Capitulo 14

Donald había cumplido su promesa, no solo con palabras, sino con acciones. Después de recibir primeros auxilios de Sid y tener su mano vendada, se dirigió a una elegante tienda de comida francesa. Seleccionó con cuidado cada plato, asegurándose de que todo estuviera perfecto para Rochi. Croissants recién horneados, quiches de espinacas y queso, coq au vin, y una variedad de postres como éclairs y macarons fueron meticulosamente empaquetados para mantener su frescura. La dedicación con la que preparó todo reflejaba el profundo amor que sentía por ella.

Al llegar al hospital, Donald no podía esperar para ver a Rochi. Entró a su habitación con una sonrisa de satisfacción y colocó la comida en la mesada. Luego, se acercó a Rochi con una ternura palpable en su rostro. La preocupación en sus ojos cuando vio la venda en la mano de Donald no pasó desapercibida.

— Donald, ¿qué ha pasado? — preguntó Rochi con una expresión de preocupación sincera, al ver la venda en su mano.

Donald, aunque dolido, sonrió con cariño. — No te preocupes, solo me lastimé con un vidrio. Nada serio. Lo más importante es que tú estás aquí y segura. — Dijo mientras le entregaba una caja de chocolates a Rochi y una caja más pequeña a Stella y Lindsay. — Estos son para ti y para tus amigas. Espero que les gusten.

Rochi aceptó la caja con una sonrisa cálida. — Donald, no solo me haces feliz con estos detalles, sino porque te has preocupado por mis gustos, has traído comida de mi tierra natal. Me has hecho sentir como en casa. Gracias, no puedo describir cuánto significa para mí.

Donald la abrazó suavemente, con cuidado para no incomodarla. — Haces que todo esto valga la pena. Eres el corazón de mi vida, Rochi. No hay nada que no haría para verte feliz y cuidada.

Stella y Lindsay, que estaban a su lado, también recibieron sus cajas de chocolates con sonrisas y agradecimientos. Mientras Donald les daba las gracias por su apoyo, Rochi sentía una profunda gratitud y admiración por él. El ambiente en la habitación se volvió cálido y acogedor, lleno de amor y ternura.

La cena fue una experiencia encantadora. Donald había preparado una comida auténtica francesa, que Rochi disfrutó enormemente. Durante la cena, hablaron de todo lo que habían pasado juntos. Donald le contó a Rochi sobre cómo había planeado sorprenderla y cómo se había esforzado por traer los platos que ella amaba. Rochi compartió sus pensamientos sobre la recuperación y cómo había estado pensando en él durante su tiempo en el hospital.

— No puedo creer que hayas traído toda esta comida maravillosa solo para mí — dijo Rochi, con una mirada de admiración. — Eres increíble, Donald. No solo por esto, sino por todo el amor y el apoyo que me has dado.

— Para mí, cada momento contigo es un regalo — respondió Donald, mirando a Rochi con profunda emoción. — Desde el primer instante que te vi, supe que habías llegado a mi vida para cambiarla. Eres todo para mí, y no hay nada que desee más que verte feliz.

La conversación se volvió cada vez más íntima y significativa. Compartieron recuerdos, sueños y esperanzas para el futuro. La conexión entre ellos era palpable, y el amor que compartían se sentía fuerte y genuino. Cada palabra, cada gesto, reflejaba la profunda admiración y cariño que tenían el uno por el otro.

Después de la cena, Donald y Rochi se quedaron solos en la habitación. La atmósfera era serena, y el amor entre ellos estaba en su punto más alto. Donald se acercó a Rochi, con una mirada de ternura y respeto.

— Rochi, ¿estás segura de que quieres pasar esta noche conmigo aquí en el hospital? Solo quiero que te sientas completamente cómoda y feliz.

Rochi lo miró con decisión y amor en sus ojos. — Donald, contigo iría hasta el fin del mundo. Estoy segura de que quiero estar contigo, aquí y ahora. No hay ningún lugar en el que prefiera estar más que contigo.

Donald sonrió, conmovido por su respuesta. — Entonces, vamos a hacer de esta noche algo especial.

Se besaron con una pasión y ternura que reflejaban su amor profundo. Los besos se volvieron cada vez más intensos, y la pasión entre ellos se desató con un deseo ardiente. Cada caricia, cada toque era un testimonio del amor verdadero que compartían. Donald se aseguró de que Rochi se sintiera especial y amada en cada momento. Su cuidado y devoción eran evidentes, y la forma en que la miraba y la tocaba mostraba cuánto la valoraba.

