06
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“Te creo, pero mi escopeta no”
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Narrador Pov.
—Frozen inside without your touch
(Congelado en el interior sin tu toque)—Chiara miro la letra en el proyector y siguió la canción.—Without your love, darling (Sin tu amor, cariño)— Cerró los ojos y frunciendo las cejas, bajando la mitad superior de todo su cuerpo para alcanzar la nota alta.—Only you are the life among the dead
(Solo tú eres la vida entre los muertos)
Cuando fue el turno de Nico de seguir la canción Chiara tenía la cara roja por el esfuerzo de cantar tan alto.
— ¡Bajen de allí! ¡Están molestando a todos los clientes!— Chillo Artur.
Los clientes del bar karaoke estaban grabando, aplaudiendo con efusividad y chillando, ahogando la voz del sátiro que trataba de bajarlos del escenario a ambos semidioses desde hace tres canciones, pero después de llegar habían estado bebiendo cocteles.
Muchos cócteles dulces.
Llegaron perjudicados, pero luego de ingerir los dulces cócteles de frutas su estado de conciencia estaba alterado.
Así que estaban muy jodidos.
— ¡Chao público, la diosa de la magia les da sus bendiciones! ¡MUA!— Chilla Chiara antes de que Artur le quite el micrófono y la toma del brazo.
— ¡Bajo la tierra hay una caverna donde terminarán todas sus almas, bajo el cargo de un adolescente…!— Balbuceó Nico antes de que Chiara lo jalara con ella, quien a su vez estaba siendo arrastrada por el sátiro.
Nico se sentó detrás de hija de Hécate y tomo la barra de metal por encima de sus cabezas para impulsarse. Artur les grita molestó, y trata de hacer que se bajan. Ambos semidioses lo ignoran y se deslizan por el largo tobogán con forma de espiral entre risas y gritos de euforia. Cuando llegan al final Chiara se levanta y sale corriendo solo para ser atrapada por el hijo de Hades.
Después de salir del karaoke siendo arrastrados por el sátiro, encontraron un parque infantil y ambos mestizos decidieron sería divertido subirse a los columpios, luego al sube y baja, los caballitos de madera, para terminar en los toboganes como dos tontos.
— ¡Estás comportándose como niños! ¡Tenemos un mestizo que buscar!
Nico levanta a Chiara del suelo por la cintura y la hace girar en sus brazos.
Ambos se ríen, y cuando el chico pierde el equilibrio caen al césped entre carcajadas. Con los ojos llenos de brillos inyectados en sangre, los dos tenían sonrisas bobas y habían perdido la capacidad de dejar de hablar incoherencias y reírse.
— Estoy muy drogada.— Suspira Chiara con sus ojos jade fijos en el cielo sin rastro de estrellas por la contaminación lumínica.— Dioses.
— Sí, yo también.— Balbucea Nico, arrastrando las palabras. Acostado a su lado, mirando el perfil de su cara en lugar del cielo nublado y gris.
— Ya veo por qué las personas se drogan— Susurra con somnolencia —Se siente bonito.— Dice sonriente.
Nico también sonríe al ver los hoyuelos que se forman en sus mejillas sonrojadas por el frío.
— Hace rato estabas peleándote con una maceta.— Le recuerda burlón.
— Algo se traía, ¿No viste como nos miró?— Gruñó Chiara recelosa.
—Shhhh…—Nico extendió su mano y la sacudió frente al rostro de Chiara mientras reía.—Silencio, oye, ¿sabes que tienes cara de ratoncita?— Opina y presiona su dedo índice en la punta de la nariz de Chiara —Tienes la nariz respingada, ojitos brillantes— Pellizca sus mejillas —hoyuelos como bigotes.— Topolina.— Dice en tono burlón.
— Ahis, no me digas así.— Chiara le da manotazos para que sus manos de su rostro. — No soy un ratón.
Nico se acerca a la chica hasta que sus respiraciones chocan, arrastrando su cuerpo en la hierba, con sus ojos fijos en los orbes jade de la hija de Hécate. Sentía que su aliento sobre sus labios le quemaba, hacía que su corazón se agitaba, y su pecho se calentaba.
— Me gustan tus ojos.— Susurra y baja su mirada hacia sus labios.
