#O6
No tuve otra opción mas que contarle a Ray todo. Necesitaba que él me acompañara a donde sea que nos llevara esa dirección, por si acaso.
— Gerard, estás siendo un estúpido. ¡Vamos! No conoces a ese hombre, las personas con algo de sentido común sabrían que no es buena elección ir.
— Eso lo dices porque tú no lo has visto... así como yo. Anda, acompáñame. —Le supliqué—, prometo que si se ve muy mal todo, nos vamos.
Mi amigo suspiró y asintió, a lo que me abalancé sobre él en un fuerte abrazo.
— De verdad, odio tanto que seas mi amigo, Gerard.
— Me vas a amar si todo sale bien, Rayito.
[…]
El tiempo pasó muy rápido, ya nos encontrábamos frente al lugar. Era una simple casa, donde la música se oía demasiado fuerte.
— Bueno, es una fiesta. Ganaste un punto, Gee. —Me sonrió el dueño del afro.
Al entrar, lo primero que hicimos fue buscar algo de beber. Estaba atestado de personas, yo no lograba visualizar al hombre guapo.
Ray me tomó del brazo y me llevó con él a bailar, pues unas chicas lo habían invitado a él.
Me sentía algo incómodo, hasta que sentí que me tomaban de la cintura y comenzaba a bailarme por detrás.
Era una canción lenta, él hacía un vaivén con su cadera que provocaba que su bulto rozara mi trasero.
Me tomó de la mano y me llevó tras de sí, afuera de la casa. Me acorraló contra la pared y atacó mis labios en un beso salvaje pero delicado.
Cuando nos separamos, pude ver sus ojos de color avellana. Era tan sólo unos cuántos centímetros más alto que yo.
— Bonitos ojos, bebé. —Murmuró—. ¿Estás listo?
Asentí y sólo después de ello, me llevó de nuevo al interior de la casa, esta vez buscando una habitación vacía.
Cuando la encontramos, cerró la puerta con seguro. Me besó y comenzó a quitarme las prendas, yo haciendo lo mismo con él.
Me lanzó con delicadeza a la cama y se subió arriba de mí, besándome el cuello y bajando hasta mis pezones, lamiéndolos y mordiéndolos suave.
Bajó hasta mi pene y luego de besar éste por toda su extensión, comenzó a lamer dos de sus dedos. Abrí mis piernas y metió un dedo a mi ano, cuando mis gemidos aumentaron, metió el segundo dedo e hizo tijeras, excitándome.
Subí mis piernas a sus hombros y luego de que alineara su miembro en mi cavidad, entró de una en mí, provocando un grito por parte de ambos.
— Estás tan estrecho... —Murmuró.
No esperó a que me acostumbrara y empezó a embestirme lento, aumentando la intensidad poco a poco.
El sudor se apoderaba de todo y los dos estábamos hundidos en un remolino de jadeos, gemidos y el éxtasis que nos llenaba mutuamente.
Yo estaba perdiendo mi virginidad, y aunque siempre me la imaginé cursi y con un novio, perderla con este hombre era mejor.
— ¡Ah! Ahí sí... —Gemí.
Tocó mi punto clave y unas estocadas más fueron suficientes para que ambos nos llenáramos de nuestros fluidos. Clavé mis uñas en su espalda y él apretó mis caderas.
Cambiamos de posición: Él se recostó y yo me puse encima de él, viéndonos solamente. Me acariciaba el trasero y mis piernas estaban a cada costado de su cuerpo.
Palmeó una de mis nalgas y luego la apretó, haciéndome gruñir, a lo que él respondió con una risa.
— Eres una maravilla —Me dijo.
Le sonreí como niño pequeño y luego besé su pecho.
— Tú también, daddy.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top