Capítulo 26
—¡Ezis, cuidado! —alertó Iggie.
Gracias a él la cazadora tuvo tiempo de esquivar las rocas que una bruja había lanzado hacia ella.
Ezis e Iggie no entendían que estaba pasando. Todo estaba tranquilo y de un momento a otro docenas de brujas salieron del bosque e intentaron internarse en Yantra. Querían impedirlo. Querían enfrentarlas y matarlas a todas antes de que tuvieran la mínima oportunidad de entrar a la ciudad. Pero les superaban en número incluso con Njord y Terry de su lado.
—Esto no funciona —dijo Njord después de cortar el el pecho a una de las brujas.
La sangre negra de esta le había manchado la ropa. En un charco la bruja agonizaba mientras se desangraba, Njord terminó con su sufrimiento cortándole la cabeza. La siguiente bruja no tardó en atacarlo buscando venganza por su compañera caída.
—Tenemos que buscar a los demás, Nicola y Christa tienen que ayudarnos también —dijo Ezis esquivando un rayo lanzado por una bruja. Este impactó en el tronco de un árbol unos metros más atrás dejando un pequeño agujero chamuscado.
Se notaban que todas esas brujas eran de rangos bajos ente D y C. Sus ataques eran mucho más débiles, menos potentes y menos coordinados que los de una bruja de rango superior.
El peligro no lo representaba la calidad, sino la cantidad. Por sencillo que les resultara acabar con ellas eran diez veces más que ellos. Estaban agotándolos.
—Mi cuervo localizó a Nicola y Aitor cerca de aquí —dijo Njord—. Iremos a por ellos, aguantad todo lo que podáis.
—De acuerdo —asintió Ezis cortando el cuello de un brujo con sus cuchillos.
Njord y Terry se abrieron paso entre las brujas y desaparecieron en dirección a la ciudad. Solos Ezis e Iggie no aguantarían mucho, deseaban que sus compañeros no tardaran mucho en regresar. Lo que estaba claro es que no podían evitar que varias brujas los sobrepasaran y fueran directas a la ciudad.
Dejarían que de esas brujas se encargaran los caballeros y las valkyrias. Ellos tratarían de que pasara el mínimo posible para que no hubiera tantas bajas civiles. Porque estaba claro que en cuanto las brujas accedieran a la ciudad irían directas a por las pobres personas que no podían defenderse. También, para disgusto de los cazadores, irían a por los niños.
—¡Ezis, detrás! —volvió a alertarla Iggie.
Se giró con brusquedad para darle una patada en la cara a la bruja que se acercaba. Esta cayó al suelo con un alarido, Ezis se puso sobre ella tratando de clavar su cuchillo en la cabeza o pecho de la bruja. Se resistía, consiguió agarrar las muñecas de Ezis y peleaba con ella por su vida.
La bruja chillaba y pataleaba. Ejercía toda la fuerza de empuje que podía para quitar a Ezis de encima suya. Otra bruja aprovechó que estaba ocupada, e Iggie demasiado lejos, para acercarse por la espalda. El ayudante la vio, esta vez no tuvo tiempo de avisarla.
Una lanza voló y atravesó el corazón de la segunda bruja desde la espalda. La sangre negra salpicó a Ezis y asustó a la bruja bajo ella, la distrajo lo suficiente para que Ezis lograra clavarle el cuchillo en la cabeza.
Lo sacó viendo el espeso líquido negro manchando la hoja de su cuchillo. Lo movió con decisión a un lado, la sangre resbaló de la hoja y manchó el suelo. Iggie corrió hacia ella para ayudarla a ponerse en pie. Ambos vieron como un caballero caminaba con decisión hacia la bruja ensartada por la lanza y con un fuerte tirón la arrancó de su cuerpo.
—Así que han acudido cazadores aquí.
Un segundo hombre salió detrás del albino de la lanza. Mientras que el albino se mantenía serio y calmado, con una mirada fría hacia Ezis e Iggie, su compañero era algo más expresivo. Les dedicaba una amplia sonrisa de suficiencia y los escrutaba con la mirada.
—Claude, no te distráigas —el albino puso la lanza en alto dispuesto a lanzarla de nuevo—. Primero las brujas, luego los cazadores —y la lanzó dándole de llevo en el pecho a una bruja.
El caballero que respondía al nombre de Claude chasqueó la lengua. Esos dos no parecían llevarse muy bien. Con su mandoble en mano se lanzó a por otra bruja a la que le cortó un brazo y posteriormente la cabeza sin mucha dificultad.
