III ━ the permanent damage you did

[ . . . ]

❝ and i see the permanent
damage you did to me. never
again, i just wish i could forget
when it was magic ❞

III . . . y así, la presión social
comenzó a comérsela viva.

¿ES UNA REVISTA DE CHISMES? ¿ES ACASO UNA organización o una persona? ¡No logro entender nada en lo absoluto!

Genevive aún recordaba la alterada voz de su padre una vez que regresaron a casa luego de que la interrumpida ceremonia de presentación acabara de una manera muy peculiar. Todos habían llegado con un extraño sentimiento de ahora estar siendo observados y juzgados más que nunca. El pequeño trozo de papel que les entregaron cambió muchas cosas.

Brigitte entró en pánico y toda la alegría que tenían al irse a palacio desapareció. Comenzó a reclamar por todo, encaró a Sylvie diciéndole que se cuidara para que esa escritora no revelara sus secretos, desmereció todo el esfuerzo de Odette que se había arruinado por la interrupción y discutió levemente con Bancroft cuando ésta le pidió que no insultara así a sus hermanas.

El día se había arruinado y la marquesa odiaba que esa situación afectara a su hermana menor. Odette quiso disimularlo pero Genevive alcanzó a oírla sollozar levemente en su habitación cuando las peleas en el salón principal de la casona Mountbatten-Windsor acabaron. Sin importarle lo que su madre pudiera decirle la futura reina de Francia ingresó al cuarto con ella para darle la contención emocional, el apoyo y la compañía que ella necesitaba.

No importaba por cuanto tiempo ella hubiera desaparecido, Odette siempre necesitaría a su hermana mayor.

Luego de recordarle una infinidad de veces a la menor lo asombroso que lo había hecho la marquesa tuvo que retirarse ya que finalmente la embajada francesa estaba lista para recibirla a ella y al príncipe con todas las comodidades que ellos necesitaban. Dejando el hogar de los Mountbatten-Windsor se fueron, pero con la promesa de que no se separarían del todo.

Las actividades de la temporada de debutantes continuaron. Uno de los primeros bailes de aquella estación daría lugar al caer la noche y la familia Mountbatten-Windsor asistiría tratando de mantener las apariencias luego de tan incómoda situación el día anterior y así concentrar todas sus energías en apoyar a Odette; eso era lo que realmente importaba.

A pesar de todo lo que pasaba en su cabeza Genevive confesaba que se sentía un poco triste. Herbert nuevamente le dijo que no podría acompañarla ya que tenía infinitas cosas que hacer. También se aseguró de recordarle que todo lo estaba haciendo por ella y que estaba sacrificando su tiempo y su mismo país por su futuras nupcias.

Bueno ¿Qué más iba a hacer? Él era el príncipe y para colmo su futuro esposo así que realmente podía hacer lo que quisiera tanto como con su propia vida y así también con su matrimonio. Genevive se sentía dejada de lado y —más aún con el nuevo escándalo de Lady Whistheldown— no quería sentirse sola en un escenario en donde todos tendrían sus ojos sobre ella.

Pero debía seguir adelante, debía seguir sonriendo y debía seguir siendo la chica de oro que todos creían que era.

Genevive había llegado primero que su familia a la gran casona ya que la reina esperaba contar con su presencia de manera anticipada. Sin embargo, una vez que los Mountbatten-Windsor llegaron ella dedicó todo su tiempo a ellos y sobre todo a su hermana, la cuál seguía en busca de un buen pretendiente inglés.

Su estadía se estaba llevando con normalidad hasta que escucharon que una voz se alzaba desde el otro lado del salón:

—...Después de todo está es la temporada en que el Vizconde está buscando una esposa.

La disimulada exclamación de Violet Bridgerton captó la atención de todo el mundo. Anthony —el afectado en todo eso— se notó bastante desconcertado.

Inmediatamente casi todas las debutantes que se encontraban en el salón comenzaron a acercarse al tan aclamado vizconde Bridgerton al oír que se encontraba en busca de una mujer para ser ser su vizcondesa. ¡Qué llamativa oferta! ¿A qué soltera no le gustaría ponerse a las filas de lo que podría ser una oportunidad con un hombre tan distinguido como él?

