14.

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¿Hipotecas?
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(Advertencia ⚠️ Escenas 18+)

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Nico di Angelo Pov.

Chiara se quedó profundamente dormida después de hacer el amor lo que me dejó desconcertado. Es decir, yo estaba lleno de energía así que no podía comprender por qué estaba tan cansada. Así que yo también trate de dormir, pero tenerla acostada en mi cama, desnuda, no hizo mucho para que mi mente inquieta se calmara.

Intento ignorar mi dolorosa erección y cerrar los ojos, pero el aroma que se desprende el cabello de Chiara hacía que mis ganas solo aumentarán.

Pensé en despertarla y preguntar si podíamos continuar, pero luego de reflexionarlo me di cuenta de lo mal que estaría despertar a alguien más y exigir sexo. Así que no lo hice.

Al final me sentía tan intranquilo que tuve que levantarme con cuidado de no despertar a Chiara para darme una ducha con agua casi helada. Gracias a eso pude volver en mis 5 sentidos. Me di cuenta de que la cama desordenada y llena de pelotas de rosa, incluso algo húmeda por nuestro encuentro. Tome a Chiara con delicadeza, evitando que se despertara y con cuidado la lleve a uno de los cuartos vacíos, la envolví con las sábanas y volví a mi cuarto.

Limpie el lugar, apague las velas y cambie las sábanas mojadas.

Cuando todo estuvo listo, busque una toalla húmeda en el baño y volví con Chiara. Limpie su piel algo pegajosa y tuve extremo cuidado con sus zonas íntimas por qué estaban llenas de mi saliva y lubricante. Ella despertó, me balbucea algo y volvió a dormir, fue adorable. Tome su bolso que dejó en la sala y busque su pijama para que no despertara desnuda mañana.

Sé que Chiara se avergonzaría si despierta desnuda en mi cama.

No le puse ropa interior, por qué no sabía cómo poner un sostén, pero por suerte pude ponerle la pijama.

Cuando termine la envolví con sábanas y la abrace por detrás.

Y me quedé dormido sin darme cuenta mirando su rostro tranquilo con los ojos cerrados y el cabello castaño rizado despeinado.

Se veía perfecta así.

Cuando abrí mis ojos de nuevo el sol entraba por la ventana y Chiara me miraba con sus grandes ojos jade.

— Buenos días.— Digo con voz áspera y ronca por mi garganta seca.

Sus mejillas se sonrojaron y se llenaron de hoyuelos.

— Eres muy considerado.— Chiara se acerca tímidamente y me abraza, ella coloca su mejilla sobre mi pecho.

Su cuerpo suave contra el mío me hizo sentir una descarga eléctrica a lo largo de mi columna vertebral. Huele delicioso y su cuerpo es cálido. Todo mi cuerpo se tensa y se sensibiliza.

Pero aun así, decidió controlar mis pensamientos intrusivos y alejar mis manos inquietas sobre la cama.

Llegué a un consenso conmigo mismo y decidí que evitaría iniciar todo tipo de contacto sexual por unos días. Por lo menos, hasta que la idea del sexo y el ser íntimos se instale en su mente.

En mi cabeza, Chiara vendría a mí cuando desee hacerlo. Cómo en esta ocasión, que decidió cuando y dónde deberíamos tener relaciones sexuales.

No quiero presionarla.

— Es lo que te mereces, Topolina.— Intento besarla, pero ella cubre sus labios con sus manos. Así que termino besando el dorso de su mano.

— Aún no me cepillo los dientes.— Se queja y rápidamente se levanta para ir al baño más cercano y cepillarse.

Me carcajeo y me levanto de la cama más lentamente, busco mi cepillo y me dirijo al baño donde está Chiara cepillando sus dientes furiosamente, me detengo a su lado y descanso mi mano en su cadera, acariciándola.

Esto se siente bonito en mi pecho.

Chiara me mira a través del espejo y apoya su cabeza en mi hombro.

Quizás toqueteo y aprieto demasiado su trasero suave y redondo por qué la hija de Hécate me da un codazo, pero no sé aparta de mí, en su lugar toma mi mano y la dirige hacia su cintura.

—¿Tienes hambre? ¿Qué quieres comer? Puedo pedir algo a domicilio.— Le pregunto al salir del baño.

— Podemos cocinar juntos.— Exclamó con una voz clara y melodiosa.

