━━XXIV: yearning hearts

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━━CAPÍTULO VEINTICUATRO━━


【 CORAZONES ANHELANTES 】


Un poco de confianza, un poco de optimismo, un poco de certeza. Era lo que necesitaba. 

Quizás no tanto optimismo.

Sigrid contemplaba a Draco, recostado sobre una de las colinas altas de Berk, con grandes copos de escarcha flotando a su alrededor, cubriendo la zona primaveral en blanco luminoso. El frío le hizo recordar a los días comunes de Kain, se abrazó a sí misma y frotó sus brazos para entrar en calor. Un poco de vaho salió de sus labios y el pequeño ruido que emitió sus labios, hizo que los oídos del Furia Espectral se agudizaran.

Lentamente, la criatura giró su cabeza y al reconocerla, bajó sus orejas y escondió sus garras. Había algo en él diferente, el aura que transmitía, el poder gélido recorriendo todo su cuerpo, el color de sus ojos. La kainiana pasó saliva por su garganta, sus manos se aferraron a los cordones de su corsé y contuvo el aliento cuando el dragón la miró a los ojos. Trató de comprender y comprender, trató de recordar, trató de olvidar. Draco la observó, a la espera de su reacción, más no sucedió nada.

En su lugar, un camino de huellas sobre la nieve fue lo único que dejó atrás.


⚘❀༄

—¿Qué haremos?

Al amanecer del tercer día de aplicar el antídoto a Draco, el equipo se había reunido en la herrería para discutir la severa situación sobre Rekvhan. Sigrid no se veía complacida en lo absoluto, se encontraba sentada sobre el escritorio donde Hipo trabajaba, con las piernas colgando por la altura. A Niels se le hacía un poco extraño el verla con vestimentas vikingas, había dejado de lado los extravagantes vestidos y los había reemplazado por faldas cortas de cuero; portaba una con pequeños artilugios de metal con figuras de estrellas, una blusa de manga larga azul y medias oscuras por debajo, con unas botas peludas blanquecinas. Pese a todo, seguía usando los mismos colores de su vestimenta. Lo que le resultó un poco irónico. 

—Rekvhan no ha atacado en la última semana —comentó el ojigris, alzando los hombros. El espacio en la herrería era tan caluroso que tuvo que alzarse las mangas de su camisa, al ver cada una de las herramientas no pudo evitar sentir nostalgia al recordar su lugar de trabajo en Fair junto a su padre adoptivo—. Es posible que ya no lo haga.

—¿Y debemos esperarnos a que lo haga? —preguntó Said, jugando con un par de mondadientes de dragón. 

Niels lo miró con los ojos entrecerrados, cruzó los brazos sobre su pecho y suspiró.

—Las leyendas decían que su función era proteger a los dragones, quizás ya se ha encargado de las peores amenazas —comentó Sigrid, tenía la mano cerrada en su brazalete, lo balanceaba entre sus dedos. Al percatarse de que había captado la atención, detuvo sus movimientos y alzó el rostro—. Siento que lo mejor es no intervenir.

Aquella última oración fue tan inusual, que todos en la sala alzaron el rostro y posaron su vista en ella; inclusive Niels.

—¿Quién eres y qué hiciste con la Sigrid de hace un mes? —preguntó irónico Patán, dando un paso hacia el frente para ser visto—. Tú eras quién más insistía que debíamos salir por ella.

—Porque estaba lastimando a personas inocentes —respondió, fijando su vista en el vikingo. No debió ser una mirada cálida, porque Patán retrocedió unos cuantos pasos—. Ya no ha pasado, no podemos tomar cada pequeño problema y convertirlo en nuestro.

—¡Eso es exactamente lo que hacemos!

—¡Sí! —concordó Brutilda a las palabras de su gemelo, dando un pequeño salto que sobresaltó a Patapez—. Y se debe especialmente al hombre escuálido que tienes como esposo.

«Hombre escuálido» Niels casi se río por el sobrenombre, pero se mantuvo quieto, con el pecho firme. Hipo, quien hasta entonces había permanecido callado unas mesas alejadas, observó mal a Brutilda.

—Esas eran situaciones completamente diferentes —replicó el jefe de Berk, aproximándose hasta donde Bocón se encontraba; cerca de la fragua, en la dirección opuesta de Sigrid—. Lo mejor que podemos hacer es esperar, al menos hasta completar el entrenamiento de Draco. Es un híbrido y podría ser de ayuda sí descubrimos el pilar que posee.

Los pilares.

