28 | A forbidden love and the proposal of a date.
CHAPTER TWENTY EIGHT
Un amor prohibido y la propuesta de una cita.
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A lo largo de su vida, Alyssa había llegado a sentirse impotente en varias ocasiones. Sin tener el valor necesario de hacer algo a cambio. Sin ser capaz de elegir libremente por sí misma. Había dejado que sus padres controlaran cada parte de su vida, mientras ella sólo miraba en silencio, sin estar completamente de acuerdo con cada indicación que le daban. Había odiado cada segundo que compartía en compañía de su familia, en especial por no tener el derecho de ser ella misma.
Y aquel sentimiento de impotencia que sentía cada vez que miraba a sus padres, también lo había detestado.
Sin embargo, allí estaba otra vez. Ese sentimiento de impotencia, que desgarraba como garras cada parte de su ser. Alyssa detestaba sentirse de esa manera, porque lo único que podía esperar era depender de cualquier persona que estuviera dispuesta a ayudarle.
Pero, ¿qué es lo que podría hacer cuando no había ninguna persona dispuesta a hacerlo?.
Alyssa desconocía la respuesta.
En todo caso, ya era demasiado tarde. Alyssa había llegado demasiado tarde.
Sintió a su corazón detenerse por una fracción de segundo al llegar al lugar dónde un gran número de estudiantes se habían reunido al final de un pasillo. Había un gran bullicio a su alrededor. Todos los alumnos exclamaban entusiasmados y algunos de ellos peleaban por ser la persona que tuviera el lugar de primera fila en observar la pelea que se desarrollaba delante de sus narices.
Claro, Mark no habría podido llegar demasiado lejos. Alyssa conocía a Draco demasiado bien, y él no dejaba pasar cualquier oportunidad que se le presentara.
Alyssa no perdió el tiempo. Se apresuró a acercarse, apartando a los estudiantes fuera de su camino y recibiendo protestas y malas miradas de parte de algunos de ellos. Su prioridad era detener aquel conflicto. Justo cuando llegó al frente, lo que Alyssa menos esperaba era congelarse en su lugar al observar la escena que tenía delante de sus ojos. Draco había inmovilizado a Mark en el suelo. Sus manos se aferraban al cuello de su túnica mientras le exigía una respuesta que Mark no parecía demasiado dispuesto a dar.
A pesar de que en sus labios había sangre, Mark sonreía de oreja a oreja, como si por alguna extraña razón todo aquel conflicto no le asustara en lo más mínimo y pareciera estar divirtiéndose con ello.
La simple visión de aquella sonrisa en los labios de Mark envió escalofríos por todo el cuerpo a Alyssa. No obstante, le hizo darse cuenta de que no reconocía al chico que Draco sujetaba con tanta firmeza. Aquel chico no era el Mark que alguna vez se había ofrecido tan amablemente a prestarle sus apuntes, a acompañarla a caminar por los extensos jardines de Hogwarts, él que la hacía reír cuando estaba de mal humor. Era un completo desconocido a los ojos de ella.
No era algo de lo que sorprenderse, dado que Alyssa era consciente de la verdad. Sin embargo, que Mark se librara tan fácilmente de la máscara que había llevado con él durante todo ese largo tiempo, fue lo que más desconcertó a Alyssa. Observó a Draco alzar el puño derecho una vez más, Alyssa sabía que estaba dispuesto a golpear a Mark cuantas veces quisiera. A Draco realmente no le importaba que sus nudillos estuvieran manchados con sangre. Alyssa simplemente no podía quedarse allí mirando y dejar que Draco golpeara a Mark, sin importar si era merecedor de los golpes o no.
Su corazón no podría soportarlo.
Justo en el momento exacto en el que Alyssa llamó el nombre de Draco, y Draco comenzó a bajar el puño con intención de golpear a Mark nuevamente en la mandíbula, ambos fueron interrumpidos por las palabras que el muchacho a penas pronunció. Fue un débil sonido, que bastó para tener la atención de ambos adolescentes y provocó que todos los presentes a su alrededor guardaran el más mínimo silencio.