—Tiene razón, la prioridad son las brujas —le dijo Ezis a Iggie—. Ocupémonos de ellas, luego ya pensaremos en algo para deshacernos de ellos dos.
Iggie asintió.
Nicola y Aitor habían seguido el rastro de ese brujo hasta las afueras de la ciudad. Tenía que estar allí, su rastro de magia así lo indicaban.
Miraron con atención cada tejado, cada árbol y arbusto para no recibir un ataque sorpresa en un descuido. Aquel chico caminó derecho hacia ellos con toda la tranquilidad del mundo y una amplia sonrisa en su cara.
—No creí que fuerais tan idiotas como para seguirme, a mí, al gran Zanark Avalonic —habló—. Va a ser verdad que los cazadores de brujas sois unos suicidas.
Nicola lo sintió. Esa bruja; Zanark, era de rango S. Esa soberbia no se debía a nada. Era fuerte, lo sabía solo con mirarlo.
—No vamos a poder nosotros solos —le susurró Nikko a Aitor mientras que Zanark seguía con su monólogo—. Tienes que ir a por los demás.
—No voy a dejarte sola contra una bruja de rango S —la voz de Aitor fue firme como su mirada.
—Aitor...
Nicola no pudo insistirle. Una bola de energía cayó entre ambos y el estallido los lanzó a varios metros. Nikko logró mantenerse en pie, Aitor chocó contra el tronco de un árbol golpeándose la espalda demasiado fuerte.
Nikko fulminó con la mirada a la bruja. ¿Cómo se atrevía a herir a su amigo? Esas bolas estaban hechas de energía pura. Si un ataque que había dado cerca de ellos los había lanzado de esa manera, no quería averiguar que pasaba si te daba de lleno.
—No está bien ignorarme cuando hablo —Zanark estaba enfadado.
Lanzó otra esfera de energía hacia Nikko, la chica pudo esquivarla de un salto. Se cubrió la cabeza de los fragmentos de tierra y roca que saltaron cuando la esfera tocó el suelo.
Cogió el látigo que llevaba sujeto al cinturón y no esperó para atacar. Zanark lo esquivó también sin problema, se movía tan rápido que parecía que se teletransportaba.
Lanzó otra de esas esferas, pero esta vez hacia Aitor. El ayudante apenas se estaba levantando apoyándose en un árbol. Sus ojos se abrieron como platos al ver la esfera de energía ir hacia él.
—¡Aitor! —gritó Nikko desesperada.
Aitor ya estaba débil por el impacto anterior. Si ese otro lo golpeaba... no estaba segura de que el chico pudiera soportarlo. Definitivamente no acabaría bien.
Por suerte, el chico reaccionó a tiempo para usar los cables de acero como una cuerda. Se envolvieron alrededor de una rama del árbol y lo elevaron. La esfera impactó en el tronco del árbol quebrándolo. Los cables ahora se dispararon a las ramas de otro árbol distinto para que Aitor se cambiara de lugar y no cayera junto al árbol destrozado.
Nikko no tuvo tiempo de celebrar que su amigo estaba bien. Zanark se posicionó a su espalda en un instante y la pateó con la fuerza suficiente para que rodara por el suelo. Luego sintió el pie del bruji sobre su cuello. Llevó las manos al pie empujándolo y tratando de moverlo para que no le impidiera respirar.
—Sois muy débiles, esto es muy aburrido —dijo suspirando con desinterés.
La mirada de Zanark recorrió el cuerpo de Nikko hasta pararse en la marca del ojo en su brazo izquierdo. Sonrió sorprendido.
—Pero mira que tenemos aquí —habló con tono divertido.
El pie de Zanark dejó el cuello de Nikko libre, no por mucho tiempo pues la su mano ocupó el lugar. Zanark alzó a Nicola en el aire por el cuello para así poder observar la marca más de cerca.
—Ahora entiendo por qué eres tan estúpida como para enfrentarte a mí —rió como si hubiera descubierto la cosa más divertida del mundo—. Los mestizos tenéis un falso sentimiento de superioridad. Creéis que vuestras marcas os hacen mejores, más fuertes que al resto de humanos —llevó su mano libre al brazo de la chica, pasando sus dedos por la marca, Nikko sintió que le ardía de repente, le quemaba—. Y si, sois más fuertes que los humanos normales. Sois hijos de brujas después de todo.
