Capitulo 5
La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando el dormitorio donde Rochi despertó con una sensación de euforia. Se sintió como una princesa en su propio castillo, a pesar de que el mundo exterior seguía girando. La noche anterior había sido un torbellino de emociones, y la forma en que Cho la había llevado a su casa seguía resonando en su mente.
Recordaba vívidamente cómo Cho, con ojos llenos de pasión y celos, la había tomado de la mano y la había guiado a su hogar. Era como si el mundo se hubiera desvanecido a su alrededor, dejando solo a ellos dos en una burbuja de deseo. La intensidad de su amor era palpable; él la trataba con la devoción de un caballero, pero también había un fuego salvaje en su ser que la hacía sentir viva.
Cuando finalmente se encontraban a solas, la habitación se llenó de un aire cargado de electricidad. Cho, en un arrebato de pasión, la abrazó con fuerza, como si temiera que la dejaran escapar. Rochi sintió que su corazón latía con fuerza, atrapada entre el deseo ardiente y la dulzura de sus gestos. Él la miraba con una mezcla de adoración y posesividad, una dualidad que la excitaba y la asustaba a la vez.
El beso que compartieron fue como una tormenta; comenzó suave, pero rápidamente se convirtió en un huracán de sensaciones. Su cuerpo se movió en perfecta sincronía con el de él, y todo su ser ardía con una necesidad insaciable. La pasión se desbordaba mientras Cho la trataba como la más preciosa de las joyas, envolviéndola en su amor ardiente, pero también dejándola ver su lado más primitivo y brutal.
Después de la noche de entrega, Rochi se sintió como si hubiera volado a un mundo diferente. La intensidad de su conexión era innegable, un lazo forjado en el fuego de sus emociones. Cuando se despertó esa mañana, el aroma del café recién hecho y pan tostado la envolvió, despertando un brillo en sus ojos.
Al salir de la habitación, encontró a Cho en la cocina, con una bandeja repleta de delicias, un gesto que la hizo sonreír. Él la miró con ternura mientras le servía el desayuno, y Rochi no podía evitar sentir que era un sueño del que no quería despertar.
—Buenos días, princesa —dijo Cho, su voz era suave pero cargada de la misma pasión que había mostrado la noche anterior. —Espero que tengas hambre.
—Siempre que tú estés aquí —respondió ella, sonriendo mientras se sentaba a la mesa. Sus ojos brillaban, llenos de felicidad y amor.
Mientras disfrutaban de su desayuno, Rochi no pudo evitar recordar cada detalle de la noche anterior. Se sentía afortunada, pero también consciente de la complejidad de sus sentimientos.
—Cho —empezó, y él levantó la mirada—. Quiero que sepas que lo que pasó entre nosotros fue especial, pero también sé que a veces tus celos pueden ser un poco... intensos.
Él frunció el ceño, pero no de enojo, sino de comprensión. —Sé que soy un poco bruto a veces. Solo me asusta la idea de perderte. Nunca querría hacerte sentir atrapada.
Rochi sonrió, su corazón se ablandó. —No estoy atrapada. Estoy contigo porque quiero estarlo. Pero necesitamos hablar de eso con nuestros amigos. Ellos merecen saber lo que realmente sentimos el uno por el otro.
Cho asintió, aunque un aire de preocupación se posó en su rostro. —Lo haré. Pero, por favor, seamos honestos. No quiero que ellos piensen que solo estoy jugando contigo.
—Te prometo que seré clara —dijo Rochi, llenándose de determinación. La confianza que tenía en él creció con cada palabra que pronunciaba.
Cuando terminaron el desayuno, Rochi sintió que era el momento perfecto para compartir sus pensamientos con sus amigas. Al llegar al parque donde solían reunirse, encontró a Lizzy, Eugenia y las demás sentadas, ansiosas por escuchar la última novedad.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Lizzy, su mirada curiosa.
Rochi respiró hondo, lista para abrir su corazón. —Anoche fue increíble. Cho y yo... estuvimos juntos. Y no solo en un sentido físico. Fue como si nuestro amor se desatara de una manera que nunca imaginé.
Sus amigas la miraron con asombro y alegría.
—¿Y cómo te sientes al respecto? —preguntó Eugenia, su tono lleno de sinceridad.
—Me siento viva. Pero también quiero que entiendan que hay algo más. Cho puede ser celoso, pero eso viene de un lugar de amor profundo. Estamos dispuestos a trabajar en eso —explicó Rochi, sintiendo cómo el apoyo de sus amigas la envolvía.
—¡Qué hermoso! —exclamó Lizzy, sonriendo. —No te preocupes, Rochi. Estamos aquí para ti, y queremos lo mejor para los dos.
Rochi se sintió más ligera, como si un peso se hubiera levantado de sus hombros. En ese momento, comprendió que su amor por Cho no solo era una mezcla de pasión y celos; era una conexión genuina, un viaje que estaban listos para enfrentar juntos, rodeados de la amistad que siempre los apoyaría.