Cuando escuchó tan peculiar llamado Brigitte no quiso quedarse atrás:

—Cariño, creo que deberías ir a presentarte ante el vizconde —apretó la mano de Odette.

—Mamá, ¿qué haces? —interrumpió Sylvie interrumpiendo el paso— ¿Acaso piensas presentar a mi hermana frente al vizconde?

—Madre —Genevive se apresuró a detenerla con una reprimenda—. ¿En qué estás pensando? Odette tiene dieciséis, ese hombre se ve cercano a los treinta.

—¿Y qué con eso? Es un vizconde, se ve elegante, buen hombre y seguramente un muy buen esposo.

Bancroft se sintió genuinamente indignada por Brigitte y la simpleza con la que se estaba tomando aquel asunto; tratando a su hermana menor con una liviandad similar a la de cualquier objeto que se presta o se vende, y ella no lo permitiría.

No puedo creer que estés diciendo eso —con su firme voz en francés tomó a Odette de la mano y la puso detrás de sí—. No dejaré que sigas cumpliendo tus caprichos y no los deseos de mi hermana.

No me hables en ese tono —la futura reina de Francia sintió una presión en su brazo por parte de la mayor sin importar que la gente las estuviera viendo—. Soy tu madre, me debes respeto.

Deja a mi hermana —pidió Silvain con la mandíbula tensa—, por favor.

No me importa el título que tenga el señor Bridgerton. Odette no está sola, sus hermanos estamos para poder cuidarla —siguió defendiendo Sylvie uniéndose a la discusión francesa—. Si ella quiere encontrar un esposo no será cualquier persona que tú desees. Debe ser alguien que ella elija y que también esté acorde a su edad. No pongas tus sentimientos sobre los de ella.

Aquella última frase de su hermana se quedó dando vueltas en la cabeza de Bancroft por unos largos segundos hasta que volvió a reaccionar.

—¿Acaso creen que pueden hacer este trabajo mejor que yo? ¿Mejor que su madre? —la voz de la matriarca la trajo a tierra.

No te contestaré eso —el semblante de la futura reina no flaqueó—, y tampoco dejaré que la trates así o alguno de mis hermanos. Si volví también es para cuidar de mi familia.

Yo cuidé de ti —la apuntó con amenaza—, y si no fuera por mí hoy no estarías a punto de convertirte en la reina de Francia ¡Agradécelo!

La última exclamación de Brigitte logró ser escuchada por algunas personas alrededor dejando en evidencia el tenso momento que se disputaba entre las francesas.

Genevive tuvo que tragarse el nudo que se había formado en su garganta y evitó que su labio inferior llegara siquiera a titubear. Aquello último había herido a la marquesa mucho más de lo que en ese momento ya estaba; siendo esa frase la gota que rebasó el vaso para ella.

Después de haberse calmado por unos segundos tomó a Odette de la mano.

—Vamos hermana, yo te acompañaré y te presentaré gente más decente —y fulminando a su madre una última vez con su azulada mirada ella y la menor se alejaron para ir al otro lado del salón

La situación la había dejado más que estresada y nerviosa. Tuvo que jugar con sus dedos de su mano libre incontables veces para tratar de apaciguar la ansiedad que ahora la estaba abordando. Ya había llegado a aquel baile sensible, y las grotescas palabras de su madre no habían hecho otra cosa cosa dejarla aún peor.

—Lamento la actitud de nuestra madre —abrazó por unos segundos a Odette cuando ya estuvieron más alejadas—, pero creo que está cruzando demasiados límites.

—¿Fue así contigo?

La pregunta de su hermana la hizo detenerse a pensar por unos segundos. Una ola de recuerdos la atacó y le revolvió el estómago. La infinitas lecciones, las reprimendas, las clases de postura, de canto, de baile, de instrumentos, de como caminar, de como sonreír...De como ser ante una sociedad, ella recordaba absolutamente todo y por eso no quería esa vida para Odette.

Se separaron—Eso no importa ya ¿De acuerdo? Lo que más quiero en este momento es que tú elijas a quien tu desees. Yo te ayudaré en todo y apoyaré tus decisiones.

