09
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Continuación del capítulo 00.
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Narrador Pov.
Sus respiraciones agitadas se mezclan con el silencio de la noche, corriendo por el estacionamiento subterráneo a cinco pies con la esperanza de perder a la criatura que los perseguía. La hija de Atenea usaba a sus compañeros de muletas, pues durante la huida había caído por unas escaleras y se rompió el tobillo, haciendo que solo pudiera dar saltitos para tratar de escapar.
Sin querer se habían metido en la boca del lobo tratando de huir.
¿Qué semidiós en su sano juicio se metería por cuenta propia en un estacionamiento subterráneo?
Bueno, la razón es que se había visto obligados a hacerlo. Conducidos a una trampa sin poder poner objeciones.
En este punto era escapar o morir.
Un fuerte rugido hace eco en el sótano repleto de autos. El ruido venía de la entrada del lugar, lo que significaba que la quimera los había seguido.
—¡No lo lograremos! ¡Si seguimos así nos atrapará!— Susurro Stella con un tono carente de esperanza— Déjenme aquí, solo los estoy retrasando.— Pide, parecía resignado y lleno de terror.
— ¡Por una vez en tu vida, Stella! ¡Cállate!— Gruñó Jack, sudoroso.
El trote de la quimera sonaba como un presagio de muerte, el sonido de sus patas golpeando el suelo parecía estar cada vez más cerca y lejos a la vez como si jugara con si comida.
Si escuchaban con atención, incluso podías oír su respiración y gruñidos mientras corre hacia ellos.
Chiara deslizó el brazo de Stella fuera de su hombro y estuvo sus pasos. No fue hasta que ambos estuvieron a un metro de ella que se dieron cuenta de que había abandonado la formación.
Ella se había percatado de algo. Con Stella ese estado no había forma de que huyeran sin dejar a nadie atrás.
Cómo la mayor del grupo debía dar un paso a delante y ser la carnada.
Esto era su culpa. Se supone que debía ser una misión sencilla de buscar a un posible mestizo, lo único debía hacer era cuidar de los mestizos inexpertos y guiarlos, enseñarles a manejarse en una búsqueda, incluso para enfrentar a los monstruos que se les crucen.
Si tan solo no estuviera tan distraída…
No. No valía la pena pensar en el paso. Debía resolver esto y seguir.
De todos modos. Tenía muchas más posibilidades de sobrevivir que ellos, incluso si se separaba del grupo.
Tenía mucha más experiencia.
—¡¿Qué haces Chiara?!— Jack se giró hacia ella, aun cargando todo el peso de la hija de Atenea en su costado.
—¡Rápido! ¡Corran al ascensor!— La joven de rizos tomo la cadena dorada en su cuello y la arranco de un tajo— ¡Voy a distraerla!— Grito, dándose la vuelta para enfrentar al monstruo.
Tomo el dije de mariposa en su mano y lo abrió dejando al descubierto una pequeña daga que parecía inofensiva, como un arma de juguete que no sería rival para un monstruo con una boca llena de dientes capaces de partir sus huesos a la mitad. Aun así, no parecía asustada, tan solo llena de convicción.
Y es que por alguna razón Chiara siempre te transmitía seguridad, no flaqueaba ni siquiera en las peores situaciones y es por eso que Quiron solía enviarla con inexpertos.
Jack ahogo un grito de frustración y apoyo el peso de Stella en su costado para obligarla a seguir corriendo.
Darle la espalda a su compañera lo hacía querer arrancarse el cabello, con cada sonido a sus espaldas hacía que se imaginara lo peor.
Cuando ambos llegaron al ascensor, entraron con rapidez. Jack se giró por fin, logrando ver a Chiara. Entera.
Nunca había visto pelear a Chiara con la excepción de aquella vez en la que amenazó al monstruo disfrazado de su padrastro con una escopeta y les disparo por accidente. No imaginaba que fuera tan buena escabulléndose.
Había infravalorado la magnitud de la quimera, por qué viéndola al lado de Chiara era una cosa enorme y feroz.