La noche avanzó y la intimidad entre ellos creció. Donald y Rochi se entregaron a la pasión, pero también al amor puro y profundo que compartían. Donald admiraba cada parte de Rochi, cada detalle de su cuerpo y de su ser. Para él, ella era una obra de arte, y cada parte de ella, desde la cicatriz de la herida hasta su sonrisa, era preciosa. Se entregó a Rochi con una devoción total, explorando cada rincón de su ser con un amor inigualable.

A medida que la noche avanzaba, Rochi se sintió completamente en paz y feliz. Donald había logrado crear un momento mágico para ella, lleno de amor y cuidado. Después de una noche de intimidad y conexión profunda, Rochi se acurrucó en los brazos de Donald. Ella se sentía tan segura y amada, y su cansancio la llevó a un sueño reparador.

Con la camisa de Donald puesta, Rochi se durmió sobre él. La suavidad de la tela, el aroma masculino que llevaba la prenda, y el calor de su cuerpo la hicieron sentir especial y protegida. La camisa de Donald, con su fragancia y su toque, le proporcionaba una sensación de cercanía y cariño que no podía encontrar en ningún otro lugar. Donald, con su mano vendada, la abrazó con ternura, asegurándose de que estuviera cómoda y segura.

La paz en la habitación era palpable. Donald, a pesar de las heridas y el cansancio, se sentía completo al tener a Rochi a su lado. Mientras ella dormía, él la miraba con una expresión de amor y devoción, sintiendo que todo en su vida estaba en su lugar. La noche había sido un testimonio de su amor verdadero, y el futuro parecía lleno de esperanza y felicidad mientras se acurrucaba a su lado, prometiendo estar siempre allí para ella.

La habitación del hospital estaba envuelta en una tranquila penumbra, interrumpida solo por la luz cálida que entraba a través de la ventana. Donald y Rochi yacían juntos en la cama, envueltos en una suave manta que cubría sus cuerpos. La noche había sido un mar de pasión y amor, y ahora el amanecer se asomaba con un aire de tranquilidad y satisfacción. Rochi había dormido plácidamente en el regazo de Donald, con la camiseta de él puesta como un recuerdo tangible de su amor. Donald, con su brazo protectivamente alrededor de Rochi, despertó lentamente, sintiendo el suave aliento de su amada sobre su pecho. Sonrió al sentirla a su lado, disfrutando de la calidez y el confort que ella le ofrecía. Se inclinó hacia ella, depositando un suave beso en su frente, sintiendo cómo ella se movía ligeramente, despertando al contacto.

—Buenos días, mi amor —murmuró Donald, acariciando su cabello con ternura.

Rochi abrió los ojos, encontrando la mirada amorosa de Donald. Sonrió con dulzura y, sin poder evitarlo, le dio un suave beso en los labios.

—Buenos días, cariño —respondió ella, su voz aún somnolienta pero llena de afecto—. Me alegra despertar contigo. No puedo creer que esté aquí contigo.

Donald la miró con admiración, apreciando cada rasgo de su rostro iluminado por la luz matutina. Sus ojos recorrían cada detalle de ella, sintiendo un amor profundo y sincero.

—Eres increíble, Rochi —dijo él, su voz cargada de emoción—. No solo por cómo te ves, sino por la mujer que eres. Me haces sentir completo.

Antes de que Donald pudiera moverse, Rochi se recostó un poco, admirando el físico de su chico, aún desnudo de la cintura para arriba. Se tomó un momento para admirar sus músculos definidos y su tono de piel bronceado, sintiendo un inmenso orgullo por él.

—Eres tan guapo, Donald —le dijo, su voz llena de admiración—. No puedo evitarlo, estoy increíblemente orgullosa de tener a alguien tan perfecto a mi lado.

Donald rió suavemente, su rostro iluminado por una sonrisa sincera.

—Y tú eres aún más hermosa, Rochi —respondió él, mirándola con devoción—. No puedo creer lo afortunado que soy.

Ambos se fundieron en un tierno abrazo, sus cuerpos conectados en una expresión pura de amor. Sin embargo, el sonido de una risa suave y una voz conocida rompió la serenidad del momento. Stella y Lindsay, con una mezcla de ternura y diversión en sus miradas, se asomaron a la puerta de la habitación.

—¡Oh, qué momento tan dulce! —exclamó Stella, con una sonrisa cálida—. Buenos días a los dos.

—Buenos días —respondió Rochi, aún recostada en el regazo de Donald, mientras se sonrojaba un poco al ver a sus amigas.