Chiara respira agitada, batiendo sus largas pestañas haciendo que Nico se inclinara para alcanzar sus labios con el deseo de probar sus labios rosados y saber si serían tan dulces como se sentían en sus más profundos sueños.
La hija de Hécate pone su mano abierta sobre el rostro de Nico y lo empuja hacia atrás con fuerza.
— Urg.— Sisea con asco y se arropa con el saco de Nico, antes de cerrar los ojos y acurrucarse al lado del hijo de hades— Apestas a tabaco.— Brama.
Nico se soba la nariz y suelta algo parecido a un gruñido ronco.
— ¿En serio van a dormir en el césped? ¿En el exterior?— Les cuestióno Artur, frustrado.
— Ya cállate.— Dicen ambos a la vez acurrucándose para dormir.
Así durmieron acurrucados el resto de la noche como dos adolescentes sin hogar. Artur estaba allí, sentado con los brazos cruzados, quejumbroso.
Por la mañana, recién salido el sol, el joven sátiro tenía demasiado, mucho que decir sobre el comportamiento de los mestizos que Quiron le envió para que la ayudaran con el semidiós.
— ¡Arriba! ¡Arriba los dos! ¡El sol ya salió!— Chillo Artur, histérico.
Chiara frotó sus ojos y se aferró al saco del traje negro de su amigo.
— ¡Tenemos que buscar a Jack!
Nico se sobó la cabeza, adolorido.
—¡Sí, levántense! ¡Llevo tres horas cuidando que no se los coma un monstruo mientras…! ¡Brrr!— Me grita —¡Mientras duermen al aire libre como dos vagabundos!
—¡Ya cállate, cabra!— Grito Nico de golpe haciendo que la tierra temblará.
Artur retrocede y se pone pálido.
— ¡El niño aún tiene tu espada de Hierro Estigio…!— Balbucea Artur recordándole lo molesto que estaba.
Nico abrió los ojos por completo y se paralizó al recordar lo que pasó.
La castaña estaba desparramada en el asiento del copiloto, le dolía la cabeza y tenía mucha hambre, pero no sentía que fuera el momento de quejarse por qué tenían que buscar al mestizo que podría estar en peligro, y obviamente se habían robado la espada de Nico.
Ella nunca había tomado alcohol, tampoco había experimentado con drogas. Así que estaba en la mierda.
Decidió rápidamente que si así se sentía el «Después» luego de consumir ese tipo de sustancias, lo mejor sería evitarlas por el resto de su vida.
— ¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué te detienes?!—Les cuestionó Artur cuando Nico aparco el auto.
— Silencio, escandaloso.— Bufo el pelinegro antes de bajar del auto.
Chiara estaba usando el saco para cubrir su rostro del sol, tenía los ojos sensibles y cada que un rayo de luz atravesaba su córnea sentía una fuerte puntada en el cerebro.
Cuando Nico volvió al auto, puso una bolsa sobre el regazo de Chiara.
— Avísame si vas a vomitar, detendré el auto.— Le avisa el pelinegro con un tono calmado— Come algo y bebé un poco de jugo, estas pálida.— Agregó.
— Gracias.— Susurró Chiara y trato de comer sin vomitar.
El resto del viaje fue tranquilo. Claro, excepto por Artur que no dejaba de quejarse de que Nico era una mala influencia por qué en otras ocasiones Chiara había sido una compañera de misión extraordinaria y diligente.
— Voy a matar a ese pequeño cabrón.— Siseo el hijo de Hades al ver aquel rancho a la orilla del pantano.
— ¿Ya llegamos?— Pregunto Chiara con la voz apagada y se quitó el saco de la cara para ver a su alrededor.
—Sí.— Responde.
—¿Qué clase de lugar es este?— Pregunta Chiara confundida.
— Es una pocilga, eso es lo que es.— Murmuro Nico, asqueado.
— Lo siento su alteza, no vaya a ser que tus finos zapatos se ensucien.— Bufo, Chiara, haciendo una mueca.
— Graciosa.— Brama Nico con una sonrisa forzada.—¿Tienes armas?
Chiara niega con la cabeza y alza las manos, moviendo sus dedos.
— Tengo estás dos peligrosas.— Exclama con total seguridad.
— Manos.— Nico parpadeó varias veces—¿Hablas de tus manos?— Le cuestionó con total incredulidad.
— Soy pacifista.— Afirma Chiara.
