━━X: a kingdom without hope
━━CAPÍTULO DIEZ━━
【 UN REINO SIN ESPERANZA 】
Todo era oscuridad, su cuerpo estaba paralizado y el dolor se sentía tan lejano. Hasta que, lentamente, un sabor metálico se instaló en sus labios. Pudo ser capaz de escuchar pisadas y voces, intentó concentrarse, pero el dolor era tanto que no podía emitir fuerza alguna para abrir los ojos. Escuchó que la llamaban, repetían su nombre una y otra vez. Sigrid. Sigrid. ¿Por qué no la dejaban? Estaba entre la nada y el todo.
Sigrid, despierta.
—Papá.
Podía ver su silueta, estiraba una mano hacia ella para que la aceptara. El brillo de sus ojos le dio las fuerzas necesarias, el dolor en su cuerpo no era el suficiente para separarla de su padre. Estiró los dedos como pudo, aferrándose al contacto con su padre, pero cuando finalmente sostuvo su mano la realidad la asestó de un golpe tan doloroso. El aroma a sangre llegó a sus foses nasales y sintió el dolor en su cuerpo más profundo, se giró para comprobar si era ella la que tenía esos rastros de sangre, pero de su cuerpo solo pudo distinguir las rasgaduras de su vestido, las mangas se las habían arrancado al igual que parte de la falda y las habían usado para amarrarle tanto brazos y piernas. Cerró los ojos con fuerza tratando de evadir su mayor temor, pero fue demasiado tarde cuando su respiración se volvió frenética y su corazón latió con rapidez.
—Sigrid... Sigrid.
La kainiana abrió los ojos para ver a su hermano sentado en un extremo y atado. Tenía golpes por todo el rostro y la sangre era perteneciente a él. Aquello que veía era mucho e inesperado, pero su cerebro no tenía las fuerzas para procesar la información, tuvo un mareo y cerró los ojos. Su pesadilla se volvió real. Estaba en la cueva con los dragones, tenía diez años y la ropa le quedaba ajustada, no podía respirar y ellos la miraban como una presa, pudo escuchar sus gruñidos cuando ella intentaba acercarse para robar un poco de la comida que llevaban consigo. La sensación se revivió en su interior, se abrazaba a sí misma, al fondo de esa cueva, mientras tomaba sus rodillas y se encogió lo suficiente para no ser visible.
—Sigrid. —La voz de Erwan era lejana, seguía en esa cueva, asustada—. Sigrid, abre los ojos.
Las lágrimas de deslizaron bajo sus ojos, estaba cansada y no podía dormir. El miedo hacia los dragones era tanto, que siempre estaba alerta. Su voz tembló cuando aspiró una bocanada de aire, pero sus labios emitieron un verso débil.
—D-D-desde la noche s-sigo las estrellas —murmuró, la voz mezclada entre los sollozos. Aquello era lo que se decía cuando sentía que no podía soportar más vivir en esa cueva— y tu cielo gobernaré. D-desde el día protejo a mis inferiores y-y a tu cuidado estaré.
—Sigrid, escúchame. —¿Por qué podía escuchar a Erwan? Ella no estaba con él, ella estaba en... —. No estás en esa cueva, ¿está bien? Concéntrate, estás conmigo. Abre los ojos, Sigrid. Sigrid. ¡Sigrid!
No estaba en esa cueva. No estaba en esa cueva. No estaba en esa cueva. Se repitió constantemente, en sus memorias vio a Maléfico y se vio a ella acurrucada en lo más oscuro y frío de la cueva, esa sensación se apoderó de ella. Aferrada al pedazo de prenda que tenía para pasar el frío.
Cuando abrió los ojos, su corazón se ralentizó y sus orbes encontraron los plateados.
—Son las visiones —explicó Erwan, su rostro estaba sudado y gotas de sangre caían de su frente—. La pócima comienza a tener efecto, yo también lo he visto. —Su voz sonó rasposa debido al esfuerzo, Sigrid apenas podía procesar lo que estaba pasando—. Debemos salir antes de que vuelvan.
—¿Vuelvan?
Estaba realmente cansada, agotada. Vio como Erwan intentó zafarse de su agarre, las manos cruzadas estaban sujetas con cadenas que se entrecruzaban con su pecho y se sujetaban de una pared gruesa. Cuando su cuerpo comenzó a recuperarse de aquello que le habían inyectado para dormirla sus sentidos se avivaron y el pánico se adueñó de ella, los habían estado siguiendo en el bosque, ¿quiénes habían sido? Movió sus manos un poco tratando de romper el agarre con su propio vestido, pero no tenía fuerzas para ello. Lo hizo hasta que sintió sus muñecas ponerse rojas y el ardor escoció su piel, más tuvo que detenerse cuando pisadas se hicieron presentes.
