Capitulo III "Partida"
Mia, decidida sale de la tienda al colocarse los guantes. Al mirar hacia la mansión el mayordomo que había recibido anteriormente a James, la estaba esperando con la puerta abierta invitándola a pasar.
Al pasar caminando frente al mayordomo, quien inclinado haciéndole una referencia le dice por lo bajo.
– Buen trabajo señorita.
Mia apenas había logrado escuchado, pero se había sentido como un alago, ¿Acaso sabía lo iba a hacer, antes de entrar a la tienda? Más preguntas, lo único que le faltaba. Apresurando el paso, atraviesa la puerta principal de la mansión, y lo primero que ve, es a James frente a un señor de una edad avanzada, que vestía unas prendas muy elegantes de color amarillentas. Ambos sentados en sillas de madera, con adornaciones esculpidas a mano de diversas criaturas que se consideraban extintas, mientras bebían lo que parecía ser té.
Al acercarse lo suficiente, James le dice a Mia, sin quitar la mira del anciano.
– ¿Te encontraste con algo interesante en la tienda?
Mia ahora enojada, porque pensaba que le estaba tomando el pelo con esa pregunta, le contesta con otra pregunta, al revolearle el revolver negro.
– ¡¿Crees que soy estúpida?!.
James aun sin dirigirle la mirada, atrapa el revolver con su mano desocupada, echándole un vistazo. Confirmando por sí mismo que el objetivo había sido eliminado con éxito, levantándose de su asiento, James extiende su mano con el arma en ella y procede a contestarle.
– Si creyera que lo fueras, no tendríamos esta conversación.
– ¿Entonces porque no escupes toda la verdad? Presumes de que en tu tripulación no hay secretos, ¿Pero eso acaso no se aplica a ti?
James se acerca a ella para tenerla frente a frente, así con una mira oscura y siniestra se le queda mirando al responder a sus preguntas.
– Yo no miento, y no hago excepciones, si tus preguntas van desembocadas a quien soy, entonces ya lo sabes, lo eh dicho antes y lo repito ahora. Soy el capitán James Wahit, Ex general del ejército real y capitán del "Revenge".
Mia cansada, exclama.
– ¡Mentira! Si así lo fueras, tendrías que tener más de 80 años, lo cual lo veo poco probable por tu apariencia.
– La apariencia no puede ser medida a los hechos, esa es la verdad, a cualquiera que le preguntes, tanto a bordo como fuera de la nave te dirá lo mismo. Tomando en consideración el tiempo que te tardaste en regresar, y la hora a la que se hoyo el disparo, supongo que hablaste un poco con el viejo. Puedo asegurar que él mismo confirmo el propietario del armar que te di.
– Dijo que el dueño del arma llevaba tú mismo nombre, y que supuestamente tendrías que estar muerto. Los muertos no caminan sobre la tierra, menos hablan.
– Curioso, pero... realmente dijo que estaba muerto, o solo lo insinuó. Sus palabras exactas no fueron "que desapareció y que nunca se supo nada de ellos"
– ¿Cómo lo supo? No importa, aun así, es lo mismo.
– Oh, pero no es así, si nunca se supo nada de ellos, insinuar que están muertos es una gran mentira. El pensar algo no o vuelve realidad.
– Entonces, respóndeme esto ¿Por qué no has envejecido?
– Esa pregunta tiene dos explicaciones, una rápida y una breve ¿Cual prefieres?
Mia se detiene para pensarlo detenidamente, si bien le gustaría saber toda la historia, prefería que sea breve, al menos, por el momento.
– La breve. - Contesta Mia confiada en que sea una respuesta rápida, pero no estaba lista para lo que pasaría a continuación.
James asiente a la elección de Mia y desenfunda su espada, apoyando el filo sobre la palma de su mano.
– Esto tendrá que bastar para demostrarte mi punto.
Tras decir esto, James se hace una cortada lo suficientemente profunda, como para tocar los huesos de su mano. Mia viendo lo que había hecho intenta acercarse a él para cubrirle la mano, pero el ave que posada sobre los hombros de James la aleja con un aleteo amenazador.
