17.
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“Taste.”
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Narrador Pov.
Will había notado ciertos cambios desde que Hazel y Frank se fueran. Él trató de hablar sobre el tema, sobre el motivo de la discusión, pero Nico no quiso tocar el tema en absoluto.
Él estaba raro, es decir, más raro que cuando hablaron en cuanto regreso de la universidad por las vacaciones de verano y ambos decidieron darse una segunda oportunidad. Nico era un tipo complicado, pero esto era casi ridículo si era totalmente sincero.
Lo notaba más decaído y sombrío.
Era raro, cuando empezaron salir de nuevo se encontró con una serie de cambios bastante buenos en él.
Nico había dejado de fumar tabaco por completo, él nunca lo insisto en que lo dejará, le parecía que lo hacía ver más atractivo y la nicotina en sus labios era casi adictiva. Pero si había causado muchas discusiones, por qué Nico siempre le echaba la bronca por fumar marihuana de vez en cuando.
También había aprendido a cocinar, aún recuerda la última vez que fue a su departamento y Nico le ofreció una de esas cenas congeladas horribles. Y en solo un par de meses, sabía todas las recetas de platillos italianos.
Cuando se reencontraron Niccolò le preparo una lasaña y estaba deliciosa.
Su Penthouse era otro cambio grande, ahora parecía habitado. Con muebles. Diablos, Incluso tenía decoración.
Antes de que terminarán el año pasado recuerda que el lugar estaba básicamente vacío, solo tenía un par de muebles totalmente necesarios como un microondas, nevera, una cama y armario. Nada más.
Una vez intento decirle que comprará un televisor, pero Nico lo descarto de inmediato diciendo que él no venía la televisión y sería un desperdicio.
Podría mencionar un millón de otros pequeños cambios que observó en el tiempo que estuvieron en su casa.
Incluso su ropa, noto que algunas de sus prendas habían desaparecido.
Camisas y chaquetas de las que Nico no quería desecharse aunque ya casi estuvieran inservibles. Hace años le dijo que las tirará, pero Nico acumula ese tipo de cosas como si guardarán en ellas los recuerdos de esos días.
Todos estos cambios positivos los encontró bastante esperanzadores.
Will se jactaba de conocer a la perfección a su primer novio serio, cada maña, y gusto, de pies a cabeza. Así que le sorprendieron todos estos cambios en tan poco tiempo.
Habían roto el verano pasado, y eso nisiquiera era un año completo.
Llegó a la conclusión de que su tiempo separados los había ayudado a madurar, mejorar y creer para qué se encontrarán en su mejor estado.
Obviamente, no regresaron para estar en el punto en que dejaron las cosas.
Will podría decir con seguridad de que estaban empezando de cero, es como si tuvieran 14 y 15 años siendo novios de manito sudada. Aunque si lo recuerda bien, ni siquiera en ese entonces Nico estaba tan cerrado.
Él le pidió tiempo para retomar el contacto físico y relaciones sexuales, lo que siendo sincero, lo desmotivó y decepcionó un poco, ya que nunca en toda su relación tuvieron problemas con el contacto físico o el sexo.
No solo lo extrañaba el apoyo y la satisfacción sentimental, sino que también echaba de menos el sexo.
Los dos ya eran adultos, no eran niños pequeños, así que esperar le pareció algo ridículo, pero aceptó sin dudar por qué fue el quién había insistió en darse una segunda oportunidad.
Podía conformarse con besos y abrazos por ahora.
El rubio de ojos azules y piel blanca entro en la cabaña de Hades y se sentó en la cama de Nico. En Inglaterra no había mucho sol y había perdido su bronceado que espera recuperar este verano con Piper practicando Surf.
Will sacó de su bolsillo un cigarro echó artesanalmente y un encendedor para empezar a fumar. Sabía que a su novio no le gustaba el olor, pero en su cabaña había muchos niños pequeños y no podía fumar marihuana allí. Y si lo hacía en el bosque, Quiron haría un escándalo de talla monumental.
