Capítulo 27

Después de pasar unos días más en la Hondonada decidieron que era momento de regresar. Ya habían conseguido la reliquia que habían ido a buscar: la cruz del sur, e incluso ayudaron a los greenlander a reconstruir partes de la aldea que se vieron afectadas por el ataque de las brujas noches atrás.

—Si alguna vez necesitáis nuestra ayuda hacednoslo saber —había dicho Arael antes de que partieran—. Las brujas no solo representan una amenaza para los humanos, también para los feéricos. Si alguna vez podemos ayudaros estaremos encantados de hacerlo. Sobre todo después de que nos ayudarais a proteger nuestro hogar y a nuestras familias.

Arael e Hypatia abrazaron a Deamara después de sus palabras. Los greenlander que se habían mostrado reticentes a la presencia de los humanos en su aldea ahora parecían mucho más conformes. Habían aprendido que no todos eran iguales. Que no todos buscaban simplemente conquistar y expandirse. Que también había personas amables y altruistas, como los cazadores de brujas.

Skie se sentía feliz por haber entablado esa buena relación con los greenlanders. Sabía que uno de los mayores sueños de sus padres había sido tratar de llevarse bien con los feéricos de la hondonada.

Lamentablemente no lo consiguieron antes de fallecer. Pero por lo menos su hija había obtenido un gran avance donde ellos no pudieron.

«¿Estaríais orgullosos de mí?», no podía evitar hacerse esa pregunta. Aunque ella había ayudado en todo lo posible durante el percance de la aldea, e incluso había atendido a los heridos, no podía evitar pensar que no había hecho todo lo posible.

Daba igual cuanto entrenara en combate y usando el cuchillo, cuanta magia le enseñara Violette. Ella seguía huyendo, escondiéndose tras Preston y sus compañeros. Seguía siendo la débil princesa a la que había que proteger.

—Skie.

Salió de sus pensamientos cuando escuchó la voz de Syo llamarla.

—¿Todo bien? —preguntó el albino— Te veo apagada desde que nos marchamos de la hondonada.

—Sí, sí, no te preocupes —se apresuró a aclarar—. Solo estoy pensando en que ya hemos dado el primer paso, hemos encontrado la primera de las seis reliquias —mintió, no le apetecía hablar ahora de como se sentía con nadie. En momentos como esos es cuando más en falta echaba a Silvia—. Pero aún nos faltan otras cinco.

—Pero ya no será tan difícil buscarlas. Recuerda que en el libro ponía que solo con poseer una de ellas, podíamos localizar las demás.

No estaba segura del por qué, pero presentía que no iba a ser tan sencillo. Además, habían perdido el libro del origen por culpa de los caballeros, solo tenían la copia incompleta que Neferet había podido hacer. Por no hablar ya de que las brujas también iban tras las reliquias y estaban igual de cerca que ellos.

Estaban llegando al bosque donde se refugiaron los cazadores tras la destrucción de su sede. Neil tomó un camino diferente al que habían usado para marcharse la última vez.

—¿No se iba por aquí? —preguntó Sol al darse cuenta.

—Sí, pero hace dos días recibí una carta de Jude, ya han encontrado una nueva sede más al sur —explicó Neil.

No preguntaron nada más y se limitaron a seguirlo. La atención de Sol se desvió entonces a Riker y Mirzayeva, cada uno estaba en una parte distinta del grupo. Arqueó una ceja ante esto. Había una extraña tensión entre ellos desde que salieron de la hondonada, no los había visto cruzar ni una sola palabra desde entonces.

—¿Una pelea de enamorados? —le preguntó Sol en un susurro a Colby.

Colby miró a sus dos compañeros para ver a lo que Sol se refería.

—Eso parece, Zap no ha dicho nada al respecto, parece... aflingido —dijo Colby—, y Enver enfadado.

—¿Tendrá algo que ver con la discusión de Enver y Preston de hace días?

—Lo dudo —admitió Columbia—. Pero tampoco sé a qué se debe. Las cosas con Enver no están bien desde la discusión. Y Zap se ha mantenido en su mundo, como si estuviera en una burbuja.

Todo eso era muy raro. El día del ataque de Ruger y Gandares ellos estaban juntos, no parecía que hubiera nada mal entre ellos. Pero después de ese día... Había pasado algo. Sol estaba seguro de ello. Y para que Enver no hablara a su parecer debía de ser algo gordo.