– ¡James dile a tu ave que pare! - Le grita Mia enfurecida.
Pero James no le contesta, solo levanta su mano enseñándole el corte, para que ella misma pudiera ver como un fuego negro brotaba en lugar de sangre, de dentro de su cuerpo, cauterizando la herida por completo. Mia no podía creer lo que veía, lo que inevitablemente le pregunta por el asombro y la confusión.
– ¿Cómo es posible que eso ocurra?
James envaina la espada y vuelve a sentarse, para así responderle.
– Querías la respuesta breve y la tuviste, ahora espera a que la reunión termine o ve al puerto, los soldados esperan nuestra llegada.
Mia insatisfecha por la respuesta, decide esperar, el tema de la recompensa aún estaba vigente, y toda la información que pueda recaudar sobre James o sus contactos le era más que valiosa. Pero, aun así, no dejaría este suceso por la mitad, sin duda alguna volvería a tocar el tema en otro momento.
Preparados para continuar, James le dice al señor que no dejo de observarlos todo este tiempo.
– Respecto a nuestro contrato, el juez está muerto, puedes corroborarlo por ti mismo yendo a la plaza principal.
El anciano entre cruza los dedos, para así con una macabra sonrisa responderle.
– No creo que haga falta hacer eso, conozco bien su trabajo. Pero, por otro lado, parece que no solo se llevara oro esta vez.
– Así lo parece.
– Bien por ti. Sabes, dicen que una mujer puede endulzar la vida de un hombre.
– Quizás, pero no es algo en lo que esté interesado, después de todo como ella dijo, "Los muertos no caminan sobre la tierra".
– ¿Qué quieres decir con eso?
– Que para poder sentir algo, primero uno tiene que estar vivo.
– ¿Insinúas que ella tenía razón?
– Mi cuerpo está vivo, pero mi alma no, consecuencias que la guerra te regala.
– Ese destino sin duda es peor que la muerte. - Exclama el anciano.
James hace una breve pausa en la conversación y cambia de tema.
– Las cien mil monedas, ¿cómo prefiere pagarlas?
– Ahora mismo, ¡Henry, trae el dinero para los invitados!
Un nuevo mayordomo abre las puertas de la sala, dejando a la vista 2 enormes bolsas de cuero.
– Hay esta su pago señor James, ¿Necesita que lo ayuden?
– No será un problema....
Mia al ver las enormes bolsas de dinero, corrió hacia ellas, abriéndolas y observando con deleite el hermoso resplandor de las monedas doradas.
– ¡Oh por los dioses! Cuánto dinero, y solo por matar a un sujeto. - Exclamo antes de que James cerrara la bolsa frente a ella.
– ¡Oye que haces! - Le grita nuevamente Mia, demostrando su descontento por su acción.
James la mira con su único ojo rojo y le contesta fríamente.
– No juegues con el dinero y levanta la otra bolsa, nos vamos.
– Eres un tipo muy aburrido ¿lo sabes?
– Y tú, muy molesta, levanta la bolsa que no nos queda mucho tiempo.
Haciendo caso, aunque con cierto enfado, levanta la pesada bolsa como si nada, dirigiéndose a la salida. Pero antes de llegar, el señor le dirige unas últimas palabras a James.
– Feliz cacería, míster James.
El mayordomo les abre la puerta dejándolos salir. Poniéndose en marcha hacia el puerto, el cual se encontraba a unas pocas cuadras. Nuevamente, ambos se encontraban solos, caminando por aquellas calles tan peligrosas, con la diferencia de que ahora lo hacían con dos bolsas llenas de monedas de oro, las cuales serían muy tentadoras para cualquier ladrón de la zona. Dos individuos solos, con las manos ocupadas y con una carga pesada, sería el atraco perfecto, o al menos eso pensaba Mia. Mientras tanto James parecía no estar pensando en nada, solo en caminar hasta el Revenge. El colmo de la situación se dio en el momento que 4 ladrones los rodearon, con intenciones de llevarse los bolsos, el presentimiento de Mia se había dado. James no demostraba interés por estos, por lo que siguió caminando ignorándolos por completo. Lamentablemente uno de los malhechores, tuvo la brillante idea de entrometerse en su camino.