La hija de Hécate se las arreglaba para evitar todos sus ataques. Al principio era rápida, pero empezaba a volverse lenta gradualmente, está demasiado cansado como para mantener una pelea más de un par de minutos.
Chiara esquiva apenas el aguijón de la quimera, que al clavarse en el asbesto destruye el material y queda atrapado en la tierra. El monstruo se sacude y tira de sí mismo, tratando de líberes.
La joven aprovecha para lanzar su daga y clavarla en uno de los ojos de la criatura antes de levantarse del suelo y correr hacia el ascensor.
— ¡Apresúrate! ¡Corre!— Grito Jack con desesperación.— ¡Ven! ¡Rápido!
— ¡Presiona el botón del último piso!— Grito Chiara corriendo hacia ellos.
Temblando, Stella se apresuró a hacer lo que le pidió. Aunque sabía que las puertas empezarían a cerrarse.
—¡Rápido, Chiara!
El ascensor hizo un ruido indicando que las puertas se cerrarían. Mientras más cerca estaba la ansiedad en ellos crecía, sonrisas nerviosas se pasaron en sus labios cuando se dieron cuenta de que lo lograría, solo unos pasos…
Solo unos pasos más y entraría.
Solo un paso más y…
Entonces se detuvo.
La sangre salpicó el rostro de Stella y de Jack, colándose en su ropa, cabello y zapatos. Contuvieron el aliento ante la imagen frente a ellos, paralizados.
Los ojos verdes pálidos de Chiara bajaron lentamente hasta su abdomen de donde sobresalía un gran aguijón, parecido a lo ganchos de metal que utilizan en las construcciones del que goteaba su propia sangre de color carmesí mezclada con veneno.
Todo paso en un parpadeo.
A Stella se le escapó un pequeño grito que ahogo en su garganta, atónita.
Las manos temblorosas de Chiara se dirigieron a la enorme abertura en su vientre, inhaló buscando aire, pero se detuvo por la tos que baño su camisa y manos de su propia sangre carmesí. Temblorosa, miro a sus compañeros.
Jack soltó un gimoteo doloroso, aún paralizado, trato de moverse, pero su cuerpo se había entumecido y shock. Puso toda su fuerza de voluntad en mover un pie hacia adelante y alzar su brazo hacia la hija de Hécate.
Tocarla, tomarla de los hombros y empujarla dentro del ascensor.
El monstruo tiró de ella hacia atrás con fuerza. Sus pies se despegaron del suelo, como si fuera una muñeca a la que toman y colocan en una repisa.
Entonces las puertas se cerraron y el ascensor comenzó a subir.
Y todo quedó en silencio.
Después de unos segundos Jack abrió la boca aún temblando y se forzó a si mismo a respirar llenado de aire sus pulmones para obligarse a reaccionar.
A Jack se le escapó un grito ahogado.
—¡T-tenemos que regresar…!— Balbuceó Jack consternado.—¡N-no! ¡Nosostros tenemos que regresar!
— Esto no está pasando...— Stella trato de limpiar la sangre de su rostro, pero solo logro regarla aún más.— ¡No está pasando! ¡No es real, no lo es!
Jack intento lanzarse hacia los botones del ascensor y presionar de nuevo el último piso para volver al estacionamiento subterráneo.
Stella volvió en sí misma, se estiró y tomo los hombros de Jack.
—¡¿Estás loco?! ¡Si regresamos vamos a morir!— Grito con la voz rota.
—¡Ella aún podría estar viva…! ¡No puedo dejarla! ¡Vamos a regresar!—Le grito Jack de vuelta, exaltado.
— ¡Si regresamos y esa cosa nos come su sacrificio no habrá valido la pena! ¡Su muerte no habrá significado nada!— Chillo Stella, entre sollozos.
—No, no, no…— Grito Jack mientras se derrumbaba, consternado.
Stella se tomó un momento para respirar hondo y tranquilizarse.