Una sonrisa genuina adornó el rostro de ella—Me alegra tanto que estés de vuelta.

La sonrisa le fue contagiada a la mayor y la abrazó por los hombros durante unos segundos—Je t'aime.

Je t'aime —repitió igualmente recordándole cuánto la amaba.

Ambas hermanas Mountbatten-Windsor habían iniciado su recorrido por el salón en busca de algún pretendiente que a Odette le gustara hasta que su paso se vio interrumpido por una muy particular presencia:

—Reina Charlotte.

Las francesas hicieron una reverencia cuando la regente apareció en su trayecto a pesar de que la futura autoridad francesa ya se encontrara con ella previamente.

—Señorita Odette, Lady Bancroft —saludó—. ¿Disfrutan la velada?

—Claro que sí, Lady Danbury ha hecho un maravilloso trabajo —dijo la mayor observando a la mujer nombrada.

Ésta sonrió en agradecimiento—Para mí es todo un placer recibir elogios por parte de la alta aristocracia francesa.

—¿Ya les presenté a mi hermana menor Odette? —se hizo a un lado para dejar en evidencia a la menor—. Fue parte de la ceremonia de presentación.

—Claro que la recuerdo —dijo la reina con su firme semblante—. El porte y la gracia de Francia no pasan por alto.

—Le agradezco mucho sus palabras otra vez alteza —la menor agachó su cabeza con respeto.

—Nuestro deseo como familia es que pueda encontrar un buen esposo esta temporada —siguió Bancroft—, pero por sobre todo está su felicidad.

Una ladina sonrisa coloreó el rostro de la mayor autoridad londinense—Qué sentimiento más puro.

Justo en ese instante escucharon que alguien aclaraba su garganta detrás de ellas. Se giraron y se encontraron con un joven rubio y de electrizantes ojos azules que había hecho recientemente una corta reverencia delante de Odette.

Como buena hermana Genevive lo analizó de pies a cabeza. Se veía afable, no tan mayor y con buena apariencia.

—¿Me haría el honor de disfrutar esta pieza con usted? —el joven extendió su mano hacia la menor de los Mountbatten-Windsor.

Odette instantáneamente se giró a ver a su hermana mayor en busca de consejo y autorización. La marquesa asintió y le guiñó disimuladamente un ojo haciendo que la menor sonriera agradecida. Posteriormente la observó irse con aquel pretendiente a bailar, luego de firmar su cartilla de baile, con la gracia y belleza que sólo ella poseía.

Oh, por la divina Francia, Bancroft sólo quería que su hermana fuera feliz.

—Su hermana tiene buen porte, gracia y elegancia —la voz de la reina a su lado captó su atención—; se parece mucho a usted.

Ladeó la cabeza en agradecimiento—Gracias alteza, pero ella es aún mejor.

—Bueno, si tiene la suerte que usted está teniendo... —la alegría que la castaña había estado albergando se fue desvaneciendo poco a poco al oír ese comentario otra vez—. ¿Les comenté que Lady Bancroft está comprometida con el príncipe Herbert de Francia? Pronto será la nueva reina.

Las elegantes damas que rodeaban a la monarca se llenaron de asombro y se acercaron más a la francesa.

Genevive sólo trató de disimular su incomodidad.

—Pues es un honor tener en frente a quien será una futura eminencia —la clásica voz llena de segundas intenciones de Portia Featherington no pasó desapercibida—. ¿Por casualidad no tiene usted algún hermano que pueda presentarle a mis hijas?

—Lady Featherington —la llamó la dueña de casa en un pequeño reclamo.

—Lo lamento.

—No imaginamos el inmenso honor que carga en este momento —la suave voz de Mary Sharma fue la siguiente—. Muchas felicidades por el compromiso.

—Gracias —sonrió.

—Con cuidado Lady Bancroft, no se robe a mis súbditos —no logró deducir si la voz de la regente iba en serio o con un leve toque humorístico.

Rió por lo bajo—Reina Charlotte, por muy honrada que me sienta de estar en el mismo rubro monárquico que usted jamás podré igualarla.

