━━XVI: himmelfart
━━CAPÍTULO DIECISÉIS━━
【 ASCENCIÓN 】
N: Escuchar la canción cuando vean el símbolo "♚" (casi al finalizar el cap)
FAFNIR, AÑO 735 D.C
—¡Tranquila! ¡Tranquila! Escucha lo que tú dragón te tiene que decir. —Sigrid suspiró y asintió, sus manos temblaron cuando hizo un intento por acariciar a la Pesadilla Cambiante y esta le mostró los colmillos afilados—. No siempre es así de fácil.
Sin embargo, con Hipo sí había sido fácil. Infló sus mofletes tras escuchar las indicaciones e inspiró profundo, dejó que el aire entrando a sus pulmones la relajaran lo suficiente, intentando ignorar la mirada severa de la pelirroja. Valka, desde el otro lado del campo de entrenamiento, mantenía un brazo cruzado y el otro recargado en este mientras acariciaba su mentón; el semblante preocupado de la protectora de dragones no era nada confortante. Y estaba claro que ella tampoco había experimentado algo así.
—¿Es por qué es híbrida?
—Esa ha sido una deducción muy rápida —comentó Einar, un joven de quince años, cabello azabache revuelto y ojos de un azul profundo. Se había llevado bien con Sigrid en cuanto los presentaron al ser de la misma edad y por compartir obligaciones similares, pues el vaandriano en algún futuro no muy lejano se convertiría en el líder de su clan—. ¿Cómo lo has adivinado? Es muy complicado reconocer a los híbridos.
—¿Olvidas que viví con dragones por ocho años? —preguntó y respiró aliviada cuando la tensión en su cuerpo disminuyó. Entendía lo que su amigo estaba haciendo y le agradeció, distraída de su objetivo principal era más fácil aclarar sus pensamientos—. Sé dos o tres cosas sobre ellos y, ciertamente, reconocer a una nueva especie de dragón es algo que puedo hacer.
Se mantuvo callada, su cuerpo ágil y delgado se desplazó una vez más hacia la híbrida, aceptó la antorcha con fuego que Kali, una de las mejores entrenadoras de dragones, le ofreció y se acercó sigilosa. Los ojos verdes de Nymeria siguieron el fuego, entonces imitó la danza que la mujer comenzó en su performance, movió sus pies de un lado a otro, estiró uno, giró, hizo un par de movimientos que no supo cómo consiguió la coordinación para no caerse en pleno acto y el fuego de la antorcha bailó en cada movimiento. Pudo ver los ojos verdes de la dragona tornarse un poco más oscuros y sus pupilas dilatarse cuando aproximó el fuego entre cada nuevo paso, elegante y preciso. Atrapante y etéreo. Entonces una vieja canción apareció en su memoria y sin querer, comenzó a cantar, hasta capturar la atención de la híbrida por completo.
—Með litlu reipi og poka af steinum (Con una cuerda pequeña y una bolsa de piedras). —Ella se aproximó una serie de pasos más, el sonido de su voz capturó la atención de la Pesadilla Cambiante que recargó sus garras sobre el suelo—. Og öll þeirra brotnu óskabein (y todos sus huesos rotos de deseo). —Los ojos de la híbrida resplandecieron, Sigrid pasó saliva por su garganta antes de obligarse a continuar y no perder el ritmo de la canción—. Hann fer inn, hann fer heim (Va a entrar, se va a casa). —Su vista recorrió a la multitud y cuando encontró el brillo en los ojos de Valka se obligó a inspirar profundo y proseguir, Brincanubes la miraba con las pupilas dilatadas—. Ó þetta litla gullauga, berjast á hverjum degi. (Oh, este pequeño ojo dorado, peleando todos los días). —Le faltaba un pequeño tramo, su mano se alzó con la antorcha en mano y balanceó el fuego en distintas direcciones. Sus ojos resplandecieron en dorado ante la mención y los ojos de la híbrida refulgieron en un brillo distinto—. Á bak við ljósið, á bak við ljósið. (Detrás de la luz, detrás de la luz).
El fuego de la antorcha se extinguió tan pronto pronunció la última oración, su mano tembló cuando sintió el aliento cálido de la dragona despeinar sus cabellos castaños y el miedo se apoderó de su cuerpo al tenerla tan cercas. Lentamente, alzó la vista hacia ella y ese miedo se esfumó cuando sus miradas conectaron en una misma, pudo escuchar el corazón de la híbrida palpitar en la misma frecuencia que el de ella, el mismo miedo y el mismo entusiasmo refulgía sobre sus orbes. Entonces ella alzó la mano con lentitud, como recordó que Hipo hizo con el Furia Nocturna. Sostuvo la respiración cuando su mano se aproximó hasta la piel caliente y las yemas de sus dedos acariciaron las escamas en su piel, ásperas. Hasta que finalmente pasó, en un suspiro, sintió su mano acariciar la piel del dragón y sus miradas conectaron. Distinto a aquella vez en la que la encontró herida. Ese momento fue único. Porque a partir de ahí, eran jinete y dragón, unidas por un vínculo tan poderoso como la magia antigua de la que provenían los dragones. Y ambas se habían escogido a la otra como su acompañante, como jinete y dragón, unidas en alma y mente hasta la eternidad.
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—¡NYMERIA!
El frío de la noche acarició su piel sensible y gotas de sudor resbalaron por su frente. Su corazón, frenético, latía desbocado después de haber tenido aquel sueño... No, un recuerdo. Eso era. Instintivamente, se llevó una mano a su garganta para comprobar que el grito hubiese salido de ella y apesadumbrada observó más allá de la oscuridad tratando de captar algo. Chimuelo emitió un rugido preocupado soltando una voluta de plasma en la chimenea para alumbrar el montículo y ella se incorporó de la cama. La luz de la luna se infiltró por las aberturas de la habitación y suspiró.
—Está bien, solo ha sido un sueño —murmuró al dragón y se incorporó de la cama.
El ardor recorrió su cintura cuando avanzó escaleras abajo, Hipo aún no había llegado, Berk había sufrido bastantes daños. Habían controlado el fuego de que incendiara la mayoría de las cabañas gracias a los dragones, pero habían quedado un par de heridos y la isla estaba ahora indefensa.
Sus armas, sus defensas, habían sido destruidas en su totalidad. Y la culpa se expandió en su pecho tan pronto se percató de lo que había ocurrido. Los rostros de los vikingo lastimados, Hipo exhausto por no saber qué más hacer y sentir que había fallado en su labor como jefe de la tribu. Ella era consciente de que de no haber sido por ella, eso no habría pasado. Las personas en Berk lo sabían. Quizás la idea de alianzas con personas que no fuesen como ellos —vikingos, leales y guerreros— no había sido una buena idea después de todo. Pudo escucharlo, «Estoico cometió un error al abrirles las puertas». Y la kainiana no podía negarlo. Quién sabría cuántos ataques más seguirían después de este, Tiberio estaría más que enojado y su amenaza... La piel se le erizó de solo pensarlo.
—¿A dónde te fuiste, Nymeria? —preguntó hacia la nada cuando salió al exterior, donde algunos berkianos reparaban el daño a sus hogares. Se sentó a las afueras en uno de los escalones, permitiendo que el manto de la luna la cubriese.
Escombros de un lado a otro, la escultura de Estoico el Vasto tenía ciertas piezas perdidas. Se preguntó sí el lo habría permitido. El jefe de la isla había apoyado su decisión años atrás de no decirle a Hipo que se encontraba con vida, había permitido que lo alejara de ella... Porque el antiguo jefe sabía los riesgos a los que se podrían exponer si no lo apartaba de ella. Y, aun así, al final se volvieron a reencontrar. ¿Había tomado la decisión correcta? Volver a tenerlo en su vida, de una manera distinta a cómo fueron cuando realmente se conocieron y aprendieron a confiar en el otro. Porque ahora, no eran Hipo y Sigrid, los que se escabullían durante horas para visitar a Chimuelo, idear planes y jugar con el dragón. Sin responsabilidades, ni preocupaciones de por medio. Solo dos amigos unidos bajo un mismo propósito. Nada más.
No obstante, las cosas ahora habían cambiado. Para bien o para mal, aquella vieja amistad se convirtió en algo diferente, más profundo. Ahora eran Hipo, Jefe de la isla Berk y Sigrid, Reina de Kain. Sus propósitos habían cambiado, sus vidas habían cambiado, ya no eran aquellos niños torpes que tropezaban con cualquier cosa o hacían la primer ridiculez que se les viniera a la mente. Aquellas personas no existían más, la Sigrid del pasado había sido enterrada, junto a todos sus sueños y esperanzas. No había nada de aquella persona y sabía que nunca lo habría. No eran la misma. El tiempo se había encargado de ello.
Algunos decían que el destino era una construcción lentamente forjada entre las hebras de un tejido, que no importaban los obstáculos o caminos que uno tuviese que atravesar, estos lo guiarían hacia su futuro. Pero Sigrid nunca lo consideró cierto, pensaba que el destino podía ser construido por uno mismo, que no había nada que pudiese impedir el cambio que venía del futuro, que los obstáculos eran el determinante de lo que ocurriría después de ello. Sin embargo, después de haber presenciado lo ocurrido en el Principado y en Berk, se detuvo a pensarlo, se preguntó sí sus suposiciones realmente habían sido las correctas.
