29 | Past present and some broken links.

CHAPTER TWENTY NINE
Pasado, presente y algunos vínculos rotos.
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          Alyssa caminaba por los pasillos del jardín fuera de Hogwarts. Sus pasos eran despreocupados, no buscaba a nadie en particular. En aquella ocasión, solamente necesitaba estar un corto tiempo en compañía de sus pensamientos debido a que tenía demasiadas preocupaciones en la cabeza. Mirando al cielo, se dio cuenta de que seguiría lloviendo todo el resto del día. El cielo era de un oscuro color azul marino y una combinación de nubes grises, que amenazaban con frías gotas de agua a cualquiera que se atreviera a caminar debajo de ellas.

A causa de la tormenta todos los estudiantes habían decidido pasar el resto del día dentro del acogedor castillo. No había nadie más que su sola presencia caminando por los solitarios pasillos del jardín dónde pequeños charcos de agua se habían formado en el suelo, produciendo que sus zapatos se mojasen. A Alyssa realmente no le importaba. A pesar del frío, el clima le había alentado a salir a caminar fuera de la oscura sala común de Slytherin. Podría haberse sentido demasiado relajada sin nadie a su alrededor que perturbara su buen humor, sino se hubiera percatado de la presencia de otra persona a media que avanzaba por su largo trayecto.

Había alguien más, de pie delante de ella a unos cuatro metros de distancia con su largo cabello rizado y mirando en dirección al cielo. En los labios de Alyssa se dibujó una sonrisa nostálgica cuando reconoció de quien se trataba y se acercó caminando tranquilamente, con las manos ocultas en los bolsillos de su túnica; un poco impaciente por intercambiar palabras con ella. Prácticamente, no se habían visto durante todo el trascurso de la mañana y Alyssa había estado esperando encontrarse con ella en cualquier momento del día.

No esperaba que fuera este. En un lugar casi inesperado.

—No sabía que podría encontrarte en un lugar como este —comentó Alyssa cuando se acercó lo suficiente y estuvo de pie a su lado, observando su perfil por una respuesta.

Ella rió suavemente mirando en su dirección, un sonido que de alguna manera trajo alegría a el corazón de Alyssa. —Sabes qué me gusta la lluvia

—¡Lo sé, lo sé! —se excusó enseguida y su compañera sonrió divertida—. Sólo quería molestar.

—Eso lo sé.

La jovén volvía a mirar el cielo nublado con una sonrisa en sus labios y una expresión pacífica en el rostro. Alyssa se permitió contemplarla en silencio, sintiendo como esa extraña calidez volvía a invadir su corazón.

Era raro, sentir que tu corazón comenzara a latir más rápido de lo normal con tan sólo mirar a esa persona que era tan especial para ti.

Y eso era lo que sentía Alyssa cada vez que miraba a Rose Gray.

—Te estuve buscando —comentó Rose un momento después, alejando a Alyssa de sus pensamientos y devolviendola al presente. Ella parpadeó, prestando atención—. No pude encontrarte.

—Oh —dijo Alyssa y apartó la mirada de su amiga, sintiéndose un poco apesumbrada por los sentimientos que sentía y con el corazón latiendo frenéticamente en su pecho—. También estuve buscándote.

Rose se volvió hacia ella, inesperadamente curiosa por saber su motivo.

—¿De verdad? ¿Por qué? —preguntó, dejando a Alyssa sin palabras. Los ojos de Rose brillaban con alegría cuando ella pudo devolverle la mirada, sin tener una idea de qué responder.

Sus manos se cerraron en un puño dentro de los bolsillos de su túnica, sintiéndose incapaz de confesar sus sentimientos. Otra vez.

—Hoy... es el último día que podré verte. —comenzó Alyssa, dirigiendo automáticamente su mirada hacia el suelo. No era capaz de seguir mirando a su amiga con normalidad sin que sus verdaderos sentimientos se viesen reflejados en sus ojos—. Y quiero estar el resto del día contigo, con mi única amiga.

