CAPÍTULO VI

Una media hora después, ya vestida y arreglada, bajé a averiguar sobre el paradero de Mike y para mi sorpresa, Alana agradecida me recibió a la entrada de la cocina.

-¡Srta. Brooke, muchísimas gracias! De verdad que no se equivocaron cuando nos dijeron que solo usted podría obrar milagros con el patrón- me comentó, y entonces para completar mi asombro le vi salir a Michael apañándose con un sándwich, una botella de jugo de naranja y una manzana verde en la otra mano, llevándolos como provisión probablemente a su habitación.

Al reparar en mí su mirada enseguida reflejó resentimiento, más no se desvió de su camino. Únicamente al pasar por mi lado le dio un gran mordisco a la fruta y abrió los brazos. Una clara forma de decirme:

"¡Ves!, ya estoy comiendo ¿contenta?" o más bien "Ya ves, volví a comer cuando me dio la gana"

Lo interpreté así y al verle subir las escaleras no pude más que agradecer a las fuerzas celestiales el haber podido al final lograr mi objetivo, sintiéndome muy orgullosa de mí.

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En la tarde, sin embargo, poco después del almuerzo y cuando pensé que ya se estaban calmando las cosas, se suscitó otra escena.

De repente se escuchó a Michael desde arriba llamándome a voz en grito.

-¡Brooke, Broookeee!-

Por mi parte, ruborizada de que todos los empleados me quedaran mirando debido al grado de confianza y propiedad con que me trataba, acudí a su llamado sin perder tiempo.

-¿Qué sucede?- fue lo primero que pregunté ni bien llegar a su habitación, donde me di cuenta que se encontraba nuevamente acostado y prestando por lo visto poca atención a las indicaciones que sus dos enfermeros diurnos (la mujer que en la mañana conociera y su auxiliar) le daban, puesto que estos me observaron con cara de no saber qué hacer en cuanto aparecí. Cansados con probabilidad de tener que lidiar con sus caprichos.

Con todo, Michael se encargó de repetir entonces una parte de lo que habían estado tratando, claramente para que yo también oyera.

-Como les digo, a partir de ahora la Srta. Shields va a ser la única encargada de cuidarme. Fue una decisión nacida de ella por voluntad propia...- profirió dejándome boquiabierta pero logré disimularlo -Ya que dice que me ama, por ende va a tener que demostrármelo al hacer lo que yo le pida- agregó para concluir con una mezcla de picardía y un dejo de malicia debido al coraje de haber perdido en su propio juego que todavía le duraba.

Yo por lo tanto me decidí a encararlo sin darle explicaciones a nadie y pronto el personal de salud al sentir la tensión entre nosotros, no tardó en retirarse sin que se los pidiéramos.

-Disculpen, con permiso- excusaron educadamente antes de salir, cerrando la puerta.

Me crucé de brazos de tal modo, tratando de aparentar toda la madurez posible y sin olvidarme de mi primer logro, por lo que caminé hasta el alfeizar de la ventana donde tomé asiento para poder formularle una pregunta parecida a las que me hiciera al verme de nuevo en su casa.

-¿Qué pretendes Sr. Perfecto?-

Él sonrió de inmediato de esa forma ganadora con la que enloquecía (entendiblemente) a sus fans y no dudó en empezar a manifestar sus deseos.

-Ahora quiero que cumplas tu promesa-

Lamenté entonces mi locura de haber mencionado en un acto desesperado (o mejor dicho "revelado") el ser capaz de hacer cualquier cosa por su causa y mucho más que él aun pareciendo haber estado concentrado en su jugarreta, lo hubiese tenido todo el rato en cuenta. Entendí así que podía aprovecharse de ello.

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Continuará...

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