6) Señorita Boyd
La "patrona" Asher no despegaba su vista del televisor, de todo el equipo era la más sorprendida y la única que tenía la boca abierta al escuchar las noticias mañaneras. Incluso cuando escuchó el título, tiró su café al piso, lo que provocó que la taza se rompiera indudablemente.
No sólo eso, al ver la noticia completa y las cámaras del suburbano que tomaron justamente el momento en el cuál una camioneta ingreso al andén y lo cruzó por completo, hubo un sentimiento de horror que recorrió todo su cuerpo.
—N-o p-u-e-d-e- s-e-r—dijo al final de la noticia.
—Jane, eso es sorprendente. Ninguno de los policías de Blackpool pudieron con semejante poder indudable—le dijo su compañera y allegada Maureen.
—Son unos monstruos en la conducción—dijo Lee intrigada.
Ellas tres se encontraban con todo su equipo de policías, quienes también estaban nerviosos y sorprendidos por la noticia que no dejaba de ser novedad en esta mañana. De cómo Wings pudo superar a tantos guardias y tantas personas con tal de seguir en la fuga.
—Bueno—dijo Jane cansada—. Wings quiere guerra y la tendrá. Lo que hicieron ayer no pasará por alto.
— ¡Fue algo jodidamente épico!—gritó un policía hasta el fondo.
—Cállate Best—pronunció molesta—. Escuchen queremos que todos tengan especial cuidado, que no dejen escapar cualquier prueba por lo más insignificante que parezca. NECESITAMOS de todo nuestro poder y potencial para descubrir y encarar a Wings de una vez por todas y para siempre.
Nadie dijo nada, todos parecieron haber acatado las órdenes de la gran Jane Asher.
— ¿Entendido?
Pero no era eso exactamente.
—Señorita Asher—era Pete Shotton, otro de los agentes de seguridad—, en nombre de la mayoría de aquí, queremos decirles que renunciaremos a este caso.
— ¿QUÉ?—se indignó— Shotton no digan tonterías. ¡No podemos darnos por vencidos!
—Muchas personas murieron, patrona—siguió diciendo—, todos balaceados por la inminente arma mortal de ese loco de McCartney, yo no quiero sacrificar mi estabilidad por eso y la mayoría tampoco.
—Es cierto—se escucharon coros por todos lados.
—No pues ahora resulta—Jane no podía creerlo— que somos nosotros quienes les debemos de tener miedo a ellos ¡Háganme el bendito favor!
—Ellos tenían armas, patrona—esa vocecilla débil era de Thelma Pickles—, todo un condado se lanzó con tal de linchar a esos monstruos y la mitad murieron. No vamos a sacrificarnos así.
— ¿ESO QUIEREN? ¡Bien!—exclamó enojada— De acuerdo, todos los que se quieran salir del caso pueden hacerlo. Pero YO no me daré por vencida, los capturaré así sea lo último que haga.
—Cobardes—dijo Mo' a lado de Jane—, yo estaré a su lado como siempre, mi patrona.
—También—Lee dio un paso en frente y tocó el hombro de Jane.
—Cuenten conmigo—aquella voz era de otro guardia. ¿Nombre? Stuart Sutcliffe.
—Stu si quieres eso, te acompañaré hasta el fin ¡Yo también quiero atrapar a Wings!—como era de esperarse, su novia Astrid Kirchherr.
—Eh... ¡Yo quiero apoyar!—esa voz era de Pete Best, uno de los policías más tontos.
—Gracias chicos—Jane alzó la mirada con triunfo—, los demás serán reasignados a otros casos.
Más de la mitad de los asistentes abandonaron la sala de juntas, provocando un odio interminable de Jane, quien hasta tuvo que sentarse para que no tuviera un colapso nervioso. Maureen siempre estaba su lado y, poco después, llegó su sobrina Victoria, sorprendida por ver a todos esos policías huyendo.
—Alguien podría decirme ¿Qué ha pasado?
—Todos son unos cobardes—Jane reaccionó violentamente y lanzó un vaso de vidrio a la pared de enfrente— LOS ODIO—quitó a todos de su camino y salió totalmente sola.
Jane necesitaba tomarse un respiro, por lo tanto fue al patio de atrás. Ese lugar se había convertido en uno de sus favoritos para descansar y olvidar sus malos ratos. Fumaba un cigarrillo mientras observaba el pacifico pasto, sin que ella lo hubiese pedido, empezaron a salirle lágrimas poco a poco. Pero decidió volver a la realidad.
—Una disculpa si los trate mal—llegó y dijo a su nuevo y reducido equipo—, es solo que esto... me mata de la frustración.
—No te preocupes, Jane—dijo Stuart—, comprendemos perfectamente todo, más que nada porque Paul sigue siendo...
—Shh—lo chitó con rapidez—, no menciones nada de eso. Lo importante es que vamos a capturarlos y los haremos pagar ¿Entendido?
—Pero, tía Jane—dijo Victoria decaída— sólo somos 7 solamente, ni de chiste podremos capturarlos.
—Oh, ingenua—Astrid hizo una pequeña risa—, la primera vez que capturamos a esos tipos éramos solamente Jane, Mo', Stuart y yo. Así que contamos con tres de repuesto.