Nikko abrió los ojos al escuchar eso. No, no tenía ningún tipo de sentido. ¿Hijos de brujas? ¡Las brujas secuestraban niños, no los tenían! Solo quería confundirla.
—Cá... llate... —consiguió decir con esfuerzo.
Zanark sonrió complacido por sus palabras, por su expresión.
—Ah claro, que los mestizos sois tan idiotas que ni siquiera sabéis que sois mestizos —chasqueó la lengua mientras rodaba la mirada—. Pobres demonios. Viven entre personas a las que juran proteger. Sin embargo, si esas personas supieran que sois hijos directos de brujas os quemarían en la hoguera sin ningún remordimiento. Qué estúpidos.
Aitor había bajado del árbol. Se apoyó en el tronco y lanzó hacia Zanark los cables para atacarlo. Tenía que hacer que soltara a Nicola en ese instante.
El brujo reaccionó y con la mano con la que anteriormente tocaba la marca de Nicola, sujetó los cables antes de que le tocaran. Tiró de ellos, tirando por tanto de Aitor también, y le estampó contra los árboles más lejanos. El cuerpo del chico sonó de una forma que a Nicola no le gustó nada al chocar contra ellos.
—Tú... bastardo... —escupió Nikko.
Zanark la miró entretenido, su expresión cambió a una de sorpresa al sentir que la temperatura del cuerpo de Nicola se elevaba. Pronto tuvo que soltarla y alejarse. Miró su mano, se la había quemado.
—No vuelvas a tocarme, no vuelvas a hacer daño a Aitor —dijo con su mirada nublada por la ira.
Agarró su látigo que había caído al suelo. Este se puso al rojo vivo en escasos segundos. Esa debía de ser la magia que la marca del ojo le otorgaba. Podía elevar la temperatura de su cuerpo a su voluntad. Podía convertir su cuerpo en algo más peligroso que la lava volcánica.
Zanark se puso serio. Lanzó otra esfera de energía directamente hacia ella. Nicola no se molestó en esquivarla. Con un movimiento firme de su mano, el látigo partió la esfera por la mitad y esta estalló en el aire.
Zanark dio un paso atrás. Se giró instintivamente al sentir una presencia a su espalda. Pudo ver a un chico saltar hacia él blandiendo una espada claymore. De nuevo se movió de esa forma tan rápida reapareciendo lejos tanto de Nicola como de ese nuevo atacante.
—Njord —dijo Nikko al ver al peliazul.
—¿Estáis bien? —cuestionó Njord al ver el estado inestable de Nikko y a Aitor inconsciente algo más alejado— Terry, ve a ayudarlo.
Terry, que apareció detrás de Njord poco después, corrió hacia el menor. Nikko vio como lo levantaba con cuidado del suelo y lo cargaba en su espalda alejándolo de la bruja.
Sabiendo que ahora Aitor estaba en buenas manos y lejos del peligro, Nikko pudo relajarse un poco. Su temperatura corporal disminuyó y solo la mantuvo en sus manos para así poder seguir transmitiendo esa temperatura a su látigo. Njord asintió satisfecho cuando la situación pareció estar bajo control, centrándose otra vez en la bruja.
Zanark rió de nuevo. Aunque ahora ya no parecía tan confiado como al principio, lo cual no era precisamente bueno para ellos dos. Una bruja confiada era una bruja con la guardia baja, una bruja a la que podías matar atacando sus puntos débiles. Pero una bruja seria y alerta era una bruja que podía matarlos a ellos.
Y esa bruja que tenían en frente era del rango más alto de brujas que nunca habían visto. Porque aunque ahora sabían de la existencia de las brujas del pecado, nunca se habían cruzado con una de ellas.
Y rezaban porque ese encuentro tardara mucho en llegar. Porque si no eran capaces de vencer a una bruja de rango S, ¿cómo iban a matar a una de sus líderes?
—Parece que me voy a divertir más de lo que esperaba —sonrió Zanark.
Después de que Maxim disparara, la perla impactó en el suelo, a los pies de Cherise. Soltó un humo negro muy denso que hizo toser a la bruja, pero cuando trató de retroceder no pudo. Sus pies estaban pegados al suelo por una sustancia negra viscosa.
—¿Qué es esto? —su voz estaba sorprendida y enfadada a partes iguales.
El humo negro se extendió al punto de que los caballeros tuvieron que retrodecer también para no ser engullidos por este.