—Fue fácil atraparla, no venía con sus guardias. —Sigrid tuvo que hacer un esfuerzo para reconocer esa voz, la había escuchado en alguna parte, los ojos amenazaban con cerrársele de nuevo—. La dosis hizo efecto en ella desde el momento en el que clavamos la daga con la infusión. De él en cambio, fue más difícil, parecía estar familiarizado con la planta, se despertó en tres ocasiones, tuvimos que recurrir a la fuerza para que no nos complicara el trabajo.
—Bien, que bueno que has decidido traerlo, será de utilidad. —Esa voz, sí que la reconoció. Tuvo que morderse el labio para no emitir sonido alguno. Los pasos se hicieron visibles y no tuvo que esforzarse mucho por reconocer las facciones de Lord Gray—. A mí me hubiese gustado que nos casáramos, Sigrid, de verdad. Tu tío, Lord Tiberio, fue sensato y te pidió que te casaras lo más pronto posible para asegurar tu reinado, pero decidiste no hacerle caso.
Las palabras no salieron de su boca por más que intentó hablar, decir algo. Sus ojos, inyectados con una increíble furia, fulminaron a Lord Gray y al hombre que había ido el día anterior a Kain a pedir por la renuncia de sus votos matrimoniales. Lágrimas de coraje amenazaron salir de sus ojos, más no lo permitió. La garganta le quemaba desde dentro, trató de hablar nuevamente, más sus labios se mantuvieron sellados.
—He tenido que hacer todo por mí mismo —explicó, una sonrisa se curvó en sus labios al mirarla a los ojos—. Estuve vigilando todos tus movimientos desde que regresaste a Kain, el enfrentamiento con tu sirvienta fue lo que me impulsó a actuar, el pueblo no estaba contento contigo y lo sabes.
Él se inclinó para mirarla, sus ojos claros se volvieron completamente oscuros. La tomó del mentón con fuerza y la obligó a mirarlo. Tuvo que hacer un esfuerzo por no desmayarse.
—Error tras error, ignoraste nuestro consejo y eso te trajo aquí —continuó, las marcas de sus uñas se clavaron en su piel y un quejido brotó de su garganta al sentir la presión con la que la tocaba—. ¿Qué estabas haciendo, Sigrid? ¿Pensabas casarte con este bárbaro? —Su cabeza se giró para señalar a Erwan, cuyo rostro estaba rojo de la impotencia al no poder hacer nada con la cantidad de cadenas que lo sujetaban—. ¿Esa era tu solución, verdad? Sabías que iríamos por Berk si escogías casarte con ese tonto al que llaman jefe.
—Hipo no es ningún tonto —bramó, lord Gray se giró para mirarla incrédulo y con la mano libre la levantó para estamparla en la pared. Sus piernas temblaron, el efecto de aquello que le habían puesto a la daga en su espalda aún estaba en su cuerpo—. Es mil veces mejor hombre de lo que serás tú y esa bola de patéticos lores.
La mano de Lord Gray descendió y se cerró en su garganta. Fue cuestión de segundos cuando comenzó a sofocarse, el aire no pasaba y sus manos atadas detrás de su espalda le impidieron hacer algo. Intentó hablar, intentó hacer algo, la falta de aire comenzaba a asfixiarla y su rostro se comenzó a tornar rojo debido a la presión; sentía la impotencia de tener sus brazos y piernas, pero no poder hacer nada. Sin embargo, cuando pensó que ese sería el final, Erwan gritó tan fuerte que el agarre de Lord Gray se aflojó, permitiendo que algo de aire pasara hacia sus pulmones. La mano del lord se condujo hacia el lateral de su cuello y con un movimiento rápido, impactó su cabeza contra el suelo. El dolor fue insoportable y el sabor metálico se deslizó por sus labios, el olor a sangre se hizo presente y nuevamente, perdió la conciencia, pero pudo ser capaz de escuchar los golpes del otro lado de la habitación antes de cerrar los ojos.
⚘❀༄
—El reino está solo, lo más sensato es actuar de una vez. —La voz de Lord Benedict hasta ese punto de la reunión hizo que Kristoff quisiese golpearlo hasta perder la conciencia—. Sin la Reina, Kain está desprotegido, no podemos arriesgarnos a una invasión.
—¿Sin la Reina? —interrumpió Said del lado contrario, el asiento de Sigrid estaba vacío—. Solo han pasado tres días, no querrá sustituirla por ello, ¿verdad? —La voz de su amigo estaba relajada, se estaba rehusado en mostrar su preocupación al igual que él mismo.
Habían encontrado al dragón de Erwan herido durante la misma noche en la que desaparecieron ambos hermanos, por las palabras de Astrid, le habían clavado una flecha inyectada de raíz de dragón. El Devilish Dervish estuvo bastante débil cuando lo encontraron, se requirió de Vhagar y Tormenta para llevarlo de regreso al Refugio. La nueva construcción que habían hecho para los dragones semanas atrás. Y gracias a que llegaron a tiempo, pudieron sacar el veneno de la raíz de dragón de su sistema antes de que surgiera efecto.
