12.
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“Primera vez”
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Narrador Pov.
Las intensas luces blancas del lugar hacen que Nico sienta que está en un refrigerador, de todos los lugares del mundo, los hospitales son ciertamente su peor enemigo. Hay muchas almas vagando por los pasillos, confundidas y molestas, tristes, la mayoría de ellas ni siquiera saben que están muertas.
Nico es capaz de sentir en sus huesos él aló de muerte que rodea el edificio entero, una sensación que reconoce, pero que está acostumbrado a sentir y ver más pequeño, como una sombra sobre la espalda de la gente pronta a morir. La sala de emergencias apesta.
Emergencias apesta a muerte.
En uno de los consultorios repartidos por la enorme sala, estaban el hijo de Hades y una de las hijas de Hécate.
Los dos semidioses sentados lado a lado frente a un doctor de media edad que parecía un poco cansado, quien los miraba con cierta decepción.
Nico estaba vestido con un chándal gris y una camiseta blanca salpicada de sangre ahora seca, llevaba la nariz tapada con gasas sangrientas, tenía un adhesivo cruzando su tabique nasal y por debajo de sus fosas nasales, como si quisieran mantener su nariz en su lugar para que está no se cayera.
Chiara Salvatore estaba sentada a su lado sin decir una palabra, aunque sin las manchas redondas de humedad en dónde deberían estar sus ojos podrías pensar que era un saco de ropa gris.
Ella también llevaba su pijama puesta junto a una sudadera gris de Nico que apretó lo suficientemente como para que se cerrara sobre su rostro.
Así que no se le veía la cara.
— Bien, ustedes dos.— El doctor saco un bolígrafo y tomo sus récipes — Veo que están más calmados.— Comento.
— Sí, creo que sí.— Respondió Nico, por qué efectivamente Chiara había dejado de llorar tan fuerte.
— Bien, la señorita.— El doctor se dirigió hacia el saco de ropa gris— El sangrado se detuvo, según la doctora Smith solo tenías laceraciones. Nada de relaciones sexuales por 1 semana, tienes que dejar que tu cuerpo sane.—Le indica y le tiende un papel.— Te voy a recetar un medicamento para el dolor e inflamación, que tomarás cada 8 horas por cinco días ¿Bien?
El saco asintió con la cabeza y soltó algo parecido a un gimoteo.
— Ahora tú — El tono amable del doctor desapareció cuando se dirigió a Nico — Te hicimos una radiografía y todo está en orden, para tu suerte no te desvío el tabique nasal.— Bramo y escribo otro récipe— Te aconsejo que la próxima vez que intentes algo con tu novia, le hables bonito, tu nariz no resistirá otro golpe como ese.— Nico hizo una mueca, pero no se notó por el vendaje en su nariz.— Aquí tienes.—Le dio los medicamentos que tenía que tomar para el dolor.
El doctor hizo una pausa y tomo otro récipe para seguir escribiendo.
— No puedo creer que tengo que decirles esto.— Se queja y se frota el rostro— Deben comprar lubricante, lo venden en todas las farmacias.— Bufa y les da un récipe con diferentes tipos marcas de lubricante. Miro fastidiado a ambos adolescentes—Hay mucha información sobre el tema disponible en internet ¿Bien?, son las tres de la mañana así que no voy a explicarles como tener sexo.— Se quejó molesto.
— No, está bien…— Nico trato de detener el bochornoso regaño.
— Obviamente, no está bien, niño — Gruñó el doctor.— Son estudiantes así que les tengo una tarea, investiguen como practicar sexo adecuadamente.
Nico se frotó la frente, avergonzado.
— No quiero verlos en emergencia en las próximas semanas.— Los regañó.
Las cosas se habían ido a la mierda muy rápidamente, ninguno de los dos esperaba que la noche terminara de una forma tan desastrosa y horrible.
Incluso llamaron a la policía, por qué Chiara tuvo un ataque de pánico y las enfermeras pensaron que se trataba de algún tipo de abuso. Ambos tenían suerte de que las cosas no escalarán.
Chiara ya estaba lo suficientemente mortificada, si hubieran arrestado a Nico por qué ella no podía parar de llorar se hubiera dado latigazos como penitencia y probablemente volvería a la iglesia, bajo su perspectiva, ella hizo una promesa al dios católico y al tratar de romperla fue castigada.
