Cosa de Abuelas

Salir del hotel en palabras de mi esposo "Es un desmadre" y le creo, y es que ya llevábamos dos maletas más de las que trajimos pues lo que mi niño quería se lo dábamos... quería muchas cosas para sus primos.

Vestí a mi bebé con una camisa tradicional de aquí y unos shorts azules, aún medio dormido abrazando a su pato.

—Hambre —dijo adormilado— Galleta.

—Despierta primero mi amor —me reí besando sus mejillas.

Me dió los brazos lo que solo significaba una cosa... se iba a dormir.

Salimos del hotel con el bebé ya dormido, habían traído un auto de la casa de Santi así que me fui atras con mi niño dormido.

—Creo que mejor si nos vamos a casa y...

—Conduce Dagda —obligué.

Mi hombre se la pasó gruñendo pero al final llegamos a esa mansión de casa que tenía su abuela, nos detuvimos en la puerta.

—¿Quién es? —preguntaron por el interfón.

—Hola Jaime —saludó Santi con una liguera sonrisa.

—Santi —dijo la voz con sorpresa— tu.... tu abuela...

—Puedes dejarme entrar por favor —pidió amable.

—No sé si sea buena idea —murmuró.

—Será rapido, lo prometo —suplicó.

La puerta hizo un sonido para un par de segundos después abrirse.

El interior no hacía justicia del exterior y es que era hermoso, demasiadas flores por todos lados, según dice Santi fue una finca hace años.

Nos detuvimos en la entrada, Santi suspiró para mirarme.

—Quédate aquí si, no quiero que mi abuela te ofenda —pidió cansado.

—Yo voy, quiero apoyarte —señalé.

—Ya te dije que una pelea de bastones no es posible —bromeó.

Negué divertido pero me miro serio.

—Quédate con él si, no quiero que escuche la ideología estupida de mi abuela —miro a nuestro bebé que dormía en mis brazos.

—De acuerdo —le hice caso, en efecto si se ponía feo no quería que ofendiera a nuestro bebé.

Santi bajó para tocar el timbre de la casa, me quedé ahí mirando, lo que fueron segundos eternos hasta que salió.

Una mujer de porte fino y elegante, con aquel color moreno suave que su nieto portaba con orgullo, un bastón blanco casi como el de su cabello, una mujer bien cuidada que estoy seguro que fue una mujer hermosa pero lamentablemente con creencias antiguas.

—Santiago —llamó algo asombrada.

—Abuela —pronunció cansado— vine de vacaciones con mi esposo y mi hijo, creí que era momento de que habláramos.

La mujer miró al auto para luego ver a su nieto.

—Ay Santi...

—Si vas a decir algo malo te ruego te lo guardes —se adelantó— estoy aquí solo para decirte que me has hecho mucho daño y no es justo, te quería en el día de mi boda, en el nacimiento de mi hijo pero no estuviste porque me sacaste de tu vida...

Podía ver el dolor con el que decía esas palabras.

—Santi tienes que entender...

—Lo sé, tus tiempos son diferentes a los de ahora y por eso te perdono, te perdono porque eres mi abuela y te amo aunque tu amor por mi no fue suficiente para aceptarme como soy —asintió.

Vi una lágrima rodar por su mejilla, yo quería ir para abrazarlo pero tenía que hacer lo que me pidió.

—Solo quería decirte eso, adiós abuela —dijo mi hombre girándose para irse.

—Santiago —lo llamó su abuela, la mujer se acercó a él para sin más abrazarlo con fuerza— lo siento tanto mi niño.

Santi correspondió al abrazo para llorar un poco al igual que su abuela.

—Estaba equivocada Santi, no mereces una abuela tan tonta como yo —besó su mejilla— puedo ver que tus padres hicieron bien al criarte como un buen hombre.

Mi hombre asintió para limpiar sus mejillas.

—Espero que aún no sea muy tarde, pero quiero conocerlos —pidió— a tu esposo y mi bisnieto.

Santi sonrió para asentir, vino a nosotros para ayudarme con Oti y ayudarme a bajar.

Santi cargo a nuestro bebé, tomó mi mano para que subiéramos juntos, su abuela me miró con una liguera sonrisa.

—Abu el es mi esposo Winter y mi hijo Autumn —presentó.

Ella me tendió la mano a lo que contesté estrechándola.

—¿Quieren pasar? —mencionó— están preparando el desayuno.

—No, vamos para la casa...

Cuando uno de tus sentidos no está desarrollado los otros se llegan agudizar y para mi bebé su olfato era más fuerte que ninguno, en especial si era comida.

—Comida —dijo despertando de inmediato mirando a su padre aún medio dormido —Mucha hambre Papi.

—Igualito a ti —sonrió la abuela de Santi— pasen.

No nos quedó de otra pues Oti no iba a esperarse.

La casa por dentro era más hermosa de lo que creí, todo elegante, lleno de personas.

Salimos al patio trasero para desayunar afuera con una hermosa vista, mi niño miraba la casa asombrado.

—One tamos papi —dijo en mis piernas mientras comía pan dulce.

—En casa de tu vis abuela —explique.

