30) Ocultar
Jane Asher no podía creerlo, era terrible. Jamás pensó que podría llegar a niveles tan exagerados de locura personal, pero no lo sentía mal, todo lo contrario, sabía que Francie había hecho algo que la hizo enojar, entonces, estaba en su derecho de hacer que pagara, ¿Por qué no? Pero sabía que la policía no iba a pensar lo mismo.
Verificó que Francie realmente había muerto, no había sido con intenciones verdaderamente malignas, no, fue más un accidente. No había sangre, debía mentir, pero debía tener alguien a su lado para que rectificara su mentira.
—Jane...—justamente había llegado Maureen.
— ¡Benditos los ojos que te ven!—dijo asustada.
— ¿Qué ocurrió?
Maureen no tardó en darse cuenta que ahí se encontraba el cadáver de Francie, y temió lo peor.
—No me digas...
—Tú eres la perito, ¡Debes decir que fue por un paro cardíaco! —gritó Jane alterada.
—No... No...—Maureen no podía creerlo— ¿Q-qué hiciste?
—Fue un accidente...
— ¡Jane!
— ¡Su cabeza botó en el buró!, ¡Yo no tuve la culpa!
— ¡No creo que la cabeza de Francie haya tenido un imán hacia el buró!
—Pues... ¡Ella me provocó!
Maureen entró a la celda y cargó el cuerpo de Francie, lo acostó en el catre y rectificó sus signos vitales, pero totalmente escasos y nulos.
—No hay sangre, ni signos de violencia. El golpe fue interno.
—Maureen, Mo', mi fiel amiga—Jane tomaba sus manos, y tenía una mirada que pedía clemencia—, yo no soy una asesina.
— ¿Y esto qué es?—preguntó Maureen aterrorizada y se soltó violentamente—, ¿Qué es?
—Debes decir que fue un paro cardíaco, que estábamos las tres, y ella se desplomó en el suelo.
— ¡Inaudito!, ¡Qué mentira más grande!
— ¡Vamos Mo'!—Jane empezó a llorar lentamente — ¡Tienes que decirlo! ¡Y que yo no tengo nada que ver!
—Jane...no...
— ¡Bien!, ¿Sabes por qué lo hice?, ¡Porque estaba estresada!, ¿Y sabes por qué estaba estresada?, ¡Porque vino alguien!, ¿Y sabes quien vino?, ¡John Lennon!
— ¿John Lennon?
— ¡Sí! Y no vino por órdenes precisas de Yoko, ¡Vino a burlarse de mí! Me amenazó, Lennon/McCartney ha vuelto, ¡Y en forma de delincuentes!, ¿Puedes creerlo? Pues deberías, porque me ha dicho que no descansarán hasta recuperar a los hijos de Paul, ¡Harán que Wings huyan!, ¿De verdad crees que no sean capaces?, ¡Por favor! Huirán de la justicia, así que bien... ¡Dile a todos que asesiné a Francie!, ¡Bien! Espero que Astrid o tú puedan combatir no sólo a Wings, ¡Sino también a la Plastic Ono Band!
Esas palabras hicieron estremecer a Maureen, ella no quería encubrir algo tan terrible como el asesinato de Francie, pero sabía que ni ella o alguien más podría combatir a aquella terrible amenaza. La vida de todos corría riesgo, y no podía dejar que algo malo sucediera.
—Bien... ¡Pero debes concentrarte! Nada de tus idioteces —dictaminó.
—Sí Maureen, tienes toda la razón. No permitiré que los asuntos personales gobiernen otra vez, además, temo por mi vida. Prefiero matar a Paul antes de que él me mate a mí.
—Bien, acompáñame para decir la mala nueva.
Ambas salieron de la celda, Maureen caminó como si ella fuera la verdadera jefa, Jane no estaba en disposición para reclamar nada.
—Pero quiero decirte que compartirás celda con Linda, porque diré todo una vez que capturemos a los Wings.
—Sí Maureen, eso me parece justo—dijo Jane seriamente.
Mo' se adelantó un poco más, y Jane susurró lo que nunca creyó decir:
—Para cuando atrapemos a Paul, tú ya vas a estar muerta.
(...)
Freda Kelly estaba viendo una de las cosas que siempre añoró volver a vivir, pero no tenía el contexto que siempre había querido.
Pues veía como sus ex jefes, Paul McCartney y John Lennon volvían a hablar, a ser amigos, a seguir como antes. Pero temía que toda esa inteligencia fuera usada con fines malvados.
—No debiste ser tan rudo con ella—dijo Paul cuando escuchó la anécdota Lennon-Asher.
—Vamos Paul, se lo merecía, ella siempre tuvo un ego de los mil demonios. Además, desde que se volvió policía, se ha vuelto insoportable.
—Sí, pero...
—Y te secuestró.
—Bueno John—ambos amigos bebían de una cerveza —, debo confesar que creí que ya no la iba a librar, que Jane Mr había atrapado y condenado para siempre. Pero es bueno saber que los milagros existen.
—Y todo derivado de una gran mujer como lo es Linda.
—Sí, ciertamente, ella es un ángel.
—Me alegro que tengamos nuestro propio momento a solas, creo que ya era justo y necesario. Así que podemos hablar como en los viejos tiempos.
—Por supuesto —chocaron sus cervezas.
—Dime Paul, ¿A quién amaste más? ¿A Jane o a Linda?
—Bueno, creo que es obvio que la mujer con la que aún sigo.
—Eso no responde la pregunta.
—Eh... Esas cosas no se preguntan.
—Claro, como lo he dicho y pensado, creo que Jane tiene está eterna pelea contra ustedes porque aún te ama.
—Eso es absurdo, Jane ya no me ama, y yo tampoco a ella.
—Bien, pero entonces... No me has respondido la pregunta —dijo John directamente.
(...)
Todos habían creído plenamente la versión que Maureen Cox dio respecto a la muerte repentina de Francie Schwartz, nadie la criticó ni dijo nada que pudiera sonar amenazador para Jane. Ni una pregunta, cuestión ni nada. Fue sorprendente para ella pasar desapercibida.
No pasó ni un día para que ella volviera a ocupar su vieja oficina y fuera la patrona máxima, nuevamente.
—No lo creo, de verdad que no—dijo Mo'.
—Te digo que nadie la necesita, que yo soy la jefa indudable, ¿Acaso no lo dije?
—No te creas, aún sigue Astrid. Seguimos siendo sus trabajadoras, no cuenta aún mucho. Y olvídate de Stu, pues él sigue muy herido por la última vez, y no creo que quiera obedecerte.
—Ya lo veremos, y no, no creo que Astrid tenga el control.
Pete Best entró a su oficina sin previo aviso, eso era una de las cosas que más odiaba Jane, que ni siquiera tocara la puerta.
—Patrona...—llegó muy agitado.
—Best, por un carajo, ¿No te han enseñado a entrar decentemente?
—Lo siento, patrona, pero esta es una gran y cardíaca noticia.
— ¿Qué es?
—Me acaban de informar, que Astrid y Stuart tuvieron un accidente automovilístico, y hace unos momentos, acaban de fallecer.
¡Qué miedo! Justamente estaban hablado de ellos, ¿Qué era aquello?, ¿Una señal del destino? Jane no podía creer otra cosa, y fue ahí cuando supo, que oficialmente, su tiranía había empezado.
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