44) Ruego
¡Hola! Les traigo el capítulo de la semana, mañana voy a ver a Mr. Paul y a darle una copia de este fic, jajaja ok no. Y el domingo no podré, así que aquí lo tienen.
Así que disfrútenlo <3
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Heather necesitaba procesar las palabras que Linda había dicho:
—A Peter Asher, vamos a matar a su hermano, le cortaremos la cabeza y se la enviaremos a Jane—dijo Linda como dictamen final.
—¿Qué?—preguntó después de un tiempo.
—Así es, así será la única manera en la que Jane podrá entender mi dolor—dijo decidida.
—P-pero... ¡Es Peter Asher! No, no, te suplico y pido que no le hagas nada.
—Está decidido, asesinaremos a Peter, cortaremos su cabeza, y se la enviaremos a Asher.
—P-pero... ¿Por qué? ¡Él nada ha tenido que ver con esto!—Heather estaba impresionada, casi iba a llorar y hablaba con voz trémula— ¿Comprendes? ¡Nada de nada! Él no es de la Scotland Yard, él no ha estado en esta cacería, ¡no tienes ningún argumento!
—¡Mis hijos tampoco estaban en esto! Ellos no trabajaban con nosotros, ellos no eran Wings, y aun así, ¡Asher no tembló ni un momento en matarlos!—dijo Linda con dolor— Y así como a ella no le tembló la mano para matar a tres seres inocentes, la mía tampoco temblara cuando le dispare a su hermano.
—P-pero, ¡no tienes ninguna justificación! ¡Por favor! Viví mucho tiempo con Peter y Betty Asher, ¡son mis padres políticos! Te pido que no lo hagas—Heather abrazó deliberadamente sus rodillas y sollozó.
—No hay nada que puedas hacer para convencerme—Linda se separó—, lo haremos, o si ellos no quieren, yo lo haré.
Ella no paraba de llorar, era mucho dolor que no podía contener. Paul había permanecido en silencio otra vez, los demás tampoco querían hablar, pero al ver semejante situación, McCartney consideró prudente decir lo que pensaba.
—Heather tiene razón, no tiene ningún motivo lógico asesinar a Peter.
—Ahí vas, de nuevo a su lado—reprochó Linda muy molesta.
—¡No estoy del lado de nadie! Es lo que creo y pienso, no vamos a ganar nada matando a Peter.
—¡Mataron a tus hijos!—interrumpió Lennon furioso— ¿Quieres ir a ver esas tres pequeñas cabezas que yacen en un lago de sangre en una caja de cartón? Sé que no tienes empatía con nada ni nadie, sé que tienes nulos sentimientos, pero... ¿Quieres pensar en la mujer que, supuestamente, dices que amas y lo que sufre?
—¡Claro que pienso en ella!, ¿habría alguna razón para no hacerlo? Y sí—Paul caminó por toda la sala, sus pasos eran fuertes y agitados, sonaban así por sus botines negros— ¡Claro que me duele lo que pasó! Pero, seamos sinceros, Linda—la tomó de los hombros— ¿Esperabas que ellos fueran a salir vivos de todo esto? Es más, ¡Jane se estaba tardando en matarlos!
—¡Eres un estúpido!—Linda se soltó y le dio una fuerte bofetada.
Paul se acarició con impotencia y permaneció con su postura anterior, además de que conservó fúnebremente la calma.
—Sabes que es la verdad, era algo ya dictado. ¡Ellos ya iban a morir!
—Por eso mismo, ¡debíamos evitar su muerte!—exclamó Denny.
—Sí, perfecto, ¿dónde carajos íbamos a saber en qué lugar estaban?—farfulló Paul.
—Debimos de haberlos sacado de la casa de George, la última vez que los vimos—dijo Linda sin parar de llorar.
—¡No nos recordaban! Te vieron y salieron huyendo, ¿qué querías, Linda? ¿Sacarlos a la fuerza? Te creí más inteligente.
—¡Paul!—gritaron John y Yoko al mismo tiempo.
—¡Es la verdad! No nos recuerdan, no nos reconocían, ¿qué querías hacer? Éramos unos desconocidos para ellos, sin embargo, Heather recuerda a Peter, y Peter a Jane.
—¡Por eso mismo debemos matarlo!
—¡No lo haremos!—exclamó Paul, era una de las pocas veces en que demostraba su poder de forma autoritaria— No me importa lo que digas, o pienses, no me importa que lo hagas tú o alguien más, ¿escuchaste? ¡No vamos a matar a Peter!
—Si hubiéramos matado a Asher, nada de esto hubiera pasado—dijo Denny molesto.