O quizás si la rompió, no lo sabe, no estaba segura si lo que hicieron podía ser considerado como sexo.
Chiara no podía dejar de llorar, por qué sentía estúpida, quizás si solo se hubiera aguantado un poco más, las cosas entre ellos funcionado. No podía creer que fue capaz de golpear a su novio tan fuerte que sangró sobre su piso, auto y sobre sí mismo durante una hora. ¿Quién hace eso? Tendría suerte si seguía hablándole después de lo que pasó. Así que sí, estaba en un estado de pánico y desesperación.
No quería que Nico le terminará, pero estaba segura de que lo haría.
Cuando subieron al auto, Nico se tomó un momento para tomar aire y analizar la situación. Asustado.
Estaba asustado por qué pensaba que Chiara iba a dejarlo. Se supone que él tenía más experiencia, pero hizo de su primera vez, algo que Chiara debería recordar con cariño en un infierno.
— Llévame a casa.— Sollozo Chiara evitando mirarlo a la cara.
— Uh… No, no— Nico se giró para verla, sintió que las lágrimas saladas empezaban a acumularse en sus ojos.— H-hablemos, ven conmigo… Po—La joven lo interrumpió de golpe.
— Solo llévame a mi casa, por favor — Básicamente le suplicó, llorosa.
Nico volvió su vista hacia adelante sintiendo su pecho apretado. Se sentía como un idiota, intento no llorar para no empeorar la situación, pero era fue casi inevitable. Encendió el auto y se dirigió a los suburbios, dónde vive la joven. Había demasiadas emociones diferentes chocando dentro de él así que se sentía realmente abatido.
Lleva a Chiara a su casa sin cuestionarla mas.
Cuando detuvo el auto intento mediar con su novia, pero Chiara salió casi corriendo sin decir nada más.
La vio trepar las enredaderas en la pared de su casa y entrar a su cuarto por la ventana. Él esperó, pensando que ella se giraría para verlo, pero no lo hizo. Chiara cerró la ventana, luego hizo lo mismo con las cortinas.
Nico se quedó estacionado frente a la casa de su novia, estaba temblando y sudando frío, rígido como si hubiera recibido un golpe en la cara; Estaba en un estado de total pánico y miedo.
¿Qué había pasado? Bueno, el día había iniciado con normalidad.
Ese día Nico fue a buscar a la hija de Hécate a su casa en la tarde.
Iban a ver una película en su casa así que el día anterior compro palomitas y chucherías. Antes tenían estás citas en la casa de Chiara, pero dejaron de hacerlo por qué Gabriele su hermano menor se invitaba solo y aunque ese niño le caía bien, también quería un poco de tiempo a solas con su novia.
Se supone que ella se quedaría a pasar la noche. No era la primera vez que Chiara pasaba la noche en su casa.
Ella normalmente se queda en la habitación de huéspedes, y por la mañana Nico se pasaba a su cama para dormir el resto de la mañana acurrucado con ella. Abrazados.
—¿Qué pasa? Te noto distraído.— Chiara acaricio distraídamente el brazo de Nico, con delicadeza.
El pelinegro aparta la vista del televisor y mira a su novia.
— No es nada.— Murmuro.
— Niccolò— Lo llamó dulcemente.
Nico respira hondo y la mira.
— No lo sé, verte convivir con tu hermano menor es extraño. — Dijo entre risas apagadas.— Parecen que se quieren mucho, es solo eso…
Chiara toma el control remoto y pausa la película para darle su atención a su novio, poder hablarle y escuchar.
— Pues claro, lo amo mucho, lo tuve en mis brazos recién nacido.— Dice con dulzura, sonriente y feliz.— Tú y Hazel deben tener el mismo lazo.
Nico hizo una pequeña mueca de incomodidad, arrugando la nariz.
— Sí, si algo así. —Susurro por lo bajo jugueteando con sus anillos—Es solo que no convivimos mucho, supongo que me da miedo apegarme a ella…—Nico tiro del dobladillo de mi camisa de forma distraída— Siempre la estoy alejando, y no lo sé, la quiero, pero no sé siente bien hacerlo.— Admite.
—¿Por qué?— Le cuestiona Chiara confundida.— Es tu hermana.