Christa y Maxim por otro lado corrieron directos hacia él sabiendo cuál era su principal objetivo. Ayudar a la valkyria que la bruja usaba como rehén. Christa usó su alabarda para cortar la tela con la que Cherise la retenía. Lexie cayó en los brazos de Maxim justo cuando el humo empezaba a disiparse lo suficiente para que Cherise los viera.
—¡Vosotros!
Las telas que Christa había cortado se regeneraron y las atacaron a ellos. Maxim corrió con la valkyria en brazos y Christa lo cubrió cortando una y otra vez las telas que volvían a estar como nuevas a los pocos segundos.
—Ya no tenéis escusa para no atacarla —dijo Christa a los dos caballeros que miraban sorprendidos lo que sucedía.
Damian y Caleb se miraron y una sonrisa macabra apareció en el rostro del segundo.
—Ya ajustaremos cuentas después, cazadores —dijo Caleb—. Ahora sacad a esa valkyria de aquí y largaos.
A Christa no tenían que decírselo dos veces. Ni en broma tendrían otro encuentro, ese caballero parecía desquiciado y Laggerfeld era demasiado astuto como para escapar de él con una treta de cazador.
Dejaría a Lexie con alguna de sus compañeras valkyrias y huirían de allí. Tenían que reunirse con el resto de sus compañeros.
—Ahora sí, perra —soltó Caleb al ver a Cherise liberarse de ese mejunje negro—. A ver qué tienes.
Cherise quiso huir pero Damian se le adelantó contándole el camino. Evitó que el tajo de su espada cortara su cuello, pero a cambio le rozó el hombro. Una raja superficial que empezó a sangrar con ese líquido negro que asemejaba a la sangre.
Cherise siseo como una serpiente herida y mandó los jirones de tela a atacar a ese chico. Damian los bloqueó con su espada, no podía atacarla pero Caleb sí. Se abalanzó hacia ella y la embistió contra un árbol dejándola aturdida.
Iba a bajar el mandoble contra su cuerpo pero la tela rodeó la hoja impidiéndole al caballero usarla. Estaba defendiéndose a la desesperada.
Zanark esquivó el látigo de Nikko y golpeó el estómago de Njord haciendo que retrocediera. Agarró el látigo cuando volvió a atacar de nuevo, como había hecho con las cables de acero de Aitor, y tiró de él. Ignoró el dolor de la quemadura que el látigo le provocaba por la magia de Nicola.
Atrajo a la chica hasta él y abofeteó su cara tirándola al suelo. Luego arrojó su látigo todo lo lejos de ella que pudo.
—Los cazadores tan inútiles como siempre —mencionó.
Zanark se preparó para lanzar otra de esas esferas de energía. Njord se levantó como pudo, apoyándose en su claymore, e intentando ignorar el dolor en su estómago. Se puso delante de Nikko, dispuesto a bloquear con su arma el ataque aunque él saliera dañado por ello.
Sin entender muy bien el por qué la esfera no llegó a crearse, desapareció entre las manos de Zanark que se había quedado muy quieto. Movió la cabeza para mirar al interior del bosque frunciendo el ceño. Miró de nuevo a Nikko y Njord y bufó.
—Siempre interrumpiendo, esa bruja inútil... sabía que resultaría ser una molestia —los cazadores no entendieron a qué se refería, de todas formas parecía hablar consigo mismo—. Terminaremos esto en otro momento —y desapareció.
Njord ayudó a Nikko a levantarse del suelo.
—¿A dónde habrá ido? —cuestionó el chico.
—No estoy segura, pero por lo que ha mencionado parece que hay otra bruja cerca que requiere de su presencia —dijo Nicola caminando para recoger su látigo.
—Las brujas están asediando Yantra —reconoció Njord—. No sé a dónde irá ese, pero nosotros deberíamos ir a ayudar a Ezis e Iggie.
Nicola asintió. Seguir a Zanark no serviría de nada. Había dejado clara la diferencia de fuerza entre ellos. Si lo seguían solo conseguirían que los mataran.
Zanark por su parte fue directo a su encuentro con Cherise. Vio a la chica a punto de ser cortada a cachos por un caballero. Lanzó una de las esferas de energía hacia él para alejarlo, lo consiguió.
