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Los funerales
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Siente la ansiedad creciendo en su pecho con cada segundo que corre, con cada paso que da, esto la asfixia, la sofoca, le es difícil seguir respirando, pero decide no detenerse ella sigue caminando, con entorpecimiento se apoya en las paredes de aquel hospital para no caer hasta lograr llegar al ascensor. Las personas la observan preocupados, de alguna manera la chica sabe que están en contra, que la han juzgado, pero aun así sigue avanzando hasta la planta baja.
Escucha el grito de su madre quien la llama con exasperación tratando de alcanzarla, pero le ha sacado una gran ventaja que, no le importa si el cielo se cae en mil pedazos, o si alguna divinidad llora a mares, o si llueve a cantaros, ella sale dejando que las gotas resbalen acariciándole las mejillas sin color. Intenta seguir, pero siente un calor desprendiéndose en su muñeca y cuando logra levantar la mirada por sobre su hombro, se encuentra con esa mirada implorándole que regrese.
—Debo irme—menciona la castaña tratando de zafarse con desespero—¡El no estaba bien cuando llamo!
—¿Quien no lo esta, como para que arriesgues tu vida de esta manera?—le regaña sin atreverse a soltarle—Te lo advierto Bae JunSeo, regresa en este momento. ¡Tienes que parar!
—No, el me necesita—dice logrando soltarse con brusquedad—Min Yoongi me necesita. Debo ir, necesito...el me...
Pero antes de poder dar el siguiente paso, la oscuridad termina nublando las pupilas, y en un ultimo segundo de cordura, sabe que ha caído, para entregarse en contra de su voluntad a los brazos cálidos de Morfeo.
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Su vista poco a poco logra acostumbrarse a la luz anaranjada que emana de la ventana, los párpados aún le pesan, pero ya no demasiado. Observó ese techo blanco hasta que el desenfoque abandono sus ojos. Lentamente fue incorporándose para evitar otro mareo, salió de la cama tocando el frió piso con la planta de sus pies, una extrañeza la invadió al prestar atención y escuchar todo en completo silencio, mira hacia todos lados dándose cuanta al fin de que la sala esta completamente solitaria a excepción de ella. Sin saber exactamente que sucede, camina hasta la puerta aun descalza, la desliza y se abre paso hasta el pasillo buscando alguna señal de vida.
—Jun, ¿Qué haces fuera de la cama? Deberías regresar y descansar—le habla su madre levantándose casi de inmediato, terminando de secar las gotas que salen de esos orbes cafés desgastados.
—No esta.—es lo único que dice.
—Jun...
—¿No vino esta mañana? ¿No me ha llamado?—le interrumpió acercándose a ella—Eso es raro.
—Hija, hablaremos. Hablaremos de todo cuando te recuperes completamente, te lo prometo, pero ahora debes...
—¿Por qué la ropa negra, mamá?—le cuestiona sintiendo como su mirar se humedece y las palabras comienzan a cortarse—¿Donde...
—Jun Seo
Pero la castaña termina por ignorarla y le paso de largo, echo su andar por ese largo pasillo que parecía in finito sintiendo las pisadas de su madre muy cerca, cerro los ojos con fuerza un segundo y al abrirlos sus pestañas revolotearon como las alas de una mariposa.
—¡Bae!—le llama obligándola a voltear.
—¡Sólo dime dónde está!—espeto arrugando la nariz, respirando tan fuerte que sus fosas nasales crecieron—Necesito saber dónde...
Se atreve a guardar silencio cuando escucha sollozar a la mujer al frente, era la primera vez que le veía llorar y el impacto llego de inmediato. Ella se sorbió la nariz, levanto el rostro y la tristeza nubla sus facciones, el terror se hizo con ella cuando su madre deposito su mano sobre su pecho.
—¿Q-qué?
—Está ahí adentro.—susurro dejando fluir la tensión fuera de su cuerpo.
—No. No es cierto.—negó escéptica.
—Lo siento, Jun. El lo decidió, no pude hacer nada al respecto.
La verdad golpeo su rostro como un latido de realidad. Cerro sus puños con fuerza, el miedo destello en sus ojos haciéndola temblar.
Y al verlo ahí cuando corrió en su búsqueda y finalmente dio con el. Al verlo ahí, con sus ojos cerrados, quizo gritar de dolor y descuartizar todo...pero prefirió callar y destrozar más su corazón.
Los funerales.
Euripides dijo una vez: a los muertos no les importa como son sus funerales, las exequias suntuosas sirven para satisfacer la vanidad de los vivos.
Al estar ahí, frente a esa fotografía, Bae JunSeo penso: «No puede ser mas cierto». No sólo lloraban por aquel que se había marchado, lloraban por ellos mismos. Por la maldita brevedad de la maldita vida, por su infinita insignificancia. Apenas hacia unas semanas había estado fantaseando son su muerte, pensando en que su funeral seria, en la música que le hubiese gustado poner, ya estaba a ese nivel de locura y...ahora. ¿Que debía hacer?
—Su madre fue la que lo encontró...—le interrumpió esa voz sacándola de sus pensamientos.—Cuando lo llamo para cenar y el no respondió.
La castaña se mantuvo en silencio, mordiendo sus mejillas por dentro para no permitirse llorar.
—El agua caia. Y al entrar, lo vio en la tina.