— No quiero lastimarme.— Susurra.—No quiero quererla y perderla.
— Estás vivo, Nico. No debes limitarte solo por qué tienes miedo.— Exclamó Chiara mientras apoyaba su mejilla en el hombro del pelinegro de ojos ónix.— Perder a alguien es doloroso, pero es natural. No dudes en vivir y amar.
— Ya pasaron años y se supone que supere todo— Murmura Nico con voz ronca abrazándola por la cintura.— Y Ahora soy un adulto.— Agrega —pero aún me quedo despierto por las noches pensando en ello. Así que…
Chiara evita mencionar a Bianca de forma evidente, por qué mucho antes de empezar a salir se había enterado de que hablar de su hermana mayor era un desencadenante para Nico.
— No hay nada de malo pensar en ello, pero no debes dejar que eso te limité.— Menciona con suavidad —El amor es un sentimiento es atemporal, no importa cuánto tiempo pase.— Le explica—Seguimos amando.— Dice.
Nico suspiró profundamente.
— Quien diría que me pondría triste viendo Mamamía.— Exclama Nico.
— Es un gran musical.— Bufa Chiara y Nico se gira hacía un lado para verla.
Acercando su rostro poco a poco al de su la castaña clara, hasta el punto en que sus respiraciones se entrelazaban.
—¿Segura que eres menor que yo?—Pregunta Nico con voz ronca y suave.
— Muchos dirían que tengo un alma vieja.— Exclamó con altanería.
Nico no puedo evitar sonreír.
— ¿Un alma vieja?
Chaira puso los ojos en blanco.
—Obvio no tan viejo como tú.— Se burla entre risas.— Anciano.
— ¿Cómo me llamaste?— Pregunta Nico entre risas jocosas, inclinándose sobre su novia para besar su cuello.
A Chiara no le pone caliente los besos en el cuello, solo le causan cosquillas y es un dato que Nico utiliza para joder a su novia. Patalea, se ríe a carcajadas y trata de liberarse entre gritos. Nico disfruta de atacarla de esa forma, por qué su cara se pone roja y llorosa.
—¡Ya, ya, ya! ¡Por favor!— Chilla entre risas, sacudiéndose como un gusano.
Nico aparta sus labios de su cuello, pero no afloja su agarré.
—Puedo soltarte, Topolina. — Sisea.—Pero solo si me das un beso.—Antes de que pueda responder, Nico se inclina y le roba uno de los labios.
El beso se acaba antes de que siquiera haya comenzado, y la joven se queda mirando fijamente el rostro bonito de su novio mientras se aleja sonriente.
—Eso fue engañoso —Dice, aunque su forma de decirlo sale mal. Suena llena de deseo, con la respiración agitada y la voz entrecortada. Suena excitada.
—Estoy sobre ti, Chiara—Dice muerte en voz baja— Nada en mí es engañoso en este momento.— Sisea burlón.
Nico y Chiara se miran mutuamente durante unos segundos, quizás es el brillo en los ojos del otro, pero en un instante acortan la mínima distancia y se funden en un beso apasionado.
Sus labios besos se volvieron cada vez más voraces y lujuriosos.
Normalmente el podía controlarse, pero al sentir a Chiara pegarse a el y abrazarlo no pudo resistir el dulce llamado de sus labios. Nico deja de acariciar las caderas de la joven y una de sus manos sube a la altura de sus costillas, y su pulgar se deslizó por el contorno de uno de sus senos.
Ese pequeño acto hace que Chiara se sobresalte y lo aparte suavemente.
— Lo siento, no quería — Nico trata de disculparse de inmediato, pero la hija de Hécate lo interrumpe.
—No, no, no es eso… Si quiero, pero.— Admite con un hilo de voz y el rostro rojo de la vergüenza —Tengo miedo.
Nico lo miro confundido.
—¿Miedo? ¿De qué?— Susurro.
— Es que…— Chiara acuesta su cabeza sobre la almohada, sin dejar de verlo.—Las monjas... — Susurra nerviosa.— Las monjas suelen decir que los chicos solo quieren una cosa— Contiene la respiración — Y cuando la consiguen te abandonan. Te dicen que te aman— Murmura por lo bajo y se muerde el pulgar.—Pero todo eso es mentira, solo quieren tu cuerpo.
