𝕾𝖚𝖊ñ𝖔𝖘
El paraíso eterno...
El lugar donde los ángeles Jin y Namu nacieron, crecieron, se criaron pero también perdieron. El lugar donde juzgan a los que quieren ser algo mas, donde se castiga a los que piensan diferente. Todos los ángeles le tenían miedo al supremo, quien les mandaba, a quien obedecen...
-¡Es nuestro creador seokjin! ya basta, deja esas ideas atrás...- caminaba el castaño desesperado mientras le gritaba al mas alto- algún día nos meterás en problemas, ¿¡lo sabes no!?- giro para ver al contrario castigándolo con la mirada.
-No me mires así namu- dijo entre risas, de verdad era chistosa la forma en la que el castaño se ponía cuando hablaba de ese tema- vamos, ¿no hare nada ok?- volvió a insistir esta vez levantando las manos como inocente.
-Eso espero..., de verdad no creo que salga nada bueno de esas ideas KIm- esta vez se acerco a el con una mirada menos hostil- de verdad esto da miedo.
-¿El que?, nada aquí te debería de dar miedo namu- comento mientras se acercaba también recíprocamente- es irónico, es el paraíso eterno ¿no?- el contrario asintió- no pienses tanto nam, estamos bien sin analizar nuestro alrededor.
-lo se pero es injusto, es injusto que nadie puede ser diferente o pensar distinto, nadie puede sentir nada, ¿la humanidad que tiene pensada crear podrá sentir?. ¿Ellos si serán dignos?- esta vez termino por dejar caer su peso en el pecho del pelinegro.
-Quizás si, y si no nosotros podemos enseñarles como hacerlo- abrazo lentamente a este mientras seguía hablando- podemos ser diferentes, no se... ¿Podríamos correr el riesgo?
-¡Seokjin!, ya es tarde, vengan ambos- interrumpió otro de los entes místicos.
Inmediatamente ambos se separaron y se pusieron en marcha sin hacer ningún otro comentario al respecto. Hablar y opinar era realmente complicado cuando durante toda tu existencia te habían enseñado que estaba mal.
Pero Jin llevaba algo de razón, es irónico, un paraíso debería ser de lo mejor sin embargo aquel no era esa clase de paraíso. Y probablemente ninguno de los que se encontraba ahí podría conocer alguno real en su vida.
Después de unos minutos ambos llegaron al informatorio, todos los ángeles estaban obligados a llenarse de conocimiento. Demasiado e inútil conocimiento, ya que en el paraíso el conocimiento no servía de nada sin embargo era algo que se tenia que hacer.
Aprender todas y cada una de las próximas lenguas e idiomas, los significados de palabras que ni siquiera existen o son usadas. Y descripciones de objetos que aun no son creados.
Era algo aburrido sin embargo era la rutina y una de las ocupaciones de los ángeles.
-Siempre tardan y por su culpa el arcángel jung siempre nos regaña...- refunfuñaba un ángel un poco mas pequeño que los anteriores dos y con facciones aun mas lindas y delicadas.
-Vamos jimin, ni siquiera te gusta ir al informatorio- enfrento el castaño.
El mas pequeño se encogió sabiendo que es cierto, pero el tan solo era otro pequeño ángel con miedo de hacer algo mal, con miedo de no ser suficiente y de pensar diferente.
-Nam, a nadie le gusta ir, pero es lo que todos tenemos que hacer. No lo culpes - interrumpió el pelinegro, volteando a ver al ángel mas pequeño- vamos jimin, no te desanimes, ¿ok? - el pequeño asintió
Los tres entraron al informatorio encontrándose con el arcángel jung justo entrando, intentaron pasar de desapercibidos sin embargo Jung ya los había visto.
-Llegan tarde- menciono este sin dirigirles la mirada- se quedaran a limpiar el informatorio toda la semana como reprenda por sus acciones- dijo levantando un poco la voz.
-J-Jung- intento hablar jimin acercándose a el, el arcángel jung no era alguien a quien tenerle miedo, era muy bondadoso, sin embargo, era muy diciplinado y estricto - mañana tenemos clase de vuelo después del informatorio... así que no creo que nos podamos quedar.- su comentario provoco que el arcángel volteara inmediatamente.
-No creo haberte preguntado park- soltó de inmediato. El mencionado intento rechistar sin embargo este lo volvió a interrumpir- no me interesa si tienen mas cosas que hacer, lo hubieran pensado dos veces antes de llegar tarde por decima vez consecutiva- sanciono mirando a todos los ángeles que aguardaban aun a pocos metros de la entrada.
Los tres ángeles se quedaron estáticos sin decir nada mas esperando a que el mayor se marchara. En cuanto se encontraba lo suficientemente lejos todos se dirigieron hacia una de las mesas del informatorio para empezar a estudiar.
-Jimin, ¿estas bien?- pregunto el pelinegro con un tono preocupado al rubio que mantenía la mirada perdida en las letras y signos del libro, sin embargo, este no contesto- jimin, te estoy hablando, ¿estas bien?
-Jin déjalo- interrumpió esta vez el castaño- no creo que sea el momento- dijo en un tono de voz aun mas baja. El rubio había dejado caer una lagrima en la sensible y delgada hoja de papel que estaba intentando comprender-.
Jin entendió y se dedico a mirar su libro también, todos en completo silencio hicieron lo mismo por un rato. Leyeron miles de millones de palabras que no comprendían. Analizaron billones de dibujos descriptivos sin lograr entender que era lo que "describían".
Era la rutina, lo cotidiano. No había nada mas que hacer excepto lo que el gran creador quería que hicieran ellos y cada una de las cabezas angelicales que se encontraban en el paraíso
La cotidianidad mata los sueños..., lamentablemente, estos tres dulces ángeles, no sabían que significaba la cotidianidad y no conocían algún sueño.
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