Mientras que Caleb y Damian se reagruparon, Zanark se interpuso entre ellos y Cherise. La bruja parecía agotada y magullada. Esos caballeros debían de ser de rango alto, una simple bruja de rango A no era rival para ellos dos. Además observó que el caballero de pelo más largo tenía también una marca de un ojo en el dorso de su mano.
Los malditos mestizos siempre metiendo las narices donde no los llamaban. Gruñó y se giró hacia Cherise.
—Nos vamos —ordenó sin dejar espacio a las quejas de su compañera.
Caleb y Damian no pudieron impedir que los dos desaparecieran en un instante. Caleb bajó su mandoble clavándola en el suelo. Ese tío que había llegado a ayudar a la bruja de pelo rosa era otra bruja, de rango S concretamente.
Bufó sabiendo que de haber acabado con él hubiera podido ser ascendido a caballero de primer rango. Era una pena que se hubiera marchado.
—No siento la presencia de esos dos ya en la zona —aclaró Caleb a Damian.
—Volvamos a la ciudad e informemos a Blaze de todo —dijo Damian—. También tenemos que buscar a Hargreaves. No sabemos donde han podido dejarla esos cazadores.
Silas esquivó otro de los ataques de Beta. Esa bruja se había mantenido en todo momento flotando en el aire, atacándolos con su magia de viento. No había manera de acercarse a allá para atacarla.
Las flechas que Silas y Azul disparaban eran desviadas con gran facilidad por el viento de Beta. Y Axel no parecía tener intención de usar su magia, Silas no estaba seguro de a qué se debía esto.
«Solo juega con nosotros», había dicho al principio. «Si ella no se lo toma en serio, yo tampoco».
Silas era consciente de que eso no era orgullo, para nada. Simplemente Axel no tenía prisa por matarla o asustarla, parecía más interesado en ver qué pretendía, qué se traía entre manos para haber atacado al príncipe.
—¿Qué querías del príncipe? —preguntó al final.
Beta rió.
—¿Qué iba a querer yo de un príncipe humano? —evadió la pregunta— Lo encontré por casualidad. Deberíais de tener más cuidado con Su Alteza —dijo el título de Quentin con burla.
—Axel, no creo que sirva de nada tratar de hablar con ella —dijo Silas.
Axel frunció el ceño. Si las brujas se proponían atacar directamente a la realeza empezarían a ser un gran problema. Mayor del que ya eran.
—Bueno, vamos a dejar este maravilloso encuentro aquí —habló Beta—. Esos incompetentes ya se han marchado —dijo eso último más para sí misma.
—Espera —Axel quiso impedirle que se marchara pero fue demasiado tarde.
Beta se elevó en el cielo y desapareció de la vista de los caballeros y la valkyria. Axel suspiró, le hubiera gustado sacar algo de información.
Todo lo que estaba pasando en los últimos meses era muy extraño. Las brujas tenían más actividad, atacaban ciudades o pueblos que nunca antes habían mostrado ataques de brujas, la princesa Skie se iba con los cazadores de brujas y ahora atacaban al príncipe Quentin. Axel sentía que todo eran piezas de un puzzle que él no conseguía construir.
—¿Qué hacemos, capitán? —preguntó Silas.
—Yo tengo que buscar aún a Lexie, iré a reunirme con mis hermanas —dijo Azul.
Axel asintió sin más mientras que Azul se marchaba de allí.
—Silas, vayamos a buscar a Aimé y el príncipe, esperaremos a Damian y Caleb, ellos iban a seguir el rastro de la valkyria, tal vez hayan descubierto algo que sea de utilidad.
Axel emprendió el camino de vuelta a la ciudad, al punto de encuentro acordado con los otros dos caballeros. Silas lo siguió, mirando una última vez en la dirección en la que esa bruja se había marchado.
La oleada de brujas había terminado. Ezis e Iggie por fin tuvieron un descanso que no duró mucho tiempo. Con la falta de brujas la amenaza de los caballeros se giró hacia ellos. Bryce y Claude rompieron la tregua temporal con la cazadora y su ayudante.
Ahora las armas se alzaban entre ellos y no contra las brujas. Ezis sentía que con el más mínimo movimiento la tensión explotaría y acabarían luchando armas en mano. Era lo último que necesitaban, no podían ser arrestados por los caballeros ahora.
—¡Soltad las armas! —ordenó Bryce apuntándolos con su lanza.
—Que te crees tú eso —contestó Ezis.
—Bien, pues lo haremos por las malas —sonrió Claude—. Adoro hacerlo por las malas.