— ¿Crees que no te quiero?— Le cuestiona el pelinegro apartando los mechones que se cuelan en su cara.
— Te creo.— Admite abochornada.
— Chiara Salvatore yo nunca te dejaré ¿Lo sabes verdad?— Pregunta Nico en un tono bajo, buscando su mirada.
—Lo sé, lo sé… — Chiara se apoya en sus antebrazos.—Yo también te quiero mucho y, una parte de mí.—Se sonroja profundamente —La que creció como una niña católica.— Admite mientras juega con los anillos plateados de Nico—Quiere que mi primera vez sea con la persona con la que estaré. Ya sabes, para siempre.— Explica, tímida.
El corazón de Nico se acelera.
—¿Y tienes otro candidato acaso?— Le pregunta fingiendo estar ofendido.
— No, no, claro que no.— Chiara lo mira con timidez —Pero si esas viejas monjas tienen razón, y si un día te hartas de mí y me dejas… No quiero adelantarlo, quiero que esto dure.
— Está bien.— Nico estira su mano para tomar la de Chiara —Cuando te sientas lista estaré esperando.
El ambiente estaba cargado de tensión sexual que apenas lograban respirar.
Chiara decidió que debía irse a dormir para poner distancia. Así que se despidió de su novio y se fue a la habitación de huéspedes, en donde se acostó en esa enorme cama con la mirada fija en el techo blanco.
No podía dormir. Estaba llena de ansiedad y una sensación de calor en el pecho que se extendió por todo su cuerpo. No paraba de preguntarse a sí misma si estaba haciendo lo correcto.
Nico era su primer amor, ese tipo de amor que solo tienes cuando eres una niña y dentro de poco será demasiado grande como para enamorarse así.
¿Tendría otro gran amor como él? No estaba segura de que fuera posible.
Incluso si se sentía insegura y temerosa, quería estar con él.
Quería estar lo más cerca posible de Nico, quería que la besara, quiera que la tomara en sus brazos y le hiciera promesas de un futuro juntos.
Chiara se levantó de la cama y camino hacia la puerta, dudo, se regresó y se sentó en el filo de la cama rígida.
Repitió el proceso unas 5 veces, hasta que tuvo el valor suficiente de tomar la manija y sentir la puerta. Cuando lo hizo, Nico estaba parado frente a ella.
Ambos se miraron sorprendidos y con eso, Nico cierra el último espacio que había entre ellos y se besan salvajes.
Sus besos fueron brutales y llenos de salvajismo. No hubo cariño ni ternura en la forma en la que la echo sobre la cama y se subió sobre ella. Demasiado rápido, y rudo. Nico ponía demasiada fuerza en las caricias que brindaba al delicado y frágil cuerpo de su novia.
Sus manos rasposas eran torpes y se movían de forma descuidada, pero en realidad ninguno de los dos lo noto.
Ambos estaban desesperados por estar cerca del otro. Se pegaban lo máximo posible el uno al otro, como si quisieran volverse uno solo.
Las cosas se movieron muy rápido, y si Nico tiene que ser sincero, la mayor parte fue su culpa. En su mente, si los hombres y las mujeres estaban hechos para tener bebés, lo que implica sexo, pensó que el cuerpo de Chiara iba a recibirlo cálidamente y sin dolor.
Bueno, él estaba equivocado.
Tardo más tiempo en ponerse el condón que estando dentro de ella por qué le temblaban las manos.
Los besos y caricias no duraron más de dos minutos antes de ir al punto.
Es decir, sin juegos previos.
Ni siquiera se quitaron la ropa. Él solo apartó sus brazos y en la oscuridad de la habitación le costó un poco ubicar su centro, cuando lo logro se acomodó sobre ella y le aviso que entraría.
Y vaya que lo hizo.
Nico apretó su cuerpo contra el de ella y entro hasta el fondo de golpe.
El hijo de Hades no estaba seguro de cómo se sentía estar dentro de Chiara, tan solo tuvo la sensación de que dolía de lo apretado que era su interior, tan solo fueron unos mini segundos antes de que ella gritara fuerte y le lanzará un puñetazo directo en la nariz. Eso lo hizo salir y tratar de cubrirse la nariz por reflejo, pero antes de hacerlo, ella le dio una patada en el pecho que lo hizo caer hacia atrás, rodar por la cama y estrellarse contra el suelo.
