11.

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Maquillaje.
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Nico di Angelo Pov.

Chiara no para de lloriquear, estaba temblando, tratando de explicarse. No sé cómo sentirme, claro, aparte de la ardiente vergüenza que me quema el rostro. Tengo las manos húmedas y la garganta apretada. Después de oír el estruendo en mi sala, tuve que salir corriendo para verificar quién era.

Después me lavé las manos en la cocina antes de ayudar a Chiara a ponerse de pie y ponerle una toalla con hielo en el mentón y luego una curita con corazones sobre la herida, por qué al caer se lastimó un poco.

Hice que se sentará en la cocina y tomará un poco de agua para tratar que se clamará, pero no lo hizo.

— En serio no quería irrumpir en tu casa, lo siento.—Tiene la cara roja y los ojos acuosos llenos de lágrimas —Yo no… No quería, perdóname.

Chiara me tiende un peluche muy chistoso de un ratón con un lazo.

— Sí.—Tomo el peluche y lo observo detalladamente.— Este es… El tipo de regalo que definitivamente me darías, no sé en qué estaban pensando.—Digo con la voz ronca, avergonzado.

Me arde la cara de la vergüenza.

Una parte de mí quiere esconder la cabeza en un hoyo en la tierra, pero la otra parte de mí, dice que debo dar un paso adelante por esta relación.

No solo por qué soy el mayor, si no por qué tengo más experiencia.

Si me acobardo ahora, Chiara va a cerrarse y probablemente nuestra relación se vuelva incómoda.

— Solo quería cambiar el contenido de la bolsa antes de que lo vieras.— Lloriquea y se cubre el rostro.

Suspiro profundamente tratando de tragarme mi propia vergüenza.

— Chiara, no estoy molesto. Deja de llorar, todo está bien.— Susurró

— ¡Perdón, no quería invadir tu privacidad!— Lloriquea Chiara.

— No, no, no. Todo está bien.—Me acercó y trato de poner mi mano en su hombro, dudo y me aparto por qué obviamente use esa mano con fines católicos— Yo también lo siento.

Chiara extiende su mano y toma el resto de su vaso de agua de un solo golpe, tratando de recuperarse.

— Tú…— Ella me mira cautelosa y parpadea varias veces.—¿E-extrañas tenerte relaciones sexuales?

Me sobresalto.

—¿Qué? ¡No, Chiara!— Balbuceó con nerviosismo, sonrojado y exaltado.

Lo último que quiero es que Chiara crea que soy una especie de maníaco pervertido. No quiero asustarla.

Claro que hasta hace unos minutos estaba en mi habitación oliendo su sostén y fantaseando con quitarle la inocencia, pero ella no tenía por qué saberlo. Nunca debía saberlo. Dioses.

— Somos pareja— Su voz aguda tiembla—¡Creo que es necesario hablar sobre eso!— Exclama.

— E-es natural—Me froto el rostro —Es natural querer hacerlo… — Mi voz suena sorprendente aguda. Me aclaro la garganta, muy avergonzado.—Más cuando quieres mucho a alguien— Mi confesión suena como si admitiera un crimen de guerra o algo así —Pero no, yo no quiero presionarte. Sé que vas a tu propio ritmo y no debes sentir que tienes que hacer algo solo por mí.

Chiara respira hondo y asiente con la cabeza como si comprendiera lo que estaba diciendo, sin juzgarme.

— No me siento preparada.— Admite como si temiera decepcionarme.

— No tienes que estarlo.— Exclamó y me acerco para besar su frente —Ya, ya, ya… Deja de llorar, no pasa nada.— Susurro ronco contra su piel.

Mi corazón se calma y vuela a latir con normalidad. Ya suponía que mi Chiara no estaba lista para subir al siguiente nivel en nuestra relación y yo estaba bien con eso, pero aun así me alegra que esté desafortunado y vergonzoso incidente no fracture lo que hemos estado construyendo.