Debían ser realistas.
—Sé que eran amigos, pero vas a condenarnos a ambos. No tenemos armas, no puedo caminar. Estaremos firmando una sentencia de muerte si no nos vamos ahora.—Le advirtió con la voz apagada, entre dientes.—Jack.
—Pero ella—Si voz se quebró.
—Incluso si sobrevivió a ser empalada ahora debe estar siendo devorada por ese monstruo.— Dijo Stella demasiado sería, aunque estaba llorando—Si quieres buscar un cadáver, yo no— Su firmeza flaqueo —Te detendré, pero lo sabes… — Presiono su dedo índice en el pecho de Jack —Sabes que no hay forma de sobrevivir a eso. Idiota.
Nico di Angelo Pov.
Me desperté de golpe sintiendo que me ahogaba. Sin aliento, como si me hubieran puesto una soga en el cuello y apretado. Bañado en sudor frío. No puedo respirar, me siento mareado.
Quiero vomitar.
Siento el ácido de mi estómago subir hasta mi garganta y la amargura en el paladar. Me tiembla todo el cuerpo, y mis entrañas se estremecen. Necesito todas mis fuerzas de voluntad para no vomitar sobre mí mismo. Mi corazón se encoge en mi pecho y mis orbes arder al llenarse de lágrimas.
Deslumbrado por la luz de la mañana que entra por todas las ventanillas del autobús, aturdido por el movimiento mientras avanza por la carretera.
— El baño está en el fondo.— Me indica la señora sentada del otro lado de los asientos al verme ahogarme.
Me levanto tambaleándome hasta el fondo del autobús, abro la puerta del pequeño baño y lo primero que hago es vomitar todo lo que hay en mis entrañas sobre el lavamanos.
Vómito. Y vuelvo a vomitar.
A mi cerebro llega la imagen de Chiara tosiendo sangre sobre sí misma, mi estómago se sacude y vuelvo a vomitar con fuerza aunque no haya nada en mi estómago.
Lavó mi rostro y hago gárgaras en mi boca para quitarme el sabor del ácido de mi estómago de la lengua. Me miró en el pequeño espejo y noto lo pálido, demacrado y descuidado que me veo.
Salgo del baño y me tambaleó de vuelta a mi asiento, débil y frío.
— Mi hijo mayor también se mareaba en los viajes.— La señora a mi costado vuelve a hablarme— Ya estamos por llegar, te sentirás mejor en tierra.
Asiento con la cabeza, aunque dudo que realmente pueda sentirme mejor.
Me hundo en mi asiento, aún algo mareado y cansado. Solo me sentiré bien cuando encuentre a Chiara.
Mis ojos empiezan a cerrarse de nuevo, pero no terminan de hacerlo cuando escucho un golpeteo en el cristal. Miro la ventana y frunsco el celo al ver al hijo de Poseidón.
Iban a la velocidad del autobús sobre el pegaso de pelaje oscuro de Percy.
Blackjack.
—Hola, Nico— Su voz a través del cristal apenas es audible— ¿Podrías bajar del autobús?— Pregunta Percy con voz inocente.—Jason está dice qué te volviste loco.— Dice al aire.
Jason estaba sentado detrás de Percy en el pegaso, luciendo preocupado.
—¡No dije que te volverías loco! ¡Dije que tenías un desbalance emocional!— Grito Jason, golpeando la ventana para llamar mi atención y corregir al hijo de Poseidón.— ¿¡Hablamos?!
Gruñó por lo bajo y me levanto del asiento para amenazar al conductor. Por qué si detenía el maldito autobús iba a ahorcar al tipo sin miramiento.
Fue entonces cuando me di cuenta de que todos estaban durmiendo, incluso la señora que hablo con él hace unos minutos. Es entonces cuando noto que el autobús empieza a inclinarse.
—¿Qué pasa? ¿Qué pasa con todos?— Murmuro y mi nerviosismo crece.
Corro hacia el conductor y lo primero que noto es que el tipo está dormido.
