Escuela de patitos

El fin de semana pasó y el lunes llegó... el primer día en el kínder de nuestra bendición, mientras Invierno preparaba el desayuno yo me encargaba de vestir a Otoño.

—Guapísimo —besé su mejilla.

Mi chiquito empezó a reír, los implantes aún eran muy grandes para sus orejitas así que le colocábamos una cinta elástica para que no se le cayeran.

Le coloqué un gorro del color de su uniforme pues nos habían recomendado cubrirle sus implantes ya que a esta edad los niños podían ser muy curiosos.

Bajamos a desayunar, esa carita que ponía al ver su comida era inigualable.

—Es hora de irnos —sonrió Invierno.

—¡Escuela! —exclamó Oti emocionado.

Con su mochila de patito y galletas escondidas en sus bolsillos llegamos a la escuela donde ya estaban los Menéndez y los Blue, ambos en dos extremos diferentes.

Jens aferrado a sus padres porque no quería entrar y luego mi Lu, aferrado a su hija en un abrazo para no dejarla ir.

—Es hora de irme papi —lo trató de calmar.

—No, aún eres muy pequeña —chillo— decidido estudiarás en casa y nunca te dejaré.

—Lu ya lo hablamos, solo será por unas horas —intervino Raven.

Nos centramos en Oti que miraba la escuela emocionado.

—Listo mi amor —le dijo Invi poniéndole la mochila.

—<Si, vamos> —expresó feliz.

—Nosotros no Oti, solo tú —le recordé.

El niño parece que escucho que lo íbamos abandonar ahí mismo pues empezó a llorar.

Cargue a nuestro niño y entre los dos lo abrazamos para besar su mejilla a lo que se calmó.

—Esta bien mi amor, te vas a divertir mucho —ánimo Invierno.

—Estarás con Temi y Jens —lo animé— y al final los llevaremos por un helado.

—Okay —dijo más calmado.

Nos dió un abrazo fuerte para después bajarlo, Temi llegó para abrazarlo y llenarlo de besitos lo que le sacó una sonrisa, ambos lograron convencer a Jens.

La morena entró con sus dos chicos tomados de las manos para entrar a la escuela acompañada de la maestra.

—Mi niña —chilló Lu.

—Estará bien —lo abracé— es fuerte la mini diosa.

No ayude pues se puso a chillar en mi hombro, después de calmarnos nos fuimos a casa, mi hombre trabajaba en el hospital y yo en casa así que la casa se sentía muy sola sin mi bebé.

Cuando llegó la hora pasé por invierno.

—No le darás todos esos juguetes por ir a la escuela—me regañó— lo vas a malcriar.

—Pues será un niño malcriado entonces—gruñi— ademas ya vi el carrito de Amazon, no me dirás que todos esos juguetes son para ti.

Invierno sonrió, claramente si el niño decía lo quiero lo tenía, pero era muy rara la ocasión en la que lo pedía.

Llegamos a la escuela, ahí estaba Lu siendo detenido por Raven.

—Faltan cinco minutos amor —lo calmó.

—Cinco minutos menos a ellos más a mi —se quejó.

—No la avergüénces —lo abrazó Invierno.

El timbre sonó pero nuestros chicos no salían, una maestra salió.

—¿Son los padres de Artemisa, Autumn y Jensen?—preguntó.

—Si —me adelante.

—Me dan a mi hija, la quiero ya —gruñó Lu.

—Tranquilo señor, tenemos que hablar sus pequeños se metieron en problemas —explicó m.

—Tenía que ser tu hijo —atacó Invierno divertido.

Entramos a la escuela, ahí estaban los pequeños, pero lo que vi no me gustó, a mi bebé le faltaba su gorra y más importante uno de sus implantes.

—Oti —lo miré mi bebé me abrazó para besar mis mejillas.

—No vamos —sonrió— helado.

—En un momento —besé su frente.

Se lo di a su padre para arremangarme las mangas.

—Listo el bastón —murmuré.

—Tiene hambre hoy —gruñó.

Entramos con los tres bebes a la oficina, Lu tenía aferrada a su nena y Jens ya estaba discutiendo con sus padres.

