuestión de segundos.

Él me mira con ojos opacos, abre la boca haciendo sonidos de gorjeo sin aliento, como si se ahogará. Se cubre el cuello con ambas manos, retrocede mientras una catarata de sangre baja por su pecho. Se tropieza y cae hacia atrás, tiñendo el agua de la fuente de color carmesí. Temblando, sostengo el mango del hacha con tanta fuerza que siento astillas clavándose en mi piel.

Mate a un mortal. Puede sentir el chispazo de su alma abandonando su cuerpo, su corazón dejando de latir.

Yo realmente…

Este hombre no tenia oportunidad contra mí, aún así le di una muerte horrible y sangrienta, pero no tenia la energía para dejarlo ir con paz.

Había cruzado una línea. Y ya no había vuelta atrás para mí.

— Reacciona, Nico — Susurra Chiara a mi oído con una voz dulce.

Al levantar la mirada veo su figura femenina a metros de mí, fuera de la fuente señalando un camino.

— Mira entre la niebla. Incluso si tus ojos te engañan, puedes sentirlos.—La joven me mira con pesar.— No tienes que hacerlo, vete mientras puedas.

Me pongo de pie, aferrándome al arma mortal en mi mano.

— No pienso dejarte.— Sentenció.

Holaaa chicas y chicos.

¿Cómo se sienten? Supongo que un poco aturdidos por lo que está pasando.

Weno, yo estoy igual de confundida. Jajjajaja mentiri y lo que sigue será peor, es momento de escuchar teorías fumadas después de este capítulo.

En el próximo capítulo mencionaré las teorías más fumadas.

Si les gustó el capítulo dejen muchos comentarios y votos.

Nadie.

ABSOLUTAMENTE nadie.

Ustedes sin saber que está pasando pero igualmente destrozados:

Bye bye.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top