No había sido fácil descubrirlos o saber que existían, en su totalidad. Meses atrás, se habían percatado del cambio de tonalidad en las escamas de los dragones híbridos en determinados momentos, pero no fue hasta que durante una redada Nymeria cambió la tonalidad de estas y veinte cazadores perdieron el conocimiento en cuestión de segundos; que se dieron cuenta que se trataba de algo inusual. Los Alacambiantes aunque podían hipnotizar, no podían hacer lo que Nymeria hacía. Y luego, las pistas vinieron hacia ellos, muestras magnánimas de poder en dragones híbridos salvajes o en conocidos como Trueno, donde sus habilidades superaban sus límites.

Tras noches enteras de investigación y análisis en los dragones, se dieron cuenta que aquellos patrones en los dragones híbridos no debían ser una coincidencia. Aunque sus habilidades fueran distintas, consiguieron encontrar el punto de unión entre ellos; para darse cuenta que todo estaba conectado con la dragona de la vida.

—Mientras tanto, aprovecharemos para continuar con las redadas —prosiguió Hipo, haciendo que los gemelos y Patán se tranquilizaran. Bocón, no pareciendo muy complacido con la respuesta, alzó una ceja y abrió la boca para indagar—. Las actividades ilícitas de los cazadores no se han detenido, debemos salvar a tantos dragones podamos.

—Ya me parecía extraño que nos dieras minutos de paz —rebatió Brutilda con un bufido y Niels se preguntó qué significado tendría para ella o su hermano la palabra «paz».

—Es Hipo, nunca esperes que se mantenga tranquilo —interrumpió Sigrid, curvando sus labios en una media sonrisa.

—Supongo que esas redadas tardarán tiempo en ocurrir, ¿verdad? —preguntó Bocón al cabo de unos minutos, quien se había mantenido ajeno y escuchando. Algo inusual en él—. Se necesita planificar.

—Ya está. —Astrid se aproximó y le pasó el mapa enrollado con el que habían trabajado noches atrás junto a Daven y él—. A Niels se le da muy bien detectar los lugares en el que los cazadores van a desembarcar, tomó menos de un día acertar en el lugar. Es preciso, no fallaremos en esta ocasión.

Todas las miradas se centraron prontamente en él y tuvo que inhalar profundo. No estaba acostumbrado a ser el centro de atención y miró mal a su hermana cuando esta sonrió ampliamente.

—¿Partirán dentro de un mes? —aventuró Bocón.

—Eso es demasiado, lo haremos en tres días —dijo Said, con el pecho inflado de orgullo—. No puedo esperar a utilizar mi nuevo traje y conocer la reacción de esos barbudos.

—¡Las redadas necesitan planificación! —exclamó el herrero, no se veía nada contento con la idea—. Por mucho que me gustaría tener dragones en Berk, estamos llegando al límite. No están pensando en todos los riesgos que pueden traer sí siguen saboteando barcos.

—¿Y entonces debemos quedarnos de brazos cruzados?

—No estoy diciendo eso. —El herrero se llevó una mano a su sien, antes de dirigir una mirada hacia los demás en general—. ¿Han pensado en que Rekvhan decida venir a por nosotros sí nos ve hacer lo mismo que los cazadores? Para ella no hay diferencia, puede detectar a los dragones en grandes cantidades y adivinen donde se concentra la mayor población de ellos. ¡En Berk!

Niels no rebatió. Aunque no podía negar el sentir las palabras de Bocón un tanto exageradas, se dio cuenta que parte de ellas tenían verdad. Nadie les aseguraba que Rekvhan tarde o temprano centrase su atención en Berk sí continuaban rescatando dragones continuamente. Como fuese, a los demás no les pareció agradable escucharle, Brutacio y Patán bufaron alardeando que aquello no pasaría. Said se mantuvo callado, reflexivo inclusive, lo que le sorprendió. Pero Kristoff fue el primero en romper el silencio. 

—Bocón tiene un punto. —El rubio se encontraba alejado del resto, se veía concentrado en un par de papeles viejos—. Creo que todos estos problemas están conectados y queramos o no, debemos enfocarnos en resolver la situación con Rekvhan antes de intentar otra cosa. Es posible que, con su ayuda, los cazadores ya no representen una amenaza.

—Entonces hay que hacer eso, darle prioridad al entrenamiento con Draco durante estos días.

—Y mientras tanto, quizás es tiempo de que debamos dar enfoque a otras cosas primordiales —comentó Bocón, con un encogimiento de hombros y una sonrisa que hizo al ojigris generar cierta sospecha; sobre todo cuando el hombre empujó un poco a Hipo. 

—Es cierto, hay asuntos importantes que debemos atender...