No pudo acercarse a Riker para preguntarle porque llegaron al destino. Había un paso estrecho entre dos montañas. Estaba un tanto escondido así que se tenía que ir atento para verlo. Neil los condujo por ahí hasta ver un viejo edificio en medio de la grieta.

Era grande, como para albergar a muchas personas en su interior. Aunque era más pequeño que el edificio anterior tras la cascada. También se veía bastante destartalado, como si hiciera años que nadie ponía un pie allí.

Había varios cazadores y ayudantes fuera, reparando paredes, ventanas y puertas y también limpiando. Estaban restaurando ese viejo edificio.

Una cazadora que estaba supervisando que todo marchara bien los vio llegar. Con una amplia sonrisa fue a reunirse con ellos siendo seguida al poco por otra chica más joven, presuntamente su ayudante.

—¡Habéis vuelto! —parecía feliz de verlos de nuevo por allí— ¿Cómo os ha ido en la Hondonada? Espero que no hayáis tenido muchos problemas con los feéricos. ¿Son tan agresivos con los humanos como dicen? ¿Habéis encontrado la reliquia? ¿Alguna bruja? —hablaba casi sin respirar soltando una pregunta tras otra.

Neil rió por la energía de la chica.

—Celia tranquilizante —pidió su ayudante—. Deben de estar agotados del viaje y querrán descansar. Además tendrán que ir ahora a hablar con Jude y Mark.

—Cierto —la chica dejó de lanzar una pregunta tras otra, su sonrisa no desapareció—. Pero en cuanto tengáis un rato libre quiero todos los detalles.

—Te lo prometo —dijo Neil con solemnidad.

Skie se acercó a Colby y Preston con discreción.

—¿Quién es? No la había visto nunca por el gremio.

Colby rió mientras que Preston suspiró resignado. Le pareció una reacción curiosa a Skie.

—Es la hermana pequeña de Jude —dijo Preston.

Eso sorprendió a Skie. No se imaginaba que Jude Sharp tuviera una hermana que también era cazadora.

—Se llama Celia, se unió al gremio pocos años después que Jude. La otra chica —señaló Preston—, es Judie, su ayudante.

—A Jude no le hace mucha gracia que trabaje aquí —dijo Columbia con ese tono que usaba cuando iba a contar un chisme—, así que suelen pelear mucho porque Celia no le hace ni caso.

Skie no pudo evitar sonreír divertida.

—Es la principal compinche de Tet cuando se trata de enterarse de los cotilleos del gremio —dijo Colby—. Gracias a ellos yo también me entero de todo.

—Tú y todos —añadió Preston.

—A Preston no le gusta que Celia esté cerca, la tiene amenazada —dijo Colby para sorpresa de la princesa—. Se enteró de su amor platónico por ya sabes quién y Preston le ha advertido que ni se le ocurra contarlo por ahí.

—Pero pensaba que ya todo el mundo sabía eso.

Preston miró con indignación a la chica.

—Tú también no.

Skie sonrió con culpabilidad.

—Es que todos los saben, menos Usher claro —dijo Colby ganándose un zape de Preston.

—Dejad de cotillear como dos marujas y vayamos a buscar a Mark y Jude, tenemos que avisarles sobre la reliquia.

Preston tomó la delantera siendo seguido por el resto del grupo al interior del edificio.

Dentro también había cazadores arreglando imperfectos; agujeros en el suelo, tablas de madera podridas, goteras, puertas atascadas o rotas, y otros muchos limpiaban quitando el polvo y las telarañas. Preguntaron a Jordan por Mark y Jude y este les indicó que se encontraban en la última planta, en el despacho al fondo del pasillo.

Subieron las escaleras y caminaron hasta allí. El despacho que Jordan mencionó era una enorme sala casi vacía, tan solo con un escritorio y una silla en medio y una estantería torcida en una pared. Jude y Mark estaban allí en compañía de Nathan y Neferet, y no solo estaban sus dos ayudantes. Había dos personas más en el despacho. Preston reconoció enseguida a Byron Love y Henry House.

Mark los vio entrar y los miró dedicándoles una de sus amplias sonrisas.

—Bienvenidos, ¿cómo os ha ido?

El resto de presentes cortaron la conversación para recibir también a los recién llegado.

—Lo conseguimos —dijo Preston dando un paso al frente y sacando el collar de la cruz, aún colgado en su cuello, de debajo de la ropa para que los demás pudieran verlo—, tenemos la cruz del sur.