El lado bueno es que Chiara no está poniendo una denuncia por acoso.

Y no parece molesta.

— Lo siento.— La joven bruja de cabello castaño ondulado recuesta su cabeza sobre mi pecho, cansada.

Vuelvo a besar su frente y la abrazo.

— Está bien, te llevaré a tu casa.—Miro a la hija de Hécate, confuso—¿Viniste corriendo a mi casa?— Le cuestionó y ella asiente con la cabeza.—Eso fue peligroso, es muy tarde y las calles están llenas de drogadictos.

— Lo siento.— Vuelve a disculparse con el rostro sonrojado.

— No te disculpes, Topolina.

El camino hacia su casa es mucho menos incómodo de lo que creí y me alegro de que sea así. Me gusta que tenga confianza conmigo, es lindo.

— Perdón por verte masturbándote.— Se disculpa Chiara, me sorprende que sea tan abierta al hablar de ello.

Y yo no me siento particularmente avergonzado. Después de meditarlo un poco me siento más tranquilo.

Además, Chairá es mi novia, en algún momento verá mis partes privadas.

— ¿Y qué tal?— Pregunto dirigiendo mis ojos hacia mi copiloto. No pude evitar sonar coqueto y altanero.

— Ah…— Chiara se sonroja hasta las orejas, y se agita visiblemente. Se ve adorable—Solo tengo un par de libros de biología para compararlo— Aclara y me río.—… Así que podría decir que más grande que la media.— Balbucea.

Ahogó una carcajada victoriosa, y mi pecho se hincha con orgullo. Chiara se encoge en su asiento, avergonzada.

— Podría devolverte tu ropa interior, pero creo que solo te daré dinero para que compres un conjunto nuevo.—Le informo con una voz comprensiva.

Chiara está de acuerdo.

— Gracias.— Murmura.

Sonrió para mí misma.

— No creí que utilizarás ese tipo de ropa.— Digo al aire con simpleza para no avergonzarla.—No parece tu estilo.

— Ah, no, no en general…— Su voz femenina se llena de nerviosismo —Mis, mis compañeras piensan que soy una mojigata y yo solo, quería probar cosas nuevas.— Intenta explicar.

La miro de reojo, sin poder dejar de sonreír. Obviamente, no lo compro para mí, pero sí pensando en mí.

— Imagino tu ropa interior en los rangos de color rosa, pastel y blanco, con dibujitos y bordados.— Me burló.

Chiara aprieta los labios y noto sus mejillas aún más rojizas.

— No.— Balbucea, negándose.

— ¿No qué? — Pregunto divertido y burlón, por qué sé qué di en el clavo.

Aun así, trata de negarlo.

— No.— Sisea.

Cuando la dejo en su casa, espero a que entre para irme. Siempre espero para asegurarme de que entre.

Me sorprende un poco cuando Chiara se da media vuelta y camina hacia mi coche, se inclina apoyando sus brazos en la ventanilla y se estira para besar mis labios con demasiada energía.

Sostengo su rostro entre mis manos y sigo el beso, invadiendo su boca con mi lengua para dominar el beso.

— Chao, amore.— Susurra contra mis labios, pero aun así vuelve a besarme.

Siento una fuerte descarga eléctrica que recorre mi columna vertebral y se extiende por todo mi cuerpo. Tiro de ella y de alguna forma logro que entre por la ventanilla, lo que la hace reír.

—¿Amore?— Pregunto contra sus labios y la siento en mi regazo.

— Amore.— Me susurra.

Nos besamos durante una media hora en el asiento trasero de mi auto.


(...)

Narrador Pov.

La dependienta estaba temblando como Chihuahua asustadizo mientras miraba al joven de aspecto musculoso e intimidante ojeando los estantes de maquillaje de la tienda, lo había visto rondar el lugar, pero no sabía si debía acercarse para atenderlo. Le daba un poco de miedo y esperaba que alguna de sus compañeras terminara con lo que estaba haciendo para ayudarlo.