— Genial.— Bufó, deteniendo el auto en medio del camino de tierra.
Ambos mestizos bajaron del auto, pero Artur decidió quedarse en el auto para cuidar el vehículo.
Por qué Nico no quería arriesgarse a que Jack intentará robar el auto.
El pelinegro no tocó la puerta, solo tomo la manilla y la abrió. Chiara se quejó de ello, por qué eso había sido grosero, pero decidió ignorarlo y se dirigió al interior de la casa.
— ¿Cómo llegaron aquí? ¿Qué hacen en mi casa?— Grito Jack al salir de la cocina, estaba en pijama y lucía muy confundido. — ¡Salgan de mi casa!
— Soy Chiara y él es Nico, por cierto.— Se presenta, pasa por el pasillo y se desaparece.— Venimos a buscar lo que robaste y llevarte a la cárcel.
— La espada es mía, pequeño idiota — Gruño Nico, apartándolo para entrar en la cocina buscando su espada.
— Y quiero mis veinte dólares.— Le advirtió Chiara y pregunto—¿Dónde está tu ropa, niño? Tienes que hacer un bolso con lo necesario.— Bufo.
Jack miró el interior de la casa, nervioso, pero volvió su atención hacia Nico para seguir chillando.
— ¡¿Para qué quieres una espada de juguete?! ¡¿No eres muy grande para jugar con juguetes?!— Le cuestionó Jack, confundido e insistente.
Intento cruzarse en el camino de Nico para detenerlo, pero este lo apartó del camino sin problemas. Por qué bueno, él seguía siendo un semidiós y héroe con mucha experiencia, y bueno, Jack un niño de doce años que pesa 30 kg.
— Hazte aún lado, enano.— Nico básicamente lo mando a volar.
Nico abrió la puerta de la cocina y se quedó paralizado al ver el panorama frente a él, confundido y extrañado.
No había cocina en absoluto, pero sí un invernadero. En realidad parecía un laboratorio de drogas, con plantas de marihuana creciendo bajo una luz ultravioleta. Era una especie de cocina de drogas demasiado elaborada para ser de un niñito de doce años.
— Qué carajos…— Susurro Nico.
— ¡Ambos tienen que irse! ¡No! ¡Mi padrastro está por volver y…!— La voz del Jack se cortó al escuchar el sonido de la puerta —No, no, no, él no puede verlos aquí. Tienen que esconderse.— Balbuceó con nerviosismo y miedo.
Antes de poder hacer algo, un hombre de apariencia dudosa, blanco, pero de ese tono rosado y el pelo rubio cruzo la puerta plantándose frente a ellos.
Nico alzó una ceja ante la figura del robusto sujeto con ojos de loco.
— ¡Mike, lo siento, lo siento, yo no los traje lo juro! ¡Se estaban yendo! ¡No!— Empezó a balbucear Jack con la voz temblorosa, mientras su cara se ponía roja y sus ojos llorosos.— ¡Ellos no van a decir nada! ¡Te lo juro! ¡Por favor!
El hijo de Hades miro lo asustado y pequeño que parecía ese niño seguro de sí mismo, juguetón y pícaro que algo hizo clip en su cerebro. Entonces fue cuando noto todos los motores que se escondían debajo de la ropa.
— ¡Mocoso inútil! ¡Lo arruinaste todo! ¡Eres igual a la perra de tu madre…!— Le gritó, poniéndose rojo de la ira.
Nico dio un paso adelante y se interpuso entre Jack y Mike.
El tipo no paraba de gritar cosas horribles de como Jack no servía para nada, que era una carga y que debió enterrarlo en el momento en que su madre se largó. Dejándolo a su cargo.
— No lo escuches.— Nico llevo su brazo hacia atrás para que retroceda.— Ni siquiera es humano.— Gruñó.
Para ese momento Jack ya estaba llorando con un ataque de nervios.
Entonces el rostro de Mike paso de rojo a volverse azul, todo su cuerpo se expandió arriba y hacia los lados, sus dientes amarillos se afilaron. Y en un segundo tenían a un tipo más feo de casi tres metros parado frente a ellos.
Lestrigones Gigantes.
Gigantes. Feos. Con tatuajes.
Nico tragó saliva, obligándose a sí misma alzar la cabeza para verlo.