Mark se acercó con una expresión de absoluta sorpresa. Tomó la cruz en su mano, mirando con curiosidad el pequeño objeto. Parecía simple metal con unas runas decorativas en turquesa, pero al tenerlo tan cerca sintió el poder que albergaba dentro.

—Neferet, ¿puedes hablarnos un poco sobre ese collar? —preguntó Jude a su ayudante.

La chica asintió y cogió el cuaderno con la copia del libro del origen. Pasó las hojas hasta llegar a donde ella quería.

—Aquí, la cruz del sur —señaló con su dedo—. Una reliquia con la forma de dije de un collar. Al igual que el resto de reliquias posee un poder especial, en este caso la protección. Quien lleve puesto el collar será inmune por completo a la magia. También podrá proteger de esta a quien se encuentre cerca.

—Vaya, un escudo contra la magia —habló Byron con interés—. Teniendo en cuenta que estamos enfrentándonos a brujas es muy útil.

—Pero no le protegerá de ataques físicos —añadió entonces Neferet—. Si alguien le ataca con un arma, como una espada, podrá herirle de igual forma.

—No muy útil contra los caballeros y las valkyrias —tuvo que decir Henry.

—Si no me equivoco, una vez que obtienes una de las reliquias llegar a las demás era más sencillo —intervino Neil—. ¿Cómo? ¿Qué hay que hacer ahora?

Neferet se apresuró a buscar algo en el cuaderno. Pasó las páginas del derecho y del revés por unos largos minutos. Su expresión al cerrarlo no indicaba nada bueno.

—No está, no me dio tiempo a pasarlo al cuaderno —admitió avergonzada.

—Es culpa mía por perder el libro —dijo Mark apenado.

—No pudiste hacer nada, es culpa de esos caballeros, nos atacaron por la espalda —trató de animarlo Nathan.

Jude se mantuvo en silencio meditando. Había sido el primero en tener la oportunidad de leer el libro, lo había hecho varias veces antes de que lo robaran. Tenía que recordar algo, lo que fuera.

No había unas indicaciones claras en las que dijeran; "debes de hacer esto". Solo vagas palabras que daban a entender que las reliquias se llamaban entre ellas, tenían el poder de reunirse. Con una, podrías encontrar las demás porque la que poseías te mostraría el camino.

—Preston —llamó al chico—. No sé si mi teoría es acertada pero no perdemos nada por intentarlo —todos miraron atentos a Jude—. Trata de conectar con el poder del collar. Crea un vínculo con él. Tal vez así te diga donde están el resto de reliquias, o puedas sentirlas.

—¡Yo te ayudo! —dijo Sol caminando hacia el chico— La magia es mi fuerte y ese collar, hasta donde sabemos, se podría catalogar como mágico.

Sol extendió sus manos hacia Preston. Este las miró sin saber que hacer, Sol le indicó con la mirada que las tomara.

—Te ayudaré a canalizar el poder del collar hasta que sepas como hacerlo por tu cuenta —explicó el brujo—. Usa mi cuerpo, mi magia, como un canal de comunicación con el collar.

Preston asintió no muy seguro. Entendía lo que Sol quería hacer pero no estaba seguro de poder llevarlo a cabo. Él nunca había usado magia, no tenía una marca como algunos de sus compañeros en el gremio, tampoco había usado nunca objetos mágicos.

Confió en Sol. Estaba seguro de que él tampoco había hecho nunca nada parecido y aun así mostraba una seguridad que Princeton envidiaba. Agarró sus manos y ambos cerraron los ojos. Sintió un torrente de energía fluir desde la punta de sus dedos hasta su pecho. Supo al instante que era la magia de Daystar.

Trató de llevarla hasta la cruz. No sabía qué estaba haciendo pero funcionaba.

Las runas de la cruz brillaron de nuevo en ese tono turquesa. Igual que cuando lo protegió de las ilusiones en la cámara del tesoro, o cuando bloqueó el ataque de las brujas. Esta vez no se asustó, no se sorprendió. Trató de usar ese poder conteniéndolo gracias a la magia de Sol.

—Vaya —dijo Byron gratamente sorprendido.

—Da igual cuantas veces lo vea, es increíble —Rowan estaba igual de encantado que el cazador rubio y otros de sus compañeros.

La puerta del despacho se abrió y Ezis y Njord se quedaron clavados en el umbral de la entrada. La chica soltó un grito ahogado por la sorpresa y eso desconcentró a Preston y Sol. La conexión con la reliquia se rompió y la luz dejó de bañar la habitación.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Njord cuando todos se giraron a mirarlos.