A Nico le costó volver en sí mismo, en el momento todo se puso negro.
El dolor lo invadió su sistema y sus ojos se llenaron de lágrimas. Estaba aturdidos y cuando logro arrodillarse, lo único que logro ver fue la puerta del baño cerrándose de un portazo.
En ese momento olvido el dolor que sentía y se tambaleó hasta la puerta del baño para ver qué le pasaba.
— Chiara, Chiara…— Nico empezó a tocar la puerta del baño—¿Estás bien?— Pregunto preocupado y asustado.
Ella no respondió al instante, la escucho hiperventilar y balbucear palabras inteligibles, nerviosa.
El pelinegro noto su pecho húmedo, se llevó la mano al rostro y se percató de que su nariz estaba sangrando.
Miro sus dedos llenos de sangre con motas doradas, pero en ese momento no le importaba un cuerno su nariz.
Incluso se le olvidó el dolor.
— Tráeme…— La escucho balbucear con la voz agitada y luego sollozar— ¡Tráeme mi bolso!— Grito en pánico.
Nico se apresuró a buscar el bolso de Chiara apoyado en la mesita de noche, cuando lo tomó se dio cuenta de que entre las sábanas desordenadas había una gran mancha de sangre. Mucha.
Demasiada para la mente de Nico.
En realidad era tan grande como para estar realmente preocupado. Y no era suya, por qué a diferente de su sangre, esta no tenía tanto icor, así que debía ser de Chiara. Eso lo alarmó bastante.
Y luego la obligó a ir al hospital.
Cuando lo vieron sangrando también lo atendieron a él, pero eso no estaba dentro de los planes del hijo de Hades.
— H-hola, señora Salvatore...Mmm, yo, siento venir sin avisar.— Nico se aclaró la garganta —Mmmm, ¿Podría? ¿Podría hablar con Chiara?
Mónica miró al pelinegro frente a ella con el rostro pálido, los ojos rojos y la cara sonrojada hasta las orejas con un ramo lleno de flores en sus manos.
En ese momento quiso golpear su cara contra la pared por qué estaba segura de que este pequeño engendro había embarazado a Chiara y ahora Enzo le iba a echar la culpa por no cuidarla.
Al menos eso es lo que se imaginó al ver la actitud letárgica de Chiara los últimos tres días, y estaba aterrada.
Quería preguntar, pero sabiendo lo intensa que era Chiara seguramente se fugaría con Nico o peor sola.
Mónica miró a Nico y pensó que era un buen muchacho, así que no iba a gritarle sin pruebas de un embarazo. Lo estaría observando de cerca.
— Está en su cuarto.— Mónica se hizo aún lado para dejarlo pasar.
Nico subió las escaleras y se paró frente a la habitación de Chiara temblando de los nervios.
Él había intentado darle “Espacio” a su novia, pero después del segundo día, sin noticias de ella bajo en una espiral de ansiedad y miedo.
Solo quería hablarle, pedir disculpas, arrodillarse y rogar si era necesario.
Tocó la puerta tres veces.
Después de unos minutos Chairá abrió la puerta y cuando por fin la tuvo frente a frente su mente quedó en blanco, su lengua se enredó y las palabras se negaron a salir del fondo de su garganta. Estaba paralizado.
Tenía miedo. Chiara podía mandarlo al diablo, y eso le aterraba.
Así que guardo silencio.
Miro los turbulentos ojos jade de Chiara llenos de dolor y tristeza.
Entonces comprendido que ambos tenían miedo. Miedo de perderse.
No dijeron nada. Solo se abrazaron.
Nico entró a la habitación de Chiara y cerró la puerta detrás de él, sin soltar a Chiara y pasaron las siguientes dos horas consolándose mutuamente.
— Perdóname, juro que lo haré mejor.— Balbucea Nico entre sollozos.
Chiara acarició sus cabellos negros, este tenía su cabeza recostada en los muslos de su novia, abrazándola por la cintura, arrodillado frente a ella.
— Perdón por romperte la nariz.— Se disculpó Chiara con voz entrecortada.
Nico alzó la cabeza para mirarlo.