Ella se gira sin dejar de caminar y me toma de las manos, tirando de mí. La alcanzó y me inclino para besarla.

Chiara se frota contra mí como un gato cariñoso y mimoso.

— Está bien, Topolina.— Me separó de sus labios y se pone de puntillas para presionar su mejilla contra la mía.

En este momento prácticamente estábamos derrochando amor.

Cocinamos juntos el desayuno y conmigo envolviendo a Chiara por detrás, apoyando mi cabeza en su hombro mientras ella cortaba las frutas y los vegetales, parloteando sobre su graduación y como estaba triste de que fueran el mismo día.

Habíamos hablado de eso antes y debido a la distancia entre nuestras escuelas y que la graduación eran el mismo día, decidimos celebrarlo por separado. Chiara con su familia y yo con mis amigos, aunque yo le ofrecí no asistir a la mía para ir a la suya.

Ofrecimiento que Chiara declinó por qué quería que disfrutará el momento de celebración con mi propia familia.

— El cumpleaños de Gabriele es la próxima semana, el primero de julio. El tema es de dinosaurios.— Comento con una voz alegre y amorosa.— Sí, es el lunes, pero es un niño pequeño. La fiesta es de 3 a 6 de la tarde —Dice.

— ¿Qué debería comprarle?— Pregunto con suavidad, ignorando los mensajes del grupo de edificio.

Al parecer Chiara y yo fuimos muy ruidosos anoche, y tenía un montón de llamadas perdidas del guardia de seguridad que pedía amablemente que hiciéramos menos ruido.

Luego una larga advertencia de la seguridad del edificio diciendo que tuvieron que sacar a Karen mi vecina de mi puerta, por qué quería tirarla, grito, pataleo e hizo un berrinche, ya que yo “estaba haciendo un escándalo apropósito para molestarla” dioses.

Eso es algo con lo que lideare cuando Chiara esté en su casa descansando.

—Mmmh…— La joven en mis brazos lo piensa por un momento—Eres chico, piensa en tú yo más pequeño y compra algo que le haría feliz

Respiro contra su cuello y ella se estremece antes de soltar una risita.

— Deja de respirar sobre mi nuca, me dan cosquillas.— Pide entre risas. Me alejo y apoyo mi barbilla en su pelo— Es una fiesta sorpresa, tomaré todo el fin de semana y viernes para preparar las cosas sin que se dé cuenta.—Dice.

Resoplo al pensar que Chiara estará ocupada y distraída. Sé que es egoísta quererla solo para mí, pero no puedo evitar sentir que deseo su atención.

— ¿Y como harás eso?

— Mi mamá hizo que le dieran el puesto de monaguillo en la iglesia.— Dice con esa voz aguda llena de amor con la que le habla a los bebés y me muestra una foto de su hermano con una especie de bata blanca, al lado del altar de la iglesia sosteniendo la copa en la que se sirve el vino.—¿No es lo más lindo que has visto?— Chillo.

Me acerco y le beso la mejilla.

— Parece que va a caerse dormido del aburrimiento.— Me burló.

— Es para distraerlo mientras yo preparo su fiesta.— Exclamó.—¿Me ayudarás a hacer las compras?

— Claro, Topolina.— Digo al abrazarla por la espalda, pegándome a ella.

Desayunamos juntos y más tarde la llevo a su casa, evito tocarla, pero no pude evitar que mi mano se deslizara más abajo de su espalda. Puede que la haya manoseado un poco, pero no me sobrepase demasiado. Mantengo mi postura sobre esperar unos días para que Chiara no se sienta abrumada.

También por qué Chiara es una pareja muy complaciente, si le pidiera que lo hiciéramos cuatro veces al día aunque no le apeteciera, ella lo haría, solo por complacerme. Y eso no me gusta.

Me gusta más cuando me discute, cuando hace valer su opinión y habla por encima de mí. Es una chica muy tímida por lo que me gusta que tome valor para discutirme y gritarme.

Sé que es complaciente porque tiene miedo que la deje, por eso siempre trato de hacerla sentir segura.

Pero no puedo evitar querer abrazarla con fuerza.

Dormir a su lado.

Besarla en las mañanas y noches.

Cocinar juntos, incluso las cosas más pequeñas como ver una película a su lado me hacen demasiado feliz.

Así que voy a esperarla.