Esbozó una pequeña sonrisa a Rose, demostrando que era lo que verdaderamente sentía.

—Alyssa...—dijo Rose y de pronto, sintió un par de brazos a su alrededor. Alyssa se quedó completamente estática en su lugar, mientras Rose la abrazaba sin razón alguna y con el terrible temor de que pudiera escuchar el fuerte latido de su corazón—. Desearía quedarme —confesó ella. Su rostro estaba escondido entre el hueco del cuello de Alyssa, tan cerca de lo que jamás había estado y abrazándola con firmeza. Era la segunda persona, después de Draco, que la había abrazado de tal manera, esperando expresarle todo lo que sentía—, pero es imposible... No puede ser.

¿Quedarte...? —murmuró Alyssa lentamente, analizando esa única palabra que se había quedado en su mente. ¿Porqué razón se quedaría? Pese a que sus posibilidades fueran nulas, su corazón se llenó de esperanza.

—Sí, eso mismo. —la muchacha se apartó de ella, deshaciendo el abrazo y asintiendo entusiasmada. Un mechón largo de su cabello pelirrojo se deslizó graciosamente por su rostro. Alyssa sonrió cálidamente, contemplandola con afecto.

Era la primera vez, que tenía la oportunidad de estar tan cerca de la persona a la cuál amaba. En cierto modo, se sentía culpable de haberse enamorado de la única chica que se había convertido en su mejor amiga. No pudo evitarlo, se había enamorado de Rose no por su físico, sino por su forma de ser, por su forma de expresarse, su manera de ver y vivir la vida, ser completamente abierta con los demás y sin ningún secreto. Por ser amiga de cualquier persona y ayudar a quien lo necesitara sin pedir algo a cambio. Rose era una persona sumamente interesante ante los ojos de Alyssa, lo había comprendido desde el primer momento que intercambiaron miradas.

Y sin saberlo, había cautivado su corazón. Alyssa amaba cada una de sus cualidades. Estaba profundamente agradecida con ella, por aceptar su amistad, sin darle importancia a ninguno de los malos comentarios que había oído acerca de Alyssa Markey, la Princesa de Slytherin.

Aquellos meses que habían convivido juntas mientras se realizaba el Torneo de los Tres Magos, Alyssa había sido demasiado feliz a su lado. No sólo había encontrado a alguien con quien se sintiera verdaderamente conectada, sino que había encontrado a la persona por la cuál había estado esperando.

—Una de las razones por las que me gustaría quedarme es porque Hogwarts es un lugar maravilloso. Además... —continuó Rose, colocándose el mechón de cabello detrás de la oreja. A decir verdad, parecía un poco nerviosa ante los ojos de Alyssa. Era algo sumamente raro en Rose y Alyssa no pudo comprender el por qué—, no me gustaría dejarte sola. Sé que no necesitas a nadie más que se preocupe por ti teniendo a tu lado a dos chicos extraordinarios, pero no me molesta hacerlo.

—No hace falta que lo hagas —Alyssa dijo. Más Rose no sabía lo que esas simples palabras significaban para ella, habían conmovido su corazón. Se sentía sumamente agradecida con tan sólo tenerla a su lado—. No puedes quedarte. Debes irte, tienes a muchas personas esperando por ti.

Alyssa podría dar todo por que se quedara, pero el destino estaba en su contra. Dado que, Rose estudiaba en otro Colegio, en otro lado del mundo y lejos de ella. Era imposible que se quedara. Incluso solo por Alyssa

—Sí, lo sé. —admitó ella con tristeza, volviendo a mirar en dirección al cielo—. Voy a extrañar a muchas personas cuando ya no esté aquí. Incluyendo a tu grupo de amigos y a ti.

—No soy tan importante —Alyssa bromeó, negando con la cabeza—. Te aseguro que te olvidarás fácilmente de mí.