—Sí, y por eso perdí mi ojo—dijo Jane decaída—, pero no importa, no debemos pensar en el pasado, sino en este futuro que nos espera ¿Quién quiere traer tres cabezas aquí?
—YO—dijeron todos al unísono.
—Vamos a darles un juego del cuál no podrán ganar—Jane cambió su animo a algo mucho más seguro.
Sin duda, ese pequeño y corto equipo estaba dispuesto a capturar a Wings ya sea lo último que hicieran. No se darían por vencido y sus estrategias serán impresionantes.
(...)
La noticia de todos los desastres que Wings habían cometido, era mucho más extensa y conocida de lo que alguien pudo imaginarse. Todos hablaban sobre ello, todos empezaron a creer que no sería cosa fácil poder capturarlos. Fue un miedo y una psicosis colectiva. Los rumores llegaban, algunos creían que eran seres de otro mundo, y por eso, tenían fuerza absoluta. Otros llegaron a creer, que se volverían en los nuevos reyes de Bretaña y pronto del mundo. En fin, todos estaban muy asustados, excepto la gran Plastic Ono Band.
—Pattie, hoy irás por ellos—dijo Yoko al estar en el copiloto, John conducía—, hoy... sí, sólo hoy. ¿Recuerdas lo que dirás?
—Así es—dijo la bella señorita Boyd.
—Pero una cosa—dijo Ringo—, ¿Cómo diantres nos enteraremos donde están Wings? Pudieron haberse ido a cualquier lado.
—Por eso, debemos ir a la escena del crimen—agregó Yoko.
Todos fueron hacía la nueva estación del metro, cuya era exterior y pasaba por todo Londres. No había servicio en esa línea, debido a los problemas que habían pasado la tarde anterior. Los policías estaban atónitos, las personas contaban una propia versión de la historia. Y la Plastic Ono Band, se dedicó a seguir sus rastros.
—He preguntado a un policía—dijo Pattie—. Me dijo que, cuando se escabulleron, se fueron del lado norte—señaló.
—Entonces, este es el plan. Vamos a hacer algo que esos idiotas de traje azul no pueden—dijo Yoko y volvieron a entrar al automóvil—, vamos a seguir la zona norte, a ir lo más lejos posible. Ahí, verán y recordarán si es que... por esos lados... vive alguien que podría echarle una mano a McCartney.
—De acuerdo—asintieron John y Ringo.
—Vamos.
John condujo, e inconscientemente, trazó toda la línea que habían seguido los Wings cuando huyeron. Barbara dedujo que iban por el buen camino, debido a que...
—Vean las marcas de las llantas. Una camioneta cualquiera no podría haber atravesado el metro con tanta fuerza. Por lo tanto, necesitaron una camioneta cuatro por cuatro, se ven las huellas perfectamente claras. Vamos por el buen camino.
No tardaron tanto hasta llegar a una pequeña zona alejada de todo. John suspiraba y miraba por la ventana, mientras que Yoko y Barbara hacían sus propias deducciones. Él miró la casa de Freda Kelly, no quiso decir nada. Conocía tan bien a su ex mejor amigo que... sabía que de una u otra manera, él estaba resguardándose así. Se quedó completamente callado, pero...
—Eh miren, ¡Es la casa de Freda Kelly! —dijo Ringo, por desgracia.
"Estúpido". Pensó John.
—Detente, tienes que investigar si ahí están—ordenó Yoko.
John regresó y condujo hasta la casa, pero se quedaron alejados, no era conveniente que vieran. Yoko se asomó desde arriba de un árbol y...
—Sí, ellos se quedaron con... "La buena y vieja Freda" —imitó entre risas.
—Perfecto, ¡Tenemos lo que la policía no! —presumió Barbara.
—Pattie—Yoko bajó del árbol. Sé que no es momento de diversión, pero se veía muy chistosa... tanto por su estatura como por su cabello—, es tu turno. Tienes que entrar y decir que eres familiar de Freda, no sabes nada de Wings, y no harás nada contra ellos, claro... eso tienes que decir.
—Yoko, parece que hablas con una novata—se burló Pattie—. Pero hablas con una experta, sé perfectamente que decir, o cómo actuar. Haré de todo, y cuando ya tengamos a los Wings en nuestras manos, ¡Los aplastaremos!
—Así se habla, ahora... ¡Ve para allá!
Pattie escondió bien su arma y se dirigió hasta la casa de Freda Kelly. Acomodó su escote y bajó su pequeña falda negra. Caminaba con unos tacones resonantes y su seguridad era lo más destacable. Tocó la puerta con normalidad.
—Hola—dijo Freda.
— ¡Querida Freda! —la abrazó y entró a su casa— Espero que no hayas olvidado lo que dijiste.
—No... no entiendo.
Rápidamente, los Wings salieron y apuntaron con sus armas. Pattie se asustó y tiró su bolso, como toda señorita fingiendo inocencia.
— ¿Qué quieres? —preguntó Linda.
—Oh... ¿Por qué la violencia? ¿Todo está bien, prima? —preguntó Pattie.
—Casi...—susurró ella.
— ¿Qué está pasando aquí? —Paul cuestionó con el ceño fruncido.
—Oh... permítanme presentarme. Soy la señorita Boyd y me quedaré un tiempo aquí.
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