El chico se veía un poco perdido, se veía como alguien al que no querías molestar o dirigirle la palabra.

Aunque supuso de que su compañera Amelia (le gustan los chicos malos) estaría encantada de atenderlo.

Sofia se acercó sigilosamente al chico.

Había decidió que le ofrecería ayuda y ante cualquier negativa volvería a su puesto de trabajo y fingiría que eso no pasó nunca. Respiro profundo y reunió todo el coraje que tenía.

— Disculpa, ¿Necesitas ayuda?— Pregunta suavemente.

El joven de aspecto rudo se giró hacia ella y su rostro se iluminó.

— Estoy buscando una marca de maquillaje que le gusta a mi novia.— Respondió rápidamente, exaltado— Pero todo el maquillaje se ve igual para mí.— Explico avergonzada.

La joven dependienta suspiró de alivio internamente y sonrió.

— ¿Sabes cómo se llama la marca de maquillaje?— Pregunto la joven.

— Flower knows.

— Oh, esa marca es un poco costosa— Le informa—Quizás quieras opciones más accesibles. — Le ofrece la chica.

— No, quiero esa marca.— Exclama.

— Bien, acompáñame.— Pide y lo lleva a la sección en la que está el maquillaje de marcas asiáticas.

— Si, estos son.— Exclama aliviado el chico de cabello oscuro y ojos ónix — Bien, los quiero todos.—Pide el joven.

La vendedora se tambalea.

— Eh, bueno.— Relame sus labios — Los tonos de base son diferentes para los diferentes tipos de piel — Explica la joven vendedora.— ¿Cuál es el tono de tu novia?— Pregunta amable.

— ¿Blanca?

La joven parpadeó varias veces.

— ¿Tienes una foto?— Pregunta la vendedora, indagando.

— Sí, sí.— El joven de cabello negro y porte intimidante saca su teléfono de su bolsillo rápidamente.— Es esta.— Exclama mostrándole una foto de una chica de piel blanca con base fría, el cabello castaño claro ondulado y ojos verdes pálidos parecidos al jade.

Muy linda.

— Bien.— La vendedora busca entre los tonos y consigue el que cree que es el correcto— Este es su tono de piel.

Al final ese joven aterrador, y guapo según Amelia, se llevó una cesta llena de maquillaje costoso. Todos los tonos de lápiz labial, brillo, sombra de ojos, y rubor que tenían en existencia.

Fueron un total de 1.000 dólares.

— Ojalá tener un novio como ese.— Ronronea la joven de piel negra.

— Qué miedo.— Susurro la joven muy lesbiana que lo atendió.— Pero, no es tan malo como creí…— Opina la chica tamaño bolsillo.— Parece que quiere mucho a su novia.— Murmura.

(...)


Nico di Angelo Pov.

Chiara y yo hemos estado saliendo desde inicios de febrero, ya es mayo, lo que significa que hemos estado un total de cuarto meses juntos. Así que me alegra ayudarla a decorar su casa para su fiesta de cumpleaños 17.

Aunque si soy sincero, no sabía que tuviera amigos cercanos. Es ese tipo de persona tímida y reservada que no suele relacionarse con mucha gente.

Me recuerda un poco a mí, pero ya sabes, Chairá si es buena persona.

Chiara me dijo que la mayoría de los invitados eran sus hermanos mestizos con los que era muy unida y que ellos tenían una especie de “ritual mágico” o algo por el estilo que hacen cuando uno de los hijos de Hécate llegan a la mayoría de edad. No explico mucho, solo dijo que tendría que hacerlo.

Sostengo la escalera mientras Chiara pone decoraciones en todo su hogar.

Mónica estaba haciendo el pastel de cumpleaños en la cocina y Gabriele lo estaba “ayudando” o sea, comiendo de cualquier resto que llegue a su boca.

— Sabes, no tienes que venir a la fiesta.— Dice Chiara retrocediendo lo que provocó que me alejara.— Ya es suficiente con que me ayudes.

