Capitulo 15
Cuando llegaron Mac y Melodie al hospital, la escena en la habitación era una mezcla perfecta de luz suave y emoción palpable. La luz matutina que entraba por la ventana creaba una atmósfera cálida y acogedora, interrumpida solo por la ligera inquietud de la presencia de Donald, quien había estado al lado de Rochi durante toda la noche.
Rochi, al escuchar los pasos y el murmullo de su padre y su madre acercándose, no pudo contener su alegría y preocupación. A pesar de la incomodidad de los cables y los monitores que la rodeaban, se levantó con determinación, como si su propio bienestar fuera secundario a su deseo de abrazar a su padre. La camisa de Donald, que llevaba puesta como una especie de amuleto de su amor y cuidado, se movió con ella. Los cables tintinearon y los monitores pitaban ligeramente con su movimiento, pero Rochi no prestó atención a esos detalles. Para ella, el momento era mucho más importante.
—¡Papá! —exclamó Rochi, su voz llena de emoción—. ¡Qué alegría verte! No puedo creer que estás aquí.
Mac, con su característico porte serio, se suavizó de inmediato al ver a su hija en esa condición. Sus ojos se llenaron de ternura y preocupación mientras abría los brazos para recibir a su hija. Cuando Rochi se lanzó a sus brazos, el abrazo que compartieron fue una mezcla de alivio, amor y la inquebrantable conexión entre padre e hija. Mac la rodeó con sus brazos, apretándola con una fuerza que demostraba cuánto la había extrañado y cuánto le importaba.
—Mi niña, mi querida Rochi —murmuró Mac, con su voz cargada de emoción—. Estoy tan feliz de verte. No importa dónde estés, ni cómo estés, siempre serás mi vida.
Rochi, con lágrimas de felicidad en los ojos, se aferró a su padre como si su vida dependiera de ese abrazo. Sus labios encontraron la cabeza de Mac, dándole un tierno beso en la coronilla mientras se acurrucaba contra él. Aunque notó la camisa que llevaba no era suya, sino de Donald, decidió no mencionarlo. Sabía que Donald había estado a su lado en todo momento y que su preocupación y cuidado por ella eran genuinos.
—Estoy bien, papá. Donald ha estado increíble, me ha traído mi comida favorita y ha estado aquí conmigo todo el tiempo —dijo Rochi, tratando de ofrecer una respuesta que aliviara la preocupación de su padre mientras se mantenía en sus brazos.
Mac miró a su hija con un brillo de ternura en los ojos. Aunque no pudo evitar notar que Rochi llevaba una camisa que no le pertenecía, no dejó que eso lo perturbara en ese momento. Sabía que Donald la cuidaba de una manera que pocos podrían hacerlo, y eso le daba una tranquilidad que sobrepasaba cualquier sentimiento de celos o preocupación paternal.
—¿Cómo te sientes realmente, Rochi? —preguntó Mac, su voz suave pero cargada de preocupación—. ¿Hay algo que necesites?
Melodie, que había observado el tierno reencuentro, se acercó a Rochi con una mezcla de emoción y ternura. Colocó una mano en el hombro de Mac mientras se inclinaba para abrazar a su hija.
—Querida, estoy tan contenta de verte —dijo Melodie con una voz suave—. ¿Todo está bien?
Rochi, aún en el abrazo de su padre, levantó la vista y sonrió a su madre.
—Sí, mamá. Estoy bien. Apenas me duele ahora y puedo caminar un poco. Donald ha sido maravilloso. Me ha traído todo lo que me gusta y ha estado aquí conmigo, cuidándome.
Donald, que había estado en el baño cambiándose apresuradamente, salió justo en el momento en que Rochi estaba explicando lo que había hecho por ella. Había dejado su camisa en Rochi y sus pantalones en el suelo del baño. Cuando salió, se encontró con el cálido abrazo familiar y con los miradas de aprecio y ternura de Mac y Melodie.
—Hola, señor y señora Taylor —dijo Donald, intentando transmitir respeto y aprecio mientras se acercaba a los padres de Rochi—. Me alegra verlos aquí. Rochi ha sido increíblemente fuerte. Estoy feliz de estar a su lado.
Mac, con una mezcla de aprecio y una pizca de escrutinio, asintió con la cabeza. Su preocupación paternal era evidente, pero también lo era su reconocimiento de que Donald había sido una gran ayuda para su hija.
—Gracias por estar aquí para ella, Donald. Lo aprecio mucho —dijo Mac con sinceridad—. Sabemos que ha sido un tiempo difícil.
Melodie también expresó su agradecimiento.
—Sí, Donald, gracias por todo lo que has hecho. Rochi ha hablado muy bien de ti.
Mientras tanto, Rochi miraba a Donald con una mezcla de orgullo y afecto. Sabía cuánto significaba para él estar allí y cómo había demostrado su amor de maneras pequeñas pero significativas. Cuando Donald se acercó para saludar a sus suegros, no pudo evitar sonreír al ver el amor y la preocupación en los rostros de Mac y Melodie.
Rochi, tratando de poner a todos en calma, les explicó a sus padres cómo había estado recibiendo cuidados y cómo se sentía mejor. Sin embargo, su padre y su madre estaban decididos a asegurarse de que todo estuviera en orden.
—Solo asegúrate de que se tome el tiempo necesario para recuperarse —dijo Mac con una voz preocupada—. Queremos asegurarnos de que esté completamente bien antes de que salga de aquí.
Rochi, con una sonrisa tranquilizadora, intentó calmar a su padre.
—Lo haré, papá. Estoy en buenas manos y me siento mucho mejor. No tengo nada de qué preocuparme.
Mientras Donald estaba en el baño, Rochi continuó conversando con sus padres. La conversación fluyó de manera natural, con Rochi tratando de evitar hablar de su noche pasional y enfocándose en el apoyo y los cuidados que había recibido de Donald. Mac y Melodie, aunque preocupados, se sentían aliviados al ver a su hija en compañía de alguien que claramente se preocupaba por ella.
Cuando Donald finalmente salió del baño, ya vestido y con una apariencia presentable, el ambiente en la habitación se llenó de una sensación de paz y alivio. Melodie y Mac ayudaron a Rochi a acomodarse nuevamente en la cama, asegurándose de que estuviera lo más cómoda posible.
La habitación se llenó de una atmósfera de amor y gratitud, con todos centrados en el bienestar de Rochi. Donald, mientras tanto, se quedó a su lado, satisfecho de haber podido estar allí para ella y de haber podido compartir ese momento con su familia.
La escena en la habitación del hospital, llena de ternura, preocupación y amor, reflejaba la profundidad de los lazos familiares y el impacto positivo que el apoyo mutuo puede tener en tiempos difíciles. Donald y los padres de Rochi, a pesar de sus diferentes preocupaciones y enfoques, se unieron en un objetivo común: asegurarse de que Rochi estuviera bien y rodeada de amor.
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