47) Hare Krishna


Jane Asher acomodaba los lápices y plumas de su escritorio y revisaba que fueran ordenados por tamaño. Lo hacía por ocio, hasta que Maureen Cox se presentó a un nuevo día.

—Iré a decirle a George Harrison sobre la triste noticia de los hijos McCartney, aprovechando que May descansa hoy. Así que ya sabes que hacer—dijo Jane antes de irse.

Y ella entendió la señal.

Asher se fue, durante todo el camino en que conducía a la residencia de George Harrison, pensaba y reflexionaba por lo que había conversado con Maureen.

"—Se me acaba de ocurrir algo mejor

—Jane, sinceramente, ya estoy harta de tus mierdas. ¿Cómo siempre se te puede ocurrir algo mejor? Olvídalo, ¿no ves que esto es un círculo de violencia y muerte? Un bucle que parece no tener ni un maldito sentido.

—¡Pero es que esto va a funcionar! Sólo que necesito tu ayuda.

—¡No te voy a ayudar hasta que me asegures de que no voy a morir!

—¡Lo juro!

—¿Es que no entiendes? Esto ya se fue a la puta. No podremos capturar a Wings, en vez de unirnos, esto parece una cacería entre nosotros.

—¡Lo sé! Pero ya quité todo el problema. Todos tenían razón, estuve pensando más en Paul y los motivos por los que me dejó, pero después de ver lo que hizo, ya no quiero más que su cadena perpetua. Maureen, no vamos a poder hacer gran cosa si May representa una jodida piedra en el zapato para esto. Así que, ella no funciona como aliada, ¡todo lo contrario!

—Sí—suspiró decaída—, entonces, ¿haré eso?

—Debes hacerlo, ya verás cómo ganaremos, nosotras dos. Te lo juro"

Justo cuando llegó y se estacionó, ya había acabado su recurso. Apagó el coche, salió, y se dirigió a la puerta.

"No me importaría usar a Maureen para deshacernos, por lo menos, de unos pocos de ellos. Al final, todo el mérito será mío. Ella no vivirá para obtener crédito, todo será mío." Pensó y tocó la puerta de la casa de George.

Harrison ya vivía solo, desde que su esposa Olivia fue encerrada y le quitaron la custodia de los McCartney, había adoptado un estilo de vida reservado y de ermitaño. Así que no recibió de buena manera a su inesperada visita.

—No eres bienvenida—fue lo primero que dijo.

—Escucha, lo que te tengo que decir es muy importante.

—¿Qué es?

—Es algo muy delicado, ¿me permites pasar?

Harrison asintió con una mirada funesta, otorgó su entrada sin mucha emoción.

Jane se sintió intrigada por las apariencias de aquella residencia, era un lugar exótico y tenía una decoración bastante oriental. Parecía que un templo de la India hubiera llegado a Londres de la manera más espontánea posible.

Era tanta esa particularidad, que hasta tenían que sentarse en el suelo.

—Ahora sí—dijo George con las piernas cruzadas—, dime todo, pero dímelo bien.

—George—Jane se notaba incómoda—, lo que te debo decir es muy serio.

—Es sobre la desaparición de los hijos de Paul, ¿o no?

—Sí, así es—suspiró—. No es la desaparición, es la muerte...

—¿QUÉ?

—George, los hijos de Paul han muerto—dijo con seriedad y tristeza combinada.

—No, es imposible. ¿CÓMO?

George perdió su tranquilidad y pacifismo, se levantó de un salto y se veía profundamente afectado.

—Yo...

—¡Fuiste tú!—gritó acusatorio — Tú los amenazaste de muerte, ¿cómo has podido?

—Escucha ¡Yo no fui!

—¿Quieres que te crea? Por favor, fuiste capaz de amenazarlos a nivel nacional. ¿A quién quieres culpar? ¿Cuál es tu nueva trampa?

—¡Ninguna!—Jane se levantó con violencia, fue tan fuerte, que hasta sintió el calambre en el pie.

—Entonces, ¿a qué has venido?

—Nunca podrás descubrir los cuerpos de los niños. ¡La nueva comandante de la Scotland Yard ha tomado el control! Ella los asesinó, se llama May Pang.

—¿Y por qué no has dicho nada?—George preguntó molesto.