Sin su espada y con poca energía era presa fácil, se maldijo a sí mismo, y se cuestionó por qué no pudo tratarse de un monstruo menos masivo y alto.
Para acabarla, el gigante estaba bloqueando la única salida.
— Me atrapaste.— Dijo con una voz profunda y ronca, burlón mientras hacía un extraño intento sonrisa.
Los siguientes cinco minutos se trataron de Nico lanzando todo lo que tenía a su alcance para distraer al gigante mientras esté destruía la “cocina” tratando de alcanzarlos.
Nico arrastró a Jack con él y trato de abrir la puerta, pero estaba cerrada, como si le hubieran puesto seguro.
El gigante se carcajeó.
— ¡Voy a hacer una sopa con sus huesos!— Dijo entre carcajadas.
La puerta empezó a vibrar al recibir golpes desde el otro lado. Nico y Jack tuvieron que alejarse cuando notaron que los soportes de la puerta cedían.
El pedazo de madera cayó al suelo creando un gran estruendo dejando la habitación en silencio, Chiara bajo su pierna, apoyo el rifle en su hombro y a punto hacia el monstruo gigante sin importar que Nico y Jack estuvieran en medio del camino. Achico los ojos.
«Ni modo que me dispare» pensó Nico.
«Ni modo que no se quite» pensó Chiara cargando el arma.
Y disparó. El sonido fue tan fuerte que dejó un pitido perpetuo en sus oídos.
Nico básicamente se lanzó hacía aún lado arrastrando a Jack con él.
— ¡Salgan ahora!— Grita Chiara y como el arma es vieja, así que tuvo volver a cargar antes de disparar.
— ¡Jajaja! ¡Esas armas no sirven conmigo! ¡Semidiosa idiota!— Se carcajeó, pasando su mano por el lugar donde la bala impacto.
—Mira de nuevo, guapo.— Bufo con una sonrisa maliciosa. El agujero de bala en la piel azul del gigante empezó a tornarse negro y extenderse.— Balas bendecidas por la diosa Hécate.
— ¡Maldita mocosa!
El pelinegro tomo a Jack de la camisa y lo jaló para salir de la cocina. Tomo al niño de los hombros y lo sacudió.
— ¡¿Dónde está mi espada!?—Grito.
El camino hacia New York fue algo silencioso. Habíamos terminado por incendiar la casa de Jack, pero como su padrastro lo maltrataba no importo demasiado, ya que podía quedarse en el campamento mestizo por el tiempo que quisiera. Vencieron al gigante en conjunto, por qué las balas solo tenían un efecto para atontarlo, así cuando Nico obtuvo su espada le cortó la cabeza y el monstruo explotó.
Lo malo fue que el laboratorio de drogas se prendió en fuego e hizo que la casa entera también estallara.
Así que ahora estaban teniendo un tranquilo viaje en carretera.
Nico miró a través del retrovisor para observar a Jack que dormir derrotado apoyado en el hombro de Artur. Miro su costado, y vio a Chiara despierta.
— ¿No quieres tomar una siesta?— Pregunto con la voz ronca por tratar de sonar lo más bajo posible.
Chiara negó con la cabeza y froto sus parpados, aunque se veía cansada y no llevaba para nada bien la resaca.
— El copiloto no puede dormir, es una regla.— Dice en voz muy baja, para no interrumpir el sueño de los demás.
Nico volvió su vista al frente y luego miro de reojo de nuevo a Chiara.
— ¿No eras pacífista? ¿Cómo es que sabes manejar un arma?— Pregunta con burla en su voz ronca.
Chiara rueda los ojos.
— Mi padre es militar, obvio se cómo manejar un escopeta.— Brama Chiara —Y esto es Estados Unidos.
Nico ahoga una risa oxidada y ronca.
— Estás llenas de sorpresas, Topolina.— Se burla y Chiara le da un golpe en el hombro, amistosa.— Por cierto, tu vestido se arruinó.— Murmuro.
El elegante vestido blanco estaba lleno de manchas, hilos sueltos y huecos.
Y tuvo que quitarse los guantes largos por qué estaban destrozados y ya no tenía sentido llevarlos puestos.
— No importa, de todos modos nunca tenía a dónde salir con él.— Bufa con indiferencia, restándole importancia.