—Papá —murmuró a las estrellas y algo de vaho escapó de sus labios cuando abrió la boca para hablar. Se encogió en su lugar y alzó sus piernas para abrazar a sus rodillas, sus ojos sobre el cielo estrellado y las sombras de los dragones que sobrevolaban la isla—. Sí tan solo estuvieras aquí... Sabrías lo perdida que me siento.
Una lágrima rebelde resbaló por su mejilla y la limpió antes de que estas se convirtieran en un centenar, ocultó el rostro entre sus rodillas cuando no pudo soportarlo más y lo que más trató de evitar fue imposible de contener. Su cuerpo tembló ante el sonido de sus sollozos, cuando las lágrimas brotaron de sus ojos. El reino que su padre había dejado a su cuidado lo habían tomado de sus manos, sus amigos ahora corrían peligro y el simple hecho de pensar lo que le había pasado a Kristoff, hizo que se sintiese miserable y un fracaso. Los soldados que tiempo atrás le habían jurado lealtad, le habían dado la espalda por el fracaso que fue siendo reina. No había logrado cumplir la promesa de su padre, no había logrado hacerlo sentir orgulloso. En su lugar, lo había perdido todo, se había dejado vencer por aquellos hombres cuando pudo actuar tiempo atrás sin pensar en las consecuencias. La culpa había sido de ella por pensar que habría una salida correcta, que podía enmendar las cosas sin hacer abuso de su poder y no convertirse en alguien como ellos, pero ahora, había sido la causante de muchas muertes y del daño a sus amigos, a su familia.
Ya no hizo el intento por detener sus lágrimas y llanto, descargó todo su dolor bajo la luz de las estrellas; estas se deslizaron bajo su rostro, incontables, hasta que la empaparon y a parte de su ropa. Llevó sus manos a su rostro, aún echa un ovillo y Chimuelo se aproximó hasta ella para restregar su cabeza en su cuerpo. Lo abrazó con fuerza y solo pudo alzar el rostro cuando las lágrimas dejaron de brotar de sus ojos instantes después. Cansada, miró el cielo sobre ella, el azul profundo y el blanco resplandeciente; y pensó en los lobos, en las visiones que lentamente dejaban de ser borrosas para mostrarle recuerdos de su vida antes de los dragones y durante ella.
—¡Aléjate... Aléjate de mí! —Sus gritos de pequeña hacían eco y su piel se le erizó por primera vez. Las fauces del Skrill abiertas y los rayos emanando de su cuerpo. Recordaba el cómo había intentado correr, pero la cueva se hacía mas corta conforme retrocedía y el dragón no mostraba señales de dejarla en paz. Entonces un dragón más grande a este, que reconoció como una Pesadilla Monstruosa, lo alejó con un gruñido y la punta de sus dientes se clavó en su cuerpo para apartarlo; aun así, el Skrill había conseguido dejarle una marca antes de partir.
Sacudió de sus pensamientos esos recuerdos, pero fue imposible cuando los revivió todos. Todos aquellos que había suprimido por tanto tiempo. Los primeros años fueron los peores, lo recordaba, los dragones que intentaban tomarla entre sus garras para ofrecerla a Muerte Roja. Los dragones que intentaban lastimarla al temer a los de su especie. Ahí fue cuando se volvió consciente de lo peligroso que podía ser el miedo y ella pagó las consecuencias. Días y noches enteras sin comer algo, meses que se convirtieron en años intentando escapar, tardes temiendo que llegasen nuevos dragones salvajes y noches odiando el fuego de la cueva y el ácido de los dragones. Pero su peor miedo siempre había sido uno, olvidar. Olvidar su vida, olvidar su nombre, olvidar la persona que era. Y por ello, durante años se repitió su nombre y repitió la primera estrofa del poema aotromneach para poder recordar de donde provenía.
Era una niña cuando el destino decidió que debía pagar el precio de su linaje. Era una niña cuando atentaron contra su vida y fue salvada por un dragón. Era una niña cuando sus sueños y su vida, se convirtieron en miedos e inseguridades. Había sido víctima de hombres asustadizos de lo que podría convertirse en un futuro. Por culpa de ellos, había sufrido en conjunto con sus padres. Habían alejado a Erwan de su vida, para evitar que no le ocurriese nada a ella. Sin saber que fue en vano, porque de igual manera lo intentaron. Lo intentaron hasta convertir a esa pequeña niña valiente en alguien con miedos, doblegada a obedecer y ser recordada constantemente que sin el apoyo de un hombre, sus esfuerzos no valían nada. Pero esa persona asustadiza que ellos habían formado cuando regresó a Kain y se dejaba manipular bajo sus amenazas no era la misma persona que estaba ahí, tenía que pelear por defenderse a sí misma, para defender a sus amigos y salvar a su pueblo. Tenía que hacerlo, porque no podía permitir el pensamiento que volviesen a ocurrir. Porque no estaba sola. Tenía una familia y el pensamiento de perderlos, era simplemente desgarrador.
Suspiró, mirando una última vez el cielo y su vista descendió para analizar las marcas de sus brazos. Sus tatuajes que mostraban los pilares de su vida, que la mostraban a ella. La lluvia de estrellas enredada en su antebrazo y el lobo formado de constelaciones. Eso era lo que ella era. Ella, tenía un destino, marcado o no; y sabía cuál era. Debía hacerle frente como su padre esperaba que lo hiciera y entonces, súbitamente, aquel espacio en el que se encontraba desapareció y ahí estaba él, su padre, el anhelo de su vida. Tan sabio como lo recordaba, una sonrisa en el rostro que lo hacía ver más joven.
—¡Bran!
Y ella corrió a sus brazos, pero cuando lo hizo, el cuerpo de su padre se desvaneció en una mancha nebulosa y regresó a donde estaba. Sus manos acariciaron la piel escamosa del Furia Nocturna y un suspiro brotó de sus labios ante el simple pensamiento. Chimuelo ronroneó una última vez bajo sus caricias y se alejó hacia el árbol más cercano, donde se colgó para poder dormir. Lo vio irse, aún presa de sus pensamientos y lo ocurrido con anterioridad. ¿Qué había pasado? Su padre le había respondido su llamado a las estrellas, su presencia aún se sentía sobre su pecho, cálida y confortante, aunque ya no lo podía ver.
—Pensé que estarías durmiendo un poco ya que mañana partimos. —La voz de Hipo la sacó de su ensimismamiento, el berkiano tenía las manos negras debido a su trabajo en la herrería y su rostro estaba algo cansado. Se dejó caer un escalón debajo de donde ella estaba sentada y apoyó su brazo derecho en el regazo de ella—. ¿Pesadillas?
—No —dijo y, por primera vez en mucho tiempo, sonrió sin mostrar los dientes. No era una sonrisa fingida, era una real, después de haber visto a su padre solo por una fracción de segundo y comprobar que podía continuar sin él. Que al fin, esa herida en su pecho desde su partida se había desvanecido, porque lo tenía a su lado en todo momento, entre las estrellas—. Pero necesito que me escuches, yo entiendo sí después de lo ocurrido decides hacerte a un lado para evitar que Berk vuelva a ser el centro del ataque. Esto que ocurrió ha sido debido a mí, es mi carga, es mi peso por llevar y lo aceptaré... Hipo, eres la persona más valiosa en mi vida, no quiero que salgas lastimado. Te alejé una vez y...
—No vayas a decir que fue la mejor decisión —interrumpió el berkiano antes de que ella continuase, su ceja fruncida por el rumbo que tomaba la conversación. Se incorporó y caminó debajo de las escaleras—. Conozco los riesgos, antes no lo sabía y aun así mi postura habría sido la misma. No quiero ser el hombre que salga a buscarte cuando lo peor haya pasado, quiero pasar mi vida contigo y enfrentar cada cosa contigo. Esto que pasó, estamos acostumbrados a ataques como estos...
—Y no deberían estar acostumbrados —replicó ella en un suspiro—. Estoico y tú se esforzaron por acabar las guerras y que Berk estuviese en paz después de mucho tiempo, no es justo que por mi culpa vuelvan a sufrir lo mismo. Berk ahora está en boca de todo el mundo, este ha sido el primer ataque y podrían haber más. No quiero destruir lo que tanto te esforzaste en construir.
—Olvidas que sin tu ayuda, yo quizás no sería la persona que soy ahora. —El tono en su voz se relajó y se aproximó hasta sentarse un escalón bajo ella como anteriormente había hecho, solo que ahora giró su cuerpo para tomar sus manos y acariciarlas—. No digas nada así, no te culpo ni de cercas, esas personas son malas. Algún día, cuando esto termine, haremos algo al respecto. Y si vuelves a decir algo como eso, te besaré hasta que te enfades de mí.
—Pero Hipo...
El ojiverde estiró una de sus manos para tomarla de la nuca y estampar sus labios sobre los contrarios. El estómago de Sigrid revoloteó con fuerza sin acostumbrarse completamente a lo repentino que podía llegar a ser. Las manos de él se deslizaron hasta recargar sus brazos sobre sus muslos y aún sin separarse, acarició su piel por encima de la tela de su vestido.
—No dije nada referente a eso —dijo cuando se separaron, el berkiano tomó la abertura de la falda y jugó con ella hasta hacerla de lado para inspeccionar su pierna izquierda.
—Estuviste a punto...