—¡Exacto! —El herrero interrumpió al ojiverde, inclusive el rostro se le iluminó de la emoción. Se levantó de su vieja silla y un poco de aserrín cayó al suelo tras incorporarse—. Pensé que nunca lo dirías, la boda.

—¿¡La boda!? —repitió Said desde el otro lado, enderezándose de golpe. Se acercó y se dejó caer junto a Sigrid, con una sonrisa ansiosa—. ¿Así que finalmente nos casaremos Astrid y yo?

—No, idiota —replicó la rubia con una sonrisa apenas perceptible que Said no logró captar.

—Eso dolió, eh —abucheó Patán, parecía feliz de no ser el centro de las burlas por primera ocasión.

—Ya, ¿pero entonces? —preguntó Patapez, ciertamente intrigado.

—¿Pues cuál más? La boda de Hipo y Sigrid.

El golpe seco de una de las herramientas de Bocón rompió el silencio. Niels observó a Hipo, con el rostro ligeramente rojo tras la insinuación de Bocón y luego a Sigrid, tan impasible como siempre, solo que su mirada... Niels se compadeció por Hipo, quien se encogió en su lugar tanto como pudo, alejado de la mirada acusadora de su esposa.

—¿Boda? —Astrid frunció el ceño, posando su mirada en Hipo y luego en Sigrid, quien se veía tan confundida como todos los presentes—. Ustedes ya están casados...

—El Jefe de Berk y la Reina de Kain necesitan una boda vikinga para celebrar cómo es debido —respondió Bocón altamente orgulloso. Hipo intentó detenerlo, pero fue inútil—. Es un símbolo de orgullo y prosperidad para la isla.

Por un momento, el silencio reinó. Aquel era un tema que no hubieran esperado escuchar, sobre todo porque Sigrid e Hipo eran reservados con su relación. Niels en lo particular conocía tanto a Sigrid como para darse cuenta que a ella no le gustaban los eventos grandes, sobre todo cuando era el centro de atención. La sorpresa los dejó atónitos por unos instantes. 

Se rompió al escuchar una risa nerviosa emerger de los labios del jefe de Berk.

Desde su posición, Niels observó con atención, solo para ver lo que los demás. La bota de Sigrid sobre el regazo del vikingo, que indicaban que la había lanzado hacia él. Pequeños rastros de tierra se marcaban sobre la frente del ojiverde el lugar exacto donde la bota había aterrizado. Un detalle que arrancó una sonrisa de los labios de Erwan. No sabía que Sigrid tuviera tanta rapidez... o fuerza.

—Vaya... —murmuró en voz baja, apenas audible para quienes estaban cerca de él. Said se río con diversión, al igual que Patán.

Las reacciones de Sigrid eran tan improbables, que ninguno profirió comentario alguno para no ser la siguiente víctima. En cambio, las miradas se dirigieron a Hipo; quien, para su sorpresa, reaccionó tranquilo. Un poco divertido también, aunque no descartaba los nervios.

Silenciosa como siempre se caracterizaba, su hermana se bajó de la mesa y se encaminó a la salida de la herrería con esa elegancia que siempre portaba. Antes de abandonar el lugar, pasó por un lado de Hipo y le dio un ligero golpe en la espalda.

—Habrá guerra —dijo Patán con una sonrisa socarrona, tras haberse asegurado de que la kainiana no los escuchaba.

—Apuesto a que Hipo dormirá en la herrería esta noche —agregó Brutacio.

—¡Eso está fuera de contexto! —Se defendió Hipo mientras se levantaba, todavía sujetando la bota de su esposa.

Niels cruzó los brazos, permitiéndose finalmente una breve carcajada cuando el berkiano abandonó el lugar. Posó una mirada en Astrid y la apuntó, entre acusatorio y divertido.

—Estoy seguro de que has hecho algo con mi hermana.

—Te sorprendería saber que siempre ha sido así, aunque la mayor parte del tiempo sea reservada —replicó con una carcajada, orgullosa.

⚘❀༄

Hipo no tardó en divisar su cabello castaño ondeando con el viento, adornado con pequeñas trenzas y broches de plata, los cuales refulgían por los rayos del sol. Se apresuró a alcanzarla, pero antes de que pudiera hablar, la otra bota voló hacia él. Al ojiverde le seguía sorprendido la rapidez con la que se las quitaba. La alcanzó a atrapar antes de que esta le golpease el rostro también y las sujetó con una sola mano, con la otra, la rodeó por la cintura, deteniéndola.

—Synn...

—No.

—Bocón se apresuró a revelar las cosas así... —intentó justificar, mientras pasaba saliva al ver la intensidad de su mirada.