Además, era solo un porro, Nico tenía que aprender a relajarse.
Él estudiaba medicina y luego haría una especialidad, debía aprovechar esos momentos para “relajarse”
Empezó a fumar y sintió como sus músculos perdían la fuerza.
Las ventanas estaban abiertas, pero decidió cerrarlas cuando el hit de este verano se coló dentro de la cabaña. Si tan solo Quiron prohibiera de nuevo el uso del radio, no tendría que rodear los ojos y bufar cada que escuchaba esa melodía en bucle una y otra vez.
Will amaba a Sabrina Carpenter, le ponía contento que estuviera siendo reconocida, pero no, no necesitaba escuchar «Taste» al menos no ahora.
Mentiría si no dijera que sentía curiosidad por la relación de rebote que tuvo su novio al terminar.
Cuando Nico le dijo que tenía “Novia” quiso reírse por lo absurdo de ello.
Se imaginó que esta chica lo había perseguido hasta que Nico le dio una oportunidad y empezaron a salir. Se lo imaginaba todo rígido e incómodo al lado de esa chica, casi obligado.
No quiso preguntar…
No sabía siquiera saber, porque le ponía demasiado celoso de que Nico hubiera tenido a alguien más.
Y luego están esas fotos…
Esas malditas fotos en las que se veía tan cómodo y feliz con esa chica.
Además, ¿Quién coño había puesto esas fotos allí? ¿Querían torturarlo? Parecía que querían avergonzarlo.
Y se sintió avergonzado y humillado.
Al menos la mayoría de la opinión pública estaba de su lado, por qué si no moriría de pura vergüenza porque le habían restregado en toda su cara y frente a todo los semidioses en todo el campamento, como su novio era feliz con otra persona mientras no estaban juntos. Así que sí, estaba amargado.
Ahora todo era peor, se sentía como si hubieran vuelto a los últimos meses de su relación cuando todo era tensó y parecía que se odiaban mutuamente.
Nico apenas lo tocaba, o besaba.
Y realmente actuaba como si lo odiara o molestará su presencia.
Así que estaba enojado. Y tensó.
— Carajo, Will…— Nico empezó a toser y se apresuró a abrir la ventana.—¡¿Cómo se te ocurre fumar con todas las ventanas cerradas!?
El rubio se levantó torpemente.
— Lo olvidé.— Se excusó.
— Ese maldito olor se quedará impregnado en las sábanas — Gruñó y empezó a recoger todo lo que pudiera meter en la lavadora.— Dioses.
— No te molestes.— Pidió Will con la voz entrecortada y lenta.
Como si estuviera borracho.
Nico gruñó, pero se contuvo. Apretó la mandíbula y dejo salir el aire.
— No estoy molesto.— Dice Nico entre dientes.— Vota el maldito porro por el escusado, odio ese olor.— Recuerda.
Nico tiene una razón válida además del olor para que no le guste que Will fume marihuana y es bastante obvio. Muchas personas fuman y están bien, Will no es una de ellas, se pone todo psicótico y alucina cosas raras. En su mayoría olvida todo cuando se le pasa el efecto, pero era Nico quien debía lidiar con ese comportamiento loco.
— Uhhhh, lo estás perdiendo.— Se burló en voz alta una voz femenina.
Will se giró hacia atrás y vio a una chica de cabello largo rizado acostada de lado en la cama de Nico, apoyando su rostro en su mano, con una sonrisa que llegaba a sus ojos jade, solo estaba usando una camisa negra que le quedaba como un vestido corto con una calavera blanca en el centro.
Así que estaba precisamente desnuda.
—¡Ah!— A Will se le escapó un grito de pánico y salto de la cama.
— ¿Qué? ¿Qué pasa?— Balbuceó Nico cuando su novio se escondió detrás de él y lo sostuvo por los hombros como una especie de escudo humano.