—Sí, lo cual es un punto distinto —replicó segura de sí misma. Él no contestó, al menos no pronto, observó la larga herida ya no tener ningún rastro de sangre, solo estaba la costura que Gothi le había hecho, desde el inicio de la rodilla hasta más arriba, formando una línea larga y dispareja—. Esta es la peor de todas —murmuró por lo bajo, un escalofrío recorrió su piel cuando el dedo del vikingo se situó en el comienzo de la pronta cicatriz y comenzó a ascender lentamente entre caricias y cosquilleos que erizaron su piel.
—Y la que demuestra cuán fuerte eres —respondió, dejando un beso sobre esta antes de incorporarse—. Ven, Synn, debemos descansar antes de partir mañana hacia Fair.
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Algo no se sentía bien durante la noche, Said no podía conciliar el sueño por más que intentaba dormir aunque sea un poco antes de que el Rey Usurpador llegara. Escuchaba voces a las afueras del castillo, pero cuando salió a asomarse por el balcón no vio nada. Solo el Refugio de Dragones más allá del castillo y los establos, donde Vhagar, Nerion y Holthrack permanecían dentro, sin poder salir a disfrutar de la luz del cielo y la libertad. Más allá de los establos, sobre la montaña, podía apreciarse por la luz de la luna parte del bosque incendiado, terreno completamente vacío y muerto y, más allá de este, la tumba de Kohak se percibía desde sus aposentos. Necesitaba hacer algo ahora que tenía la oportunidad, pero sabía que no podía actuar hasta que encontrara la manera de sacar a Kristoff de ahí con él.
Suspiró y cuando estuvo a punto de darse la vuelta para regresar a su cama, sucedió. Tan repentino, fue un golpe duro que lo hizo perder el equilibrio y aferrarse al balcón. Un nuevo golpe sacudió la tierra, algunos guijarros volaron y se esparcieron por todos lados. Humo comenzó a salir de los pequeños orificios creados por el primer golpe. Luego otro y sintió el castillo temblar con fuerza. Sus manos se aferraron al balcón antes de que una piedra se desprendiera del castillo e impactara a centímetros de él, haciéndole perder el equilibrio. Intentó entrar a la fortaleza, más nuevas rocas y guijarros saltaron volando impidiéndole dar un paso en falso. Los gritos se comenzaron a hacer presentes, la multitud entró en pánico y el corazón de Said latió frenético cuando la palabra «Evacuación» cruzó por su mente. Aquella que había escrito entre prisas tras escuchar a Tiberio hablar y torturar al lobo.
—¡Salgan todos del castillo! —La voz de su padre lo devolvió a la realidad, sintió las pisadas avanzar apresuradas entre los pasillos y luego, la puerta de su habitación se reveló, mostrando la figura de Randall—. ¡Said, vamos!
Sus pies temblaron debido al suelo moviéndose, como pudo, se aferró sujeto al muro y comprobó que no hubiese más rocas volando antes de aproximarse al interior. Lo hizo a tiempo antes de que un buen pedazo de muro cayese sobre el balcón y lo destruyera en segundos. La conmoción gobernó su corazón mientras se hacían paso fuera de las habitaciones, las antorchas temblaban, las armaduras habían caído de las paredes. Un par de guardias creaban la evacuación del castillo a prisas.
—¿Dónde están mis hermanos? —preguntó en cuanto pudo recuperar la sensibilidad para hablar.
—A salvo, con tu madre.
—¿Y Kristoff?
Su padre no respondió y él no perdió más el tiempo, se echó a correr en la dirección contraria escaleras arriba hacia el tercer piso. Tuvo que esquivar las piedras que saltaron en su dirección y aferrarse a los muros para no caer, cada paso que daba era uno más próximo hacia su amigo, pero uno menos hacia la salida. Los muros y rocas desplomaron parte del castillo cubriendo varias de las salidas, corrió tanto como pudo hasta llegar a las escaleras y entonces sintió su corazón ralentizarse. El paso estaba prohibido más arriba, las rocas esparcidas y amontonadas de la torre de vigilancia habían caído sobre estas. Se aproximó con el suelo temblando bajo de él e hizo de su fuerza para intentar mover una de estas, eran pedazos de muros grandes, resistentes. Sus manos poco pudieron mover antes de tornarse rojas.
¿Por qué ahora? ¿Qué estaba ocurriendo? Su rostro se tornó rojo del esfuerzo y del enojo, las emociones acumuladas durante tanto tiempo. Golpeó la primer roca con sus nudillos hasta que sangraron y creó una pequeña fisura en esta, entonces sacó su espada y la metió entre dos rocas para intentar moverlas. Un nuevo golpe sacudió la tierra y lo hizo caer al suelo en un estruendoso golpe, tosió debido al polvo y un par de guijarros cayeron encima de él. Alcanzó a cubrirse con su antebrazo antes de que un nuevo golpe lo hiciera alzarse y caer de nuevo, el polvo cubría su ropa y la sangre cubrió sus brazos cuando más piedras cayeron encima de él. No había tiempo que perder, como pudo, se incorporó aferrandose al muro detrás de él y prosiguió en su intento por mover las rocas.
—¡Kristoff, resiste, ya voy!
Un zumbido cubrió sus oídos, el sonido era estridente y fuerte. Nada comparado a algo que haya escuchado antes, su piel se le erizó y la espada resbaló de sus dedos cuando se llevó las manos a los oídos para cubrirlos. El sonido se intensificó hasta que sintió que sus tímpanos explotarían por ello, entonces, tan pronto apareció, este desapareció. Dejando una voz detrás. Él conocía esa voz, durante la Danza de Dragones. Y Rekvhan solo dijo una cosa. Despertar. Los temblores cesaron de inmediato después de ello y antes de que pudiese hacer algo, los rayos cubrieron por completo las rocas de las escaleras. Se aglomeraron y formaron, cubriendo cada uno de esos muros hasta que la presión los hicieron explotar y desvanecerse en polvo. Débil por lo ocurrido, Said se giró solo para reconocer a Trueno por encima del tercer piso con Kristoff sobre su lomo. Sus piernas fallaron en responder, pero antes de caer al suelo, el dragón híbrido de Idunn lo alcanzó a tomar entre sus garras y llevarlo con él.
—¡Nymeria! —Said se giró tan pronto escuchó el grito de su primo. Su corazón latió esperanzado de ver a Sigrid con ella, pero no, solo estaba su dragona y pudo percartarse del cambio en la Pesadilla Cambiante, el cuerpo más grande del tamaño de Trueno, las alas rosadas y brillantes, los ojos dorados. Su cuerpo invisible se reveló y Said alcanzó a distinguir al lobo alfa sujeto entre sus garras—. Sáquenos de aquí —pidió.
Debilitado, Said intentó evitar que los dragones se fueran con ellos. Quería rescatar a su familia, a su dragón, al pueblo. Sus ojos amenazaron con cerrarse, escuchó las palabras de Kristoff decirle que ya estarían a salvo y que pronto podrían regresar para salvar a su familia. No escuchó nada más, cuando el ala de Nymeria acarició la de Trueno y los volvió invisibles. Ahí dejó a su familia sin poder despedirse, su padre Randall, su madre Giselle y sus pequeños hermanos Brynden y Lyanna. Y algo en su interior, le dijo que no volvería a ver a uno de ellos. Con ese terrible pensamiento, permitió ser consumido por la oscuridad.
⚘❀༄
Trueno los condujo hacia la isla al otro lado del mar. La sensación de libertad se presentó en su pecho tan pronto el híbrido los había alzado sobre las nubes y los había llevado más allá del territorio de Kain. Abrió los ojos poco después, cuando sintió que comenzaba a resbalar del lomo del dragón al haber terminado en una posición medio incomoda. Tardó unos segundos acostumbrarse a la pronta luz del día cuando los rayos del cuerpo del híbrido alertaron su llegada en la isla, vikingos que recién despertaban para comenzar a sus labores y cientos de dragones que extendieron sus alas al reconocer al recién llegado dragón. Más no pudieron acercarse lo suficiente cuando las fauces de Nymeria se abrieron, volviendo su cuerpo invisible y los ahuyentó a todos.
—Tranquila, niña —murmuró el rubio con voz suave, a un lado de él, cuando la vio con intención de atacar—. Conoces estos dragones, no te harán daño.
Pero lo cierto era que habían muchas especies de dragón que Kristoff no recordaba haber visto tiempo atrás, debían haber llegado hace poco. Con un suspiro, miró las cabañas hacerse más grandes conforme el dragón descendía, reconoció el bosque y el aroma a hogar lo hizo cerrar los ojos solo por un segundo y olvidarse de todo lo que habían pasado en esos últimos días. Sus cicatrices, los malos ratos... Se hicieron lejanos solo por un pequeño instante, hasta que en su mente apareció la figura de su dragón y una mueca cubrió su rostro. Trueno finalmente aterrizó y Nymeria lo hizo segundos después, colocando al lobo bajo el suelo.
—¡Said! ¡Kristoff! —Alistair se aproximó hasta ellos corriendo en cuanto los vio llegar, Said alcanzó a bajarse primero antes de aproximarse para ayudar al rubio. Al percatarse de las heridas y la pierna en mal estado, el pelirrojo se aproximó para sostenerlo del otro lado—. Por Gullveig, ¿qué sucedió?
—Salimos a pescar, ¿tú qué crees? —respondió Said como si nada, el rubio rodó los ojos junto a su primo.
