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Una Noche Estrellada
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El silencio los envolvía y consumía lentamente, no decían nada, el sonido de sus pisadas era lo único que los acompañaba en eco como melodía.
A Yoongi no le molestaba en lo absoluto, pero a Jun Seo, eso estaba matándola. Sin embargo, por más que tratará, por más que buscase un tema interesante en lo más profundo de su cabeza y así entablar una conversación con ese chico, no había nada, no tenía nada de que hablar y él no hacía ningún esfuerzo.
Se aclaró la garganta y pasó un mechón de cabello detrás de su oreja tratando de llamar su atención, pero fue ignorada descaradamente.
—¿Hace cuánto vives aquí?.— preguntó cansada de tanto pensar, decidió que lo mejor era hablar de algo común y no sólo intentar llamarle con alguna clase de telepatía.
—Toda mi vida he estado aquí. —respondió más seco que el desierto de Atacama—Y tú...¿Hace cuánto vives aquí? —continuó encorvando una de sus cejas.
—Me mude la semana pasada—respondió con cierta frustración, era obvio que era nueva en el pueblo. Todo el mundo lo sabía.
—Así es, la semana pasada, apenas hoy llegaste a la escuela, no sabes mi nombre, así que no sé exactamente porque estas hablando conmigo tan informalmente cuando no me conoces—contesto el peli negro con seriedad y continúo caminando.
—Te conozco—soltó la chica en defensa tomando los tirantes de su mochila con fuerza.
—¿Lo haces?—le preguntó aquel joven con cierta pizca de curiosidad y burla.
Es que eso para él no tenía sentido.
—Lo hago—afirmó encorvando una de sus cejas—Tú padre tiene un taller mecánico cerca del centro, tus abuelos están divorciados, tú madre es algo sobre protectora y tú, Min, eres un libro. Las personas sólo conocen lo que tú quieres que conozcan.
—¿C-cómo sabes que...
—El día de mi mudanza se ponchó uno de los neumáticos, así que nos detuvimos en el taller más cercano, el señor que nos atendió tenía de apellido Min, un hombre lo bastante gentil, ahí se encontraba su padre, o sea tú abuelo, y discutía por el teléfono con tu abuela, y por la manera de hablar, di por hecho que estaban separados, luego llegó tu madre a dejar su almuerzo y durante toda su estancia no dejaba de preguntar si estabas bien, si habías llevado contigo el desayuno o cosas de ese estilo.
El chico no sabía con exactitud qué decir o qué pensar acerca de las "suposiciones" que la joven había hecho. Es que ella estaba en lo correcto, todo era correcto. ¿Qué era? ¿Alguna clase de detective disfrazada de estudiante en una misión encubierta?
—¿Y cómo supiste que yo...
—Por qué tú padre tiene una fotografía contigo en el escritorio de su oficina—interrumpió por segunda vez antes de siquiera oír la pregunta.
—Bueno, acertaste con la mayoría, pero eso no significa que me conozcas.
—Si, tienes razón, pero al menos ya no eres un libro completamente en blanco para mi.
El silencio volvió a reinar por un periodo corto. Cautivadora y engreída. Fue lo que pensó el chico después de su intento de conversación, y es que a Min, las personas cautivadoras le causaban atracción. Pero las engreídas le fastidiaban, entonces no sabía exactamente cómo sentirse al respecto.
—¿Por qué te mudaste?—preguntó ya un poco más confiado.—Puedo hablarte casual ¿Cierto?
—Claro. Y respondiendo a tu pregunta, mi madre quería que llevara una vida más tranquila—explicó la chica—Y que mejor lugar, que el campo.
—¿En dónde vivías?
—Seúl, pero la ciudad es ajetreada y ruidosa.
—¿No será que tú eras la ruidosa?—dijo burlesco.
Pero se sorprendió al instante en que se dio cuenta de que estaba tomando demasiada confianza en ese momento al bromear, no era normal, no estaba actuando como siempre.
—Ja ja, que gracioso—contestó siendo sarcástica—Y para tu información, yo siempre fui muy reservada.
—Bien, te creo.
—Deberías.
De pronto la chica frenó en seco haciendo que él se detuviera de igual manera.
—Aquí es, donde vivo.
Yoongi levantó la mirada para observar el hogar de su nueva conocida, era una casa grande de dos pisos color blanca, con un lindo y pequeño jardín al frente. Si, definitivamente tenían dinero.