— ¡Ay, ay alguien…!— Chillo Will, pero la cama ahora estaba vacía.
— ¿Hay alguien? ¿En dónde?— Pregunto Nico mirando sobre su hombro para ver a su novio.
— Me parece que ya no te ama como antes, ¿Lo recuerdas? En ese tiempo hubiera hecho lo que sea por ti.— Le recordó en un tono malicioso y bulón apoyándose en el marco de la ventana —No lo sé, Will…— Suspiro y alzó la cara para mirarlo a los ojos — Quizás le gustan más las buenas tetas.— Dijo de forma burlona, guiñándole el ojo.
Will tomó la lámpara y la lanzo contra la ventana destrozando el cristal.
—¡Will! ¡¿Qué demonios?!— Chillo el pelinegro totalmente exaltado.
— ¿Cuántas veces lo has besado y me has probado en sus labios?—Pregunto mientras abrazaba a Nico por detrás —Ya no es solo tuyo, por qué incluso si se quedan juntos para siempre, y sé que es lo que quieres… Tendrás que vivir sabiendo que también fue mío.
Will estaba entre confundido, furioso y demasiado drogado para responder las preguntas de Nico sobre su actitud y por qué le estaba lanzando cosas.
— ¿Te preguntabas donde estaba su ropa? ¿Quién crees que la tiene?— Le cuestionó la fémina entre risas.
—¡Muérete perra!— Chillo Will.
— ¡Basta! ¡Estás actuando como un lunático!— Le gritó Nico.
— Míralo... Tan lindo.— La joven de ojos jade tomo mentón de Nico y se puso de puntillas para pasar la parte plana de su lengua por su mejilla y saborearlo en su boca.—Debiste ver lo apasionado que es conmigo.— Sonríe mostrando los dientes y se apoya más en él—Lo desesperado que estaba por meterse en mi cama.— Susurro.
(...)
— Me duele la cabeza…— Will se sentó en la camilla—¿Qué paso?
El pelinegro estaba allí sentado al lado de la camilla, aunque lucia molesto y frustrado, había un tazón en la mesita con fruta meticulosamente picada.
Will había estaba pacheco y muy desorientado, pero aun así lucía mejor que Nico con piel pálida, su rostro sombrío y ojos ónix tristes.
—Destruiste mi cabaña.— Dice entre dientes con los brazos cruzados sobre su pecho — Luego me lánzaste cosas a la cabeza y me llamaste “una maldita perra católica”— Le recordó Nico.
— Mmmm...—Will volvió a acostarse en la cama, mareado y aturdido— No me mires así.— Le suplicó el rubio.
— ¿Por qué sigues fumando esa mierda si sabes cómo te pones?— Le cuestionó Nico con voz áspera.
— No todas las veces me pongo psicótico, a veces solo me relajo y la paso bien.— Murmuro por lo bajo—Lo siento, Nico.— Se disculpó.
Nico no respondió.
Solo fijo la mirada en algún lugar de la habitación luciendo sombrío.
Apático. Y aturdido.
— Esto no está funcionando.
— No, no, no … ¿De qué hablas? Nos está yendo bien.— Balbuceó, Will.
— No, no es verdad.— Susurro Nico con voz ronca y se frotó el rostro con ambas manos.—Tú y yo no somos las mismas personas de antes y… Sobre todo, no somos de quien se enamoró el otro cuando éramos niños.—Dice.
Will quisiera estar sorprendido, lo supo desde el primer momento.
Ni siquiera podía exprimir una lágrima de sus ojos azules. Aun así, decidió meter el dedo en la llaga.
— ¿Es por qué soy hombre? ¿De pronto te volviste heterosexual?— Le cuestiona con amargura y burla.
Nico se mantuvo solemne.
— No se trata del género.— Dice—Es que ya no te amo más, yo… Creí que si— Exclama Nico y su voz se corta por un instante— Creí que te debía otra oportunidad por todo lo que pasamos juntos, pero estos días reflexione y no, no estoy enamorado. Y no creo que puede enamorarme de ti otra vez.