La conversación se perdió entre ellos cuando Idunn llegó poco después, lo primero que hizo fue mirar a su primo y a Said hasta que después se percató de los rayos proyectados en el cuerpo del dragón a lado de ellos. Tan familiares que no necesitó de alzar la vista para comprobar que se trataba de su dragón Trueno, el compañero de su vida desde que era pequeña. Al percatarse de ella, el híbrido se aproximó empujando a un par de personas y dragones en el camino hasta que la pelirroja rodeó su cuello con sus brazos y su amigo emitió un ronroneo. Un par de lágrimas resbalaron de los ojos de la fairiana tras reencontrarse con su amigo y cuando pudo serenarse, se aproximó hasta su primo y su amigo para saludarlos.
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—No podemos ir todos hacia Fair y arriesgar dejar Berk desprotegido —comunicó Hipo a primeras horas de la mañana—. Mi madre, Bocón y Eret se quedarán para asegurar la isla junto a la guardia de jinetes de Astrid. —Los tres mencionados habían regresado apenas un par de horas atrás. En los lugares a los que fueron no habían tenido mucho éxito, Eret corroboró que Ormr en definitiva había dejado de ser aliada al Reino, en Veiða Bocón solo recibió armas como apoyo debido a que el territorio tenía muy pocos guerreros para defenderse a sí mismos y Valka... La vikinga aún esperaba la oportunidad para hablar con Sigrid sobre ello—. El resto nos iremos, alisten sus cosas, solo las necesarias. Enviaremos un Terrible Terror cuando tengamos la oportunidad. Mientras tanto, Bocón entrena cuántos vikingos puedas para defender la isla y Eret...
—Me encargaré de colocar un par de trampas en el bosque y comenzaré la construcción de nuevas armas.
—Maravilloso, Eret. —Sigrid envainó su espada y suspiró, antes de posar su vista en los gemelos—. ¿Cómo les fue en Hví?
—Nos rehusamos en hablar de ello —contestó Brutacio cruzando los brazos sobre su pecho y Sigrid alzó una ceja, aquel gesto le hizo evitar su mirada—. Oh, ni me mires así, Sig.
—¿Hicieron uso de Macey, verdad? —inquirió Hipo secundado a Sigrid con la misma mirada retadora e intimidante.
—¡Fue Brutacio! Pero lo que vino fue mucho peor —aseguró Brutilda, empujando a su gemelo para acercarse a ambos—. Dijeron que apoyarán a la Reina, pero cuando todo eso termine vendran por nosostros para atarnos de los pies.
—¡No! —lloriqueó Brutacio—. ¡Diles la peor parte, Tilda!
—Se quedaron a Macey —continuó con una risilla malévola, Hipo se llevó la mano a la frente y Sigrid suspiró cuando Brutacio volvió a llorar ante la mención. Las versiones de Macey eran infinitas, la ojimiel estaba segura que tan pronto pasara una semana tendría una nueva Macey.
—El sacrificio de Macey no será olvidado —comentó para hacerlo sentir mejor—. Ahora que ya todos estamos presentes, Patán comentó que acompañaría a Heather hacia los mercados del Norte para investigar un poco más sobre algún posible ataque. Si tienen suerte, nos encontrarán en Fair.
—Bien, empacaré mis calzones de guerra.
Brutacio fue el primero en abandonar el salón seguido de su gemela y Patapez. Eret les siguió poco después junto a Bocón, quedando en el salón únicamente Valka, Astrid, Sigrid e Hipo. Los tres jinetes más jóvenes ya estaban listos para pronto partir, Astrid se había curado las heridas causadas en el Principado y había afilado su hacha, arreglado su armadura en el proceso. La vikinga mayor se aseguró de que no hubiese nadie espiando y rodeó la mesa para sacar un pergamino de gran tamaño el cual extendió sobre la mesa. Los tres se aproximaron al percartarse de que era un mapa de Kain en su totalidad, las locaciones, el bosque, el castillo, los fiordos y demás.
—El Rey Einar comentó que su Drekagyðja está despertando.
Está despertando. Algo en su interior pensó en ello. No fue hasta que Valka comenzó a explicarles sobre Rekvhan que pensó en lo ocurrido semanas atrás. Su mente se enfocó en las palabras que Kiran les dijo a ella y Niels la noche en que fueron hacia Airgead antes de que Lord Gray los secuestrara. «Sus escamas cubrieron la tierra y el mar la sumió en un sueño profundo», miró el mapa, la forma de la tierra y el mar alrededor del Reino, los pequeños ríos que se infiltraban en algunas partes del terreno. Y entonces pensó en todas las supuestas piedras astrales que emergieron de la tierra meses atrás, como el frío comenzó a disiparse lentamente en el reino. Habían descubierto que aquellas no eran piedras astrales aunque fuesen similares, blancas y brillantes. Pero había algo más que era blanco. Los ojos de Valka la miraron en todo momento al percibir que ya lo había descubierto.
Todas esas piedras eran escamas de dragón. Específicamente, escamas de Rekvhan, que comenzaron a emerger de la tierra desde meses atrás. El frío en la isla tenía una explicación. El que le hablara por la mente tenía una explicación y el que Said y Kristoff la hubiesen visto meses atrás también. Porque estuvieron viviendo todo el tiempo en la isla donde ella estaba oculta, durante la Danza de Dragones, la Drekagyðja nunca salió. Se proyectó en su mente, Draco nunca estuvo sobre los cielos. Fue una visión que le mostraron a sus amigos. Una advertencia. Y el llamado hacia los híbridos para que la liberaran.
—¿Estás diciendo que esa dragona vive bajo el Reino? ¿Qué pasará cuando despierte? —preguntó la rubia una vez Valka les hubiese explicado a los dos berkianos la situación—. O peor aún, ¿qué hará? ¿Es posible que sea como Muerte Roja?
—Vivió por años protegiendo a los dragones, en eso no se parecerá a Muerte Roja —dijo Sigrid, analizando el mapa de la isla intentando encontrar la locación de la dragona. En qué parte de la isla estaría—. Los va a proteger, pero siento que tendrá resentimiento contra el humano por lo que le hicieron y tiene a los híbridos de su lado.
Aquella debía ser la explicación que tanto buscaba. El motivo por el cual Nymeria la había abandonado, dejado en el Principado sin mirar atrás, sin mirarla a ella, sin esperarla. Sintió su corazón estrujarse desde dentro mientras observaba el mapa trazado de todo Kain, la fortaleza, las casas, los establos. El bosque de los lobos, el río Irkan, la locación donde Kohak yacía... Las islas Airgead. Sus manos temblaron cuando tomó el lápiz que el berkiano le ofreció y encerró los posibles lugares de donde podría emerger la isla.
—Hace algunos meses, sus escamas surgieron desde la montaña —comentó, encerrando el viejo castillo y ahora zona de entrenamiento en la cima de esta—. Creíamos que era un mensaje de mi padre... Pero ahora...
—¿Y sí si lo fue? —preguntó Hipo analítico, sopesando la información—. ¿Y sí tu padre supo todo este tiempo sobre Rekvhan? El viejo castillo se destruyó por órdenes suyas, pensamos que lo hizo por su hermana, pero ¿es posible que hubiera otra razón? Él dejó las pistas sobre las piedras ese día, el mapa de las estrellas es reconocido de su familia, no pudo ser obra de la dragona. Aquello fue por tu padre.
—¿Qué haremos entonces?
—No podemos solucionar dos problemas a la vez. —Fueron las palabras de Valka, encerrando la fortaleza en un círculo más grande—. Debemos encargarnos de solucionar el asunto con los lores y que recuperes tu trono, Sigrid, el rey Einar aprecia tu amistad de niños y, en caso de ser necesario, enviará a cuantos soldados necesites como tu vasallo.
Sigrid suspiró ante la mención de ese viejo amigo, se habían conocido tiempo después de que ella encontrara a Nymeria. Cuando recién comenzó a entrenarla fue difícil, él y su dragón la encontraron y le brindaron sabios consejos hasta hacerse amigos y le prometió que algún día, cuando él se hiciera rey, le ayudaría junto a su pueblo como vasalla de Kain. Tiempo después, Sigrid tuvo la oportunidad de presentar a Valka a la legendaria isla protectora de dragones, bajo la condición de nunca revelar el secreto... Hasta que fuera necesario.
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El cielo se tiñó anaranjado cuando arribaron a la isla vikinga. Lo primero en ver Sigrid fue la multitud de dragones que sobrevolaban el lugar, algunos descansaban arroyo abajo y otros, simplemente se paseaban por la aldea acostumbrados a la interacción con humanos y viceversa. No pudo evitar que sus ojos recorrieran la multitud encontrando unos ojos en particular cuando Chimuelo arribó cerca de la entrada al muelle. Las alas del Furia Nocturna brillaron y se extendieron una última vez hacia el ocaso cuando arribó sobre la arena.
—¿Por qué aterrizamos tan lejos de los demás? —No pudo evitar preguntar al ver a los gemelos del otro lado, paseándose como sí nada sobre su Cremallerus Espantosus. Echó un vistazo a las personas en la aldea y frunció el ceño, bajando de Chimuelo después de Hipo, quién le ofreció el brazo para deslizarse del cuerpo del dragón sin caer—. Tendremos que caminar mucho hacia la aldea, odio caminar.