—Gracias por acompañarme—le interrumpió Jun Seo.
—Era lo menos que podía hacer después de que no bajaras del tren por mi culpa —fue lo que respondió.
—Si, claro. Si algún día quieres verme, la ventana de mi habitación es esa—dijo señalando aquella.
—Eso no va a pasar—respondió divertido.
Ambos guardaron silencio un segundo.
—Un gusto conocerte Min, te veré mañana en clases, linda charla.
—Adiós, Bae Jun Seo, descansa.
—Llegaste, ¿Qué tal la escuela?—pregunto su padre al momento en que lo vio llegar.
—No estuvo mal—se limitó a contestar—¿Qué haces?
—Estoy revisando la batería de la camioneta. No quiso encender esta mañana y tuve que tomar el tren.
—Qué interesante.
Lo mira y observa sus manos.
Desde que Yoongi era un pequeño de cinco años, siempre vio a su padre con las manos llenas de aceite y con una textura rasposa en sus palmas, al chico sus caricias le hacían cosquillas. Pero le encantaba, le recordaba cuán genial era su padre y lo mucho que él siempre se había esforzado por darles una buena vida.
—¿Y tú? ¿Por qué hasta estas horas jovencito?—dijo tratando de sonar duro, pero a quien engañaba, no podía ser duro con su amado hijo.
—Acompañe a una chica a casa—se sinceró.
Pues aunque no fue algo planeado, ni algo que quisiera, si había llevado a una chica a casa.
Su padre encorvó sus dos cejas y lo miro casquivano.
—No, es, lo que piensas—se defendió el chico ruborizándose al instante.
—Solo diré, que una cosa es la sensibilidad y otra cosa es la estupidez—mencionó encogiéndose de hombros—Tú madre está histérica, más te vale que entres.
—Ah—un fuerte suspiro se le escapó de solo pensarlo—Deséame suerte. La necesitaré.
—Suerte—dijo su padre antes de seguir con lo suyo.
Yoongi se preparó mentalmente unos cuantos segundos y después giró la perilla para abrir la puerta y entrar a casa. Automáticamente su madre salió con los guantes de cocina puestos, de ellos escurría agua con jabón, eso hacía su mamá cuando se preocupaba demasiado, lavaba y lavaba y volvía a lavar trastes que ya estaban limpios.
—¡Vaya!—exclamo al oír la puerta abrirse—¡¿Me puedes decir dónde rayos te metiste?! Llevo esperándote desde las tres y mira la bendita hora que es, ¡¿Sabes lo preocupada que estaba?! Llame infinitas veces pero sólo me recibía el buzón de voz, eres tan inconsistente Min, me imaginé lo peor.
—Mamá tranquila, estoy bien. No me pasó nada ¿Ves?—mencionó girando sobre si—Estoy entero.
—¿Dónde estabas?—pregunto un poco más tranquila.
—Acompañe a una chica a casa.
—Bueno, al menos pudiste avisar.—soltó un poco sorprendida, no lo podía negar.
—Basta Nina, tú hijo ya no es un bebito que se orina en los pantalones, sólo acompañó a una joven, es todo un caballero—interrumpió su abuelo sin despegar la vista del televisor.
—No es, lo que piensan ¿De acuerdo?—soltó temiendo que lo malinterpretaran igual que su padre.
—Pero al menos pudo mandar un mensaje, casi nos da un infarto aquí—contestó esta vez su abuela ignorando lo antes mencionado.
—¡Cállate tú vieja loca!, Dentro de muy poco será mayor, déjenlo vivir ¡Por el amor de Buda!—le contesto el viejito.
—¡Loca y todo lo que quieras pero todavía camino!—respondió señalando la silla en la que se encontraba el anciano.
—¡Ay si, anciana decrépita, invalido y todo lo que quieras, pero todavía puedo masticar sin la jodida dentadura!
—Viejo malp....
—Bueno, ya, no empiecen ahora—interrumpió su madre antes de que siguieran su absurda pelea como siempre—Ve a cambiarte el uniforme y baja a cenar antes de que se enfríe—dijo recibiendo un asentimiento de su parte.
Min así lo hizo, subió las escaleras hasta su habitación y al entrar automáticamente se tumbó en la cama, por un momento se quedo observando el techo recordando su extraña conversación, ahora se sentía interesado, atraído por esa chica.
Y algo que Min Yoongi odiaba, era mostrar interés por alguien más, que no fuese el mismo.
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