—Vámonos —le dijo a Damian— corre, no me gusta.

—Y es tu primer año mi bebé —lo abrazó con fuerza.

La directora entró, y mierda se veía malvada.

—Disculpe porque a mi hijo le hace falta su gorra más importante su implante —me adelanté.

—Tranquilo señor Dagda estamos aquí para hablar de sus hijos —señaló— los tres atacaron a un niño.

—Atacar es una palabra demasiado fuerte —señaló Jon.

—Bueno, Autumn le robó una galleta a un niño, después Artemisa lo empujó y Jensen lo mordió —explicó.

Miramos a Jensen confundido, el bebé se refugio en su papá, blasfemia el niño no le haría daño a no ser que lo molestaran.

—Autumn le robaste una galleta a un niño —miré a mi bebé, si sonaba un poco a él.

—No —dijo riendo— él quitó mi oído y dio galleta —explicó.

Para los niños era difícil llamarlo implante coclear así que solían llamarle oído.

—El tonto le quitó su oído —se metió Temi— yo le dije que lo devolviera pero dijo que no, lo empuje y él lo lanzó por la ventana así que Jens lo mordió.

Miré a la directora molesto, no más que Invierno.

—¿Dónde está su implante? —repitió mi Invienro molesto.

—Sufrió un accidente —dijo dándonoslo, casi por completo destruido.

—Y su gorra —añadí.

—Las gorras están prohibidas viene en el reglamento —se defendió— en cuanto a su acción de los chicos, en esta escuela no se permite la violencia...

—De verdad, a mi hijo le destruyeron su implante coclear y va a decir que ellos son el problema —me exhalte— ¿Está bien de la cabeza?

—Señor Dagda no hay porque ofender —me miró seria— en cuanto a sus hijos no creemos que sean aptos para esta escuela, deberían escoger una que se ajuste a las necesidades de su hijo, una más inclusiva.

—Inclusiva —repetí— los problemas de audición de mi hijo...

—Lo decía por otra cosa —dijo bajo mirando de arriba a bajo a mi bebé y luego a Temi— se buscan dar otros valores en esta escuela, en especial el valor de etnia.

Miré a mi bebé para cargarlo entendiéndolo todo, nos levantamos, no solo yo, todos.

—No necesitamos esta mierda —asentí.

—Metase su exclusividad por donde le quepa —dijo Lu besando a su nena.

—Recibirán nuestra demanda —aclaró Damian con el bebé en brazos.

Mi Inviernito lo dejo claro empujando todo lo del escritorio al suelo con su bastón.

Llevamos a los niños por un helado para calmar las cosas, pero yo no estaba calmado.

—Bien los recibirán en mi escuela, no soy muy fan de que los padres estén en mismo ambiente pero solo será un año —asintió Raven.

—A claro pero tú pasarás el día cuidando de la nena —se quejó Lu— No aceptas para lo que sea que diga mi título en tu escuela.

—No cariño —lo besó.

—Para que pase cuatro años en esa estupida escuela —bufo molesto.

—Sabes escuela en casa... —me adelanté.

—Irá a la escuela —se negó Invierno.

—Rayos —gruñi.

Al llegar a casa tuve una seria plática con mi bebé.

—Bien Oti no puedes cambiar tu oído por galletas —regañe.

—Amo galletas —sonrio feliz.

—Lo se bebé, pero tu oído vale mas que una galleta, muchas galletas. —Aclare.

—Más galletas —Asintió dándome su implante.

Negué divertido para ponérselo y besar su frente, miré a mi moreno quien sonreía feliz.

—Muy buen campeón hoy te voy a enseñar algo muy importante —dije tomando su manita— vas aprender a defenderte.

—Okay papi —besó mi mejilla— así.

—No Oti no te defiendes con besos —negué— este es un golpe de defensa, se usa en el box.

Le mostré el golpe a mi bebé el que imito divertido.

—Así —sonrió.

—Si, ahora con fuerza —pedí— tienes que aprender a defenderte.

Mi nene asintió, pero era muy blando como su padre tomándoselo a juego.

Dirigí su puño para que lograra golpear bien dando golpes buenos, lo metería a box claramente.

Pero claro Inviernito llegó mirando a nuestro bebé dar golpes.