—No te pases, los necesitamos vivos —advirtió Bryce.
Los dorados ojos de Claude brillaron como el oro, pero era un brillo que Ezis detectó como peligroso. Esos caballeros no sería fáciles de despistar. Eran más fuertes y astutos que los caballeros de rango raso a los que solían evitar en las ciudades.
El suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Les costaba mantenerse en pie mientras que a los caballeros no parecía pasarles nada. Claude estaba usando magia contra ellos.
Una parte del terreno cedió. Se fracturó. Y una llama de fuego salió como un géiser. Iggie y Ezis quisieron correr hacia el lado contrario pero el suelo también expulsó fuego por ahí.
Ezia vio como la fractura del suelo se extendía rodeándolos en círculo. Una ver quedaron en medio de esta comenzó a salir lava, ya no eran llamas de fuego. No avanzó demasiado, lo suficiente para que no pudieran saltar fuera del círculo.
—No os moveréis de ahí hasta que llegue nuestro capitán y decida que hacer con vosotros —dijo Bryce—. Y si intentáis escapar, no me quedará más remedio que atravesaros las piernas para que no podáis correr —golpeó el final de la empuñadura de la lanza contra el suelo como si se tratara de un bastón, manteniendo la afilada punta en alto.
—No te interesará hacer eso —una nueva voz intervino en la conversación—, porque entonces ordenaré que le corte el cuello.
Christa salió caminando de la espesura del bosque con calma pero una mirada fulminante. Unos metros detrás de ella caminaba Maxim, sosteniendo a la inconsciente Lexie con un cuchillo sobre su cuello.
De repente Bryce y Claude ya no parecieron tan seguros de sí mismos y la sonrisa del pelirrojo desapareció. Habían perdido el control de la situación visto lo visto.
—Salvamos a vuestra amiga de la bruja que la capturó en el bosque, pero no me temblará el pulso si he de ordenar su ejecución —Christa hizo un pequeño movimiento con la cabeza como señal a Maxim.
El chico hizo el amago de mover el cuchillo.
—¡Espera! —gritó Bryce.
Maxim se detuvo manteniendo una sonrisa. Ahora eran ellos los que tenían el control.
—Devolvednos a nuestros compañeros, vosotros los necesitáis vivos, pero nosotros a vuestra valkyria no —la voz de Christa era firme no dejando lugar a dudas—. El resto de nuestro grupo estará aquí pronto, ya les hemos avisado al veros atacarles. Entre los nuestros hay algunas personas con marcas también, puede ser interesante.
En realidad se estaba marcando un peligroso farol. La única con marca entre los que habían ido a Yantra era Nikko, y ella sola contra varios caballeros y valkyrias con marca no lograría ganar. Pero eso aquellos dos caballeros no tenían por qué saberlo.
—¡Lexie!
Dos nuevas personas llegaron al lugar, dos valkyrias, y una de ellas parecía conocer muy bien a la que Maxim tenía amenazada.
—Lemmon, Felis, no os acerquéis —ordenó Bryce.
—Esa que está ahí es mi amiga, una de nuestras hermanas —Katya lo fulminó con la mirada antes de mirar hacia Christa y Maxim—. Dejadla tranquila.
Maxim dudó por un instante al reconocer a Goldie como una de esas dos valkyrias. Luego, su agarre en la chica y en el cuchillo volvió a ser igual de firme.
—Primero liberad a nuestros compañeros —Christa señaló a Ezis e Iggie que seguían en el círculo de lava.
—Está bien —intervino Goldie—. Lo haremos, pero vosotros soltaréis a nuestra hermana.
—No podemos hacer eso —dijo Bryce.
—¿Vas a dejar que la maten? —le recriminó Goldie— Mejor recuperar vivo a uno de los nuestros. Nuestro trabajo aquí era acabar con las brujas, ya no están, trabajo cumplido.
—Pero si el rey se entera... —quiso quejarse pero Goldie de nuevo no le dejó.
—No tiene por qué enterarse.
Maxim no estaba seguro de si Goldie le había reconocido a él o no, y si por eso estaba cediendo ante el chantaje. Fuera como fuese agradecía que todo estuviera saliendo bien.
Bryce al final cedió e hizo una señal a Claude para que dejara libre a la cazadora y su ayudante. La lava se filtró por la tierra, desapareciendo por completo, dejando el terreno destrozado como único indicio de que ahí había sucedido algo.