Mark tosió, produciendo un leve quejido de dolor en el acto antes de decir:
—No vas a tener ninguna respuesta de mí parte, si eso es lo que estás esperando —pronunció, con los labios manchados de sangre. Su cabello dorado estaba más desaliñado que nunca, y en sus brillantes ojos grises sólo había una genuina determinación cuando Alyssa lo miró con atención.
En su vida, Alyssa jamás había llegado a ver a Mark en aquel estado. El chico al cual siempre le había preocupado demasiado su apariencia. El que siempre se preocupaba por estar presentable para Alyssa, porque no creía ser merecedor de ella. En ese momento, los ojos que estaban fijos en la persona que lo sujetaba tan fuertemente del cuello de la camisa —casi retándolo con la mirada—, y parecían no querer moverse de allí, no eran los ojos de Mark. Eran los ojos de otra persona, una persona que no había conocido la felicidad desde hace años.
Era la misma mirada que Alyssa había tenido antes, en el tiempo que aún vivía con su familia. Reconocer aquella mirada en los ojos de Mark le hizo preguntarse: ¿qué es por lo que había tenido que pasar en el pasado para tener aquella mirada tan vacía?
A pesar de su mirada, Mark se las arregló para sonreír a Draco, mostrando los dientes como un perro rabioso a punto de morder a su presa.
—Realmente no importa cuántas veces me golpees. No vas a tener respuesta alguna.
Y así fue, el corazón de Alyssa se detuvo en el momento en el que el puño de Draco alcanzó el rostro de Mark. Lo golpeó, una y otra vez. Alyssa se quedó petrificada, mientras los estudiantes a su alrededor comenzaban a gritar presas del pánico y Mark no hacía ningún movimiento para defenderse. Todo lo que Alyssa fue capaz de hacer fue mirar sus manos temblorosas, con el sentimiento de impotencia creciendo dentro de su ser. Nuevamente, no podía hacer nada ante tal situación. Incluso si lo intentase, sería apartada con facilidad y Alyssa detestaba sentirse inútil.
Las lágrimas se acumularon en el borde de sus ojos, mientras observaba la escena que algún día había temido que sucediera. Desde un principio, Alyssa había sido consciente de la rivalidad que se había formado entre ellos dos. Ambos muchachos compitiendo por su cariño y atención. A Draco no le agradó la idea de que Mark fuera alguien más cercano a ellos. A Mark no le gustó la actitud que Draco siempre tuvo contra él aunque nunca lo demostró.
Alyssa había observado cada una de las pequeñas disputas de Draco en contra de Mark con ojos llenos de preocupación. Incluso se había permitido sonreír con tristeza y alivio en las raras ocasiones que ambos parecían agradarse el uno al otro, sabiendo perfectamente que nada habría cambiado entre ellos al día siguiente. Es por ello que Alyssa había valorado cada uno de esos preciados momentos.
Sin embargo, ahora sólo miraba como ambos se herían mutuamente mientras su corazón se hundía en la profunda y desesperada tristeza. Alyssa no pudo hacer nada. Era incapaz de volver a encontrar su voz.
Justo en el momento en el que parecía que iba a rendirse, se encontró a sí misma caminando con una inesperada determinación hacia donde estaban las dos únicas personas que habían mostrado interés en ella cuando Alyssa aún vivía bajo la cruel influencia de sus padres. Nadie había sido capaz de acercarse, pero ambos lo habían hecho y se habían quedado. Su amistad había sido todo lo que Alyssa realmente había valorado cuando no tenía nada.
No podía rendirse, no por ellos. No cuando Alyssa estaba tan cerca de descubrir finalmente la verdad por sí misma. Se aferró tan fuerte como le fue posible a la muñeca derecha del platinado cuando estaba a punto de lanzar otro golpe.
Por un momento, Draco forcejeó por deshacerse del agarre pero Alyssa no lo soltó. Se aferró a su muñeca tan ferozmente como pudo.
—Draco, es suficiente. —el simple sonido de su voz hizo al muchacho alzar su mirada sólo para darse cuenta de que se trataba de ella, entonces dejó de forcejear y sorprendentemente permitió que Alyssa lo alejara del Mark que yacía en el suelo del pasillo, aparentemente consciente pero herido.