Hipo río con ligereza al escucharla y ver su nariz un poco arrugada. Se aproximó hasta ella y Chimuelo avanzó adelante de ellos como si hubiese visto algo, ambos siguieron su mirada hasta que el cuerpo del Furia Nocturna desapareció entre los arbustos y fueron detrás de él. La silueta pronto se hizo clara cuando se aproximaron detrás del alfa de dragones y pensar que solo la había visto tres noches atrás. Su corazón latió con frenesí tras reconocerla, recostada sobre el césped, los ojos ámbares fijos en los contrarios.
—¡Nymeria! —gritó sin poderlo evitar, de todos los lugares, no habría esperado encontrarla ahí. Esta vez, el recibimiento fue mutuo cuando la híbrida se aproximó hasta ella y la tumbó en el suelo, le lamió el rostro y luego los brazos de ella se cerraron en su cuello para abrazarla hasta que la Pesadilla Cambiante la alzó de vuelta a su posición. Desde lo profundo de su corazón, Sigrid sintió que su dragona le pedía perdón. Perdón por abandonarte. Sintió su cuerpo cálido mezclarse con las lágrimas de ella—. Dragona mala, no vuelvas a dejarme.
Lentamente, se separó de su dragona y Chimuelo no perdió el tiempo en abalanzarse sobre ella. Ambos dragones rodaron sobre el suelo entre rugidos y gruñidos que convirtieron más ameno el ambiente y ambos jóvenes decidieron que era el momento adecuado para reunirse con los demás. Especialmente con los jinetes de dragón que no habían estado nunca en Fair.
—Pues tocará caminar.
—Espero que así de gracioso estés cuando conozcas a Niels —murmuró por lo bajo con una risilla malvada, el berkiano la alcanzó a escuchar y gesticuló un puchero.
—Golpe bajo, Mi Reina.
La caminata hacia el centro de la aldea no fue muy tardada, aunque el recorrido fue muy largo; pero durante todo el trayecto aún seguía pensando en lo ocurrido y en cada tanto, giraba la cabeza para comprobar que Nymeria estuviese ahí. Hipo la vio girar el rostro un par de veces y la tomó de la mano para tranquilizarla durante la décima ocasión que repetía la acción. No hubo necesidad de palabras, él comprendía lo que estaba sintiendo, porque ni él mismo se veía capaz de estar alejado de Chimuelo por tanto tiempo. Habían pasado semanas desde que Nymeria se había marchado de su lado y aunque no lo demostró, supo que siempre estaba pensando en eso. Después de todo, Nymeria había sido su soporte durante todos esos años.
Para cuando llegaron al centro de la isla, las sorpresas no dejaron de venir.
Ella parpadeó por varias veces, reconoció los rostros de los pelirrojos alejados de la multitud y esbozó una tímida sonrisa. Luego reconoció el cabello del color de un cuervo perteneciente a su hermano y quiso correr a saludarlo, pero entonces, dos siluetas reconocidas interrumpieron su campo de visión. Sus piernas temblaron de la impresión al ver el rostro demacrado de Said mirar en su dirección e Hipo alcanzó a tomarla por la espalda antes de que su cuerpo respondiera por sí solo, las lágrimas corrieron por su rostro cuando corrió hasta el kainiano que iba hacia su encuentro de la misma manera.
—¡Said! —Ella lloró sobre sus brazos cuando su amigo la envolvió en los suyos—. Estás vivo, estás vivo...
Sin poder creer lo que veía, se aferró al abrazo de su amigo tanto como pudo y se separó hasta que un pensamiento cruzó por su cabeza. Buscó a Kristoff entre las caras familiares y cuando lo vio, sintió sus piernas dejar de responder. Primero vio su rostro, tan noble y gentil característico en él, pero luego vio el brazo vendado; a diferencia de los demás, él estaba sentado y sin querer, desvió su mirada. El corazón se le estrujó de solo recordar las palabras de Tiberio en el Principado. Kristoff ya había sufrido lo suficiente, a eso se había referido. Él sintió su mirada y gesticuló una sonrisa triste cuando la vio aproximarse.
—Hola, pequeña.
—Kristoff —murmuró sin poder creer lo que sus ojos veían, se inclinó para abrazar a su primo, pero este interpuso la mano sana para que no lo hiciera y en cambio, ella retrocedió confundida—. ¿Q-qué pasó?
Alzó su vista hacia los demás presentes, la mirada que Said le dedicó le congeló el corazón. Alguien comentó que lo mejor sería que lo hablaran en privado, pero no reconoció la voz. Escuchó las voces lejanas cuando miró a su primo, él trató de sonreírle o de mirarla de la forma en la que lo hacía antes, pero ella se percató de que no pudo. Que le costaba hacerlo. Pasó saliva por su garganta y retrocedió entre pasos temblorosos sin saber que hacer. ¿Él... Kristoff... La culpaba de lo sucedido? El simple pensamiento hizo que su corazón latiera frenético y sus ojos se aguaran, se giró hacia otro lado para no mirarlo y que se le saliesen las lágrimas, pero la mirada de Hipo hizo que un nudo se formase en su garganta.
Ella había causado eso.
—Lo siento... Solo... Tengo que...
Sus palabras tropezaron intentando buscar la excusa perfecta para escabullirse, no esperó a que respondieran ni volvió a mirar a su primo cuando se dio la vuelta para partir. Más no fue a ningún lado, la mano del rubio la alcanzó a sostener de la muñeca e hizo un ademán hacia la cabaña situada en su derecha. En pasos silenciosos, Said y Alistair alzaron la silla donde reposaba Kristoff y lo llevaron en la dirección que apuntó. Las piernas de ella fallaron al intentar caminar, se quedó ahí hasta que las siluetas desaparecieron. Antes de avanzar, su vista se encontró con la del ojiverde y suspiró. Bastó una mirada de él para saber que todo saldría bien y ella se aferró a eso, confío en que fuera cierto.
Una vez dentro, sin testigos ni otras personas, Kristoff se desmoronó. Kristoff quién siempre sonreía y tenía las mejores palabras para alentarla, quien la instaba en no perder la esperanza y la entrenó durante tanto tiempo. Sus ojos azules brillaron por las lágrimas a punto de salir.
—Te fallé, Sigrid. —Él la miró con la culpa en sus ojos—. Te fallé a ti y al Reino, tú eres Mi Reina y dejé que todo esto pasara. Debí estar preparado, pero me capturaron y el castillo pereció.
Ella no respondió palabra alguna. Escuchó cada una de las palabras de su primo, los relatos desde el día en el que ella desapareció hasta sobre cómo fue capturado. Él omitió mencionar los detalles de sus heridas y le pidió disculpas por no haber podido hacer algo más. Ambos se perdonaron el uno al otro y lloraron.
—Hay algo más, todos los lobos están muertos, excepto uno.
—El Alfa —murmuró y el rubio asintió—. ¿El sigue... Sigue en Kain?
—No, está a salvo, un par de curanderos lo atienden en estos momentos. Pensé que querrías saberlo, podrás verlo cuando esté mejor.
Ella asintió y suspiró. Los sucesos durante el día fueron demasiados y aún tenía que digerir un par de cosa. Antes de abandonar la cabaña una idea cruzó por su cabeza, nadie excepto Hipo y ahora Astrid, sabían lo que podía hacer gracias al poder de los lobos. Quizás sí intentaba... Los curanderos ya no encontrarían solución a su pierna, pero ella... Debía de intentar al menos, antes de que fuera tarde. Se aproximó hasta su primo y se inclinó para tomar su brazo vendado, él la miró confundido, pero antes de que pudiese preguntar, ella retiró la venda para sentir su piel.
—No te asustes —pidió, inspiró profundo antes de rodear ese brazo con sus manos—. Perdóname por no haber ayudado antes.
Sintió el poder del lobo más real que en ocasiones distintas, no tuvo mucha dificultad en encontrar el hilo dorado que representaba el dolor. Lo tomó tan pronto lo vio, áspero, profundo y frío. Sus manos temblaron cuando la primer oleada cubrió su cuerpo, esto era distinto a cuando curó a su hermano o a Astrid. Este tipo de dolor era más profundo, sintió sus huesos congelarse y luego su cuerpo se retorció, a punto de soltar su brazo. Se aferró lo más que pudo con los brazos ahora débiles, sus ojos se enronjecieron y emitió un jadeo cuando la primera oleada del dolor traspasó su cuerpo. Entre jadeos, se separó para tomar un poco de aire y procesar todo ese dolor que había tomado. Podía sentirlo en sus extremidades, abrasador e inigualable.
—¿Có... Cómo? —preguntó el rubio impresionado al sentir que ya podía mover la mano, pero ella no respondió y se acercó ahora hasta su pierna.
Retiró el vendaje y puso su mano sobre este, el hilo era más largo que el anterior y un grito escapó de su garganta cuando recibió la primera parte. Fue un grito por parte de ambos, sus ojos ardieron cuando recibió todo ese dolor y lo aceptó dentro de su cuerpo. Un nudo se formó en su estómago y su cuerpo se retorció, sus piernas temblaron cuando el dolor se manifestó en esa parte de su cuerpo y el sudor cayó en gotas. Esta vez, fue completamente distinto, duro. Sus ojos amenazaban con cerrarse, su fuerza se había desvanecido en el aire de la habitación y su mano... Estaba a nada de separarse de la pierna de su primo. Pero sabía que sí lo hacía, no sería capaz de completar su curación. Unas manos se posaron en su hombro y vagamente reconoció la silueta de su hermano, quien también se inclinó y tomó la pierna de su primo. El dolor fue más fácil de soportar con ambos juntos, se manifestó en sus cuerpos y cuando tomaron todo, se desplomaron sobre el suelo. Sigrid tosió, hizo un intento por incorporarse, pero el dolor aún presente en su cuerpo se lo impidió.