—¿Crees que le este gustando esto?—le cuestiono JunSeo a la peli rosa—La canción que esta sonando ahora, lo que todos han dicho al pasar para despedirse, o lo que el bendito reverendo le ofreció. Como si la muerte fuese mas importante que la vida.
—Honestamente. No, tienes razón—le respondió sonriendo ladina, y cuando Bae se giro a mirarla, se encontró con un rostro tan devastado como el suyo—Pero no importa. Está en un jodido ataúd. Y ya nada puede cambiar eso.
El silencio se presencio un momento.
—La madre de Min me pidió dedicar unas palabras. Pero yo soy incapaz en este momento, así que le dije que tu lo harías.
—¿Bromeas? Fui yo la que le quito a su hijo.
—Eso no es cierto y lo sabes.
—Yo debía estar ahi...
—Jun Seo, no digas eso.
—Es la verdad.—continua desviando la mirada—No sabes cuanto he deseado despertar de esta pesadilla, que el me vuelva a mirar a los ojos, desearía dejar de ser una cobarde y decirle...decirle que...
—Esta es la oportunidad de decirlo, Bae—le dijo señalando a todos los que habían asistido, ya sentados en silencio.
Observo a los padres de Min un momento en b busca de su aprobación, a sus abuelos que inesperadamente estaban tomados de las manos para brindarse consuelo. La chica camino por el centro sintiendo las miradas de todos traspasándole el cuerpo hasta llegar al frente.
Divago su mirada por el lugar, posando su mano sobre su latiente corazón. Había dedicado buena parte de su vida intentando no llorar delante de la gente, así que sabia lo que estaba haciendo. Miro hacia el techo para contenerse, si lloraba sabia que todos sufrirían mas, trago saliva aunque su garganta no la termino de pasar, y poso su mirada hacia la persona que quería. Sonrío por un b reve momento.
—Nunca llegué a comprenderlo.—comenzó suspirando exasperante—A veces. Min Yoongi le perdía el sentido a todo. Aquel chico te llevaba a disfrutar de momentos inimaginables porque parecía combatir con el resto del mundo.
Respiro profundo. Luego siguió.
—Tenerlo a tu lado era todo un privilegio. Su esencia, su sonrisa y a la vez su seriedad, Reflejaban el dinamismo de mi felicidad. Hizo cuestionarme todo aquello que desee, todo lo que viví, todo lo que ame, todo lo que le dí.
"Más nunca llegué a comprenderlo, mucho menos ahora que no está"
—Min Yoongi y yo solíamos ser muy buenos amigos. Era único, raro y perfecto, y entró a mi vida sin previo aviso.—dijo curvando la comisura de sus labios, pero así como esa destellan sonrisa apareció, termino por esfumarse—Si, era maravilloso, pero el mentía.
Solto, haciendo que el mundo murmurara.
—Min. Era un mentiroso.—remarco otra vez—Fingía tan bien que nunca noté cuando había miedo en sus ojos al regalarme una sonrisa, nunca supe si al final del día pedía que alguien lo salvara. Porque el tenía el control en sus ojos, y nunca supimos descifrar cuando se sentía bien o mal. Ni siquiera yo. El me quiso como si fuera para siempre aún sabiendo que era fugaz.
"Y miren lo que ese amor le ha causado. Un amor homicida"
—Heme aquí, recitando una estúpida carta mental con lágrimas recorriendo mis mejillas frente a personas que en la mayoría desconozco, pidiendo volver al principio, poder verlo por primera vez en aquel tren y hacer las cosas mejor.
"Y si se presentará una oportunidad más, seguramente no lo haría de nuevo."
—Si pudiera, me bajaría en mi estación, nunca lo despertaría de aquel sueño, jamás me acompañaría a casa, seguiríamos siendo desconocidos, así...él jamás se hubiese ido.—susurro mirando a sus padres llorando desconsolados—Fue y siempre será mi primer amor, esté o no esté a mi lado. Ahora, por favor descansa sin temor, mientras yo cuido de tus sueños.
Aún sintiéndose destrozada, camino hasta los padres de aquel peli negro y sin pensarlo dos veces, aun con su madre viéndola, se arrodillo.
—No, no querida. Levántate por favor—le pidió la mujer aún con todo ese dolor.
—Se que lo que he hecho no tiene perdón pero aún así lo siento, es lo único que puedo poner como excusa.—dijo JunSeo dejando salir sus reprimidas lagrimas —Si pudiera arrancarme el corazón para traerlo de vuelta, lo haría, yo; es mi culpa, yo lo maté. Murió por mi
—No, el decidió hacerlo...y aunque duela, debemos...—habló el hombre, peor ni siquiera pudo terminar su oración.
—Escucha...—susurro la mujer tomándola de la barbilla para que levantara su mirar—Min era apático, se encerraba en su oscuro mundo. Hasta que, de la nada, una chica de ciudad llego y se instalo en su cabeza. Lo hiciste salir, gracias a ti volvimos a verlo sonreír, reír, cometer estupideces, pude regañarlo de nuevo. Siempre le diste lo que deseo sin saberlo. Y cómo su madre, no sabes cuánto te lo agradezco. Me da gusto saber, que la mejor parte, la llevaras siempre contigo. Por favor, cuídalo mucho Bae, es lo único que me queda de el.
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