Alyssa lo observó en silencio. Draco a un lado de ella jadeaba por recuperar el aire en sus pulmones. La sostuvo por la muñeca una vez que descifró las intenciones de Alyssa por acercarse a Mark.
—Es mi culpa —murmuró Alyssa, pero no le miró.
—Tú no me ordenaste que lo golpeara —razonó Draco. Alyssa sólo negó con la cabeza. Él la dejó ir después de un indeterminado momento, Alyssa sabía que le había resultado demasiado difícil hacerlo, pero no se lo mencionó.
En el preciso momento en el que estaba por dar un paso hacia Mark, que dificultosamente había comenzado a ponerse de pie, los murmullos de los estudiantes que todavía continuaban a su alrededor fueron silenciados por un sonoro y venenoso:
—Ejem, ejem. —Draco y Alyssa miraron a su alrededor inmediatamente, solo para encontrar a Dolores Umbridge de pie entre la multitud, sonriendo tan falsamente que cualquiera podría haberse dado cuenta de ello—. Señor Malfoy, señorita Markey. Necesito verlos en mi despacho en este momento.
Detrás de ella, Pansy Parkinson estaba de pie con una gran sonrisa en sus labios.
. . .
—¡Eso no es justo! —protestó Alyssa con enojo, mirando a Dolores Umbridge sentada detrás de su escritorio bebiendo tranquilamente de una taza de té—. Yo no...
Pronto se detuvo, guardándose sus palabras. Alyssa de alguna manera se dio cuenta de que lo que estaba tratando de hacer era algo completamente egoísta. Pretendía librarse del castigo y dejar que Draco enfrentara el problema por sí mismo.
Alyssa no podría hacerle eso.
Ambos alguna vez habían acordado enfrentar sus problemas juntos y Alyssa mantendría su promesa. Sin importar lo que fuese. Entonces miró a Umbridge, sintiéndose completamente derrotada.
—Está bien —formuló Alyssa lentamente, arrastrando las palabras—. Acepto el castigo.
—Alyssa, tú no... —protestó Draco enseguida, de pie a su lado izquierdo. Ella negó con la cabeza y él guardó silencio, aunque no pareció demasiado feliz y decidió tragarse sus palabras.
Umbridge se mostró sorprendida por su decisión. Sin embargo, Alyssa no pasó por alto su sonrisa de satisfacción.
—Bueno —continuó la profesora con dulzura—. Con dos semanas de castigo bastarán. Comenzando hoy después de terminar de asistir a sus respectivas clases. Señorita Markey —añadió Umbridge en el último momento, sirviendo otra taza de té y dejándola en el escrito frente a Draco—. Puede retirarse. Necesito hablar con el señor Malfoy sobre su compañero.
Alyssa dudó un momento, luego asintió con la cabeza y se dio la vuelta. No le agradaba el pensamiento de dejar allí a Draco, pero no podía hacer nada al respecto. Cerró la puerta con una última mirada recelosa por su parte y se giró. Pansy Parkinson estaba con la espalda recargada sobre la pared a un lado de la puerta. Los brazos en jarras y la mirada perdida hasta que observó a Alyssa salir de la habitación.
Fue cuando su mirada se fijó en ella.
—Es culpa tuya —dijo Pansy desinteresadamente. Alyssa la miró en silencio, sin comprender a qué se refería—. Draco no debía ser castigado. Solamente tú.
—Eso ya lo sé, Parkinson.
—¿Te has dado cuenta de qué lo hizo por ti? —Pansy cuestionó, fulminando con la mirada a Alyssa pero sin moverse de su lugar—. No sé por qué razón te valora tanto. Nunca has sido lo suficientemente buena para él. No —se corrigió, agitando su mano con desdén en el aire—, para ninguno de los dos. Esto nunca hubiese ocurrido si tú no estuvieras de por medio.
Pansy se apartó de la pared y avanzó hacia a Alyssa hasta quedar de pie frente a ella.