– Como me gustaría que pensaran un poco más, antes de hacer una idiotez como esta. – Exclamo James, antes de golpearlo en la cabeza, con el saco cargado con monedas de oro.
El impacto del mismo, contra el cráneo del malhechor fue tan contúndete que literalmente lo hizo estallar, manchando de sangre, cerebro y huesos a sus compañeros. Eso había sido grotesco sin duda, sin nada de elegancia, pero efectivo. Aquel postrado a su derecha, al ver lo que le había hecho a su amigo, intento apuñalarlo en el hígado, lástima que Mia era rápida en desenfundar, mucho más rápida que una daga. Asestando 3 disparos, 2 en el pecho y el tercero en la cabeza. Ya solo quedaban 2, que asustados por la rapidez y brutalidad de sus víctimas, hulleros despavoridos. Mia se da la vuelta y los enfila con el cañón del revólver, no iba a permitir que escaparan después de eso. Para efectuar dos perfectos disparos en la nuca de cada uno de ellos. Riendo a carcajadas, Mia gira el revólver en su dedo índice, para luego de disipar el humo enfundarlo nuevamente y hacerle una pequeña pregunta a James.
– Oye, sé que es tarde para preguntar esto, pero... ¿Tienes más balas cierto? En la tienda no encontré ninguna.
James sacude la bolsa, desparramando los restos por el suelo y las paredes de su alrededor, así cargándola a su hombro nuevamente, contestado su pregunta mientras se echaba a caminar.
– No suelo llevar munición de sobra, por algo porto una espada, así que mejor cuida las que te queda. Tenemos un pequeño camino por recorrer y no es necesario que los mates a todos, solo golpéalos.
– ja, Dices eso, pero acabas de reventarle la cabeza a aquel sujeto.
– Daños colaterales, apresuremos la marcha, quizás este pequeño acto de barbarie nos ahorre problemas.
Con este inconveniente terminado, retoman su camino hasta el puerto, donde la gigantesca aeronave y su tripulación esperan impaciente la llegada de su capitán, para poder zarpar. Finalmente los ven llegar por la calle principal cargando las enormes bolsas de oro, cubiertos de sangre y algunos fluidos de los cuales sería mejor no hacer mención. Estando ya en el puerto, sus hombres que aun portaban las servo armaduras, los reciben para inmediatamente después acatar nuevas órdenes.
– Muchachos, lleven el oro a la bodega de la nave y den anuncio de que partiremos en media hora. Que todo tripulante que aun este en la isla, regrese al "Revenge".
– ¡Sí señor! - Asienten ambos, al recoger las pesadas bolsas, que de no ser por las armaduras les resultaría imposible levantar. Realmente su capitán era alguien a quien tener en cuenta, y curiosamente la nueva parecía ser igual a él.
En el momento que James entro por la compuerta al Revenge un silencio recorrió la nave entera. Su capitán estaba a bordo, y al parecer la nave misma lo sabía. Caminar por esos largos pasillos llenos de caños y casi en la oscuridad total, ponía nerviosa a Mia. No le gustaba del todo, la idea de estar encerrada, tener que viajar así sería una prueba para ella, pero los beneficios podrían valer la pena.
La aeronave en si misma era enorme, por sobre todo de largo, lo que significaba que el camino al puente de mando seria largo. A cada paso que daban, las mayas de metal que componían el suelo, emitían un extraño sonido metálico, que retumbaban por las paredes del "Revenge" recordándole siempre a Mia, que ahora se encontraba en un ataúd metálico gigante. Siguieron avanzado cada vez más y más, pasando por múltiples áreas de la aeronave, algunas, destinadas simplemente al almacenamiento, otra, para el entrenamiento, mantenimiento de la maquinaria bélica y entretenimiento de los soldados abordo. Todo esto con el simple fin de estar siempre preparados para todo, en el fervor de la batalla, no había espacio para errores, o al menos ya no los habría.
