Capitulo 1


Los pasillos del CBI estaban llenos de vida y movimiento constante. Una nueva integrante estaba a punto de unirse al equipo, y no era cualquier persona. Lizzy, con su sonrisa brillante y contagiosa, había invitado a su mejor amiga Rochi, una talentosa psicóloga y agente francesa. Lizzy, siendo la hija del jefe y la novia de Patrick Jane, había convencido a su padre de que Rochi sería una gran adición al equipo.

Lizzy llevó a Rochi por los pasillos, presentándola a los demás miembros del equipo. Teresa se unió a ellas, ansiosa por conocer a la nueva integrante.

—Rochi, quiero que conozcas a Teresa Lisbon —dijo Lizzy, sonriendo—. Es una de las mejores aquí.

—Encantada de conocerte, Teresa —dijo Rochi con una sonrisa cálida, estrechando la mano de Teresa.

Mientras avanzaban, Cho estaba de pie cerca de su escritorio, observando la escena con su habitual seriedad. Cuando sus ojos se encontraron con los de Rochi, algo cambió en su expresión. Era una mirada que decía más de lo que sus labios habrían podido expresar en ese momento.

—Cho, esta es Rochi —anunció Lizzy, notando la mirada de su colega—. Viene de Francia y tiene un talento increíble para leer a las personas.

—Es un placer conocerte, Rochi —dijo Cho, extendiendo su mano con una leve sonrisa.

—El placer es mío, Cho —respondió Rochi, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas mientras tomaba su mano.

Risgby, que estaba cerca, no pudo evitar notar la química instantánea entre ellos. Con una sonrisa traviesa, se acercó a Patrick y susurró:

—Parece que Cho ha encontrado a alguien que le interesa.

Patrick, siempre perspicaz, asintió con una sonrisa.

—Sí, lo noto. Se le ve diferente —comentó Patrick—. Pero dejémoslo disfrutar el momento.

Mientras tanto, Candela, Teresa, Lizzy, Eugenia y Grace estaban observando desde la distancia, intercambiando miradas cómplices.

—¿Viste cómo se miraron? —murmuró Candela con una sonrisa.

—Totalmente. Cho está perdido por ella —añadió Grace, divertida.

Esa noche, después de un día de presentaciones y ajustes, el equipo decidió salir a cenar para darle la bienvenida a Rochi. En un restaurante acogedor, se sentaron en una mesa grande, riendo y disfrutando de la compañía.

Cho, que rara vez mostraba sus emociones abiertamente, no podía apartar los ojos de Rochi. La admiraba no solo por su belleza, sino también por su inteligencia y la manera en que se desenvolvía con confianza y gracia.

—Rochi, cuéntanos más sobre tu trabajo en Francia —pidió Teresa, tratando de conocer mejor a la nueva integrante.

—Bueno, trabajé en varios casos de alto perfil, principalmente relacionados con psicología criminal —explicó Rochi—. Me apasiona entender la mente de las personas y ayudar a resolver casos complicados.

Cho escuchaba con atención, fascinado por cada palabra. Cuando Rochi terminó de hablar, él aprovechó para intervenir.

—Suena increíble. Tu experiencia será muy valiosa aquí —dijo Cho, mirándola a los ojos con admiración.

—Gracias, Cho. Estoy emocionada de trabajar con todos ustedes —respondió Rochi, devolviéndole la mirada.

Después de la cena, mientras caminaban de regreso a sus autos, Patrick se acercó a Cho con una sonrisa cómplice.

—Entonces, ¿qué opinas de Rochi? —preguntó Patrick.

—Es impresionante. Tiene algo especial —admitió Cho, sin poder ocultar una leve sonrisa.

—Sabes, a veces las conexiones más profundas se sienten desde el primer momento —dijo Patrick—. No la dejes escapar.

Mientras tanto, Lizzy y Rochi caminaban juntas, hablando en voz baja.

—Rochi, vi cómo mirabas a Cho —dijo Lizzy con una sonrisa traviesa—. ¿Te gusta?

—Es... interesante —respondió Rochi, intentando sonar casual pero fallando miserablemente.

—Vamos, Rochi. Puedes decírmelo. ¿Te gusta, verdad? —insistió Lizzy, riendo.

—Está bien, sí. Me gusta. Pero no quiero precipitarme —admitió Rochi.