Parpadeó confundido.

—¿Qué?— Jadeo.

Chiara respira profundo y toma la escalera para arrastrarla al otro lado de la habitación, poniendo bonitas luces de colores para la noche.

— Muchas personas del campamento vienen a la fiesta y… Sé que aún no les has dicho nada a tus amigos sobre— Se detiene y nos señala.—Nosotros.

No quería decirle a mis amigos, por qué sabía que estarían sobre Chairá como abejas a la miel. No quiero todo ese drama, mucho menos que se me cuestione sobre mis decisiones.

Estaba planeando que la bomba explotara en julio, en verano.

Por ahora, prefería que nuestra relación fuera solo nuestra, pero en realidad no me molesta que otros sepan de nosotros. Somos novios.

No es como si nos estuviéramos escondiendo realmente.

— No somos criminales, no nos estamos escondiendo.— Bufó.

Chiara me mira con incredulidad, y luego evita mirarme. Ella realmente cree que la estoy escondiendo de mis amigos apropósito. No soy tan idiota como para hacerle algo como eso.

— No te estoy escondiendo ¿Crees? ¿Crees que me avergüenzo de ti?— Le cuestionó con nerviosismo.

— Pienso que no has salido del closet bisexual. Eso creo.— Responde con cierta indiferencia—Y si, me siento insegura por qué mi novio nunca me lleva a cenar con sus amigos.— Ella da un suspiro—Y ni siquiera su hermana sabe de mi existencia.— Agrega.

— ¡Son un montón de exagerados, si se enteran de lo nuestro no dejarán de molestarme!— Trato de explicarme.

— Si un árbol cae a mitad del bosque sin nadie que lo escuche, ¿Realmente cayó?— Me cuestiona con convicción.

Hago una mueca, confuso.

— No te pongas críptica conmigo.— Exclamó ofendido por sus palabras.

— Nico, no estoy molesta.— Chiara afirma.—Tú eres capaz de esperarme y respetar mis límites y yo también— Me asegura—Si no te sientes listo para que esto se sepa está bien.— Dice.

— Voy a estar en tu cumpleaños y en el ritual ese de mayoría de edad.— Le aseguro con voz firmé y ronca.

— Adultez. — Me corrige.

— Esa cosa.— Bufo.

— Bien.— Dice encogiéndose de hombros con indiferencia.

— ¡Bien!

Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños Chiara Salvatore.
Feliz cumpleaños a ti ~~~

Observo el rostro sonriente de la hija de Hécate con las luces tenues, es casi mágico como sus mejillas se llenan de encantadores hoyuelos al mirar a sus amigos y hermanos semidioses que la acompañaban en la mesa. Sus labios rosados y mejillas sonrojadas, tenía un suave maquillaje, puesto que solo resaltaba sus fracciones delicadas.

Chiara se ve adorable con un vestido rosa salmón con falda larga, la parte superior tenía un escote en “V” era un poco más oscura que la falda y estaba llena de detalles hechos de encaje.

Llevaba puesto un collar de perlas que yo mismo le regalé después de hacerle una visita a Hades hace dos meses (lo tome prestado, después de todo el tiene muchas joyas y no creo que le moleste. Además, vienen siendo mío por herencia de todas formas)

Cuando la canción termino Chiara se inclinó y sopló la vela haciendo que todos los presentes aplaudieran.

Creo que todo va bien.

— Adriana dice que eres la sal de la tierra.— Me traduce Chiara.

La morena de ojos azules niega con la cabeza con la boca llena de pastel, por lo que sé si sabe hablar inglés, pero no quiere hablar conmigo directamente.

Adriana corrige a Chiara en portugués, sonando agresiva.

— Perdón, dice que eres la escoria de la tierra.— Me traduce Chiara.

La perra de Adriana sonríe y yo igual.

Maldita.

— ¿En serio? Qué linda.— Gruñó.