Will ahogó una risita amarga y se frotó el rostro con las manos.
— ¿Y qué? ¿Si amas a esa chica? — Le cuestiona—¿Si puedes enamorarte de ella? — Pregunta con voz incrédula.
— Eres mi primer amor, siempre lo serás y te aprecio por esos años en los que fuimos felices, pero Chiara es la persona que amo ahora.— Susurra.
Will apartó la mirada por qué se dio cuenta de que Nico hablaba en serio y que no iba a cambiar de opinión.
— Carajo…— Jadea.
— Siento hacerte perder el tiempo.— Murmura Nico por lo bajo.
— Solo fueron dos semanas.— Brama el rubio, recogiendo las piernas para abrazarlas.—Al menos no esperaste meses para decírmelo…— Bufa.
Nico bajo la cabeza.
— Lo siento.
— Está bien, está bien.— Repite Will una y otra vez—Aún me queda mucho verano para aprovechar.— Balbucea.
— …
— No me mires así.— Pide Will al ver los ojos llorosos del hijo de Hades y su rostro bañado en culpa y amargura.—Realmente tenía la esperanza de que las cosas volvieran a ser las de antes, pero estos días me di cuenta de que es imposible volver al pasado.— Aclara por qué en realidad, no le gustaba ver a su primer amor sufriendo así.
Nico soltó un sollozo ahogado y se cubrió el rostro antes de balbucear:
— Chiara de seguro me odia.
Will pasó dos horas consolando su exnovio por qué su novia no iba a “aceptarlo” de nuevo. Fue difícil.
— Ella te perdonará, solo fueron dos semanas de confusión…— Dijo Will tratando de minimizar la situación.
— ¡Me merezco los campos de castigo! ¡Ya no podré mirarla a la cara!
Will le dio palmadas en la espalda.
— Ya, ya, ya…
(...)
— ¡Ya ustedes dos, tómense un descanso…!— Grito Mónica al abrir la puerta del patio con una bandeja con vasos de limonada en sus manos.
Mónica estaba feliz de que Gabriele hubiera ayudado a Chiara a sentirse mejor, él estaba feliz de que no fuera al campamento mestizo por qué desde que tenía memoria su hermana se iba todos los veranos a un lugar al que no tenía permitió ir. Así que está alegre de pasar más tiempo con Chiara.
La motivo a salir de su cuarto para que hicieran juntos “actividades de campamento” por qué él nunca había ido a uno y sentía curiosidad.
Así que habían pasado los días haciendo pulseras de la amistad, jugando en el patio y básicamente haciendo las actividades que Chiara solía hacer en el campamento.
Solo que un poco diferentes… Adecuadas para un mortal.
Incluso su madre dejo que le enseñará a hacer sus cosas de “bruja” así que le había estado enseñando cosas muy sencillas como leer la mano, incluso a hacer posiciones (nada explosivo, por ahora) para introducirlo en el mundo del ocultismo y hablar de su madre.
Enzo también se unía a los juegos, por qué le gustaba pasar tiempo con sus hijos cuando no estaba en servicio.
Los hermanos se apresuraron para tomar las limonadas y galletas.
— ¿Y puedes predecir la muerte?— Pregunto Gabriele— ¿Y me puedes enseñar?— Agrega emocionado.
Chiara estaba bastante segura de que su hermano no entendía la muerte así que le hizo mucha gracia su petición.
— Eso está prohibido — Le informó Chiara con una sonrisita.
Meterse con las moiras y el destino no era una buena idea para nada.
— ¿Nunca lo has hecho?— Pregunto.
—Sí…— Murmuro Chiara cautelosa, siendo sincera— ¿Recuerdas a James?
Gabriele asintió con la cabeza.
— El chico que papá lanzo por la ventana— Exclamó alegré.
Chiara parpadeó varias veces.