Me gusta salir a comprar con Chiara, ella se aferra a la idea de pagar, pero es tímida y prefiere no hablar con un extraño si puede evitarlo. Así que me da su tarjeta y dice “ya sabes la clave” y me pide que pague. Si se la clave. Es decir, ella me lo dio y me parece lindo que me tenga tanta confianza, la hago creer que pagó con su tarjeta, aunque siempre pago yo. Por qué la amó.

Me interesa saber su curso de pensamiento al comprar.

Aunque esta vez solo compró cosas para la fiesta de cumpleaños de su hermano menor. Igual me es muy entretenido verla tan concentrada.

La ayudo a entrar las compras a su casa y noto que no hay nadie.

Estamos solos.

Y eso me hace sonreír.

— No te burles de mí, mi madre estaba muy preocupada.— Se queja Chiara apartando sus ondas castañas de su rostro, dejándome ver sus ojos jade pálidos enmarcados por largas pestañas.— No seas cruel.— Bufa.

— Perdón.— Me disculpo sin poder evitar sonreír.—No sé cómo sentirme al respecto, por un lado, parece que te embarace de forma telepática y eso es genial— Exclamó sarcástico.— Y, por otro lado, me siento un poco ofendido de que crea que soy tan irresponsable.

— No es gracioso, somos muy jóvenes para— Ella deja la bolsa en el piso y da un salto para abrir la trampilla del ático. Luego me mira—Bueno, yo soy muy joven para ser madre.— Se burla.

Amo cuando se pone combativa. Y veo que disfruta llamarme anciano.

— Jajaja, qué graciosa.—Me carcajeo falsamente con voz robótica.

—Ayúdame a guardar todo en el ático, anciano.— Me pide.

Tomo las bolsas para esconderlas fuera del alcance de Gabriele. Solo son dulces y un montón de decoraciones.

— Eres una buena hermana mayor, Chiara. — Digo al aire al ver lo mucho que se preocupa por darle una buena fiesta.— Seguro le gustará mucho.

— Es mi hermanito, tengo que hacerlo feliz.— Exhala con indiferencia y deja caer sus brazos a sus costados.

Cuando terminamos de guardar todo volvemos al comedor.

—Incluso voy a disfrazarme de T-rex, tienes que venir, ya contraté a alguien para que pinte las caras de los niños y puedo pedirle que te haga un dibujo de Batman en la cara.— Me platica.

— Espera, espera, espera.— La detengo —Deja que vea el disfraz.

Chiara parpadea varias veces.

— Bien, pero será mejor que vengas ese día a ayudarme con los niños.— Me advierte la joven de piel blanca con mejillas llenas de hoyuelos.

20 minutos después hay un dinosaurio en la sala.

No sé cómo sentirme.

— Carajo.— Se me escapa una carcajada y me froto la mandíbula —No me lo vas a creer, pero…— Respiro profundamente—Estoy muy excitado ahora.— Afirmó con rudeza.

— Tienes gustos muy raros, Nico.— Dice con voz ahogada por el disfraz.—Ayúdame a quitarme esto.— Pide.

Chiara se quita la cabeza del disfraz y la deja sobre la mesa, solo tuvo puesta la botarga de dinosaurio unos cuantos minutos y ya estaba sudando, tenía un par mechones pegados en por todo su rostro y mejillas sonrojadas, es obvio que tiene mucho calor, pero soportará esa tortura por su hermano menor.

Verla así. Agitada, acalorada y con el rostro sonrojado y perlado por el sudor me trae lindos recuerdos.

— Eres adorable, Topolina.— Quito los mechones pegados a su piel.—Vendré para ayudarte y traeré un buen regalo para ese pequeño monstruo.—Digo.

Chiara sonríe y sus ojos brillan.

En cuanto las comisuras de sus labios se alzan haciendo que sus mejillas se abulten y se llenen de hoyuelos.

Es tan encantadora y cautivadora que se me acelera el corazón.

— Qué lindo.— Exclama y se pone de puntillas para besarme.

Ahora puedo decir que una chica mitad T-rex me beso en los labios.

Ella se gira y yo le bajo el cierre de la botarga para que pueda salir de esa trampa de peluche calurosa y pesada, escapa sacando una pierna y luego otra hasta que vuelve ser humana.

Chiara me mira sin decir nada por demasiado tiempo, lo que me hace suspirar profundamente. Dioses.