—La cruz de sur —señaló Syo—. Tratábamos de usarla para encontrar las otras reliquias.

—O sea que, ya tenemos la primera —mencionó Ezis con asombro, luego su cara se tornó de un rojo suave—. Y nosotros hemos interrumpido. Lo siento mucho.

—No te preocupes —dijo Preston—. Creo que he conseguido algo. Neferet, ¿hay algún mapa por aquí?

La chica rubia asintió y se apresuró a sacar una hoja de papel enrollada de uno de los cajones del escritorio. Se la extendió a Preston y este desenrolló el mapa sobre la mesa.

Buscó con la mirada un lápiz o algo con lo que marcar. Neferet se dio cuenta y sacó también de cajón un pequeño y gastado lápiz. Al menos serviría, no tenían nada mejor justo en ese momento.

Preston deslizó su mirada analítica por el mapa, rodeó una enorme zona y luego hizo algunas marcas aquí y allá. Levantó el mapa y se lo mostró a sus compañeros. La zona rodeada abarcaba parte de la costa suroeste de Altair y parte del mar.

Las marcas se veían esparcidas por varias zonas de esa área. La más grande de ella sobre una de las islas que se encontraban al sur del mar. La principal de las que formaban el Archipiélago Aguaclara.

—He percibido la energía de una de las reliquias por esta zona. Veréis, cuando una reliquia es usada deja un rastro que otras reliquias pueden encontrar, cuanto más usada sea, más claro es el rastro —aclaró—. Así que en el caso de esta reliquia está claro que alguien la tiene y está haciendo uso de ella.

—Hay una marca en el puerto de Saphra —señaló Nathan—. Está claro que debe de estar a bordo de algún barco.

—Y no uno cualquiera —Jude señaló la isla que tenía la marca más grande hecha por Preston—. Archipiélago Aguaclara, la tierra de los piratas.

La alegría del momento por el descubrimiento se apagó. Era por todos conocido que los piratas eran los mayores criminales del mar. Saqueaban barcos y mataban a sus tripulantes sin remordimientos. Suponían un peligro para todo barco que surcara el mar que separaba el Reino de Altair y el Imperio de Cyril.

—Como sean los piratas los que tienen nuestra reliquia estamos jodidos —dijo Njord en voz alta lo que todos pensaban.

—No has detectado alguna reliquia más —preguntó Mark a Preston.

Preston negó.

—No es fácil, se requiere de mucha concentración y mucha energía incluso para una reliquia a la que le dan tanto uso como a esa —explicó—. El rastro de una que no se haya usado tanto, o que incluso no se haya usado jamás, será casi inexistente. Tendré que practicar mucho más para lograr captarlo.

—No te preocupes, no es necesario que te presiones con eso —dijo Mark colocando su mano sobre el hombro del menor—. Por el momento la reliquia de Aguaclara es nuestra prioridad.

—Tal vez con el poder de dos reliquias juntas sea más fácil captar el rastro de las demás.

Lo dicho por Byron tenía bastante sentido. Renovó el ánimo de los demás. Si conseguían esa segunda reliquia no solo estarían más cerca de reunirlas todas, sino que también facilitarían aún más la búsqueda del resto. Que parecían estar mucho más escondidas.

—Vale, Preston, sigues al mando de la misión de reunir las reliquias, puedes llevar contigo de nuevo a los cazadores que necesites —dijo Mark antes de desviar su atención a Neil—. Aunque esta vez no podrá ser Turner. Tengo un trabajo del que necesito que te hagas cargo. No podemos olvidarnos de que las brujas siguen ahí fuera causando estragos.

—Sí, yo me encargo —asintió Preston confiado.

—Vosotros dos venís a informarme sobre la misión en Yantra, ¿cierto?

Ezis asintió.

—Bien, quedaros aquí. Byron, Henry, seguiremos hablando de nuestro asunto en otro momento.

Byron y Henry no parecieron tener ningún problema con eso.

Njord, Ezis, Neil y Rowan fueron los únicos que permanecieron en el despacho junto a Mark, Jude y sus dos ayudantes. El resto salieron de allí, tenían cosas que hacer.


















—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Skie una vez se quedaron solos ella, Preston, Colby y Syo.

—Porque está claro que nosotros cuatro iremos a Aguaclara, pero ¿solo nosotros? —cuestionó Syo.