Básicamente, me abalanzó sobre el volante, y trato de regresar al carril para que no términos chocando. Veo el cartel que da aviso que llegamos a “Nambé” así que detengo el autobús por la espesa niebla que parece cubrir el pueblo a unos kilómetros delante.
No es que fuera malo manejando, pero aun así no quería poner en riesgo a tantas personas inocentes.
Abro las puertas y salgo del autobús.
El pegaso negro aterriza a unos metros del cartel de “Bienvenidos a Nambé” con el número de habitantes escrito debajo en letras pequeñas.
Me preparo para huir, sosteniendo mi espada atada en mi cadera.
— Hablemos, Nico.— Jason se acerca lenta y cautelosamente, como si fuera una especie de animal con rabia.
— Crees que estoy loco.— Gruñó, manteniendo a la defensiva.
— Desbalance emocional.— Me corrige Percy en un tono ingenioso.
— No creo que estés loco. Sé que estás sufriendo, déjanos ayudarte — Pide.
Levanto la cabeza y a lo lejos puedo ver el Argo II acercándose.
Muy seguramente mi hermana y el resto de mis amigos estaban en ese barco, listos para una intervención.
Retrocedo un paso.
—¿Van a intentar detenerme?— Le cuestionó con ojos filosos.
— Venimos para acompañarte.— Aclara Percy, acomodando su mochila —Vamos por tu exnovia.—Exclama con una voz llena de convicción.
Miro a Jason tratando de verificar si Percy está diciendo la verdad, y veo su mirada llena de compresión.
No sé qué me espera allí.
Creo que me vendría bien un poco de ayuda después de todo.
Alejo mi mano del mango de mi espada y asiento con la cabeza.
— Está bien.— Susurro.
Percy se acerca a paso enérgico hablando sobre que hace mucho tiempo no participábamos en una búsqueda todo el grupo junto.
— ¡Auch…!— Percy retrocede torpemente y frotando su nariz.
—¿Qué es esto? Nico.— Jason presiona sus manos contra la barrera, confuso—Ven aquí, esto no está bien.— Dice ansioso al darse cuenta de que incluso empujando no era capaz de atravesar el aire — Esto es imposible, Nico.
Un sonido de llama mi atención mientras Jason y Percy golpean la barrera tratando de atravesarla.
Entre la espesa niebla noto el contorno de una mujer.
Exhaló vaho, mientras mis pies se mueven por cuenta propia en esa dirrección y en cuanto me acerco lo suficiente sus rasgos y figura me resultan cada vez más familiares.
Es Chiara, estaba allí de pie frente a mí, llevaba puesta la misma ropa que uso en el solsticio de verano. Quiero gritar, pero el nudo en mi garganta no me permite pronunciar palabras. No tengo control de mi cuerpo, como si mi verdadero yo estuviera tratando de abrirse paso atraves de mi pecho, rasgando las paredes de mi interior.
Chiara está allí, pero mis piernas no me responden y los sonidos se niegan a salir de mi garganta. Siento que me doblo de la impotencia y el miedo.
Vestida de blanco, con un velo sobre sus hermosos rizos cayendo por sus hombros con delicadeza. Se ve casi angelical con su piel pálida lisa, sin rastro de alguna mácula o cicatriz.
Ella me mira con sus ojos jade pálidos y sonríe de forma juguetona.
Toma la larga falda de su vestido y la alza a la altura de sus rodillas antes de darse la vuelta y correr adentrándose a la espesa niebla que cubre todo
Entonces mi cuerpo reacciona.
— ¡Chiara!— Grito desesperado.
— ¡Nico, no lo hagas! ¡Algo no está bien aquí, hay que pensarlo un poco!— Grito Jason en mi dirección.— ¡No! ¡Espera por favor! ¡Hablemos!
— Lo siento, Jason—Murmuro con amargura antes de darme la vuelta—Tengo que ir por ella.— Exclamó.
Empiezo a correr hacia la niebla.
— ¡Nico!
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