En cuanto se percataron de lo acontecido, no tardaron tiempo en ir por Tormenta al ser una de los mejores dragones rastreadores y partieron de la isla, pero no hubo señales de ella. Grupos de expedición se formaron al día siguiente, los guardias reales establecieron brigadas y el Comandante de la Guardia Nocturna partió desde la primera noche con un escuadrón élite en donde Daven se había unido. Sabía que no debía ser una desaparición voluntaria de Sigrid y su hermano, pues ella se lo habría dicho, se tenían confianza y no habrían dejado al dragón a morir. Algo había sucedido durante esa noche, pero las pistas eran escasas y hasta ese punto, Kristoff luchaba por no perder la cordura. Los rumores se habían extendido por todo el Reino, debido a la servidumbre que poco confiaba en Sigrid después de que su malentendido con una de ellas la delatara con las demás, pero el rubio no entendía, ella había estado haciendo todo bien.
Mejores oportunidades. Mejor trato. Mejor dignidad. Y, aun así, cada uno comenzó a darle la espalda como si no fuese nada.
La Reina Kenia tampoco sabía de lo acontecido. Said se había encargado de escoltarla al día de la desaparición de Sigrid hacia Escocia, específicamente el reino de su precedencia. Sabía que debían haberle dicho la verdad, eran tiempos peligrosos, la reina regente lo sabía, pero Kristoff no sería capaz de que Sigrid se quedase sin dos de sus padres. Sabía que estaba actuando como consecuencia del miedo, más el presentimiento se volvió notorio. Tres días parecían poco, pero en ese momento, lo eran mucho. Cada hora costaba, sus sentidos se mantenían alerta en todo momento y su espada de doble filo se encontraba con él en todo momento, incluso cuando dormía.
Habían redoblado la seguridad y a las afueras, gritos de pueblerinos se escuchaban día y noche. Gritos de protesta, de exigencia para sustituir a la Reina. Gritos de defensa, a la espera de saber noticias de Sigrid. La gente hablaba en todos lados, en los pasillos, en las cocinas, en las habitaciones. Krystel, quien era una de las damas de compañía de Sigrid y presuntamente aquella que había dejado pasar al vikingo que había "secuestrado" a la reina, había sido destituida de sus labores, los lores se la habían llevado para interrogarla. El rubio sospechó que no faltaría mucho para que descubriesen la identidad de ese vikingo.
—No olviden que establecimos un acuerdo con ella —continuó Lord Enrique—. En esta fecha del día de hoy ella debía estar casada.
—Esto no es ni siquiera lo que nos debería preocupar —interrumpió Kristoff—. Ahorita mismo, ella está perdida, deberíamos comenzar a registrar alguna situación anormal, comprobar los registros de las personas que arribaron al reino en ese día...
—Había un vikingo ese día, la señorita Krystel lo escoltó hacia el castillo y lo guio hacia la Reina. Esto debería de preocuparnos —interrumpió Lord Maurus—. Nadie del pueblo los volvió a ver desde que la Reina se encontró con él, ¿debo suponer qué se escapó con él para desatenderse de sus obligaciones?
—Hecho, que recalco, ya ha sucedido —comentó Lord Cornelius.
—Creo, en lo personal, que sí la Reina se hubiese escapado se habría ido en un dragón. De otra forma, no hay manera de que haya salido de la isla a altas horas de la noche y hubiesen dejado el dragón malherido —interrumpió Said y antes de que los hombres dijesen algo más, añadió—. Su propia dragona lleva desaparecida semanas, Lord Cornelius es testigo de ello.
—No sabemos sí regresó, como bien conocemos, ese dragón se puede volver invisible —habló Lord Gray, quien desde que había comenzado la reunión, estuvo increíblemente callado. Las miradas se posaron en él y, tras tener la atención, instintivamente se puso de pie y caminó alrededor de la sala—. Sin embargo, he traído noticias inquietantes sobre la Reina.
—¿Qué traes en la mano? —preguntó Lord Tiberio.
Lord Gray se tardó en alzar la mano para mostrar una carta, Kristoff pudo ver como una mueca se formaba en su rostro, tenía los dedos llena de magulladuras. Pero Lord Gray no era conocido por entrenar o saber usar una espada. Sin distraerse, el rubio se giró para ver como Said tomaba la carta y leía lo inscrito en ella.
—La Reina, en pocas palabras, ha abdicado a la corona. Afirma mostrar arrepentimiento por sus acciones y pide disculpas por no haber tomado su ascensión con la suficiente seriedad.