La reina sonrió sarisfecha—Buena niña...

—¿Y qué es lo que hace en Londres? Si me atrevo a preguntar —dijo Violet Bridgerton.

—No es molestia alguna. Resulta que el resto de mi familia ha decidido pasar esta temporada aquí y no dudé en venir a acompañarles; ya había pasado tiempo sin verles. Además de eso... —tomó aire para irse a un tema más delicado—. Mi anterior esposo, que en paz descanse, era inglés. Por esa razón siento que también le debo respeto a quienes fueron mi familia en Londres; no podía olvidarlos así nada más.

—Tiene un corazón muy noble —siguió la castaña que había hecho la pregunta—. Puede pasar a nuestra humilde morada y conocer a nuestra familia cuando tenga la oportunidad ¿Aceptaría la invitación? Sería un deleite gozar de tan excelente compañía.

Sonrió agradecida—Muchísimas gracias Lady Bridgerton, le tomaré la palabra.

—Además podría presentarle a su hermana menor a mi hijo; Anthony, justo en este instante se encuentra buscando esposa.

Genevive tuvo que disimular su leve disgusto ante eso recordando lo que le había dejado claro a su madre sobre su opinión acerca del vizconde.

—Quizás para otra ocasión; creo que mi hermana ya llenó su gafete de baile —la inmensa amabilidad de Bancroft ni siquiera dejó entre ver su desagrado ante el ofrecimiento y por eso la ojiazul lo entendió perfectamente.

—¿Y qué hay del príncipe?¿Nuevamente no le acompañó?

La repentina pregunta de la reina la sacó de sus casillas haciéndole perder toda la serenidad que había logrado mantener en ese momento. Otra vez se encontraba allí, batallando con su ansiedad y con sus inquietos dedos dedos se movían sobre su regazo; como si eso fuera a calmar tan molesto sentir como el que ahora estaba atacándola.

—No —trató de decir amablemente—. Mi prometido es un hombre inmensamente ocupado. Estar lejos de nuestro país también le ha dado muchas más responsabilidades así que se encuentra poniéndose al día con ellas. Sin embargo, agradeció de todas maneras la invitación y extiende sus cordiales saludos.

—Ya veo —murmuró la reina no tan convencida mientras agitaba su abanico de arriba a abajo—. Pero espero contar con su presencia mañana en el almuerzo que he organizado para ustedes.

—Sin duda estaremos ahí alteza, no lo dude —agachó un poco la cabeza.

—Como futura monarca de Francia ya debe comenzar a acostumbrarse a las concurrentes y continuas celebraciones. Usted y su marido serán el centro de todo esto —siguió la mayor autoridad.

—Sigo sin entender porqué el príncipe no ha venido con usted —volvió a hablar Portia—, eso no habla muy bien de las costumbres francesas o del trato que tiene con usted.

Genevive comenzó a sentirse ahogada.

—Lady Featherington —volvió a quejarse la dueña de casa pero ahora en un tono más serio.

—Pero estoy diciendo la verdad. Una mujer compromerida debería estar siempre acompañada de su prometido, sino la gente puede pensar mal.

El sentimiento de estar sofocándose aumentó y se vio en la obligación de abrir su abanico para proporcionarse aire.

—Lady Featherington, ya fue suficiente —repitió Lady Danbury.

—Con mucho respeto Lady Bancroft, es cierto, una mujer sola es mal vista —agregó otra que no conocía.

Gen se iba a desmayar.

Ante los ojos de la francesa por supuesto que no necesitaba ser el accesorio de un hombre, pero aquellas mujeres la estaban poniendo contra la espada y la pared.

—Señoras —la voz de la reina calló el bullicio—, Lady Bancroft ya oyó suficiente de sus necedades.

Aún sintiendo en su delicado rostro el aire causado por el abanico ella asintió a la monarca en agradecimiento. No obstante, realmente ella no se estaba sintiendo bien a causa de toda la presión que ahora le habían echado encima, así que con mucho respeto dijo:

—Ha sido una amena charla, pero si me disculpan debo retirarme —hizo una corta reverencia y pegó media vuelta.

