Capitulo 13

Donald se quedó al lado de Rochi, sujeta de la mano mientras ella despertaba. Cuando Rochi abrió los ojos, un rayo de esperanza iluminó su rostro cansado. Sus ojos, aunque nublados por el dolor y la confusión, buscaron inmediatamente a Donald.

"Donald... ¿qué pasó?" murmuró Rochi, su voz débil pero llena de preocupación.

Donald, con lágrimas de alivio en los ojos, le sonrió tiernamente. "Estás despierta, Rochi. Ha sido un largo camino, pero estás aquí, conmigo. No pude dejarte ni por un momento. Te amo más de lo que las palabras pueden decir."

Rochi apretó su mano con fuerza, sintiendo la calidez y el amor de Donald a través de su toque. "¿Dónde está Mac? ¿Está bien?"

Donald la abrazó con ternura, su corazón se hinchaba de amor y gratitud. "Mac está bien, y está en camino. Acabo de hablar con él por teléfono. Me dijo que atraparon a los responsables, y está haciendo todo lo posible para asegurarse de que paguen por lo que hicieron."

Stella, que había estado esperando pacientemente a un lado, se acercó con un brillo maternal en los ojos. "Rochi, cariño, qué bueno verte despertar. Sabes cuánto te queremos y lo importante que eres para todos nosotros. Donald ha estado aquí sin separarse ni un minuto."

Rochi le sonrió a Stella, sintiendo la calidez de su apoyo. "Gracias, Stella. Aprecio mucho todo lo que han hecho por mí."

Stella le dio un suave abrazo, que fue recibido con gratitud. "Nos preocupamos mucho por ti, Rochi. Eres como una hija para mí. Ver cómo Donald ha estado a tu lado me ha conmovido profundamente."

Mientras tanto, Lindsay se acercó con una sonrisa solidaria. "Donald, no te preocupes, Rochi está en buenas manos con nosotras. Vamos a hacer que se sienta cómoda y nos aseguraremos de que esté bien."

Donald asintió con agradecimiento, sabiendo que Rochi estaba en buenas manos. Se volvió hacia su teléfono para llamar a Mac. Cuando respondió, Donald compartió la buena noticia con él. "Mac, Rochi ha despertado. Ella está consciente y preguntando por ti. No puedo describir lo aliviado que estoy. Te debo una gran parte de esto."

Mac, con una mezcla de emoción y alivio en su voz, respondió rápidamente. "Donald, eso es maravilloso. Agradezco todo lo que has hecho. Sabes cuánto te lo agradezco. No puedo esperar para verla. Estaré allí tan pronto como termine con lo que tengo que hacer."

Donald le dijo con determinación, "Voy a unirme a ti para asegurarme de que enfrentemos a esos criminales. Lo que le hicieron a Rochi no quedará impune."

Mac agradeció sinceramente a Donald. "Te lo agradezco, Donald. Tu lealtad y amor por Rochi son admirables. Haré lo que sea necesario para hacer justicia por ella."

Una vez colgó, Donald se volvió hacia Rochi, que lo miraba con un destello de preocupación y esperanza. "Voy a ir a hacer algo muy importante, pero prometo que volveré pronto. Me voy a encargar de traer tu comida favorita, para que podamos disfrutar de una pequeña cita aquí en el hospital. Mientras tanto, Stella y Lindsay estarán contigo, te cuidarán y te harán sentir mejor."

Rochi asintió, aunque con una ligera preocupación en su rostro. "Te extrañaré mientras estés fuera, pero entiendo que esto es importante. Asegúrate de volver pronto, por favor."

Donald la besó suavemente en la frente y le dijo, "Cada minuto que estuve sin ti, te extrañé más. Ahora que estás despierta, haré todo lo posible para volver rápidamente a tu lado. Te amo."

Con una última mirada llena de promesas, Donald salió para encontrarse con Mac. Mientras tanto, Stella y Lindsay se aseguraron de que Rochi estuviera cómoda. Comenzaron a atender sus heridas y le dieron ánimos.

"Vamos a prepararte, Rochi," dijo Lindsay con una sonrisa. "Queremos verte lucir mejor y sentirte bien. Donald va a volver pronto y estoy segura de que le encantará ver tu sonrisa."

Stella y Lindsay trabajaron con diligencia, asegurándose de que Rochi estuviera lo más cómoda posible. Entre risas y palabras de aliento, hicieron todo lo posible por animarla y aliviar el dolor de su recuperación.