—Tengo algunas ideas... —Preston se llevó la mano al mentón pensativo— aunque aún tengo que darle algunas vueltas. Ir a tierra de piratas no es precisamente una excursión por el campo, y también tenemos que pensar cómo iremos.

—¿En barco? —rió Colby.

—No me digas, genio —Preston rodó los ojos—. El problema es que ningún barco del reino pasa por Aguaclara, ni de pasajeros ni mercantil —ningún comerciante o persona en su sano juicio iría a una isla donde no solo podrían robarle, sino también matarlo—. Tendremos que buscar a alguien lo suficientemente desquiciado como para que nos lleve.

—Y la gente así de desquiciada no es de fiar —añadió Colby.

Buscar un transporte iba a ser más difícil que recuperar esa reliquia. Solo los piratas, los bandidos del mar, iban a esas islas. Incluso había rumores de que si una persona ordinaria iba era muy probable que nunca regresara.

No podían fiarse de un pirata para que los llevara hasta allí. Menos si Skie iba con ellos. Podían tratar de hacerle cualquier cosa a una chica que parecía ser tan delicada como ella. Preston no estaba seguro de hasta qué punto podrían protegerla en un barco lleno de escoria y sin escapatoria.

—¿Y si vamos nosotros mismos? —propuso Syo— Sin que nos lleve nadie. Cogemos un barco y navegamos por nuestra cuenta hasta la isla.

—¿Cómo vamos a conseguir un barco? ¡No tenemos suficiente dinero para eso! —Colby se alarmó pensando en que casi tendrían que vender un riñón cada uno para poder solo alquilar uno por unas cuantas horas.

El Archipiélago Aguaclara estaba lejos y no cualquier barcaza servía para ir. Tardarían varios días en llegar, debían caber todos y poder llevar armas y víveres para el viaje de ida y hasta el de vuelta. No creían poder abastecerse en las islas.

—No he dicho comprar uno —aclaró Syo—. He dicho coger uno —miró entonces a Preston—. Tomamos uno prestado de Puerto Saphra, sin decir nada, así no pueden cobrarnos. Al regresar lo devolvemos.

—¿Sugieres que robemos un barco del puerto? —preguntó Preston como si no hubiera entendido bien.

Syo se encogió de hombros.

—¿Tienes una idea mejor?

Preston no dijo nada.

Robar un barco iba a ser aún más complicado que alquilar uno. El puerto estaba sumamente vigilado por la guardia real. Pero Syo tenía un punto, así no se dejarían el sueldo de toda su vida en ese plan desesperado.

De todas formas no tenían ningún plan mejor. Solo había un problema más que resolver en ese caso.

—¿Sabéis pilotar un barco?

El silencio fue respuesta suficiente para el cazador.

—Si no encontramos a un gobernante de barco no lograremos nada robándolo, podríamos chocar y hundirnos, que las corrientes nos llevaran en la dirección contraria o no huir lo suficientemente rápido, en cuyo caso nos atraparía la guardia real.

—No eres muy positivo —se cruzó de brazos Colby.

—Preston tiene razón —intercedió Skie—. Sería contraproducente al final. Si vamos a robar un barco, tenemos que saber pilotarlo.

—¿Y si secuestramos a un capitán de barco junto al barco? —dio la idea Syo.

Preston sabía que se estaba volviendo loco, no sabía si porque la idea de robar un barco le pareció buena, o porque se estaba planteando en serio lo de secuestrar a una pobre persona.

—¿No hay nadie en el gremio que pueda ayudarnos? —preguntó entonces Skie sacando a Preston de sus locos pensamientos— Si hay algún cazador que sepa pilotar nos ahorraría tener que cometer una segunda ilegalidad.

Preston busco en su memoria. ¿Alguno de sus compañeros sabría navegar? Lo dudaba. Eran cazadores de brujas, no salían nunca del reino y por tanto iban a todos lados andando o como mucho a caballo. Había personas allí que ni sabían montar, ¿como iban a saber pilotar un barco?

—Déjame pensarlo, le daré algunas vueltas junto a lo de quién nos va a acompañar —dijo Preston—. Saldremos en dos días, aprovechad para descansar.

















—Enver —llamó Riker—. Enver —volvió a hacerlo al ver que no recibía respuesta—. Enver, espera —llamó otra vez con cierta desesperación.

Mirzayeva salió de la ruinosa sede siendo seguido por Zaphod. El de pelo rosa no parecía tener intención de hacer caso a los llamados de su pareja.