—Maureen y yo estamos atadas de manos. ¡No podemos decir nada en su contra!, ¿no lo entiendes?

—Son unas arpías—George la miró con rabia—, ¿qué sentido tendría todo esto?

—Te lo diré todo—Jane se cansó de sus deductivos insultos—, Heather nos envió una nota, diciendo que la única razón por la que los McCartney no se entregaban, era por los niños. Así que May Pang tuvo la absurda idea de matarlos, que hacer eso sería la mejor opción, y creería que ellos se entregarían. Los mató, y escribió una nota firmando por mí. Les cortó sus cabezas y las guardó en una caja, que enviaría a los Wings más tarde.

—¿De verdad?—George estaba escéptico.

—¡Sí! Paul y Linda creyeron que yo fui la responsable, por lo tanto, ¡mataron a mi hermano Peter! E hicieron lo mismo, se deshicieron del cuerpo y me mandaron su cabeza dentro de una caja.

—Por Ganesha—George estaba indignado y preocupado— ¡Qué horror con ustedes! Es el verdadero colmo.

—Yo no tuve nada que ver, ¡te lo juro!

—¿Cómo puedo creerte?

—Mira.

Jane aventó dos fotografías y varios papeles que sacó de su bolso, era aquello que rectificaba su arresto.

—Mira, May fue capaz de ficharnos. ¡Nos ficharon!—dijo muy resentida— Queríamos detenerla, pero nos mandó a arrestar. Si miras las fotografías de nuestro arresto, podrás ver que tienen el mismo día en que se llevaron a los niños. ¡Nosotras estábamos presas en ese momento! Puedes verlo en los papeles. Y si no lo crees, puedes preguntar a Ruth McCartney, y ella podrá señalar que la fecha es la misma. Así que no pudimos ser nosotras.

George miró con detenimiento esto, observó minuciosamente las fotografías, y pudo comprobar que las palabras de Jane eran ciertas. Claro que llegó a pensar que todo era un montaje planteado por Asher, o fotografías sin validez judicial. Pero no, con los papeles mostrados fue suficiente para comprobar su veracidad.

—Es cierto, te creo.

—Fue May Pang, puedo jurarlo.

—Te creo—George estaba en shock.

—George, sé que te parece irreal, pero no lo es. La prueba irrefutable de que todo es cierto, es que pasaron años y mucho tiempo, y jamás encontrarán a ningún responsable. Eso hará May, vendrá con sus falsas esperanzas para ti, te dirá que están haciendo algo, pero eso no es cierto. Encubrirá su propio crimen.

—Es verdad—George se veía triste y confundido.

—¿Vas a permitir que esos pobres inocentes queden así?, ¿sin justicia?, ¿dejarás que tu causa sea olvidada?

—No, pero... ¿Qué haremos?

—George, yo no puedo ayudarte. Estoy en las garras de Pang, así que no puedo estar a tu lado, ni Maureen—Jane usó un pretexto muy real.

—Entonces, ¿yo solo?, ¿o le pido ayuda a Wings?

—¡No!—gritó aterrada— Ni se te ocurra, ellos no te creerán. Linda está tan loca que será capaz de matarte si le pides que piense con un poquito de coherencia.

—Demonios, ¿qué podré hacer? Ringo y John están de su lado—dijo George abatido.

—Lo sé, por eso, tú debes ir solo. Confrontar a May, hacer que le de cuentas a la justicia, no permitas que ella te joda de esa manera. No dejes que haga esto, ¡debes responderle!

—Bien, ¿qué propongas que haga?

—Mañana ella estará en su oficina, así que llega a Scotland Yard, dile directamente que sabes todo. Nunca me señales a mí como fuente principal, pues podríamos pagar caro todos. Así que pon otros pretextos.

—¿De qué servirá confrontar a May? No creo que de nada. Quiero decir, ella me puede matar.

—No lo hará, será idiota sí lo hace, estarán dentro de la estación de policía. Así, la tendrás en jaque y no tendrá otra alternativa más que decir la verdad.

Luego de reflexionar un momento, George quedó convencido de que sería una buena idea.

—Tienes razón, iré mañana mismo.

(...)

George Harrison se sentía muy molesto y con rabia, aquello era muy raro en su actitud, pues él siempre había permanecido pacífico y tolerante.