Erwan se removió, hasta terminar sentado sobre la superficie de madera. Con un esfuerzo, estiró sus brazos para ayudar a su hermana sentarse y ambos jadearon cuando la última parte del dolor desapareció de su sistema.
—¿Sigue... Doliendo? —preguntó la ojimiel instantes después, la voz entrecortada debido al esfuerzo y el sudor cayendo en su rostro.
—Creo que... Puedo moverla. —Él se apoyó en el respaldo de su silla y luego, alzó un poco su pierna. Sintió los dedos de sus pies moverse, meneó su tobillo, sintió los músculos de su pie volver a su estado natural y luego, su rostro asombrado se giró hacia sus primos—. ¿Cómo hicieron eso? ¿Desde cuándo...? Sigrid...
—Los lobos nos otorgaron su poder —explicó, alzó una mano para que Erwan la ayudase a incorporar y cuando sus pies tocaron el suelo sintió un mareo que la hizo trastabillar.
—¿Vas a estar bien? —preguntó él y la preocupación cubrió su rostro—. No pareces estar bien.
Ella recargó la mano en la pared de madera, para no volver a perder el equilibrio. No respondió, inspiró profundo el aire nocturno. La sensación del dolor aún permanecía dentro de su cuerpo. Necesitaba aire.
—Lo estaré —prometió y lo miró una última vez—. Saldré a tomar un poco de aire, Ed.
Él la miró y asintió agradecido. Sus piernas fallaron cuando avanzó hasta la salida, el cielo de un azul nocturno y las estrellas le dieron la bienvenida. El cuerpo invisible de Nymeria se materializó entre la nada cuando ella se alejó de la cabaña, tomándola de soporte, sostuvo una de sus antenas y dejó que la híbrida la guiase a alguna parte de la isla. Estaba cansada, agotada tanto física como mentalmente. Sus ojos se le cerraban conforme daba un paso más, pudo escuchar la voz de Hipo a lo lejos al reconocerla y sintió la calidez de sus brazos sostenerla antes de que se perdiera.
⚘❀༄
Una línea delgada de lava proveniente de Albóndiga se esparció sobre los bordes de las locaciones en el mapa extenso de Kain iluminando cada borde de la isla representado en este. Patapez había utilizado una combinación entre la lava y el polvo Fýlîark, conocido en Kain por ser un polvo a base de hierro y diamante con otras propiedades que hacían las armas más resistentes. Combinado con el fuego del Gronckle, controlaba el calor de las llamas y permitía que estas no se traspasaran del extenso pergamino. La vista de Sigrid recorrió cada una de esas llamas deslizándose en los bordes marcados hasta iluminar cada uno de los puntos del mapa, la vista de los demás, también concentrados en lo mismo.
—Gracias, Patapez —comentó ella principalmente, cuando la última línea de fuego recorrió el río que conectaba con las islas Airgead. El fuego en el mapa iluminó los rostros de los presentes, en conjunto con las grandes antorchas posicionadas en cada extremo del salón.
Las presentaciones fueron cortas y formales entre los presentes; no todos se conocían, pero se aceptaban por una misma causa, una misma misión. Ayudar a Sigrid a recuperar su trono y encargarse de una vez por todas de los lores que faltaban.
—¿Trajeron la evidencia de los padres de Kristoff? —Su hermano Niels fue el primero en romper el silencio inquietante cernido sobre ellos, Sigrid asintió y señaló a Daven a su lado—. Creo que todos sabemos el porqué estamos aquí reunidos en este día, han pasado varios meses desde la primera reunión en la que algunos de nosotros estuvimos presentes. El plazo acordado para actuar fueron dos meses.
Dos meses. Ella enfocó su vista en el mapa, en el calor de las pequeñas brasas marcando ciertos puntos de la isla. Pasó saliva por su garganta y alzó la vista para encontrarse con los ojos plateados de su hermano al otro extremo de la mesa, a un lado de Idunn y Alistair. Él asintió en su dirección, instándole a tomar la palabra. Inspiró profundo antes de hacerlo, miró los rostros conocidos y luego miró el centro de la mesa, soltando el aire retenido de sus pulmones con calma.
—Dos meses fue el tiempo límite que me dieron para solucionar las cosas o, de lo contrario, actuaríamos con la única carta que teníamos —comenzó, sus manos acariciaron el borde de la mesa de caoba antes de aceptar los papeles que el hermano menor de Said le proporcionó—. Han pasado más de dos meses, pero puedo decir que esta evidencia, no es lo único que me permitirá regresar a Kain y proteger a mi pueblo. —Señaló los papeles del matrimonio entre Naara y Harald—. Sí, el matrimonio de mi tía con Harald Kerr fue el desencadenante de una lucha que lleva años dentro de Kain; pero no fue una excusa y no nos habría servido de nada contra los lores si la hubiésemos presentado tiempo atrás.
» Las personas en Kain tomaron el lado de los lores cuando se enteraron del nacimiento de Kristoff, no por otra razón fue forzado a tomar un apellido bastardo y jamás revelar quiénes habían sido sus verdaderos padres. La corrupción y la discriminación gobiernan Kain, pensé que hablar solucionaría las cosas, pero heme aquí, con palabras no voy a salvar a mi pueblo o los pocos soldados que aún me sirven.
—¡Hay que quemarlos a todos! —gritó Brutacio alzando las manos, las palabras del berkiano la hicieron suspirar aliviada, no concordaba con el rubio, pero la tensión había disminuido un poco debido a ello. Risas y voces se hicieron escuchar después de él—. ¡Estoy con Sigrid! ¿Quién más?
—Yo estoy de acuerdo con él —opinó Idunn increíblemente seria, los demás se quedaron pasmados al verla y ella solo alzó los hombros—. Si les presento a Balerion las cosas se resolverán en menos de un día.
—¡No! Eso no es lo que quise decir.
Ella se llevó una mano a la frente y soltó una risa nerviosa cuando Brutilda y Patán se les unieron, este último inclusive dijo «Colmillo y yo les demostraremos lo que es el verdadero poder», Hipo a su lado suspiró y les miró mal.
—¿Por qué no? —preguntó la Jefa de Fair—. La mayoría son traidores a ti, aceptaron a Tiberio como su nuevo Rey sin poner objeción alguna.
Sigrid suspiró, las palabras calaron sobre su pecho. Su prima tenía razón, muchos le habían dado la espalda por Tiberio, pero pensó en los soldados que se revelaron el día del Principado para ayudarles a escapar.
—Lo sé, pero no por ello quiero que mueran, mientras salga la menor gente posible lastimada, estoy abierta a ideas.
—Kain tiene pocas entradas bajo tierra —explicó Said cuando los murmullos hubiesen callado, avanzó entre la mesa que rodeaba el mapa para señalar algunas partes de la locación, hasta llegar a la entrada por el muelle—. La más usual y peligrosa, el muelle. Estará rodeado de soldados y berserkers, difíciles de engañar; yo sugiero que evitemos esta parte de la isla tanto como podamos.
—¿Cuáles son las otras dos? —preguntó Idunn, analítica mientras el kainiano rodeaba el lugar y tomaba un par de fichas.
—Esta. —Él apuntó parte de la montaña que rodeaba el fiordo, esa zona de la isla era rocosa y conectaba con las islas Airgead—. Para llegar se necesitan dragones, pero para atravesar esa zona es preferible de pie, los dragones llamarían mucho la atención.
» No todos podríamos ir desde ahí. Es peligroso por el río, los torrentes son veloces y fuertes, gente ha muerto ahogada y también se dice que es el hogar de dragones marinos.
—Sí lo que queremos es ingresar en Kain, pero solo ir por los lores y Tiberio, entonces lo mejor será tomar la ruta de Said. —Hipo tomó la palabra, estuvo analizando cada una de las partes del mapa, las distintas entradas de Kain él las conocía; pero esta, era la que les daba la ventaja de no ser descubiertos—. Con dos personas que se puedan infiltrar y atacar desde adentro, tenemos más oportunidades de ganar si conseguimos evidenciar indirectamente lo que ha hecho Tiberio y sus secuaces.
—Esta no es una tarea para cualquiera —prosiguió Kristoff, recuperado después de que Sigrid hubiese usado el poder de los lobos para mejorar la condición de su pierna. Su mirada era determinada, preparado para pelear y no volver a caer—. El deber de aquellos que se infiltren en el reino será mantenernos informados ante cada cosa que ocurra, ahora que sus defensas están debilitadas, tenemos la oportunidad.
—Iré yo. —Se ofreció Daven, dando un paso hacia adelante—. No me han visto en Kain, sí me descubren, podré decir que he regresado de la búsqueda sin éxito alguno. —La seguridad en sus palabras hizo que Sigrid le creyera y aprobara su decisión—. No fallaré, conozco los atajos de Lyanna, los usaré.
—Yo también podría ofrecerme de voluntario, debido a mis grandes habilidades de infiltración —comunicó Patán, mirando sus uñas—. Pero sé que mis fortalezas están en la guerra y en la acción.