La risa de sus amigas llenó el aire mientras se sentaban juntas en el parque, disfrutando de la luz del sol y la compañía. Rochi sentía una mezcla de emoción y nerviosismo al compartir lo que había vivido con Cho. La mirada curiosa de Lizzy y la energía vibrante de Eugenia hicieron que su corazón latiera más rápido.
—Entonces, Rochi —dijo Eugenia con una sonrisa pícara—, cuéntanos todos los detalles. ¿Fue tan épico como lo pintas?
Rochi sintió que el calor se acumulaba en sus mejillas. Recordar la noche mágica con Cho era como revivir un sueño. Aquel beso ardiente, la manera en que él la miraba, y cómo se sentía como si estuvieran en un mundo solo para ellos dos.
—Bueno, fue... —empezó, intentando encontrar las palabras adecuadas—. Fue especial. Todo fluyó de una manera que nunca había experimentado antes.
Eugenia hizo un gesto exagerado con las manos. —¡Eso no es suficiente! Necesito más detalles. ¿Cómo fue? ¿Hubo música? ¿Bailaron? ¡Dame algo jugoso!
Rochi rió, sintiendo que sus amigas compartían su alegría. —No hubo música, pero era como si todo a nuestro alrededor hubiera desaparecido. Estábamos solo nosotros dos. Cho me llevó a su mundo, y no solo en un sentido físico. Me hizo sentir valorada, cuidada... y deseada.
Candela, que había estado escuchando atentamente, sonrió. —Esas son las mejores noches. Cuando todo se siente perfecto. ¿Qué más pasó?
Rochi, sintiéndose más cómoda, continuó. —Después de... bueno, después de que compartimos momentos íntimos, me llevó a la cama y me abrazó como si no quisiera soltarme. Fue... mágico. Nunca había sentido algo así.
—¡Ay, qué bonito! —dijo Lizzy, con los ojos brillantes de felicidad. —Es lo que mereces, Rochi. Cho parece ser un buen chico. Me alegra que haya encontrado a alguien tan especial como tú.
Teresa, que hasta ese momento había estado escuchando en silencio, intervino. —Pero, ¿y los celos? Dijo que a veces puede ser un poco bruto. ¿Cómo te sientes al respecto?
Rochi asintió, sabiendo que la honestidad era clave. —Sí, a veces es posesivo, y eso me asusta un poco. Pero él también es consciente de ello. Hablamos de que necesitamos trabajar en eso juntos. Es una parte del viaje, ¿no creen?
Grace, siempre pragmática, sonrió. —La comunicación es clave. Y me encanta que ambos estén dispuestos a hablar sobre ello. Esa es la base de cualquier relación exitosa.
Rochi sintió que la preocupación que había estado guardando se disipaba. Sus amigas eran su roca, y su apoyo la llenaba de esperanza. El amor que había encontrado con Cho era un desafío, pero estaba dispuesta a enfrentarlo.
—Así que, cuéntanos más —insistió Eugenia, llevándose un bocado de su merienda. —¿Cómo fue esa mañana después? ¿Te despertó con un desayuno de ensueño?
—Sí, en realidad lo hizo —dijo Rochi, riendo mientras recordaba. —Me trajo el desayuno a la cama. Era como un cuento de hadas. Se preocupó por cada detalle, desde el café hasta las tostadas. Me hizo sentir como si realmente valiera la pena.
—¡Eso es increíble! —exclamó Candela, entusiasmada. —Esos son los pequeños gestos que importan. Eso demuestra que se preocupa.
Rochi se sintió feliz de compartir sus recuerdos, pero al mismo tiempo, una parte de ella sabía que necesitaba encontrar el equilibrio entre su felicidad y las preocupaciones sobre los celos de Cho. Sin embargo, el amor que sentía por él la hacía sentir segura.
—Espero que este sea solo el comienzo de muchas mañanas así —dijo Lizzy, con una mirada soñadora en sus ojos. —Tú y Cho merecen ser felices.
Rochi sonrió, sintiéndose agradecida por tener amigas que la apoyaban incondicionalmente. —Gracias, chicas. No sé qué haría sin ustedes. Su apoyo significa el mundo para mí.
—Siempre estaremos aquí para ti —dijo Grace, levantando su botella de agua en un brindis improvisado. —Por Rochi y Cho, que su amor sea fuerte y lleno de alegría.
Todas levantaron sus botellas y se unieron en un brindis, riendo y celebrando el amor y la amistad. Rochi sintió una oleada de felicidad, sabiendo que tenía a su lado a un grupo de amigas que la apoyarían en cada paso de su viaje con Cho.
Mientras hablaban y se reían, Rochi no pudo evitar recordar más de aquella noche mágica. Cómo cada susurro de Cho había resonado en su corazón y cómo su amor ardiente había hecho que se sintiera más viva que nunca. No importaba lo que sucediera en el futuro; esa noche había sido un hermoso comienzo, y estaba lista para enfrentarlo, con sus amigas a su lado y su corazón lleno de esperanza.
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