—Tita —dijo confundido refiriéndose a la mamá de Santi.

—Que no te escuché tu abuela que se infarta —se burló Santi— mi abuela Oti, la mamá de mi papá.

No lo entendió pero le dió igual siguiendo comiendo su pan, la abuela de Santi trajo el desayuno junto con sus ayudantes, chilaquiles para desayunar.

Me encantaban pero siempre terminaba con dolor de estómago por ellos.

Nos pusimos a desayunar mientras su abuela miraba a mi niño con una sonrisa.

—Tendremos una fiesta hoy —señaló— porque no se quedan, traen sus maletas no.

—No queremos dar molestias —se adelantó Santi.

—Para nada, así me pongo al día con mi bisnieto —sonrió— seguro le gustarán los caballos nuevos.

—¡Caballos! —dijo Oti emocionado.

—Bien pero ¿Aún tienes esas bestias? —preguntó Santi aterrado.

—Si, justo nacieron unos patitos hace unos días  —contestó riendo levemente.

—Patitos —dije ya feliz.

Tuvimos que quedarnos, no por los patos claro si no porque Santi tenía que ponerse al día.

—Santiago Dagda mueve tu trasero que quiero ver los patos —regañe en la habitación.

—Ya voy —se quejó en el baño.

—Vamos papi, vamos —apuro Oti.

Salió riendo del baño, cambiamos a Oti por algo más cómodo y en cuanto salimos lo obligamos a ir con los patos.

En un carrito de golf llegamos hasta el otro extremos pues era muy lejos y dos de nosotros llevábamos bastón.

Entramos al estanque donde Oti gritó emocionado para correr a ellos, Santi se quedó en la puerta.

—¿No vienes? —pregunté confundido.

—Aquí los espero —asintió.

—Les tiene miedo —contó su abuela— uno de ellos lo correteó cuando tenía tres años, desde ese momento no a querido volver a ver uno.

No pude evitar reírme.

—¡Cállate Invierno! —me gritó desde la puerta.

Mi niño ya había conseguido cargar uno chiquito he iba corriendo a su Pa para enseñárselo.

—¡Papi tengo uno! —exclamó emocionado.

—No Oti aléjalo de mi —ordenó huyendo del bebé.

Terminó con uno sobre él, pues Oti se lo dio a cuidar, nos sentamos para estar rodeado de ellos.

—Esto es el paraíso —sonreí con uno sobre mi.

—Me lo puedo llevar —dijo Oti en las piernas de Santi con un patito.

—No mi amor viven aquí —gruñó aún aterrado— vamos a ver a los caballos quieren.

—¡No! —dijimos al unísono.

Dos contra uno así que nos quedamos un largo rato para ir a los caballos, la abuela de Santi se mantenía al margen y claro como mi niño es un amor cada que podía la abrazaba

Después de las feroces bestias comimos algo antes de prepararnos para la fiesta.

—¿De que es la fiesta? —pregunté cambiándome.

—Realmente no sé —contestó arreglando a Oti que no se estaba quieto.

—Yo quiero pastel —dijo Oti brincando.

—Yo también —sonreí.

Santi me ayudo abotonar mis botones de la camisa, estaba condenado a siempre abotonarme mal.

Mientras besaba la mejilla de mi moreno se escuchó el golpe.

Mi bebé se levanto del suelo para sacudirse.

—Toy bien —asintió levantado su manita con un pulgar arriba.

Mi bebé llegó para que le diera mimos, Santi lo cargo para pasármelo, cada vez estaba más pesado.

—Tengo hambre papi —dijo acostándose en mi pecho.

—No lo hagamos esperar —miré a Santi.

Bajamos a la fiesta, una fiesta bastante elegante pero solo pusieron la música y se te olvidaba que estas personas cagaban dinero.

Las amigas de la abuela de Santi se pasaron robandomelo toda la noche, pellizcando sus mejillas y algo más.

Ya tenía en la mira a una doña que se dio un festín con su trasero, tendríamos una batalla de bastones muy pronto.

—No extraño esto —se quejó sobando sus mejillas.

—No me gusta papi —dijo Oti en mis piernas lleno de labial— amonos a mimir.

—Mejor a bailar —animó cargándolo.

—No —se negó cruzándose de brazos.

—Si, yo sé que quieres —besó su mejilla.

Como todos cayó ante el encanto de mi moreno y su sonrisa salió cuando su padre lo empezó a menear de un lado al otro.

Esa risa que sacaba sonrisas.

—Tienen un hijo hermoso —halagó la Abuela de Santi sentándose a mi lado.

—Lo tenemos —asentí, estaba feliz por mi moreno pero yo no perdonaba tan fácil y lo que le hizo al amor de mi vida...

—Creo que también te debo una disculpa —mencionó— lamento no hacerte sentir bienvenido a la familia.

—Con todo respeto yo ya soy parte de la familia, la familia que siempre apoya a mi esposo, la que estuvo en sus momentos más importantes —señalé— me alegro de que Santi por fin tenga a la abuela que tanto extrañaba, pero en lo que a mi respecta usted no es de mi familia.