—Pero no pudimos, ella es la verdadera enemiga, no Peter. Así que dejen de pensar como estúpidos, no vamos a matar a Peter—volvió a dictar Paul.
—Él tiene razón, los motivos de Linda también son válidos, pero, sinceramente, no es motor suficiente para asesinar a Peter—dijo John después de reflexionar.
—¡No lo harás! Nadie lo hará, y fin de la historia.
—Es cierto, no te preocupes Paul, yo vigilaré a tu mujer—dijo John decidido.
Paul le dio una mirada funesta, apretó sus puños y subió por las escaleras, Heather le siguió, debía de hablar cosas importantes con él.
Linda era una extraña combinación de llanto y rabia, tenía lágrimas sobre sus mejillas, pero apretaba los dientes en forma de furia total. Su cabeza se veía roja y sus ojos también, después de tanto llorar. Yoko intentaba calmarla, Denny se quedó sin palabras, John la miró con indiferencia, dio un largo suspiro, y después dijo en tono bajo:
—Preparen sus cosas, mataremos a Peter Asher, le cortaremos la cabeza, y se la enviaremos a Asher.
Linda sonrió, si podía provocar dolor en base al suyo, sin duda lo haría.
(...)
Paul y Heather se encontraban en la azotea, disfrutando del buen sol de un buen sol, justo y necesario, requerido y dado. Él tenía unos lentes negros, y miraba el paisaje como si fuera algo inalcanzable, lejano, e imposible. Heather podía ver esa profundidad con la que respiraba y observaba a través de los lentes su mirada, sus ojos caídos y sus mejillas también. Ella lo detestaba mucho, pero podía sentir tristeza en todo su ser.
—Paul, seamos sinceros. Esa nota, esa letra no es de Jane Asher, fue tu esposa y novia durante mucho tiempo. ¿No sabrías reconocer la letra?
—La "I" —dijo en susurro.
—¿La I?
—Siempre hacía la "I" más delgada y en cursiva.
—¡Exacto!
—Pero pudo mandar a alguien a escribir la nota.
—No creo, ¿qué sentido tendría mandar a alguien para escribir la nota? Quiero decir, ella puso su nombre, supuestamente, si no quería que nadie supiera que fue ella –porque mandó a alguien más a escribir la nota-, no hubiera puesto su nombre. Pero era obvio que, si hizo esa terrible acción, ella hubiera redactado el papel de su puño y letra—dedujo Heather con inconformidad.
—Es cierto—Paul le entendió— ¿Qué sentido tendría si alguien más escribía la nota?
—Es lo que digo, ¡Jane no mató a mis hermanos! Ni a tus hijos.
—Pero... ¿En dónde estaban?, ¿crees que estuvieran en un orfanato?
—No lo creo, porque, en primera—dijo Heather rápidamente—: sería muy peligroso dejarlos en un orfanato por el simple hecho de saber sus apellidos, toda Inglaterra le teme al apellido "McCartney", y sería muy obvio saber en qué orfanato estaban, además de que ustedes podrían llegar. En segunda, creo que estaban con una conocida.
—¿Una conocida?, ¿no crees que estaban con Peter?
—No, sin duda, no. Papá Peter no hubiera permitido su muerte, hubiera muerto él primero. Con él no estaban.
—Entonces... ¿Con quién?
—¿Tienes familiares que ella conocía?
Cuando Heather hizo está pregunta, el rostro de Paul se iluminó, ¡era obvio!
—¡Mi media hermana Ruth!
—¿Crees que estaban con ella?
—Absolutamente, Jane la conocía, ella vive casi al límite entre Inglaterra y Gales, así que es un lugar muy lejano de aquí. Ella sabría si nosotros íbamos a verla.
—¿De verdad? ¡Pues vamos! Estoy segura que Ruth nos dirá más cosas—dijo Heather emocionada.
—Exacto, ¿le decimos a los demás?
—No, Linda está muy alterada, esto es personal, asunto de McCartneys—Heather usó ese pretexto para no tener que lidiar con aquella mujer que era su madre.
—Es verdad, vamos, tú y yo, iré por las gabardinas para protegernos.
Paul regresó en un santiamén, así que ambos se enlistaron para recorrer un largo y sinuoso camino.
(...)
Paul y Heather emprendieron un largo camino a la residencia de Ruth McCartney, pudieron pasar desapercibidos por toda la ciudad, fue una larga caminata, grande y extendida, tanto así que llegaron como a las 3 de la tarde.
—¿Crees que tu mujer nos diga algo?—cuestionó Heather.
—No, además, yo no tengo porque darle explicaciones.
—Esa ni te la crees tú—dijo Heather en broma.