Lindsay se acercó con una expresión juguetona en el rostro.

—Bueno, parece que la noche fue más que memorable —dijo Lindsay, con un guiño cómplice—. Aunque, debemos decirte, Rochi, que traemos ropa para ti y para Donald. No queremos que te quedes en pijama mucho tiempo.

Rochi se rió suavemente, mirando a Donald con cariño. Ella llevaba puesta la camiseta de él, que le quedaba considerablemente grande y le daba un aire adorablemente desaliñado.

—Gracias, chicas —dijo Rochi, sonriendo—. Aprecio mucho el gesto. Donald ha sido tan dulce conmigo.

Donald, que estaba en ropa interior ya que había dejado su pantalón en el suelo y su camisa estaba en Rochi, se rió con una mezcla de vergüenza y diversión.

—Sí, parece que me he quedado sin ropa en el proceso —dijo Donald, con una sonrisa—. Pero no te preocupes, iré a cambiarme ahora mismo.

—No te preocupes, Donald —dijo Lindsay—. Lo único que queremos es que estés listo antes de que Mac llegue con Melodie. No creo que a Mac le guste ver a su hija con Donald en ropa interior.

Donald asintió, sabiendo que era el momento de actuar. Agarró la bolsa con ropa y se levantó con rapidez, riendo mientras se dirigía al baño.

—Nos vemos en un momento —dijo él, dirigiéndose a la puerta.

Rochi lo observó con ternura, admirando no solo su físico, sino también su personalidad. Se sintió inmensamente afortunada de tener a alguien tan especial a su lado.

—Te amo —le dijo Rochi, con sinceridad—. Eres el amor de mi vida. No puedo imaginar mi vida sin ti.

Donald se detuvo en la puerta del baño y se volvió para mirarla, su corazón lleno de amor.

—Y yo te amo aún más, Rochi —respondió él, con una sonrisa—. Eres mi todo. Estoy agradecido por cada momento que compartimos.

Se besaron suavemente, y luego Donald entró en el baño para cambiarse. Mientras tanto, Rochi se quedó en la cama, disfrutando de la comodidad y el cariño que Donald le había dado.

Stella y Lindsay, observando la escena con una mezcla de ternura y diversión, empezaron a hablar entre ellas mientras Rochi se cambiaba.

—Parece que tu hija va a tener una familia maravillosa —dijo Lindsay, con una sonrisa—. Si Donald sigue así, pronto tendrán pequeños correteando por la casa.

Stella asintió, sonriendo con afecto.

—Sí, y serán niños tan dulces y apasionados como sus padres —dijo Stella—. Rochi sería una increíble mamá, y Donald un gran papá. Estoy segura de que Mac será un abuelo muy cariñoso y protector.

Rochi, mientras se cambiaba, escuchaba las palabras de sus amigas y se sonrió. Sabía que tenía mucho que esperar en el futuro, y estaba emocionada por lo que venía.

Donald, mientras tanto, estaba en el baño cambiándose y preparándose. Miraba su reflejo en el espejo, notando la pequeña cortadura en su mano que había olvidado debido a la adrenalina de la noche. Se limpió con cuidado, sintiendo un ligero dolor pero sin dejar que esto le quitara la alegría que sentía.

Cuando salió del baño, vestido y con una sonrisa en el rostro, se encontró con Rochi nuevamente. Ella estaba arreglada, usando ropa cómoda que Lindsay y Stella le habían traído, pero aún con la camiseta de Donald.

—¿Todo listo? —preguntó Donald, acercándose a Rochi con una sonrisa.

—Todo listo —respondió Rochi, devolviéndole la sonrisa—. Gracias por todo, Donald. La noche fue mágica y tu sorpresa romántica significó el mundo para mí.

Donald la miró con amor y ternura, sintiendo que no podía ser más afortunado.

—Me alegra que te haya gustado. No hay nada que desee más que verte feliz —dijo él, abrazándola con cariño.

Ambos se abrazaron un momento, disfrutando de la cercanía y el amor que compartían. Mientras se preparaban para la llegada de Mac y Melodie, sabían que el día estaba lleno de promesas y momentos especiales por venir.

La habitación del hospital, que había sido testigo de una noche de pasión y amor, ahora se llenaba de risas y expectativa. Con el amor de Donald y Rochi fortalecido por su noche juntos, estaban listos para enfrentar cualquier cosa que el futuro les deparara, sabiendo que siempre tendrían el uno al otro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top