↳ ▍✧❦ CAPÍTULO UNO :
❛ Un nuevo inicio ❜.
ERA UNA FRÍA MAÑANA EN LA ESTACIÓN DE KING'S CROSS CUANDO UNA JOVEN caminaba despreocupadamente por el pasillo, jalando su pesado baúl detrás de ella. Sus pasos resonaron en el absoluto silencio mientras se dirigía hacia su destino —con pasos cautelosos pero rápidos—, observando todo a su alrededor. Tan pronto como localizó el andén nueve y diez, se dirigió hacia allí y después de asegurarse de que ningún Muggle que pasaba casualmente por allí la observara, esperó un momento y después cruzó la pared que estaba entre los dos andenes. Inmediatamente fue transportada a otra escena, donde había una locomotora de vapor, de color escarlata que se alzó delante de ella, con su humo elevándose sobre las cabezas de la ruidosa multitud. Había un sin fin de familias de magos reunidas por el pasillo, los niños corrían de un lado para otro, algunas mascotas se escapaban de los brazos de sus dueños.
La muchacha de cabellos castaños oscuros se abrió paso lentamente entre la multitud. Tenía la ligera esperanza de ver alguna cara familiar de entre los miles de desconocidos que deambulaban por el andén, pero al final no consiguió reconocer a ningún amigo o conocido. Siguió su camino, estando dispuesta a seguir adelante y entrar a los vagones hasta que oyó una voz familiar que la llamó en la lejanía. Ella se detuvo, sin estar segura de querer girar sobre sus talones o no. Después de pensarlo un momento, soltó un suave suspiro abatido y se giró en dirección al llamado. Su mirada inmediatamente reconoció el rostro de su hermana. Ella se acercó de inmediato y cuando estuvo lo suficientemente cerca, envolvió inesperadamente a Alyssa en un abrazó, que ella simplemente no correspondió por orgullo.
—Alyssa... —su hermana la observó por un instante, sus ojos analizando su rostro con preocupación y alivio. Annabel parecía contenta de verla de nuevo. Habían pasado semanas desde la última vez que se habían visto. Annabel le sonrió suavemente cuando dejó de abrazarla—. ¿Dónde has pasado el resto de las vacaciones...? ¿Cómo...?
—Realmente no importa —respondió Alyssa, apartándose de ella. Su mirada se dirigió por encima del hombro de su hermana y reconoció a sus padres, de pie en la distancia, observándolas atentamente. Alyssa apretó sus manos fuertemente en un puño—. ¿Qué estás haciendo aquí, Annabel?
La pregunta pareció tomar a Anna por sorpresa, porque hizo una mueca y lentamente suspiró, observando a Alyssa con tristeza.
—Querían que te dijera... —comenzó, con la mirada perdida en el suelo.
—No quiero escucharlo —la interrumpió Alyssa con dureza, mirándola con rencor. Sus ojos se volvieron fríos y se apartó de ella enseguida, un poco dolida porque solo la buscara para eso—. No voy a escuchar nada, absolutamente nada de lo que tengan que decir. Ya no pertenezco a la familia, de todos modos.
Y se alejó sin esperar respuesta de su hermana para ir a buscar un compartimento libre en el tren. Sabía que su salida había roto cualquier relación con sus padres y estaba más que agradecida por ello. Sin embargo, sentía que algo no estaba bien.
Siguió caminando con paso firme y no se detuvo hasta que...
—¡Alyssa! —volvieron a llamarla, pero ésta vez no fue la voz de su hermana. Fue una voz diferente y masculina. Ella se detuvo y por primera vez desde que dejó la Mansión de sus padres sonrió verdaderamente. Trató de buscar a la persona entre la multitud de magos y brujas y finalmente lo localizó a unos cuantos metros de ella. Corrió lo más rápido que pudo, arrastrando su baúl detrás de ella y cuando estuvo cerca de él, envolvió sus brazos fuertemente alrededor de su torso.
Draco Malfoy casi perdió el equilibrio por la fuerza de su abrazo pero se las arregló para no caer y devolverle el abrazo, abrazándola con fuerza. La había extrañado demasiado, aunque no pensaba revelarle eso a Alyssa, su amiga.
Alyssa rió y se apartó del abrazo, sonriéndole a Draco.
—Es bueno volver a verte, Malfoy.
—No me llames así —dijo él, pero a pesar de eso sonrió—Te fuiste sin avisarme —le dijo sin previo aviso, causando que la alegría de Alyssa se esfumara en segundos.
—Lo siento —se disculpó y lo sentía de verdad. No había querido irse, pero había tenido que hacerlo—. No quería arriesgar a que mis padres se comunicaran con tu familia y descubrieran que me encontraba allí.
«No quería que te metieras en problemas por mi culpa», eso fue lo que entendió Draco, sin embargo solo asintió.
—Será mejor abordar.
Sonó un último silbido de aviso; los alumnos que todavía estaban en el andén fueron apresuradamente hacia el tren, incluidos ellos. Draco se ofreció a ayudarla con su baúl pero ella declinó la oferta. Tan pronto como abordaron el tren, éste se puso en marcha mientras buscaban un compartimiento libre que encontraron al inicio del pasillo.
—Tengo que irme —le informó Draco mientras ella terminaba de instalarse—. ¿Sabes, por casualidad, quién es la Prefecta de este año?
Ella asintió, ocultando una sonrisa. Se le había olvidado por completo que había sido asignada como Prefecta de su Casa para ese mismo año.
—Qué casualidad, soy yo —se levantó del asiento, acomodándose su chaqueta. Draco la miró sin creer ninguna de sus palabras—. De verdad —le aseguró seriamente—. Recibí la insignia junto con la lista de lo que iba a necesitar para quinto año cuando estaba en El Caldero...