Rochi, aunque debilitada, sintió una ola de gratitud hacia sus amigas y hacia Donald. Se dio cuenta de la profundidad del amor y la lealtad que había en su vida, y su corazón se llenó de una renovada esperanza.

Donald, mientras tanto, se dirigió con determinación a reunirse con Mac. Sabía que era fundamental no solo para enfrentar a los responsables, sino también para garantizar que Rochi recibiera la justicia que merecía. Con cada paso que daba hacia la búsqueda de los criminales, estaba motivado por el amor inquebrantable que sentía por Rochi y por el compromiso de hacer todo lo necesario para protegerla y hacer que pagaran por sus crímenes.

Cuando Donald llegó a la sala de conferencias del CSI, el ambiente era tenso y cargado de emociones. La espera había sido dura, pero al recibir la noticia de que Rochi estaba a salvo y en buenas manos, Donald encontró un pequeño consuelo en medio de la tormenta. Con una taza de café caliente en la mano y con la intención de traer comida francesa para ella, Donald estaba decidido a regresar pronto a su lado. La presencia de Mac, visiblemente agotado pero decidido, marcaba el preludio de la confrontación que se avecinaba.

Mac, con una mirada decidida y furiosa, estaba en medio de un intenso interrogatorio con el líder criminal y su secuaz, responsables del sufrimiento de su hija. Al ver a Donald entrar, Mac sintió un alivio momentáneo. Donald, con un semblante serio, le informó que Rochi estaba a salvo y bien cuidada por Stella y Lindsay, quienes se estaban ocupando de ella con toda su dedicación y cariño.

"¿Cómo está mi hija?", preguntó Mac, su voz temblando de preocupación y cansancio.

Donald, con una sonrisa de alivio, respondió, "Está bien, Mac. Está a salvo. Stella y Lindsay están con ella, y después de esto, regresaré a su lado."

Mac asintió con gratitud y una sonrisa de alivio cruzó su rostro. Sin embargo, el líder criminal, con una frialdad inquietante, no pudo evitar expresar su satisfacción al escuchar que Rochi había sobrevivido. "Oh, sobrevivió. La chica guapa, ¿eh? Quiero ir a verla", dijo con una sonrisa cruel y despectiva.

Donald, al escuchar esto, sintió cómo su furia crecía. Caminó rápidamente hacia el líder criminal, lo tomó del cuello de la camisa y lo arrastró hacia él con una fuerza implacable. Su rostro estaba lleno de furia contenida, y sus palabras eran cortantes como cuchillos. "No te atrevas a acercarte a mi esposa ni en tus sueños más salvajes. No te mereces ni un solo respiro más", le espetó.

Danny, al ver la situación escalar, intentó intervenir para evitar que Donald fuera demasiado lejos. A pesar de sus esfuerzos, Donald estaba completamente consumido por la ira. Tomó al secuaz que había apuñalado a Rochi y, con la misma furia, lo arrojó contra la pared, su dolor y rabia evidentes en cada movimiento.

"¡Eres un maldito hijo de...!" Donald continuó, su voz temblando de rabia. "No mereces ni mis insultos. Prometí a mi esposa, mi vida, que no me ensuciaría las manos con ustedes. Mientras ustedes malgastan el aire de gente buena, casi se muere la mujer que amaba con toda mi alma, un alma pura y noble que ha dado todo por mí y su padre."

Mientras tanto, el secuaz, que había apuñalado a Rochi, estaba en el suelo, mirando con desdén. Su actitud cruel no mostró arrepentimiento alguno. "Oh, ojalá se hubiera muerto," dijo con una sonrisa maliciosa. "Trabajo completo y exitoso, ¿no?"

Las palabras del secuaz fueron como un puñetazo en el estómago para Donald. En un acceso de furia, lo arrojó al suelo con fuerza, y su rabia se desbordó. Le dio una patada con todas sus fuerzas, dejando escapar toda su furia. "¡Eso es lo mínimo que te mereces!" gritó Donald. "Rochi merece ser feliz. Ella es dulce, buena, especial, pura y mágica. Ella ama la vida, y tú, un maldito idiota, has causado todo este sufrimiento. Ella merece lo mejor y tú no mereces nada."

El secuaz, aún en el suelo, miraba a Donald con una mezcla de odio y satisfacción perversa. Sin embargo, Donald estaba tan consumido por la ira que no notó el dolor creciente en su mano. La adrenalina lo mantenía en pie, pero el vidrio roto de la ventana contra la que había lanzado al secuaz le había cortado la mano. La sangre comenzaba a fluir, pero la rabia en su corazón lo mantenía enfocado en el dolor que sentía por Rochi.