Camino hasta la cocina ante la mirada curiosa de Chiara. Me quito los anillos uno por uno con calma, los dejo sobre la encimera y empiezo a lavarme las manos profusamente, con cuidado.

— ¿Qué haces?— Pregunta Chiara confusa. Cierro la llave y camino al comedor para tomar asiento, ella me sigue en silencio luciendo extrañada.

— Tienes una expresión llena de anhelo en tu cara, por qué no vienes y te sientas en mi regazo. — Tengo las manos húmedas cuando palmeo mis muslos indicando que se siente.

A Chiara se le acelera la respiración rápidamente y sus mejillas se ponen rosadas por la vergüenza. Duda, pero se desliza por la sala silenciosamente hasta tomar asiento en mi regazo.

Cabizbaja, sonrojada y con los labios apretados por la timidez.

Acaricio su espalda bajá, y ella cierra los ojos, lo que encuentro dulce.

— Ya pasaron unos días, pero olvidé preguntar…— Exhala temblorosa— Sí, ya sabes, te gustó lo de la última vez.

Alzó una ceja fingiendo confusión.

—Mmmm…—Me inclino y respiro sobre su nuca.—¿Que cosa?

Chiara se estremece y sé que está luchado por no reírse. Su cuello es una zona sensible y la hace reír.

— No me hagas decirlo.— Suplicó y decido no torturarla mucho más.

La abrazo por la cintura, pegándole mucho más a mi cuerpo.

— Fue perfecto, estuviste perfecta.— Le aseguro con completa sinceridad.

— Pero…— Traga saliva, temblando por el nerviosismo.— Tú no, bueno, tú no intentaste nada y.— Chiara dirige sus ojos jade a los míos— Si quieres que haga algo, si estás insatisfecho… Lo haré si te hace sentir bien, por qué tú me hiciste sentir bien.— Susurra.

— Dioses.—Mi pecho se calienta.— Eres tan linda, ¿Estás preocupada?

— Un poco, sí.— Admite.

— Quería darte unos días para recuperarte física y mentalmente de lo que sucedió.— Beso su mejilla.

—Es que, bueno.—Balbucea— No soy de cristal, no vas a romperme.

— Hay una visita emergencia que dice lo contrario.— Le recuerdo.

— ¡Sabes a lo que me refiero! — Bufa avergonzada.—¿Ya no quieres hacerlo más…? Entiendo que si no te gusto, no tenemos que hacerlo más.—Murmura por lo bajo, cohibida e inexperta

— ¿No querer hacerlo más?— Le cuestionó entre carcajadas oxidadas—Me estoy muriendo por follarte en tu camita de la infancia.— Susurro.

— Eso es un poco perturbador.—Me mira mal—No tengo condones aquí, ni lubricante…— Me informa nerviosa

— Yo tengo.— La tranquilizó.

Chiara frunce el ceño.

— ¿Por qué?— Me cuestiona.

— Siempre estoy preparado para saltar encima de ti.— Beso su cuello y meto mi mano debajo de su falda para frotar mis nudillos sobre la tela de sus bragas.—Vaya.— Chiara Gimotea y se estremece cuando apartó las bragas y froto su clítoris con mi pulgar. Es tan linda.—Parece que no necesitaremos lubricante.— Me burló maliciosa.

Introduzco un dedo en su calor y puedo sentir sus paredes aferrarse a mí, suaves y húmedas. Chiara cierra los puños sobre la tela y se aferra al cuello de mi camisa, jadeando.

— Espera, espera…— Me suplica —Aquí come mi familia todos los días.— Su voz es apenas un hilo, aguda.

Me pongo de pie, tomándola en brazos al estilo nupcial, Chiara se aferra a mí y suelta un bramido de sorpresa.

— Bien, vayamos a tu cuarto antes de que folle sobre la mesa.— Exclamó.

Subo las escaleras con ella en brazos y entro en su habitación.

— ¿Y si me das un momento para cambiarme? No sabía que las cosas terminarían así.— Pide, nerviosa.

La dejo con cuidado en el suelo.

— No me importa lo que traigas puesto, de todos modos te lo quitaré. Te quiero desnuda sobre la cama.— Le recuerdo con calma, agitado.

— Maldición…—Chiara se cubre el rostro.— Por favor no te rías.

Ella se gira para darme la espalda y permite que le quite la ropa, primero la camiseta blanca y luego la falda. Es un contacto mínimo, pero la escucho contener su voz por la excitación.