Ahora con los rayos del sol sus ojos grises habían adquirido una tonalidad más clara que lo embelesaron, ella pareció aprovechar esa oportunidad de desconcierto cuando Hipo aflojó el agarre. La kainiana se alejó lo suficiente de su agarre, lo tomó de la muñeca y lo lanzó por encima de ella. La suavidad del césped sofocó un poco el dolor cuando su espalda se estrelló contra este y, sin darle tiempo a nada, Sigrid se inclinó por encima, presionando su pecho con su rodilla.

—Sí me vuelves a ocultar cosas como estas... —advirtió e Hipo río, una risa nerviosa que alborotaba su corazón. Debía estar locamente enamorado de ella para sentirse aún más atraído después de eso.

—Tienes mi palabra —prometió, Sigrid entrecerró sus ojos por unos segundos; pero no se movió. Hipo, no queriendo hacer un movimiento que la pusiera furiosa, dejó caer su cabeza hacia atrás con un suspiro exagerado—. ¿Puedo defenderme o hasta aquí llegué? —preguntó con una sonrisa traviesa.

Algunos vikingos los miraron sin saber que tan prudente sería intervenir a lo ocurrido o pretender que no habían visto nada. Hipo, todavía tumbado, alzó un pulgar y esbozó una sonrisa, para darles a entender que todo estaba bien; lo que hizo a Sigrid presionar su rodilla un poco más.

Ella lo miró sin inmutarse.

—Habla.

—Es cierto que Bocón tenía razón en algo —dijo Hipo, alzando las manos en un gesto de rendición—. Lo hablamos un par de noches atrás, mientras estabas en Kain. Esperaba que fuera algo especial.

—¿Especial? —repitió Sigrid, ladeando la cabeza, aunque sus labios empezaron a curvarse.

—Sí. Tenía toda una idea para que lo habláramos en casa, pero entre Bocón y esto... —miró de reojo las botas que todavía sujetaba con una mano—, me temo que nada ha salido como he planeado.

Sigrid se quedó en silencio, pero poco a poco levantó su rodilla, aflojando el peso sobre el pecho de Hipo. Finalmente se levantó, sacudiéndose el césped de su vestido y lo ayudó a incorporar de igual manera.

—Tus planes nunca salen como los organizas —rebatió finalmente, con un suspiro.

—Bueno, pero al menos ya tenía cierta noción de tu reacción —contestó el vikingo, sacudiéndose los restos de césped de su cabello—. Aunque esperaba que la bota fuera para Bocón.

Sigrid alzó un poco las comisuras de sus labios al escucharlo, pero negó.

—Sospeché que podría necesitar la segunda contra ti.

—Ah, vaya.

Pese a que Sigrid ya no se veía tan tensa como minutos atrás, Hipo pudo darse cuenta que no era un tema que tomase a la ligera y por ello, avanzaron hacia la cabaña en absoluto silencio.

Podía entenderlo, porque ni él mismo lo había procesado. Cuando Bocón lo sugirió, solo tomó el comentario como lo que era: una sugerencia. No le dio vueltas al asunto, aunque en algunas ocasiones pensaba, de no haber tomado el rito, ¿qué hubiera sido de ellos? El valoraba y le daba mucha importancia al rito que tomaron meses atrás; para él, eso era el suficiente indicador de que estaba casado con Sigrid. Pero con gran pesar, también sabía que no todos lo creían así.

—Estás enojada y con justa razón —expresó en cuanto llegaron a su casa. Sigrid se inclinó contra la chimenea y encendió el fuego. Hipo cerró la puerta tras de sí y dejó las botas sobre el suelo—. Y es algo que debemos hablar.

—He escuchado algunos comentarios en la aldea —admitió la kainiana sentándose frente al fuego, recargando su espalda contra el respaldo del asiento—. Muchos son comentarios sobre nosotros, ¿por qué dicen estar casados si no creen en los mismos Dioses? Sí fuera vikinga las cosas serían más fáciles —recitó con un bufido que la hizo cruzar los brazos sobre el pecho—. Son pocas las personas, dos o tres que sienten la inconformidad y lo entiendo. No espero que se comprenda al completo la unión que tuvimos, el rito... Pero entonces me gustaría escucharte a ti, ¿te sientes de la misma manera? Porque cuando Bocón lo dijo, lo sentí así.

—No, no, no... Claro que no —respondió de inmediato, sentándose a su lado. Tomó las manos frías de ella entre las suyas y les brindó calor con su tacto—. No cambiaría nada tuyo para poder estar a tu lado y no deberían preocuparte las palabras de Bocón, ya sabes como es.