Una triste sonrisa apareció en sus labios trás decir esas palabras. No obstante, Alyssa no deseaba eso. Quería que Rose la recordara, aunque sea por un corto tiempo.

—Aunque no lo creas, eres importante para mí —Rose la miró, encontrándose con su mirada—. Y voy a extrañarte, como no tienes idea. Te lo aseguro. Eres increíble, Kris.

«Kris», era rara la ocasión que Rose la llamara por su segundo nombre. Ya que cada vez que lo hacía, significaba que tenía algo importante que decirle o debía de creer en sus palabras porque lo decía de corazón. En aquel tiempo, Alyssa siempre estaba menospreciandose a sí misma por sus errores. Rose se aseguraba de que no fuera así.

—Gracias, Rose. —Alyssa agradeció, olvidando el pensamiento de que podía ser olvidada con facilidad. Estaba agradecida por sus palabras. Rose tenía esa influencia en ella, en su compañía; Alyssa siempre era feliz.

—¿Aún mantendrás la promesa de que algún día me enseñarás a pintar?

—Claro, algún día. —prometió Alyssa, ignorando el malestar que le producía imaginar volver a sostener un pincel a causa de su padre. De lo que le había hecho a sus pinturas que con tanto esfuerzo había plasmado.

No podía culpar a Rose, ella no lo sabía.

La noche llegó tan rápido estando en compañía de Rose que Alyssa no había notado el pasar del tiempo. Disfrutaron al máximo su último día en compañía de la otra, ahora se dirigían al Gran Comedor para cenar en compañía del resto del Trío de Plata: Draco, Mark y Alyssa. Rose los había llamado así cuando recientemente los había conocido a todos.

A Alyssa le había resultado divertido, Mark lo había apoyado y a Draco no le había gustado.

Rose...

Alyssa se detuvo en medio del solitario pasillo, causando que su amiga igualmente detuviera sus pasos y girara sobre sus pies en dirección a ella a causa de su llamado.

—¿Si? —preguntó Rose, mirando a Alyssa a través de la tenue iluminación de las antorchas del pasillo.

Alyssa decidió que aquel era el momento que había estado esperando. El momento indicado.
No quería que hubiera otra ocasión más. No quería dejar pasar otra oportunidad. Si iba a confesarse algún día, deseaba hacerlo en persona y no mediante una carta en la que no podía expresar sus verdaderos sentimientos correctamente. Necesitaba saber con certeza si existía la posibilidad de ser correspondida. Escuchar las palabras de los labios de Rose, aunque en el fondo de su corazón esa opción resultara ser una mala idea. Alyssa no podía echarse para atrás, Rose partiría el siguiente día a primera hora de Hogwarts. No se volverían a ver.

El único problema era que, Alyssa no sabía cómo decirlo. Pese a que era su última oportunidad, no era capaz de encontrar las palabras adecuadas. No era algo que pudiera hacer con facilidad, mucho menos cuando se trataba de sus sentimientos. Lo único que podía hacer era dejar que las palabras fluyeran libremente desde su corazón.

Dio un paso hacia Rose, la jovén más maravillosa que había conocido, la chica con los sentimientos más puros, la personalidad más divertida y la sonrisa más hermosa. La miró por un largo momento hasta que dijo:

—Necesito confesarte algo importante. Es mi última oportunidad, así que...

—Te escucho.

Rose continuó con la mirada fija sobre ella, a la espera de lo que sea que tuviera que decir. Alyssa podía escuchar el latido de su propio corazón en sus oídos. Se sentía demasiado nerviosa, a tal grado de que las palmas de sus manos comenzaron a sudar. Realmente no tenía idea de cuál sería la reacción de Rose. ¿Cambiaría su amistad o la imagen que tenía de ella? Eso no lo sabía Alyssa.