— Está bien, cariño. Me lo merecía.— Murmura, el pelinegro.
— Pensé que ibas a dejarme.— Admitió la hija de Hécate con voz dolorosa.— Lo arruine todo…
— No, no, no, no…— Nico le apartó el cabello del rostro y tomo su cara entre sus manos.— Tú no hiciste nada malo, yo arruiné tu primera vez.— Exclama.
Chiara se lanzó contra él y lo abrazo por los hombros, amorosa.
— Los dos hicimos cosas malas, dejémoslo así.— Le suplica.
— Tú solo reaccionaste, yo me merecía ese golpe— Nico apartó y beso la frente de Chiara —Te amo.
— Te amo.— Jadeo llorosa.
(...)
Chiara Salvatore Pov.
Estoy enloqueciendo lentamente en este punto. No hemos tocado el tema del sexo en dos semanas, y creo que Nico no volverá a tocarme nunca. Ya ni siquiera me besa como antes, ahora me trata como material frágil, como si tuviera miedo a lastimarme. Empieza a ser dolorosamente molesto y frío.
Entiendo que después de lo que pasó sea cauteloso y cuidadoso conmigo, incluso que esté temeroso, pero…
¿Es realmente necesario privarme de todo contacto físico?
Tengo que hablar con él.
Hice un borrador de lo que iba a decirle, pero aún no me decido.
Decidí seguir el consejo del doctor e investigar por mi cuenta como tener sexo adecuadamente. Ahora tengo la teoría, pero no la práctica. Bueno, eso es risible, si tengo algo de práctica. La mayoría en los foros recomiendan que empieces dándote autoplacer.
Nunca lo había hecho antes, por qué dios lo ve todo y esas cosas. Cada que lo intentaba me imaginaba esa fea y tétrica estatua de Jesús en la cruz.
Tarde unos días en superar eso.
Al principio traté seguir los conseguiste de internet.
Si está internet es por qué es confiable ¿No? Al menos eso espero.
Las primeras dos veces no sentí nada, y pensé que estaba rota, pero seguí el consejo de imaginar a la persona que te gusta en el momento y…
Esa vez sí funcionó.
Ahora que tengo todo este “mágico” conocimiento sobre el sexo, quiero ponerlo en práctica con mi novio.
Hacerlo bien para los dos, para no quedarnos con el mal sabor de boca de una primera vez desastrosa.
Nico detuvo el auto.
— Chao, Topolina.— Nico se inclinó hacia mí y me beso la mejilla.
Cómo siempre, Nico me lleva y me trae de la escuela, aunque eso lo haga quedarse atrapado en el tráfico, cosa que realmente odia, pero lo hace por qué me asusto cuando voy en moto.
Me quedo hundida en el asiento con la mano atascada en la manija.
— Chao.— Respondo y lo miro.
¿Solo un beso en la mejilla?
¿Nada más?
—¿Pasa algo?— Pregunta Nico al ver que no bajo del auto y solo lo miro.
Respiro hondo y mis mejillas arden.
—Estoy lista para volver a intentarlo.— Exclamó con intensidad.
Nico se sobresalta y me mira con los ojos desorbitados por mi declaración, pronto su rostro se sonroja hasta las orejas y aprieta los labios, nervioso.
— Ahmm …— Balbucea y lo veo apretar sus manos alrededor del volante.— ¿Cuándo? ¿Ahora?
— ¿Puede ser mañana?— Pregunto.
Nico respira profundo, agitado.
—Sí, sí.— Balbuceó de acuerdo.
— Bien, adiós.— Me quito el cinturón de seguridad y le doy un beso.
Asiento con la cabeza, satisfecha conmigo misma por hablar. Abro la puerta y salgo del auto, contenta.
Aunque a Nico le toma unos treinta minutos arrancar el auto e irse.
Lo sé por qué lo ví desde mi ventana.
Holaaa chicas y chicos
Espero que les guste el capítulo, voten y comenten mucho, apiadense de mi es navidad. No mamen.
Bueno, les dije que estos dos tendrían su primera vez, no que sería buena.
Aún así siento que está es una versión más realista entre comillas de lo mal que puede ir la primera vez si ninguno de los tiene conocimiento de que chingados está haciendo.
Memes del capítulo:
Bye bye bye.
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