Ezis e Iggie no se lo pensaron dos veces antes de correr junto a sus amigos. Una vez se reunieron con ellos Christa asintió hacia Goldie.
—Dejaremos a vuestra amiga apoyada en el árbol y nos iremos —dijo señalando el árbol en cuestión.
Ezis e Iggie mantuvieron sus armas en alto por si a alguno de ellos se les ocurría atacar en el último momento. Christa también protegía a Maxim con su alabarda en alto mientras este depositaba a la valkyria en el suelo.
—Ya está —dijo Maxim alejándose de Lexie y quedándose detrás de la cazadora.
—Espero que no tengamos que volver a vernos —dijo Christa.
—Lo mismo digo —contestó Bryce.
El grupo de cazadores corrió hacia el bosque. Katya por fin pudo ir a reunirse con su amiga y ver que a excepción de un par de arañazos y un cardenal a causa de algún golpe, estaba perfectamente.
—¿Voy a por ellos? —preguntó Claude.
—No, déjalos —negó Bryce—. Tenemos que regresar para reunirnos con el Capitán Blaze.
Los cazadores se cuidaron de cubrir muy bien su rastro por si a alguno de esos servidores del rey se les ocurría seguirlos. Cuando estuvieron seguros de que nadie los había seguido regresaron a la pensión donde se hospedaban. Tenían que esperar al resto.
—Estoy un poco preocupada —admitió Ezis—. Se supone que Njord y Terry irían a buscar a Nikko y Aitor. Ha pasado mucho tiempo y aún no regresan. ¿Y si les ha pasado algo?
—Saben apañárselas solos —aseguró Iggie tratando de tranquilizar a su amiga a pesar de que él mismo estaba algo preocupado también—. Tal vez han tenido algún inconveniente, pero ya saben que nos reuniríamos aquí al terminar. Dales tiempo.
—¿Ya se han ido entonces todas las brujas? —preguntó Maxim.
Christa asintió.
—Eso parece, tal vez esa bruja de pelo rosa era la líder del grupo.
La puerta de la pensión se abrió y un grupo de personas entraron por él. En seguida reconocieron a Njord, Nikko, Terry y Aitor, siendo que este último era cargado por Terry a su espalda. Parecía bastante malherido.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Iggie corriendo a él para socorrerlo.
Iggie era un experto en primeros auxilios. Era el hijo de un médico, y antes de convertirse en ayudante de cazador ese había sido su sueño también.
Lo bueno es que ambos trabajos no eran excluyentes, tener a alguien con conocimientos en medicina en el gremio era muy positivo. Por eso él atendía muchas veces a los heridos y enfermos en las temporadas que él y Ezis permanecían en la sede.
—Una bruja de rango S nos atacó —dijo Nikko—. Por suerte Njord y Terry llegaron a tiempo para ayudarnos.
—No parece tener nada roto —dijo Iggie para alivio de la cazadora—. Pero ese cardenal en la espalda se está poniendo feo. Le dolerá algunos días, y es posible que el color morado le dure unas semanas. También limpiaré las magulladuras de su cara y sus brazos.
—Muchas gracias, Iggie —Nikko no sabía como agradecerle todo lo que estaba haciendo por su joven ayudante. Aitor era como un hermano pequeño para ella y odiaba verlo en ese estado.
Christa se acercó a ella cuando Iggie ya le había informado del estado de Aitor.
—¿Has dicho una bruja de rango S?
Nicola asintió.
—Era un chico, lo vimos en la ciudad y lo perseguimos hasta las afueras. Luego se marchó, suponemos que a ayudar a otra bruja.
Christa pensó en seguida en Cherise. Sin la valkyria como rehén seguro que había cedido ante el poder de los caballeros. Esa bruja de rango S que se habían encontrado Nicola y Aitor debió de ir a ayudarla para que no la mataran.
—Al menos de las brujas de rangos bajos nos hemos encargado Iggie y yo —aseguró Ezis—. Con un poco de ayuda de esos dos caballeros repelentes, odio admitir —su ceño se frunció solo de recordarlos—. Las matamos a casi todas, muy pocas huyeron, no creo que se atrevan a atacar de nuevo la ciudad.
—Pero no matamos a esa bruja de rango S. Podría regresar —dijo entonces Njord.
—Pues parece que nos quedaremos un poco más, al menos un día, para ver si las brujas vuelven —dijo Ezis—. Si no hay mas ataques y el hedor a magia de Yantra empieza a desaparecer, nos iremos.