Así están las cosas. La mitad de los invitados son hermanos de Chiara que por alguna razón que desconozco me odian y la otra mitad son mestizos que ella había llevado al campamento, y como es un ángel preocupa de forma genuina por saber cómo les va.

Incluso Jack, el mestizo que buscamos a principios de enero está presente.

Quien de forma no irónica, es la única persona que no parece perturbado o extrañado con mi presencia, cercanía y disposición con Chiara Salvatore.

Aunque él está ocupado discutiendo con una tal Stella, hija de Atenea que Chiara trajo al campamento mestizo hace un año durante el invierno.

La joven italiana abre sus regalos frente a todos. Yo quería que abriera el mío primero, pero empezó por los más pequeños. Una de sus hermanas le regaló un tinte rojo cereza, por qué le había hablado de querer teñirse el verano pasado. Chiara agradeció cada uno de los regalos, sonriente y feliz.

Ella dejó mi último regalo para el final y cuando lo abrió no podía creerlo.

— No puede ser…— Una gran sonrisa se extiende en los labios de Chiara y sus mejillas se llenan de hoyuelos.— ¿Es broma? ¿Cuándo los conseguiste?— Pregunta sacando alguno de los productos de maquillaje en la caja.

Entiendo por qué a Chiara le gusta tanto ese maquillaje, por qué está lleno de detalles y es elegante.

—Siempre hablas de eso.— Exclamó.

Ella me mira con una sonrisa enternecida y me abraza.

— Gracias, Nico.— Dice con dulzura y me besa la mejilla amorosa.

Pongo mi dedo índice en su mentón y desvío su rostro para besarla frente a todos en la fiesta. Solo fue un roce. Un ligero beso, nada muy escandaloso.

Después del beso Chiara estaba roja como una fresa y un poco callada.

No grite a los cuatro vientos que estamos saliendo, pero tampoco estoy tratando de ocultarlo activamente.

Chiara se levantó y se dirigió a la cocina para buscar más platos para seguir sirviendo pastel así que la acompaño para hablar con ella.

—¿Por qué siento que tus hermanos me odian?— Le cuestionó sarcástico.

La hija de Hécate se ríe.

— Cuando les conté que estábamos saliendo, María, la líder de cabaña tuvo un “presentimiento”— Explico.

La miro incrédulo.

— ¿Un presentimiento? ¿Es broma?— le cuestionó con total incredulidad.

Ella exhala y sonríe.

— María tiene estos “presentimientos” y suelen anunciar una tragedia.— Me explica.— Solo están preocupados por mí, somos brujos, Nico.— Me aclara la menor — Somos supersticiosos.

— Eso es una estupidez.— Gruñó y Chiara se acerca para abrazarme.

— No creo que sea un mal augurio, solo es una coincidencia.— Me dice tratando de tranquilizarme.— Nico, no pienses demasiado en ello. Lo que tiene que pasar, pasará.— Exclama.

Gruñó por lo bajo y la sostengo de las caderas con posesividad.

— Mal augurio, qué estupidez.— Alzó el rostro de Chiara y la beso.— Tengo un regalo para ti.— Le susurro.

—¿Otro además de esa caja enorme sobre la mesa?— Me cuestiona.

— Es para que no dependas de esas peligrosas.— Tomo una de sus manos y la traigo hacia mí, abro mi puño y dejo el collar sobre su palma.— Esto no llamará la atención como un arma. Así podrás defenderte sin dejar de ser pacifista.— Le explico con delicadeza.

Chiara abre la mano y encuentra un collar con la forma de una polilla con un peculiar color bronce. Presiona el dije y este activa un mecanismo que expulsa una pequeña daga de bronce celestial. Pequeña, pero efectiva.

Yo mismo mate un monstruo con ella para probar que sí funcionaba.

— È adorabile, Nico.— Ella se pone de puntillas y me da un beso en la mejilla —Grazie mille, Amore.— Exclama.

Cada vez que habla en italiano siento una ráfaga de calor eléctrico.