— Gimes mientras te quito la ropa, eso es realmente lascivo.— Acaricio su estrecha cintura.— ¿Por qué me das la espalda? Voltéate.— Pido suavemente.

Tenía un conjunto de ropa interior de color rosa magenta muy simple.

— Mmmm …— Ella hace un sonido de frustración y se gira para mirarme.

Hello Kitty. Están en todos lados, desde el sostén hasta sus bragas.

Aun así se ve tan suave y cremosa, tiene senos llenos y grandes. No sé qué copa sea, pero cuando los tomo siento que se desbordan de mis manos. Todo su cuerpo parece esbelto y firme, su piel es blanca y está inmaculada.

Tiene una bonita cintura estrecha, con una figura de reloj de arena.

Me gustan sus piernas, sus muslos y caderas. Es simplemente perfecta. No puedo pensar en nadie más que ella.

—Oh por los dioses.— Contengo una carcajada, me cubro la boca con una mano y ahogó mi risa maliciosa.

— Basta, no te rías.— Me suplica con las mejillas rojas emanando calor.

El deseo me corre por las venas y me hace agarrarla por las caderas.

— Shhh… Está bien.— La levanto del suelo sin dificultad, mientras mi boca se apodera de la suya, acecho hasta su cama, donde dejo caer a Chiara sobre las sábanas rosa revueltas. Un suspiro de sorpresa explota de ella, y yo lo bebo como el dulce néctar que es.

— Es jodidamente adorable.—Le aseguró. Cuando mi cuerpo cubre el suyo, sus manos pequeñas presionan mis hombros. Le agarro las muñecas y le inmovilizo los brazos a ambos lados de la cabeza, y Chiara no tiene más remedio que abrir las piernas para poder acomodarse a mis caderas.

Me doy un jodido festín con su boca, mi mente se nubla rápidamente con un hambre que nunca había sentido, es jodidamente insaciable y peligrosa.

Peligrosa porque esta chica ya tiene un control sobre mí del que no puedo deshacerme. Está bajo mi piel y se arrastra hasta mi pecho, donde se supone que está mi corazón.

Me aparto de su boca y me arrodillo para quitarme la camisa. Desabrocho mis pantalones, bajando lo suficiente para liberar un poco de la presión.

Atrapó su boca nuevamente. Mi lengua azota la suya, memorizando su boca y su dulce, dulce jodido sabor.

Mis manos bajan por sus brazos y recorren sus costados. Cuando mis palmas encuentran su trasero, froto mi adolorido miembro contra el calor abrasador que sale de su núcleo.

Ambos gemimos y casi pierdo la puta cabeza en ese mismo instante. El beso se vuelve salvaje y, sin ningún control, presionó el bulto en mis boxers contra su centro, con mi erección rozando su clítoris a través de la fina tela.

―Nico. ―Gime en mi boca.

Los siguientes minutos siento que estuve en un trance.

Lleva sus manos a mi mandíbula y entonces mi empieza a devolverme el beso con tanta pasión que me estallan estrellas detrás de mis párpados. Mis caderas siguen moviéndose, y froto su centro con fuerza, mi miembro está jodidamente desesperado por cada fricción que pueda conseguir.

Cuando Chiara levanta las caderas y empieza a recibir mis embestidas, de sus labios brotan jadeos. ― Chiara.

Su cuerpo se tensa contra el mío, y rompo el beso para mirar su rostro mientras se deshace debajo de mí. Parece jodidamente angelical, con los labios hinchados entreabiertos y los ojos nublados de placer. No hay nada que me detenga mientras bajo por su cuerpo. Agarro sus bragas húmedas y se los bajo por las piernas suaves.

— Mmmm.—Mira eso, estás muy mojada.— Debes estar desesperada por qué te follé, ¿Me extrañas tanto?

— Deja de jugar conmigo.— Ella misma se quita el sostén, agitada.

Mis ojos recorren cada centímetro de su piel mientras ella cumple mi orden, y cuando mi prometida yace desnuda sobre las sábanas rosas, algo se agita en mi pecho. Es jodidamente perfecta. Me bajo el bóxer y Chiara abre mucho los ojos cuando se posan en mi pene.

Bueno la última vez no creo que haya visto mucho de mí. Estaba muy tímida y no quiso mirarme libremente.

— ¿Te masturbas pensado en mí?