—No te preocupes. Cho es un buen tipo. Y parece que también le gustas —aseguró Lizzy.

A medida que pasaban los días, Rochi y Cho comenzaron a pasar más tiempo juntos, trabajando codo a codo en casos complicados y compartiendo momentos personales. A pesar de su seriedad habitual, Cho no podía evitar mostrar una leve sonrisa cada vez que estaba cerca de Rochi.

Una tarde, después de resolver un caso particularmente difícil, Cho invitó a Rochi a tomar un café en una pequeña cafetería cerca del CBI.

—Necesitábamos esto —dijo Cho mientras se sentaban—. Ha sido una semana intensa.

—Definitivamente. Gracias por invitarme —respondió Rochi, sonriendo.

La conversación fluyó con naturalidad, hablando de sus vidas, intereses y sueños. Cho descubrió que Rochi tenía una pasión por la literatura francesa y un amor por la naturaleza. Rochi, por su parte, se sorprendió al descubrir que Cho tenía un lado sensible y apasionado por la justicia.

—Siempre he creído en la importancia de luchar por lo que es justo, sin importar las dificultades —dijo Cho, mirando a Rochi con sinceridad.

—Eso es algo que admiro mucho de ti, Cho. Eres una persona increíblemente dedicada y valiente —respondió Rochi, sintiendo cómo su admiración por él crecía con cada palabra.

Al final del día, mientras caminaban de regreso al CBI, Cho se detuvo y miró a Rochi a los ojos.

—Rochi, hay algo que quiero decirte. Desde que llegaste, has cambiado mi vida de una manera que no puedo explicar. Me he dado cuenta de que siento algo muy fuerte por ti —confesó Cho, su voz firme pero llena de emoción.

Rochi sintió cómo su corazón se aceleraba. Había esperado este momento, pero escucharlo de Cho hacía que todo pareciera más real.

—Cho, yo también siento lo mismo. Desde el primer momento, supe que había algo especial entre nosotros —dijo Rochi, acercándose a él.

Se miraron a los ojos, sintiendo la conexión profunda que los unía. Cho tomó suavemente la mano de Rochi y la acercó a su pecho.

—Quiero estar contigo, Rochi. Quiero enfrentar todo lo que venga juntos —dijo Cho con determinación.

—Y yo contigo, Cho. Siempre juntos —respondió Rochi, sonriendo con ternura.

Desde ese momento, Rochi y Cho se convirtieron en inseparables, enfrentando cada desafío juntos y construyendo un amor que solo se fortalecía con el tiempo. Sus colegas, Patrick, Lizzy, Teresa, Candela, Eugenia y Risgby, observaban con alegría cómo su relación florecía, sabiendo que habían encontrado a sus almas gemelas.

Una tarde, mientras descansaban en la sala de descanso del CBI, Risgby no pudo evitar hacer un comentario.

—Cho puede ser muy frío y duro, pero le tocas a Rocío y eres hombre muerto. Nunca lo he visto tan entregado, tan enamorado, tan feliz y tan él. Y eso que él es más frío que el hielo —dijo Risgby con una sonrisa.

Patrick, que estaba cerca, se unió a la conversación.

—Rochi, no te das cuenta, pero sientes lo mismo que yo siento por Lizzy, por Cho. Y si al menos es una cuarta parte de lo que yo siento por la italiana, Cho es afortunado —dijo Patrick, guiñándole un ojo a Rochi.

Cho, un poco avergonzado pero feliz, simplemente asintió. Sabía que sus amigos tenían razón.

Lizzy, siempre observadora y protectora, se acercó a Cho.

—Cho, te llevaste la lotería con Rochi. Es una mujer hermosa en cuerpo y alma, una gran amiga, una gran mujer, una gran agente. Estoy orgullosa de ustedes —dijo Lizzy con una sonrisa cálida.

Cho tomó la mano de Rochi y la miró con amor.

—Lo sé, Lizzy. Y haré todo lo posible por ser digno de ella —respondió Cho, apretando suavemente la mano de Rochi.

Las semanas pasaron, y el amor entre Rochi y Cho solo creció. Compartían momentos de risas, complicidad y apoyo mutuo. Cada desafío que enfrentaban juntos los fortalecía, y cada momento de alegría los unía más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top