—Enver, por favor —rogó—. Tenemos que hablar.

—Ya hablamos de esto —se dignó a contestar.

Zaphod suspiró sin dejar de seguirlo. Se adentraron por uno de los caminos de la montaña. Jordan había pedido al cazador que consiguiera algo de leña para la chimenea del comedor que estaban arreglando.

—Hablar de verdad —dijo Zaphod—. No has querido escucharme desde que salimos de la Hondonada. Ni siquiera me dejaste explicártelo.

Enver no se giró, no frenó, no disminuyó la velocidad de su caminar. Zaphod estaba al borde de su paciencia. Estaba a punto de ponerse a gritar al aire, frustrado.

—¡Enver! —esta vez agarró del brazo al chico— ¡Tenemos que hablar, carajo!

Por fin logró que parara y lo mirara a la cara. Se arrepintió al instante al ver su ceño fruncido y su mirada de profunda decepción. Nunca creyó ver esa mirada dirigida a él, y se había dado cuenta que no estaba preparado para recibirla.

—Por favor —repitió con un hilo de voz.

—¿Qué? —respondió entonces Enver con una agresividad que Zaphod tampoco esperaba— ¿De qué quieres hablar? ¿De cómo me has engañado por años, de cómo no has sido sincero conmigo ni una vez en tu vida? ¿De verdad quieres volver a hablar de eso? Porque yo no tengo ni una pizca de ganas.

A Zaphod se le hizo un nudo en la garganta. Tuvo ganas de llorar pero aguantó. Tenía muchas cosas que decirle y si se rompía ahora no lo conseguiría.

—No es como tú lo pintas —su voz sonó débil, carrasposa—. Quería decirte la verdad, de verdad que quería. Pero tenía miedo. Tenía miedo de que pasara justo lo que está pasando.

Enver se llevó los dedos al puente de la nariz. Cerró los ojos y lo presionó con fuerza, tratando de alejar el dolor de cabeza. Tratando de alejar el pensamiento de culpabilidad de su pecho al escuchar la voz temblorosa de Zaphod.

—Me mentiste, lo hiciste desde el mismo momento en el que nos conocimos —su voz ya no sonaba tan fuerte y enfadada—. Zaphod, eres una bruja y nunca me lo habías contado —haberlo dicho en voz alta lo hizo incluso más extraño para él, sonaba como si no fuera real—. Y no eras una bruma blanca, como Sol, como Violette, como las brujas con las que vivieron Tet y Usher. Eras una bruja oscura.

—Sí, lo era —no trató de negarlo u ocultarlo porque era la verdad—. Pero ya no, me alejé de eso, gracias a ti, porque conocerte fue lo que me hizo darme cuenta de que esa vida no llevaba a ningún lado. Si es que a eso se le podía llamar vida.

—Zaphod, te uniste a un gremio que mata a los tuyos, yo mato a los tuyos y tú me ayudas a eso.

—¡No son los míos! ¿No lo entiendes? Sí, era una bruja oscura y creeme que pago por ello cada día, y cuando muera, arderé en el infierno como todas ellas —mantenía la mirada baja sin atreverse a mirar los ojos al chico frente a él—. Vivir en este gremio, junto a todas las personas que forman parte de él y que ahora son mi familia y amigos, vivir junto a ti. Eso es una vida de verdad. Una vida sin hacer daño a personas inocentes, sintiéndome feliz por primera vez en siglos. Yo... —ya no sabía que decir para tratar de convencer a Enver de que todo eso era cierto, que estaba siendo sincero— no te lo conté porque te quiero, te quiero tanto que duele. Y no quería que te apartaras de mi lado por esto, estaba aterrado.

Levantó la mirada y se dio cuenta que Enver no lo estaba mirando, su mirada estaba clavada en el cielo.

—Por eso no pudiste pasar por el pasadizo bajo el agua en el templo del oráculo. Tú no tenías una marca, pero eras una bruja y la protección del templo te rechazaba —inspiró hondo, cerró los ojos sin bajar la cabeza—. Una bruja atacó a mi madre y mi hermana mientras mi padre y yo estábamos fuera de casa. Cuando llegamos mi madre ya había muerto y mi hermana agonizaba, la bruja mató a mi padre frente a mis ojos, me hubiera matado a mí también sino fuera porque una flecha milagrosa la mató. Mi hermana murió al poco entre mis brazos.