Chiara apretó los labios y asiente débilmente con la cabeza, sonrojada hasta las orejas. Contengo un gemido en mi garganta de placer malvado.

― Eres hermosa, Chiara.—Las palabras vagan en el fondo de mi mente mientras me arrastro de nuevo sobre su dulce cuerpo que tiembla del placer que acaba de experimentar.

¿Cuántas veces podre hacer que se corra? El pensamiento se me escapa cuando beso el valle entre sus pechos antes de que mi boca encuentre su pezón. Lo chupo mientras mis manos se deleitan con su piel suave. Mi tacto se vuelve más áspero a medida que mis palmas recorren un camino desde sus costados hasta sus pechos.

Beso su garganta antes de volver a abrir su boca, empujado mi lengua dentro. Chiara me rodea el cuello con los brazos y, cuando siento sus dedos apretándose en mi cabello, mi cuerpo se estremece de satisfacción.

El proceso de ponerme el condón es una jodida tortura, estoy temblando.

Pongo una almohada debajo de sus caderas, posicionándola en un ángulo diferente en dónde sea más cómodo para ella recibirme sin problemas.

Mis manos ásperas bajan y coloco mi miembro hipersensible en su entrada empapada. Libero su boca y conecto mis ojos ónix con los de ella. Mientras miro fijamente a Chiara, sus manos se deslizan por mis hombros y bajan por mi pecho antes de volver a subir y posarse a los lados de mi cuello.

—¿Lista, Topolina?— Pregunto a media voz, agitado y jadeante.

— Estoy lista.— Jadea. Mis caderas se mueven y me encuentro con un poco de resistencia.— Mmmm…—Ella ahoga un sonido de incomodidad.

— Dime si duele.—Le pido. Apoyo un antebrazo junto a su cabeza y la mano libre agarra con fuerza su cadera.

Vuelvo a empujar y por fin consigo introducirme hasta el fondo en su calor húmedo. Dios, está demasiado apretada. La espalda de la castaña se arquea, sus músculos se tensan y el dolor recorre su hermoso rostro. Noto sus pechos contra mi pecho mientras la penetro más profundamente.

Creo que en la siguiente hora estoy en una especie de trance.

Sé que debería detenerme, preguntar si duele, si se siente bien para ella o si quiere que nos detengamos.

De mi boca no salen más que gemidos torturados, gruñidos y jadeos.

Al principio estaba un poco dudoso y asustado de que no congeniáramos en la cama. No voy a mentir, yo no tenía demasiada experiencia, solo tuvo una relación estable, y fue con un hombre. Así que estaba preocupado por eso.

No tenía de que preocuparme, por qué el sexo con Chiara es fantástico.

Es diferente, claro, pero no encuentro ninguna diferencia o defectos. Es más que perfecto y delicioso a su manera.

Mi rostro está ardiendo y puedo sentir el calor que emana por todos lados, no logro hilar dos pensamientos cuerdos. Hace unos minutos me corrí con tanta fuerza que sentí que mi corazón iba a estallar en mi pecho, fue magnífico.

Ahora solo puedo escuchar en el fondo de mi cerebro el sonido lascivo de mis caderas chocando contra el redondo y suave trasero de Chiara.

Ella está deshaciendo debajo de mí, abrazando una almohada contra su rostro, gimiendo entrecortadamente con cada embestida, balbuceando un montón de cosas inteligibles, con el rostro completamente sonrojado.

Sus gemidos agudos y fuertes están martillando en mi cerebro.

— Naciste para estar debajo de mí.— Mi voz tiembla, ronca y áspera.— Te sientes tan jodidamente bien…

Hay un sonido húmedo tan obsceno y lascivo llenando el cuarto mientras bombeo dentro de ella sin parar.

Sus paredes se aferran a mi miembro como si no quisieran dejarme ir. Estoy en completo éxtasis. Es tan suave, tan caliente y húmedo que siento que me estoy derritiendo dentro de Chiara.

Uno, dos y tres embestidas más son suficientes para llegar el clímax. Doy un último golpe y presiono mi pelvis contra su trasero con fuerza. Arrastró a mi novia a un intenso orgasmo y siento que se derrama sobre mí.

Ambos con el cuerpo cubierto por una capa de sudor caluroso.

Pierdo la fuerza y aunque no quería, termine poniendo todo mi peso sobre ella. Enterrado profundamente en su interior, apenas logrando respirar.