—Lo sé.

—Me sugirió eso hace un par de semanas, cuando te fuiste a Kain. Dijo que un jefe debe tener un buen acercamiento con su gente y quizás eso ayude a olvidarnos del estrés que hemos pasado por Rekvhan.

—Lo entiendo —contestó ella, alzando la mirada para encontrarse con sus ojos—. Pero tener una boda frente a toda la aldea... No estamos preparados para eso, ya existe la presión al haber tomado el rito y sí accedemos a eso, será lidiar con la presión de cumplir con nuestras responsabilidades. No estoy lista para eso.

—No, yo tampoco —dijo, aunque su voz sonó ligeramente desanimada. Se aclaró la garganta y posó una mano en una de sus piernas—. Ninguno de ellos entenderá el significado del rito que tomamos, solo tú y yo, con eso basta.

—Cállate, Hipo, porque entonces habré reaccionado mal por nada. —Sigrid lo empujó un poco y sus mejillas se pusieron rojas, arrebatando una sonrisa de los labios de él—. Necesito estar enojada contigo unos minutos más.

—Me lo merezco. —Hipo dejó caer su espalda contra el respaldo y suspiró, mirando hacia las llamas cálidas de la chimenea, un pequeño jadeo brotó de sus labios cuando presionó mucho su espalda y sentir el golpe previamente obtenido cuando su esposa lo lanzó al suelo—. Alguien ha estado entrenando mucho con Astrid, ¿verdad?

—Como siempre he hecho —respondió, haciéndole reír. Hipo sonrió al ver su rostro adquirir matices rojizos—. En mi defensa, conocías los riesgos.

—Sí, sí, sabía en lo que me metía —dijo, alzando las manos en señal de rendición. Sintió las comisuras de sus labios elevarse y observó a Sigrid, quién tenía el rostro definido entre orgullo y cierta preocupación—. A decir verdad, debí haber puesto un alto en Bocón; pero esto de alguna manera era mejor a lidiar con la responsabilidad de tener un hijo.

—Bueno, eso sí. —Sigrid respiró más aliviada, estiró un poco sus piernas e Hipo aprovechó para colocarlas encima de su regazo—. Ciertamente una boda es más soportable, ¿verdad?

Ella lo miró fijamente, el vikingo se tomó su tiempo en devolverle la mirada. Pero cuando lo hizo, asintió.

—Sí y suena menos loco.

—¡Exacto! —El aire se sentía un poco tenso antes de su respuesta, ambos rieron. Risas torpes y amenas con tal de no tocar el tema—. Además, ya estamos cuidando a Eivør, tener un hijo es una cosa completamente diferente.

—Sí...

—Y no estamos para nada preparados.

—No, en definitiva, no.

—Me alegra que opinemos lo mismo. —Sigrid se inclinó para darle un beso sobre la mejilla. Rompiendo con cualquier tensión previamente existente, Hipo pasó saliva por su garganta—. Y quiero que sepas... Una boda vikinga no me parece una mala idea, creo que sería lo justo dado que tú tomaste el rito de mis tradiciones, pero no quisiera que sucediera hasta solucionar ese problema con Rekvhan.

⚘❀༄

Sigrid volvió intentar aproximarse a Draco.

Quizás no había sido una buena idea; pensó con gran pesar tras observar la medialuna por encima de ella, oculta entre nubes y bruma grisácea. Podía sentir los hilos dorados recorrer su cuerpo emitiendo un breve cosquilleo. Se detuvo por breves instantes al sentir el viento pesado correr en la dirección opuesta en la que ella caminaba y Nymeria, que la seguía cautelosa, profirió un aullido que la hizo detener.

—Tranquila —murmuró, girándose para mirarla. Sus ojos ámbar transmitían el reflejo de su preocupación y se aproximó, tomando su cabeza con sus manos, acariciando apenas parte de su mandíbula. Sonrió al recordar como antes era más fácil tomarla, al ser más pequeña—. Todo va a estar bien, Nym. Debo intentar por el bien de todos nosotros.

El aliento cálido de Nymeria hizo que entrara en calor y se aferró a ella, cerrando sus ojos brevemente. La híbrida volvió a gruñir, pero esta vez no sonó tan preocupada.

—Solo será esta ocasión, ya verás —prometió, apartándose para seguir su camino. 

Hacia donde el viento no quería que fuera.

Deslizó sus manos hasta su estómago donde una cinta sujetaba la daga que años atrás Niels le había hecho. Ya estaba desgastada y necesitaba afilarla, pero le gustaba así. Antes de continuar su camino, echó un vistazo a la suela de sus zapatos, un poco sucios por la tierra húmeda sobre ellos y pedazos de hojas secas; que se perdieron con el andar de sus pisadas.

¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué seguía intentándolo? Sus labios temblaron cuando sintió el ambiente cambiar, el frío entremezclarse con el viento pesado y pequeños copos de nieve deslizarse sobre la tierra hasta cubrir gran parte de ella. Inhaló profundo acortando la distancia y mentalizándose a sí misma para ver al gran dragón que le había salvado la vida en antaño. Pero cuando terminó de subir la empinada colina, la desilusión llegó a sus ojos. No estaba ahí.

Quizás esa era la señal que necesitaba encontrar, para evadir esa tonta lucha mental que tenía consigo misma. No tenía nada qué hacer en la búsqueda del dragón que formó un vínculo en el pasado con Naara Whiterkler. Porque ella no era Naara. Había sido salvada debido a su tía y de no haber sido por ella aquellos hombres se hubieran salido con la suya... No, no podía seguir atormentándose con esos pensamientos. Un gruñido salió de sus labios por la frustración sentida y se tomó de ambos lados de las sienes. Permaneció ahí hasta que sus pensamientos se pusieron en orden e inspiró profundo, sus pisadas se volvieron pesadas cuando avanzó arriba, hacia el final de la colina donde la nieve se acumulaba en grandes cantidades y suspiró, exhalando un poco de vaho al ver la inmensidad de Berk por debajo de ella.

Le costó un poco recuperar el aliento, todo era verde, azul y muchos otros colores que no se distinguían por la luz nocturna. Pero todo era hermoso y le gustaba. Le gustaba vivir en Berk. Quizás Bocón tenía razón, quizás su madre tenía razón; quizás no debían tomar cada problema y convertirlo en suyo... Quizás Rekvhan no necesitaba ser apresada, después de todo había pasado una eternidad sumida bajo una isla y, posiblemente, no era mala. Hacía su trabajo. Quizás necesitaba ver las cosas desde una nueva perspectiva... Sorprendida ante la idea, retrocedió para estrellarse con algo.

Cerró sus ojos por unos instantes, el gruñido detrás de ella le indicó que el Furia Espectral había regresado, sus fosas nasales se expandieron exhalando aire frío que la hizo temblar y retrocedió, para girarse. Era grande, tan grande que su presencia le atemorizaba. Su cuerpo gris oscuro brillaba con matices azul eléctrico que recorrían su cuerpo. Delante de ella tenía la cría traída de la muerte misma y el portador a uno de los pilares más importantes, poder. Porque todo en el Furia Espectral irradiaba poder, complejo y peligroso. Sus iris se centraron en ella, le superaba en tamaño por mucho y la ojigris tuvo que alzar el rostro, asustada de desviar su vista y no ver lo que le mostraba. Pero cuando ambos conectaron, no lo hicieron como Draco y Sigrid.

Sino como un lobo y un dragón; porque Sigrid era la portadora del poder de los lobos. El Furia Espectral la observó tan fijamente que sus iris se sintieron como estacas heladas atravesando su cuerpo en busca del saber en su interior. Permanecieron así, breves segundos, hasta que la criatura acercó una de sus garras a su rostro y pinchó el centro de su frente. Al principio ardió y luego un poco de sangre brotó, cayendo de su rostro a la nieve bajo ellos; pero fue suficiente para ver lo que le quería transmitir, para comprender lo que tanto había temido y para perdonar.

Memorias y recuerdos; advertencias sobre un sinfín de posibilidades; puertas abiertas y lugares a los que no se podía entrar. Todo aquello le mostró y se sintió como un rumbo eterno de información. Se tardó en procesar todo lo ocurrido, en salir de esas memorias y evitar entrar a otras con el poder de los lobos; pero no fue tan sencillo como creía. Podía ver a Draco y su infancia, podía ver más allá en gran vínculo emocional que formó con Naara... Sabía que estaba mal verlo, pues no le correspondía, pero cada remembranza la llamaba a ella y le pedía ser guardada en su infinidad de recuerdos. No debía... No debía... Pero era tan difícil apartar su mente de lo que le mostraba, tuvo que tocarse la herida y con ello regresar a su realidad, donde el Furia Espectral la observaba. 

—Lo puedo entender —murmuró, una vez se hubo recuperado del dolor al tocarse la herida. El cielo emitió destellos morados que significaban la presencia de un dragón y alzó la vista en un intento por reconocerlo—. Has sido parte fundamental de mi vida en todo este tiempo, pero comprendo que ya no debe ser así. Tu destino es otro, siempre lo ha sido.