— Si ese.— Murmuró con voz baja y trato de explicarle de forma resumida su experiencia — En ese entonces creí que sí lo asustaba me dejaría en paz.
— ¿Y lo asustaste?
— Los hijos de Ares — Chiara corto sus palabras — Digo, James, él no le teme a la muerte así que no lo asuste. Profetizar la muerte de alguien puede cambiar mucho el curso de su vida.
— ¿La vida de James cambió?
Chiara negó con la cabeza.
— No, no.— Bufó — Él no es normal, pero saber cuando vas a morir puede afectar la psique de las personas.
—¿Qué es “psique”?
— Después te explico.
El teléfono de Chiara sobre la mesa empezó a sonar, está lo alcanzó y se levantó para contestar, pidiendo un segundo para ser respetuoso. Quiron había llamado, primero pregunto lo básico “como estaba y si se encuentra bien por qué noto su ausencia en el campamento” Chiara se excusa con estar ocupada buscando universidad y el centauro fue directo al punto.
— Artur me contacto ayer, tiene un posible mestizo entre manos y quiere que vayas para confirmarlo.— Dice en un tono suave — Investigue y el lugar es bastante seguro, pensé que quizás podías llevarte a un par de novatos.
— Mmmmm…— Chiara miro a su hermano en la mesa, esperándola— Es que estoy algo ocupada.— Murmura.
— Está bien, pero Artur te pidió expresamente.— Le comento.
Chairá se balanceó sobre sus pies.
— ¿Es muy lejos?— Pregunto.
— Es un pueblito en nuevo México, la población en su mayoría son ancianos— Le informa el centauro.— No vas a tardar más de unos 5 días.— Dice.
Chairá suspira.
— Iré mañana.— Acepta finalmente la menor —Dile a los niños que llevaré que se preparen.— Le pide, sería.
— Gracias, te estaré esperando en la casa grande.— Dice antes de cortar.
Chiara bajo el teléfono y regreso a la mesa con su hermano menor.
(...)
Chiara Salvatore Pov.
Estos días estuve reflexionando y me convencí a mí misma de que esto no era el fin del mundo. Que pasaría. Que cuando tuviera 25 años, miraría hacia atrás y me reiría del drama que hice por qué un estúpido chico me rompió el corazón cuando era adolescente.
Me lo dije tantas veces, día y noche, hasta que logré convencerse.
Debía aceptar lo sucedido y dejarlo ir.
De todos modos dudo que hubiera podido hacer algo para cambiar las cosas, no es mi culpa, y no hay nada que pudiera hacer para arreglarlo.
Ignore el dolor en mi corazón.
Ignore mi propio llanto.
Lo ignoré todo.
Hice un bolso con todo lo necesario, un cambio de ropa, un botiquín de primeros auxilios, barras de granola con proteína y protector solar.
En la mañana hablé con mi padre y madrastra en su habitación para que mi hermano menor no escuchara.
Luego tuve que hablar con él por separado y suavizar las cosas.
Hablé con Gabriele y le expliqué que le haría un favor a un buen amigo y que volviera mucho antes de que se diera cuenta. Que pasaría el verano jugando con él, papá y Mónica. Él no estaba feliz con que me fuera, se puso a llorar y se encerró en su habitación. Desde allí me grito que me odiaba.
No me lo tomé mal y le prometí que lo llevaría al parque cuando regresará.
Solo tiene ocho años.
Salí de casa antes del desayuno, pero Mónica me preparo algo ligero para comer en el camino al campamento.
Comí en el autobús.
Mientras caminaba por el bosque vi a lo lejos la barrera, el vellocino y unos mestizos que lo custodiaban junto al dragón del campamento mestizo. Hice una seña alzando la mano, y saludé a ambos mestizos que reconocí como hermanos de James, hijos de Ares.
Siempre mantuve una buena relación con los hijos de Ares por qué les daba gracia que yo rechazará tanto a James.
— ¿Chiara? ¿Qué haces aquí?— Me pregunto sorprendido. Demasiado.
