III. Ugly true
El chico no reaccionó; se quedó quieto, dejándose hacer por aquel hombre que lo abrazaba; el aroma de las cerezas mezclado con miel inundó las fosas nasales del albino, quedando maravillado por el magnífico aroma. Haciendo que el silencio fuera el único testigo de los lamentos del azabache. El tiempo pasó tan rápido que no les importo, pues la comodidad en aquel abrazo, era más que suficiente.
—Sé que es difícil, lo que viviste, pero debes ser fuerte si quieres salvar a los demás—. Habló Secret, separándose del chico mientras limpiaba sus lágrimas.
Fire asintió más calmado, respirando profundo, dándose cuenta del olor dulce que había en el lugar, se sintió avergonzado por ese aroma que sin lugar a dudas pertenecía a él. Provocando un sonrojo avergonzado en su rostro, Secret al ver aquella acción soltó una pequeña risa al descubrir o avergonzado que se sentía su compañero. Sin embargo, el gusto no les duró mucho; el auto se detuvo en esos instantes, fue ahí cuando los dos comprendieron que su tiempo juntos se había acabado; Fire debía llevarlo con Sitch.
—Lo siento, debo llevarlo con Sitch—. Se disculpó el joven, separándose del más alto mientras salía del automóvil encontrándose con los demás agentes del lugar.
Secret se quedó estático; el chico había sufrido algo sumamente horrible, sabía por casos de la televisión así como por lecturas periodísticas e incluso investigaciones que los Omegas podrían quedar traumatizados de muchas maneras, pero aquel chico no se encontraba en las mejores condiciones para trabajar. Miro molesto hacia el exterior, por la negligencia de la asociación.
—Fire es fuerte y él se ofreció a recibirte, por ello es uno de nuestros mejores agentes—. Comentó el hombre de manera calmada interrumpiendo su disgusto.
Secret guardó silencio ante el comentario, bajó del auto, para ser recibido por un hombre alto de aspecto cansado pero de porte elegante, entregándole un folder negro de piel. Confuso por la acción del contrario, tomó el folder entre sus manos, observando la simplicidad pero formalidad que tenía; las hojas le mostraban las condiciones establecidas así como los beneficios que debía cumplir si comenzaba su nueva vida en la asociación.
Mantuvo silencio mientras era escoltado al elevador en donde le dejaron a solas con Fire. La tenue música del ascensor solo incomodaba el ambiente a su alrededor.
—No se preocupe por mi, es mi trabajo—. Se excuso el azabache al ver como en su acompañante se marcaban líneas de expresión.
Secret guardó silencio después de escuchar el comentario del contrario. Sus sentidos de inmediato se relajaron, con preocupación giró su vista hacía el azabache, encontrándose una mirada seria con una expresión asesina mientras escuchaba el tronido de sus nudillos. La molestia en el rostro de Secret cambió, a una confusa pero sonriente. Aquel omega quería venganza de aquel que le había hecho daño o al menos así parecía.
—Después hablaré contigo Fire.
Fire no contestó ante el comentario, miro curioso sus manos y esperó a que el elevador se detuviera. El silencio en el pasillo era perturbador, las paredes color crema y la soledad del lugar, le daban un aspecto aterrador.
Ambos salieron dirigidos al último cuarto del fondo, en donde se supone le debería esperar su representante.
Las programaciones y acuerdos eran variados, todos en su mayoría no habían cambiado casi nada desde la última vez. La única diferencia es que iría subiendo por niveles a la fama. Solo debía esforzarse si quería ser uno de los primeros.
Secret permaneció callado, atento a cada letra del contrato. Era un trato justo, y todos los requisitos que le pedían ya los poseía en mano, sin embargo, si había un pequeño problema.
—¿Estás de acuerdo?—. Cuestionó el hombre mientras le entregaba una pluma.
Fue ahí donde lo decidió, le hablaría sobre ese pequeño detalle.
—Si, sólo hay un problema... Creo que ya lo sabes... ¿Cierto?—preguntó curioso al hombre, manteniendo una expresión seria en su rostro mientras mostraba levemente su abultado vientre.
El hombre lo observó unos momentos en silencio, solo para asentir positivamente, después de pensarlo un poco. Decidió hablar con la verdad.
