Epílogo


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          ¿A qué le tienes miedo? ¿Miedo a desvanecerte? ¿Miedo a lo que te es desconocido? Miedo a que el mundo te de la espalda si te muestras, a qué una vez expuesta, quieras despojarte de esa vieja piel y deslizarte a una más como tú, desnudarte mientras tus ojos miran a direcciones diferentes.
Conoces a miles de personas pero ninguna logra causar un impacto. Y luego conoces a una persona y tu vida cambia, para siempre.

«Así que mi príncipe, todo lo que quiero, son las pequeñas cosas, las cosas del amor, las cosas simples, las dulces y amargas, el aire, los escalofríos, quiero ver el mundo...¿Vendrías conmigo? A cambio, te amaré durante todo el recorrido»

7 años antes...

—¿Sabes Jun?—habló el peli negro arrastrando un poco las palabras—Estuve leyendo un artículo acerca de la delgada línea qué hay entre el amor y la lujuria.

—¿Qué clase de cosas lees, Min Yoongi?—solto la chica divertida a su lado.

—Es que, son dos términos que todos suelen confundir, pero, en realidad son tan diferentes—continuo sin dejar de observar el techo.

—¿Qué tan diferentes?—quiso saber.

—No soy creyente, pero, sé que Adán estaba solo en el paraíso, y como estaba solo en el paraíso, Dios decidió crear a Eva, y los unió por toda la eternidad, ¿Entiendes?—soltó riendo—Porque ambos eran almas eternas, que no sabían diferenciar lo bueno y lo malo, no podían morir, hasta que mordieron la manzana.

—¿Eternidad? Eso es mucho tiempo—balbuceó la chica—Yo también quiero una manzana. Tengo hambre.

—Enfócate, tonta—le regañó el chico comenzando a hipar.

—¿Y eso que tiene que ver con el amor y la lujuria?—cuestionó la castaña.

—Bueno—susurró—Eva fue quien sucumbió al pecado gracias a la serpiente, y por ello sería expulsada. Pero entonces, ¿Qué pasaría con Adán?

—¿Qué pasaría?—continuó susurrando de igual manera.

—Volvería a estar solo, así que, comió del pecado también.

—Min, no entiendo.

—Estuve pensándolo mucho en realidad y llegué a una gran conclusión. Adán amo tanto a Eva, que fue capaz de dejar un paraíso por ella, incluso si eso significaba el poder morir. Y aún así, su amor no finalizó hasta que la muerte los separó, su amor es eterno.

—Jamás lo había pensado.

—El amor y la lujuria no pueden ser lo mismo. La lujuria es un impulso, un deseo—murmuró y la contraria no podía entender que decía exactamente—Cuando amas lo único que te importa es respetar a tu pareja, cuidarla, apoyarla. El amor es un sentimiento que se demuestra a través de tus acciones, e incluso el contacto físico no es necesario—murmuro—Entonces...

Pero entonces, aquel se quedó a medias, Jun Seo confundida por el silencio, se giró para observarlo, topándose con un Min Yoongi dormido.

—Entonces...—murmura la castaña observando la puesta de sol frente a sus ojos. El viento le acaricia el rostro, el sutil sonido de sus alrededor es música para sus oídos—Aunque ahora no estes conmigo Min, aunque no pueda tocarte, verte, escucharte. Mi amor por ti, va más allá de un deseo lujurioso, por eso no cesará. Será eterno. Como el amor que Adán le tenia a Eva.

Es ahí donde baja la mirada hasta su celular, encontrando aquel mensaje de texto que se le fue mandado exactamente cinco años atrás:

Tú me diste vida cuando estuvimos juntos. Ahora me toca hacer lo mismo por ti.
[03:15 a.m]

Cuida mi corazón. Es tuyo ahora.
[03:15a.m]

Aquella chica de ahora veintiséis años, no puede evitar sonreír abiertamente sintiéndose por fin en plenitud y calma, pero aún así una lágrima no puede evitar escaparse como un niño juguetón metiéndose en problemas. Se gira dispuesta a seguir con su camino, cuando un ligero empujón la hace retroceder y tirar su celular al piso.