El tiempo pareció pasar demasiado lento en el momento en que sus labios se separaron, dejando escapar un aliento tembloroso. —Puede que no sea correcto. Intenté apartar desesperadamente estos sentimientos una vez que me di cuenta de lo que se trataba, pero me resultó imposible, Rose. Demostraste interés en mí a pesar de mi mala reputación. Tú, una persona sumamente interesante y bondadosa. Te convertiste en mi mejor amiga y yo... —Alyssa hizo una pausa, mientras su mirada se dirigía inevitablemente al suelo—, simplemente no pude evitar enamorarme de ti.

Hubo un pequeño silencio, que fue interrumpido solo por la suave voz de Rose: —Alyssa... esto es...

—No, no, no... —Alyssa negó con la cabeza inmediatamente, levantando la mirada para que Rose fuera testigo de la determinación que había en sus palabras—. Déjame explicarlo primero. Sé que puede resultar extraño o de algún modo parecer que estoy confundida a cerca de mis sentimientos. Te lo aseguro, es lo que verdaderamente siento. Créeme, por favor.

De los labios de su amiga se escapó una pequeña risa. Un sonido agradable que consiguió calmar el desesperado corazón de Alyssa e hizo que la observara con mayor atención, parpadeando sin comprender. En las comisuras de la boca de la pelirroja había una tímida y firme sonrisa.

—Alyssa, no estoy dudando de tus sentimientos. —aclaró, acercándose para apoyar una mano sobre su hombro—. Al contrario, me siento halagada. Sé que el amor puede presentarse de diferentes maneras. No estoy en contra de ello, pero no comparto los mismos sentimientos al igual que tú.

Ella asintió, entendiendo perfectamente a lo que se refería. No podía culparla por no tener sentimientos románticos hacia ella. Rose estaba siendo demasiado gentil al rechazarla de esa manera, haciendo que de algún modo Alyssa no se sintiera tal mal después de haber confesado sus sentimientos.

—Lo siento, Alyssa.

—No te disculpes —Alyssa no logró evitar que la tristeza y el desánimo se flltrara por su voz—.  Eres consciente de lo que siento por ti. Nada más importa, quería que supieras eso.

Intentó sonreír, pero sabía más que nada que ese gesto sería algo completamente forzado. No pudo evitar hacerlo.

—No te desanímes por esto. —la animó Rose, dando un ligero apretón a su hombro en señal de apoyo—. En la vida vamos a enamorarnos varias veces. Sólo una persona será la que permanecerá por siempre en nuestro corazón. Kris, yo no soy esa persona. Tú ya la encontraste.

Alyssa frunció el ceño, sin comprender a lo que su amiga se refería.

—Yo no...

—Ya lo hiciste —insistió la pelirroja con una gran sonrisa—, pero aún no te has dado cuenta de eso.

Alyssa no pudo comprender a lo qué se refería aún después de su partida. La respuesta podría haber sido demasiado fácil de entender, si Alyssa hubiera aceptado sus sentimientos por Hermione Granger en vez de haberlos negado.

Lo único que Alyssa podía hacer en el presente era reírse de sí misma, por lo tonta, cobarde e infantil que había sido en el pasado. No podía volver a cometer los mismos errores, ya no. Ahora tenía a Hermione, y la amaría con toda la intensidad posible. Hasta que su corazón doliera por eso.

«¿Ya sabes quién es esa persona?», decía el último párrafo de la carta que había recibido esa mañana durante el desayuno. Para Alyssa, había sido todo un suceso inesperado volver a sostener en sus manos una carta escrita por la mano de la mismísima Rose Gray. Ya que hace un tiempo atrás, ambas habían acordado no volver a escribirse por cuestiones de seguridad a causa de lo que había sucedido. La decisión había sido tomada por Alyssa, por seguridad de su amiga. Rose no puso excusas, lo había comprendido perfectamente.

