38) Suplicar

Linda quería que Paul recapacitara sobre el error colosal que había cometido, pero nunca se esperó semejante respuesta fuera de lugar.

—¿Q-qué?

—Así como lo oyen—caminó violentamente hasta la puerta— ¡Estoy harto de todo esto! Ya no quiero jugar, me doy por vencido. Necesito salvarlos a ustedes, si me entrego, ustedes saldrán con vida.

—No, no—ella lo detuvo tomándolo del codo—, es algo desubicado, ¡algo sin sentido! Por favor, Paul, no cometas semejante estupidez.

—Sí, sí... ¡Muy bien!—La única que aprobaba aquella decisión, era Heather— Me parece muy bien, señor McCartney. Hágalo, ¡es lo que debió de haber hecho hace mucho tiempo!

—¡Ya cállate!—Linda no soportó y le dio una bofetada a su hija— ¿Cuál es tu problema? En vez de ayudar, lo único que haces es perjudicarnos más.

—No, no Paul—intervino Denny—, no ganas nada con entregarte, ¿quieres que Asher gane?, ¿quieres que se pavonee ante el mundo diciendo que ella logró capturarte? ¡No! No dejes que te gane.

—Denny, eso ya no me importa—Paul se apartó de Linda y dio unos pasos a la salida—. ¡No me importa si gana Jane! Esto ya no tiene sentido, ¿escuchaste? Ningún sentido para mí.

—P-pero... ¡Piensa en nuestros hijos!

—¡AH!—Paul se indignó demasiado— ¿De verdad aún piensas en ellos?, ¿qué quieres hace cuando los tengas? Ellos no te reconocen, y Jane dijo que nunca lo harían, ¡ni siquiera Heather que vivió más contigo puede acordarse mínimamente de algo! ¿Crees que los niños si se acordarán? Por favor, Linda, además ¿Qué clase de futuro les espera a nuestro lado?, ¿les vamos a enseñar como huir de la policía! No...¡No! Yo prefiero que se queden con los Harrison o con cualquier otra maldita familia que les pueda dar una maldita normal. Nosotros no podremos, nunca, ¡ni siquiera si logramos matar a Jane! No vamos a poder, ¡no hay ninguna razón para seguir prófugos!

—Sí, por primera vez hablas con cordura. No lo dude más, Paul, ¡ande! Vaya y entréguese ante la justicia—Heather hablaba sin pensarlo.

—Eso haré, y te puedes ir cuando desees. Le diré a Jane lo que pasó cuando me secuestraron, es absurdo seguir ocultando algo tan banal e insignificante.

—¡Muy bien!—Heather aplaudió mientras Paul salía de la casa— ¡Eso es!

Linda y Denny siguieron a Paul, caminaron por todo el jardín, hasta que ella logró unos segundos después.

—No, no... por favor, mi amor... ¡No quiero estar en la cárcel de nuevo!

—Huye, huye Linda—Paul acarició su mejilla— ¡Huye del país y no vuelvas!

—¡No huiré sin ti y mis hijos!—apretaba su codo con firmeza.

—Pues tendré que irme, ¡déjame ir!

Parecía que nada podría detener una mente tan terca y aferrada como la de Paul McCartney, nada... excepto una maceta que cayó desde la ventana.

—Oh, carajo...—dijo Linda al verlo desfallecer en el suelo.

Denny, Heather y ella se asomaron para ver quien había sido el responsable de aquel acto. Fue su sorpresa al ver que había sido John Lennon, acompañado de Yoko, quien miraba sin mucha emoción todo esto.

—No te diré que estoy feliz, pero gracias por impedir que se fuera—dijo Linda al ver desde la ventana.

—Ya llevamos mucho camino recorrido como para que a este tarado se le ocurra entregarse—dijo John dese su balcón.

—¡Gracias! —dijo Denny alegre.

—¡Que esté en la casa! Cualquier movimiento puede ser peligroso, ¡cárguenlo de regreso!

Heather quiso impedir que Linda y Denny regresaran a la mansión a Paul, quería hacer que despertara. Pero Linda la obligó a meterse también. Los salvaron, sin duda, pues ese movimiento precipitado pudo haberse significado una derrota absoluta.

(...)

Jane Asher ya no había pensado en los Wings y la manera de como capturarlos, fue muy irónico, pues era el momento más vital para hacer algún plan mucho más elaborado, pero no. Miraba la punta de su lápiz y le sacaba punta aunque no lo necesitara.

—Miren quien vino, desde hace dos días que no se presenta—dijo Jane al ver que Maureen entraba.

La última no tenía humor de nada, tenía un gran abrigo negro, de peluche, unas ojeras que demostraban noches terribles, y un cabello enredado después de habérselo tocado tanto.

—Claro, Asher... como una puede asistir sin problema alguno a esta clase de cosas—dijo Mo' devastada.

—Sabes que fue una broma—sacó más punta al lápiz y lo tocaba con su dedo índice—, sabes que respeto esto. Pero no puedes deprimirte todo el tiempo, como diría mi gran colega y héroe eterno: El trabajo es el mejor antídoto para el dolor, querida Maureen.