Pero no, ahora no, estaba dispuesto a todo con tal de que las cosas no se quedaran impunes. Así que a primera hora del alba, se presentó a la oficina de May Pang.

—Buenos días—dijo al instante, cerrando la puerta.

—Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?—preguntó May sin verlo a los ojos, estaba muy concentrada en sus documentos y papeles.

—Soy George Harrison. Ya estoy informado sobre la desaparición de los niños McCartney.

—Ah, eso—alzó su rostro, pero seguía sin mirarlo—, sí, ya estamos investigando. Le tendremos noticias en pocos días.

George no toleró la hipocresía de la mujer, así que la miró con odio y apretó sus puños, pues sabía que esas muertes quedarían impunes.

Así que decidió escupir todo como vómito.

—Eso es mentira. Nunca descubrirá al asesino, porque usted es la asesina. ¡Usted mató a los hijos de Paul!

Ciertamente, May no contempló esa frase. Así que su cuerpo entró en una entropía, pues no sabía cómo reaccionar ante semejante acusación.

—¿Qué? Lo que dijo es muy grave—dejó sus papeles en el escritorio, y miró a Harrison.

—Grave, pero real—dijo George con brusquedad.

—¿Cómo puede aseverar dos cosas? No sabemos si los hijos de Paul y Linda están muertos. ¡Y no puede decir que fui yo!—gritó histérica mientras alzaba sus manos.

—Claro que sí, lo he descubierto.

—No me diga—aventó su pluma—, Jane Asher le metió esas absurdas ideas, ¿no?

—No he tenido contacto con ella desde hace tiempo—dijo George.

—Ella los amenazó a nivel nacional, ¿y usted cree que soy yo? Está muy desactualizado, ¿no?

—No, sé que ella hizo eso—dijo George firme—, pero el asesinato, lo cometió usted.

—¡Es mentira!, ¿qué tiene para asegurarlo?

—Eh... EH...—George no había planeado una respuesta— Usted ha sido, no es secreto que tanto usted como Asher quieran capturar a Wings por propios medios. Así que matar a los niños fue su última alternativa. ¡Deje de mentir!

May permanecía aterrada, aunque George no había dado un argumento para señalarla como culpable. Le preocupaba que medios judiciales externos la investigaran, así que no quería correr aquel riesgo.

—Uff, de seguro no dejará de joder—dijo May sin nada a su favor.

—No lo haré, así que mejor, diga la verdad—pidió George más molesto.

—De acuerdo—May retrocedió con su silla—, es cierto. Yo maté a los niños.

—¡Es una descarada! Y lo admite así, como si nada.

—Así es, ¿qué piensa hacer al respecto?—preguntó con malicia— Actualmente, soy la figura de autoridad más fuerte de Londres, puedo ordenar y decir todo lo que me plazca, no puede hacer nada contra mí, señor Harrison.

—Iré con servicios infantiles, diré de esto a todo medio de comunicación actual, soy capaz de ir a la Interpol, FBI o cualquier otra fuerza externa, para que le dé su respectivo castigo. ¡Es más! Soy capaz de ir con Wings y decirle quien hizo esa acción, Linda Eastman está tan desquiciada, que no dudará en matarla antes de que usted pueda hacer algo.

Ciertamente, George no estaba seguro de ninguna de las acciones que describió. Lo único que quería hacer era intimidar a May, y lo logró.

Así que ella le mostró su gran y reluciente pistola, pues lo amenazó con ella.

—Pone un pie a fuera, y juro que lo mato.

George palideció, no esperaba que ella hiciera eso. Tragó en seco y dijo:

—¡No lo hará!

—¡Ponme a prueba!—retó May.

—¡Usaré mi mejor arma!

—¿Cuál?

—Hare Krishna

Hare Krishna

Krishna Krishna

Hare Hare

Hare Rama

Hare Rama

Rama Rama

Hare Hare.

Exclamó esto infinidad de veces, rápido, y con los ojos cerrados. Pero al percatarse que no daba ningún resultado, abrió los ojos, May seguía apuntándole, se alejó y corrió hasta la puerta. Pero no pudo salir, pues Pang no tardó ni un momento en soltar las balas.

Harrison cayó al suelo de su oficina, había muerto por querer justicia, como suele pasar a muchos. 

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