Las cartas que habían leído sus padres habían sido las que Alyssa nunca tuvo el valor de entregar a Rose cuando estaba enamorada de ella y aún no se confesaba. Alyssa nunca imaginó que serían la causa de su repudiación.

Después de ese acontecimiento, Rose y ella dejaron de escribirse cartas la una a la otra. Alyssa había permanecido en su asiento demasiado anonadada después de haber leído el remitente.

Su mejor amiga le había vuelto a escribir. Definitivamente no se había olvidado de ella.

«Sí, sé quién es. Y tendré una cita con ella este fin de semana. Trataré de dar lo mejor de mí», fue lo que respondió Alyssa. A parte de eso, le había escrito a Rose sobre las cosas triviales que habían sucedido en su semana. No podía contarle acerca de los problemas por los que estaba pasando, no quería preocuparla. Ese mismo día visitó la lechuzería de Hogwarts cuando tuvo un tiempo libre y envío la carta con una lechuza del colegio. Eso había sido después de la tercera hora de clases.

Ahora mismo, Alyssa se encontraba en clase de Adivinación observando a la profesora Trelawney caminar por el aula, visitando cada una de las mesas y analizando con los estudiantes sobre el diario de sueños que estaban realizando cada uno de ellos.

Alyssa miró a través del aula, dónde Mark estaba sentado en la mesa más alejada trabajando con el segundo mejor de la clase: un chico de aspecto gentil, complexión delgada y cabello oscuro. Alyssa sólo había intercambiado palabras con él en cierta ocasión que buscaba a Mark, ya que eran compañeros de trabajo. Era una persona amable y completamente responsable. Parecía que él y Mark congeniaban muy bien aunque no fueran amigos.

—¿Estoy viendo mal o los cerebritos de la clase se han juntado? —Draco había seguido la dirección de su mirada. Alyssa se giró hacia él, mientras fingía no haber visto la brillante sonrisa que Mark le dedicó a su compañero en el último momento. Parecía feliz, aún después de lo que había pasado entre ellos tres: el Trío de Plata, como Rose los había nombrado.

Alyssa era consciente de que Mark los estaba evitando. Observar su comportamiento despreocupado como si nada hubiese ocurrido era lo que más la molestaba. No sólo él había sido el perjudicado, también Alyssa. Y Draco.

—Eso parece. —fue lo único que respondió, con una gran tristeza en su corazón.

. . .

        Las clases terminaron muy pronto. Lo único en lo que Alyssa podía pensar era en mantener su mente ocupada. No quería que sus pensamientos regresaran a Mark. No quería volver a sentir ese dolor insoportable en su corazón. Pero, ¿cómo evitarlo? Si se había convertido en una parte vital de su vida. No se comparaba con la profunda relación que tenía con Draco, pero era una persona importante para ella. Se habían conocido, se habían convertido en amigos y después...

—¿Lyssa? —ella giró su cabeza en dirección al llamado, apartando por un momento la vista del libro que tenía en sus manos. Sentado en el sillón a su lado se encontraba Draco, mirándola con el entrecejo fruncido en preocupación.

Ella parpadeó, devolviendole la mirada con extrañeza.

—¿Qué?

—¿Te encuentras bien? —preguntó él—. Has estado callada desde la hora del almuerzo.

—Sólo he estado pensado, eso es todo. —Alyssa apartó la mirada y volvió a concentrarse en su lectura. No mentía al respecto. Estaba bien, aunque un poco distraída.

Escuchó que el platinado suspiraba cansinamente sin estar conforme con su respuesta. Seguidamente después, se escuchó el sonido que producía la puerta de la Sala Común de Slytherin al ser abierta y cerrada. Alyssa no prestó atención a los pasos que se acercaron después hasta que escuchó a Draco decir:

—Otra vez tú.

Natalie Bellmort estaba de pie frente a ella cuando Alyssa levantó la mirada, luciendo una expresión indescifrable en el rostro.

—He escuchado los rumores... —dijo ella—, estaba preocupada por ti.