Zaphod lo escuchaba atento a pesar de que esa historia ya la conocía. Se la había contado él mismo años atrás.

—Ludwig Fireg era el nombre del cazador que me salvó la vida, el cazador que me acogió y me crió como a un hijo. Quien me presentó años después a Neil, de quien fui ayudante hasta que pude valerme por mí mismo como cazador. A Ludwig lo mató otra bruja en uno de sus trabajos. Mi padre adoptivo también murió de la misma horrible manera que mis padres biológicos y mi hermana mayor —su voz se rompió por un momento, carraspeó retomando el control—. He perdido a mi familia, he perdido amigos, podría algún día morir yo mismo. Y las causantes de todo son las brujas. Son los seres como tú.

«Los seres como tú», esa frase partió el corazón de Zaphod. Las lágrimas salieron finalmente sin que pudiera evitarlo.

—No puedo confiar en lo mismo que trajo la muerte a mi vida. No puedo —se notaba la impotencia en su voz—. No puedo confiar en ti ahora, Zaphod. Y dudo que pueda volver a hacerlo alguna vez.

No quiso seguir escuchándolo. No podía soportarlo. No podía soportar el odio que venía de la persona que más amaba, no podía soportar la culpa de haberle fallado.

Se marchó de ahí sabiendo que Enver no iba a seguirlo.

















La noche cayó y Preston no podía concentrarse en lo que Colby le decía. Daba vueltas a su sopa con la cuchara, mirando el líquido perdido, como si este fuera a darle todas las respuestas que buscaba. Obviamente no las recibió.

—¡Preston! —el grito de Colby lo trajo de vuelta a la realidad sobresaltado.

Miró al chico asustado, sin saber lo que pasaba. Colby puso los ojos en blanco.

—No sé para qué me molesto en contarte las cosas si no me escuchas.

—Perdona, estoy un poco distraído —se disculpó al ver a qué se debía todo eso.

—Sigues pensando en la misión de Aguaclara —dijo Colby y Preston asintió—. Te vas a volver loco si te sigues obcecando tanto.

Colby vio en una mesa cercana a Skie y Syo junto a Violette. Las dos chicas hablaban animadas, seguramente poniéndose al día de todo lo que había pasado.

Neil y el resto no dijeron nada sobre la verdadera identidad de Sol y Violette. Al final parecían haber comprendido que no eran una amenaza para el gremio, juraron guardar el secreto. Al menos hasta que Mark y Jude se pronunciaran al respecto.

—¿Sabes ya al menos quienes iremos?

Preston asintió lentamente.

—A parte de Skie, Syo, tú y yo, también...

—¿Skie? —lo interrumpió— ¿De verdad la vas a dejarla venir?

Preston arqueó una ceja confundido.

—¿Por qué no la dejaría?

—Bueno —bajó la voz hasta acabar susurrando— es la princesa de Altair. La única alternativa real que existe ante Guan Cinquedea y su hijo ¿No sería peligroso llevarla a unas islas infestadas de piratas? —devolvió su tono de voz a la normalidad— Sería como meterla en la boca del lobo.

—Ha estado metida en la boca del lobo desde que su tío la traicionó —dijo Preston—. Ha huido del castillo junto a un ladrón, ha ido a ver al oráculo en unos valles llenos de bestias, ha sido atacada por una quimera, un clan de asesinos y brujas. Ha estado en una aldea de brujas blancas y acaba de llegar de un viajecito a la Hondonada donde habitan los feéricos. Un lugar que ninguna persona había pisado en años, por no decir siglos. Menos alguien de la realeza. ¿Por qué un puñado de piratas serían ahora un problema?

Colby rascó su nuca avergonzado por lo que había dicho. Ahora que Preston enumeraba todo lo que habían hecho, sonaba demasiado irracional.

—Tienes razón. Es que tiene un aspecto tan frágil que a veces me olvido de que es toda una leona.

Preston rió. Esa chica había demostrado ser de las personas más duras y valientes que había conocido.

—Volviendo al tema. A parte de nosotros cuatro, también llevaré con nosotros a Nicola y Aitor.

—¿Y eso?

—Ambos han tenido trabajos ya en Saphra, saben moverse por allí, nos serán de ayuda —explicó sabiendo que Saphra se encontraba por las zonas en las que Nicola solía moverse—. Además no tienen pinta de ser personas que se mareen en viajes en barco. Y si tenemos que robar uno al final, seguro que la astucia de Aitor nos vendrá bien.