— Oh.— No podido evitar abrazarla con fuerza y besar sus mejillas.

El resto de la fiesta los invitados de Chairá me lanzaron puntas o solo me ignoraron un poco asustados, pero mi novia la paso bien abriendo regalos y haciendo un extraño ritual de bruja donde puso su sangre en un collar.

Fue raro, pero ella la pasó bien.

(...)


— ¿A dónde vamos?— Pregunta Chiara con ese vestido corto que presagia el aumento de calor.

Solo faltan un mes para el verano, estamos a finales de mayo y amo esos vestidos de verano que usa Chiara.

Son tan cortos y femeninos.

Chiara tiene muslos gruesos y de apariencia cremosa y suave, ese pensamiento me hace sonreír.

No puedo evitar preguntarme como se sentirán alrededor de mi cuello, sobre mis hombros. Morderlos…

— A almorzar.— Completo después de fantasear un poco más con ella.

— ¿Dónde?— Pregunta Chiara mirando a través de la ventanilla.

Es natural que pregunte, por qué llevamos 1 hora en la carretera.

— Un restaurante italiano.— Respondo con voz simple.

— Me sabe mal que siempre pagues por mi comida, ¿Podríamos esperar a que me paguen para salir?— Pregunta Chiara haciendo ojitos amorosos.

Sonrió complacido.

— Si yo te invito, yo pagó. Es normal, si tú me estuvieras invitando entonces esperaría a que pagarás por mí.— Le explico para que no se sienta mal.

Aunque creo que moriría de pura mortificación si Chiara paga la cuenta por mí ¿Qué clase de caballero dejaría que eso pasara? Eso no pasará.

— Mmmm…— La joven de piel pálida y pelo castaño ondulado hizo sonar su garganta.—La próxima vez que cobre, te invitaré un hot dog de 1 dólar.— Me dice de forma burlona y divertida.

— Estaré encantado.— Exclamó.

— Dioses, podrías hacer más difícil para mí enamorarme.— Sisea y gira su cabeza para verme sonriente.

— No, mi objetivo es que te enamores todos los días de mí.— Sentenció.

Chiara suspira.

Me aclara que estaba bromeando con lo del hot dog de un dólar y dice que me llevará a un buen restaurante.

Qué linda.

Detuve el auto en el estacionamiento donde hice una reservación hace dos semanas, rápidamente hago un viaje de sombras para abrirle la puerta a mi novia, un pequeño gesto que la hace reír nerviosamente todas las veces.

Chiara se sonroja mucho.

Básicamente, lanza corazones por los ojos, demasiado encantada conmigo.

Ella mete su brazo a través del mío y deja que la escolte dentro.

Aunque Chiara se tropieza con sus propios pies y me obliga a detenerme cuando nota la presencia de Hazel en el restaurante. Se supone que era una sorpresa ¿Por qué le dieron una mesa tan cerca del ventanal? Maldición.

— A-ah.— Balbuceó Chiara y me miró buscando una explicación.

— Vamos a almorzar con mi hermana menor.— Le indicó, nerviosamente.

—¿Qué?— Jadea Chiara.

— No son todos mis amigos, pero ella no será tan escandalosa.— Apartó los mechones que se cuelan en su rostro y los pongo por detrás de las orejas.—Seguramente se llevarán bien, Hazel es un rol de canela.— La tranquilizo.

Chiara respira agitada y mira a la morena de ojos dorados, nerviosa.

— ¿En serio?

Asiento con la cabeza.

Cuando nos guían a la mesa de Hazel, tomamos asiento y la presento.

— Ella es Chairá Salvatore, es mi novia.— La presento y siento como la hija de Hécate me toma la mano por debajo de la mesa, algo nerviosa.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo especial desde la perspectiva de Nico. Nos estamos alejando del pasado y llenando al presente, que miedo. Ya tengo ganas de escribir la tragedia buajajajaua

Disfruten la calma antes de la tormenta.

Bye bye.

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