Hago una mueca, confusa.
—Es verano.— Respondí con obviedad y ambos asintieron con la cabeza.
— Sí, sí, sí— Balbuceó el otro.
— Quiron me mandó a llamar, pero fue bueno verlos.— Me despedí alegre y cruce la barrera con una sonrisa.— Hablaremos un poco más de regreso.
Saque a Salem de su transportadora y lo deje libre. Él salió disparado en la dirección de la cabaña de Hécate y no miro atrás ni una sola vez. Muy feliz.
Lo sé por qué estaba dando saltos y tratando de morder el aire.
Camine por el césped verde del campamento mestizo y subí la colina para dirigirme a la casa grande.
Saludé a Quiron y me sorprendió ver a mis protegidos Stella y Jack sentados en un pequeño sofá discutiendo. Amo a esos chicos, siento una conexión con todos los mestizos que traigo y tal vez sea por ello que me gusta tanto buscar a esos niños que necesitan ayuda.
Abrace a Jack e intenté hacerle lo mismo con Stella, pero ella no me devolvió el abrazo y rodó los ojos.
Stella es como un gato salvaje.
Me senté con los semidioses y los interrogué sobre lo que llevaban en sus bolsos. Luego saque las cosas innecesarias, por qué nos harían lentos y no eran importantes.
—¿Por qué llevarías un libro de orgullo y prejuicio a una misión?— Le cuestione a Stella entre risas.
— Por si me aburro.
Saque el libro de su bolso y lo deje sobre la mesita de café.
— No vamos a llevar esto.— Exclamó.
Quiron nos trajo té y galletas en una bandeja mientras nos explicaba los pocos detalles que tenía sobre el niño mestizo íbamos a buscar a Nambé.
Él lo llamó “un pueblito mágico” y luego nos explicó que no es mágico en verdad y solo es una expresión.
Quiron me entregó un sobre con dinero, lo suficientemente para los pasajes de autobús y comida. Pidió que nos mantuviéramos en contacto y que lo actualizará cada que tuviera la oportunidad, y yo acepte felizmente.
— Buena suerte semidioses.— Dice Quiron en forma de despedida.
El centauro se levanta y nos guía hacia la puerta de la casa grande.
— Todo irá bien, cuidaré bien de los niños.— Le aseguré con orgullo.— Y los guiaré igual que mi madre divina.
Stella Bufo.
— Eres solo cuatro años mayor que nosotros.— Bramo la hija de Atenea.
— Cuatro años más de experiencia.—Le aseguro con el mentón en alto.
Antes de que llegáramos a la entrada de la puerta se abrió de golpe dejando pasar de forma brusca a una figura de aspecto sombrío y masculino. Los tres retrocedimos por instinto, Nico estaba agitado, con las ojeras marcadas y los ojos inyectados en sangre, acuosos. Mi corazón se encogió al verlo de nuevo y el dolor que sentía se avivó dentro de mi pecho como una fogata ardiente.
Se ve miserable y me alegra.
— Chiara.— Me llamo con voz temblorosa llena de súplica.— ¿Podemos hablar un minuto?
Trato de acercarse a mí, pero fue rápidamente retenido.
Jason Grace, leo Valdez y Percy Jackson cruzando la puerta detrás de él y lo sostuvieron como si se les hubiera escapado minutos atrás.
La entrada permaneció en silencio durante un milisegundo que se sintió como una jodida eternidad.
Verlo de esa forma, tan desesperado, triste y patético no me lleno de culpa y permitir explicarse, solo me hizo sentir furiosa por verlo tan desechó.
Él no tiene derecho a sentirse así, no cuando fue el quién me dejó
— Caminen adelante, ya nos vamos.— Exclamé con simpleza y seriedad.
Stella y Jack bajaron la cabeza y siguieron mis órdenes como dos soldaditos rodeando a los héroes del Olimpo para salir por la puerta.