—Aitor sería capaz de timar a un timador —rió Colby.

—Es un crío muy listo.

—¿Crío? —Colby apoyó los codos sobre la mesa— Solo tienes dos años más que él. ¿No te convertiría eso en un crío a ti también?

Preston enrojeció, no se sabía si por la vergüenza o por la ira, y golpeó a Colby en el brazo. Este se quejó aunque en realidad casi no le había dolido.

—Cierra la boca.

Se sobó el sitio golpeado sin que la sonrisa se le borrara de la cara.

—Seguimos teniendo el problema del barco —señaló—. ¿Dónde vamos a encontrar a alguien que sepa pilotar un barco?

—Estáis de suerte porque yo os traigo la solución a vuestros problemas.

Sol apareció por detrás de Colby asustando a los dos chicos que no se lo esperaban. Sin preguntar tomó asiento en la mesa junto a ellos y los miró con una amplia sonrisa. Colby y Preston se miraron confundidos.

—¿Cuál es tu plan? —se atrevió a preguntar al final Preston.

—Violette sabe pilotar barcos.

Preston y Colby se miraron sorprendidos.

—¿Qué?

—Bueno, en realidad no es algo que sepa con seguridad, pero ella es muy hábil en muchas cosas —se encogió de hombros—. Estoy seguro de que pilotar un barco con su magia no será un problema.

—Si es cuestión de magia, ¿por qué no lo pilotas tú? —enarcó Colby una ceja.

—Porque ella es mil veces más hábil que yo. Aunque se especializa en magia estelar y curativa también tiene amplios conocimientos en diversos campos. En cambio yo solo me especializo en magia de luz y soy mediocre en los demás.

—¿Y ella accederá a llevarnos?

—Estoy seguro de que sí. Sobre todo porque podrá viajar junto a Skie y no interrumpir así, de nuevo, sus clases con ella.

Colby volvió a mirar a Preston, esta vez con una sonrisa.

—Supongo que en ese caso ya tenemos a nuestra capitana.













Nombre: Byron.

Apellido: Love.

Apodo(s):
Aphrodite (dado por el gremio).
Dios de cazadores (origen desconocido)
Noble de barro (dado por las familias nobles de Ciudad Imperial)

Fecha de nacimiento y edad: 17 de mayo, 27 años.

Altura: 1,76 m.

Ocupación: Cazador de brujas.

Rango: 2 estrellas.

Ayudante: Henry House.

Rasgos más característicos: Tiene una gran confianza en sí mismo y sus capacidades, sus logros le han ganado un gran respeto en el gremio de cazadores. Es uno de los que más concienciados están con la instrucción a los novatos, piensa firmemente que el futuro de los cazadores está en ellos y que no hay que menospreciarlos. Es bastante desconfiado con las personas nuevas, debes trabajar duro para ganarte su confianza y demostrarle lo que vales.

Arma principal: Hacha de mango corto.

Arma secundaria: Kunais.

Campo en el que destaca: Ataque.

Habilidades principales: Gran estratega y creador de tácticas. Tiene unos grandes dotes de liderazgo y es capaz de coordinar grandes grupos sin problema. Ataque y defensa bastante equilibrados que mejoran aún más gracias al buen eso que le da a su magia.

Debilidades principales: Cuando algo no sale como lo tenía previsto le cuesta improvisar. Sin su magia pierde bastante poder, dependiendo a veces demasiado de ella.

Magia: De percepción.

Crush: Desconocido.

Character Song: Angel with a shotgun — The Cab.

Extras:

—Su familia alguna vez perteneció a la nobleza de Altair.

—Su apodo, Aphrodite, se lo dio Henry en un principio debido a lo popular que era tanto entre mujeres como entre hombres cada vez que visitaban un pueblo nuevo. Actualmente ya solo Byron recuerda que Henry fue quien le dio el apodo en primer lugar.

—No tolera demadiado bien el alcohol, por eso no suele tomar mucho, solo un poco de vino en ocasiones especiales.

—Es quién más aprendices y ayudantes ha tenido en el gremio.

¡Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actualicé esta historia! Tenía ya ganas de seguirla, Witch Hunters es de mis historia favoritas para escribir gracias a toda la fantasía que tiene. ¡Es justo mi tipo de historia favorita!

Espero poder volver a actualizarla más a menudo a partir de ahora después de todo. Casi a pasado un año desde la última vez que recuerdo haberla actualizado u.u

~Nova/Dreamer

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