Sí la situación no lo tuviese con la espada al pecho, Kristoff se hubiese reído hasta que le doliesen las costillas. Pero la realidad era otra y lo supo cuando intercambió miradas con su amigo y le afirmó lo que acababa de leer.
—Tiene su firma.
—Pero no puede ser real —dijo, tras escuchar los murmullos dentro del salón—. Sigrid jamás haría algo así de insensato.
—Ella lleva haciendo cosas insensatas durante toda su vida —replicó Lord Tiberio—. Ha sido considerado lo que ha hecho, pero es imperdonable. Desde un momento se le advirtió que las consecuencias de tener la corona en la cabeza serían mucha, hacía falta responsabilidad y compromiso con el Reino. Cosas a las que falló durante un tiempo, su mismo padre lo sabía, le aseguró un matrimonio con el que podría fortalecerse, con un nuevo heredero a la espera era más que suficiente para asegurar su legado. El legado de la familia Whiterkler. Pero como siempre, hizo lo que quiso, se le advirtió, se le dio consejo y esas acciones fueron las que causaron que el pueblo se pusiera en contra de ella.
—¡Ella hizo lo que consideró mejor! Es estúpido pensar que empeoró las cosas cuando ofreció una vida digna a cada arrendatario y menos explotación salarial, quizás no ha creado los cambios más destacables del reino, pero para el trabajo que estuvo haciendo y en tan poco tiempo da mucho por decir sobre su labor. —El rostro de Said estaba rojo del enojo, sus ojos pasaron por todos y cada uno de los lores presentes en la cámara del consejo—. Ninguno de ustedes ha tenido la oportunidad de involucrarse en el pueblo y atender las necesidades de las personas, de conocer su dolor y ayudar a ello. Ella lo hizo. Curiosamente, los únicos que hablan mal de ella o su labor son aquellos a los que ella ha negado las peticiones que le piden.
» Y no me importa lo que esa estúpida carta diga, hasta que no la vea con mis propios ojos, Sigrid sigue siendo mi reina. Desde que portó la corona, hasta mi último día.
⚘❀༄
El humo cubría toda la superficie de la isla. Algunas brasas avivaron mientras se hacía paso entre la multitud, donde había señores furiosos, mujeres y niños asustados ante lo que acababa de acontecer. Niels, quien tenía 13 años en aquel entonces, se escabulló de los cuerpos y los dragones heridos. Había estado junto a su medio hermano, hasta que escuchó los cuernos ante la anuncia de un nuevo barco. Las armas se levantaron de inmediato ante el temor de la presencia de un nuevo enemigo, el cuerpo del antiguo Jefe, Morag, yacía lejos de las cabañas, su cuerpo reposaba dentro del Gran Salón.
Sabiendo que podría ser un nuevo ataque y que ahora estaban más indefensos que nunca, el ojigris ensartó una flecha en su arco. Lo había intentado usar cuando Morag estaba aún con vida, al ver la complejidad de la situación, decidió que no era el momento. Pero ahora... Debía actuar, ya sabía disparar un arco y su puntería era casi exacta. Holthrack lo siguió durante todo el camino, el dragón ya le superaba un poco en tamaño aunque tuviesen la misma edad y las sombras que proyectaban, hacía que no pareciese un dragón en lo absoluto. Corrió por toda la isla, era tan escurridizo que su cuerpo se movía con la elegancia del viento hacia su objetivo hasta que sus piernas amenazaron con temblar al ver el estandarte del barco a lo lejos. Un lobo.
¿Podía ser?
Había descubierto la verdad de su pasado meses atrás, todo era reciente. Sabía que los acuerdos estaban rotos entre las islas de Fair y Kain, ¿por qué acudir hacia ellos? ¿Un nuevo ataque? El rostro se le tornó rojo del enojo, de ser así, él defendería la isla donde había crecido hasta no poder más. Pero cuando llegaron, no era más que para ofrecer apoyo. El rey desembarcó después de haber hablado con Idunn y de los barcos salieron soldados que trajeron cosas consigo, alimento, cobijas, armas. Niels los siguió de cerca, escuchaba las palabras de la persona que era su padre, lamentaba que no hubiese llegado a tiempo para ayudar, se dieron cuenta cuando el humo llegó hasta la isla del reino.
Su padre... El rey, tenía ojos profundamente plateados, como los suyos. La piel morena y el cabello negro, portaba una vestimenta sucia para ser un rey, pero pudo escuchar como explicaba que acababa de llegar de un viaje de varios días. Estaba cansado, pero aquello no impidió que quisiera ayudar.