Eso había sido demasiado intenso.

— M-mi mamá…— La voz de Chiara es apenas un hilo.— Mi mamá llegará en una hora.— Balbuceó débil, apenas.

Es casi una súplica para que me detenga finalmente.

Lentamente, me deslizó fuera de su cuerpo y quitó mi peso del cuerpo de Chiara, arrastrándome hasta el filo de la cama para recuperar el aliento. Me quito el condón, hago un nudo al final y lo tiro a la papelera de unicornio.

— Debo ser muy pesado, lo siento.— Me disculpo sin aliento.

Chiara hace un torpe intento por cubrirse con las sábanas, aunque no entiendo por qué, ya le vi todo.

— Lo eres…— Dice tratando de bromear, pero suena abrumada.— Pero se sintió bien.— Exhaló.

— Bien, por qué esto es solo el calentamiento. En el futuro, deben ser al menos cuatro veces por día.

—¿Qué? No, no es posible.— Chilla escandalizada, como si imaginará las repercusiones a su cuerpo.

— Solo te estoy molestando.

Chiara lo piensa un momento.

— Aunque si de verdad necesitas hacerlo tantas veces para quedar satisfecho podemos llegar a una especie de acuerdo.—Murmura.

— Eres adorable.— Tomo su rostro y la beso torpemente en los labios. Estoy mareado, casi por completo ido.

— Voy a bañarme, hay… Hay camisas tuyas en mi armario, puedes tomar una ducha después de mí.

— Declinaré tu oferta, quiero tener tu olor sobre mí un poco más de tiempo.

Chiara me mira en silencio mientras me pongo la camisa, ella extiende su mano y acaricia mi hombro con las puntas de los dedos, delicada.

— Lo siento, no fue mi intención.— Susurra con una voz llena de culpa.

Sonrió complacido.

— Me gusta cuando eres ruda.— Le aseguro con un tono sugerente.

Ella me rasguño un poco, y por suerte no vió como dejo mi espalda.

Es en parte mi culpa.

— Aún así, lo siento.

— Entra en el baño ahora, sí no quieres tener otros 30 minutos de pasión en lo que llega tu madre y hermano.— Le advierto.

— Uh. — Hace una mueca de asco y se arrastra fuera de la cama torpe, aun cubriéndose con las sábanas —No te robes mi ropa interior— Entra al baño y cierra la puerta— Ni la huelas. Raro.

(...)

Chiara Salvatore Pov.

Tengo un espectador en el baño, Salem está durmiendo ajeno a mi presencia sobre el lava manos como ya es costumbre para él. Que lindo.

Tomo una ducha rápida, aunque me cuesta un poco lavar ciertas partes de mi cuerpo que se sienten sensibles.

Rezo por qué Nico no esté asaltando mi cajón de ropa interior, pero lo veo capaz de llevarse algunas prendas en los bolsillos sin que me dé cuenta.

Cuando salgo de la ducha me visto rápidamente dentro del baño, por qué no quiero estar desnuda cerca de Nico y tener que volver a bañarme.

Abro la puerta del baño espero verlo husmeando, pero está sentado en el filo de mi cama con los ojos fijos en su teléfono luciendo molesto.

Está tan concentrado en la pantalla que no nota mi presencia.

— ¿Qué pasa?— Pregunto.

Salem salta del lavamanos y pasa entre mis piernas.

— Los chicos están escribiendo tonterías en el grupo, alguna mierda de perdonar y escuchar.— Bufa y se pone de pie.— No sé.— Brama.

Suspiro profundamente y espero que no vaya a pelearse con sus amigos por tonterías. Le preguntaré por ello más tarde cuando esté de mejor ánimo.

— Hace rato escuché un sonido extraño, ¿Puedes alzar el colchón?.— Pregunto al aire y él se mueve por la habitación, obediente. Alza el colchón y ahogó un jadeo al notar que una de las tablas de madera se rompió por la mitad—Carajo— Siseo por lo bajo.

Tendré que buscar la manera de cambiar esa tabla o la cama.

— Así que era eso— Nico suena aliviado—Pensé que habían sido tus huesos traqueando— Murmura con un tono burlón y malicioso.

Gruñó en descontento por su comentario, pero él me abraza y me besa pidiendo disculpas.