—No hay problema con eso, la asociación te ayudará, no debes preocuparte—. Aclaró el hombre al observar el pequeño bulto en el vientre de su acompañante—. Solo ten cuidado cuando estés lejos de aquí, no queremos que les pase algo a ninguno de los dos.
Aquellas palabras fueron más que suficientes para él, tomó la pluma de las manos más desgastadas para firmar el documento.
Suspiró cansado; no había vuelta atrás, ese era el inicio de su nueva vida. No debía haber problemas, ahora que el demonio se encuentra lejos de él, finalmente sería el bello ángel que tanto deseo ser, esta vez no sería la víctima del juego, se convertiría en ese ángel que tanto deseo, impartiría la justicia sin importar que.
—Bien, con su permiso Secret-Kun—. Habló el hombre, levantándose de su asiento para dirigirse hacia la salida.
—Espere—habló Secret, levantándose de su asiento de igual manera y encarando al hombre—, necesito hablar con usted de un tema importante para mi.
El hombre le miró confundido ante tal petición.
—Quiero que me hable del omega que me escolto a estas instalaciones, quién es y qué fue lo que ocurrió con él para estar herido.
Aquellas palabras eran directas así mismo su mirada amenazante lo recorría de pies a cabeza. Odiaba que un omega fuera herido de formas crueles y algo en su instinto le decía que aquel omega había tenido que ver en algo sumamente cruel. El hombre comenzó a sudar frío mientras una sonrisa nerviosa se dibujaba en su rostro; no tendría escapatoria.
La lluvia golpeaba a torrentes; el olor a humedad de la tierra y árboles rodeaba aquella boscosa área, los vidrios rotos mientras el hedor de la gasolina se hacía presente; las piedras de la montaña sobre el lodo y asfalto no ayudaban mucho a la condición precaria de los jóvenes.
Debían darse prisa si querían salir con vida del lugar; la respiración agitada del pelinegro al intentar sacar del auto a su compañero era un martirio.
La desesperación e impotencia en el ambiente cada vez era más palpable con el paso de los minutos.
—Garou, necesitó más ayuda, no puedo sacarlo—. Habló el rubio mientras jalaba el brazo izquierdo de su amigo.
—Yo también la necesito, Bad resiste, por favor—suplicó Garou intentado reanimar al azabache.
—Genji, no dejes que Stinger se desmaye, debe permanecer despierto o morirá desangrado—. Advirtió el rubio al más bajo, sacando finalmente al rubio cenizo del automóvil.
El miedo a la muerte era algo conocido para los omegas, debido al maltrato al que estaban expuestos.
Garou intentaba reanimar al azabache mientras Max acomodaba a Stinger a un costado de la carretera, intentando no lastimar el vientre abultado de su amante.
—¡¡Fire!! —gritó Garou al contemplar a su amigo acercarse a ellos lentamente, su rostro ensangrentado mientras de su brazo escurría la sangre.
Max contempló la escena aterrorizado, su amigo estaba en estado de shock. Iaian contempló cómo su amigo antes había corrido tras los alfas que les provocaron el accidente; nunca debieron dejarlo ir.
Genji corrió hacia él; tomó su rostro entre sus manos y contempló una cicatriz muy marcada.
—¿Fire? —. Habló el más bajo.
El nombrado no contestó, en respuesta, soltó una gran carcajada mientras perdía el equilibrio. Genji lo tomó entre sus brazos y pudo contemplar que su pareja había perdido una de sus manos, los huesos de los brazos probablemente estarían rotos y la herida en su cabeza requería de atención inmediata.
Después todo se volvió oscuro, la última frase que escuchó fue:
~No te duermas.
Lentamente abrió los ojos, contemplando su habitación, el futón del lugar se encontraba mojado mientras su túnica se pegaba demasiado a su pecho, el sudor en su frente y las lágrimas en sus mejillas le advertían que durante el sueño había estado llorando; el olor a sakura y jazmín inundaba gran parte de la habitación.
Suspiró resignado; pasó con delicadeza su brazo derecho por aquella herida en su cuerpo, recorriendo con sumo cuidado todo hasta llegar a la zona de su brazo izquierdo. Delineo cada cicatriz de su extremidad faltante; lágrimas se apoderaron de sus ojos ante la culpabilidad que sentía su corazón. Las lágrimas acompañadas de sollozos fueron los únicos sonidos en aquella grande habitación.