El ojigris lo siguió desde lejos, tuvo que mandar a Holthrack lejos para no llamar la atención. Sus ojos fijos en la persona que caminaba junto a una de sus amigas y cuando llegaron al Gran Salón, entonces supo lo que estaría por hacer. La pelirroja lo dejó solo y Branden se adentró al salón, solo para ver el cuerpo de quien había sido su mejor amigo. Niels se acercó poco después, era un niño curioso y quería saber que tanto pasaba adentro. Hizo el menor ruido posible cuando se quedó detrás de la puerta, escuchó sollozos y llanto.
—Lamento que esta sea la última vez en que te vea luego de tantos años y sea así. —El pequeño agudizó el oído para intentar entender las palabras del hombre, su acento era un poco extraño—. Aún tenías mucho por vivir, amigo. El tiempo se interpuso en nuestro camino y no hicimos todas las cosas planeadas, pero sé que te volveré a ver algún día y compartiremos nuestras más grandes anécdotas.
» He regresado de un inesperado viaje. Como bien supiste, ¡mi hija regresó! Mi Sigrid. Ella ahora me odia, la he dejado en Berk para poder venir en tu ayuda. No sé si tomé la decisión correcta, pero sé que surgirían muchas preguntas que no tendría la fuerza de responder en un momento como este. El corazón me duele de solo pensar en todas las aventuras que podíamos seguir viviendo, ahora solo quedará en mi memoria. —Niels no pudo evitarlo y puso un pie dentro del Gran Salón para apreciar al hombre que se situaba frente a Morag, sus ojos recorrieron cada detalle y pudo ver la corona descansando en una mesa vacía. Dio un nuevo paso hasta que la luz se infiltró por el salón e iluminó el rostro difunto del jefe—. Puedes estar seguro de algo, mi querido amigo. Tus hijos estarán a salvo, me encargaré de ello, de cuidarlos y brindar ayuda como me sea posible; porque sé que tu cuidaste a mi hijo y le brindaste un hogar.
Un ruido se escuchó. El cuerpo de Niels se paralizó y el arco que llevaba en sus manos se cayó en un sonoro estrépito. El rey se giró para mirarlo, se acababa de limpiar las lágrimas de sus ojos y sus orbes grises brillaron al verlo, Niels pensó que era el efecto del sol sobre su rostro.
—Ven, acércate. —Le dijo al verlo dudar, detrás de la puerta—. Supongo que también te quieres despedir de Morag, ¿cuál es tu nombre?
Lo pensó por un momento, pero al final, habló.
—Erwan.
—Erwan —repitió y asintió. Una sonrisa sin mostrar los dientes se curvó en sus labios, Niels se preguntó el motivo de ello—. ¿Cómo estás? Te veo un poco cansado.
Tardó en responder. Aún era difícil asimilar la persona que tenía delante de sus ojos sin sentir coraje alguno.
—Estoy bien, él no. —Señaló y Bran siguió su dedo hasta el cuerpo de su amigo. Un suspiro escapó de sus labios—. ¿Quién es usted? ¿De dónde lo conocía?
—Él era mi mejor amigo —explicó—. Nos conocíamos desde pequeños.
Niels no respondió. Al menos no durante un buen rato, sus ojos se movieron sin ver algún punto en específico, las palabras costaban salir de su boca, ¿por qué era tan complicado? Sintió su corazón latir con tanta fuerza que temía que la persona delante de él lo descubriera y se diera cuenta de ello.
—¿Quién te enseñó a usar el arco? —preguntó nuevamente él.
—Mi padre —respondió, pudo percibir el brillo en los ojos del hombre apagarse—. Me enseñó a fabricarlo también.
—Tienes un buen padre —dijo Branden, Erwan se inclinó y recogió su arco. No supo porqué, pero se acercó y se lo mostró, sorprendiendo al hombre por su acción—. Esto es sorprendente, es un buen arco, resistente. Si le das el suficiente cuidado, es posible que tu arco dure por mucho tiempo.
—Así será —contestó el ojigris, aceptando de vuelta su arma—, porque mi padre me enseñó.
—Lo que todo padre haría —dijo Bran, más Niels negó.
—No todos.
—No, quizás no todos. —Pudo ser capaz de sentir el dolor en su voz, pero supuso que sería por la tristeza de haber perdido a su amigo—. Un padre hace lo que cree necesario por el bien de su hijo, incluso si es lo más doloroso de la vida.
—¿Cómo abandonarlo?
El rey tardó en responder, el dolor cruzó su mirada y el corazón de Niels dolió cuando escuchó su respuesta.
—Como abandonarlo —repitió—. La persona que lo haya hecho, quizás no tuvo otra alternativa, pero se aseguró de encontrar un buen lugar para que nada le faltase y tenga una vida digna, un trato excelente y se sienta como en casa, esperando que su hijo algún día lo pueda perdonar.
—¿Y sí el hijo no se siente listo para perdonarlo?
—El padre va a esperar el tiempo que sea necesario, incluso sí es toda una vida.
Y él, había decidido que sería en toda una vida.