La mujer asintió procesándolo.

—Entiendo perfectamente, y agradecería que me dieras una segunda oportunidad —pidió segura, era muy propia al hablar.

—Todos merecemos segundas oportunidades, pero se ganan —exprese— ¿Por qué ahora?

Ella suspiró para ver a mi esposo y a mi hijo bailando.

—No es noticia que Santi siempre fue mi nieto favorito —señaló— tengo siete nietos, pero mi Santi...

Podía ver amor cuando lo veía, por lo que me hacía más difícil creer lo que había pasado.

—Podría culpar a mi vieja crianza, pero era más mi miedo de que le pudieran hacer daño a mi niño sin darme cuenta fui yo la que más daño le hizo —confesó— cuando vi sus fotos de la boda solo vi a mi niño tan feliz como nunca, y fue ahí que me di cuenta que me estaba perdiendo los mejores años de la vida de mi nieto, me perdí su boda, su premiacion por su película y más importante el nacimiento de su hijo, mi bisnieto.

Asentí, el miedo es el enemigo del humano.

—La decisión que tome me a llevado a mis consecuencias, no solo perdí a mi nieto también a mi nieta y más importante a mi hijo —señaló.

Lo sabía cuando esto pasó el padre de Santi le dijo que como ella ya no tenía nieto tampoco tenía un hijo, claramente la mamá de Santi fue la primera en apoyar esto y su gemela ni hablar, la defensora número uno de Santi era su gemela.

—Muchas veces quise levantar el teléfono, arreglar las cosas pero... el orgullo Dagda a veces es más grande —suspiró— y hoy que lo vi, mi niño hecho un hombre supe que no quería perder más cosas, aprovechar de los momentos que me quedan con mi nieto, mi bisnieto y contigo, tú lo haces muy feliz y eres un excelente padre para mi bisnieto.

Sonreí para asentar.

—No soy quien para negarle esa segunda oportunidad —asentí— pero sepa que si le hace algo usted y yo tendremos una batalla de bastones.

—Winter soy esgrimista —me miró— seré anciana para aún puedo derrocarte.

—Ya lo veremos —proseguí con una pequeña risita.

La mujer me dió un abrazo que permiti, mi hombre llegó con mi bebé ya dormido.

—Creo que ya lo dormí —sonrió triunfante— lo llevaremos a la habitación.

—Si papito —sonrió.

Subimos a la habitación, le puse la pijama a mi bebé y le di su leche que no se negó a tomar.

—Vuelve a la fiesta —dije a mi latino— yo me quedo con Oti.

—Como crees —se negó.

—Ve, habla con tu abuela y disfruta si —besé sus labios.

—Solo un rato —dijo emocionado besando la mejilla de Oti y luego mis labios.

Me acosté con mi bebé, mi niño se acostó a mi lado para jugar con mis cicatrices siguiéndolas para quedarse dormido en mi.

—Te amo bebito hermoso —besé su mejilla.

Una ligera sonrisa, seguramente estaba soñando con galletas.

Los días en México se fueron rápido que de pronto ya estábamos llegando a Canadá... sin duda volveríamos las siguientes vacaciones.

Al llegar al aeropuerto solo quería llegar a mi cama, en cuanto cruzamos la puerta ahí estaba mi inmensa familia con Temi y Jens con carteles para mi hijo.

—¡Temi! —exclamó alocado— ¡Jens!

Mi bebé nos soltó para correr y abrazar a sus primos.

—Para que traen carteles si no sabe leer —se burló Santi.

Negué divertido.

—¡Santi! —exclamó Lu.

Sin decir nada mi esposo corrió a su mejor amigo para abrazarlo.

—Niños —dijo mi diosa llegando a mi para besar mis mejillas— qué tal México.

—Caluroso, encantador y quiero volver —asentí.

Ella me abrazo, fui con mi mamá antes de que me quitara de los brazos de Raven.

—Mi Niño —me lleno de besos— no te vuelvas a ir tantos días.

—¡Hey y mi latina! —se quejó Charms.

—Aquí tío Charms —sonrió Temi.

—Obvio que si —besó su mejilla para luego robarse a mi hijo, con los otros dos bebes persiguiéndolo.

—Estamos en casa —me abrazo Santi.

—En casa —asentí besándole.

Un gran viaje que sin duda nunca olvidaría.

Que creían que iba a dejar al latino sin abuela, no señore, soy mala pero no es para tanto.🔥💕

La mujer tuvo sus consecuencias, no vivir esos años con Oti es suficiente castigo.💅🏽

En fin cuando se trata de comida Oti sabe identificar dónde está perfectamente.🌚

Invierno estuvo en el cielo con los patitos, un sueño hecho realidad. 🙌🏻

Necesito que me reciban como los bebés a Oti. 🥺🙌🏻

En fin y que retiemble sus centros la tierra, ayer que me tiembla mi lindo México 🥺, quiero decir que aunque donde vivo no se llegan a sentir yo si sentí que me moría, pero todo bien por acá y si son de México espero también estén bien.✨

Se me cuidan, se les quiere, tomen agua, cafesito y bolillo pal susto 💕

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