—¿Qué hacen? —preguntó confundido.

—Nada —me adelanté.

—Pa me enseña a pegar para defenderme —señaló el traidor.

—¡Santiago! —exclamó— ¿Es enserio?

—Di lo que quieras pero no le van a volver a tratar mal así —me quejé.

—Claro vuélvelo como tú a ver como resulta —dijo molesto.

—Pues resulte bien fíjate, o que quieres que sea como tú dejándose maltratar —le grité.

—No, no pelen —Interrumpió Oti empezando a llorar Oti.

Suspiré para cargarlo y llenarlo de besitos.

—Perdón mi amor —besé su mejilla.

—Papá —dijo mirando a invierno, mi esposo se sentó a mi lado para abrazarlo.

—Perdón por gritar —se disculpo.

Nuestro hijo se quedó dormido después de llorar un rato, la estábamos cagando los dos.

Después de cambiarlo por su pijama lo deje acostado tomando su siesta.

Bajé para verlo, ya me esperaba con la taza de café.

—Tenemos que hablar —señaló.

—Lo sé —suspire sentándome a su lado.

—Creí que habíamos decidido no fomentar la violencia—empezó— enseñarle a nuestro hijo de tres años a golpear no está bien.

—Y dejar que lo molesten si —le hice ver— tú... no lo entiendes aún.

—Explícamelo entonces —pidió cansado.

—Tienes un hijo moreno Invierno, un hijo moreno, sordo y con padres gays —resalte— y haya afuera los niños son crueles, que crees que le pasará si no aprende a defenderse.

—Nuestros tiempos ya no son los de él —me recordó — además como no lo voy entender, soy gay Santiago.

—Wow un chico blanco viviendo en el primer mundo, apoyado por su familia, si que sufriste —ataqué.

—Lamentó ser blanco —bufó.

—Te perdono —suspiré.

Una pequeña sonrisa para negar.

—Es por lo de hoy no es así —mencionó.

—La directora no se refería a nosotros, se refirió a su color de piel —lo hice ver— tienes que entender eso cariño, que aunque sean tiempos diferentes el racismo sigue y no quiero que nuestro bebé pase por esto.

—Entonces hay que enseñarle con palabras a defenderse —me calmó— hacerlo bien, no convertirlo en un bully.

—Supongo, no tiene material para ser uno —negué— es muy tu.

—Lo es —sonrio victorioso— y eso te encanta no te hagas.

Asentí para besar a mi esposo dejando atrás la pelea y si amaba lo dulce que llegaba a ser nuestro hijo, igualito a su padre.

—También hay que enseñarle que no puede cambiar sus implantes por galletas, creo que no le ha quedado claro —negué riendo.

—Me temo que no —coincidió riendo— tiene problemas con las galletas.

—Al menos no son patos —susurré.

—Oh repite eso cabron —atacó molesto.

Negué riendo para abrazarlo, mi bebé bajó pues ya era un experto en escapar de su habitación.

—Hambre papi —señaló llegando a nosotros— mucha hambre.

—Igual de dramático —me burlé.

—Vamos a darte de comer mi amor —negó Invierno besando su mejilla.

Después de alimentar a nuestro bebé nos sentamos para hablar con él, no entendío nada más que su aparato valía miles de galletas.

De tener la oportunidad estaba seguro que lo cambiaría por ello.

La nueva escuela era lo que nuestros hijos necesitaban, una escuela multicultural donde estaba seguro mi hijo sería feliz.

Lo podía ver en esa sonrisa cada día.

Aquí llovieron vergazos, tienen mi permiso para putearze a la mujer. 🤨

Los nenes en uniforme dios me matan de ternura de solo imaginarlo.🥺

Ya me vi como Lu en un futuro sin dejar ir a mis bendiciones.🥰

¿Santi actuó mal al enseñarle a pegar? 🧐

Solo diré que sin la intervención de Invierno Oti pudo ser como Santi pero sin menos traumas, que dire si el más grande trauma de Oti es no poder cambiar su oído por galletas.🥺😢

En fin el siguiente capítulo nos vamos a México osi, osi, se me cuidan y descansan los tqm.😍

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