Las memorias lo asaltaron de manera fugaz, las visiones se proyectaron en su mente una tras otra. La primera vez que usó un arco con ayuda de Idunn, la vez que descubrió que su familia vikinga no era su familia de sangre, las lecciones con Morag, el tiempo compartido con sus amigos, su primer tatuaje tras granar su primera batalla y, todas esas ocasiones en las que Branden arribaba a la isla para ofrecer ayuda. Había reprimido esas últimas memorias por tanto tiempo, que había olvidado las interacciones que llegó a tener con su padre cuando era niño. La situación era confusa y su cuerpo estaba mareado, la información que estaba recordando en conjunto con el dolor de los golpes que se había llevado habían sido una mala idea. Los habían atrapado justo en el momento correcto.
Lentamente y recuperando consciencia, a Erwan le costó un poco abrir sus ojos grises, llevaban dos días, solos, sin comida y sin aquellos hombres que se habían mostrado. Pero les habían dejado un par de regalos: huesos rotos, contusiones y sangre derramada. El dolor en su cuerpo lo engullía tan fuerte que incluso, abrir un ojo dolía como si estuviera en Helheim, el lord ese le había golpeado con parte de sus cadenas cuando gritó para que no siguiese lastimando a su hermana, claro que le hizo preguntas que trató que respondiese, pero no lo hizo. En su lugar, aguantó todos los latigazos que recibió y agradeció que Sigrid estuviese inconsciente para no verlo. No podía soportarlo.
La visión que tenía era nebulosa, sus ojos lagrimearon cuando finalmente abrió los párpados. La camisa había terminado desgarrada cuando el metal impactó su pecho, una extensa línea de sangre seca cubría esa parte del pecho, afortunadamente se le había formado un coagulo que había impedido que perdiese más sangre de la que ya había derramado. Pero el dolor, era tanto que sentía su piel quemarse por dentro, quizás ese era su castigo, por no querer la verdad frente a sus ojos, ese recuerdo que había tenido... Había sido prueba más que suficiente para confiar en Branden, pero no lo hizo. Y ahora su padre estaba muerto. No dejándose consumir por su visión, intentó mover una de sus articulaciones, sus dedos temblaron cuando intentó levantar el pulgar y una mueca se formó en su rostro. Movió su rostro para intentar ver la herida en el pecho y lo que vio lo hizo regresar la vista al frente, no había atendido lo que esas cadenas oxidadas le habían cortado y ahora una sustancia entre amarillenta se extendía en las orillas, señal de que comenzaba a infectarse.
Su vista se giró hacia todos lados, pero ya había intentado y ese lugar no era reconocible para él. Era un montículo de piedra, el lugar estaba oscuro y la luz del sol se infiltraba solo en el extremo derecho. El lugar estaba viejo, sucio y descuidado, a los alrededores y tirados habían objetos tirados, como ropa, botas rotas, libros amarillentos y demás. Este debió ser el hogar de alguien que vivió hace mucho tiempo ahí, por el clima, no debía estar al norte, el frío era apenas perceptible. Las cadenas con las que estaba atado, habían adquirido un tono anaranjado que le dio esperanzas, quizás si utilizase toda su fuerza podría desprenderlas de su cuerpo y salvarlos. Lo malo de ello, no podía mover ni un solo dedo.
Sigrid tosió y enseguida su atención se concentró en ella, sería más fácil para ella liberarse de esas sogas que él de las cadenas. Se ahogó el grito y cerró los ojos cuando el cuerpo le dolió al intentar girarse hacia ella, su respiración se alentó y su corazón palpitó fuertemente por el esfuerzo.
—Sigrid —habló, en un intento de despertarla, cerró los ojos por un segundo para intentar que el dolor que se esparcía en su pecho desapareciese—. Sigrid, despierta. ¡Sigrid!
La sangre de su rostro ya se había secado, pudo percibir el pelinegro cuando la vio removerse incómoda en el piso. Pero, lentamente, sus ojos se fueron adaptando a la realidad y cuando vio el pecho de su hermano, tuvo que cubrirse la boca para no gritar.
—No tenemos tiempo —dijo Erwan, miró hacia los lados y agudizó su oído intentando escuchar algo de fuera—. No han venido en dos días, es posible que estén ocupados en Kain para no generar sospechas, debemos intentar escapar.
—Erwan... ¿estás bien? Creo... Creo que debo intentar curar eso primero, s-se puede infectar y-y-y...
—Sigrid —interrumpió, pudo ver la preocupación reflejada en su rostro y una sensación extraña llenó su corazón, era confortable, cálido y lo hizo sentir bien—. Concéntrate, no podemos perder más tiempo. Debemos salir primero.
—¿Y sí...?