—¡Rayos, lo siento!—le responde el responsable ayudándolo a recogerlo. Para después tendérselo con amabilidad.

—Gracias—dice secando sus mejillas algo avergonzada.

—¿Se encuentra bien, señorita?—no puede evitar no preguntar.

—Oh. Estoy bien, lo agradezco.

El silencio hace presencia haciendo mal tercio, incomodando al instante. Ambos comparten miradas un segundo, mirada que Bae se encarga de apartar algo nerviosa. Decidida a seguir con lo suyo, hace una leve reverencia para retirarse, pero aquel joven no está dispuesto a dejarla ir así.

—Es hermoso, ¿No lo cree?—habla interrumpiendo el paso de la contraria, agradece mentalmente el hecho de que su pregunta ha dado resultado—El puente de los suspiros, ¿Ya había venido antes?

—Me temo que no. Una persona muy preciada para mi me habló de él una vez, prometimos venir juntos algún día así que...

—Oh, ¿Y dónde está el?—cuestiona tomando su nuca.

—Murió—soltó.

—Wow, yo...yo de verdad...

—Tranquilo, eso fue ya hace un tiempo, no tiene porque sentirlo.

El contrario se aclaró la garganta algo apenado y desconcertado.

—Muchos lo toman como un lugar para los enamorados. Pero este puente tiene cero romance—mencionó con la intención de brindarle un giro a la conversación, caminando hasta su lado—Se construyó para evitar la fuga de cualquier preso, los habitantes de Venecia escuchaban los suspiros de los presos que cruzaban el puente para ir del tribunal a la cárcel después de escuchar su sentencia. Era, asimismo, la última vez que los reos veían la luz del día y la belleza de la ciudad.

Bae JunSeo no puede evitar mirarle completamente consternada y como un deja vu su imagen cruza por su cabeza efímeramente.

—Supongo que...estoy siendo aburrido ¿Cierto?—murmura el chico sintiéndose como un vil tonto.

—No—contesta—El Puente de los Suspiros...lugar donde tienes un palacio y una prisión en cada mano.—se limitó a decir ella recordando esa primera vez en la casa de Min, esa donde hablaron por primera vez del tema—¿No?

—Exacto—responde el rubio sin poder evitar sonreírle—Ah, pero que irrespetuoso de mi parte. Soy Park Jimin. Vine aquí de vacaciones, pero soy de Busan, Corea del Sur.

—Bae JunSeo. Y como mencioné, yo vine a cumplir una promesa—explica mostrando una hilera de fotografías donde una lista yace escrita en la parte trasera.

—Bueno, señorita Bae. No sé cómo vaya a tomar esto, pero, he reservado una mesa en uno de los mejores restaurantes de aquí para cenar—se atrevió a decir jugueteando con los dedos dentro de los bolsillos de su gabardina—Y bueno, no sé si...

—Claro. Sería un placer—interrumpió pasando un mechón de su cabello por detrás de la oreja.

—¡Genial!. Está a pocas cuadras—explicó el joven comenzando a caminar.

Ella camino casi pisándole los talones, sin embargo, algo la hace detenerse un momento, luego gira sobre sus talones dejando que la luz anaranjada del sol le dé en el rostro. No puede evitar cerrar los ojos lentamente y aspirar el aire fresco.

—Min...—susurra casi acariciando sus oídos.

«Eres el amor de mi vida, pero no para mi vida.
Estaré bien. No debes preocuparte. Ten por seguro, en mi próxima vida te encontrare, me negaré a no estar juntos. Así que...Viviré.»

Viviría sólo por el.
Viviría para poder cumplir, esa gran lista de deseos.

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