—¿Y sabes qué? —la muchacha de cabello corto la señaló con el dedo índice acusatoriamente—. Estoy realmente segura de que ambos te han de odiar por la misma razón.
Alyssa decidió no pronunciar palabra alguna, estaba cansada de discutir. Además, solo vería el regocijo en la cara de Pansy si decidía reconocer sus palabras. No obstante, detestaba quedarse callada y pensar que quizá podría tener razón. El sonido de una puerta cerrándose distrajo a Alyssa afortunadamente lejos de sus pensamientos.
Agradeció silenciosamente a Draco. Pansy se apartó rápidamente pero él ni siquiera se molestó en detenerse a mirar en su dirección.
—Esa maldita vieja... —a juzgar por la expresión en el rostro de su amigo, estaba claro que no le había agradado cada una de las palabras que Umbridge había pronunciado en la corta ausencia de Alyssa.
Ella lo miró, sin entender que era lo que lo había molestado tanto.
—Vamos, ya perdimos una clase. No hace falta que perdamos otra.
Tras su palabras, Draco comenzó a caminar rápidamente por el pasillo. Alyssa no lo perdió de vista y lo siguió, mientras tomaba una nota mentalmente de que más tarde debería de hablar con él sobre aquel asunto y un tema más en especial.
. . .
Alyssa volvió a ver a Mark nuevamente en Historia de la Magia después de permanecer unas cuántas horas en la enfermería del colegio. Draco no ocultó su sonrisa cuando lo observó llegar al aula. Mark llevaba en el lado izquierdo de su rostro un pequeño vendaje que cubría su mejilla. Sus brillantes ojos grises lucían apagados y por primera vez su impecable uniforme de Slytherin estaba desarreglado.
No miró a Alyssa cuando tomó asiento en el pupitre más alejado de ellos y comenzó a tomar nota de la clase aunque luciese distraído. Alyssa lo miró un momento más antes de voltear y observar a Draco. Sin embargo, la incertidumbre se presentó en ella cuando recordó las palabras acusatorias que Pansy Parkinson había comentado:
«Estoy realmente segura de que ambos te han de odiar por la misma razón». Alyssa pensó en ello durante el resto de la clase.
Al medio día después de almorzar Draco arrastró a Alyssa a la biblioteca para evitar que siguiera a Mark.
—Ahora no es un buen momento, Lyssa —comentó, mientras tiraba de su muñeca para no perder de vista a su amiga—. Debe de estar molesto con nosotros.
—¿Porqué él debería de estar molesto? —preguntó ella exasperadamente—. ¡Aquí yo soy la perjudicada de todo esto!
—¿Sabes por qué? —Draco se volvió hacia ella con una brillante sonrisa en sus labios—. Hice pedazos su teatrito que con tan tanto esfuerzo debió haber construido.
Antes de que Alyssa pudiera responder, llegaron finalmente a su destino. Eligieron la mesa más apartada de los estudiantes y se sentaron a su alrededor, dejando sus pertenencias sobre esta. A pesar de que Alyssa deseaba fervientemente hablar con Mark, acercó su mochila y de ella sacó un libro. Pronto se dio cuenta de que se trataba del libro de Encantamientos, así que se concentró en leer pero su mente no dejaba de divagar en los asuntos que tenía que resolver.
Al cabo de un rato Alyssa se aburrió de fingir que estaba leyendo y miró a Draco al otro lado de la mesa sentado frente a ella antes de preguntar:
—¿Qué es lo que estás haciendo?
Draco levantó la mirada del pergamino que tenía frente a él.
—Escribiendo en un pergamino —contestó obvio. Alyssa resistió el impulso de poner los ojos en blanco.
—Eso ya lo sé. Me refiero a...
—Debo superar en Pociones a Potter —la interrumpió él. Alyssa frunció el entrecejo.
—Ya es bastante malo.
—Pero quiero ser mejor que él. —la sonrisa de Draco casi parecía la de un niño pequeño. Alyssa decidió no comentarle nada al respecto y solo lo observó con su expresión en blanco antes de dejar caer su frente sobre su mano derecha, completamente frustrada.
—¿Querías hablar sobre algo? —preguntó Draco finalmente. Alyssa levantó su cabeza y asintió en su dirección.