—Debemos intentar... —Su corazón latió con rapidez por el esfuerzo que le implicaba hablar, Sigrid entornó los ojos y se preocupó todavía más—. T-tienes que deshacer el amarre de tus manos, ¿puedes mover tus brazos? —La kainiana asintió y el ojigris se tomó un tiempo para recuperar el aire antes de volver a hablar—. Va a ser más fácil y rápido, pero va a doler, ¿lista? Necesito que relajes tu cuerpo y concentres toda tu fuerza en tus brazos, tiene que ser rápido, vas a mover tus muñecas en sentido contrario para aflojarlo.
Esperó, Sigrid respiró una gran bocanada antes de intentarlo, la vio contraer el rostro del esfuerzo y escuchó la fricción causada por sus manos atadas, pero no funcionó.
—No puedo...
—Sí, puedes, Sigrid. Concéntrate.
Lo volvió a intentar, la fuerza que había concentrado se pasó a sus brazos y por error se lastimó el hombro, un aullido brotó de su garganta y lo volvió a intentar, nada. No podía. Sus ojos amenazaron con lagrimear por la desesperación, lo intentó, una, dos, tres, cuatro... Cinco veces, su rostro se puso rojo debido al esfuerzo y el ardor en sus muñecas se intensificó por las veces que intentó romper las ataduras. Sin poderlo evitar, una lágrima resbaló de sus ojos.
—No voy a poder, Erwan, no soy tan fuerte como tú o los demás. He intentado, he intentado todo lo que debería y cada acción que tomo, cada cosa que hago, solo consigo ponernos en situaciones como esta, la muerte de mi padre...
—Ni se te ocurra decir que fue tu culpa —interrumpió bruscamente su hermano, aunque no había pretendido sonar de esa forma. Inspiró profundo, podía sentir el dolor en su pecho expanderse, pero no permitió que Sigrid notase el cómo se sentía—. Yo sé que eres fuerte... Mírame, Sigrid. Esos hombres te temieron, por lo que el reino podría significar una vez que subiste al trono, sabían que serías capaz de crear un reino con un mejor trato, donde las injusticias no fuesen un problema más, están asustados, porque tú naciste para reinar y ellos para servirte. No pueden soportar el hecho de que tienen que hincar la rodilla ante una mujer que tiene menos edad que ellos.
» Así que deja de menospreciarte, he visto tus visiones, sé que temes y está bien tener miedo, es solo una muestra más de que te preocupas. Pero no puedes seguir viviendo de esta manera, sabías que lo tenías que afrontar, este es tu momento, hazlo. Hazlo por el recuerdo de Branden, porque su muerte no fue en vano y por tu trono, porque la corona es tuya.
La dureza en las palabras de Niels hicieron que las lágrimas cesasen y sus ojos ámbar se fijaron en los plateados del contrario, los ojos como los de los lobos, los ojos como los de su padre. Él tenía razón, había estado tan asustada de actuar que no había hecho más que escuchar sus peticiones y tratar de mantenerlos tranquilos, pero era el momento. Era su destino, ella era la reina.
En menos de cinco minutos, el sonido de algo romperse se escuchó y las manos de Sigrid se liberaron, llevó sus manos adoloridas y con las marcas rojizas al frente para que sus brazos se relajaran, pero no importaba el dolor en esos momentos. Sus labios curvaron una sonrisa e inmeditamente se giró para ver a su hermano, que se las había apañado para sonreír de la misma manera aunque un reflejo de dolor cruzó su rostro. No lo pensó dos veces y rápido comenzó a sacar los pedazos de la tela que habían usado de su vestido para atarla de las piernas y la cadera para inmovilizarla, fue un poco más fácil y comenzó a sentir como su cuerpo se relajaba al liberar la presión que tenía.
—Te vi en la visión de los lobos —expresó Sigrid sin poderlo evitar—. Pude ver lo que veías, conociste a papá cuando Morag murió, ¿verdad?
Con un rápido movimiento se sacó lo último y evitó mirarse al cuerpo. El vestido desgarrado le había terminado quedando por encima de las rodillas y sin mangas, pero no podía preocuparse por ello. Se obligó a no pensar en ello. La cueva era su pasado y no debía ser su prioridad. Como pudo se incorporó, un mareo la hizo trastabillar y alcanzó a sujetarse del muro antes de caer. El golpe que Lord Gray le había dado en la cabeza días atrás no había sanado del todo. Inhaló una bocanada de aire y se obligó a permanecer consciente, por Erwan. Al notar que no había recibido respuesta se giró para verlo, gotas de sudor resbalaban por su rostro, estaba deshidratado y los golpes que le habían dado no ayudaba a mejorar su estado.