— Podemos ir a comprar uno ahora, el camino es largo y haremos muchas paradas.— Menciona con ligereza.— Quizás puedas ayudarme a comprar nuevos anillos.— Murmuro Nico.
— Me gustan tus anillos, son todos geniales y aterradores. Las monjas no me permitirían usar estos.— Exclama con cierta energía y emoción.—Les daría un ataque al corazón.— Bufa.
Nico miró de reojo a Chiara, tratando de mantener la vista en el camino.
Fijo sus ojos ónix en el anillo de plata en el dedo índice de Chiara. Sencillo y con una pequeña perla incrustada. Ya se lo había visto puesto antes, siempre lo está usando. Con cualquier ropa.
— ¿Y ese anillo? No está tan mal— Pregunta con indiferencia.
— Ah, es un anillo de promesa.
Nico aprieta sus manos sobre el volante de cuero del auto. De pronto sintiéndose aturdido y tenso.
— ¿Promesa…? ¿Te pidieron matrimonio?— Pregunta.
Chiara soltó una pequeña risita.
— ¿Qué? No— Dice entre risas.— Hablo de promesa a dios, es una cosa obligatoria en mi escuela para todas las chicas— Chiara junta sus manos como si estuviera rezando.— Prometí ser casta y pura hasta que me case. Es un anillo de castidad.— Explica.
Nico suspiro aliviado.
— ¿Eso aún existe?
Chiara bufa.
— Es solo una formalidad, si no lo haces las monjas hablan mal de ti, pero no creo que ninguna de mis compañeras se lo tome en serio.— Murmura la castaña ondulada.
— Tus hermanos van a utilizarte como sacrificio en un ritual.— Dice fingiendo una voz de ultratumba muy aterradora —Derramar sangre virgen sobre un altar. — Gruñe, dramático y Chiara se ríe por lo bajo.— Solo digo que duermas con un ojo abierto en tu cabaña.— La aconseja con ligereza.
— Eso es una exageración — Bufa Chiara— No necesitan matarme, eso solo en las películas. Solo toman un poco de sangre con una inyectadora.— Brama como si fuera obvio.
Nico hace una mueca, extrañado.
— Yo estaba bromeando hace un momento, Chiara.— Murmura.— ¿Ustedes en serio hacen eso?
Chiara alza una ceja.
—¿Qué tiene?
(...)
Nico di Angelo Pov.
Chiara le cierra la mandíbula a Jack amablemente para evitar que entren las moscas mientras el niño observa el campamento mestizo, las cabañas, el muro de escalada y la casa Grande.
— Esto es una locura…— Exclama Jack incrédulo y fascinado.— Cuando dijeron todo esa mierda de “padre divino” creí que se referían a una secta llena de sustancias…
— Aquí están prohibidas las drogas, refrescos y dulces del exterior.—Le indica Chiara— Si te atrapan con algo de eso te castigarán.— Advierte.
Después de nuestra última parada no parecíamos salidos de un apocalipsis zombie con la ropa llena de tierra y hechos jirones. Estamos limpios, con ropa decente y libres de raspones.
— No me importa, este lugar es increíble — Susurra Jack, eufórico.
— Chiara.— Una voz masculina llamo el nombre de la hija de Hécate.
—¿James?— Ella alzó la cabeza y se giró de golpe, su rostro se iluminó y una sonrisa se extendió en sus labios.—¡James!— Grito antes de correr en la dirección opuesta en la nos dirigimos.
Los tres nos giramos y la vimos saltar a los brazos de un chico con sudadera roja, camisa del campamento mestizo, junto a unas bermudas de jeans. Él la atrapó en sus brazos y la hizo girar.
Había escuchado mucho de él, pero nunca lo había visto en persona. James tenía los ojos azules oscuros, el cabello rubio oscuro, corto al estilo militar y una cicatriz que cruzada la cola de su ceja izquierda. Ni siquiera es guapo.
En serio, ¿Él? ¿Él? ¿Él?
¿Lo escogió a él de todos los demás?
Jack tira de mi camisa.
— Oye, pensé que era tu chica.— Murmura Jack confundido.
— ¿¡Que haces aquí!? ¡¿No empezarías tu entrenamiento militar?!— Le cuestiona con demasiada energía y alegría.
Ella básicamente está dando saltitos de felicidad en sus brazos.
