7) Propias Tácticas

Freda se había quedado callada, pues no tenía idea de que decir, simplemente, dejó entrar a Pattie sin objeciones o elementos en contra. Luego, ella pasó directamente a la habitación más alejada, sin llamar la atención de los Wings.

—Pattie... ¿Estás loca? ¡Te viniste a meter a la boca del lobo!—gritó Freda horrorizada.

—Tú no tenías por qué darle refugio a esos tres asesinos, ¿Qué te pasa?, ¿Acaso quieres morir?

—No... pero no tuve otra opción.

—Escucha Freda, esta es una cacería, una tremenda cacería de la cual, yo me he unido. No puede decir nada de esto a nadie, ni siquiera a Paul.

—Me sorprende que no te haya reconocido, ¿Por qué no?

—Era sólo una amante empedernida de George Harrison, es justificable que no me reconozca.

—Cierto... pero ¿También estás en su búsqueda?

—Yo quiero lo que ofrecen por los tres, pero alguien más está convencido de que necesita a McCartney, así que sí, en pocas palabras, estoy en el juego también.

—Dios... esto se volverá una locura.

—Y debes de ayudarme, Freda—amenazó Pattie con sus potentes ojos zarcos—, de alguna u otra manera, tú me ayudarás. Lo principal será que me seguirás el juego, y dirás que soy tu prima. Una pueblerina de Irlanda que no tiene ni idea de que acoges a tres narcotraficantes aquí, entonces, harás exactamente lo que yo te diga... ¿Comprendes? Cada palabra, detalle, orden, y todo lo demás... será hecho a mi merced, porque de lo contrario—sacó su pistola—, la podrías pasar muy mal.

—No... no sé, en cualquiera de los dos lados estoy amenazada de muerte, es un colmo—dijo la asustada Freda mientras miraba al otro lado.

—Sí, pero... si a mí no me apoyas, bueno, me iré lo más rápido y notificaré a la Patrona Asher de que te juzgue como cómplice, ¿Sabes muy bien lo que significó que hayas permitido que esos tres entraran a la casa? Un grave... muy grave error, querida Freda. Así que piénsalo muy bien. ¿Me ayudarás o no?—volvió a apuntarle con su arma.

Freda quedó tan débil, que lo único que pudo emular fue un conformista y tirado "Sí."

(...)

Hay muchas maneras de auto-castigarse, todas de ellas, duelen un montón: Recordar a tu ex, a un familiar muerto, experiencias pasadas, y amistades rotas. Sin embargo, la que practicaba la patrona Asher, era mucho peor que las anteriores.

Se sentó frente al televisor de su oficina, y miraba una y otra vez la escena de los hechos. De cómo un montón de policías, patrullas y ciudadanos habían sido incapaces de capturar a tres terribles hombres, pero... ¿Ellos qué podían hacer? Nada, la locura y artífice de McCartney

Sin embargo, seguía muy impresionada por la manera tan loca y poco moral en la cual el ex convicto había conducido. Así que soltó un largo suspiro y repetía la cinta como si no tuviera nada que hacer en el mundo.

—No puedo entenderlo—Maureen Cox interrumpió sus pensamientos—, quiero decir, Paul era muy bueno...demasiado para eso. Tú y yo sabemos perfectamente que lo era, y que todo esto le pasó es simplemente terrible. Él era el mejor de los cuatro Beatles... pero después del incidente...

—Shh... no digas más—Jane se limpió las lágrimas de su único ojo disponible y reprimió sus sentimientos otra vez—, lo que pasó, ya ocurrió. Y esto ha sucedido de esta manera, no hay más que hacer.

—Todo esto me parece muy extraño—confesó Maureen y prendió la luz de su oficina—, de verdad, nunca creí que Paul pudiera ser así, supongo que debió ser un terrible golpe para ti.

—Paul hizo lo que quiso y ya, esa es la única verdad.

—Jane, ya basta—Maureen la confrontó—, sé que con los otros puedes ser una insensible, o una mujer que no quiere admitir lo mucho que le duele estas acciones por parte de Paul, pero vamos... amiga—dijo débilmente—, yo sí te conozco. Y ahora, te pido que te desahogues, no puedes seguir con esa actitud firme e insensible que siempre te mueres por mostrar.

Jane sacudió de un golpe las lágrimas de su rostro, volvió a mostrar ese perfil precioso y digno de una mujer hermosa como ella. Retomó la inevitable postura, y dijo:

—Es hora de ir por los niños McCartney, así que llama a todo el equipo, que en este mismo momento, vamos a hacer un cateo general y completo por la residencia Harrison, y nos llevaremos a los hijos de Paul McCartney.

—Oh... no, ¿Los usaremos como cebo para capturar a Wings?

—Así es, efectivamente así es como será. Nos los llevaremos y usaremos como carnada para atraparlos.

—Eso es terrible... ¿Por qué utilizar a unos pobres niños? Jane no... por favor... no.

—Ya basta, Cox—dijo muy decidida—, esto no te compete. Y haz lo que te ordené, ahora... voy a usar todas mis propias tácticas, pero de que los atraparemos, así será... ¡No importa el precio!—exclamó como toda una autoritaria en potencia.

Maureen solamente bajó la cabeza con disimulo y llamó a todas las unidades, temiendo que la locura pudiera llevar a acciones mortales para su jefa Asher.

(...)

Mientras tanto, en la residencia de los Harrison:

—Bueno niños, vamos a agradecer por estos alimentos—dijo George, tan espiritual como siempre—, Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare.

Los niños repitieron está acción, excepto el pequeño James, pues miraba muy curioso a Olivia, cuando George se percató de lo que sucedía... simplemente se dio un golpe en la frente, pues ese era el colmo de la locura.