Se detuvo, dándose cuenta demasiado tarde de que había hablado de más. Draco levantó una ceja lentamente ante aquella revelación.
—¿Entonces pasaste el resto de las vacaciones allí? —preguntó y negó con la cabeza antes de que ella siquiera pudiera responder—. Alyssa, ese lugar no es para ti. Hubieras estado mejor conmigo. En la Mansión de mis padres.
—Ya sabes porque lo hice, Draco. —pasó por su lado y salió del compartimento.
Draco cerró la puerta corrediza y se apresuró a seguirla por el pasillo. Sabía que una parte de ella aún seguía herida por lo ocurrido con sus padres, pero nunca llegaría a admitirselo. En vez de aquello se mostraría tan fuerte como pudiera, incluso sí no lo fuera frente a los ojos de los demás.
Alyssa no disminuyó el paso hasta que encontraron el Vagón de los Prefectos que les tomó alrededor de cinco minutos encontrar y entraron, percatándose de todos parecían esperarlos precisamente a ellos dos. Alyssa no le dio mucha importancia y se apresuró a sentarse con un gesto de indiferencia en un asiento vacío, cruzando ambas piernas en el proceso. Draco ocupó el asiento libre a su lado, mientras ella se dedicaba a escanear con su mirada los rostros de todos los presentes que se encontraban allí.
No tardó en localizar a Ronald Weasley entre ellos, ni mucho menos a Hermione Granger, quién notablemente había cambiado durante el verano. Su cabello normalmente ondulado de color castaño le caía distraídamente por los hombros, contrastando con su tez morena y sus ojos de color marrón. Alyssa hubiese pensado que seguía teniendo los mismos dientes incisivos bastante grandes, pero le sorprendió ver que tenían un tamaño normal, haciendo que su sonrisa —mientras hablaba con Ronald Weasley en susurros— fuera más que perfecta.
Sus miradas se encontraron por un segundo y Alyssa le dirigió una sonrisa maliciosa. Un gesto que tenía costumbre de hacer cuando se topaba de vez en cuando con ella.
Sabía que para la chica Granger no era ni un poco de su agrado y aún así, a ella no le importaba ni en lo más mínimo. Le encantaba molestarla. Sobretodo cuando aveces se encontraba en la Biblioteca muy concentrada leyendo algo —y sin darse cuenta de todo lo que sucedía a su alrededor—, que Alyssa aprovechaba esa oportunidad para salirle por detrás y asustarla. Algunas veces gritándole al oído o golpeando un libro en su mesa con tanta fuerza, que la chica daba un saltito en su asiento, sobresaltada.
Draco a su lado le dio un suave codazo en la costilla, haciendo que ella lo mirase con reproche.
—¿Para qué fue eso? —se quejó en susurros.
—Para que prestes atención y dejes de soñar despierta con Granger.
—Seguramente era alguien más quien estaba soñando despierto con Granger... —murmuró, poniendo los ojos en blanco. Se cruzó de brazos y decidió poner atención a los dos Delegados que habían empezado a dar instrucciones a los Prefectos desde que habían llegado.
Para decir verdad no prestó mucha atención y la mayor parte del tiempo estuvo distraída en sus pensamientos. Cuando se dio cuenta, la reunión ya había terminado y todos empezaron a salir del vagón apresuradamente. Ella se levantó de su asiento enseguida y se topó con Hermione Granger al salir, casi chocando con ella.
—Fíjate por dónde caminas, Granger —le espetó, llamando su atención. Sus ojos brillaron con malicia en el momento en el que los ojos de Hermione se fijaron en ella—. Ya me he dado cuenta de que te has compuesto esos dientes de ardilla que tenías. ¿Acaso a Weasley no le gustabas así? —se burló, fingiendo una expresión de tristeza y después comenzó a reír, sin pasar por alto que la cara de Hermione había adquirido un tono rosado por la vergüenza o la molestia. Podía ser incluso las dos.
Eso animó a Alyssa.
—Vámonos, Hermione —dijo Weasley, tomando suavemente del brazo a su amiga—. No vale la pena discutir con ella.
—¡Que patético! —Alyssa sonrió con suficiencia—. El pobretón de Weasley la defiende. Me pregunto... ¿Dónde vivirán cuando se casen? ¿en el cuarto de baño de su casa?
—Es suficiente —dijo Hermione con dureza. Alyssa la observó a los ojos y se sorprendió un tanto de ver que verdaderamente había conseguido molestarla—. Vámonos Ron, tenemos más cosas importantes que hacer que estar discutiendo con ella. —tomó del brazo a su amigo y comenzaron a alejarse, perdiéndose de vista cuando entraron en un compartimento.
Alyssa se volvió hacia su compañero, todavía con una sonrisa en su rostro.
—Seguramente "las cosas importantes" eran besuquearse en un compartimento —se rió, causando en Draco una sincera sonrisa.
El resto del viaje transcurrió sin problemas. Alyssa volvió a estar triste pero se obligó a sonreír. No quería que Draco se preocupara por ella. En vez de aquello, platicó con él y le contó lo que había hecho durante todas las vacaciones lejos de su familia. No había hecho gran cosa estando completamente sola la mayor parte del tiempo, pero al menos podía mantener su mente ocupada, lejos de lo ocurrido en la Mansión Markey.
Al cabo de un rato, cuando Alyssa y Draco ya se habían cambiado la ropa formal por el uniforme del colegio y el expreso de Hogwarts había anunciado su llegada a la estación de Hogsmeade, ambos chicos engancharon sus relucientes insignias de prefectos a sus respectivas túnicas y abandonaron el compartimento, con la esperanza de quitarle puntos a cualquier niño que no fuera de su agrado.
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¡Gracias por las lecturas, personitas!
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