Alyssa no comprendió a lo qué se refería hasta que recordó la noticia que habían estado difundiendo todos los estudiantes esa misma mañana. Miró a su amiga con la culpabilidad reflejada en sus ojos castaños.

—Lo siento, lo último que quería era preocuparte. —se disculpó, bajando la mirada. Por el rabillo del ojo pudo ver a Draco ponerse de pie, comprendiendo que su presencia no se necesitaba en ese momento.

—Me voy de aquí. Nos vemos más tarde —Draco esperó a que Alyssa asintiera con la cabeza para poder marcharse.

Cuando estuvo fuera de su vista, Natalie dijo: —Eso no importa —se acercó y delicadamente tomó el libro de sus manos, haciendo que ella volviera a mirarla de nuevo sin saber qué pensar—. ¿Cómo estás tú, Alyssa?

Fue como si toda la tristeza, el dolor, la preocupación y la angustia que Alyssa estuvo tratando firmemente de retener todas esas horas cayeran sobre sus hombros en un segundo.

Se desmoronó.

—No pude hacer nada para detenerlos —comenzó Alyssa al borde de las lágrimas—. Estaba asustada. Jamás quise que terminará de esta manera.

Natalie se sentó a su lado una vez que dejó el libro sobre una pequeña mesa y abrazó a Alyssa, estando dispuesta a brindarle todo el conforte que necesitara. Y así, Alyssa le contó absolutamente todo lo que había pasado antes de que sucediera la pelea de Draco y Mark.

—No lo puedo entender. ¿Porqué alguien como él haría algo así? —el entrecejo de Natalie estaba arrugado en confusión. En algún momento había dejado de abrazar a Alyssa —cuando ésta ya no lo necesitaba—, y ahora se encontraba con los codos apoyados sobre sus rodillas y el rostro entre las palmas de sus manos, pensativa—. ¿Por qué razón? Me parecía un buen chico.

—A veces las apariencias engañan —citó Alyssa, recordando que Natalie alguna vez había dicho lo mismo—. Él es la única persona que conoce la razón de sus actos. Nadie más.

Natalie enderezó su postura, recargando su espalda contra el sillón para mirar a Alyssa con fácilidad.

—Debes hablar con él —nuevamente la preocupación había aparecido en sus ojos verdes—, pero no tienes que hacerlo sola.

—Tengo que. —Alyssa tenía el presentimiento de que Mark se negaría a hablar en presencia de alguien más que no fuera ella. Se había negado firmemente a no responder las preguntas de Draco, aunque eso implicara ganarse un puñetazo en la cara. Alyssa no pensaba desaprovechar la más mínima posibilidad que tuviera de hablar con él—. Es la única manera.

—Lo siento, Alyssa —comentó Natalie repentinamente—, pero no voy a evitar golpearlo en la cara la próxima vez que lo vea.

Alyssa no llegó a saber si debía considerarlo como una broma o no.

La tarde llegó muy pronto, por lo que Alyssa se vio obligada a despedirse de Natalie cuando Draco regresó por ella luciendo una expresión inquieta en su rostro.

Era la hora indicada.

Ninguno de los dos sentía el más mínimo agrado por lo que estaba por venir. Abandonaron la Sala Común y lentamente caminaron por los pasillos del colegio en un silencio interminable. No tardaron demasiado tiempo hasta que finalmente llegaron a su destino y estuvieron de pie frente a la puerta, indecisos.

Alyssa tocó tres veces. Su mano derecha estaba temblando en el preciso momento en el que la volvió a bajar. Era consciente del dolor que le esperaba cuando cruzara esa puerta.

No podía creer que apenas fuera el segundo día. Draco debió haber notado su inseguridad porque dijo:

—Lo siento, Lyssa.

—No te disculpes... —Alyssa le devolvió la mirada—. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas?

Él asintió, e hizo su mejor intento para regalarle una pequeña sonrisa que no fuera preocupada.