Ya que Olivia estaba intentando amamantar a una patata, mientras repetía sin pasar el nombre de su hijo Dhani.

George se cansó, dejó caer el tenedor y resonó con el plato de cristal y se enojó demasiado. Se levantó rápidamente y mandó a los niños a su habitación.

—Pero papá, estamos comiendo—dijo Mary con tristeza.

— ¿No escucharon? ¡A su cuarto antes de que me enoje más! No salgan de ahí hasta que yo se los diga.

Como la voz de George se hizo más poderosa y certera, sus hijos ya no querían decir nada. Y los tres pequeñines se subieron corriendo sin decir más. George había aguantado mucho, demasiado, consideraba que no podía dejar a Olivia así, pero la manera en que la estaba abandonando, era sumamente terrible. Aventó es patata a la otra habitación y miró firmemente a Olivia.

—Olivia, Olivia... por favor, ya basta, tienes que parar.

— ¿Dónde está Dhani?, ¿Por qué me quitaste a mi Dhani?—preguntó Olivia con lágrimas en los ojos.

—Olivia, madura... acepta de una vez que...—George bajó la cabeza, le costaba trabajo decir lo siguiente— Dhani murió...

—NO, no...—ella se negaba profundamente y apretaba sus dientes con firmeza— ¡¡No!!

—Sí... ¡¡SÍ!!—gritó George muy molesto— ¿Quieres que te lo recuerde? Vale, muy bien, En 1979, Paul McCartney me vino a visitar una vez, estábamos platicando normalmente, como si fuéramos dos malditas personas corrientes, como cualquier otra. Entonces... ¡BANG! Empezaron a sonar miles y miles de disparos en todos los lugares de la casa, ¡Era una emboscada de la Plastic Ono Band! Te alteraste y saliste del escondite, entonces... ¡Una bala te dio justamente en el vientre! Perdiste a nuestro hijo, y eso te provocó un grave trauma que derivó en tu demencia y todo eso... ¡Olivia! Entiéndelo por favor... ¡Ya basta!

Pero ella seguía llorando, gritaba locamente, entre sollozos que iban del dolor hasta la agonía y desconfianza. George la sacudía violentamente de sus hombros y repetía "Ya basta" sin parar, pero esto, en vez de tranquilizarla, hacía que Olivia se estresara mucho más.

Sin embargo, este momento de locura entre los dos, se vería sumamente interrumpida cuando sonó el timbre de la puerta.

— ¿Sí?—abrió George con lágrimas en los ojos.

Ni siquiera pudo percatarse cuando Jane Asher, Maureen Cox, Lee Tigrett, Victoria Asher, Stuart Sutcliffe y Pete Best entraron a su residencia sin permiso ni autorización.

—Sutcliffe, Best—dijo Jane—busquen en todos lados—, Tigrett, sobrina—ordenó—, vayan por los niños.

—Jane... por Dios, ¿De qué se trata esto?—preguntó George muy enojado.

—Venimos por los hijos de McCartney, eso pasa, tenemos un plan perfecto para capturarlos de una vez por todas.

—Perfecto, ¿La orden del juez?

—Harrison...—Jane río— Cuando eres una patrona como yo, puedes hacer exactamente lo que quieras, cuando quieras... y como se te dé la gana, no me hagas reír.

— ¿Qué es esto, George?—preguntó Olivia confundida.

Mientras los adultos hablaban, Lee y Victoria bajaron con los tres niños, ellos querían despedirse de su padre, pero Maureen los condujo hasta el automóvil.

—Estás loca... esto no es cuestión de poder o de cuál ostias sea tu sobre nombre, ¡Esto podría ser catalogado como secuestro!—dijo George muy enojado.

—Yo muevo todo—dijo Jane superiormente—, yo controlo y manejo todo.

—Controlas todo, excepto que Paul se quede contigo—respondió George con una sonrisa.

Jane se enojó y le dio una bofetada muy fuerte, amenazándolo de que no se pasara de listo, pues podría encarcelarlo por eso y todos los crímenes que se le ocurrieran. George ya no dijo nada, y contempló como los policías se iban con sus tres pequeñines, Jane se fue hasta el final, y advirtió que estaría vigilando la casa, por su es que planeaba tener a los Wings dentro, o ser un espía más.

(...)

Freda había dicho que Pattie era una de sus primas que provenía de un pueblo desconocido de Irlanda, por lo tanto, no se asustó al verlos, pues no tenía ni idea de lo peligrosos que eran, y que las palabras de Freda eran honestas, que ellos no eran malos. Esta explicación fue suficiente para Wings, quiénes no la conocían como Patricia Boyd, sino como Anne Drysdale, curiosamente, era su segundo nombre y su apellido materno.

Así qué, mientras las dos "primas" preparaban la cena, Paul, Linda y Denny jugaban a las cartas con toda la comodidad del mundo, pero sin saber lo que les deparaba realmente.

—Soy Jane Asher, la patrona de la policía londinense.

Cuando escucharon estas palabras, todos dejaron lo que hacían y miraron atentamente el televisor, donde se escucharon las siguientes feroces y aterradoras palabras:


—Este es un mensaje para Linda Eastman, Paul McCartney, y Denny Laine, los famosos Wings, en especial... este mensaje es para los "señores McCartney"—dijo en burla y sarcasmo—. Queridos, quiero decirles que tengo a sus tres... no mejor dicho, ¡A sus cuatro hijos! Todos a mi disposición, y si no se entregan en estos días, bueno... ya mandé a hacer tres ataúdes tamaño infantil. 

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