El llamado a su puerta fue preciso pero constante, sabía quién tocaba, sin mucho ánimo y con la voz quebrada, habló cabizbajo.
—Adelante.
Tras esa respuesta, la puerta se abrió, dejando entrar a un hombre un poco más alto que él, vestido con una yukata color azul y descalzo. En sus manos se podían observar una bandeja médica, en la cual se veían gasas, algodones así como alcohol.
Sonrió amigable al contrario, intentando ocultar la tristeza en su rostro, acción que no pasó desapercibida por el mayor. El cual cerró la puerta detrás de sí y tomó asiento a su lado.
—No puedes mentirme—. Habló cabizbajo el hombre, mientras retiraba la yukata contraria, dejando expuestos los vendajes que cubrían las heridas del más joven.
El frió alcohol desinfectando aquellas frescas heridas le provocaba un terrible ardor en toda el área, odiaba esa sensación en su piel. Sus quejidos cada vez eran más fuertes, mientras las finas lágrimas corrían por su rostro. El más alto contempló la expresión de dolor en la cara de su amante.
—Sé que te duele pero esto es por tu bi...—se vio interrumpido por el vibrar del teléfono contrario.
El rubio volteo a ver el aparato al lado del futón, era increíble el recordar que ahí había estado todo el tiempo y que no lo recordará. Sin mucho esfuerzo tomó el aparato entre sus manos, observando dos mensajes de destinatarios completamente diferentes.
Al leer el primero sonrió juguetón ante la pantalla mientras que el segundo solo lo extraño.
—¿Quién es? —preguntó calmado el mayor, intentando colocar una nueva venda alrededor de su parte faltante.
—Es una amiga que me ha preguntado sobre un chico al que desea conquistar—. Habló juguetón el rubio, sonriendo al recordar al chico en específico.
—¿Así que ella quiere conquistar a un chico?
—Si, pero ese chico es muy serio—. Alegó el rubio intentando escapar levemente de las vendas del mayor.
Una acción de escape fallida ya que el mayor solo jalo de las vendas para regresarlo al mismo punto.
—Maestro, ya déjeme—. Ordenó intentando huir del agarre del alfa para evitar sentir el ardor en sus heridas.
—No es momento para tu terquedad, Iaian, duele y lo sé, pero intenta relajarte, pronto te sentirás mejor—. Habló el mayor terminando de colocar el broche para la venda.
—Está bien maestro —obedeció el menor, intentando pensar en la respuesta para la pregunta de su amiga.
—Era Sitch, el segundo mensaje, ¿cierto?— Cuestionó el hombre encarando al chico de manera seria, intentando colocar bien la yukata carmín que llevaba puesta.
El chico no contestó ante la pregunta, sólo agachó la mirada en señal de aceptación. Acto que hizo suspirar molesto al alfa; en el fondo no podía culpar al chico por obedecer a los mensajeros de alto rango pero podía percibir el miedo en el interior del omega, aún no se recuperaba del todo del accidente.
—Bien, pero no lo olvides, lo que pasó... —susurró el alfa, abrazando al chico—. No es tu culpa Iai, si te pasara algo... Yo.
El omega no contestó ante las palabras del mayor. Podía sentir culpa y miedo en su voz, una tristeza absoluta; lo habían perdido por su descuido.
Cariñosamente tomó las manos del alfa, para dirigirlas a su rostro y poder sentir sus rasposas yemas en sus mejillas, un tacto suave pero sutil.
El alfa solo sonrió juguetón ante las intenciones del omega, beso cuidadosamente su nuca, observando cada milímetro de su marca, la cual miro con repulsión, odiaba esos instintos egoístas de su lado alfa.
Suspiró molesto, mientras escondía su rostro entre el hombro y cuello. Sabía lo que había perdido, le dolía ese hecho, pero más le dolía ver a su pareja sufriendo por culpa de unos malditos alfas.
—Calmese, maestro—. Habló cariñosamente, guardando un toque ronco en su voz.