—Adelante. —una vez que escucharon su voz, se permitieron entrar a la habitación. Dolores Umbridge los estaba esperando sentada frente a su escritorio con aquellas amenazantes plumas preparadas para escribir en sus manos.

. . .

         Los rumores de la disputa entre Draco Malfoy y Mark Wrayburn se trasmitieron de boca en boca alrededor de todo el día. No fue una sorpresa que todas las miradas de los estudiantes estuvieran sobre Draco y Alyssa cuando caminaron hacia la mesa de Slytherin recorriendo el Gran Comedor al llegar la noche.

Disfrutaron de su cena, compartiendo una charla casual sin importarles el constante escrutinio de varios tipos de miradas sobre ellos. Más no sabían que la mayor sorpresa estaría por llegar, dejándolos totalmente perplejos. Eso ocurrió cuando Mark Wrayburn entró por las puertas del comedor y con pasos firmes se dirigió en dirección a dónde ellos se encontraban, ocupando el lugar que le correspondía —al lado de Alyssa Markey—, y llamando la atención de todos los presentes. Incluidos Draco y Alyssa, que levantaron la mirada de su cena, observando al recién llegado con sorpresa, incredulidad y extrañeza.

Alyssa no podía dar crédito a lo que estaban viendo sus ojos. Mark había llegado y se había sentado con ellos, como cualquier otro día. Alyssa podría haber jurado unas horas atrás que los estaba evitando a causa de lo ocurrido. Evidentemente, se había equivocado.

O peor aún, Mark tenía otros planes en mente. No obstante, en sus ojos sólo había arrepentimiento cuando bajo la mirada hacia sus manos. Incapaz de saber qué decir o dónde empezar.

—Lamento haberme marchado sin explicación alguna. —sus palabras estaban impregnadas de culpa. A pesar de haber visto anteriormente lo que en realidad era, Alyssa tenía el más mínimo presentimiento de que estaba siendo verdaderamente sincero. Dependía de ella confiar en él—. Pido perdón por lo ocurrido.

—¿Te disculpas? —Draco se jactó, con la burla presente en su voz.

—Draco. —Alyssa le pidió con la mirada que no interviniera. Deseaba más que nada arreglar este asunto ella misma y estaba dispuesta a lograrlo—. Por favor.

Él cerró la boca, comprendiendo su decisión y guardó silencio.

Alyssa... —ella parpadeó ante la mención de su propio nombre proveniente de los labios de Mark. Había dejado de llamarla así hace un tiempo, cuando su relación se había convertido en algo más que una amistad. Ahora era diferente. Sus ojos estaban sobre ella, brillantes de determinación—. Quiero que me escuches primero, esa es la razón por la que estoy aquí. Después puedes juzgarme, pero no quiero que tengas una idea equivocada de mí sin antes haber escuchado mi historia. Por favor, es lo único que pido.

Y Alyssa finalmente comprendió que esa había sido la intención de Mark desde el principio, buscar la oportunidad de hablar con ella. Antes de que los vínculos que los unían se rompieran por completo.

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¡He vuelto, y estoy decidida a continuar la historia! Tenía un pequeño bloqueo, pero ya quedó en el olvido.

Lamento si el capítulo les resultó un poquito aburrido. El próximo será más emocionante, además de que conoceremos la “historia de Mark” y algunos que otros momentos divertidos.

Gracias por la espera y a los nuevos lectores que se han sumado a la historia. Estaba pensando en realizar una entrevista a los personajes principales para divertirnos un poco. Obviamente ustedes harán sus preguntas a cualquier personaje y este se encargará de responder. ¿Qué les parece la idea?

Si están de acuerdo, déjen aquí sus preguntas. (Pueden ser de cualquier tipo, no tengan pena jajs). La entrevista la publicaré una vez que todas las preguntas tengan respuesta. ¡Nos leemos muy pronto!.

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