—Ah, que alivio, Patán. Justo eso iba a decir. —Brutacio soltó un sonoro suspiró y le secundó su gemela, Patapez, Astrid y Sigrid; que en seguida se convirtió en alerta cuando el gemelo añadió—. Está claro que debo ser yo, mis habilidades de Alacambiante son precisas.
—Chicos, esto es serio —interrumpió la rubia y sin querer, golpeó la mesa con la empuñadura del hacha cuando la sacó—. Esta podría ser la pelea más grande a la cual nos hayamos enfrentado jamás, Sigrid, sus amigos y su familia nos necesitan. Esto no es como enfrentar cazadores de dragones o infiltrarnos a los Mercados del Norte. Quien acompañe a Daven tendrá que ser una persona que conozca sus debilidades, que sepa qué hacer en caso de que la atrapen, las posibilidades son nulas y, como dijo Said, es peligroso. Tendrá que confiar bien en sus habilidades estando en tierra porque llevar dragones es arriesgado.
—No lo habría dicho mejor, Astrid —dijo Said, sus miradas conectaron solo por unos segundos y el kainiano esbozó una pequeña sonrisa que no fue devuelta, ella lo miró indignada, el fuego en sus ojos y se giró para evitarlo.
—Yo iré —interrumpió Idunn—. Aparte de estos tontos, nadie conoce Kain como yo lo hago —añadió cuando su hermano estuvo a punto de replicar—. Trueno nos acercará lo bastante a la montaña y nos encargaremos de cruzar el fiordo por nuestra cuenta, espero que sepas nadar, Warren.
—Entonces está decidido. —Niels estiró los brazos hacia los lados—. Idunn y Daven serán los primeros en partir. Aún falta decidir qué haremos los demás.
—De hecho, para ti tenemos una misión distinta —comentó Sigrid—. Necesitamos que vayas hacia el Norte, no sabemos sí Tiberio tiene más aliados, pero sí los tiene serán de allá. Si es posible, investiga si ha tenido relación con los Señores de la Guerra. —Silencio total, los pocos que los conocían, sabían que esos hombres eran expertos cazadores de dragones—. Tiberio intentará debilitarnos y para ello, se aliará con todos los que suponen una amenaza para nosotros. Especialmente los Cazadores de Dragones.
—Sin Holthtrack me demoraré días en llegar.
—Por eso irás con Patán. —Su hermano la fulminó con la mirada, antes de mirar hacia el mencionado con una ceja alzada—. Ahí encontrarán a Heather.
—Buena elección en escoger a Patán —dijo Brutacio cruzando los brazos sobre su pecho, Sigrid presintió lo que iba a decir—. Está tan feo que los cazadores lo confundirán con uno de los suyos.
Sigrid tuvo que morderse el labio para no reír, estaba claro que sí Brutacio abría la boca era para decir algo como aquello. Said, en cambio, carcajeó sin poder evitarlo junto Alistair.
—Brutacio —habló Astrid, acaparando su atención—. Cállate un ratito.
—Sí, cállate, Brutacio —concordó Patán cruzándose de brazos.
Patapez, quien hasta entonces había permanecido callado y ajeno a la situación, se acercó hasta aproximarse al centro de la mesa a un lado de Dhalia y de Said. Su mano recargada en su barbilla y sus orbes azules fijos en el mapa, específicamente, la parte donde Sigrid había señalado los posibles lugares donde emergería Rekvhan.
—No he podido dejar de pensar en ello —habló cuando hubo aclarado sus ideas—. Nuestro mejor momento para hacer frente será cuando sus defensas estén debilitadas, Idunn y Daven espiarán para nosotros, pero también, y sí los demás lo aprueban, comenzar a hacer saber a quienes consideren más leales que Sigrid está viva.
» Hay que desmentir todos esos rumores de que cayó enferma, hacerles ver la verdad a los demás. Esto nos permitirá acercarnos cuando sea el momento adecuado.
—La Guardia Real de Kain se mantiene fiel a nuestra Reina —habló por primera vez el Comandante Leith, con sus manos cruzadas sobre la empuñadura de su espada—. Podemos regresar, diremos que no encontramos rastros de la Reina y nos encargaremos de alertar a los soldados para que se unan y peleen con nosotros.
—Muchos en el Principado los reconocieron —negó Sigrid—. Será muy arriesgado, podrían caer en su propia trampa, Tiberio podría saberlo.
—Si no tomamos todas las oportunidades que tenemos, nos arriesgamos a regresar al principio —argumentó el rubio y la kainiana pasó saliva por su garganta ahora seca—. Esto es la guerra por la que tantos años su familia y usted han luchado, este es el momento en el que lo arriesgamos todo para terminar con esto de una vez o morimos en el intento.
—Está bien —aceptó—. Tienes razón, no podemos ganar esto sin apostar todas las cartas, pero por favor. No mueran.
—Partiremos de inmediato, Majestad —dijo Leith en una pequeña reverencia—. Las posibilidades son nulas y por ello, lo mejor será no conocer mucha información.
Sigrid asintió y vio a Leith marcharse después de ello. Aunque no lo dijo en voz clara, lo pensó. Si no les creían, serían encerrados, custodiados y torturados en busca de información. El silencio se instaló en el Gran Salón después de eso, suspiró y buscó a Hipo con la mirada, quién apretó su mano unos segundos y sus dedos se rozaron.
—Ahora podemos proseguir —habló Said cuando nadie más lo hizo—. Ya tenemos los espías para sabotear desde dentro los planes de los lores, los espías al Norte y contamos con el apoyo de la Guardia Real para ganarse el apoyo de los soldados. En algún momento, tendremos que presentarnos a Kain. Y sí, una batalla es más que posible que acontezca.
» Yo sugiero que la guiemos desde aquí. —Él tomó una de las fichas con un soldado y espada en mano la cual colocó en la parte sur de la isla, donde se encontraba el bosque de los lobos, ahora quemado y con gran espacio lejos del pueblo y las casas—. La menor cantidad de vidas inocentes se perderán sí atacamos desde este punto, necesitamos atacar por cielo y tierra.
—Lideraré el ejército sobre el cielo —ofreció la rubia—. Los jinetes de dragones vienen conmigo, así mismo, convocaré a la Guardia de Berk.
—Entonces seré yo quien me encargue del ejército en tierra —continuó Said—. Kristoff, Alistair, Bård. Si no tienen miedo de pelear contra berserkers, los encontraré en el campo de batalla. Mis hombres me seguirán, necesitaré ponerme en contacto con ellos y mi padre se unirá a la batalla conmigo.
Las voces se hicieron presentes de pronto ante ese nuevo plan, Dhalia aceptó unirse a Astrid para la pelea en el cielo y los gemelos Torton comentaron las maniobras que emplearían en el cielo y los récords que cumplirían.
—Aún falta solucionar un par de cosas, ¿qué hay de los dragones encerrados en el Refugio? —preguntó Patapez cuando las voces se hubiesen calmado.
—He estado pensando en eso —intervino Hipo y su rostro se iluminó por el fuego de la habitación cuando se aproximó a la mesa—. Lo más seguro es que tanto Vhagar, Nerion y Holthtrack estén sedados. ¿Quiénes tienen permitido ingresar al Refugio de Dragones?
—Brynden —respondió Said—. Si estás sugiriendo...
—Patapez y yo hemos estado trabajando en un neutralizador de raíz de dragón, sí lo están administrando en los dragones, entonces con ello Vhagar, Nerion y Holthtrack podrán recuperarse en el menor tiempo posible —explicó el Jefe de Berk—. Sé que es arriesgado y por ello, lo único que necesitaremos de tu hermano es que encuentre una manera y permita que Patapez se aproxime lo suficiente como para administrar el suero él mismo.
» La tercera entrada de Kain es la que tomaremos —prosiguió y su mano izquierda se deslizó sobre los pliegues del mapa hasta señalar la montaña, el área de entrenamiento—. Chimuelo nos acercará durante la noche, Patapez se encontrará con Brynden y Sigrid y yo buscaremos a los lores.
—Usaremos los pasadizos —prosiguió Sigrid, señalando con puntos ciertos espacios de la fortaleza—. Iremos de lord en lord hasta encontrar a Tiberio, sí el elemento sorpresa no nos falla, podremos acabar con esto en el menor tiempo.
—Y lo matarás —comentó Idunn, pero Sigrid negó.
—Sí yo voy y lo mato, no seré alguien diferente a todos esos hombres —contestó—. Lo primero que debo hacer es exponer sus crímenes de la misma manera en los que ellos expusieron a mi tía. El pueblo sabrá la verdad y evitaré posibles enfrentamientos.
—El que expongas sus crímenes no asegurará que las personas del Reino lo acepten —habló Alistair, los ojos fijos en ella—. Muéstrales el poder que tienes, eres la Reina. No siempre es perdonar.
—Al tiene razón —concordó Kristoff, compartiendo miradas con su primo—. Este hombre engañó la mente de las personas, mintió en tu nombre y te despojó de tus títulos. La única razón por la que no ha mandado hombres a buscarte es porque eres valiosa para él. —Las palabras calaron en lo profundo de su garganta cuando lo escuchó y asintió, ella sabía porqué—. Tienes la sangre real, Sigrid. Tanto tú como Niels son los últimos Whiterkler cuya sangre podría ser considerada pura por hombres como él.