Comenzó a caminar alrededor del montículo en búsqueda de algo que le pudiese ayudar para romper esas cadenas, la mayoría de los objetos que habían dejado eran inofensivos y no podría ayudar a Erwan con ello. En su desesperación, terminó corriendo para ver si encontraba la salida, pero era una puerta de metal la que daba entrada al espacio y solo se abría desde afuera. Maldijo al notarlo y la desesperación engulló sus sentidos. Necesitaba curarlo, necesitaba ayudarle e impedir que se durmiese. Necesitaban salir de ese lugar.
—¡AYUDA! ¡POR FAVOR! —La palma de su mano se estampó en la puerta por repetidas ocasiones hasta que se tornó rojiza, pataleó y la siguió golpeando como pudo—. POR FAVOR AYUDA, ES MI HERMANO, ESTÁ MURIENDO.... T-tengo que salvarlo, NYMERIA.
El dolor traspasó su pecho. Nymeria no estaba, Nymeria no sabría lo que le pasaba. Gritó tanto como pudo hasta que su garganta enronqueció debido al esfuerzo, golpeó la puerta hasta que sus nudillos sangraron y tiró las cosas que había en los distintos muebles, pero nada de lo que encontró era de utilidad. Entonces se aproximó hasta su hermano cuyo pulso estaba bastante débil y jaló de las cadenas tanto como pudo, pero Erwan no se despertó y su respiración se ralentizó.
—TE ACABO DE ENCONTRAR Y NO ME VAS A DEJAR —golpeó su pecho queriendo reanimarlo y volvió a jalar de las cadenas tanto como pudo, el metal debía ser proveniente de Kain, del polvo Fÿlîark, con el que solían elaborar sus espadas más resistentes—. ERWAN. ERWAN. ABRE LOS OJOS, ABRE LOS OJOS, ERWAAAAN.
Cada intento era inútil, entonces un sollozo escapó de su garganta y otro le secundó. Cayó al piso agotada y se abrazó de su hermano, las lágrimas fluyeron como cataratas al no recibir respuestas de él, podía jurar que su corazón había dejado de latir. Volvió a golpear su pecho, una y otra vez, presionó y soltó, presionó y soltó, presionó y soltó.
—Abre los ojos, abre los ojos... Uno, dos, tres. —Sus manos hicieron presión tanto como pudo, su vista fija en su objetivo—. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno... Dos... Tres... ¡Abre los ojos! ¡Despierta! ¡No me puedes hacer esto! ¡Por favor! —Volvió a sacudir las cadenas con tanta fuerza que se lastimó las manos y un chorro de sangre brotó de ellas, pero no sé detuvo—. Vamos a salir y me vas a decir que me quieres tanto como yo te quiero... ¿Verdad? ¿Erwan? ¿Vienes y me das un sermón de que debo luchar pero tu no lo haces? BASTA, lo vas a hacer, lo vas a superar y vas a abrir los ojos, ¡DESPIERTA!
Por más que quería seguir intentado, habían pasado minutos desde ello, las fuerzas se le comenzaban a agotar y no creía ser capaz de encontrar algo que le fuese de ayuda. ¿Por qué pasaba por eso? ¿No habría sido mejor que su padre hubiese decidido mantener a Erwan en lugar de ella? El reino estaría contento y ella... Ella al menos no tendría que seguir viendo como las personas que más le importaban se morían frente a sus ojos sin poder hacer nada. Lloró tanto que las lágrimas cayeron por su rostro y en el pecho de Erwan, abrió la boca pero ningún sollozo salió de ella, solo dolor, solo desesperación y su rostro terminó recargado en el pecho de su hermano. No había tenido mucho tiempo que se había enterado de su existencia, pero aquello no quería decir que no tuviese un sentimiento cómo el que sentía en esos momentos. Era su sangre. Sangre de su sangre. Y era un lobo, incluso si había crecido como un dragón.
Pero en esos momentos, no era nada.
—Sigrid, concéntrate —recordó a su padre, una de las ocasiones en las que salían al jardín—. No te des por vencida, sé que tú puedes lograrlo, mi cielo. Si alguna vez sientes que no puedes, entonces solo basta recordar que algún día tu serás la líder, la reina, la reina de los lobos. Hazte oír, encuentra tu camino, busca el consejo de los lobos.
Pero ya era demasiado tarde. O eso pensó, cuando cerró los ojos y pidió la sabiduría de los lobos.
BUENASSSSSSSS
He estado pensando mucho en este cap, que comencé a escribirlo en estos días pq no me resistí. DIOS MIO, que dolor me ha dado, díganme sus opiniones, sus sentimientos, sus pensamientos. Lo que sea pero no se vayan sin decirme algoooo, espero poder comenzar a escribir el otro cap pronto, lo tuve que dividir para que no se sature la info. MI ERWAAAANNN🥺
Si no he añadido gifs es que no he podido editar algunos, pero en cuanto tenga tiempo actualizaré los apartados para agregarlessssss. 💚 No olviden sus votitos, gracias.
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