—¡No para mí! No sé en qué clase de ficción vivas tú, Jane, no sé en qué clase de libro literario crees pertenecer. Pero yo no soy fuerte, Jane. ¡No lo soy! No soporto tanto dolor, ni siquiera sé porque sigo con todo esto. Debería suicidarme y acabar con todo esto.

—Maureen—Jane botó los lápices y se levantó de su silla— ¡Por favor! No digas tonterías, te necesito, y te necesito más que nunca. ¿No sabes lo que pasó con May? ¡Me amenazó! Sí, ella me amenazó. Dijo que me mataría, atraparía a los Wings y tendría todo el crédito del mundo, no se lo puedo permitir. ¡N-O se lo voy a permitir!—recalcó.

—¿Y qué quieres que yo haga? Vamos Jane, tú quieres armar competencia con todo el mundo. Parece que tú quieres armar pelea con medio mundo.

—Maureen, quiero que tú me ayudes. Eres la única persona que puede hacerlo, no me dejes con May. Eres el equilibrio que tanto necesito mi vida, la única que puede controlarme y hacer que no May y yo nos matemos a punta de balazos.

—Pues lo siento, pero no puedo. Consíguete a otra aliada—dijo Maureen y cerró su abrigo—, pero yo no. Ya he tramitado los papeles de la renuncia, no me quedaré aquí. No lo haré.

—¿Qué quieres que haga? ¡No te voy a suplicar!

—Pues no es lo que estaba esperando—finalizó molesta.

Maureen sujetó su bolso y se retiró lo más pronto que pudo. Jane gritó y exclamó su nombre infinidad de veces, intentó detenerla. Pero todo fue en vano.

—No puede ser—dijo en cuánto regreso a su oficina—, nadie me está alabando y adulando ahora, no tengo a nadie de intermedio. ¿Qué haré?, ¿me consigo a otro empleado?, ¿o soy yo mi propia trabajadora y dueña?—se preguntó con los dedos sobre la barbilla.

(...)

Una extraña dieta macrobiótica llevaban John y Yoko desde hace mucho tiempo, idea de ella, esa dieta proviene de su país natal, Japón. Así que todos sus alimentos se denominaban como "Yin" y "Yang": mieles, lácteos, cereales y todo lo demás. Así que se encontraban comiendo un plato de vegetales crudos mientras discutían que hacer.

—Ringo se irá—dijo John vencido—, él ya no quiere nada, no quiere ser parte ni de Wings ni de Plastic Ono Band.

—Es una tristeza, pero en parte lo entiendo—dijo Yoko.

—Lo sé, lo que hizo Paul fue una verdadera idiotez. Pero es comprensible, en este loco mundo, no puedes pensar quienes son tus amigos, o quienes no lo son.

—Sí, pero... ¿Qué se le puede hacer?

—Estoy seguro de que podemos ganar, nosotros somos más. Los Wings, Ringo, Barbara, tú y yo. Después de esto, es casi seguro de que Maureen renunciará, y sólo quedará Jane.

—Exacto, ahora sí, podríamos ganar.

—Pero no lograremos nada si Ringo se va, nos debilitaremos. Lo necesitamos, de verdad que sí.

—John—bebió agua—, con todo lo que a mí respecta, creo que Ringo no tiene ningún interés en seguir con esto. Está bastante dolido, y prefiere retirarse antes de ver a Asher muerta.

—Lo sé, así que ese es nuestro problema—John se sirvió jugo de berenjena—, necesitamos hacer que Ringo odié a la Scotland Yard, todavía no es muy seguro de que Maureen vaya a renunciar. Conocemos a Asher, ella es tan malditamente convincente, que podría hacer de todo con tal de que Maureen se quedara.

—Eso sí.

—Pero... ¿Cómo? Debo de admitir que el plan de Denny y Linda de hacerle creer que fue Jane la culpable, fue inteligente, pero vamos... Paul está muy mal como para pensar con claridad.

—Siempre lo estuvo—se burló con una sonrisa pícara.

—En fin, ¿cómo Ringo odiaría a Maureen? Ahora estará con ella, ¿qué es lo que le importa a Ringo?, ¿Qué haría ella para provocar su odio total?

—Sinceramente, no lo sé.

John se quedó pensando plácidamente, observaba el paisaje oscuro de la ventana, Yoko comía muy lentamente sus vegetales. Hasta que a Lennon se le ocurrió algo tan inteligente como nocivo.

—Tienes razón, Ringo y Maureen se unirán más, pero no por mucho, Barbara lo acompañará en la noche a casa de Maureen—añadió Yoko.

—¡Claro! ¡Barbara! Es lo único que le importa a Ringo ahora, su bella y elegante mujer.

—¿Qué?

—Si matamos a Barbara en esa reunión, él creerá que fue Maureen, y la odiará para siempre.

Yoko no dijo nada, y John siguió razonando con una inteligencia que nunca había tenido antes.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top