El aliento frío del dragón cerró por completo su herida, un par de lágrimas cayeron bajo sus orbes y se las limpió con las mangas de su blusa. Cuidarás de la niña, de ojos brillantes y corazón valiente. La voz de su tía Naara en sus recuerdos se seguía repitiendo como una estrofa. El destino de Draco siempre había sido formar parte del camino de Rekvhan como un pilar fundamental que sostenía el equilibrio de la magia y el poder; pero cambió cuando Naara le pidió un último favor: el salvarla, generando caminos cruzados que los trajeron de vuelta al inicio. Pero ahora, el Furia Espectral podía retomar esa misión en su vida. 

Ese destino que lo aguardaba desde tiempo atrás.

La nieve se alzó cuando el dragón batió sus alas hacia el horizonte desconocido y Sigrid lo observó camuflarse con la oscuridad de la noche. Se abrazó a sí misma, sosteniendo la correa entrecruzada de su pecho que sostenía su bolso con sus artilugios más preciados, entre ellos el libro que Said le había prestado semanas atrás. Pensar que la respuesta estuvo ahí todo ese tiempo le hizo suspirar aliviada, porque al final de eso se trataba. Las cosas debían fluir, a su manera y ellos no eran quien para decidir poner fin a las acciones de Rekvhan; pues lo que Draco le mostró era la prueba del significado detrás de todo lo que hacía, el significado de cargar con la protección de todos los dragones sobre sus hombros.

La vida era un ciclo y para mejorar, tal como en el cuento, se debía renunciar a algo.

⚘❀༄


Al amanecer del día siguiente, Sigrid le relató lo acontecido a Hipo, quien se preparaba para irse a trabajar en la herrería.

—Se necesita renunciar a algo —recitó Hipo tras el extenso silencio que se había generado en ambos luego de explicarle lo acontecido. Ya se había cambiado en su totalidad, solo faltaba ajustarse algunas correas de su armadura—. Así fue como sucedió en el cuento con Ilan.

Sigrid asintió, tomando asiento sobre las escaleras donde algunos de los juguetes de Eivør obstruían el paso. Tomó un pequeño dragón de madera que Hipo se había encargado de tallarle y lo balanceó entre sus manos. La pequeña seguía dormida escaleras arriba, con Nymeria y Chimuelo cuidándola.

—Y Draco te mostró a qué debemos renunciar, ¿verdad? —aventuró, inseguro de formular la pregunta.

—Me mostró cuál es el propósito de Rekvhan —admitió Sigrid, incapaz de devolverle la mirada—. Su misión es proteger a todos los dragones, no parará hasta no rescatarlos de los cazadores. Pensábamos que Draco podría ser la solución, pero no es así.

Hipo asintió y se dejó caer sobre la silla de su padre, frente a la chimenea. Recargó sus codos sobre su regazo y frotó su rostro, un poco cansado y confundido.

—Aquella ocasión en que Kristoff y Said los vieron...

—Todo fue una ilusión —respondió la ojigris, incorporándose para avanzar hasta él—. Rekvhan aún no despertaba del todo, pero era capaz de entrar a la mente de los demás y generar visiones para confundirnos.

Todo era tan extraño y tan confuso que se tomó su tiempo en asimilar sus palabras, buscando conectar cada pequeña información con la mayor de las incógnitas, ¿cuál era la renuncia que esperaba Rekvhan que hicieran?

—Entonces esto que está haciendo, es parte de su plan también —comentó, pasando su mano por todo su rostro. Recargó su espalda contra el respaldo del asiento y suspiró. Sigrid terminó de llegar a su lado y se sentó sobre el banco alargado a un lado de la silla. No dijo nada durante breves instantes, cuando una idea cruzó su rostro y lo hizo enderezarse—. Tú eres la portadora de las visiones de los lobos, ¿qué decían sobre el lobo y el dragón?

—No pueden estar juntos —respondió, frunciendo una ceja al ver el rostro alarmado del ojiverde—. ¿Hipo?

—Entonces ella va a querer que renuncies por completo a Nymeria y cualquier otro vínculo con los dragones —expresó, abriendo los ojos con sorpresa. Sigrid frunció el ceño y se inclinó hacia él—. Tus ancestros, no va a soportar la idea de que estés vinculada con los dragones y que compartas conexión con los lobos. Es posible que quiera que renuncies a uno.

Hipo la vio ocultar el rostro en sus manos y aguardar silencio durante varios minutos. Podía comprender su sentir, renunciar a uno de los dos sería renunciar a parte de su ser, partes que la conformaban a ella.