Todos estuvieron de acuerdo en eso. Aunque algo no dejaba de dar vueltas en la mente de Nikko. «¿Para qué atacaron las brujas Yantra en primer lugar?». No habían matado a ningún caballero o cazador, incluso liberaron a la valkyria que tomaron como rehén. Tampoco hubo destrucción en la ciudad o ningún niño desaparecido.
Esperaba que ese vacío de respuestas no fuera perjudicial para ellos en un futuro.
—¿Ya os vais?
Usher y Tet se detuvieron para mirar a la persona que les había hablado.
—Sí —afirmó Usher—. Ya estáis a salvo. En este lugar no deberían de encontraros la guardia real ni las valkyrias —estaba bastante convencido de eso, porque ninguno de los dos grupos pisaban jamás la Cordillera de la Desidia, la que separaba el Reino de Altair de la ciudad de las sombras—. Tenemos que regresar al gremio y ayudar.
—Parecen que las cosas por allí también se han complicado —dijo Tet.
Desde que recibieron la carta de Colby donde les informaba del ataque y destrucción de la sede del gremio habían estado preocupados. Sabían que sus compañeros se las arreglarían a pesar de lo sucedido. Que Mark y Jude pondrían orden y buscarían un nuevo sitio para la sede. Pero seguían teniendo esa espinita clavada.
Querían regresar para ayudar en todo lo posible. Querían ser de ayuda para las personas que les habían acogido durante esos cuatro años como una familia.
—Entonces os acompaño.
Ambos chicos se miraron entre ellos sorprendido.
—¿En serio? —preguntó Tet.
—Quiero asegurarme de que Sol y Violette están bien, además otra persona que sepa usar magia os vendrá bien durante el viaje.
—¿Y Camellia está de acuerdo? —preguntó Usher no muy seguro.
—Claro, no hay problema.
Usher miró a Tet con duda aún pero su ayudante parecía feliz ante lo dicho. Eso iba a ser un dos contra uno.
Suspiró cediendo a la petición.
Nombre: Christa.
Apellido: Beker.
Apodo(s):
Fieldora (dado por el gremio).
Fecha de nacimiento y edad: 9 de mayo, 17 años.
Altura: 1'55 m.
Ocupación: Cazadora de brujas.
Rango: Dos estrella.
Ayudante: Maxim Millennium.
Rasgos más característicos: Es alguien muy amable que tiende la mano a quien la necesita sin esperar nada a cambio. Siempre que se encuentra trabajando actúa con seriedad para evitar cualquier descuido que vaya a provocar un gran daño, ya sea a su alrededor o a su persona. Es tranquila y evita los conflictos con sus compañeros. Su personalidad analítica ayuda mucho a analizar su entorno buscando las maneras más adecuadas para resolver cualquier situación.
Arma principal: Alabarda.
Arma secundaria: Daga.
Campo en el que destaca: Ataque–Emboscada.
Habilidades principales: Buena combatiente gracias a que muy buena tiene una condición física. Su gran resistencia la hace idónea en combates largos. Tiene los sentidos muy agudos.
Debilidades principales: No es muy buena en los ataques a distancia.
Magia: (—)
Crush: ¿Desconocido?
Character Song: Beliver — Imagine Dragons.
Extras:
—Ama la lectura, sobre todo los grandes clásicos literarios.
—Necesita silencio y tranquilidad, no soporta el ruido e irónicamente es de lo que más hay en el gremio, y en su trabajo en general. Por ello, tras un encargo tomo un largo periodo de descanso.
—Le encanta la lluvia desde niña. Le gusta ponerse bajo ella y dejar que las gotas la mojen, le recuerda a cuando era niña.
—Siempre ha deseado tener un conejo por lo mucho que le gustan, nunca ha sido posible. Es uno de sus objetivos a cumplir.
Debido a mi falta de tiempo para escribir últimamente, me temo que las próximas semanas me limitaré a publicar los capítulos ya escritos de WitHun. Por ello también padre a publicar el miércoles en lugar de el lunes mientras esta situación temporal continúe uwu
Espero que hayáis disfrutado de este nuevo capítulo. Han aparecido nuevas brujas que parece que van a tener un papel algo más relevante a futuro. También, han participado caballeros diferentes a los que he mostrado en otros capítulos; como Claude y Bryce ewe
Nos vemos la próxima semana ^^
~Nova/Dreamer ♥
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