Mac, en su propia furia, había estado atacando al secuaz que había apuñalado a su hija. Al principio, lo tomó de la camisa y lo estrelló contra la pared con una fuerza que hizo que el secuaz sangrara por la cabeza. La sala de conferencias se llenó de gritos y el sonido de la pelea. Los puños de Mac estaban rojos y ensangrentados, cada golpe reflejaba su dolor y desesperación.

"¡Vuelve a meterte con mi hija y no te salvará ni el juicio!" rugió Mac, su voz llena de odio y dolor. "¡Acabaré contigo, maldito! Si te tengo que matar, lo haré."

Danny, al ver la situación fuera de control, intervino rápidamente. Con una voz firme y llena de preocupación, dijo: "¡Mac, calmáte! No vale la pena, esto no ayudará a Rochi. Ella necesita que estés en control. Tienes que pensar en ella y en Melodie."

Donald, igualmente consumido por la ira, estaba golpeando al secuaz con furia. Sheldon y Adam entraron en la sala para ayudar a controlar la situación. Sheldon, con una voz autoritaria, dijo: "¡Donald, Mac, basta! Esto está fuera de control. Tenemos que mantenernos en calma para que podamos hacer justicia de la manera correcta."

Adam, también preocupado, añadió: "No podemos ensuciarnos las manos ni con la sangre de los criminales. Rochi necesita que estemos bien, no que terminemos tras las rejas por dejarnos llevar por esta furia."

Con gran esfuerzo, Sheldon y Adam lograron separar a Mac y Donald de los criminales. Donald, mientras observaba cómo sus amigos intervenían, notó por primera vez el dolor en su mano. La herida, causada por el vidrio roto de la ventana, estaba sangrando profusamente. Danny rápidamente tomó su brazo y lo examinó.

"¡Mira tu mano!" dijo Danny con urgencia. "Estás herido. No puedes permitirte continuar así."

Sid, quien había llegado para ayudar, comenzó a curar la mano de Donald con cuidado. "Donald, tienes que calmarte," dijo Sid mientras aplicaba un vendaje. "No podemos permitir que el odio te consuma. Rochi necesita que estés bien, que puedas estar con ella."

Mac, también afectado por la furia y el dolor, observaba cómo sus amigos intervenían. Sus puños estaban rojos y ensangrentados, y el dolor de la situación era evidente. Danny, con una voz llena de preocupación, le dijo a Mac: "Tienes que pensar en tu hija y en tu esposa. Ellas te necesitan. No puedes dejar que esta furia te consuma."

Donald, aún con la rabia burbujeando bajo la superficie pero decidido a cumplir su promesa, miró a Mac. "Tienes que pensar en tu hija Rochi y en tu esposa Melodie," le dijo con un tono urgente pero calmado. "Ellas te necesitan. No puedes dejarte llevar por esta rabia. Ellas necesitan a su familia sana y en control."

Mac, respirando con dificultad y con su furia parcialmente contenida, asintió lentamente. Miró a Donald y entendió la importancia de mantener el control. Finalmente, dejó caer al secuaz al suelo y le puso su zapato en el pecho, presionándolo con fuerza. "Vuelves a meterte con mi hija," dijo con voz temblorosa pero llena de determinación, "y ni las rejas te salvarán. Ni en Miami, ni en Las Vegas, ni siquiera en la luna. Te atraparán donde sea. Y a ti," se dirigió al líder criminal con una mirada fulminante, "tampoco te dejaré acercarte a mi hija. Ni siquiera en el juicio. Eres un maldito idiota."

Donald, con la furia aún burbujeando pero decidido a cumplir su promesa, le dio una última patada al secuaz en el suelo. "Eso es por todo el dolor que has causado," dijo con un tono implacable. "Para ti, ni eso iguala el dolor que sentí al casi perder a mi esposa. Ella es todo lo que está bien, lo bonito, lo necesario, lo especial, lo mágico y lo único. Ella merece vivir, porque es vida y mi vida. Así que o te mato con mis propias manos o te mando a prisión de por vida. Elijo lo segundo, porque le prometí a Rochi que volvería a su lado y seré el marido ideal que ella merece."

Con una mezcla de alivio y determinación, Donald se alejó de la escena, mientras Sheldon y Adam ayudaban a calmar la situación. Donald se dirigió a la salida, donde había encargado la comida francesa que tanto amaba Rochi. Mientras se preparaba para volver a su lado, pensaba en el momento en que podría compartir una cena y una cita en el hospital, cumpliendo su promesa de estar con ella.

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