—¿Sucedió algo malo después de que saliera del despacho de Umbridge?
—En realidad, no. Sólo me llamó la atención acerca de golpear a mi compañero y todo ese rollo. —a pesar de que sus palabras sonaban sinceras a los oídos de Alyssa, sintió que Draco le estaba ocultando gran parte de la conversación—. Intenté hacer que retirara tu castigo, pero se negó. Sin importar cuántas veces le rogué.
Alyssa lo observó en silencio, sin saber realmente qué pensar al respecto.
—Deberías estar agradecida —añadió Draco después de un momento. El cariño que había en sus ojos grises fue lo suficiente para hacer sonreír a Alyssa—. Nunca hice esto por nadie.
—¡Qué linda declaración! —el sonido de un aplauso llamó la atención de ambos jóvenes. Natalie Bellmort estaba de pie, sonriendo a Alyssa. La expresión en el rostro del platinado cambió repentinamente a una mirada aburrida que dirigió a Natalie sin pensarlo dos veces—. Deberías ser igual de amable todo el tiempo o tus admiradoras huirán de ti la próxima vez que vean esa expresión de molestia en tu cara.
La boca de Draco se abrió con indignación y luego se cerró con una mueca molesta. Alyssa no hizo nada más que observar en silencio. La situación le resultaba divertida, ya que la primera vez que se habían conocido, Natalie había golpeado a Draco por pura equivocación aunque había sido intencionadamente.
—¿Puedo acompañarlos? —preguntó Natalie un momento después, mirando a Draco con una sonrisa de disculpa. Él apartó su mirada de ella y volvió a escribir en su pergamino; estando completamente fuera de la conversación. Alyssa asintió en su dirección y su amiga tomó asiento a su lado.
Entonces miró a Alyssa nerviosamente, con las manos apoyas sobre la mesa.
—Alyssa... —comenzó lentamente. A Alyssa le dio la impresión de que estaba eligiendo las palabras con sumo cuidado y prestó atención en no perderse cada una de ellas. Natalie continuó, tragando saliva cuando dijo: —¿No te molestaría que invitaran a tu mejor amigo a salir? ¿Verdad?
Alyssa la miró extrañadamente antes de negar con la cabeza.
—¿Porqué debería? —cuestionó, mirando a Draco por el rabillo del ojo. Éste parecía distraído en su tarea, pero Alyssa sabía que estaba atento a la conversación. Lo pudo notar en el momento en el que suspendió la punta de su pluma a centímetros del pergamino, esperando pacientemente por su respuesta. Alyssa regresó su mirada a Natalie, con el ceño levemente fruncido—. Es cierto que somos demasiado cercanos, pero esa no es la razón por la que le prohibiría a cualquier chica que quisiese salir con él que se mantuviera alejada. Simplemente, no soy ese tipo de amiga.
Los hombros de Natalie se relajaron cuando suspiró aliviada y Alyssa finalmente pudo comprender sus palabras.
—Espera un momento, ¿invitarás a Draco a una cita? —quiso saber con incredulidad. Draco comenzó a toser ruidosamente al escuchar su pregunta y Natalie miró a Alyssa avergonzada.
—¡No! Eso no es lo que...
—¡De ninguna manera! —terció Draco, sin importarle un poco que hubiese interrumpido a Natalie cuando ésta había tratado de explicarse—. Disculpa, pero yo no voy a salir contigo ni con nadie. No estoy...
—¡Se trata de Annabel! —Natalie exclamó. Y eso fue lo suficiente para que ambos jóvenes estuvieran en estado de shock—. Es tu hermana, Alyssa. Ella quiere...
—¡Definitivamente no! —protestó Alyssa inmediatamente, levantándose abruptamente de la mesa y apartando su libro de Encantamientos—. No voy a permitir que me haga esto. Ella ya lo ha tenido todo, ¡y ahora resulta que quiere invitar a mi mejor amigo a salir! Draco ha sido todo lo que he tenido. Y planea arrebatarme esto también. Natalie, ¿dónde está ella?