—No me hagas mucho caso, podría estar equivocado —expresó, inclinándose para tomar sus manos. Observó los anillos en sus manos junto a esas constelaciones tatuadas en uno de sus antebrazos y curvó sus labios en una pequeña sonrisa, llevándosela a sus labios para besar su dorso—. Cuando sea el momento indicado, Rekvhan mostrará lo que quiere.

—Espero que tarde en llegar ese momento.

—Y mientras tanto podemos continuar con nuestros planes —prosiguió el ojiverde, terminando de ajustarse la bota—. Debemos rescatar a los dragones que siguen siendo apresados.

—No creo que a Bocón le agrade mucho esa idea.

—No, pero se merece pasar un rato de enojo.

—Y tú también te lo mereces —añadió ella, haciendo que Hipo abriese la boca para replicar—. Al menos servirá para comprobar la efectividad de los trajes.

Aquello lo animó, sonrió sin mostrar los dientes y se incorporó de igual manera que Sigrid, quien se aproximó para ayudarle a cerrar los cintos de su armadura. Al finalizar, su esposa le despeinó un poco el cabello y se despidió de él con un beso en sus labios.

Al salir al exterior, Hipo se tomó su tiempo en ir a la herrería. El viento estaba aún fresco y pocos vikingos habían salido para trabajar, pero la mayoría de los dragones ya había despertado, cantando y gruñendo por encima de la isla. Inclusive Chimuelo se asomó desde la planta alta de la cabaña para verlo y le sonrió de vuelta, sabiendo que estaba enfocado en su tarea de cuidar a Eivør. Al verlo, no pudo evitar sentir un poco de miedo por las palabras que había compartido con Sigrid minutos atrás. ¿Y sí lo que Rekvhan quería iba más allá de lo inimaginable? Sus manos sudaron ante el simple pensamiento, los dragones llamados por la dragona de la vida iban a su encuentro sin importar las consecuencias. De ser así el caso...

No dejó que sus pensamientos lo distrajeran de su labor y se dirigió hacia la herrería. Pero durante todo el día estuvo dando vueltas a sus ideas una y otra vez, que fue imposible concentrarse correctamente. Bocón le llegó a llamar la atención durante un par de veces y Kristoff se ofreció a terminar su trabajo cuando cayó la noche. Generalmente hubiera dicho que no, le agradaba trabajar ahí, diseñar nuevos artefactos y elaborar los muebles que los vikingos solicitaban. Pero en esa ocasión, cedió y se dirigió a uno de sus lugares favoritos para pensar; situado sobre una de las colinas altas donde la naturaleza aclamaba su espacio.

Su conexión con Chimuelo le decía que todo estaría bien, pero entonces, ¿por qué sentía la opresión en su pecho? Aquella breve sensación de incertidumbre y desconfianza que le decía, que nada había terminado todavía, que aún faltaban cosas por venir. Echó un vistazo a su alrededor, el bosque y las casas coloridas, con la esperanza de encontrarse una respuesta que lo librara de todas sus incertidumbres, pero todo lo que vio fue verde. Como los ojos de su padre y juró haber escuchado su voz, surreal, entre las notas del viento, sabiendo que aquello no era posible. Pero sí tuviera la oportunidad, habría deseado verlo, aunque sea por una noche.  

hola, holaaaa

he vuelto después de mil años, hay que cumplir con las metas de votos para que pueda actualizar más seguido aaah. 

No me convence mucho este cap, pero creo que es pq pasé mucho tiempo sin escribir aquí. Anyways, este cap debía pasar sí o sí; quería darle un cierre(? al tema de Rekvhan y aunque no se dio de la manera que esperaba, opté por hacer su misión menos problemática a como originalmente quería, sobretodo pq podría generar toda una nueva trama y yo ya quiero llegar a thw, pero también porque toda la trama de Rekvhan e involucramiento lo abordaré de llano en mi librito. Aquí quería introducirla para no quedarme con la espinita. 

En el próximo cap ya comenzamos the hidden world y ya podré explorar a profundidad las relaciones de los demás personajes, que me tienen lo bastante emocionada. 

Les recuerdo que tengo un canal en WhatsApp donde subo datos de mis libritos, sobretodo de WoF por sí se gustan unir, les dejo link en comentarios <3

Háganme saber sus opiniones, mi manera de aprender y mejorar en la escritura es a través de sus comentarios, así que me ayudarían bastante. 

Les deseo una feliz navidad, Snoggletogg (poquito atrasada) y año nuevo, que este 2025 sea de grandes cosas y que el live action cumpla nuestras expectativasss.

abrazos, p.

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