James, paso mucho tiempo y mucho del dinero que recaudaba, con los diversos trabajos, para actualizar al Revenge con nuevos sistemas de armas, guía y navegación, nada sería suficiente si eso ayudaba a conseguir su celoso objetivo, que guardaba, para el mismo.
Mia, impresionada por todo lo que logro ver dentro de la inmensa aeronave, termino en el puente sin haberse dado cuenta. Sin lugar a duda, el Revenge le parecía una extraordinaria pieza de la ingeniería, a la cual admirar. Cambiando por completo, en este pequeño recorrido, lo que pensaba de este antes de abordar.
Estando ya en el puente de mando, los soldados allí presentes, hacen una pequeña referencia hacia James y dan aviso, de que el capitán se encontraba en el puente. Mia mirando a sus alrededores, puede distinguir fácilmente algunas de las cosas que la rodeaban, principalmente los instrumentos que se usaban para controlar al "Revenge". Los cuales describe, como escritorios de gran tamaño llenos de botones parpadeantes, y pantallas que emitían un extraño color verde. Dirigiendo su mirada hacia el frente, un gran ventanal de 180 grados se hace presente, el cual permitía una mirada un tanto más detallada, de lo que pasaba frente a la aeronave y a sus laterales. Por último, pero no menos importante, detrás de ella, justo en medio de ambas puertas, que daban al puente de mando, un trono negro llamaba su atención por completo. Compuesto de lo que parecían ser acero fundido, estaba decorado por 2 esculturas de fénix a cada lado, en la parte superior. Para colmo, bajando un poco la mirada en los apoyabrazos, tenía esculpido la cabeza de un león. El que significaba eso, si es que tenía un significado, le era un pequeño misterio, pero sin lugar a duda, le resultaba genial eh interesante. Así que, sin perder tiempo, le pregunta a James.
– Oye, James, dime ¿Los fénix en ese trono y las cabezas de leones, tiene algún significado en particular?
James, caminando hacia el trono, le contesta a Mia.
– Los fénix representan lo que soy y los leones, lo que hace tiempo fui. Al terminar de contestarle, James se sienta en el trono y el fénix que siempre posaba sobre su hombro ahora, se para sobre el respaldo mientras acicala sus plumas oscuras.
Preparado y listo, James coloca ambas manos sobre las cabezas de los leones, sujetándolas con fuerza y así levantando la voz les ordena a sus hombres.
– ¡Damas y Caballeros! ¡Motores a toda marcha, sáquenos de este nauseabundo puerto!
Mia puede ver con sus propios ojos un nivel de coordinación casi perfecto, cada uno de los sujetos al frente de cada instrumento, comenzó a teclear los botones y a dar diversas instrucciones a los demás, con el fin de poner en vuelo al "Revenge".
– Cabo, de aviso a los motores, 3 puntos de potencia.
– 3 Punto de potencia, ¡entendido! – sujeta un micrófono en la base del escritorio, mientas presiona un de los botones, y así repite la orden. – Sala de máquinas. Aquí el puente, 3 puntos de potencia, repito 3 puntos de potencia.
En la sala de máquinas con las órdenes dadas, empiezan a alimentar los calderos de los motores hasta el punto necesario, cumpliendo con la orden dada. Por fuera, los motores empiezan a recibir su sustento dando inicio al arranque. Los soldados que aún se encontraban afuera, terminan de cargar los suministros permaneciendo a bordo. Todo estaba listo y funcionando en óptimas condiciones, hasta que un impacto da en el casco del "Revenge" lo sacude de lado. Mandado a volar a Mia, quien se encontraba parada a pocos metros del trono. James luego de que paso la sacudida, se pone de pie y busca al agresor, encontrándose así, con lo que menos esperaba que se interpusiera en su partida.
La maldita bandera de la inquisición.
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