Volteo a ver directo a los ojos del mayor, tan intensos como el café de un buen expresso. Con amor, tomó su frente para plantar en ella un pequeño beso; sus pasos eran calmados, todos dirigidos a la puerta.
Antes de salir de la habitación, se acomodó su yukata y volteo a ver a su pareja, quien le miró confundido, sonrió coqueto saliendo y guiñandole un ojo al alfa, el cual se sonrojo de inmediato ante tal acción, no recordaba al rubio tan atrevido.
El fuerte aroma a especias y condimentos inundaba la cocina, el calor producido por la estufa le daba un ambiente cálido.
—Huele muy bien Raiko —habló el azabache sentándose en uno de los asientos, intentando tener el cuidado preciso mientras dirigía su mirada al más bajo, deleitándose con una el magnífico aroma de condimentos justo en su punto de cocción.
—¡¿Qué haces aquí?! —Preguntó exaltado—. Debes estar en cama después de ese accidente.
El omega frunció el ceño en señal de molestia, odiaba que solo por ese accidente le dieran un trato especial, podía estar débil pero aún tenía vida y como tal quería que le trataran.
—Estoy bien —contestó molesto, mientras leves venas se marcaban en sus manos—, deja de tratarme como si estuviera muriendo.
El beta le miró molesto, después de salir del hospital el omega solo pasó dos días de descanso y después se dedicó a entrenar de nuevo.
—Fire, necesitas descansar—. Habló sacando la sartén del fuego.
—Si, y lo hice.
Genji suspiró frustrado, sabía que no lo convencería con nada. El aroma del tempura mezclado con el chile del pulpo, hacía agua a la boca al más alto, sin embargo, no dijo nada. Genji sirvió los platos y los acomodó en la barra, esperando que su pareja se quedará a cenar con él.
—Voy a ver a Secret-Kun—. Habló indiferente, levantándose de su asiento.
Esa frialdad en sus palabras le habían dolido, había ocasiones en las que podía ser fuerte ante su pareja pero aún le dolía la indiferencia de sus acciones.
—Fire, lo siento... Dile a Secret-Kun que mereces un descanso.
No contestó. Salió de la habitación, ignorando al beta, lo conocía bastante bien y sabía que se preocupaba por él, pero no podía hacer nada ante su instinto.
—Blue, ¿estás bien?
—Iaian.
Fire le observó unos momentos dándose cuenta que había estado descansando. Ninguno habló solo se encaminaron al ascensor.
El ambiente en la habitación era incomodo, la clara tensión del lugar cargaba el ambiente de un ligero aroma muy similar al de una flor marchita, probablemente del más alto del lugar.
—Eso es todo—. Contestó Fire mostrando evidente molestia ante la imperturbable mirada del omega delante de él.
Iaian asintió afirmativo a la respuesta del azabache, olfateando una vez más la ráfaga de aromas presente, debía calmar a esos dos omegas o él pagaría las consecuencias.
—Escuchen no llegaremos a nada si iniciamos una pelea, Secret-Kun yo sé que es tarde, pero si podrías explicarnos—. Habló el rubio intentando calmar a ambos omegas.
Secret meditó unos segundos, suspiró resignado ante la cargada situación, ambos omegas habían enfrentado mucho y por lo que sabía sus amigos casi mueren, además de la pérdida de un cachorro.
Comprendiendo que el único propósito de ellos era hacer el bien por lo justo, sin embargo, eso no lo podían lograr solos.
—Es fácil, quiero hacer un trato con ustedes—. Contestó amablemente, soltando una leve risita.
Aquella respuesta los confundió, y el rostro maquiavélico que formaba el chico no ayudaba mucho a su imágen.
—No es muy complicado, sólo me ayudaran a cambiar unas cosas de este lugar—. Habló serio mientras se acercaba a ambos y les ofrecía una de sus manos, mostrando que deseaba cerrar el trato.
—¿Qué quieres decir? —preguntó curioso el azabache alejándose de él y ocultando su mano faltante.
Secret no contestó al llamado; sonrió malicioso al ver que Iaian ya había captado su mensaje.
—Descuida Fire, no es malo—habló distraído Secret—, desde hoy todo va a cambiar aquí para bien.
En el fondo los tres deseaban lo mismo, quizás con el tiempo podrían tenerlo.
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