Paul hizo una mueca de risa, tocó la puerta de la alejada casita que estaba en el limítrofe de la nada. Eran pocas residencias las de ahí.
Tan sólo se escuchó el retumbar de la puerta, y Ruth salió de inmediato
—Me alegra que hayan venido —dijo cabizbaja, se veía emocionada.
Pero esa emoción se desvaneció al ver el rostro de su medio hermano.
—¿Paul?
Padre e hija se quitaron las capuchas y su rostro quedó al descubierto.
—Hola, he venido con Heather, ¿recuerdas a Heather?
—S-sí... ¿Qué te pasó en el cabello?
Hizo referencia a su raíz.
—Se está cayendo el tinte rojo—explicó.
—¡Pasen! Adelante, antes de que alguien los vea.
Ruth abrió su puerta con disponibilidad, los dos ajenos no tardaron en entrar. Todos se dirigieron hasta la sala de la casa, donde Ruth cubrió las cortinas.
—¿Abres la puerta sin preguntar quién? —preguntó Paul acomodándose en el sillón.
—A veces... —dijo nerviosa.
—Es muy peligroso.
—Pero bueno, está vez fue así porque estaba esperando a la policía—argumentó para justificarse.
—¿A la policía?, ¿Scotland Yard?—cuestionó Heather.
—Exacto, he comunicado por todos lados que... Paul, no sé cómo decir esto.
—¿Qué?—dijo sin sorpresa.
—Ayer... Secuestraron a mis sobrinos, ¡yo estaba cuidando a tus hijos! Y, de la nada, ¡irrumpieron en mí casa! Se los llevaron, fue un horror total. Me sedaron, quedé desmayada, y cuando desperté... ¡Ya no estaban! ¡Sería genial que me dijeras que están contigo!
Paul suspiró abatido, le costaba trabajo mantener una postura erguida, que demostrara fuerza o indiferencia. Pero supo que debía decir esas crueles palabras.
—Ruth, lo que sucede es que... Sí, sé dónde están los niños.
—¿Dónde?
Paul de verdad no podía decirlo, sabía que aquellas palabras destrozarían a su hermana, Heather lo notó.
—Lo que él quiere decir es que... Ellos...
—¿Es algo malo, querida?
Heather notó que Paul se quedó sumido en sus pensamientos, como si hubiera visto un punto fijo sin desconcentrarse, sus ojos miraban la pared, y parecía que ya no estaba en este mundo.
—Es que... Los niños... Han muerto, alguien los asesinó —dijo Heather con dolor —, y les cortaron la cabeza. La enviaron a la mansión Ono-Lennon, sabiendo que Paul y Linda estaban ahí.
Ruth tenía una ligera preocupación que se remarcaba con una sonrisa nerviosa, pero cuando escuchó esto, su rostro se decayó por completo y su expresión de horror fue muy evidente. No supo que decir ante tal cosa.
—¿Ellos están muertos?—preguntó para rectificar.
—Sí—habló Paul en un largo susurro—, y todo parece indicar que fue algo de Jane Asher.
—¡Por supuesto que fue de ella!—gritó histérica— Ella amenazó públicamente a los niños, ¡fue esa mujerzuela! Y lo peor es que no tardará en venir a casa, a fingir que quiere hacer justicia.
—¡Por eso hemos venido!—exclamó Heather con desesperación— Para hablar contigo, ¿eso pasó cuando secuestraron a los niños?
—¡No recuerdo mucho!—dijo al borde del llanto— Eran seis personas, pero todos iban cubiertos totalmente de negro, no pude ver el rostro de nadie. Eran hombres, cinco eran hombres, pero la sexta persona era delgada como un palillo, y hasta sus movimientos eran más finos. ¡Era mujer! No puedo dudarlo. ¡Era Jane Asher!
—¡Estaba cubierta! Ruth, de verdad, no puedes asegurar que ha sido Jane, ¡no tienes pruebas! Ya basta.
—No puedo creer que defiendas a la mujer que tanto daño han hecho a tu familia, ¡eres el colmo!
Mientras seguían discutiendo, Paul se quedó palpable en el sillón, no tenía otro propósito más importante que hacer más que sentarse, pero su cuerpo se activó en cuanto escuchó el timbre.
—Mierda—dijo Ruth.
Se asomó discretamente por la cortina, sólo para asegurar su propósito.
—¡Es Asher y un puñado de patrullas!—dijo asustada y en voz baja.
Paul se levantó de un salto, Heather se paró a un lado de él, se sentía muy asustada.
—¡Escóndanse! ¡Ellas quieren entrar!
Y obedecieron la orden, mientras Ruth se dirigía ferviente a abrir la puerta.
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