— Tenía que venir a ver con mis propios ojos que regresaste a salvo, preciosa.—Dice y se me remueve el estómago cuando toma el rostro de Chiara entre sus manos y tira de ella.
Aguanto la respiració, me giro rápidamente para seguir mi camino hacia la casa grande, evitando ver el beso entre ellos. Mi garganta se cerró y sentía el pecho apretado, extraño.
Parpadee varias veces.
Tenía una extraña sensación de frío que me recorría todo el cuerpo
Tome la parte trasera de la camisa de Jack y lo jale con fuerza para que el pequeño ladrón siguiera caminando.
— Muévete, Quiron querrá verte.— Digo entre dientes, amargado.
— Oye, si estás celoso no la pagues conmigo.— Se quejó por lo bajo.
— Cállate.— Gruñí, molesto.
Decidí pasar la noche en mi cabaña, se suponía que llevaría a Chiara a su casa, pero con su noviecito por aquí eso no iba a ser posible. Debía fingir que no la conocía, que no hablamos y que no éramos amigos. Es como si de pronto no nos conociéramos de nada.
Fue entonces cuando caí en cuenta que íbamos a dejar de hablarnos, que no iba a poder verla en persona y que probablemente sigamos alejándonos hasta ser solo conocidos de nuevo.
Quizás debí apreciar más esta pequeña misión. Este viaje.
Pero no lo hice.
Ahora probablemente dejaremos de ser amigos por completo, por qué su noviecito es un idiota inseguro que no soporta mi presencia cerca de Chiara.
Me siento en la cama al escuchar tres golpes en mi puerta, extrañado.
Puedo sentir una presencia, pero no es Chiara. No sé siente como la hija de Hécate, pero aparte de ella y no sé qué clase de idiota se atrevería a venir a mi cabaña está hora de la noche.
Me levanto y camino hacia la puerta, tomo la manija y la giró, abriendo la puerta de manera con un rechinido.
— Nico di Angelo ¿No?
Achico mis ojos para observarlo de pies a cabeza y termino de abrir la puerta de madera por completo.
— James ¿No?— Repito con un tono demasiado agresivo y a la defensiva.
— Escuché que te has hecho amigo de Chiara recientemente.— Dice con una serenidad que me sorprende.— Cosa que no… Comprendo para nada.
—¿No crees que tu novia sea agradable?— Le cuestionó.
— No, mi novia es fantástica.— Recalca la palabra"Mi"— Lo que no entiendo es tu aparente deseo de hacer nuevos amigos de la nada.
Ahogó una risa amarga.
— No lo sé, quizás intento ser más sociable.— Respondo con simpleza.
James ni siquiera parece enojado, ni celosos. Me mira como si fuera menos que un ser humano, como si le diera asco mi presencia. Se ve asqueado.
— Eso está bien, pero no seas sociable con Chiara.— Me advierte — Ella no lo entiende, por qué es inocente, y cree que todos tienen buenas intenciones. Pero yo lo veo. Veo lo que quieres y no trates de negarlo diciendo que tienes otros gustos me importa un carajo…— Respira hondo y pausado.— Si quieres expandir tus malditos horizontes o no lo sé, probar cosas nuevas… No creas ni por un segundo que puedes hacerlo con Chiara. No es ese tipo de persona—Se acerca un paso — No me importa lo encaprichado que estés… Solo por qué tú noviecito te abandono.
Me hierve la sangre. Tengo tantas ganas de golpearlo que mi ojo derecho está temblando, pero no lo hago.
Quisiera poder estar molesto.
Quisiera poder negar con seguridad todas sus acusaciones.
— Si se te antoja tanto una chica, entonces paga por una prostituta fina… Escuché que hay muchas de esas en Brooklyn.— Brama con total desprecio antes de dar media vuelta.
Lo veo marcharse a paso ligero, pero yo necesito unos diez minutos para recomponerme y volver a respirar.
Me tiembla todo el cuerpo de la rabia, tengo la garganta apretada y un gran peso sobre los hombros. Siento como todas mis emociones chocan entre sí en un torbellino en mi interior.
Exhaló con fuerza y dio un paso hacia atrás antes de cerrar la puerta.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado mucho el capítulo, voten y comenten.
Por cierto, no quería romper sus ilusiones, pero no. James no está engañando a Chiara, en realidad es un buen novio y nunca la trata mal.
Memes del capítulo:
Bye bye.
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