Natalie señaló una mesa detrás de ellos, donde un pequeño grupo de chicas de sexto grado estaba estudiando. Alyssa pudo reconocer a Annabel entre ellas, con su sedoso y largo cabello castaño, sus enormes ojos azules y una belleza que podría hipnotizar a cualquiera. Era cierto que era más hermosa que Alyssa, pero su hermana nunca se había aprovechado de nadie por ello.
Sin embargo, Alyssa detestaba la idea de que en cualquier momento pudiese arrebatarle a la persona más preciada de su vida.
—Alyssa... —Draco llamó su atención. Ella apartó la mirada que aún mantenía sobre su hermana y lo miró a él, con la desesperación y ansiedad reflejada en sus ojos—. Alyssa, yo nunca podría tener algo con ella. Además, yo...
—¡Tienes un amor prohibido! —adivinó Natalie, en un intento de aligerar el ambiente.
La expresión tranquila de Draco se arrugó en confusión. —¿Qué?
—Un amor prohibido —comenzó a explicar la muchacha. Alyssa decidió volver a sentarse después de un largo momento y miró a Natalie con curiosidad—. Desde hace unos minutos estás tratando de decir algo. Entonces pensé: ¡puede que tenga un amor prohibido como Romeo y Julieta! Siempre tienes mal genio, en especial cuando se trata de Mark Wrayburn. Alyssa me contó de su relación, un día antes eran los mejores amigos y al día siguiente los peores enemigos.
Natalie se giró hacia Alyssa y guiñó un ojo en complicidad en su dirección.
—Llegué a la conclusión de que puede haber o no un amor no correspondido. O, solamente un amor mutuo que ninguno de los dos quiere reconocer.
—En primer lugar: ¿quiénes diablos son Romeo y Julieta? —cuestionó él. Alyssa no sabía si estaba enojado o indignado, en cualquier caso, su expresión era indescifrable—. Y en segundo lugar: ¿porqué razón iba a sentir algo por el miserable de Mark Wrayburn? Lo detesto, y eso ha estado claro desde un principio. Alyssa lo sabe, y él también...
Alyssa se levantó de su lugar al reconocer una cabellera castaña entre los estantes más cercanos de libros. Estaba aburrida, a pesar de que la conversación había tomado un giro inesperado. Miró a sus amigos y con una sola mirada les indicó que no tardaría en regresar. Entonces siguió a la persona que se había negado a amar por varios largos años y la encontró acomodando un libro en el estante más alto.
Hermione se giró, y su sonrisa al ver a Alyssa de pie frente a ella fue tímida y alegre.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella.
—Solo quería verte... —las palabras abandonaron los labios de Alyssa tan fácilmente, que se sorprendió a sí misma por la sinceridad con la que las había pronunciado —, e invitarte a una cita.
La sonrisa de Hermione se hizo más grande cuando Alyssa dio un paso hacia ella. Después de la noche anterior, no podía atreverse a acercarse un paso más a ella, o moriría de la vergüenza por haberla besado después de su inesperada declaración.
Sin embargo, los pies de Hermione se movieron y se acercó a ella, dejando un cálido beso en la mejilla de Alyssa y apartándose un momento después.
—Sí, Alyssa —respondió, sin dejar de sonreír. Parecía tan feliz, que Alyssa podría haber mirado eternamente y nunca aburrirse de ella—. La respuesta es sí.
Y Alyssa sonrió, sabiendo que después de ese día nunca más podría volver a apartarse de Hermione. Nunca podría dejarla ir, a menos que ella se lo pidiera.
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¡Hola! Me disculpo por no haber vuelto a actualizar todo este tiempo. Quiero decir que en ningún momento abandoné la novela y la verdadera razón por la que me tardé tanto fue porque no sabía cómo comenzar este capítulo a pesar de tener tantas ideas en mente.
Una de ellas fue narrar desde el punto de vista de Draco pero descarté la idea por varias razones. Espero que hayan disfrutado del capítulo, además de que me gustaría leer qué es lo que quieren que suceda más adelante en la historia. Igualmente agradezco a cada una de las personas que leen esta novela, gracias por su tiempo. 💘
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