Finalmente libre de lo que podía considerar como algo similar a un nido de víboras ella soltó un suspiro aliviado, pero a pesar de eso, aquel sentimiento había abandonado su sistema ya hace varios minutos atrás. Tomó cortas respiraciones y el jugueteo con cada uno de sus dedos temblorosos continuó. Ya había llegado afectada y ahora lo estaba mucho más.

La presión social había llegado a su límite de tolerancia y no sabía si podría estar otro segundo en aquel salón con las figuras moviéndose alrededor de ella en un ambiente alegre que para ella ya había dejado de importar.

A lo lejos vio una cara conocida y se acercó para pedir ayuda.

—Padre, padre.

—Hija ¿Sucede algo? —le recibió Arthur Mountbatten-Windsor.

—Eh... —obviamente no iba a decirle la verdad en totalidad—. Me siento un poco enferma y quisiera salir a tomar aire ¿Podrías cuidar de Odette mientras no estoy? No me gustaría que nuestra madre le causara algún otro inconveniente.

—¿Estás bien querida? ¿Pido un carruaje para que nos lleve a casa? —la examinó con preocupación.

—No —negó de inmediato; no quería levantar más sospechas o causar algún cotilleo innecesario—, no te preocupes, con un poco de aire estaré mucho mejor.

Terminó asintiendo—De acuerdo, ve con cuidado, por favor.

Ella agradeció enormemente la comprensión de su padre y con cuidado comenzó su búsqueda por algún lugar apartado en donde pudiera calmar sus alocadas emociones.

La residencia de Lady Danbury era grande y perderse era algo muy probable a suceder. Aquello fue lo que le aconteció a la marquesa cuando, después de subir escaleras y girar por distintos pasillos, no logró reconocer el lugar en donde estaba y eso le causó mucha más ansiedad de la que ya estaba albergando.

No sabía con qué calmar aquella angustia; era una presión inmensa que estaba sintiendo en su pecho por las infinitas palabras de la gente con la que en los últimos minutos se había relacionado.

¿Tenían ellos razón? ¿Realmente la estaban viendo de esa manera?

No quería sentir más aquello sobre ella, estaba cansada, estaba angustiada, estaba ansiosa pero sobre todo triste. No obstante, no era algo que podía comentar a viva voz o tendrían a la mayoría de la élite londinense con su dedo acusador sobre ella. Y ahora, para colmo, aquella misteriosa revista de la excéntrica Lady Whistheldown.

Ya imaginaba un encabezado diciendo: ¡La futura reina de Francia no es feliz!

No es feliz...

Y era cierto.

No encontró otra manera más para aplacar su dolor que una botella de whisky escocés que vio brillar en un estante de vidrio. Diría que la tomaría prestada ya que sentía que, si no ingería algo fuerte en ese preciso momento, iba a desmayarse.

Sin embargo, las cosas terminaron con la marquesa sentada en la mesa de un balcón y a punto de acabarse aquella botella. ¡Nadie podría imaginarlo! La mujer más educada, delicada, refinada y prudente que ahora pisaba Londres estaba cayendo en el alcohol y en una pronta embriaguez.

Pero a ella no la importaba nada.

En ese momento realmente no le importaba nada.

Se puso de pie como pudo y se acercó a la orilla del balcón, no precisamente deseando la terrible idea de atentar contra su propia vida a esa altura, pero no iba a negar que por un segundo aquella pasó por su mente.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué iba a hacer ahora que era tan infeliz?

—Disculpe ¿Está todo en orden?

Entonces Anthony Bridgerton apareció en el lugar.







































































HELLO, SORPRESA DE CAPITULO BUENARDO QUE NOS DA EL HINT DEL PRIMER ENCUENTRO GENTHONY🥲
aún ni hablan y ya los quiero mucho

qué les pareció? alguien más quería darle un tatekieto a brigitte?? dude, contrólese señora. odette está chiquita y amamos mucho a los mellizos <33

once again este cap igual tiene varias partes que editamos junto a la marti así que besitos hermana tkm

gracias a todxs por el apoyo, incluso a lxs haters, besitos muack, hope you enjoyed this 🥳<3

nat

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