— Chiara, me equivoqué, yo fui— Lo interrumpo rápidamente.
— Disculpa, no te conozco.— Siseo antes de pasar por su costado y salir por la puerta detrás de los chicos.
Escuchó detrás de mí una especie de lamento lloroso sin aliento y es allí donde verdaderamente empieza el festival de mierda. Frente a todos.
No entendí la mitad de lo que dijo, pero estaba tan molesta que se me escapaban las lágrimas de los ojos.
Nico básicamente salió corriendo detrás de mí, gritando que me ama y disculpándose, autohumillandose de forma explícita, aunque sus amigos intentaron detenerlo, apenas lograban contenerlo entre tres personas como si fuera el maldito Terminator.
Hizo tanto escándalo que todos dejaron lo que estaban haciendo para ver el escándalo que hacía Nico.
— ¡Perdóname…! ¡Me equivoqué, y-y sé que te lastime!— Grito con la voz ahogada por el llanto —¡Pero haré lo que sea, lo que tú quieras! ¡Por favor!
Detuve mis pasos y exhalé con fuerza.
Escuché a Nico tropezarse con sus propios pies para detener sus pasos antes de básicamente atropellarme, igual que sus amigos que perseguían al hijo de Hades para que no hiciera algo que realmente lamentara.
Recogí todo mi coraje y fuerza de voluntad, por qué en el fondo de mi corazón quería perdonarlo, abrazarlo y pedirle que dejara de llorar. Pero luego recordé como le rogué que no me dejara y como él no me consoló cuando lloraba frente a su cara.
No sé merece mi perdón y hacerlo solo me haría perder la dignidad.
Me giró hacia él, intentando no llorar.
—¿Que no tienes vergüenza? ¿En serio necesitas exponerme aún más frente a todo el campamento?— Le cuestionó manteniendo mi voz firmé.
— No, no, no… Lo siento, lo siento, es que yo— Traga saliva — Solo quiero que todo vuelva a ser como antes.
¿Cómo se atreve a estar tan triste? ¿Por qué luce tan destrozado?
—Me das asco.— Gruñó con la voz apretada, solo por qué quiero hacerlo sufrir. Por qué sé que le dolerá.
Nico suelta un bramido de dolor y me mira con los ojos llenos de lágrimas.
— Te amó…— Balbucea entre llantos.
— No, no me amas…— Siseo, negando rápidamente con voz rota.— Si me amarás no me hubieras traicionado.
Los hombros de Nico saltan y me mira con ojos negros suplicantes.
Nunca lo había visto llorando antes, se ve tan pequeño y desorientado, con las mejillas, nariz y orejas rojas.
Parece una de esas pinturas llenas de tristeza que encuentras en los museos.
— Te amo, te amo demasiado, por favor dame otra oportunidad…— Me suplicó con la voz rota y ronca.
— No, no me amas.— Le repito con la voz apretada.— Eres solo un maldito loco que le gusta robarle la vida a los demás.— Le digo con calma, sin dejar ver la furiosa y resentimiento en mí.— Busca alguien más para joderle la vida.— Me doy la vuelta para alcanzar a los chicos que me esperan en el arco de bienvenida del campamento.
Escuchó que Nico trata de seguirme, pero sus amigos lo detienen y puedo escucharlos pedirles que se calme y se tome un tiempo para reflexionar.
Antes de irme veo el auto de Nico escondido entre los arbustos y como la persona madura que soy, clavo mi daga en los cauchos para sacarle el aire y que no se le ocurra seguirme.
—¿Estás bien Chiara?—Pregunta Jack.
— Ahora estoy bien.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo, lamento la tardanza, tengo unos pedillos con mi teléfono.
Escribir está historia me resulta tan sencillo y estimulante. Se que están odiando a Nico, pero creo que la mayoría a esa edad nos dejábamos llevar y manipular con facilidad.
Nico con mucha plata y ganas de que su amorcito lo perdone:
Bye bye.
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