— ¿Quieres quedarte a cenar?— Le pregunto paciente cuando salimos de la habitación, aún me abraza y tengo los pies apoyados sobre los suyos así que él está caminando por los dos.

— Por supuesto.—Su agarré se aprieta en mi vientre—Tendré que pedirle a tu padre tu mano cuando lo vea— Su tono se llena de malicia.—Si seguimos así definitivamente terminaré por dejarte embarazada.— Se burla.

— Shhh…— Siseo y golpeó su mano—No digas eso.— Digo con severidad.

— ¿Qué pasa? ¿No te gustan los bebés?— Me pregunta inocente.

— Me gustan, pero definitivamente no quiero tenerlos a los 17 años.— Aclaró con voz firme y me giró para mirarlo por encima del hombro, juzgandolo— Además, pensé que eras el tipo frugal que no quiere responsabilidades.

— No lo sé.— Dice al aire. Nico parece tranquilo, todo en él está relajado.—Solia pensar igual, pero cuando estoy contigo pienso en hipotecas, un perro y unos cuantos niños.— Murmura.

¿Hipotecas?

No puedo evitar reír.

—¿Qué? Estás enfermo.— Digo entre risas nerviosas y vergonzosas.

— Solo digo, que nuestros genes harían bonitos bebés. Tú piénsalo.— Bufa con sarcasmo y altanería.

Sé que solo quiere molestarme, pero se siente bonito que piense en un futuro para nosotros.

— Bien.— Bajamos las escaleras torpemente por qué Nico aún no quiere soltarme.— Lo pensaré.

—¿Qué harás con la universidad? ¿A dónde vas a ir?— Pregunta curioso.

— No lo sé, aún no recibo respuestas, pero hice muchas solicitudes.— Le comento distraídamente.

— No busques más, iremos a la Nueva Roma y viveros en la embajada. Es mi casa.— Lo miro entre consternada y confusa. Nico se sonroja.—Es mi otra casa, ya sabes lo superticiosos que son los romanos si no me daban un lugar bonito para quedarme el dios de las riquezas iba a joderlos.— Se burla.

Quiero a Nico, en realidad lo amo, me gusta pasar tiempo con él, pero no voy a vivir con él. No van a sacarme de mi casa si no es vestida de blanco.

Así que tiene que olvidar esa idea.

— No voy a vivir en concubinato contigo.— Digo con simpleza, negándome rápidamente.

— Ah, lo siento ¿tus valores católicos de pronto están emergiendo?— Me cuestiona sarcástico.

Alzó una ceja.

— No pasará, y no puedo depender de ti tanto.— Le explico — Me hace sentir rara, como si me estuviera aprovechando de ti —Admito.

— Yo quiero que te aproveches.

Lo miro mal y él sonríe.

—¿No me devolverás mi anillo?— Señaló el anillo en su dedo meñique, el único que no se quitó.

Es mi anillo de promesa.

—¿Puedo devolverte tu virginidad?— Pregunta alzando una ceja, fingiendo confusión y yo resoplo molesta.

¿Tenía que decirlo así?

Hago una mueca y Nico me hace una seña para que me acerque a la mesa.

— Puedes tomar los anillos que quieras, pero no te devolveré este.— Mueve su meñique con mi anillo de promesa.— Vamos, escoge.— Pide.

Miro el montón de terroríficos anillos de plata sobre la mesa que en realidad siempre me parecieron geniales.

Tome uno que parecía la mano de un esqueleto que abraza tu dedo y otro que me recordó vagamente a mis ojos por la piedra de color jade incrustada en el centro del anillo. Muy bonito.

Nico aprovecha la cercanía para abrazar mi cintura, y como el está sentado hunde su rostro en mi pecho como un niño haciendo berrinche.

— Ven a vivir conmigo— Me súplica, cierra los ojos y frota su rostro contra el valle de mi senos— Vamos, incluso puedes traerte al gato malvado.—Dice.

Suelto una risita y acaricio su cabello.

— Lo pensaré.

Hola chicas y chicos.

Espero que les guste el capítulo, comenten mucho y voten para sabet que les pareció. 5 mil palabras, es un poquito largo, pero quise mostrarles más de la relación que llevan Nico y Chiara y lo sería que se volvió en muy poco tiempo.

Vamos, tienen 17 y 18 años, son dos adolescentes enculadisimos que ya hasta piensan en casarse.

Una conversación que seguro Chiara y Nico tuvieron:

Bye bye.

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