» No dudará en aprovechar las oportunidades que se le presenten o sacrificar la vida de personas inocentes con tal de mantenerte a su lado. Él quiere que sigas con el linaje, te forzará a desposar a uno de sus hijos y dar herederos. Ese ha sido su plan todo este tiempo. La sangre es importante para él.
Ella sintió las arcadas atravesar su garganta y retrocedió un paso ante el peso de sus palabras. La sangre. La familia. Eso era lo que él le había dicho y durante años, siempre fue recordada del deber que cómo mujer tenía. Se forzó a eliminar todos esos pensamientos y pudo respirar correctamente cuando los dedos de Hipo se unieron con los suyos. Sintió el latir de su corazón con la misma frecuencia que el suyo y, de alguna manera, aquello la tranquilizó.
—Entonces no le serviré de mucho —dijo e inspiró profundo—. Él no sabe sobre Niels y cuando lo sepa, será demasiado tarde.
—¿Qué hay de ti?
—La sangre Whiterkler ya no es la única que corre por mis venas —admitió, pudo sentir la mirada de Kristoff y Said dirigirse hacia sus manos unidas. Hacia la marca de la runa antigua que cubría la muñeca de ambos jóvenes—. Hicimos el rito.
—Ella es mi esposa ahora —aclaró Hipo.
Los presentes que desconocían la información se quedaron pasmados, Said abrió tanto la boca de la impresión que esta podría llegar hasta el suelo sí se lo proponía. Brutacio cruzó uno de sus brazos y con su otra mano rascó su barbilla.
—Ah, esa misma reacción yo tuve —comentó y se giró para mirar a la rubia—. Perdóname Astrid, sí permanecía más tiempo callado estaba seguro que explotaría por dentro...
—¡¿Se casaron?! —preguntó Said cuando la conmoción abandonó su cuerpo, aún digiriendo las palabras—. Y pensar que meses atrás ninguno quería.
—Las cosas han cambiado —dijo ella para evitar seguir dándole vueltas al tema—. Una vez Tiberio lo sepa cambiará sus planes, si intenta atraparme será inútil. Esta vez, todo terminará.
—Entonces me aferro a mi idea principal de quemar todo —propuso Brutacio y su gemela concordó con él—. Eructo y Guácara estarán encantados de acabar con todos esos traidores que desafían tu trono, milady.
—Por el amor de... —Hipo se llevó una mano a la frente, pidiéndole a Odín la fuerza suficiente para no sacarlos de las orejas—. Eso en definitiva no va a pasar, quemen tantos enemigos como quieran o destruyan sus armas, pero no atacaremos a los civiles.
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—No estoy aquí para convertirme en Reina de las Cenizas —agregó Sigrid—. Y aprecio la ayuda, de verdad que lo hago, pero comencemos evitando las muertes que podamos. El tiempo decidirá lo demás. Ahora mismo, cada uno de nosotros tiene una misión importante. Idunn y Daven serán los primeros en partir, solo cuando ellos manden la señal, actuaremos los demás.
» Yo entendería sí alguno de ustedes decide no participar, lo que haremos será arriesgado y no asegura la supervivencia de todos; aunque realmente espero que no pase a mayores extremos. Estamos luchando por años de tiranía que han dominado Kain y convertido el Reino en lo que es ahora, por la memoria de mi padre, esto termina ahora.
—Luchamos hoy para descansar mañana —habló Said, la voz serena y su mirada enfocada en ella—, desde este día, hasta mi último día, tú eres mi Reina.
—Todos conocemos bien cuál es nuestro papel, lo importante es aferrarnos a ello hasta el último momento —comentó Dhalia después de él, su mirada se cruzó con los presentes y después en Sigrid—. Moriremos como guerreros sí ese es nuestro destino y nos encontraremos en Valhalla.
—¡Valhalla nos llama! —exclamaron los gemelos Torton alzando sus armas ante la emoción, Sigrid no respondió, un nudo atravesaba su garganta y una sonrisa tímida apareció en la comisura de sus labios al sentir el apoyo de todos los presentes, era una reina sin un trono... Pero pronto y sí los Dioses lo querían, ella regresaría a su hogar—. Eres nuestra Reina, te protegeremos y defenderemos.
—Vamos por ellos —sentenció Idunn, la determinación en el brillo de sus orbes turquesa.
El viento susurraba en su oído y el fuego de las llamas danzando crepitaron cuando el acuerdo se cerró y pactó en el Gran Salón. Sentía la seguridad del lobo en su pecho, este era el momento después de años esperando hacer algo. Ahora lo tenían todo, no era un ataque en vano; estaban preparados para darlo todo o morir en el intento. Este era el momento en el que se enfrentaría a la adversidad y combatiría sus mayores miedos, era el momento en el que la vida y la muerte se enfrentaban una vez más, era el momento para encontrar su camino hacia la libertad y estaba dispuesta a tomarlo.
Cuando salió de las paredes cálidas de la gran construcción sus pasos la dirigieron sin rumbo fijo por la isla, sentía una voz en su cabeza diciendo la misma cosa una y otra vez. Levántate y reina. Era el destino el que le hablaba, rompería las cuerdas que la ataban y trazaría su propio camino. La seguridad se reflejó en sus ojos dorados cuando avanzó sin rumbo fijo entre la isla, entre la vegetación y el bosque. El reflejo de la luna se hizo más brillante cuando los ecos de la eternidad cantaron y en medio de esa melodía, sus ojos encontraron los del lobo al que había visitado tiempo atrás. Era diferente a como lo recordaba, su poder ya no se reflejaba como antes, sus ojos plateados brillaban apagados y su cuerpo delgado junto a las heridas hizo que se le encogiese el corazón, pero pudo sentir el viento que acarició su cuerpo cuando dio un paso hacia él. Pudo sentir el llamado y escuchar la canción; y el poder que él le había otorgado refulgió en un brillo dorado. Ella cayó sobre sus rodillas y cerró los ojos cuando el lobo gruñó ante su presencia, hasta que lentamente, se posicionó frente a ella y le otorgó el resto de su poder.
Su tiempo para recordar había terminado, su manada había muerto y la responsabilidad de ser el alfa portador del saber había terminado. Levántate y reina. Fue lo que le transmitió a Sigrid cuando otorgó el resto de su poder y ella lo aceptó. Porque con ella como reina, no habría necesidad de recordar más adelante y él podría ser solo un lobo huargo, protector de ella y su amigo. El lazo dorado rodeó su cuerpo cuando sintió el cambio, los ojos del lobo dejaron de brillar en ese usual plateado hasta convertirse en un azul casi gris.
Su mirada cambió y su alma volvió a la vida cuando Sigrid se incorporó y acarició su pelaje y, a través de su mirada, pudo sentir el cambio en ella también. Sus ojos, que anteriormente habían sido ámbares, ahora brillaban por el manto de la luna en un gris plateado; como los ojos de su hermano y padre, como los ojos de los reyes de antaño. Y ella aceptó su destino.
¡¡¡BUENASSSS!!!
Me alegro informar que ya solo quedan 3 - 4 caps para acabar con este acto. HAN PASADO MUCHAS COSAS AQUÍ TOO Y ESTOY MUY EMOCIONADAAAAA.
Nuevamente recapitularemos de a poco para que no se nos queme el cerebro ok jasjs.
Lo primero, a partir de aquí he comenzado a hacer más menciones a la unión que hay entre mi fic y el de Carly en ROTS, pero como aclaración general, lo que Carly y yo hicimos al unir los fics será muy distinto en ambos. Rekvhan es de mi creación y dado que en el fic de ella existe una Diosa Dragón yo lo fusioné, así que no se preocupen por si quieren leer su fic pq ella manejará todo esto de manera muy distinta. El lapso de tiempo en el que Sigrid e Hipo estuvieron sin verse me da la oportunidad de meter más cosas como esta así que disculpen jaja.
Lo segundo Y LO MÁS ESPERADOOOO, LA REUNIÓNNNN. Ya estaba que quería escribir desde cuando esta parte y no podía, me mantiene muy emocionada el que ya estén todos los personajes y lo que sigue después, amor infinito a Mag por ayudarme con esto, a partir de aquí nuestros fics están más unidos que nunca. Todo esto es canon en ambos (o será) lo único que cambiaría en ambos es que están en distintas líneas de tiempo (y distintos intereses amorosos), pero vamos, que esto es lo que me mantiene bastante emocionadaaaa. Díganme que sintieron al leerr.
Otra de las cosillas que quiero mencionar, perdonen sí de la nada encuentran muchas escenas románticas con Hipo y Sig (pq habrán muchas más adelante), están recién casados y bien enamorados, no pueden evitarlo y yo tampoco ok. Respecto a Sig, otra vez cambié su actriz pq creo que a Sujaya le queda mejor (quítenme el internet)
Y finalmente, LA ESCENA DEL LOBOOOO!!!!!!! No lo voy a negar, estoy agregando mucha magia pero es que no puedo evitarloooo, quiero que mi librito tenga muchos de los elementos de aquí y que sea bastante parecido a WOF así que el escribir aquí me ayuda bastante en esa parteee. Also que Sigrid ya tiene un lobitoooo, pronto sabrán su nombre<3
Espero que les haya gustado el cap, haganme saber como se sintieron, ya falta poco para acabar el primer acto de Wof y estoy muy feliz por ello. Al finnn, no se olviden sus votitos y comentarios, les tqm <3
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